jueves, 21 de junio de 2012

21 de junio


21
      Corazón de Jesús: nosotros hemos aceptado los misterios de la Trinidad y de la Eucaristía, con amor y sin escandalizarnos. Pero hay un misterio tu­yo, el misterio de la Cruz, ante el que sentimos un estremecimiento de repugnancia y rebeldía.

Tú, varón de dolores, hecho al desierto, al odio, a la sed y a la intemperie; Tú, que con las privacio­nes de tu vida y el exceso de amor del Viernes San­to trazaste unos incomprensibles caminos nuevos: haz que comprendamos el sentido del dolor, eso nues­tro, tan nuestro, que tiene el insospechado destino de completar tu Pasión.

Para comprenderlo, ayúdanos a ponernos al ritmo de tu Corazón traspasado y al ritmo de esta hora de dolor que vive el mundo.

Otórganos aceptar gozosos toda la dureza de nuestra vida, inflexibles en nuestras renuncias, aus­teros nosotros mismos, y, con nuestro ejemplo, pre­dicadores de penitencia.

Unidos a Ti, Hostia Pura, Santa e Inmaculada por la abnegación propia, por el voluntario ejercicio de la penitencia y por la expiación de los propios pe­cados, haremos de nuestra vida un holocausto conti­nuado que se consuma en tu honor, como amor que cubra todos los pecados que hieren tu Corazón Divino traspasado.

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