jueves, 7 de junio de 2012

Aunque tienes poco poder, has guardado mi palabra


Apocalipsis  3: 7 - 8, 10 - 12
7Al Angel de la Iglesia de Filadelfia escribe: Esto dice el Santo, el Veraz, el que tiene la llave de David: si él abre, nadie puede cerrar; si él cierra, nadie puede abrir.
8Conozco tu conducta: mira que he abierto ante ti una puerta que nadie puede cerrar, porque, aunque tienes poco poder, has guardado mi Palabra y no has renegado de mi nombre.
10Ya que has guardado mi recomendación de ser paciente, también yo te guardaré de la hora de la prueba que va a venir sobre el mundo entero para probar a los habitantes de la tierra.
11Vengo pronto; mantén con firmeza lo que tienes, para que nadie te arrebate tu corona.
12Al vencedor le pondré de columna en el Santuario de mi Dios, y no saldrá fuera ya más; y grabaré en él el nombre de mi Dios, y el nombre de la Ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, que baja del cielo enviada por mi Dios, y mi nombre nuevo.



El Angel es un mensajero de Dios. El Angel, es aquel encargado en la Iglesia de transmitir la Palabra de Dios. El Señor revela a la Iglesia local, a la Iglesia universal y por tanto a los cristianos en general con estas palabras dirigidas a la comunidad cristiana en Filadelfia. A estos creyentes que podemos ser nosotros, nos recuerda que Dios nos conoce en lo profundo de nuestro ser. Sabe como somos y lo que hacemos. Podemos engañarnos a nosotros mismos, o a los demás, pero a Dios jamás. El se refiere insistentemente a la "conducta" del creyente que es siempre conocida de Dios. En esta ocasión se dirige a creyentes que no parecen "gran cosa", no parecen tener mucha influencia (tienen poco poder), pero les alaba una cosa que es más importante que eso. Han guardado la Palabra de Dios, y por tanto el que guarda la Palabra de Dios y la cumple, aquel no reniega de Cristo. Cada vez que no cumplimos conscientemente la Palabra de Dios estamos renegando de Cristo. Saber lo que tenemos que hacer y no hacerlo es renegar de Cristo. Los que guardan la Palabra de Dios, aunque no tengan aparentemente mucho poder de influenciar a otros, o incluso aunque su influencia sea poca, no deben preocuparse, porque el Señor está prometiendo aquí que ha abierto una puerta delante que nadie podrá cerrar, porque es El el que abre y cierra, no el mundo, ni los poderes del mundo, ni las apariencias del mundo.
    Dios pide fidelidad a la Palabra de Jesucristo. Fidelidad al Evangelio. Y a este grupo concreto de creyentes con "poca fuerza" les llama a tener paciencia. Porque al verse que no crece mucho la obra, o que la influencia o la capacidad de llegar a otros es poca, se puede uno desilusionar y desesperanzar. ¡De ninguna manera!. Si guardas la Palabra de Dios y tienes paciencia en medio de la tribulación que supone el sentir que no se consiguen todas las cosas que se pretenden, tiene una promesa del Señor. El les guardará de la "hora de la prueba" que tiene que venir sobre el mundo entero. Esto me recuerda a aquello de edificar tu casa sobre roca o sobre arena que dijo el Señor. Vendrán tiempos difíciles, y si estás firme en la paciencia de "soportar" y en la fidelidad a la Palabra, el Señor pide sólo que esperes un poco, porque El viene pronto. Veo tres formas de que venga pronto. Una, en la hora del final de este peregrinar por esta vida. Otra en la hora en que el Señor te alivia de tus cargas y te saca de las tribulaciones dándote descanso, porque el sabe cuanto puedes soportar. La tercera, sería la parusía, la cual también hay que esperar y hoy pocos esperan, perdiéndose la ilusión de esta bendita esperanza para el creyente.
    Una condición pone el Señor, y es que en ese momento duro, en el que parece que las cosas no avanzan como tu quieres, se tenga paciencia con "firmeza", reteniendo lo que se tiene y no dejándolo escapar. No perdiendo lo que tienes. Si se sabe esperar y se mantiene la paciencia y la firmeza, vendrá el premio. La corona, que nadie podrá quitarte.
    Detrás de esta corona, está la victoria, la santidad, la vida eterna y la eterna amistad y compañía de Dios.

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