lunes, 31 de octubre de 2016

31 octubre: Principios básicos cristianos

Liturgia
          Parece a primera vista como un desafío de Pablo a los fieles de Filipos (2, 1-4). Es un texto corto pero muy rico. Pablo les pone delante a los filipenses un test que manifieste su adhesión. En realidad no es un desafío ni una duda sino la ocasión para manifestar su relación con el Apóstol: Si queréis darme el consuelo de Cristo y aliviarme con vuestro amor… Es una primera “condición”. A un Pablo que está en cadenas, que vive la soledad  de su prisión, se le puede ofrecer un consuelo y un alivio… Es lo que le pone delante a sus fieles. Y continúa: si nos une un mismo Espíritu y tenéis entrañas compasivas… (segunda condición). Parecería que va a pedirles algo para sí. Sin embargo lo que Pablo les pide para mostrar esas actitudes que les ha dicho, es que le den la gran alegría: manteneos unánimes y concordes con un mismo amor y un mismo sentir. Eso es lo que Pablo pide “para sí”: que ellos estén viviendo la unidad de pensamientos y corazones…, que ellos vivan el amor y tengan un único sentir. Lo que Pablo quiere es el bien de ellos, la verdadera comunidad, que no haya voces discordantes ni sentimientos distanciados. Que no obréis por envidia o por ostentación…, que no se produzcan facciones entre los miembros de la comunidad de Filipos, sino dejaos guiar por la humildad.
          Todo lo que llevamos visto nos parece evidente, lo experimentamos como algo precioso, nos parece que Pablo está dando una gran lección a los filipenses. Pero yo creo que lo útil es traspasarlo a nuestra realidad, porque ya no se trata de agradar a Pablo sino de vivir la esencia misma cristiana…, de vivir actitudes cristianas. Y eso nos incumbe a nosotros lo mismo que a aquellos. Esto es planteamiento básico de Jesucristo, que pide que nos amemos unos a otros como Él nos ha amado. No está diciendo Pablo algo nuevo. Lo está personalizando para mover los sentimientos de los fieles, y lo está presentando como una prueba de amor a él. Pero en realidad está tocando el nervio esencial del evangelio. Que, por tanto podríamos leer nosotros como una palabra directa del Señor a cada uno en nuestro interior: si queréis aliviarme y ser mi consuelo, si os une el mismo Espíritu y tenéis entrañas compasivas, dadme esta alegría: manteneos unánimes y concordes, con un mismo amor y un mismo sentir. Merece la pena esa reflexión en primera persona.
          Todavía añade Pablo algo definitivo: Considerad siempre superiores a los demás; no os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todos el interés de los demás. Esto es lo que constituiría un magma cristiano fundamental. Que no se produjeran juicios sobre los otros, que siempre hubiera una mirada limpia sobre lo que interesa a los otros y en el modo en que cada cual se desenvuelve. Eso es lo que Pablo puso ante los ojos de aquella comunidad. Y es lo que se extiende a nuestra experiencia como cristianos.


          El evangelio es de Lc. 14, 12-14, también breve, y continuación del que tuvimos el sábado. Entonces Jesús les decía a los fariseos que no buscaran los primeros puestos en los banquetes, sino que se situaran al final. Hoy les marca otra “norma”: cuando invitéis a una comida, no lo hagáis a vuestros familiares y amigos y vecinos ricos, porque ellos corresponderán invitándoos a vosotros, y con eso quedáis pagados. Invitad a pobres, lisiados, ciegos y cojos (el Señor se ha ido precisamente a los desheredados de la fortuna y de la sociedad…, a los más despreciados de aquella cultura). Y de ahí concluye algo que no está en los libros humanos: ¿por qué invitar a esos desgraciados? Porque no pueden pagarte. Te pagarán cuando resuciten los justos. Aquí se ha subido Jesús a la fe, a lo sobrenatural. Ya no va a haber paga en lo humano porque esos pobres no pueden pagar. Pero ellos mismos serán los que paguen cuando hayan alcanzado la otra vida, y sean ellos los que están en el tren de los justos. Por eso no ha planteado Jesús una ventaja humana. Si en la primera parte de este episodio podía parecer que recurría a la “astucia” de irse al final para ser luego dignificados por el anfitrión, ahora  queda muy claro que no se trata de astucia humana y de ventajismos humanos. Estamos ante otro planteamiento absolutamente diverso: la paga de lo bien hecho y de la humildad y de la caridad, no está en esta vida. Trabajamos para vivir la felicidad de la otra. Claro que esto o se acoge desde la fe y se acoge de verdad, o Jesús ha sembrado en barbecho.

domingo, 30 de octubre de 2016

ZENIT 30: La mirada de Jesús

El papa Francisco, como cada domingo, se ha asomado a la ventana del estudio en el Palacio Apostólico del Vaticano, para rezar el ángelus con los fieles y los peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro.
Estas son las palabras del Santo Padre para introducir la oración mariana:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de hoy nos presenta un hecho sucedido en Jericó, cuando Jesús llegó a la ciudad y fue acogido por la multitud (cfr Lc 19,1-10). En Jericó vivía Zaqueo, el jefe de los “publicanos”, es decir, de los recaudadores de impuestos. Zaqueo era un colaborador rico de los odiados ocupantes romanos, un explotador de su pueblo. También él, por curiosidad, quería ver a Jesús, pero su condición de pecador público no le permitía acercarse al Maestro; aún más, era de baja estatura; por eso sube a un árbol, una higuera, en el camino por donde Jesús tenía que pasar.
Cuando llega cerca de ese árbol, Jesús levanta la mirada y le dice: Zaqueo, baja en seguida porque hoy he de quedarme en tu casa” (v. 5). ¡Podemos imaginar el estupor de Zaqueo! ¿Pero por qué Jesús dice ‘he de quedarme en tu casa’? ¿De qué deber se trata? Sabemos que su deber supremo es realizar el diseño del Padre sobre la humanidad, que se cumple en Jerusalén con su condena a muerte, la crucifixión y, al tercer día, la resurrección. Es el diseño de salvación de la misericordia del Padre. Y en este diseño está también la salvación de Zaqueo, un hombre deshonesto y despreciado por todos, y por eso necesitado de conversión. De hecho, el Evangelio dice que, cuando Jesús lo llamó, “comenzaron todos a criticar a Jesús, diciendo que había ido a quedarse en casa de un pecador” (v. 7). El pueblo ve en él un villano, que se ha enriquecido a costa del prójimo. Y si Jesús hubiera dicho “baja tú, explotador, traidor del pueblo y ven a hablar conmigo para hacer cuentas’ seguro el pueblo hubiera aplaudido. Pero aquí comenzaron a murmurar. Jesús va a su casa, el pecador, el explotador. 
Pero Jesús, guiado por la misericordia, le buscaba precisamente a él. Y cuando entra en casa de Zaqueo dice: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque este hombre también es descendiente de Abraham. Pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que se había perdido” (vv. 9-10). La mirada de Jesús va más allá de los pecados y los prejuicios; y esto es importante  y debemos aprenderlo, la mirada de Jesús va más allá de los pecados y los prejuicios, ve a la persona con los ojos de Dios, que no se detiene en el mal pasado, sino que ve el bien futuro; no se resigna a la clausura, sino que se abre siempre a nuevos espacios de vida; no se detiene a las apariencias, sino que mira al corazón. Y aquí ha mirado el corazón herido de este hombre, herido del pecado, la avaricia, cosas feas que había hecho Zaqueo y mira este corazón herido y va ahí. 
A veces tratamos corregir y convertir a un pecador reprochándole, echándole en cara sus errores y su comportamiento injusto. La actitud de Jesús con Zaqueo nos indica otro camino: el de mostrar a quien se equivoca su valor, ese valor que Dios continúa viendo a pesar de todo. A pesar de todos sus errores. Esto puede provocar una sorpresa positiva, que enternece el corazón y empuja a la persona a sacar lo bueno que tiene. Es el dar confianza a las personas que le hace crecer y cambiar. Así se comporta Dios con todos nosotros: no está bloqueado por nuestro pecado, sino que lo supera con el amor y nos hace sentir la nostalgia del bien. Y esto, todos hemos sentido esta nostalgia del bien después de un error. Y así hace nuestro Padre Dios, así hace Jesús. No existe una persona que no tiene algo bueno. Esto mira Dios para sacarlo del mal. 
La Virgen María nos ayude a ver lo bueno que hay en las personas que encontramos cada día, para que todos sean animados a sacar la imagen de Dios impresa en su corazón. ¡Y así podemos alegrarnos por las sorpresas de la misericordia de Dios! Nuestro Dios, que es el Dios de las sorpresas. 

Después del ángelus:
Queridos hermanos y hermanas, ayer, en Madrid, fueron proclamados beatos José Antón Gómez, Antolín Pablos Villanueva, Juan Rafael Mariano Alcocer Martínez y Luis Vidaurrázaga, mártires, asesinados en España el siglo pasado, durante la persecución contra la Iglesia. Eran sacerdotes benedictinos. Alabamos al Señor y encomendamos a su intercesión a los hermanos y las hermanas que lamentablemente todavía hoy, en distintas partes del mundo, son perseguidos por la fe en Cristo.
Expreso mi cercanía a la población del centro de Italia afectada por el terremoto. También esta mañana ha habido un fuerte movimiento. Rezo por los heridos y por las familias que han sufrido mayores daños, como también por el personal que trabaja en las labores de socorro y asistencia. El Señor Resucitado les dé fuerza y la Virgen les cuide.
Saludo con afecto a todos los peregrinos de Italia y de distintos países, en particular a los procedentes de Ljubliana (Eslovenia) y de Sligo (Irlanda). Saludo a los participantes de la peregrinación mundial de los peluqueros y esteticistas, la Federación Nacional Procesiones y Juegos históricos, los grupos juveniles de Petosino, Pogliano Milanese, Carugate y Padua. Saludo también a los peregrinos de Unitalsi de Cerdeña. 
Los próximos dos días realizará un viaje apostólico a Suecia, con ocasión de la conmemoración de la Reforma, que verá a católicos y luteranos reunidos en el recuerdo y en la oración. Os pido a todos que recéis para que este viaje sea una nueva etapa en el camino de fraternidad hacia la plena comunión.
Os deseo un feliz domingo, hay buen sol, y una buena fiesta de Todos los Santos. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!

30 octubre: Amas a todos los seres

Liturgia
          La 1ª lectura de hoy (Sab 11, 23-12, 2) bastaría para dejarnos el mensaje más precioso que podemos recibir, para sentirnos acogidos plenamente por Dios, y no “a pesar de nuestros pecados” sino porque Dios es Dios y es pura misericordia. Nos bastaría con dejar penetrar en nuestras almas las expresiones de esta Palabra que se nos ha trasmitido:
          Te compadeces de todos, porque todo lo puedes.
          Cierras los ojos a los pecados de los hombres, para que se arrepientan.
          Amas a todos los seres y no odias nada de lo que ha hecho; si hubieras odiado alguna cosa, no la habrías creado.
          A todos perdonas porque son tuyos, Señor, amigo de la vida. Por eso corriges poco a poco a los que caen; a los que pecan les  recuerdas su pecado para que se conviertan y crean en ti, Señor.
          ¿Qué podríamos añadir más para persuadir a alguien que no debe dar más vueltas a su pecado, sino echarse decididamente en los brazos del Dios de la misericordia?
          Esta primera lectura prepara el camino a la proclamación del Evangelio, que es también una de las páginas de san Lucas en las que la misericordia de Dios queda más patente. Es la historia de Zaqueo (19, 1-10), la historia de un pecador convicto y confeso, que se encontró sin esperarlo con el amor de Jesucristo. Zaqueo, nos dice el texto, era un hombre de baja estatura que, sin embargo, tuvo la curiosidad de ver pasar a Jesús. No pretendía más sino conocer de vista y de paso al hombre que traía fama de hombre importante y milagrero. Y aprovechó que Jesús iba de camino por Jericó, atravesando la ciudad, para subirse a una higuera y desde esa atalaya poder VER a Jesús.
          La sorpresa surge cuando Jesús, no pasa de largo, sino que se detiene bajo la higuera y MIRA a Zaqueo y se invita: Zaqueo, baja en seguida porque hoy tengo que alojarme en tu casa. No dejaba de ser llamativo, y la gente lo criticó, que Jesús viniera a fijarse precisamente en el publicano (=pecador), y jefe de publicanos, para querer alojarse. ¿No había tenido Jesús otra casa y otra persona que elegir para descansar?
          El hecho fue que Zaqueo, admirado y sorprendido, bajó en seguida y lo recibió muy contento. Zaqueo había recibido una sacudida en su corazón. Y como respuesta a aquella palabra de Jesús, se plantó en pie ante el Maestro y le hizo una promesa: Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres. Era un buen comienzo. Al contrario del joven rico que ante la llamada de Jesús, dio por perdida la posibilidad de ir con él, pues era un joven con muchos bienes y no estaba dispuesto a perderlos, Zaqueo opta por salir de su riqueza (era un hombre rico, como consta en la presentación que hace el texto de este personaje) y ceder a los pobres la mitad de sus posesiones.
          Y Zaqueo se miró más adentro todavía, como penetrado por la verdad de Jesús. Y todavía dio una vuelta de tuerca mucho más fuerte que la anterior: Si de alguien me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más. ¡Y sabía Zaqueo que no hablaba de memoria! Su negocio de publicano, ¡y jefe de publicanos!, lo que le había hecho rico, llevaba muchas trazas de haber defraudado a más de uno. ¡Pues le restituyo cuatro veces más”.
          Con razón Jesús concluye que hoy ha llegado la salvación a aquella casa de un hijo de Abrahán.
          Se cumple perfectamente todo lo que ha dicho la 1ª lectura: Dios ama a todos los seres y no menosprecia a nada de lo que ha creado. No hay pecado que no pueda ser redimido, ni pecador que no pueda ser perdonado. La parte de Dios es el acercamiento al que ha caído. La parte del caído es dejar que Dios se le acerque. Y Dios, precisamente porque todo lo puede, PUEDE SER PLENAMENTE MISERICORDIOSO. ¡Y lo es! Es el gran retrato de Dios que nos ha dejado el Espíritu Santo a través de San Lucas, de una manera especial.
          El desemboque de esa realidad es LA EUCARISTÍA. El hecho de que Jesús se nos venga a nosotros y quiera que participemos de su Comunión, expresa el gran amor de Dios hacia nosotros, y cómo quiere hospedarse en nuestra casa. Lo que ahora toca es repetir nosotros la actitud de cambio de Zaqueo. Que si en él fue problema de dinero, en nosotros será otra cosa. Pero la solución tiene que ser tan valiente y decidida como aquella, en la que –plantados en pie ante Jesús- hagamos la promesa firme de nuestra determinación.




          Confiados en tu poder misericordioso, acudimos a ti para pedirte.

-         Pedirte una claridad de conciencia como la de Zaqueo, que supo ir al núcleo de su problema. Roguemos al Señor.

-         Pedirte capacidad de decisión tan valiente como la de Zaqueo para saber poner el dedo en la llaga. Roguemos al Señor.

-         Pedirte un convencimiento total de que tú nos perdonas porque eres misericordioso. Roguemos al Señor.

-         Pedirte una participación en la EUCARISTÍA que comprometa actitudes del alma. Roguemos al Señor.



Oh Dios, que te compadeces de todos y amas todo lo que has hecho, mira nuestras debilidades y danos fortaleza para abrirnos a tus deseos.

          Por Jesucristo, N. S.

sábado, 29 de octubre de 2016

29 octubre: Cédele el puesto a éste

Liturgia
          Una nueva página de Pablo que es de una gran belleza. Filip 1, 18-26. Hay algo que para Pablo es esencial: que se anuncie a Cristo. Por ello se alegra y se seguirá alegrando. Eso será bien suyo. Ahora, como siempre, Cristo será glorificado en mi cuerpo, sea por mi vida o por mi muerte. Para mí la vida es Cristo y una ganancia el morir. Y se plantea un dilema: por una parte anhela el morir porque es así como se encontrará definitivamente con el Señor. Por otra parte puede que sea más provechoso para la comunidad cristiana el seguir viviendo. Y –en la parte que a él le toca- no sabe qué escoger. Me encuentro en esta alternativa. Y como piensa que puede ser más necesario para aquellos fieles, siento que me quedaré y estaré a vuestro lado para que avancéis alegres en la fe. Es el hombre que deja de pensar en sí mismo y sólo mira lo que aun puede servir. Y acaba “escogiendo” la vida y el servicio. También ahí su vida es Cristo, y renuncia a la “ganancia personal” de morir todavía.
          Con razón el SALMO elegido para acompañar esta lectura es el 41: Mi alma tiene sed del Dios vivo; como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío. A la vez que renuncia por ahora a ese manantial de su felicidad personal y se vuelca en el celo paternal por su comunidad de Filipos.

          Como este año los domingos están siguiendo a San Lucas, nos encontramos con frecuentes repeticiones de materias que están frecuentemente tratadas. Hoy, con Lc 14, 1. 7-11 entramos en aquella observación que hace Jesús en el convite al que le ha invitado  un fariseo. Observa que los comensales casi se disputan los primeros puestos para estar en lugar preferente. Algo tan distinto del modo en que Jesús plantea la vida. Y se atreve a intervenir. Y les dice: Cuando os conviden a una boda, no os sentéis en los puestos principales, no sea que hayan convidado a otro de más categoría, y vendrá el que os convidó a unos y a otro os dirá: Amigo, cédele el puesto a éste. Entonces quedaréis abochornados y tendréis que ocupar los últimos puestos.
          Debió de resultarles, por una parte, un poco rara y hasta ridícula aquella observación de Jesús. Para ellos era impensable eso de no buscar los primeros puestos. Pero por otra parte no dejaban de comprender que llevaba toda la razón. Y hasta es posible que alguna vez les hubiera podido ocurrir algo de eso. Y si no es que tuvieran que irse a los últimos puestos, sí pudo ser alguna vez que tuvieran que ceder el puesto a otro. Por eso la enseñanza que les estaba dando les era agridulce, porque no la querían aplicar pero no la podían negar.
          Jesús les insinuó la táctica contraria: id a situaros en los últimos puestos, y cuando os vea el que os convidó, os dirá: Amigo, sube más arriba. Y entonces quedaréis bien ante los demás.
          En principio puede parecer una lección de astucia humana: situarse en último lugar para ser luego honrados. Pero Jesús va con su idea repetitiva en la que quiere centrar su mensaje: Porque todo el que se enaltece, es humillado, y el que se humilla, es enaltecido, que ya no es cuestión de puestos en un banquete sino de actitud de humildad y fondo de pobreza en que Jesús fundamenta la enseñanza y posesión del Reino. Es la primera bienaventuranza, que corresponde a los pobres, los humildes, los desahuciados de los hombres, pero que, sin embargo, están mucho mejor situados para poseer el Reino.
          Esa lección es la que ni entendían ni querían entender los fariseos. Ni aquellos del convite, ni aquel otro que oraba en el templo pavoneándose de sí mismo, ni tantos que alargaban sus filacterias para aparecer a los ojos de las gentes como más santos. El fariseo es el tipo que siempre pretende estar en la cogolla. Por eso también chocaban tanto con Jesús, porque eran dos concepciones de la vida absolutamente opuestas.

          No deja de ser interesante para hacer nuestros exámenes de conciencia, que muchas veces se reducen a cuatro detalles más o menos concretos, pero que no se adentran en esos hilos conductores del por qué de nuestros actos. Y a lo peor esos detalles que aparecen en la cogolla tienen unas raíces más hondas, y están en la línea de ese sentirnos situados “en los puestos principales” de nuestras virtudes. Pero que si se pincha el globo, más al fondo tendrían que decirnos: “amigo, baja más abajo”…, ahonda más, descubre lo que hay allí en ese subconsciente dormido. Y piensa que no es tiempo perdido hacer esa introspección de las raíces ocultas, cuando ahí es donde se alimentan determinados defectos que nunca llegamos a abordar. 

viernes, 28 de octubre de 2016

ZENIT 28: Jesús reza por nosotros

Jesús reza por nosotros, ese es el fundamento de nuestra vida cristiana. Lo ha indicado el papa Francisco en la homilía de la misa celebrada esta mañana en Santa Marta. Así, el Santo Padre ha recordado que cada elección de Jesús, cada gesto, incluso el fin de su vida terrena en la Cruz, se distingue por la oración. Por tanto, ha invitado a confiar en la oración del Señor.
Tal y como ha recordado el Pontífice, Jesús elige a los discípulos después de haber rezado mucho e intensamente. “La piedra angular es el mismo Jesús”. “Sin Jesús no hay Iglesia”, recuerda. De este modo, ha recordado que Jesús se fue al monte para rezar y pasó toda la noche rezando a Dios. Y después viene todo lo demás: la gente, la elección de los discípulos, las sanaciones, expulsa los demonios… “La piedra angular es Jesús, sí, pero Jesús que reza. Jesús reza”, ha subrayado. Ha rezado –ha añadido– y continúa rezando por la Iglesia. “La piedra angular de la Iglesia es el Señor delante del Padre, que intercede por nosotros, que reza por nosotros. Nosotros le rezamos, pero el fundamento es Él que reza por nosotros”. Jesús, ha recordado el Papa, siempre ha rezado por los suyos, también en la Última Cena. Jesús “antes de hacer cualquier milagro, reza”.
El Santo Padre ha recordado que en el Monte de los Olivos reza, en la Cruz termina rezando. Su vida –ha señalado– terminó en oración. “Y esta es nuestra seguridad, este es nuestro fundamento, esta es nuestra piedra angular: Jesús que reza por nosotros, Jesús que reza por mí”, ha explicado Francisco.
Cada uno de nosotros puede decir esto: estoy seguro, estoy segura que Jesús reza por mí;  está delante del Padre y me nombra. Esta es la piedra angular de la Iglesia: Jesús en oración.
Por otro lado ha recordado que antes de la Pasión Jesús le dijo a Pedro: “Satanás ha pedido poder para zarandearlos como el trigo, pero yo he rogado por ti, para que no te falte la fe”. Y esto que dijo a Pedro, ha explicado el Santo Padre, nos lo dice a cada uno de nosotros.
Finalmente ha asegurado que esto “nos da una gran seguridad”. “Yo pertenezco a esta comunidad, firme porque tiene como piedra angular a Jesús, pero Jesús que reza por mí, que reza por nosotros”, ha señalado.
De este modo ha precisado que “nos hará bien” pensar en la Iglesia, reflexionar en este misterio de la Iglesia. “Somos todos como una construcción, pero el fundamento es Jesús, es Jesús que reza por nosotros. Es Jesús que reza por mí”. 

28 octubre: San Simón y San Judas

Liturgia
          Hoy celebramos la FIESTA de San Simón y San Judas; Simón, por sobrenombre “Zelotes”, y Judas al que llamaron “Tadeo”, dos apóstoles de los Doce elegidos por el Señor para estar con él y para enviarlos a predicar y echar demonios. No hay mucha historia concreta de ellos, salvo la carta breve de San Judas entre los escritos del Nuevo Testamento.  Y por esas cosas de la piedad popular, a San Judas se le ha considerado el “patrón de las causas imposibles” y se ha montado sobre él un tipo de devoción que el propio apóstol hubiera rechazado por el matiz tan claramente supersticioso y comercial que ha adquirido la tal devoción. Y puede ser que sea “patrón de las causas imposibles” (de las que no es el único en la piedad del pueblo), pero a San Judas le hubiera gustado otra forma de oración y atención que las de las fotocopias multiplicadas y las amenazas para quien no las multiplica.
          En fin: esa es una causa imposible contra la que no puede el propio santo, y basta dejarlo reseñado por si contribuye a que una sola persona sea capaz de romper esas “cadenas”, sin sentirse por ello amenazada de los castigos del cielo.

          La liturgia se toma de la carta de San Pablo a los efesios, en un punto que no hace tanto que hemos tratado. (2, 19-22). Pablo dice a aquella comunidad que ya no son extranjeros ni forasteros sino ciudadanos del pueblo de Dios y miembros de la familia de Dios, porque están edificados sobre el fundamento de los apóstoles, y el propio Cristo es la piedra angular. El “fundamento de los apóstoles” y –por tanto- también de San Simón Zelotes y San Judas Tadeo.
          Por Cristo todo el edificio queda ensamblado y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Y la consecuencia, que llega directamente a los fieles de Éfeso y a todos los cristianos, es que por Cristo, también os vais integrando en la construcción para ser morada de Dios, por el Espíritu. Y con la afirmación primera, en el cimiento de ese edificio están los apóstoles, como piedras vivas y fuertes de la construcción.

          El evangelio (Lc 6, 12-16), también reciente en el blog, es el momento trascendental de aquella noche que se pasó Jesús en oración, en la montaña, para –al llegar el día- llamar a sí a sus discípulos, y escoger a doce de ellos, a los que nombró apóstoles. Sublime momento de la historia que nos dio ese cimiento básico que luego se expandió por el mundo, y del que somos seguidores y beneficiarios.
          Valga como anécdota chusca la pregunta que me hizo una mujer, sobre si este Judas es el que había entregado al Señor. Ahí se muestra hasta dónde una piedad popular cae en el absurdo, y hubiera sido capaz de dar culto al traidor.

          En la lectura continua entramos en otra carta de san Pablo de una belleza especial –la de los filipenses (1, 1-11)- que nos ha de dar puntos hermosos de reflexión y de profunda teología.
          Hoy encontramos, en el inicio de esa perícopa, una acción de gracias de Pablo cada vez que los menciona, y siempre reza por ellos. Y es que la comunidad de Filipos ha sido colaboradora de Pablo en la propagación del Evangelio, desde el primer día. Esa es la confianza de Pablo: que el que ha inaugurado entre ellos una empresa buena, la llevará adelante.
          Os llevo dentro, y está perfectamente justificado, porque tanto en mi prisión como en mi defensa, todos compartís conmigo. Y ésta es mi oración: que vuestra comunidad crezca más y más en penetración y en sensibilidad para apreciar los valores. Así llegaréis limpios e irreprochables, cargados de frutos de justicia, a gloria y alabanza de Dios.
          Hay momentos en que uno tiene que hacerse a un lado, y limitarse a dejar hablar a la Palabra revelada, porque ella encierra una riqueza que uno no debe interrumpir.

          En el evangelio (Lc 14, 1-6) tenemos un caso más de actuación de Jesús a favor de un enfermo. Que es sábado y que eso ofendía la sensibilidad del anfitrión que lo había invitado a comer. Jesús tuvo la deferencia de preguntar si era lícito en sábado curar, o no. Y naturalmente ellos se quedaron callados porque no podían decir ni sí ni no. Jesús recurrió a su razonamiento de que en sábado se puede desatar al buey o al asno para llevarlos a abrevar. ¡Cuánto más se podrá sanar a un enfermo que sufre! Tomó al enfermo, lo curó y lo despidió. Los fariseos quedaron sin respuesta.

jueves, 27 de octubre de 2016

ZENIT 27: Dios llora

Dios llora por la humanidad que no entiende “la paz que Él nos ofrece, la paz del amor”. Así lo ha indicado el Santo Padre en la homilía de la misa celebrada esta mañana en Santa Marta. Dios llora “frente a las calamidades naturales, a las guerras hechas por adorar al dios dinero, a los niños asesinados”.
En el Evangelio del día, ha recordado el Papa, Jesús define a Herodes como “zorro”, después de que algunos fariseos le dicen que quiere matarlo. Y dice lo que sucederá: “se prepara para morir”. Jesús se dirige a la “Jerusalén cerrada”, que mata a los profetas que le han enviado. Entonces cambia el torno y “comienza a hablar con ternura”, “la ternura de Dios”, ha explicado Francisco. Jesús “mira a su pueblo, mira a la ciudad de Jerusalén”. Y ese día “lloró sobre Jerusalén”. De este modo, el Santo Padre ha explicado que es Dios que llora aquí en la persona de Jesús. “¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la clueca reúne a sus pollitos bajo las alas!”.
Además, ha observado que “alguno ha dicho que Dios se ha hecho hombre para poder llorar, llorar lo que habían hecho sus hijos. El llanto delante de la tumba de Lázaro es el llanto del amigo. Este es el llanto del Padre”.
El Pontífice ha recordado al padre hijo pródigo, que no fue a lamentarse de lo sucedido con sus vecinos. Quizá –ha precisado– se fue a llorar solo a su habitación. “El padre continuamente subía a la terraza mirar el camino para ver si el hijo volvía”, ha indicado. Y un padre que hace esto es un padre que vive en el llanto, esperando que el hijo vuelve. “Este es el llanto de Dios Padre. Y con este es el llanto el Padre recrea en su Hijo toda la creación”, ha señalado Francisco.
Por otro lado, el Santo Padre ha explicado que en el momento en el que Jesús va con la cruz al calvario, Jesús le dice a las mujeres que lloraban, que no llorasen por Él, sino por sus hijos.  Por lo tanto, “un llanto de padre y de madre que Dios también hoy continúa haciendo”.
También hoy –ha aseverado– delante de las calamidades, de las guerras que se hacen para adorar al dios dinero, a muchos inocentes asesinados por las bombas que lanzan los adoradores del ídolo dinero, también hoy el Padre llora. “Jerusalén, Jerusalén, ¿qué estás haciendo?”. El Padre dice también hoy esto “a las pobres víctimas y también a los traficantes de armas y a todos los que venden la vida de la gente”.
Finalmente ha asegurado que “nos hará bien” pensar que “nuestro Padre Dios se ha hecho hombre para poder llorar y nos hará bien pensar que nuestro Padre Dios hoy llora”. Llora “por esta humanidad que no termina de entender la paz que Él nos ofrece, la paz del amor”. 

27 octubre: Las armas del cristiano

Liturgia
          Pablo plantea esta parte de su carta como una lucha. Y para actuar en esa lucha inventa una armadura propia de un guerrero: Poneos las armas que Dios os da para poder resistir a las estratagemas del diablo. (6, 10-20). Porque nuestra lucha no es contra hombres de carne y hueso…, sino contra los poderes que dominan este mundo de tinieblas.
          En efecto, la vida es una lucha y hay que tomar las armas de Dios para poder resistir en el día fatal…, y mantener nuestras posiciones. Lucha contra el mal y firmeza en las posiciones cristianas.
          ¿Cuáles son las “armas de Dios”? El cinturón, la verdad. La coraza, la justicia. Calzas para anunciar la paz. El escudo bien embrazado, la fe. Casco, la salvación. Espada, la del espíritu, que es toda palabra de Dios, insistiendo y pidiendo en la oración.
          Y cuando ha puesto a los suyos en actitud de guerra contra el mal, él pide oraciones a su favor…, pero no para ventajas propias sino para que Dios abra mi boca y me conceda palabras que anuncien sin temor el Evangelio, del que soy embajador… en cadenas. Pedid que tenga valor para hablar de él como debo.
          Es patente que les ha planteado a sus fieles efesinos una actitud cristiana que lleva dentro una actitud de lucha. Sabe Pablo que el mundo con el que se van a encontrar (el mundo de las tinieblas) les va a salir al paso para impedirles vivir su fe. De frente o disimuladamente, “las tinieblas” están al acecho, y los hijos de la luz se duermen con más frecuencia de lo que parece. Pues bien: a esa comunidad a la que está dirigiendo una carta tan rica en contenidos, le advierte que van a tener que ponerse en actitud de lucha para sacar adelante sus principios.
          Que si Pablo se pusiera ahora mismo delante de nosotros y de la situación en la que nos desenvolvemos, iba a tener que recordarnos esa “indumentaria” con la que tenemos que protegernos y a la vez sacar la espada de la oración. Y no sólo es mirando los ataques directos que pueden venir desde fuera, sino el estado de somnolencia espiritual y displicencia con la que se vive la exigencia cristiana. Porque más de un fallo y de una pérdida de posiciones, vienen de la indolencia y la falta de seriedad de muchas actitudes.

Jesucristo fue avisado por los propios fariseos del peligro que tenía ante la actitud de Herodes que, tal como advertían ellos, quería matar a Jesús. (Lc 13, 31-35).
Jesús no se achicó ante la amenaza ni ante el pelele de Herodes: Id y decidle a ese zorro… También Jesús tenía bien embrazado el escudo de su fe. Y con ella sabía que por ahora no iba a poder hacer nada Herodes: Hoy, mañana y pasado tengo que caminar… Hoy, mañana y pasado va a continuar predicando y desarrollando su misión, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén. Y Jesús iba dirigiéndose a Jerusalén, pero no había llegado a ella.
Y ahora se enternecen sus entrañas y sufre su Corazón, porque ha nombrado a Jerusalén, y le duele pensar que la gran ciudad sea tumba de hombres que vinieron a hacer el bien: ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! Es un lamento doloroso por aquella ciudad. Pero no se queda en eso. Le duele mucho más ¡cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la gallina reúne a los pollitos bajo sus alas! Pero no habéis querido. Ese es el dolor más grande: no se dejaron proteger, no dejaron lugar al calor que Jesús quería darles. Las consecuencias las prevé Jesús: Vuestra casa se os quedará vacía. Era una profecía muy seria.

Por lo que a él respecta, en Jerusalén no lo van a ver ya hasta el día en que exclaméis: bendito el que viene en el nombre del Señor, el día en que haya una manifestación mesiánica que deje claro que ha venido como Mesías y que no es un impostor que se ha metido de rondón en la vida del pueblo judío.

miércoles, 26 de octubre de 2016

ZENIT 26: Acoger a un refugiado

El Papa: “Es un deber acoger al hermano que huye de la guerra, el hambre o la violencia”
El Papa Francisco en la audiencia general - Osservatore Romano
(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco, un miércoles más, ha celebrado la audiencia general en la plaza de San Pedro, acompañado por miles de fieles procedentes de todo el mundo. Esta semana el Santo Padre ha reflexionado sobre una nueva obra de misericordia corporal: acoger al peregrino, al  extranjero. Antes de la catequesis, el Pontífice ha pasado por la plaza con el papamóvil para saludar de cerca a los fieles y bendecirlos.
En el resumen hecho en español de la catequesis, el Santo Padre ha explicado que “la historia de la humanidad es una historia de migraciones, no existe un pueblo que no haya conocido este fenómeno”. Tampoco –ha recordado– la historia de la salvación es ajena a esta situación. “Abrahán, Moisés, incluso Jesús ha dejado su tierra y se ha puesto en camino”, ha precisado Francisco.
Estas situaciones –ha señalado– a veces se han visto unidas a graves crisis sociales, que a lo largo de los siglos se han afrontado con dos aptitudes: “la de cerrarse al que viene” o la de “acogerlo”.
De este modo, el Santo Padre ha reconocido que “levantar muros” hace más ruido que “la silenciosa acción de quienes ayudan y asisten a los emigrantes y refugiados”, pero cerrarse “no es la solución, sólo favorece los tráficos criminales”. La única respuesta –ha asegurado– es la de la solidaridad.
Asimismo, el papa Francisco ha subrayado que “el compromiso de los cristianos es urgente”. Todos, ha aseverado el Pontífice, tenemos el deber de acoger al hermano que huye de la guerra, el hambre o la violencia y estamos llamados a salir al encuentro del que sufre para llevarle el abrazo y la misericordia de Dios.
A continuación, el Papa ha saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Así, les ha invitado a pedir al Señor “la gracia de abrirnos al hermano, acogerlo”, para poder “restituirle la dignidad que, en muchos casos, ha perdido por los abusos, el egoísmo, la criminalidad, así nuestra vida será fecunda y nuestras sociedades recuperarán la paz”.
Después de los saludos en las distintas lenguas, el Santo Padre ha dedicado unas palabras a los jóvenes, los enfermos y los recién casados. De este modo, ha indicado que a finales del mes de octubre desea recomendar la oración del rosario. Por eso ha pedido que esta sencilla oración mariana les indique a los jóvenes “el camino para interpretar la voluntad de Dios” en su vida. A los enfermos les ha pedido que amen esta oración “porque lleva en sí la consolación para la mente y el corazón”. Finalmente, ha exhortado a los recién casados para que se convierta en “un momento privilegiado de intimidad espiritual” en su familia.

26 octubre: ¿Se salvarán muchos?

Liturgia
          Después de haber exhortado a los cónyuges a vivir el amor mutuo y la amorosa dependencia y respeto que merecen cada uno, hoy pasa Pablo a otros estamentos en su carta a los efesios: 6, 1-9. Hoy le toca a los padres, hijos, amos, siervos (que en aquel momento estaban viviendo muchas veces como esclavos).
          A los hijos les recuerda el mandamiento de la ley de Dios: Honra a tu padre y a tu madre, un mandamiento que es el primero de la segunda Tabla y que lleva aneja una promesa de Dios: Te irá bien y vivirás largo tiempo en la tierra.
          Pero ese mandamiento no se queda solo en el “honra a tu padre y a tu madre” sino que abarca también la relación de los padres hacia los hijos: vosotros, padres, no exasperéis a vuestros hijos; criadlos educándolos y corrigiéndolos, como haría el Señor. Hay varios puntos ahí: “no exasperar a los hijos”, lo que supone que el padre o la madre tienen una medida en sus intervenciones, que no suponga crear tensiones. Deben “educar y corregir”, como no es para menos, pero el modelo está en el modo en que lo haría el Señor. El Señor corrigió muchas veces a sus discípulos y hasta fue –en ocasiones- duro en el modo. Pero tras esas correcciones había un cariño, una cercanía, una medida, propias de quien ama de verdad, y educa con su tono, su palabra, su bondad.
          También ese mandamiento, el cuarto de la ley de Dios, abarca  las relaciones de amos y siervos. Los amos deben dejarse de amenazas, y el modelo es el Amo que ellos mismos tienen en el Cielo. Pues como ese Amo es con ellos, así ellos deben ser con sus esclavos.
          Y los esclavos deben obedecer a sus amos de la tierra, tenerles profundo respeto, como a Cristo Ya vemos: Pablo tiene siempre un referente para decir la medida de las actuaciones. Siempre debe tenerse en cuenta cómo lo haría Dios, o cómo querrían ellos hacerlo con Dios. Proceder como esclavos de Cristo, procediendo de buena gana, como quien sirve al Señor.
          Esclavos o libres, lo que uno haga de bueno, lo pagará el Señor.
          Queda claro que Pablo está hablando desde un pensamiento cristiano y desde una realidad absolutamente real, que no está en su mano impedir sino orientar. Porque la labor de la fe no es que el mundo cambie sino cómo desenvolverse en ese mundo al que no podemos cambiar, pero nosotros sí hemos de tomar posiciones que no son mundanas sino cristianas.

          No hace tanto que tocamos esa pregunta que le hacen a Jesús en su camino hacia Jerusalén, por ciudades y aldeas: Señor, ¿serán pocos los que se salven? (Lc. 13, 22-30).
          No respondió Jesús directamente a esa pregunta. Ni es la pregunta que tiene sentido ni que va a resolver nada, si no es la mera curiosidad. Lo que sí hace Jesús es advertir sobre el camino que conduce a la salvación: esforzaos por entrar por la puerta estrecha. Si son muchos o pocos no es el tema. El tema es formar parte de “los muchos” entrando por la puerta estrecha. Ciertamente habrá muchos que intentarán entrar y no podrán. Nadie le impediría. Pero “muchos” quieren vivir “a sus anchas” y así no entran por la puerta de la salvación. La puerta estrecha supone “mantener el tipo” del espíritu para poder descubrir y poder pasar por esa puerta que conduce a la salvación. Los “obesos” de soberbia y pagados de sí mismos, los ricos “epulones”…, nunca darán con la puerta, y menos aún podrán entrar.
          Lo que procede es “ponerse a régimen” para tener la medida necesaria para traspasar esa puerta, en la que serán reconocidos por el Señor. No valdrán las justificaciones: Hemos comido y bebido contigo y tú has enseñado en nuestras plazas. Lo que vale es dar la medida de lo escueto, de lo que supone dominio de sí, “negación del propio yo”…, y saberse colocar en los últimos puestos para poder pasar a los primeros. Es la gran teología de Jesús.
          Así habrá muchos que, viniendo de oriente y occidente, del norte y del sur, se sentarán a la mesa del reino de los cielos.

          Por eso, si hay “muchos” que no darán con la puerta, hay otros “muchos” que sí pasarán por ella. Y los que no hayan pasado, sufrirán el dolor del llanto y rechinar de dientes cuando vean a tantos (Abrahán, Isaac y Jacob, a todos los profetas…, a tantos otros…), que llegaron al Reino de Dios. Todo lo tuvieron a mano para haber disfrutado de esa posición. ¡Y no la aprovecharon! Ese será su mayor tormento porque nadie tuvo la culpa de que no entraran sino ellos mismos.

martes, 25 de octubre de 2016

ZENIT 25: "Caminar" la ley

El papa Francisco, en la homilía de la misa celebrada este martes en Santa Marta, ha explicado que para que el Reino de Dios crezca, el Señor nos pide docilidad. Asimismo, el Santo Padre ha advertido sobre el concentrarse demasiado en las estructuras y los organigramas. “El Reino de Dios no está fijo sino en camino”, ha recordado.
El Pontífice ha iniciado su homilía indicando que la Ley no está solo para estudiarla, sino para “caminarla”. La Ley “ es para la vida, está para ayudar a hacer el Reino, a hacer la vida”. El Señor –ha asegurado el Papa– nos dice que también el Reino está en camino.
A este punto, ha precisado que el Reino de Dios no es una “estructura bien hecha, ordenada, organigramas bien hechos” y lo que “no entra ahí no es el Reino de Dios”. Por eso advierte que con el Reino de Dios sucede lo mismo que puede suceder con la Ley: el fijismo, la rigidez… La Ley está para caminarla, el Reino de Dios está en camino. No está detenido. Es más: el Reino de Dios ‘se hace’ todos los días.
Asimismo, el Santo Padre ha subrayado que Jesús habla en sus parábolas de “cosas de la vida cotidiana”: la levadura que “no permanece levadura” porque al final “se mezcla con la harina” y por tanto “en camino y hace el pan”. Y después la semilla que “no permanece semilla” porque “muere y da vida al árbol”.
De este modo ha precisado que levadura y semilla “están en camino para hacer algo” pero para hacer esto “mueren”. No es un problema de “pequeñez”. Es un problema de “camino, y en el camino sucede la transformación”.
Por eso, también ha señalado que uno que ve la Ley y no camina “tiene una actitud fija”, “una actitud de rigidez”.
En esta misma línea ha preguntado: ¿Cuál es la actitud que el Señor nos pide para que el Reino de Dios crezca y sea pan para todos y casa también para todos? Y ha respondido: “La docilidad”.
Así, el Pontífice ha aseverado que el Reino de Dios crece con la docilidad a la fuerza del Espíritu Santo. El hombre y la mujer dóciles al Espíritu Santo “crecen y son don para todos”, ha recordado el Papa. También la semilla es dócil para ser fecunda, y pierde su identidad de semilla y se convierte en otra cosa, mucho más grande: se transforma. Así –ha añadido– es el Reino de Dios: en camino, hacia la esperanza, hacia la plenitud.
Del mismo modo ha asegurado que el Reino de Dios, “se hace todos los días, con la docilidad al Espíritu Santo, quien une nuestra pequeña levadura o la pequeña semilla a la fuerza y le transforma para hacer crecer”. Y si no caminamos, nos hacemos rígidos “y la rigidez nos hace huérfanos, sin padre”.
Finalmente, el Pontífice ha precisado que el rígido solamente tiene padrones, no un padre. “El Reino de Dios es como una madre que crece y fecunda, se dona a sí misma para que los hijos tengan comida y casa, según el ejemplo del Señor. Hoy –ha observado– es un día para pedir la gracia de la docilidad al Espíritu Santo. “Será la docilidad al Espíritu Santo que nos hará crecer y transformar como la levadura y la semilla”, ha precisado el Papa. Por eso ha pedido que el Señor “nos dé a todos la gracia de esta docilidad”. 

25 octubre: Mostaza y levadura

Liturgia
          Aterrizamos hoy en un texto de San Pablo que hay que matizar para entenderlo en una cultura absolutamente diversa de aquella a la que el apóstol se dirigía. No tengo a mano las matizaciones que haya empleado la reciente traducción de los Leccionarios y tengo que guiarme por la traducción más literal que conservan los misalitos anteriores. De hecho en el ritual del matrimonio más reciente, se ha acotado esa lectura.
          Se trata de Ef. 5, 21-33 en que se dan pautas a los maridos y a las esposas sobre su modo de relación: amor, respeto y sumisión. Yo explico ese texto desde otra “literalidad”, que es la que viene dada por el contexto cultural y social del actual auditorio a quien le llega esa Palabra. La Palabra de Dios no está encadenada y por tanto no expresa lo mismo en la sociedad de hace 20 siglos y en la de ahora. Se ha liberado de trabas de un contexto histórico para ser igualmente útil y docente en el momento actual.
          Tendríamos entonces que poner en paralelo lo que se dice al varón y a la mujer, el esposo y a la esposa, “leyendo” simultáneamente “maridos y mujeres”, “mujeres y maridos”. Entonces entendemos mejor eso de que haya un sometimiento (amoroso sometimiento) de uno al otro. Si el marido es cabeza, la mujer es cuerpo, y no vale la una sin el otro ni el otro sin aquella.
          Maridos, amad a vuestras mujeres…; mujeres, amad a vuestros maridos. El modelo: el amor de Cristo a su Iglesia y el amor de la Iglesia a Cristo. Cristo consagra y purifica con el baño del Bautismo; la Iglesia se vuelve a Cristo y le da gloria en el crecimiento de la santidad de sus miembros, como cuerpos suyos que son.
          Amarse marido y esposa es amarse cada uno a sí mismo, pues nadie ha odiado jamás a su propia carne, sino que cada uno da alimento y calor al otro. Ambos, esposo y esposa son miembros de un mismo cuerpo. Y por eso abandonan a sus padres y madres y son los dos una sola cosa. ÉSTE ES UN GRAN MISTERIO (un gran sacramento) porque representa la unión de Cristo con su Iglesia.
          En una palabra: que cada uno de vosotros ame a su cónyuge como a sí mismo, y se respeten.
            Creo que esta “traducción” del texto de San Pablo es hoy mucho mejor entendida y compartida por el momento social. Y si con ello contribuyo a que se acoja el mensaje esencial, habré acertado, aun con detrimento de quienes pretendan conservar la otra “traducción literal”. Dice un biblista que “literal” no es en la Biblia traducir palabra por palabra sino hacer llegar el mensaje nuclear tal como puede ser entendido en otra literalidad diferente a la que se escribió hace siglos.

            Lc 13, 18-21 nos mete en dos pequeñas parábolas más que explicadas en otras ocasiones. Tienen la gran importancia de seguir siendo reales en este momento, tanto más cuanto que el cristianismo no es hoy el de las grandes masas sino el del desarrollo que casi tiene que producirse en el boca a boca.
            El reino de Dios es como esa pequeña porción de levadura que una mujer mete en la masa, y la masa se esponja. Ya no hay conversiones en masa, ni expresiones masivas y prácticas de la realidad religiosa. Hoy hemos de sentirnos responsables de ser pequeña porción que se entremezcla de manera que va dejando su mensaje. Incluso cuando parezca tiempo y terreno perdido. La verdad es que la levadura va haciendo su efecto secreto. Y así, contagiándose unos y otros, y unos a otros, el Reino ha de crecer.

            En el comienzo es como un diminuto grano de mostaza (los occidentales no conocemos esa semilla, pero se define como “la más pequeña de las semillas” que, sin embargo, sembrada en la tierra, da un arbusto poblado y desarrollado que alberga incluso a los pájaros, que anidan en sus ramas. El reino que nosotros estamos viviendo se parece mucho más al descrito por Jesús en estas parábolas. Han pasado los tiempos de las masas religiosas, de los eventos multitudinarios de la vida normal de la Iglesia. [Permanecen algunos más llamativos y –como se dice hoy- “mediáticos. Pero el día a día o el desenvolvimiento mes a mes, no responde a esas grandes manifestaciones]. Lo “pequeño” de las pequeñas comunidades, de grupos reducidos, del trabajo casi oculto de muchos cristianos, responde a ese Reino de la levadura y del grano de mostaza. Y con esa visión, que es visión de Jesús, es con la que tenemos que caminar en este momento de la historia.

lunes, 24 de octubre de 2016

24 octubre: Ley, no para hacer esclavos

Detrás de la rigidez hay siempre algo escondido, una doble vida, los rígidos no son libres, son esclavos de la Ley. Dios, sin embargo, dona la libertad, la mansedumbre, la bondad. Así lo ha indicado el papa Francisco en la homilía de la misa celebrada esta mañana en Santa Marta.
En el Evangelio del día, Jesús sana a una mujer en sábado provocando el enfado del jefe de la sinagoga porque “se ha violado la Ley del Señor”. Así, ha recordado que “no es fácil caminar en la Ley del Señor” es “una gracia que debemos pedir”. Por eso, Jesús lo acusa de ser hipócrita, una palabra que, recuerda Francisco, “repite muchas veces a los rígidos, a los que tienen una actitud de rigidez en el cumplir la Ley”, que no tienen la libertad de los hijos, “son esclavos de la Ley”. Sin embargo, “la Ley no se ha hecho para hacernos esclavos, sino para hacernos libres, para hacernos hijos”.
En esta línea, el Pontífice ha reconocido que “detrás de la rigidez hay algo escondido en la vida de una persona”. La rigidez no es un don de Dios. La mansedumbre, la bondad, la  benevolencia, el perdón, sí. “Detrás de la rigidez hay siempre algo escondido, en muchos casos una doble vida; pero hay también algo de enfermedad”. Asimismo, ha precisado que los rígidos sufren cuando son sinceros y se dan cuenta de esto. “Porque no consiguen tener la libertad de los hijos de Dios, no saben cómo se camina en la Ley del Señor y no son bienaventurados”, ha reconocido. De este modo, ha añadido que “parecen buenos porque siguen la Ley, pero detrás hay algo que no les hace buenos: o son malos, hipócritas o están enfermos”.
El papa Francisco ha recordado la parábola del hijo pródigo, en la que el hijo mayor se indigna con el padre por acoger de nuevo al hijo menor.
Esta actitud –ha explicado el Pontífice– muestra qué hay detrás de una cierta bondad: “la soberbia de creerse justo”.  Al respecto, el Santo Padre ha dicho que detrás de este hacer bien hay soberbia. El hermano mayor “era un rígido, caminaba en la Ley con rigidez”. Aún así, ha reconocido que “no es fácil caminar en la Ley del Señor sin caer en la rigidez”.

Por eso, para finalizar, el papa Francisco ha invitado a “rezar al Señor” por “nuestros hermanos y hermanas que creen que caminar en la Ley del Señor es convertirse en rígidos”. Que el Señor –ha pedido– les haga sentir que Él es Padre y que a Él le gusta la misericordia , la ternura, la bondad, la mansedumbre, la humildad. Y “nos enseñe a todos a caminar en la Ley de Señor con estas actitudes”. 

24 octubre: La otra ley

Liturgia
          La carta a los efesios tiene hoy dos partes muy diferenciadas (4,32-5, 8). En la primera parte llama la atención una expresión que parece ir muy lejos: Sed imitadores de Dios. Así, esa frase suelta es de una osadía impresionante, porque ¿quién puede imitar a Dios? En el contexto de la frase es mucho más concreta. Una vez más Pablo exhorta a los fieles de Éfeso a ser buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otros, como Dios os perdonó en Cristo. Y ahí es donde encaja la gran invitación: Sed imitadores de Dios. Ser imitadores en el perdón, pues si Dios nos perdonó en Cristo, nosotros hemos de imitar a Dios en esa actitud de perdón a los demás. Y en vivir en el amor, como Cristo, que nos amó y se entregó por nosotros como oblación y víctima de suave olor. También en esa actitud de amor oblativo cabe ser imitadores de Cristo, imitadores de Dios.
          Pero a la vez que les ha elevado tanto  en ese final del cp. 4, les hace unas advertencias muy serias en sentido contrario. Es la otra parte. Y en ella llama la atención sobre los peligros de la indecencia, la inmoralidad o el afán del dinero. De eso, ni hablar porque sois pueblo de Dios. Es la gran razón. No hay que decir otras razones: ser pueblo de Dios debe ser ya lo suficiente para no entrar en esas otras dinámicas en las que se desenvuelve el mundo ajeno a Dios. Y por la misma razón, nada de chabacanerías, estupideces y frases de doble sentido; todo eso está fuera de sitio. Y hay que decir que viene muy bien todo eso al cristiano de hoy, para que no se entremezcle con esas formas en las que se desenvuelve el mundo y en las que parece hacerse chanza de cosas que deben ser tomadas con un respeto. Pablo contrapone: Lo vuestro es alabar a Dios. Meteos bien esto en la cabeza: nadie que se da a la inmoralidad, a la indecencia o afán de dinero –que es una idolatría- tendrá herencia en el reino de Cristo y de Dios. Repito que estas cosas debieran ser meditadas y tomadas muy en serio por el hombre de hoy, porque la enseñanza de Pablo no queda reducida a su catequesis a los efesios, sino que está alargando su mano a toda la vida cristiana de todos los tiempos. Y es muy útil en el momento actual y en las derivaciones a las que se puede llegar en un punto de relajamiento de la moralidad en hechos y en palabras.
          Y concluye: Que nadie os engañe con argumentos especiosos (engañosos, falaces, capciosos, falsos, ilusorios…), porque antes erais tinieblas, pero ahora, como cristianos, sois luz. Vivid como gente hecha a la luz.
          Ha sido muy interesante este modo de hablar de Pablo, apoyando la primera parte –hermosa y casi sublime- con esta otra en la que advierte de vicios y situaciones menos adecuadas, o más bien, contrarias a una profesión autentica de fe. Así entendemos mucho mejor las cosas al poner negro sobre blanco y sentirnos advertidos de posibles desviaciones en las que es posible caer. Y que no están tan lejos de las realidades actuales.

          En el evangelio tenemos una de esas ocasiones en las que Jesús provoca la tensión en la sinagoga el día de sábado. Lc 13, 10-17. Jesús tiene muy claro que es antes la misericordia que la ley. Y mucho más claro, sobre la “ley farisaica”. El sábado era día de descanso, día dedicado a Dios, que llevaba a la sana costumbre de romper el ritmo habitual del trabajo. Eso estaba establecido en la Ley de Moisés y Jesús lo vivía fielmente. Pero no pasaba por las prohibiciones farisaicas que habían hecho del sábado una carga, no dejando hacer nada y teniendo contados hasta los pasos que alguien podía dar.
          Hoy se encuentra con una mujer encorvada. E instintivamente la cura, sin más preámbulos: Mujer, quedas libre de tu enfermedad. Y le impuso las manos y enseguida se puso derecha. El jefe de la sinagoga se incomoda y llama la atención a la gente: Hay muchos días a la semana; venid entonces a que os curen, y no los sábados. Y Jesús interviene con sus sencillos razonamientos para hacer caer en la cuenta de la falsedad de esas actitudes. Hipócritas: cualquiera de vosotros ¿no desata al buey o al burro y lo lleva a abrevar, aunque sea en sábado? Estaba poniendo un ejemplo que esa misma mañana habían hecho la mayoría de los asistentes. Y nadie podía poner peros a esa acción. Pues bien: Y a ésta, que es una hija de Abrahán, que lleva enferma 18 años, ¿no había que desatarla en sábado?

          Nos concluye el evangelista con una mirada muy iluminadora: A estas palabras, sus enemigos quedaron abochornados. Y toda la gente se alegraba de los milagros que hacía. En el corazón de las gentes, había una sintonía mucho mayor con esa libertad de alma que traía Jesús, frente a tantas trabas que venían de parte de los fariseos.

domingo, 23 de octubre de 2016

ZENIT 23: Es tiempo de coraje

El papa Francisco rezó este domingo la oración del ángelus ante miles de fieles reunidos en la plaza de San Pedro. A continuación el texto completo.
Antes del ángelus
“Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! La segunda lectura litúrgica del día nos presenta la exhortación de san Pablo a Timoteo, su colaborador e hijo predilecto, en la cual reflexiona sobre la propia existencia de apóstol totalmente consagrada a la misión.
Viendo a esta altura cercano el final de su camino terreno, la describe refiriéndose a tres períodos: el presente, el pasado y el futuro.
El presente lo interpreta con la metáfora del sacrificio: “Estoy por ser arrojado como ofrenda”. Por lo que se refiere al pasado, Pablo indica que su vida ha transcurrido con la imagen de la ‘buena batalla’, y de ‘la carrera’ de un hombre que ha sido coherente con sus propios empeños y las propias responsabilidades. Como consecuencia para el futuro confía en el reconocimiento por parte de Dios, que es ‘juez justo’.
Pero la misión de Pablo ha resultado eficaz, justa y fiel debido a la cercanía y a la fuerza del Señor, que hizo de él un anunciador del Evangelio a todos los pueblos. Esta es su expresión: “El Señor me ha estado cercano y me ha dado fuerza, para que pudiera llevar a cumplimiento el anuncio del Evangelio y todos los pueblos lo escucharan”.
En esta narración autobiográfica de san Pablo se refleja la Iglesia, especialmente hoy, en la Jornada Misionera Mundial, cuyo tema es “Iglesia misionera, testimonio de misericordia”.
En Pablo la comunidad cristiana encuentra su modelo, en la convicción de que es la presencia del Señor la que volverá eficaz su trabajo apostólico y la obra de evangelización. La experiencia del Apóstol de las Gentes nos recuerda que debemos empeñarnos en las actividades pastorales y misioneras, de una parte, como si el resultado dependiera de nuestros esfuerzos, con el espíritu de sacrificio del atleta que no se detiene ni siquiera delante a las derrotas; pero de otra, sabiendo que el verdadero éxito de nuestra misión es el don de la Gracia: es el Espíritu Santo quien vuelve eficaz la misión de la Iglesia en el mundo.
¡Hoy es tiempo de misión, es tiempo de coraje!, coraje de reforzar los pasos vacilantes, de retomar el gusto por dedicarse al Evangelio, de retomar confianza en la fuerza que la misión lleva consigo. Es tiempo de coraje, si bien el hecho de tener coraje no significa tener garantizado el éxito.
Se nos pide el coraje de luchar, no necesariamente para vencer; para anunciar, no necesariamente para convertir. Se nos pide el coraje para ser alternativos al mundo, sin nunca volvernos polémicos o agresivos. Se nos piede el coraje de abrirnos a todos, sin disminuir nunca lo absoluto y la unicidad de Cristo, único salvador de todos.
Se nos pide el coraje de resistir a la incredulidad, sin volvernos arrogantes. Se nos pide también el coraje del publicano del Evangelio de hoy, que con humildad no osaba ni siquiera elevar los ojos al cielo, pero se golpeaba el pecho diciendo: “Oh Dios, ten piedad de mi pecador”. ¡Hoy es el tiempo del coraje, hoy se necesita coraje!
La Virgen María modelo de la Iglesia “en salida” y dócil al Espíritu Santo, nos ayude a todos a ser, gracias a nuestro Bautismo, discípulos misioneros para llevar el mensaje de la salvación a toda la familia humana”.
El Papa Reza la oración del ángelus y después dirige las siguientes palabras:
“En estas horas dramáticas estoy cerca de toda la población de Irak, en particular a la de la ciudad de Mosul. Nuestros ánimos están consternados por los tremendos actos de violencia que desde hace demasiado tiempo se están cometiendo contra ciudadanos inocentes, sea musulmanes que cristianos o pertenecientes a otras etnias y religiones. He sentido dolor al escuchar noticias del asesinato a sangre fría de numerosos hijos de esta querida tierra, entre los cuales muchos niños. Esta crueldad nos hace llorar, dejándonos sin palabras.
A estas palabra de solidaridad les acompaño asegurándoles que les tengo presente en mi oración, para que Irak, aunque duramente golpeado, sea fuerte y firme en la esperanza de poder ir hacia un futuro de seguridad, de reconciliación y de paz. Por todo esto les pido a todos unirse a mi oración, en silencio”.
(El Santo Padre reza un Ave Mária).
“Queridos hermanos y hermanas, les saludo a todos, peregrinos provenientes de Italia y de varios países, iniciando por los polacos que recuerdan aquí en Roma y en su patria los 1050° aniversario de la presencia del cristianismo en Polonia.
Recibo con alegría a los participantes del Jubileo de los Corales de Italia, a los caminantes provenientes de Asís en representación de las propias localidades italianas, y a los jóvenes de las confraternidades de las diócesis de Italia.
Se encuentran presentes además, grupos de fieles de tantas parroquias italianas: no tengo la posibilidad de saludarlos uno a uno, pero les animo a proseguir con alegría en el camino de la fe.
Un pensamiento especial dirijo a la comunidad peruana de Roma, aquí reunida con la sagrada imagen del Señor de los Milagros.

Les agradezco a todos y les saludo con cariño. ¡Les deseo un buen domingo! Y por favor no se olviden de rezar por mi”. Y concluyo son su habitual “Buon pranzo e arrivederci”.