martes, 30 de junio de 2015

ZENIT: Misas en Santa Marta

30 de junio de 2015 (ZENIT.org)
Las tradicionales audiencias generales de los miércoles del papa Francisco se suspenderán durante todo el mes de julio y se reanudarán en el mes de agosto en el Aula Pablo VI.
A excepción del encuentro previsto para la tarde del 3 de julio con el Movimiento de Renovación en el Espíritu en la Plaza de San Pedro, se suspenderán todas las demás audiencias.
El único acto público del Pontífice seguirá siendo el Ángelus de los domingos, ha informado este martes la Sala de Prensa de la Santa Sede.

Asimismo las misas matutinas del Santo Padre con grupos de fieles en la capilla de la Casa Santa Marta se suspenderán durante julio y agosto para reanudarse a primeros de septiembre.

30 junio: De nuevo, ¿quién es Este?

Venga a nosotros tu reino
          Así lo pedimos en el Padre Nuestro. Así lo deseamos con toda el alma. Y así nos sentimos exigidos a vivir de manera que el Corazón de Jesús reine en nuestros corazones.
          Queremos sellar el homenaje de amor y fidelidad que te hemos venido testimoniando durante este mes, y queremos comprometer y consagrar nuestras vidas en alianza de amor con tu Sagrado Corazón. Sabemos que hemos de contar con la vida real, con su dureza y sus zancadillas, con los enemigos de dentro y de fuera, y con las gracias que nos acompañarán en todo momento, como lo esperamos de ti.
          Desde este mundo en ruinas y sin norte y sin amor, clamamos desde lo íntimo de nuestros corazones por tu Reino de verdad y de vida, de santidad y de gracia, de justicia, de amor y de paz.

QUIÉN ES ESTE
          Dos puntos de la LITURGIA DEL DÍA tomaría yo en este cierre del mes de Junio: la mirada atrás (o el detenerse en el camino que lleva adelante) convierte en estatuas de sal  (Gn 19, 15-29), en incapaces de avanzar y hasta en inútiles en el camino que conduce al Corazón de Cristo.
          Ese Corazón de tan infinitos matices que siempre dejará pendiente la pregunta de los apóstoles: Quién es Este? (Mt 8, 23-27).
          Llegados a este día último del mes del Corazón de Jesús, quiero pararme en homenaje a ese Corazón, y seguir preguntando: Quién es este Corazón, y seguir soñando con barruntar parciales respuestas, esas que componiéndolas después poco a poco, me puedan ir ayudando a decir quién es para mí el Corazón de Jesús. Sé que es una empresa imposible, tan imposible como querer conocer los secretos del inmenso océano, sus fondos marinos, sus inescrutables especies vivas… Y sin embargo, en el colmo de la ilusión me quiero lanzar a bucear en ese Océano de la pregunta de los discípulos: Quién es Este.
          La figura de Jesús ya me subyuga. No podría dibujarla ni quiero hacerlo, porque esa figura, difuminada y a la vez concreta, encierra ya un  misterio que atrae y embriaga. Y es mejor no tenerla tan acabada. Siempre le cabe más. Siempre encierra un misterio atractivo y tremendamente gozoso… El misterio encierra mejor el valor infinito de esa perla preciosa.
          La vida, los movimientos, los detalles de Jesús (cuanto más nimios más me subyugan), sus sentimientos (que nos va dejando caer el Evangelio como quien no dice nada), son el magma en que me zambullo con más fruición, a sabiendas de que aspiro todo ese plancton y me gozo en saber que sólo fue un entremés de todo el banquete que queda por delante, y que lo mejor que tiene es que sé a ciencia cierta que no he sumido ni los ribetes del todo. El TODO es tan infinito que me queda una vida y una eternidad y no habré consumido todo lo que me ofrece.

          ¿Quién es Este? – Es el Corazón de Jesús. Una manera que Dios mismo nos suscitó para poder rozar siquiera la orla del manto. Y cuando en medio de la vorágine de la vida clamemos angustiados: Señor, sálvanos; que nos hundimos, escucharemos en los latidos de su Corazón aquella palabra de Dios a Lot: Aprisa, refúgiate en esa ciudad pequeña, que no puedo hacer nada hasta que llegues allá. Así es: Dios mismo no puede hacer nada hasta que hayamos encontrado refugio. Lo maravilloso para nosotros es que ese refugio está asegurado en la ciudad más inmensa del universo: el Corazón de Jesucristo, en el que estaremos a salvo… ¿Quién es Este? No hay respuesta cerrada. Siempre hay un espacio nuevo en ese piélago que es EL CORAZÓN SAGRADO DE JESÚS.

lunes, 29 de junio de 2015

ZENIT 29 jun: Ángelus en fiesta de Pedro y Pablo

29 de junio de 2015 (ZENIT.org)
En la solemnidad de san Pedro y san Pablo, el papa Francisco rezó este lunes la oración del Ángelus desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico, ante una multitud que le atendía en la Plaza de San Pedro.
Dirigiéndose a los fieles y peregrinos venidos de todo el mundo, que le acogieron con un largo y caluroso aplauso, el Pontífice les dijo:
"Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Como sabéis, la Iglesia universal celebra hoy la solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo, pero esta se vive con una alegría particular en la Iglesia de Roma, porque en su testimonio, sellado con la sangre, tiene sus propios cimientos. Roma siente especial afecto y reconocimiento por estos hombres de Dios, que vinieron de una tierra lejana a anunciar, a costa de su vida, aquel Evangelio de Cristo al que se habían dedicado totalmente.
La gloriosa herencia de estos dos apóstoles es motivo de orgullo espiritual para Roma y, al mismo tiempo, es una llamada a vivir las virtudes cristianas, de modo particular la fe y la caridad. La fe en Jesús cual Mesías e Hijo de Dios, que Pedro profesó primero y que Pablo anunció a la gente; y la caridad, que che esta Iglesia está llamada a servir con horizonte universal.
En la oración del Ángelus, en el recuerdo de los santos Pedro y Pablo, asociamos el de María, imagen viva de la Iglesia, esposa de Cristo, que los dos apóstoles “fecundaron con su sangre”.
Pedro conoció personalmente a María y en su diálogo con ella, especialmente en los días que precedieron Pentecostés, pudo profundizar el conocimiento del misterio de Cristo. Pablo, al anunciar el cumplimiento del plan salvífico “en la plenitud de los tiempos”, no dejó de recordar a la “mujer” de la que el Hijo de Dios había nacido en el tiempo.
En la evangelización de los dos apóstoles aquí, en Roma, también están las raíces de la profunda y secular devoción de los romanos a la Virgen, invocada especialmente come Salus Populi Romani.
María, Pedro y Pablo son nuestros compañeros de viaje en la búsqueda de Dios; son nuestras guías en el camino de la fe y la santidad; ellos nos impulsan hacia Jesús, para hacer todo lo que Él nos pide. Invoquemos su ayuda para que nuestro corazón esté siempre abierto a las sugerencias del Espíritu Santo y al encuentro con los hermanos.
En la celebración Eucarística, que tuvo lugar esta mañana en la basílica de San Pedro, he bendecido los palios de los arzobispos metropolitanos nombrados en el último año, procedentes de varias partes del mundo. Renuevo mi saludo y mis felicitaciones a ellos, a sus familiares y a cuantos los acompañan en esta significativa circunstancia, y deseo que el palio, además de acrecentar los lazos de comunión con la Sede de Pedro, sea un aliciente para un servicio cada vez más generoso a las personas encomendadas a su celo pastoral.
En la misma liturgia, tuve el placer de saludar a los miembros de la delegación que ha venido a Roma en nombre del patriarca ecuménico, el queridísimo hermano Bartolomé I, para participar, como cada año, en la fiesta de los santos Pedro y Pablo. También esta presencia es signo de los vínculos fraternos existentes entre nuestras Iglesias. Recemos para que se refuerce entre nosotros el camino de la unidad.
Nuestra oración hoy es sobre todo por la ciudad de Roma, por su bienestar espiritual y material. La gracia divina sostenga a todo el pueblo romano, para que viva en plenitud la fe cristiana, que testimoniaron con intrépido ardor los santos Pedro y Pablo. Que interceda por nosotros la Santísima Virgen, Reina de los Apóstoles".
Al término de estas palabras, el Santo Padre rezó la tradicional oración mariana:
Angelus Domini nuntiavit Mariae...
Al concluir la plegaria, llegó el turno de los saludos que tradicionalmente realiza el Papa:
"Queridos hermanos y hermanas,
Saludo a todos, a las familias, parroquias, asociaciones procedentes de Italia y de tantas partes del mundo. Pero sobre todo hoy ¡saludo a los fieles de Roma, en la fiesta de los santos patronos de la ciudad!
Saludo a los estudiantes de algunas escuelas católicas de los Estados Unidos de América y de Escocia.
Me congratulo con los artistas que han realizado un gran y hermoso despliegue floral, allí, y agradezco a la “Pro Loco” de Roma por haberlo promovido. ¡Muchas gracias!
Felicidades también por el tradicional espectáculo pirotécnico que tendrá lugar esta noche en el Castillo del Santo Ángel (Castel Sant’Angelo), cuya recaudación sostendrá una iniciativa caritativa en Tierra Santa y en los países de Oriente Medio".
Francisco se refirió también a su próximo viaje apostólico a Latinoamérica:
"La próxima semana, del 5 al 13 de julio, parto hacia Ecuador, Bolivia y Paraguay. Les pido a todos ustedes que me acompañen con la oración, para que el Señor bendiga este viaje al continente de América Latina tan querido por mí, como se pueden imaginar. Expreso a la querida población de Ecuador, Bolivia y Paraguay mi alegría por estar en su casa, y les pido a ustedes, de manera particular, que recen por mí y por este viaje, para que la Virgen María nos dé la gracia de acompañarnos a todos con su protección maternal".
Como de costumbre, el Obispo de Roma concluyó su intervención diciendo:
"Les deseo a todos una buena fiesta. Por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!"

29 junio: San Pedro y San Pablo

La Iglesia nace del Corazón abierto
          Haznos comprender, Corazón de Jesús, el gran misterio encerrado en ti y en tu Iglesia. No podremos jamás amarte a ti si no amamos igualmente tu carne: tu Iglesia visible. Que comprendamos que sólo a través de tu Iglesia eres para nosotros camino, verdad y vida.
          Que jamás tiremos piedras contra nuestro tejado, que es tu tejado. Que jamás acentuemos los defectos de nuestra madre, que es tu esposa. Que jamás mancillemos su santidad, aunque a la vez sea pecadora
          Que vivamos la maravilla sobrehumana de ser miembros vivos de esa Iglesia, destinados a hacerla vivir limpia y presentarla limpia a los ojos de propios y ajenos.
          Que nos sintamos hijos amantes e incondicionales, fieles y dignos de nuestro nombre de cristianos.

LITURGIA DEL DÍA
          Hoy es el día de los SANTOS PEDRO Y PABLO, una solemnidad litúrgica por todo lo alto porque estamos ante las dos columnas de la Iglesia.
          La 1ª lectura (Hech 12, 1-11) nos muestra la liberación milagrosa que Dios hace de Pedro encarcelado y a punto de ser matado por Herodes. Ni guardias, ni cerrojos ni puertas de hierro son bastantes cuando Dios quiere actuar. Y la Iglesia necesitaba aún de este Pastor y Piedra fundamental.
          La 2ª lectura (Tim 4, 6-8, 17-16) es la confesión de Pablo de haber recorrido el trayecto de su vida en la fidelidad a Jesús, que le salió al camino, y que ahora ya no le queda sino esperar la corona que recibirá de Dios. Ese Dios que le ayudó y dio fuerzas y le libró del peligro.
          El Evangelio (Mt 16, 13-19) vuelve a Pedro en ese texto básico y muy conocido del diálogo en Cesarea: ¿Quién dicen los hombres…? Simón se adelanta a todos y hace la confesión mesiánica por excelencia: Tú eres el Mesías, el hijo de Dios vivo. Y Jesús también confiesa entonces que Simón será PIEDRA…, se llamará Pedro, y tendrá en sus manos las llaves de la futura Iglesia. Atará o desatará, abrirá o cerrará…, y lo que él haga en la tierra queda sellado en el Cielo.
          Lo que es una promesa hacia aquel “Pedro” en realidad es promesa a LA PIEDRA que constituye Jesús como fundamento de la Iglesia, que no es sólo un cimiento encima del cual va construido el edificio de los siglos, sino que esa PIEDRA se va extendiendo a través de todos los que vendrán en el lugar de Pedro, siendo así la Iglesia de todos los tiempos la que se asienta sobre PEDRO en la persona del sucesor que vaya viniendo elegido por el Espíritu Santo. También a ese sucesor le llega la misma palabra de Jesús: Tú eres PIEDRA y sobre esta Piedra edifico mi Iglesia.


          El poder del infierno no podrá derrotarla. Hoy nos hace falta recordar esa palabra de Jesús porque atravesamos momentos muy difíciles en la vida cristiana. En parte, el endiosamiento del ser humano, que ha roto amarras y ha sustituido a Dios por sus muchos ídolos, y ya no admite sometimientos. Y la vida de seguimiento de Jesús en la Iglesia exige unos cánones de vida y actuación. En parte también porque se ha resfriado el amor primero y los mismos cristianos nos hemos acomodado a ese YO endiosado que acaba siguiendo las propias maneras, estamos en una encrucijada difícil de la vida de la Iglesia. La promesa de Jesús permanece viva, pero también exigente. Y eso es cosa que cada cual nos tenemos que plantear.

ZENIT 28: ¿Jesús me puede sanar?

28 de junio de 2015 (ZENIT.org)
A las 12 de este mañana, el santo padre Francisco se ha asomado a la ventana del estudio del Palacio Apostólico Vaticano para rezar el ángelus con los fieles y los peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro.
Estas son las palabras del Papa para introducir la oración mariana:                          
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de hoy presenta la historia de la resurrección de una niña de doce años, hija de uno de los jefes de la sinagoga, el cual se postra a los pies de Jesús y le suplica: “Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva” (Mc 5,23). En esta oración escuchamos la preocupación de todo padre por la vida y por el bien de sus hijos. Pero escuchamos también la gran fe que ese hombre tiene en Jesús. Y cuando llega la noticia de que la niña está muerta, Jesús le dice: “No temas; basta que tengas fe” (v.36). Da aliento esta palabra de Jesús, y también nos lo dice a nosotros muchas veces. ‘No temas, basta que tengas fe’. Al entrar en la casa, el Señor echa a la gente que llora y grita y se dirige a la niña muerta diciendo: “Niña, yo te digo: ¡álzate!” (v.41). Y en seguida la niña se alzó y se puso a caminar. Aquí se ve el poder absoluto de Jesús sobre la muerte que para Él es como un sueño del cual poder despertarse. Jesús ha vencido a la muerte, también tiene poder sobre la muerte física.
Dentro de esta historia, el Evangelista introduce otro episodio: la sanación de una mujer que desde hace doce años sufría pérdidas de sangre. A causa de esta enfermedad que, según la cultura del tiempo la hacía “impura”, ella debía evitar todo contacto humano: pobrecilla, estaba condenada a una muerte civil. Esta mujer anónima, en medio de la multitud que sigue a Jesús, se dice a sí misma: “Si logro tan solo tocarle sus vestidos, seré salvada” (v.28).  Y así fue: la necesidad de ser liberada la empuja a osar y la fe “arranca”, por así decir, al Señor la sanación. Quien cree “toca” a Jesús y espera de Él la Gracia que salva.  La fe es esto, tocar a Jesús y esperar de él la Gracia que salva, nos salva, nos salva la vida espiritual, nos salva de tantos problemas. Jesús se da cuenta y, en medio de la gente, busca el rostro de esa mujer. Ella se adelanta temblando y Él le dice: “Hija, tu fe te ha salvado” (v.34). Es la voz del Padre celeste que habla en Jesús: “¡Hija, no eres maldita, no eres excluida, eres mi hija!” Cada vez que Jesús se acerca a nosotros, cuando nosotros vamos a Él con fe. Escuchamos esto del Padre: ‘hijo, tú eres mi hijo, tú eres mi hija, eres salvado, eres salvada. Yo perdono a todos, todo, yo sano a todos y todo’.
Estos dos episodios --una sanación y una resurrección-- tienen un único centro: la fe. El mensaje es claro, y se puede resumir en una pregunta, una pregunta para hacernos: ¿creemos que Jesús nos puede sanar y nos puede despertar de la muerte? Todo el Evangelio está escrito a la luz de esta fe: Jesús ha resucitado, ha vencido a la muerte y por su victoria también nosotros resucitaremos. Esta fe, que para los primeros cristianos era segura, puede nublarse y hacerse incierta, hasta el punto que algunos confunden resurrección con reencarnación. La Palabra de Dios de este domingo nos invita a vivir en la certeza de la resurrección: Jesús es el Señor, tiene poder sobre el mal y sobre la muerte, y quiere llevarnos a la casa del Padre, donde reina la vida. Y allí nos encontraremos todos, todos los que estamos aquí en la plaza hoy, nos encontraremos en la Casa del Padre, en la vida que Jesús nos dará.             
La Resurrección de Cristo actúa en la historia como principio de renovación y de esperanza. Quien está desesperado y cansado hasta la muerte, si se encomienda a Jesús y a su amor puede recomenzar a vivir. La fe es una fuerza de vida, da plenitud a nuestra humanidad; y quien cree en Cristo se debe reconocer porque promueve la vida en cada situación, para hacer experimentar a todos, especialmente a los más débiles, el amor de Dios que libera y salva.

Pidamos al Señor, por intercesión de la Virgen María, el don de una fe fuerte y valiente, que nos empuja a ser difusores de esperanza y de vida entre nuestros hermanos.

domingo, 28 de junio de 2015

28 junio: JESUCRISTO

De las Homilías del papa Pablo sexto
¡Ay de mí si no evangelizare! Para esto me ha enviado el mismo Cristo. Yo soy apóstol y testigo. Cuanto más lejana está la meta, cuanto más difícil es el mandato, con tanta mayor vehemencia el amor nos apremia. Debo predicar su nombre: Jesucristo es el Mesías, el Hijo de Dios vivo; él es quien nos ha revelado al Dios invisible, él es el primogénito de toda creatura, y todo se mantiene en él. Él es también el maestro y redentor de los hombres; él nació, murió y resucitó por nosotros. Él es
el centro de la historia y del universo; él nos conoce y nos ama, compañero y amigo de nuestra vida, hombre de dolor y de esperanza; él ciertamente vendrá de nuevo y será finalmente nuestro juez y también, como esperamos, nuestra plenitud de vida y nuestra felicidad.

Yo nunca me cansaría de hablar de él; él es la luz, la verdad, más aún, el camino, la verdad y la vida; él es el pan y la fuente de agua viva, que satisface nuestra hambre y nuestra sed; él es nuestro pastor, nuestro guía, nuestro ejemplo, nuestro consuelo, nuestro hermano. Él, como nosotros y más que nosotros, fue pequeño, pobre, humillado, sujeto al trabajo, oprimido, paciente. Por nosotros habló, obró milagros, instituyó el nuevo reino en el que los pobres son bienaventurados, en el que la paz es el principio de la convivencia, en el que los limpios de corazón y los que lloran son ensalzados y consolados, en el que los que tienen hambre de justicia son saciados, en el que los pecadores pueden alcanzar el perdón, en el que todos son hermanos.

Éste es Jesucristo, de quien ya habéis oído hablar, al cual muchos de vosotros ya pertenecéis, por vuestra condición de cristianos. A vosotros, pues, cristianos, os repito su nombre, a todos lo anuncio: Cristo Jesús es el principio y el fin, el alfa y la omega, el rey del nuevo mundo, la arcana y suprema razón de la historia humana y de nuestro destino; él es el mediador, a manera de puente, entre la tierra y el cielo; él es el Hijo del hombre por antonomasia, porque es el Hijo de Dios, eterno, infinito y el Hijo de María, bendita entre todas las mujeres, su madre según la carne; nuestra madre por la comunión con el Espíritu del cuerpo místico.

¡Jesucristo! Recordadlo: él es el objeto perenne de nuestra predicación; nuestro anhelo es que su nombre resuene hasta los confines de la tierra y por los siglos de los siglos.

Domingo 29 junio: LA FE

LITURGIA DEL DÍA
          La 1ª lectura (Sab 1, 13-15,; 2, 23-25) está enseñando un principio básico que no suele ser demasiado expresado por el dicho popular. Afirma esta lectura que Dios no hizo la muerte ni se recrea en la destrucción; que todo lo hizo para que viva y las criaturas tengan salud. Dios hizo al hombre a su imagen, y por tanto, incorruptible.
          La muerte entró por envidia del diablo.
          El Evangelio (Mc 5, 21-43) viene a poner en hechos esa realidad. Hay dos enfermos: la mujer de las hemorragias y la hija de Jairo. A las dos acude Jesús, y viene a ser sanación de ambas. Porque lo que viene de Dios es sanación y no enfermedad. La enfermedad está ahí pero Dios no la mandado. Y cuando llega Jesús, Jesús pone equilibrio en la salud de aquellas personas y les cura.
          Ahora entran dos formas de llegarse a Jesús. Jairo, que tiene una fe condicional: Ven, baja a mi casa, pon las manos sobre mi hija (que está en las últimas) para que sane.
          Otra actitud de fe, la de la mujer hemorroísa: se conforma con tocar el filo del manto de Jesús y está segura de obtener con ello la salud.
          ¿Qué hubiera sido si Jairo hace como el centurión aquel, al que le bastaba una palabra de Jesús, a distancia? Con esa fe incondicional la niña no hubiera muerto. Pero Jesús se adaptó a la fe de cada cual. Emprendió el camino hacia la casa de Jairo…
          La mujer enferma se fue acercando a Jesús en medio de la turba hasta llegar a ponerse en primera fila y allí rozar al manto de Jesús. Y cesaron de momento sus hemorragias. Para ella estaba conseguido su objetivo en puro secreto. Pero Jesús no se había quedado igual. Jesús no advirtió el roce de aquella mujer, pero sí la fuerza que había salido de Él. Y se volvió y preguntó: ¿Quién me ha tocado? Los discípulos le quieren hacer ver que le van apretujando por los cuatro costados… ¿Cómo pregunta quién le ha tocado? Y Jesús sabe que no fue el toque de los empujones de la gente. Fue el toque de una fe. Y se detuvo, se volvió, buscó con la mirada. Y la mujer se quedó temblorosa y temerosa: ¿habría hecho algo reprobable? Jesús se le quedó mirando y le dijo: Mujer: tu fe te ha sanado. Vete en paz.
          Jairo no se aguantaba a sí mismo. Casa segundo que paraba aquella comitiva jugaba en su contra. Pero se le cayó el alma cuando le avisaron que no molestase más al Maestro, porque la niña había muerto. Jesús advierte la situación y le dice: Tú cree; nada más. Y siguió su marcha hacia la casa de la difunta. ¡Tal como Jairo le pidió al principio! ¡Tal como era la fe de Jairo! Y Jesús entró en la cámara mortuoria, y realizó varios gestos de cercanía cordial: tomó de la mano a la niña; le habló a la difunta, le ayudó a incorporarse, y advirtió a sus emocionados padres que le dieran de comer, no fuera que con la emoción del momento se acabaran olvidando de ese detalle.
          Luego salió entre el silencio contenido de las gentes que antes lloraban.
          La Eucaristía es SACRAMENTO DE LA FE. Nos pregunta hoy, pues, cuál es nuestra fe; de qué modo vivimos la fe¸ que condicionantes tiene nuestra fe. Porque la fuerza de la Eucaristía se hará en nosotros según la fe que tengamos y el modo de creer que vivamos. Y se hará efectiva en la vida diaria según nuestra fe abarque esa vida.

sábado, 27 de junio de 2015

27 junio: Un día de Jesús

La actitud ante la vida
          Jesús, hablando desde los sentimientos de su Corazón define su actitud ante la vida: “Mi alimento es hacer la voluntad del Padre”; “yo hago siempre lo que agrada al Padre”; “Aquí estoy para hacer tu voluntad”. Es la simplicidad suprema del Corazón, porque tiene un único objetivo y no se pierde en añadidos.
          Quienes queremos amar de verdad al Corazón de Jesús necesitamos simplicidad de miras y de sentimientos;  rectitud y limpieza de nuestras intenciones, sin que se mezclen motivos espurios de otra índole. Los ojos limpios reflejan la transparencia del corazón. ¡Ojalá que nuestros ojos estén muy claros porque revelarán un corazón puro!

LITURGIA DEL DÍA
          Abrahán ha recibido la visita de tres hombres (Gn 18, 1-15) que son “mensajeros divinos”, que en realidad es el propio Dios. Abrahán agasaja a su visita, y recibe la promesa de que dentro de un año, cuando vuelva a visitarte, Sara –tu esposa- te habrá dado un hijo.  Recordemos que Abrahán está al borde del siglo y que Sara ha cumplido ya los 90. Sara se ríe detrás de la cortina de la puerta y el personaje aquel advierte que Sara se ha reído. Ella lo niega. Y la despedida es para dentro de un año, cuando se haya cumplido la promesa.
          Dios está haciendo las cosas de manera muy claramente divina, porque se vale de personas que naturalmente ya no pueden tener hijos (yo ya estoy seca, dice Sara, y mi marido, un viejo). Pues así son las cosas de Dios para hacerse inconfundibles. Nadie podrá atribuirse lo que va a suceder por pura iniciativa divina. Y el momento es nada menos que el del inicio de aquella “descendencia” de Abrahán –Isaac- que hará un pueblo incontable, como las mismas arenas del mar, y que desembocará en Cristo.
          En el Evangelio (Mt 8, 5-17) un criado del centurión padece mucho como consecuencia de una parálisis. El centurión le presenta el caso a Jesús y Jesús, sin dudarlo, decide bajar a la casa del militar romano. Y es aquí donde aquel hombre tiene esa reacción llamativa en la que confiesa que él da por bueno que Jesús lo diga de palabra; no es menester que bajes a la casa. Yo sé lo que es mandar y dar órdenes. Y tú puedes darla a la enfermedad, y mi criado quedará sano.
          Jesús se admiró. No estaba acostumbrado a esa fe tan amplia. No hallaba algo semejante en Israel. Y respondió Jesús a esa fe con su ya clásica referencia: Que se haga como tú has creído.
          De allí se va Jesús a casa de Simón. La suegra está con un calenturón. Jesús entró a saludarla, la cogió de la mano y le trasmitió la salud. Aquella mujer notó que le volvía su estado normal al contacto con la mano de Jesús. Se levantó y como estaba totalmente curada, se pudo a hacerles la comida y servirles.
          Aquí hay un tiempo intermedio desde que ella se levanta hasta que comen. Es un tiempo en que los hombres que siguen a Jesús están recibiendo un rocío precioso desde las cosas que Jesús les cuenta y les enseña. Horas, antes y después de la comida aquella, en las que Jesús tuvo ocasión de ir haciéndose conocer.

          Y el día acabó con la muchedumbre que se ha venido hasta la puerta, con sus enfermos, que presentan a Jesús y a la vez ellos reciben doctrina y enseñanza. Ha sido un día muy completo en la misión de Jesús.

viernes, 26 de junio de 2015

ZENIT, 26 junio: sin cercanía no hay intimidad

26 de junio de 2015 (ZENIT.org)
Los cristianos deben acercarse y tender la mano a aquellos que la sociedad tiende a excluir, como hizo Jesús con los marginados de su tiempo. Esto hace de la Iglesia una verdadera comunidad. Lo ha afirmado el papa Francisco este viernes en la homilía de Santa Marta.
De este modo, el Papa ha recordado que Jesús fue el primero en ensuciarse las manos, acercándose a los excluidos. Se ensució las manos tocando a los leprosos, cuidándolos. Y así enseñó a la Iglesia que “no se puede hacer comunidad sin cercanía”. Esta mañana el Papa ha centrado su homilía sobre un personaje del Evangelio de hoy, el enfermo de lepra que con valentía se postra delante de Jesús y le dice: “Sí, si quieres, puedes sanarme”. Y Jesús lo toca y lo sana.  
Y el milagro sucede bajo los ojos de los doctores de la ley para quienes el leproso era “impuro”. La lepra --ha explicado el Papa-- era una condena de por vida” y “sanar a un leproso era tan difícil como resucitar a un  muerto. Y por eso eran marginados. Sin embargo, Jesús tiende la mano al excluido y demuestra el valor fundamental de una palabra, “cercanía”.
El Pontífice lo ha explicado así: “No se puede hacer comunidad sin cercanía. No se puede hacer paz sin acercarse, ni se puede hacer el bien sin acercarse”. Jesús podía decirle: ¡sánate! Pero no, se acercó y le tocó. Es más, ha añadido el Papa, “en el momento que Jesús tocó al impuro se convierte en impuro”.
Por ello, ha indicado que este es el misterio de Jesús, “tomar consigo nuestras suciedades, nuestras cosas impuras”. Igualmente, Francisco ha señalado que Pablo lo explica bien: “Siendo iguale a Dios, no estimó esta divinidad un bien irrenunciable, se aniquiló a sí mismo”. Y Pablo da un paso más explicándolo: “Se hace pecado. Jesús se hace pecado. Jesús se excluye, ha tomado consigo la impureza por acercarse a nosotros”.
A continuación, Francisco ha hablado también de la invitación que Jesús hace al leproso sanado: “No se lo digas a nadie, pero, para que conste, ve, preséntate al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés”.  De este modo, el Papa ha precisado que esto es porque Jesús además de la proximidad quiere también la inclusión.
El Obispo de Roma lo ha explicado así: “Muchas veces pienso que sea, no digo imposible, pero muy difícil hacer el bien sin mancharse las manos. Y Jesús se manchó. Cercanía. Y después va más allá. Le dijo: ‘Vé donde los sacerdotes y haz lo que se debe hacer cuando un leproso es sanado’. Al que era excluido de la vida social, Jesús lo incluye: lo incluye en la Iglesia, lo incluye en la sociedad… ‘Vé para que todas las cosas sean como deben ser’. Jesús no marginaba nunca a nadie. Se marginaba a sí mismo, para incluir a los marginados, para incluirnos a nosotros, pecadores, marginados, con su vida”.
Asimismo, el Papa ha destacado el asombro que Jesús suscita con sus afirmaciones y sus gestos. “Cuánta gente siguió a Jesús en ese momento”  y “sigue a Jesús en la historia porque se asombra con su forma de hablar”, ha precisado.
Igualmente, ha mencionada cuánta gente mira de lejos y no entiende, no le interesa… Cuánta gente mira de lejos pero con corazón malo, para poner a Jesús a la prueba, para criticarlo, para condenarlo… ¡Y cuánta gente mira de lejos porque no tiene la valentía que él ha tenido, pero tiene muchas ganas de acercarse!, ha exclamado.
Jesús tendió la mano a todos, haciéndose uno de nosotros, como nosotros: pecador como nosotros pero sin pecado, manchado por nuestros pecados. Y esa es la cercanía cristiana.

Para concluir la homilía, el Pontífice ha recordado que "cercanía es una bella palabra” que invita a un examen de conciencia: ¿sé acercarme?, ¿tengo ánimo, fuerza, valentía para tocar a los marginados?”. Esta es una pregunta, ha asegurado, que tiene que ver también con la Iglesia, las parroquias, las comunidades, los consagrados, los obispos, los sacerdotes, todos.

26 junio: Si quieres, puedes

EL CORAZÓN MISIONERO
          “He venido a traer fuego a la tierra y tengo ansias de que emprenda”. El Corazón de Cristo arde en ansias misioneras. Y llama a otros a colaborar con él en esa obra urgente de evangelización: que la Buena Noticia de la salvación llegue a toda la humanidad.
          El dolor del Corazón de Jesús son esas masas de quienes no le conocen, o de quienes le conocen y rechazan o prescinden de Él, porque en definitiva todo es una herida en la Gloria que debe recibir el Padre.
          Que, como gracia especial, estén siempre presentes en nuestro recuerdo aquellos misioneros de lejos o de cerca que hacen guardia en la primera línea, en esa divisoria de la luz y las tinieblas. Misiones que hoy están en tierras muy cercanas…, en nuestro mismo entorno.

LITURGIA DEL DÍA
          Gn 17, 1, 9-10, 15-22 nos presenta el casi imposible humano de un proyecto y promesa de Dios: Abrán con 99 años, recibe de Dios el anuncio de que tendrá un hijo con Saray, su esposa. La cual se llamará en adelante “Sara” porque Dios la destina a esa alta misión de dar un hijo a Abrán. Abrán se conforma con que Dios bendiga a Ismael (el hijo nacido de Agar, la esclava), pero Dios le recalca que será un hijo que le dará Sara el que sea el comienzo de la realización del proyecto de Dios. Ese hijo también trae un nombre puesto por Dios: se llamará Isaac, con quien estableceré un pacto perpetuo, dice el Señor.
          En el Evangelio (Mt 8, 1-4), uno de los textos más confortadores y modelo de una oración humilde y confiada. Un leproso se planta a distancia delante de Jesús. Se arrodilla y expresa su oración y su convicción: Señor, SI QUIERES, PUEDES limpiarme. Una oración muy simple y de una belleza especial. Una oración que hasta podría decirse comprometedora, porque da por supuesto que el leproso cree que Jesús puede. El “desafío” confiado es: “si quieres”. La pelota queda así en el tejado de Jesús, y el leproso deja clara su fe en el poder de Jesús.
          Indirectamente está provocando el querer de Jesús porque uno que se comunica con tanta seguridad del poder de Jesús, está “desafiando” su “querer”.
          Y Jesús recoge la pelota y responde a la oración del leproso con las mismas palabras. Si el enfermo las ponía en condicional: si quieres, Jesús las pone en aseveración total: QUIERO, queda limpio. La respuesta de Jesús corresponde a la oración del leproso. Era la respuesta que se esperaba del Corazón de Jesucristo.
          Jesús añade una palabra más en beneficio del leproso: no sea que con su alegría se olvide, le advierte que para que conste, debe presentarse al sacerdote porque será quien dé el acta de hombre sano a aquel hombre que había estado apartado de la vida social.
         

Parándonos un instante en la oración del hombre aquel, es un modelo de oración, no sólo por su humildad al pedir sin pedir, sino al arte de “tocar” el Corazón de Jesús, como el núcleo mismo de la verdadera oración. Porque la oración que hacemos no es un contentamiento nuestro por el que nos sentimos a gusto con la oración que estamos haciendo; es un dardo que dirigimos al mismo Corazón de Jesucristo. Un dardo de confianza, amor, insistencia, humildad, constancia y perseverancia, que traspasa los sentimientos mismos del Señor y “lo obliga” a responder. Es lo que Él mismo nos ha enseñado.

ZENIT 25 junio: Hablar, escuchar, actuar

25 de junio de 2015 (ZENIT.org)
La gente sabe cuando un pastor tiene esa coherencia que le da autoridad. Así lo ha asegurado el Santo Padre esta mañana en la homilía de Santa Marta, en la que ha reflexionado sobre la distinción entre verdaderos predicadores del Evangelio y los “pseudoprofetas”.
Tal y como ha recordado Francisco, el pueblo siguió a Jesús porque Él enseñaba con autoridad y no como los escribas. Durante su homilía ha reflexionado sobre el Evangelio del día asegurando que la gente percibe cuando "un sacerdote, un obispo, un catequista, un cristiano tiene esa coherencia que les da la autoridad”. Asimismo, ha indicado que Jesús “advierte a sus discípulos” sobre los “falsos profetas”. Igualmente ha explicado cómo discernir “dónde están los verdaderos profetas y dónde están los ‘pseudoprofetas’”, “dónde están los verdaderos predicadores del Evangelio y dónde los que predican un Evangelio que no es Evangelio”.
Francisco ha hablado de tres palabras claves para entender esto: hablar, actuar y escuchar.  Además, ha recordado las palabras de Jesús: “no todos los que me dicen ‘Señor, Señor’, entrarán en el Reino de los Cielo”.
Y lo ha precisado así: “estos hablan, hacen, pero les falta otra actitud, que es precisamente la base, que es precisamente el fundamento del hablar, del actuar: les falta escuchar. Por eso Jesús continúa: ‘Quien escucha mis palabras y las pone en práctica”. El binomio hablar-actuar no es suficiente… nos engaña, tantas veces nos engaña, ha advertido.
Y Jesús cambia y dice: “el binomio es el otro, escuchar y actuar, poner en práctica: ‘quien escucha mis palabras y las pone en práctica será como el hombre sabio que construye su casa sobre la roca”.
Sin embargo, el Santo Padre ha subrayado también que “quien escucha las palabras pero no las hace suyas, las deja pasar, no escucha seriamente y no las pone en práctica, será como el que edifica su casa sobre arena”.
Al respecto ha precisado que “cuando Jesús advierte a la gente sobre los ‘pseudoprofetas’ dice: ‘por sus frutos les conoceréis’. Y de aquí, su actitud: muchas palabras, hablan, hacen prodigios, hacen cosas grandes pero no tienen el corazón abierto para escuchar la Palabra de Dios, tienen miedo de la Palabra de Dios y estos son ‘pseudocristianos’, los ‘pseudopastores’. Es verdad, hacen cosas buenas, es verdad, pero les falta la roca”.
Por esta razón, el Papa ha advertido que sin esta roca “no pueden profetizar, no pueden construir: fingen porque al final todo cae”.
Y así, Francisco ha insistido en que “uno que habla y actúa, solamente, no es un verdadero profeta, no es un verdadero cristiano, al final caerá todo: no está sobre la roca del amor de Dios, no es seguro como la roca”. Y ha añadido: “uno que sabe escuchar y desde la escucha, actúa, con la fuerza de la palabra de otro, no de la propia, ese permanece seguro. A pesar de que sea una persona humilde, que no parece importante, pero ¡cuántos de estos grandes hay en la Iglesia! ¡Cuántos obispos grandes, cuántos sacerdotes grandes, cuántos fieles grandes que saben escuchar y desde la escucha actúan!"
Para finalizar la homilía, el Pontífice ha puesto como ejemplo a la madre Teresa de Calcuta que “no hablaba, y en el silencio ha sabido escuchar” y “ha hecho tanto”. No ha caído --ha observado-- ni ella ni su obra.

De este modo ha concluido recordando que “los grandes saben escuchar y desde la escucha, actúan, porque su confianza y su fuerza está sobre la roca del amor de Jesucristo”. La debilidad --ha finalizado el Papa-- de Jesús que de fuerte se ha hecho débil para hacernos fuertes a nosotros, nos acompañe en esta celebración y nos enseñe a escuchar y a hacer desde la escucha no desde nuestras palabras”.

jueves, 25 de junio de 2015

25 junio: Construir sobre roca

A cada uno lo suyo
          Es otra faceta de la justicia del Corazón de Jesús. Su JUSTICIA esencial es su BONDAD INFINITA. Su otra justicia es la de la ecuanimidad, una forma de manifestar su bondad: A Dios lo que es de Dios; al César lo que es del César”. Jesús  está en todo pero no invade. Respeta la autonomía de cada estamento. A Dios se le debe todo, pero al César se le debe lo que es del plano material de la vida, en el que los laicos deben estar comprometidos.
          Ante la injusticia social, el Corazón de Cristo no es indiferente. Ante el progreso de los pueblos, Jesús no es ajeno. En todo se hace presente como estímulo, como conciencia. Nada está fuera de su Corazón.
          Damos culto a su Corazón no sólo en la fidelidad espiritual sino en el compromiso temporal.

LITURGIA DEL DÍA
          A nuestra mentalidad es difícil entender aquellas formas que eran propias del pueblo hebreo. Como Saray, esposa de Abrán, no tiene hijos (Gn 16, 1-12, 15-16), le ofrece a su esposo la salida de que se una a la esclava Agar para que ella dé hijos al matrimonio. Agar, en efecto, tiene un hijo y se provocan los celos naturales entre las dos mujeres. Agar, la sierva, se crece frente a su ama; Saray la señora maltrata a Agar. Y Agar sale huyendo. Dios también acompaña a Agar y le promete amplia descendencia. Se está preparando el terreno para algo mucho mayor que está por venir.
          El evangelio (Mt 7, 21-29), conclusión de los tres grandes capítulos que encierran la esencia del Reino, nos pone delante a Jesús que distingue muy mucho entre una religiosidad de palabras y una vivencia del corazón: distancia abismal entre clamar: “Señor, Señor” y vivir haciendo la voluntad de Dios. Las palabras se las lleva el viento. Hacer la voluntad del Padre del Cielo es abarcar toda la enseñanza de Ley y Profetas y el mismo Evangelio.
          Todo eso tiene una comparación muy fácil de entender: la construcción de una casa requiere de sólidos cimientos. La casa que se construye ahincada en la roca es una casa que soporta los embates de los vendavales, de las inundaciones, de las avenidas de los temporales. Y cuando eso lo pasamos a la vida diaria, significa que las dificultades, las contradicciones, las tentaciones, no llegan a tambalear la actitud seria y profunda de una persona. la fe no se pierde, no se deja de hacer el bien y de actuar rectamente; la duda no tumba sino que se sobrelleva y se sobrepasa.
          Lo contrario de “construir sobre arena”. Y eso –tan absurdo- llega a ser realidad. Y a la primera embestida de “los temporales”, la casa se hunde: se tambalea la fe y la confianza, se escandaliza la persona por las realidades adversas, se hunde el tinglado, se abandonan las convicciones, se entra en crisis, se deja la práctica que se venía teniendo.

          Cuando Jesús expuso esa parábola, las gentes se hacían lenguas de Jesús, porque veían que daba en el clavo: que hablaba con autoridad, que aquellas enseñanzas caían a plan y eran indiscutibles. Eran muy distintas de los rollos que les marcaban los doctores de la ley que apenas avanzaban en las ideas y enseñaban poco y no creaban nada.

ZENIT 24 junio: Catequesis sobre LA FAMILIA

24 de junio de 2015 (ZENIT.org)
"Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
en las últimas catequesis hemos hablado de la familia que vive la fragilidad de las condición humana, la pobreza, las enfermedades, la muerte. Hoy sin embargo reflexionamos sobre las heridas que se abren precisamente dentro de la convivencia familiar. Cuando, en la familia nos hacemos mal. ¡Lo más feo!
Sabemos bien que en ninguna historia familiar faltan momentos en los cuales, la intimidad de los afectos más queridos son ofendidos por el comportamiento de sus miembros. Palabras y acciones (¡y omisiones!) que, en vez de expresar el amor, lo sustraen o, peor aún, lo mortifican. Cuando estas heridas, que son aún remediables, se descuidan, se agravan: se transforman en prepotencia, hostilidad, desprecio. Y a ese punto se pueden convertir en heridas profundas, que dividen al marido y la mujer, e inducen a buscar en otra parte comprensión, apoyo y consolación. ¡Pero a menudo estos “apoyos” no piensan en el bien de la familia!
El vacío de amor conyugal difunde resentimientos en las relaciones. Y a menudo la disgregación se trasmite a los niños.
Esto es, los hijos. Quisiera detenerme un poco en este punto. A pesar de nuestra sensibilidad aparentemente evolucionada, y todos nuestros análisis psicológicos refinados, me pregunto si no nos hemos anestesiado también respecto a las heridas en el alma de los niños. Cuanto más se trata de compensar con regalos y pasteles, más se pierde el sentido de las heridas --más dolorosas y profundas-- del alma. Se habla mucho de trastornos del comportamiento, de salud psíquica, de bienestar del niño, de ansiedad de los padres y de los niños… ¿Pero sabemos qué es una herida del alma? ¿Sentimos el peso de la montaña que aplasta el alma de un niño, en las familias en las que se trata mal y se hace mal, hasta romper la unión de la fidelidad conyungal? ¿Qué peso tienen nuestras elecciones --elecciones a menudo erróneas-- en el alma de los niños?
Cuándo los adultos pierden la cabeza, cuando cada uno piensa a sí mismo, cuando papá y mamá se hacen daño, el alma de los niños sufre mucho, siente desesperación. Y son heridas que dejan marca para toda la vida.
En la familia todo está entrelazado: cuando su alma está herida en algún punto, la infección contagia a todos. Y cuando un hombre y una mujer, que se han comprometido a ser “una sola carne” y a formar una familia, piensa obsesivamente en las propias exigencias de libertad y de gratificación, esta distorsión afecta profundamente el corazón y la vida de los hijos. Tantas veces los niños se esconden para llorar solos…Debemos entender bien esto. Marido y mujer son una sola carne. Pero sus criaturas son carne de su carne. Si pensamos en la dureza con la que Jesús advierte a los adultos sobre no escandalizar a los pequeños --hemos escuchado el fragmento del Evangelio-- podemos comprender mejor también su palabra sobre la grave responsabilidad de custodiar la unión conyugal que da inicio a la familia humana. Cuando el hombre y la mujer se convierten en una sola carne, todas las heridas y todos los abandonos del papá y de la mamá inciden en la carne viva de los hijos.
Es verdad, por otra parte, que hay casos en los que la separación es inevitable. A veces se puede convertir incluso en moralmente necesaria, cuando se trata precisamente para proteger al cónyuge más débil, o a los hijos pequeños, de las heridas más graves causadas por la prepotencia y la violencia, del enfado o del aprovecharse, de la alienación y de la indiferencia.
No faltan, gracias a Dios, aquellos que, sostenidos por la fe y el amor por los hijos, testimonian su fidelidad y una unión en la cuál han creído, en cuanto aparece imposible hacerlo revivir. No todos los separados, sin embargo, sienten esta vocación. No todos reconocen, en la soledad, una llamada del Señor dirigida a ellos. En torno a nosotros encontramos familias en situaciones llamadas irregulares. A mí no me gusta esta palabra. Y nos planteamos muchos interrogantes. ¿Cómo ayudarlas? ¿Cómo acompañarlas? ¿Cómo acompañarlas para que los niños no se vuelvan rehenes del papá o de la mamá?

Pidamos al Señor una fe grande, para mirar la realidad con la mirada de Dios; y una gran caridad, para acercarse las personas con su corazón misericordioso.

miércoles, 24 de junio de 2015

24 junio: SAN JUAN BAUTISTA

Justicia y amor
          Eres misericordioso porque eres justo, y eres justo porque eres todo misericordia, Corazón de Jesucristo. Tu amor infinito es la medida de tu Corazón: ancho, largo, alto, profundo… Tú eres el metro-patrón del amor cristiano porque es cristiano quien ama como Tú has amado.
          Haznos justos, santos, leales y fieles, abiertos al amor. Danos la capacidad de amar sin buscar recompensa, de amor a fondo perdido, de amar a quienes no nos aman. Sabemos que tú nos amas y que tú amas a los demás. Y queremos que esa sea nuestra medida de personas justas, con esa otra justicia divina que mostraste en la parábola del hijo perdido.
          Esperamos tu abrazo y queremos saber abrazar.

LITURGIA DEL DÍA: Nacimiento de San Juan Bautista
          Es el único santo de quien se celebra el nacimiento (de todos los demás se celebra su muerte). Juan Bautista fue lleno del Espíritu Santo en el vientre de su madre y, por tanto, cuando nace ya nace santificado. De ahí que se celebre su nacimiento. [Los otros dos nacimientos que se celebran son el de Jesús y el de María (concebida ya sin pecado original)].
          Al hablar de Juan Bautista no caben muchas originalidades porque siempre gira su personalidad alrededor de unas afirmaciones básicas: El Precursor (o anunciador del Mesías, para preparar su llegada); el mayor de los nacidos de mujer (hasta la llegada de Jesús), el que no se ve digno ni de ser un esclavo de Jesús para atar su sandalia.
          La liturgia del día empieza con un evangelio del nacimiento del niño y el momento de imponerle el nombre (el que anunció el ángel, nombre dado por Dios: JUAN, o misericordia de Dios), aunque les resulte tan extraño a los familiares y amigos.
          Una primera lectura que alude a la elección de Dios, desde el vientre materno (en realidad desde antes), a quien Dios destina a ser iluminador de pueblos, porque abre el camino a la llegada del Mesías, antorcha y luminaria que cambia la historia.
          Y la 2ª lectura, una síntesis de la historia de la salvación: se refiere a Jesús, como Salvador de Israel, pero que va precedido por Juan, quien impartió un bautismo de penitencia, a través de la cual el pueblo de Israel debe quedar bien dispuesto para recibir al Mesías.

          La figura de Juan es la de un hombre hirsuto, adusto, parco en su comida y bebida, exigente en su predicación, seco en palabras, exacto en el mensaje aunque le cueste la vida, concreto en sus enseñanzas según los destinatarios. Jesús lo describe como hombre recto que no se doblega, que no viste ropas de seda –de hecho se cubre con una piel de camello-, ¡uno que es más que profeta! ¿Qué se puede decir más?

          Es de las fiestas en las que siempre habrá que decir lo mismo, con grandes ponderaciones por la categoría de persona que tenemos delante. Siempre daremos vueltas alrededor de las mismas afirmaciones. Y en un salto teológico, su agua de bautismo será un anuncio de aquella otra agua del costado de Cristo, que constituye al bautismo cristiano sacramental, aquel bautismo en mi sangre, por el que se renace nuevamente para ir ya hacia la posesión del Reino de Dios.

martes, 23 de junio de 2015

23 junio: Como queremos ser tratados

Corazón de esperanza
          Corazón de Jesús: tú resumes en ti la esperanza de nuestra vida. Si nos quedáramos mirándonos a nosotros, a nuestras fuerzas, a nuestras posibilidades…, pronto se hundía nuestra barca. Lo que podemos aportar nuestro es bastante corto y de poca consistencia.
          Y sin embargo esperamos. Esperamos porque te miramos a ti: íntimo, cordial, generoso, delicado, comprensivo, lleno de ternura y abierto a la misericordia. Te miramos, como lo que eres: un Corazón que se ha volcado en la humanidad, que lo ha dado todo, sin reservarse nada. Que se hizo hombre para llevar las cargas de cada ser humano.
          Corazón de Jesús: eres nuestra esperanza. En ti confiamos. A tu Corazón nos abandonamos.

LITURGIA DEL DÍA
          Gn 13, 2, 5-18: No discutamos nosotros ni nuestros pastores. Si tú te vas a la derecha, yo me voy a la izquierda; si tú eliges la izquierda, yo me voy a la derecha. Así, con esa grandeza de alma Abrán zanja una cuestión que creaba problemas. Y Lot se va hacia la parte fértil, y Dios premia a Abrán con una promesa de descendencia más numerosa que el polvo (que es incontable). Abrán construyó un altar a gloria de Dios.
          El evangelio de hoy –Mt 7, 6, 12-14- nos lleva a ese tratar a los demás como queremos que ellos nos traten (ya es un regla práctica excelente), que supone entrar por la puerta estrecha (como Abrán) y que conduce a la salvación (a la promesa de Dios).
          Enlazando ambas lecturas, el SALMO, que pone varias formas concretas de tener grandeza de alma y poder tratar a los demás como queremos que ellos nos traten: proceder honradamente, practicar la bondad, tener intenciones leales y no hablar mal del prójimo. No hacerle mal, no difamar al vecino, despreciar lo impío y honrar a los que aman a Dios. El que no presta con usura ni acepta soborno contra el inocente. Éstos son los que pueden hospedarse en la tienda del Señor.
          Pero Jesús advierte ¡qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! No dice que es imposible. Advierte de la dificultad. Advierte de que vivir la vida que sigue las huellas de Jesús no es esa vida suave, gozosa, placentera con la que muchos pretenden vivir su fe sin mayores sacrificios.
          Hemos caído en el planteamiento de la vida que elude el sacrificio, la renuncia, la lucha, “la puerta estrecha” y el “camino angosto”. Y sin embargo no hay vía hacia Jesús sino a través de esas circunstancias menos agradables a la tranquilidad cómoda de quien pretende estar en un evangelio distinto al que ha presentado Jesús.
          La tentación de muchos es florear el evangelio y quedarse con esas narraciones atrayentes porque parece que dan todo y no piden nada. Es tentación muy fuerte y muy burda porque tergiversa el Evangelio de Jesucristo. Porque toma las avenidas anchas como caminos espaciosos para vivir la fe, contraviniendo la enseñanza de Jesús.

          A lo mejor, la sola “regla” de tratar a los demás como queremos que ellos nos traten ya sería una manera de concretar el seguimiento de Jesús en la línea que marca Jesús. Porque el prójimo no es un obstáculo para vivir “la justicia evangélica”, sino un buen acompañante –una buena medida- para conocernos mejor en nuestro sentir verdadero interior.

lunes, 22 de junio de 2015

22 junio: No juzguéis

El misterio de la Cruz
          Aceptamos con gusto y devoción el misterio de la Eucaristía y adoramos el misterio de la Trinidad. Pero el misterio de la cruz lo huimos. Podemos comprenderlo “piadosamente” cuando la cruz le toca a otros. Pero nos revolvemos y escandalizamos cuando esa cruz cae sobre nuestros hombros. Sentimos rechazo y hasta rebeldía.
          El Corazón de Jesús tiene su punto culminante en el Corazón traspasado, partido…, culminación de una Pasión espantosa. El misterio de la cruz se ilumina porque Jesús ha pasado por él y nos enseña así que es camino de redención.
          Otórganos, Corazón de Jesús, aceptar gozosamente la realidad de la vida, aunque bien sabemos que es dura.

LITURGIA DEL DÍA
          Dos grandes temas hoy en las lecturas de la Misa. Gen 12, 1-9, con la llamada de Abrán. Una llamada a fondo perdido. Un desprendimiento inicial que pide Dios a aquel hombre de Ur: Sal de tu casa, de tu patria, de la casa paterna, hacia un lugar que te mostraré. La “salida” es cierta y muy concreta. La “llegada”, un misterio. ¿Adónde? Ya te lo mostraré. Y haré de ti un gran pueblo. Y Abrán creyó. Y salió y caminó y buscó. Y el Señor se le apareció. Y Abrán construyó allí un altar en honor del Señor.
          Una historia que deja ya constancia del temple de aquel hombre, a quien aún le esperaban momentos más difíciles, pero que quedará como ejemplo de fe para la posteridad.
          En el evangelio –Mt 7, 1-5- encontramos una máxima de Jesús que considero un boomerang de cada uno que la esgrime en su defensa. Y es que acaba volviéndose hacia el que la consideró “a su favor” y le da de lleno. No juzguéis y no seréis juzgados, porque la medida que uséis la usarán con vosotros. Lo fácil para cada cual es pretender corregir la paja del ojo ajeno. Y siempre encontrará en este dicho de Jesús que uno tiene una viga en el suyo. Que lo hipócrita es pretender ser quien quiere sacar la paja del ojo ajeno, siendo así que la viga del propio ojo impide poder ver la paja del ojo ajeno.
          Yo siento que es muy fácil admitir esa máxima de Jesús “en voz pasiva”: que no juzguen otros; que no pretendan otros sacar la paja de mi ojo, porque “los otros” tienen una viga en el suyo. Pero en “voz activa” me está diciendo a mí lo que yo he de hacer o he de evitar. Y cómo cada juicio que concibo, está volviéndose en activa sobre mí mismo. De donde queda el principio primero como principio activo y esencial: No juzguéis y no os juzgarán. Al modo de lo que Jesús dijo sobre el juramento: ni por el cielo ni por la tierra… Sencillamente, no se debe jurar nada. Pues así estamos también aquí: No se debe juzgar nada, y todo juicio acaba volviéndose boomerang contra el que lo emite.

          De ahí la conclusión que saca Jesús: sácate primero la viga de tu ojo… Que es una máxima muy práctica, a la vez que muy difícil, porque siempre encuentra uno el intríngulis para pensar que su juicio es recto y que puede emitirse, y hasta culpando o acusando a los demás. Y cuando eso se saca fuera, a la luz pública, desdorando instituciones o personas (en vez de lavar en casa la ropa sucia), cae juntamente en el escándalo. De modo que la viga del propio ojo se hace más peligrosa, y no ha contribuido para nada a sacar la paja del ojo ajeno.

domingo, 21 de junio de 2015

21 junio: ¿QUIÉN ES ESTE?

“Niéguese a sí mismo”
          Así lo dijo Jesús. Y Jesús no es profeta de negaciones. Pero cuando se plantea el YO, tan traicionero…, el amor propio, el egoísmo, el estar en candelero…, Jesús tiene que plantear una base esencial de seguimiento de Él: no se puede servir a dos señores; amar a Dios tiene que ser sobre todas las cosas… No pueden quedar ídolos intermedios que se llevan la palma. Y el “Yo-mismo” es el rival más fuerte que tiene Dios en cada persona.
          El Corazón de Jesús nos pone un STOP necesario: “Quien quiera venir conmigo tiene que negarse a sí mismo; luego podrá seguirme”.
          No es de poca monta esta condición. Y hay que tomarla más en serio…

LITURGIA DEL DÍA
          Nos trae hoy el Evangelio –Mc 5, 35-40- una narración con diversas proyecciones que van más allá del episodio en sí. El hecho que ocurre es que Jesús y los apóstoles se han embarcado en el Lago de Tiberíades y que Jesús se ha dormido profundamente en la barca. Surge una tormenta de esas que se producen de improviso en el Lago y los apóstoles ponen todo su empeño en achicar agua que entra en la barca sin que Jesús se despierte. Finalmente, cuando ya ven que no pueden valerse por ellos mismos, despiertan a Jesús y le preguntan nerviosamente s si no se le da nada que se hundan todos. Jesús se yergue, se pone en pie en la barca que se bambolea y manda al mar y al viento y queda el mar como una alfombra.
          En la Biblia el MAR tiene frecuentemente la connotación de MAL, de peligro, de símbolo del mal. Y Jesús domina el mal porque Jesús está por encima de ese mal. El mar calmado y sin ser ya amenaza para la vida de aquellos hombres es una de las enseñanzas que nos da ese evangelio, para que la apliquemos a la vida: hay que recurrir constantemente a Jesús. Surgen tempestades y peligros y dificultades. Ponemos los medios humanos para superarlos, pero al final hemos de ir a Jesús.
          La segunda parte es tan importante o más que la primera: cuando todo se ha resuelto favorablemente, los apóstoles, asombrados, se preguntan: ¿Quién es Este? Y más asombrados podríamos quedar nosotros de que a estas alturas los apóstoles se pregunten eso. ¿Es que no saben quién es Jesús? Pues la verdad es que no lo saben más que en una parte de conocimiento.
          San Ignacio de Loyola lleva al ejercitante, en el proceso de un mes, a pedir repetidamente conocimiento interno del SeñorEs que a Jesús lo vamos descubriendo y nunca lo tenemos del todo conocido. Es la labor de cada cristiano, yendo cada día al Evangelio a profundizar un nuevo paso en el conocimiento de Jesús. Porque así debemos ir dando respuesta a la pregunta: Quién es Este, admirados de que el mal, el viento, las olas, le obedecen.

          Había pretendido Job -38, 1, 8-11- justificarse ante Dios, pensando que no se merecía él pasar por los sufrimientos que pasa… Y Dios le dice a Job: Tu, que eres tan perfecto, ¿puedes ponerle puertas al mar; ¿puedes influir en las nubes? La verdad es que no. Y que la única solución llega cuando Dios actúa. Por eso los apóstoles hallan su solución en Jesús. Por eso a nosotros nos toca intentar el conocimiento interno del Señor para más amarlo y seguirlo. Por eso al recibirlo dentro en la EUCARISTÍA, hemos de ir mucho más adentro que el haber comulgado: entonces toca nuevamente la pregunta profunda: ¿QUIÉN ES ESTE?

sábado, 20 de junio de 2015

20 junio: La Providencia de Dios

Una fe recia
          Corazón de Jesús: aborreces la tibieza, las medias tintas, las donaciones con rapiñas, el encender una vela a Dios y otra al mundo y a los atractivos del mundo. No entra en tu mente el juego del “sí, pero…” Quieres las donaciones completas. Admites que podemos equivocarnos pero que entonces nos reconocemos equivocados. No aceptas al que “nunca se equivoca”.
          Corazón de Jesús: nos quieres recios en la fe: que no seamos de los que por la mañana rinden tributo a Dios y por la tarde al mundo con su vacío, o incluso su hostilidad a los planteamientos evangélicos.
          Haznos enemigos de las mezquinas componendas a los que es tan fácil adaptarse. Haznos recios y dignos de tu Corazón que supo decir: “Aquí estoy para hacer tu voluntad”.

LITURGIA DEL DÍA
          San Pablo sigue en la línea de ayer: “presumiendo” de su realidad (2Cor 12, 1-10): si ayer se detenía en “sus títulos” humanos (cuanto había padecido), hoy se eleva a sus otros “títulos”, los sobrenaturales de visiones y revelaciones, para acabar concluyendo –lo mismo que ayer-: de todo eso podría presumir, pero en cuanto a mí, presumo de mis debilidades… De la espina que me han metido en mi carne para que no tenga soberbia: un emisario de Satanás que me apalea. Y tres veces he pedido al Señor que me lo quite y me ha respondido: Te basta mi gracia. Por eso muy a gusto presumo de mis debilidades porque así residirá en mí la fuerza de Cristo. Cuanto soy débil, soy más fuerte.
          En Evangelio es una perla, una de esas “pinturas” sublimes que Jesús presenta con un colorido excepcional. Y lo que nos revela detrás de esa página maravillosa es la PROVIDENCIA DE DIOS, el cuidado amoroso que tiene Dios de todas las cosas.
          El frontispicio de esta exposición es que no podéis servir a dos amos; no podéis servir a Dios y al dinero. Y una vez que pone el marco, sitúa ahí el resto de su exposición: no andéis agobiados por el cuerpo, pensando qué vais a comer o con qué os vais a vestir. Ni los pájaros trabajan…, ¡y comen!, ni los lirios tejen, ¡y se visten de lindo ropaje! ¡Cuánto más vosotros, los hombres!
          Inmediatamente puede asaltarnos el pensamiento de esas etnias hambrientas, esos países demacrados, esas gentes carentes de lo necesario. ¿Es que no llegó hasta ellos esa PROVIDENCIA? Y hemos de ver ese mundo oscuro y trágico en el marco primero: es que hay quienes adoran al dinero y aplastan los caminos de Dios, y crean zonas dolorosas de hambre y miseria. Surgieron esos que sirven al “otro amo”, el dinero, y esquilmaron los recursos naturales que existían en el mundo para que todos se alimentaran y vistieran. La Providencia también llegaba a ellos, pero el dios-dinero rompió ese tejido providente que Dios tenía diseñado.
          También hizo Dios un mundo feliz, “de Paraíso”, pero el pecado del hombre creó el infierno de la muerte y del egoísmo. Y Dios quería llevar su historia de salvación, y el hombre fue creando –y sigue creando- una historia de muerte y desgracia.

          Jesús concluye este cuadro con la exhortación clara: Buscad primero el Reino de Dios y su bondad. Y todo lo demás vendrá por sus pasos.

viernes, 19 de junio de 2015

ZENIT 19 junio: ¿Dónde está tu tesoro?

19 de junio de 2015 (ZENIT.org)
Las riquezas acumuladas para sí mismo están en el origen de guerras, familias destruidas, pérdida de la dignidad. Así lo ha recordado el santo padre Francisco durante la homilía de la misa celebrada en Santa Marta este viernes por la mañana. Y así, ha añadido que “la lucha de cada día” es sin embargo administrar las riquezas que se poseen y las de la tierra “para el bien común”.
El Pontífice ha advertido que las riquezas no son “como una estatua”, estáticas, que no influyen en la vida de una persona. Las riquezas --ha asegurado-- tienen la tendencia de crecer, moverse, tomar sitio en la vida y en el corazón del hombre.
Y si lo que empuja a ese hombre es el acumular, las riquezas le invadirán el corazón, que terminará “corrupto”, ha advertido Francisco. Sin embargo, lo que salva el corazón del hombre es usar la riqueza que se tiene “para el bien común”.
El Santo Padre ha hecho referencia al Evangelio del día, reflexionando sobre el pasaje en el que Jesús enseña a los discípulos esta verdad: “Dónde está tu tesoro, está también tu corazón”. Por lo tanto, les advierte, “no acumulen tesoros sobre la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen, donde los ladrones abren boquetes y los roban; acumulen sin embargo tesoros en el Cielo”. Al respecto, ha asegurado que en “la raíz” del acumular está “la necesidad de seguridad”. Pero, "el riesgo de hacerlo solo para sí mismo y de hacerse esclavo es altísimo”.
El Papa lo ha explicado así: “al final estas riquezas no dan la seguridad para siempre. Es más, te abajan en tu dignidad. Y esto sucede en la familia: muchas familias divididas. También en la raíz de las guerras está esta ambición, que destruye, corrompe. En este mundo, en este momento, hay tantas guerras por avaricia de poder, de riquezas. Se puede pensar en la guerra en nuestro corazón”.
Al respecto ha advertido que la codicia es “un paso, abre la puerta: después viene la vanidad --creerse importante, creerse poderoso-- y al final, el orgullo. Y de allí todos los vicios, todos. Son pasos, pero el primero es este: la codicia, el querer acumular riquezas”.
Del mismo modo ha reconocido que “acumular es precisamente una cualidad del hombre” y que “hacer las cosas y dominar el mundo es también una misión”. Entonces “esta es la lucha de cada día: cómo gestionar bien las riquezas de la tierra, para que están orientadas al Cielo y se conviertan en riquezas del Cielo”, ha añadido.
A continuación, el Santo Padre ha reflexionado sobre las personas a las que el Señor bendice con las riquezas. “Lo hace administrador de esas riquezas por el bien común y por el bien de todos, no para el bien propio. Y no es fácil convertirse en un administrador honesto, porque siempre está la tentación de la codicia, del hacerse importante. El mundo te enseña esto y nos lleva por este camino. Pensar en los otros, pensar que eso que yo tengo está al servicio de los otros y que nada de lo que tengo lo llevaré conmigo. Pero si yo uso lo que el Señor me ha dado para el bien común, como administrador, esto me santifica, me hará santo”, ha explicado.
A propósito, el Papa ha indicado que a menudo se escuchan “muchas excusas” de las personas que pasan la vida acumulando riquezas. Por ello, el Santo Padre ha invitado a preguntarnos cada día: “¿Dónde está tu tesoro? ¿En las riquezas o en esta administración, en este servicio para el bien común?”

Finalmente, el Pontífice ha advertido que muchos tranquilizan su conciencia con la limosna y dan lo que les sobra. Administrar la riqueza --ha precisado-- es un despojarse continuamente del propio interés y no pensar que estas riquezas nos darán la salvación. Acumular, sí, está bien. Tesoros sí, está bien: pero los que tienen precio en la ‘bolsa de valores’, la del Cielo.