miércoles, 20 de junio de 2012

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LITURGIA DEL DÍA
La insistencia evidente de este día está marcada por Jesús en esa “justicia” (=fidelidad) que no tiene más sentido que en el interior y desde el interior, Muy superior a la de los fariseos, tan externa y tan buscando las alabanzas y reconocimientos de la gente. ¡Pues ahí llevan ya toda su paga!, dice Jesús.  Porque tanto si se ora, como si se ayuna, como si se hace limosna, debe ser todo tan “sin tocar la trompeta” que quien vea la verdad de esa alma sea Dios.  Lo que no se contradice con la otra palabra de Jesús.  Que al verlo los otros, alaben al Padre del Cielo.  Porque cuanto se hace en el interior, acaba pregonándose desde las azoteas, y no de palabra sino por los efectos que producen.  Y esos se ven por mucho que se pretendan ocultar.
Elías se va de este mundo. Parecería que es la única persona que no ha muerto, tal como queda descrito en palabras. Lo que hay en el fondo es más llano: que Eliseo, su discípulo, queda con el espíritu y poder de Elías, y eso perdura porque Dios está presente en el mismo hecho, que –a la ida- realiza Elías con su manto, yal regreso lo hace Eliseo con el mismo manto. ¿Dónde está Dios?  Pues exactamente en la misma realidad que ahora continuará el discípulo Eliseo.  No deja de llamar al interior nuestro ese hecho: lo que el Maestro, Jesús, hizo en su ir por el mundo, nos toca a nosotros repetir en este andar regresando a las realidades de nuestro mundo concreto actual, personal, familiar, social.  ¡Y ahí ESTÁ DIOS!

“TOMAD Y COMED”

Partamos del hecho histórico: Jesús da a tomar un pan ácimo. Difícil es “tragar” sin masticar.  Jesús dice: “Tomad y comed”, y no dice “tomar y tragad”.  Salvo esas costumbres que se meten sin saber por qué, no recuerdo haber leído nunca que no se pueda comer la Sagrada Forma, Hostia del Sacrificio, la participación activa en la cena del Señor.  Sé que me enseñaron que no se podía tocar con los dientes…  Y que así fue lo que se decía, pasado de boca en boca y no por algún fundamento o documento.  Sus problemas de escrúpulos, ansiedades y preocupaciones, creó en muchos casos.
Cuando una cierta conciencia de madurez mental se empezó a desarrollar en el pensamiento cristiano, situaciones como ésta cayeron por su peso. ¿No había dicho Jesús “Tomad y comed”? ¿No era un alimento al alma sobre las especies del alimento normal del cuerpo?  El pan de la mesa ¿no se comía?  ¿Y no fue en el transcurso de una cena donde Jesús hizo aquel “cambio”?  ¿Y qué tenía de menos el diente que la lengua?
Una razón quedaba –y con cierto valor práctico, al tratarse ya de las “Formas” pequeñas (obleas) que se utilizaron por razones de conveniencia en Comuniones más numerosas:  una oblea no tiene entidad material para ser masticada, y sí encierra el riesgo de quedar entre la dentadura.  Pero es que, casi ni queriendo- se puede “masticar” en toda regla una oblea así.  Lo que no impide que pueda ser tomada en la forma más cómoda para el comulgante.
Si miramos la Hostia grande que comulga el Sacerdote, sería imposible tomarla sin intervenir los dientes.
Y las Comunidades que utilizan el pan ácimo –como tal pan, con entidad material con cuerpo- no podrían no masticar, porque lo imposible entonces es tragar sin más.
Muchas veces la fuerza de costumbres moralizantes se han acabado haciendo norma, y la norma ha rebasado la lógica.  Y éste es un caso.
Añadiré a lo dicho el último día sobre el ayuno eucarístico, hasta dónde llegan las “costumbres moralizantes”. El sacerdote de antes del Concilio, al depositar el vino y la gota de agua en e el cáliz, había luego de limpiar con el purificador la más mínima gota de agua o vino que hubiera quedado adherida a las paredes internas del cáliz. Confieso que nunca me planteé el por qué, y lo vi como pura limpieza. Mi jocosa sorpresa, recientemente escuchada a un compañero, es que el profesor explicaba tal moo de proceder en función del ayuno eucarístico, ya que si había quedado algo en esas paredes del cáliz, al beber, aquella gota se bebía antes que La sangre del señor…, ¡y se habría quebrantado el tal ayuno!  Hoy ve uno estas cosas como auténtico chiste.  Lo curioso es con la naturalidad que lo vivimos, sin hacer problema, ni tener el espíritu crítico de hoy.  Y a lo mejor había que concluir que ni tan claro ni tan calvo.  Y que posiblemente “mañana” podremos reírnos de la problemática de muchos de hoy sobre temas de iglesia, en los que somos tan críticos…, a veces ridículamente críticos.

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