martes, 31 de diciembre de 2013

ZENIT: El Papa en el fin de año

'Un año que ha pasado no termina pero se cumple'
Recojamos como en una cesta los dí­as, semanas y meses para ofrecerlos al Señor. Agradecemos y pedimos perdón.
Por Redacción
CIUDAD DEL VATICANO, 31 de diciembre de 2013 (Zenit.org) - El papa Francisco presidió este martes por la tarde en la basílica de San Pedro, la celebración de las vísperas de la solemnidad de María Santísima Madre de Dios. Le siguió la exposición del Santísimo Sacramento y el Te Deum para agradecer por el año civil transcurrido. La ceremonia solemne animada por el coro pontificio de la Capilla Sixtina concluyó con la bendición eucarística.
En sus palabras el Santo Padre recordó que "cada momento de nuestra vida no es provisorio, es definitivo y cada acción nuestra está cargada de eternidad".
Añadió que "un año que ha pasado por lo tanto no nos lleva a una realidad que termina pero a una realidad que se cumple, es un paso ulterior hacia la meta que está delante de nosotros: una meta de esperanza y de felicidad, porque encontraremos a Dios, razón de nuestra esperanza y fuente de nuestra alegría".
"Mientras llega su término el año 2013 --indicó el Santo Padre-- recogemos como en un cesto, los días, las semanas, los mese que hemos vivido, para ofrecer todo al Señor. Y preguntarnos: ¿Cómo hemos vivido el tiempo que él nos ha donado? ¿Lo hemos vivido sobre todo para nosotros mismos, para nuestros intereses, o hemos sabido usarlo también para los otros? ¿Cuánto tiempo hemos reservado para 'estar con Él', en la oración, en el silencio, en la adoración?".
"Esta noche concluimos el Año del Señor 2013, agradeciendo y pidiendo perdón. Las dos cosas juntas, agradecemos y pedimos perdón" dijo. Y el obispo de Roma recordó que también en una ciudad hermosa como lo es ésta, existen situaciones de dificultad, refugiados, quienes no encuentran trabajo, quienes sufren. Y de la responsabilidad que tienen todos sus habitantes de superar y ayudar en esas situaciones, involucrándose y no mirando la ciudad como se mira una tarjeta postal, porque la ciudad es como un mosaico en el cual cada uno de nosotros es un pequeño azulejo.
Al terminar la celebración de las Vísperas en la basílica de San Pedro, el santo padre realizó una breve visita al pesebre preparado en la Plaza de San Pedro, al que se acercó en el jeep cubierto. Allí al concluir sus oraciones ante el pesebre, saludó a quienes trabajaron en armarlo. Y después se acercó para saludar al público que se apiñaba en las vallas. 
Texto completo de las palabras que el santo padre dirigió a los presentes
“El apóstol Juan define el tiempo presente de una manera precisa: “Ha llegado la última hora”. Esta afirmación que se repite en la misa del 31 de diciembre, significa que con la venida de Dios en la historia estamos ya en los tiempos “últimos”, después de los cuales el paso final será la segunda y definitiva venida de Cristo.
Naturalmente aquí se habla de la 'calidad' del tiempo, no de su 'cantidad'. Con Jesús ha venido la plenitud del tiempo, plenitud de significado y plenitud de salvación. Y no habrá más una nueva revelación, pero la manifestación plena de lo que Jesús ha ya revelado.
En este sentido estamos ya en la 'última hora'; cada momento de nuestra vida no es provisorio es definitivo y cada acción nuestra está cargada de eternidad. De hecho la respuesta que damos hoy a Dios que nos ama en Jesucristo, incide en nuestro futuro.
La visión bíblica y cristiana del tiempo y de la historia no es cíclica, pero linear: es un camino que va hacia un cumplimiento. Un año que ha pasado por lo tanto no nos lleva a una realidad que termina pero a una realidad que se cumple, es un paso ulterior hacia la meta que está delante de nosotros: una meta de esperanza y de felicidad, porque encontraremos a Dios, razón de nuestra esperanza y fuente de nuestra alegría.
Mientras llega a su término el año 2013, recogemos como en un cesto, los días, las semanas, los mese que hemos vivido, para ofrecer todo al Señor. Y preguntarnos: ¿cómo hemos vivido el tiempo que él nos ha donado? ¿Lo hemos vivido sobre todo para nosotros mismos, para nuestros intereses, o hemos sabido usarlo también para los otros? ¿Cuánto tiempo hemos reservado para 'estar con él', en la oración, en el silencio, en la adoración?
Y después pensemos, nosotros ciudadanos romanos, también a esta ciudad de Roma. ¿Qué ha sucedido este año? ¿Qué está sucediendo, qué sucederá? ¿Cómo es la calidad de la vida en esta ciudad? ¡Depende de todos nosotros! ¿Cómo es la calidad de nuestra ciudadanía? ¿Este año hemos contribuido en nuestra pequeña capacidad a volverla vivible, ordenada, acogedora?
De hecho el rostro de una ciudad es como un enorme mosaico cuyos azulejos son todos los que allí viven. Seguramente quien recubre cargos públicos tiene mayor responsabilidad, pero cada uno es corresponsable en el bien y en el mal.
Roma es una ciudad de una belleza única. Su patrimonio espiritual y cultural es extraordinario. Y al mismo tiempo en Roma existen tantas personas marcadas por las miserias materiales y morales, personas pobres, infelices, sufridoras, que interpelan la conciencia de cada ciudadano.
En Roma quizás sentimos más fuerte este contraste entre el ambiente majestuoso y cargado de belleza artística y el malestar social de quien hace más esfuerzo. Roma es una ciudad llena de turistas, pero también llena de refugiados. Roma está llena de gente que trabaja, pero también de personas que no encuentran trabajo o realizan trabajos mal pagados y a veces indignos. Y todos tienen derecho a ser tratados con la misma actitud de acogida y equidad, porque cada uno es portador de dignidad humana.
Es el último día del año. ¿Qué haremos, como actuaremos en el próximo año para volver un poco mejor a nuestra ciudad? Roma del año nuevo tendrá un rostro aún más bello si será aún más rica de humanidad, que sabe hospedar, acoger. Si todos nosotros estaremos atentos y seremos generosos hacia quien está en dificultad; si sabremos colaborar con el espíritu constructivo y solidario, en favor del bien de todos.
Roma del año nuevo será mejor si no habrán personas que la miran 'de lejos', como a una tarjeta postal, que miran la vida solamente 'desde el balcón', sin involucrarse en tantos problemas humanos, problemas de hombres y mujeres que al final... y desde el principio, queramos o no, son nuestros hermanos.
En esta perspectiva la Iglesia de Roma se siente impregnada para dar su contribución a la vida y al futuro de la ciudad. Pero es su deber, se siente animada y a animar con la levadura del evangelio, a ser signo e instrumento de la misericordia de Dios.
Esta noche concluimos el Año del Señor 2013, agradeciendo y pidiendo perdón. Las dos cosas juntas, agradecemos y pedimos perdón.
Agradecemos por todos los beneficios que Dios nos ha dado, y especialmente por su paciencia y su fidelidad, que se manifiestan en el sucederse de los tiempos, pero en modo singular en la plenitud del tiempo cuando “Dios mandó a su Hijo, nacido de mujer”.

La Madre de Dios, en cuyo nombre mañana iniciaremos un nuevo tramo de nuestra peregrinación terrena, nos enseñe a acoger a Dios hecho hombre, porque cada año, cada mes, cada día sea lleno de su eterno amor”.  

El silencio elocuente

Silencio profundo
El libro de la Sabiduría tiene una descripción poética bellísima sobre la creación del mundo, al que ve sumido en el silencio de la inexistencia. Ha de llegar la voz de Dios, su palabra eficaz y creadora para que aquel silencio de no-vida se convierta en un bullir de seres vivientes que llenen la naturaleza de sus diferentes gritos y cantos de vida que revienta por todas partes en una inmensa primavera.  “Cuando un silencio profundo lo llenaba todo, y la noche llegaba a su mitad, tu omnipotente Palabra bajó desde el solio real de los cielos a la tierra”.
Esta descripción es tomada por la liturgia en el ciclo de la Navidad. Y como en una nueva explosión de la vida –la que trae la nueva creación en esa PALABRA de Dios, hecha Niño, hecha elocuencia divina-, el nacimiento de Jesús en nuestra tierra es la realización plena en la que el silencio profundo del mundo ajeno a Dios, es iluminado y hecho pletórico de vida por la omnipotente Palabra de Dios que ha descendido del Cielo a la tierra. Se retoma la misma expresión pero con ese nuevo sentido que le gana al original.
El hecho de que el nacimiento de Jesús se sitúe a medianoche no es porque exista registro alguno, ni constancia de tal hora, ni revelación, para saber que fue así a media noche. La base es ese texto por el que una noche de otro tipo, la de un mundo que aún no ha sido salvado, pasa a hacerse pleno día con la llegada de esa Palabra omnipotente de Dios “pronunciada” con tal fuerza que nace hombre entre las penurias y pobrezas humanas de la humanidad. El silencio entonces se hace sagrado y a su vez se convierte en vida.
Quiero pararme en esas dos vertientes del silencio profundo… De una parte, la riqueza del silencio, ese silencio constructivo en el que Dios se apoya par hacer grandes obras. Fue en el silencio de la inexistencia donde Dios pronunció su “Hágase” y sobre el silencio empezaron a pulular vivientes de toda especie.
Y aquel silencio primero se convierte en algarabía de vida, que abarca y adorna todo  el planeta.
El mundo andaba en sombrías tinieblas al cabo de miles de siglos. La voz de Dios que valió ante el mundo inanimado para que cada ser siguiera su ruta, sus ciclos, se desenvolvimiento, se había truncado por el mal uso de la libertad del ser más perfecto que la omnipotente Palabra había modelado, porque entonces no fue una palabra imperiosa la que sacaba del “silencio”, sino todo el mimo de Dios que realizaba la filigrana de un ser que fuera “imagen y semejanza del mismo Dios”.  Por tanto, muy superior a las otras criaturas, y constituido rey de aquel Edén de Dios. Fue aquel tesoro de la libertad que Dios entregó al ser humano, el que llevó a un absurdo graznido de independencia al ser más perfecto que había sido puesto en la existencia-
Haciendo ciencia ficción…, o volviéndonos a los orígenes, sólo un nuevo silencio profundo de parte del ser humano, es como puede volverse al Edén. Mientras el mundo se pierde en su algarabía, sus ruidos, sus prisas, sus estrés, su insaciable deseo de dominio de todo, ocupa un puesto de preferencia el SILENCIO PROFUNDO… El silencio que favorece la serenidad, la parada juiciosa, el momento de reflexión, la reflexión que se adentra en la riquísimamente poderosa Palabra descendida del Cielo, y que siempre fluye como en río alimentado por un manantial eterno.  Cuando la persona se llega a beber con fruición en ese río de la Palabra divina, que queda paradójicamente a la altura y el tamaño de la mano, para ser manejada por toda persona que quiera romper el silencio vacío para adentrarse en el río de vida –siempre nueva, siempre fecunda- que se va desprendiendo de esa Palabra del Señor.
Dice el villancico que los peces en el río beben y beben y vuelven a beber…, y nos muestra con la sencilla teología popular, que sólo así, yendo una y otra vez a zambullirse en ese río de la Palabra, es como puede subsistir el pez humano en una fe creciente y que madura…, que ES VIDA.
El silencio profundo de la nueva creación, que se da en aquella media noche de Belén, lo traduce San Pablo (y lo dibuja San Jerónimo) con una expresión muy significativa: el Niño recién nacido, que ni siquiera balbucea aún, está sin embargo enseñándonos desde su solo haber venido a Belén. La expresión latina: “erudiens nos” tiene una fuerza inmensa, porque lo que nos enseña Jesús, el recién nacido, no es ya una piadosa lección…, sino la lección magistral de quien es erudito, perfecto conocedor de una enciclopedia sin fin, que nos tendrá que ir alimentando toda la vida…: tendrá que ir haciéndonos VIVIR…, pasar de la “media noche” caótica del silencio sin Dios, a este día refulgente que nos abra a la luz del Sol…, por la OMNIPOTENTE PALABRA DE DIOS, QUE DESCIENDE DESDE EL SOLIO REAL DE LOS CIELOS, A NUESTRA TIERRA NECESITADA URGENTEMENTE DE ESA PALABRA QUE NOS SALVA.


En este día final del año, no sería de poca importancia dejar un tiempo a ese silencio que hace poder escuchar a Dios, que tantas cosas tiene que decirnos aún desde su PALABRA…, su Palabra hecha hombre.

lunes, 30 de diciembre de 2013

29 dcbr.: Caminando hacia un final

30 diciembre: Camino del final
             Hoy no hay ninguna celebración del santoral. Hoy se vuelve la atención a los hechos evangélicos que tenemos posteriores al Nacimiento, lo que –en mi gusto personal- me ayuda más que las celebraciones de santos tan pegadas a la Navidad, que me dejan la sensación de un salto demasiado grande desde la riqueza de la liturgia del día 25, a otro aspecto diferente del navideño. Por eso, estos días que van teniendo más sabor del Ciclo que estamos celebrando, me dejan mejor centrado en el acontecimiento esencial de estas fechas.
             Ayer dominó el gran tema de la Sagrada Familia. Por ser fiesta tan importante y actualmente tan necesaria para acentuar el valor de la familia y de la familia cristiana (de principio y actitudes cristianas), no se leyó el evangelio que hubiera correspondido al día 29: era el de la presentación del Niño en el Templo, ofrecimiento a Dios del primogénito, el rescate del Niño con un pequeño don, y la aparición en escena de ese profético personaje anciano, que es Simeón, que llegó a tomar al Niño en sus brazos, mientras ya oraba a Dios en acción de gracias por ese momento, y ponía su vida en manos de Dios, porque ya no necesitaba ver más.
             Hoy continúa el mismo relato y lo protagoniza una mujer, anciana, viuda y alma de Dios…, casada hacía 91 años, pero que enviudó hacía ya 84. Y desde entonces centra su vida en el santuario de Dios, el Templo, y sirve a Dios atendiendo a otros, hablándoles del Mesías futuro…, y ¡en este momento, encontrándose con Él!  Ella aguardaba la liberación de Israel que traería el Mesías, y ayunada y oraba en súplicas constantes. Un personaje femenino que pone una nota muy delicada a este momento, cuando ya se les ha anunciado a José y María que Jesús seria un signo o bandera levantada, ante la que se van a tomar posturas muy diferentes y opuestas. Porque la humanidad se va a dividir a favor y en contra de ese Jesús y de la vida que Él mostrará, produciendo ello un dolor en el corazón de aquella madre que lo lleva en sus brazos.
             Vivimos el permanente claroscuro de Jesús, al venir a este mundo. Porque vino a los suyos y los suyos no le recibieron…  Pero a cuantos le reciben, les poder ser hijos de Dios¸ hijos que no nacen por generación carnal, sino por el Espíritu que los invade: el mismo Espíritu de Dios.
             Nosotros nos hemos de situar decididamente –más decididamente aún- en ese grupo que acoge la llegada de Jesús, lo que implica necesariamente esa revisión de la propia realidad, con toda la profundidad de quien sabe que hay más allá, más al fondo, zonas de nuestra vida que aún no han quedado regadas por el agua de nuestro bautismo.
             El paso de un día hacia el final del ciclo civil del 2013 debe ser –como en los buenos comerciantes- momento de hacer inventario. Hay “productos que dieron muy buen resultado, que dieron mejores réditos…, y ese producto hay que repetirlo: los clientes lo seguirán pidiendo. Por el contrario, tal otro producto apenas ha tenido salida…, se ha quedado estancado en los almacenes… Evidentemente fue un error pedirlo y lo que ahora hay es que resarcirse de esa pérdida. Y surgen los procesos de la “rebajas”, y todo lo demás.
             Si nos tomáramos nuestra vida de fe como un proceso en crecimiento, nos tocaría hacer un balance semejante. Y sacaremos muchos buenos productos que merece la pena seguir teniendo ahí; y saldrán otros productos (aparentemente “olvidados”) que es necesario poner a flote para sacarlos del rincón del almacén de la conciencia y buscar medios para echarlos fuera cuanto antes.
             San Juan evangelista en su 1ª carta –de la que se toma estos días la primera lectura- va recorriendo “estamentos” para decirles que es a ellos –precisamente a ellos- a quienes se dirige: es a los padres, a los jóvenes, a los hijos… Pero hace insistencia en los jóvenes porque sois fuertes y la Palabra de Dios permanece en vosotros y habéis vencido al maligno. Y poniéndoles en pista para que eso sea una realidad, les dice:  No améis al mundo ni lo que hay en el mundo.
             La pregunta que surge es: ¿a qué mundo se refiere Juan para –en medio de una carta llena de amor- pedir que NO AMEN?  Lo explica a continuación: Lo que hay en el mundo son las pasiones del hombre terreno (que se queda en lo bajo de sus instintos),  el afán del dinero, que todo lo corrompe y que se hace enemigo de Dios por separar a la persona de Dios;  y la soberbia, la arrogancia, el orgullo que viene como consecuencia del dineroTodos esos postulados del mundo, no proceden de Dios. Lo grande de todo esto, nos dice San Juan, es que se va la persona tras la quimera pasajera del mundo, pensando haber alcanzado su felicidad…, y al final resulta que el mundo pasa, las modas caen, los “iconos” que prometían mucho se desvanecieron… Pero Dios permanece para siempre.

Mis queridos seguidores en el blog:

Desde mañana –en una semana- (D.m.)- no acudiré tan temprano a la cita. Acudiré, si Dios me da salud, pero aparecerá más cerca del mediodía.  TENED UN AÑO 2014 MAGNÍFICO, de la mano del buen Padre Dios.

domingo, 29 de diciembre de 2013

ZENIT: Ángelus del Papa

29 de diciembre de 2013 (Zenit.org) - En este primer domingo después del día de Navidad, solemnidad de la Sagrada Familia, el papa Francisco rezó la oración del ángelus desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico, ante una multitud que le atendía en la plaza de san Pedro.
Dirigiéndose a los fieles y peregrinos venidos de todo el mundo, que le acogieron con un largo y caluroso aplauso, el pontífice argentino les dijo:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En este primer domingo después de Navidad, la liturgia nos invita a celebrar la fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret. De hecho, cada pesebre nos muestra a Jesús junto a la Virgen y San José en la gruta de Belén. Dios ha querido nacer en una familia humana, ha querido tener una madre y un padre. Como nosotros.
El Evangelio de hoy nos presenta a la Santa Familia en la vía dolorosa del exilio, buscando refugio en Egipto. José, María y Jesús experimentan la condición dramática de los refugiados, marcada por el miedo, la incertidumbre, la incomodidad (cf. Mt 2,13-15.19-23).
Por desgracia, en nuestros días, millones de familias pueden identificarse con esta triste realidad. Casi todos los días la televisión y los periódicos dan noticias de los refugiados que huyen del hambre, la guerra y otros graves peligros en busca de seguridad y una vida digna para ellos y sus familias. En tierras lejanas, incluso cuando encuentran trabajo, los refugiados y los inmigrantes no siempre encuentran una acogida verdadera, el respeto, el aprecio de los valores que llevan. Sus expectativas legítimas chocan con situaciones complejas y problemas que parecen insuperables a veces. Por lo tanto, mientras fijamos la mirada sobre la Santa Familia de Nazaret, cuando se ve obligada a convertirse en prófuga, pensemos en el drama de los inmigrantes y refugiados que son víctimas del rechazo y la explotación. Pero también pensemos en los "exiliados", yo los llamaría "exiliados escondidos", aquellos “exiliados” que puedan existir dentro de las propias familias: los ancianos, por ejemplo, que a veces son tratados como un estorbo. Muchas veces pienso que un signo para saber cómo van las cosas en una familia es ver cómo son tratados los niños y los ancianos.
Jesús ha querido pertenecer a una familia que ha experimentado este tipo de dificultades, para que nadie se sienta excluido de la cercanía amorosa de Dios. La huida a Egipto a causa de las amenazas de Herodes nos muestra que Dios está allí donde el hombre se encuentra en peligro, donde el hombre sufre, donde se escapa, donde experimenta el rechazo y el abandono; pero también está donde el hombre sueña, espera regresar a su patria en libertad, proyecta y elige a favor de la vida y la dignidad de sí mismo y de sus familiares. Hoy nuestra mirada sobre la Santa Familia se deja atraer también por la simplicidad de la vida que esta lleva en Nazaret. Es un ejemplo que hace tanto bien a nuestras familias, ayudándoles a convertirse cada vez más en comunidades de amor y de reconciliación, en las que se experimenta la ternura, la ayuda mutua, el perdón mutuo.
Recordemos las tres palabras clave para vivir en paz y alegría en la familia: “permiso”, “gracias”, “perdón”. Cuando en una familia no se es entrometido, cuando en una familia no se es entrometido y se pide permiso, cuando en una familia no se es egoísta y se aprende a decir gracias, gracias, y cuando en una familia uno se da cuenta de que ha hecho algo malo y sabe pedir perdón, ¡en esa familia hay paz y hay alegría!
Recordemos estas tres palabras. Pero podemos repetirlas todos juntos. Permiso, gracias, perdón. Todos: Permiso, gracias, perdón.
Pero también quisiera animar a las familias a tomar conciencia de la importancia que tienen en la Iglesia y en la sociedad. El anuncio del Evangelio, de hecho, pasa sobre todo a través de las familias, para luego llegar a los diferentes ámbitos de la vida diaria.
Invoquemos con fervor a María Santísima, la Madre de Jesús y Madre nuestra, y a San José, su esposo. Pidámosles que iluminen, conforten y guíen a todas las familias del mundo, para que pueda cumplir con dignidad y serenidad la misión que Dios les ha confiado .
Al término de estas palabras, el santo padre rezó la oración del ángelus. Y al concluir la plegaria prosiguió:
Queridos hermanos y hermanas,
en el próximo Sínodo de los Obispos se abordará el tema de la familia, y la fase de preparación ya ha iniciado desde hace tiempo. Por eso hoy, fiesta de la Santa Familia, deseo confiar a Jesús, María y José este trabajo sinodal, rezando por las familias de todo el mundo. Os invito a uniros espiritualmente a mí en la oración que ahora recito:
Jesús, María y José,
en vosotros contemplamos
el esplendor del verdadero amor,
a vosotros, confiados, nos dirigimos.
Santa Familia de Nazaret,
haz también de nuestras familias
lugar de comunión y cenáculo de oración,
auténticas escuelas del Evangelio
y pequeñas Iglesias domésticas.
Santa Familia de Nazaret,
que nunca más haya en las familias episodios
de violencia, de obstinación y división;
que quien haya sido herido o escandalizado
sea pronto consolado y curado.
Santa Familia de Nazaret,
que el próximo Sínodo de los Obispos
haga tomar conciencia a todos
del carácter sagrado e inviolable de la familia,
de su belleza en el proyecto de Dios.
Jesús, María y José,
escuchad, acoged nuestra súplica.
Amén
Después de rezar esta oración inédita, escrita de su puño y letra, llegó el turno de los saludos que tradicionalmente realiza el pontífice:
Dirijo un saludo especial a los fieles que están conectados con nosotros desde Nazaret, Basílica de la Anunciación, donde ha ido el secretario general del Sínodo de los Obispos; desde Barcelona, Basílica de ​​la Sagrada Familia Basílica, donde ha ido el presidente del Consejo Pontificio para la Familia; Loreto, Basílica Santuario de la Santa Casa. Y lo extiendo a los reunidos en diversas partes del mundo para otras celebraciones en las que los principales protagonistas son las familias , como la de Madrid.
Por último, saludo con afecto a todos los peregrinos aquí presentes, ¡especialmente a las familias! Sé que hay de la comunidad de rumanos en Roma. Saludo a los jóvenes del Movimiento de los Focolares, venidos de varios países, y al resto de los jóvenes, incluidos los grupos de la diócesis de Milán, Como, Lodi, Padua, Vicenza y Concordia-Pordenone. Saludo a los chicos de Curno y Calcinate con sus catequistas, los fieles de Salcedo, Carzago Riviera, San Giovanni in Persiceto y Modica.
Y concluyó, como de costumbre:
Os deseo a todos una hermosa fiesta de la Sagrada Familia, un buen domingo y una buena comida. ¡Hasta pronto!

(RED/IV)

29 dcb._ LA SAGRADA FAMILIA

¡FELICIDADES, FAMILIAS!
             Cuando aquel matrimonio de José y María ha recibido en su seno a un hijo, a Jesús, ha quedado constituido el núcleo esencial de una familia. A esa familia tan escogida por Dios, le llamamos los cristianos: SAGRADA FAMILIA. Y la Iglesia nos la propone hoy como un espejo en el que mirarnos los que formamos una familia, aunque sea de características diversas como la familia natural, o la familia religiosa (bien a sabiendas de que ese tipo de familia es muy diverso).
             Las lecturas de la Misa van marcando el estilo de verdadera familia. La 1ª lectura, tomada del libro del Eclesiástico [3, 3-7; 14-17] habla de la familia natural. Expresa esos diversos papeles (roles, que se diría hoy) en los diversos miembros: el padre asume una responsabilidad general en esa familia, y le toca que buscar el bienestar de todos, el orden que garantice la convivencia, la manutención, la educación. La madre tiene el precioso papel de amasar respeto y ternura, decisión y cariño, poniendo siempre aceite que engrase las relaciones entre todos, y la parte cercana e inmediata de la cercanía en el educación de los hijos. A los hijos tienen que desarrollarse como personas completas, lo que supone que han de aprender, crecer y madurar. Y en todo ese proceso, honrar y hacer felices a los padres, de quienes reciben constantemente.
             Con una referencia muy importante –y muy actual- pone ante los hijos su deber de mantener la dignidad de los padres ancianos, o con alguna debilidad de sus facultades. Pues aunque ya no les puedan ayudar, ni casi se les pueda mantener en una conversación, siguen siendo aquellos padres que antes dieron el ser, educaron, alimentaron, cuidaron a los que ahora deben ser sus cuidadores: sus hijos. Esa buena atención con ellos será tenida en cuenta por Dios para usar con el hijo la misericordia que el hijo dedica a sus padres.
             Enlaza la 2ª lectura –[Col 3, 12-21]- como pieza maestra que define las actitudes de la familia cristiana. Una segunda pies, como uniforme insustituible, las actitudes básicas de bondad, humildad, dulzura, comprensión y un cariño que sale de las entrañas. Por supuesto, el amor, que es el que une con fuerza total e irrompible.  Pero San Pablo no está subido a la parra… Sabe que el roce de la convivencia lleva consigo momentos menos dulces. Entonces exhorta a un elemento muy humano y que es expresión de madurez: sobrellevaos… En muchas ocasiones ese el el verdadero amor. Dejar pasar el turbión, la mala hora, el punto de desencuentro. Pero no sólo eso: hay que dar un paso más a fondo: perdonaos si alguno tiene quejas contra otro.  Y la razón más que convincente: Dios os ha perdonado; haced vosotros lo mismo. Poneos ante Jesús…, dejadlo ser árbitro en vuestros  corazones, y que Él ponga su PAZ…, que Él detenga “el juego” y restableza las leyes del mismo.
             Pero hay más: el cariño, la delicadeza, el amor…, no sólo se tienen…: ¡hay que expresarlos!  Y papá a mamá y viceversa, y padres a hijos y viceversa, y hermanos entre sí, y con los miembros mayores…, la familia tiene que mantener encendido el fuego sagrado de los “gestos”, que hacen patente que la llama del amor familiar está ahí.
             Y está porque se reza juntos, porque se participa de la Eucaristía juntos, porque juntos viven alabando a Dios en palabra y obras.
             Cualquier familia que quiera vivir en actitud cristiana, necesita venirse a esta descripción de Pablo en muchas situaciones de la vida.
             En el Evangelio, tras el gozo recién vivido de la llegada inesperada de los magos, y mientras descansan de tantas emociones José y María, un escalofriante anuncio nocturno le llega a José –responsable de la familia-: coge al Niño y a su madre y huye a Egipto, porque Herodes busca al Niño para matarlo. José no sabe si es pesadilla o aviso. Pero no pierde ni un minuto: llama a María, le comunica la situación y que, en ese mismo instante, hay que salir –de noche, fugitivos- para asegurar la vida del Niño, el tesoro que se les ha encomendado. María, madre responsable y mujer de fe, no pregunta, no se mete a querer una certeza, no duda de que lo que ha oído José es lo que ella ha de secundar. El Niño nada puede decir. Y aquella familia, apretada entre sí y colgada de Dios, buscan el camino más corto para traspasar la frontera.  Y podemos preguntarnos: ¿es que Dios no tenía otros medios?  En plan de milagros, si. Pero el modo de actuar Dios es dar luz y fortaleza… Los medios, los humanos, los que cada cual tiene en su mano.

             Y eso es lo que ha de constituir la base de la familia. Con los medios que tiene, con esas ráfagas que Dios le proyecta, con reflexión orante ante Dios mismo y en la mutua conversación de los miembros de la familia, están los medios habituales con los que Dios va llevando, sin milagrerías. También, como nos ha avisado San Pablo, con esa familiaridad con la Palabra de Dios…, y cuanto sea posible (siquiera un rato), todos juntos. Y juntos participar de la Eucaristía, sacrificio de Cristo y SACRAMENTO DE AMOR.  Y si es sacrificio, ya nos está proyectando a ese inevitable sacrificio de la convivencia, a la vez, tan rico en ventajas. Pero en el que saber ceder es el arte de los “sabios” y de los “maduros” y los “creativos”, porque en tanto se cede de sí cada uno, está dando vida al otro. Y la familia existe cuando a los egoísmos se les ha desprovisto de “su cresta” peculiar. 

sábado, 28 de diciembre de 2013

28 dcb.: SER INOCENTES

28 diciembre.- Bromas aparte
             Dentro del período de la Navidad entran por derecho los Santos Inocentes, el puñado de 20 ó 30 niños (poniendo mucho) que Herodes masacró por el recelo de que pudiera quitarle el trono el “recién nacido rey de los judíos” que los magos habían venido buscando. Ese es el evangelio de este día.
             De mucha importancia es la 1ª lectura, ya metidos en la 1ª carta de San Juan, con varias vertientes importantísimas: * el mensaje que anuncia es el que le ha oído a Jesucristo. Bastaría ya con eso. Concretando, entra en un terreno sagrado: * Dios es luz sin oscuridad. Consecuencia evidente: * Si decimos (y aunque digamos) que estamos en la luz, pero vivimos en la oscuridad, mentimos en palabras y obras. * Jesucristo es la luz y si vivimos en la luz, estamos unidos a Él y su sangre limpia nuestros pecados.
             Si decimos que no hemos pecado, * nos engañamos y no somos sinceros. * Pero si confesamos nuestros pecados, Él –que es justo- nos perdonará.  * Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos a Él mentiroso y no poseemos su palabra. *Y si alguno peca, Él es nuestro abogado defensor, y quien se ofrece para que se nos perdonen nuestros pecados.

             Os confieso que he tenido muchos pensamientos en mi oración. Primero, comparando los aproximadamente 20-30 niños que mató Herodes de una tacada, por su interés egoísta. Lo comparo con la estadística de esta ciudad, que habla de 1,500 en este año,  que ni habían cometido el delito de existir. Pero no me he quedado ahí: inocentes víctimas indefensas de guerras tribales, “depuraciones étnicas”...  ¿Y todas esas familias que vivían y se habían hecho su pequeña “estable situación” y que hace años les minaron sus bases para haber llegado hoy a tener que ayudarse de servicios sociales?  ¿Y las víctimas del terrorismo –los que ya no pueden gritar, y quienes gritan sin mucho eco? ¿Y los buenos estudiantes y personas honradas y laboriosas que tuvieron que buscarse la vida por otras latitudes? Pienso que son también víctimas no culpables de esa “globalización” y de esa “colonización” europea, en la que el pez gordo se come al pequeño…, y el pez gordo tiene siempre rostro económico, y si me atrevo…, ¡mafioso! por parte de los grandes poderosos.
             Pero con esto no he resuelto nada. Donde mi oración se ha hecho más “mía” es cuando me he preguntado si yo soy inocente…, si en vez de tener siempre un pensamiento favorable hacia un hecho o persona, lo primero que me salta es el juicio negativo. Me he preguntado si no me es instintivo ver siempre “la culpa del otro”, mientras me quedo mirando desde la barrera. Si no será que mis propias confesiones se disculpan más que se acusan… O si van tan distanciadas que surge solo ese comenzar diciendo: “No sé por dónde empezar”. ¿Soy inocente de ese “no saber”, cuando tanto dejé pasar el tiempo que se fue convirtiendo mi conciencia en un cajón de sastre, en un no dar ya importancia a las cosas, porque la propia conciencia se ha adormecido?
             He pensado en la facilidad con que una persona se mete en páginas sucias de Internet una, dos y cien veces…, y ¡pobrecito/a! acaba “cayendo sin querer”. ¿Inocentes? ¿Pueden reprocharle algo a Herodes, mientras se  mata la Gracia de Dios “por deporte”?
             ¿Inocente yo cuando no soy capaz de ponerme en el lugar del otro para poder comprenderlo? ¿Inocente yo cuando “mi verdad” es la única, y privo de voz y voto a quien piensa distinto que yo? ¿En qué se diferencia de lo que tan mal nos parece lo que ocurre en los dirigentes europeos o en las tiranías africanas? ¿Inocente cuando sólo yo me veo inocente? ¿Inocente cuando “no tengo pecados”? [Ya hemos oído hoy a San Juan].
             Ampliar la celebración de hoy y buscar sinceramente los aspectos que nos deben hacer inocentes, es un buen ejercicio espiritual. Y práctico. Y que no nos extrañe que los “inocentes” –auténticos inocentes- suelen ser machacados. Porque los verdaderamente inocentes no sacan la coz en el momento “oportuno”; son los que saben callar (porque es mejor callar que molestar o herir hablando). Ya se explicó en el SERMÓN DEL MONTE la gran cualidad del no violento, del que es manso, del que llora sin amarguras ni pretende descargar su situación en “culpas” ajenas; y siempre pone paz en donde está y en derredor suyo.

             Y así podremos enumerar cada uno esas realidades que nos hace inocentes de verdad, o nos hacen reconocer que “hemos pecado”…, dando así oportunidad a Jesucristo, el Justo, y abogado defensor, de ejercer su misión.  Si ya es verdad –Él mismo lo dijo- que el justo peca siete veces al día [“siete” = muchas], bien podemos colegir que nos queda algún trecho para que este día de SANTOS INOCENTES sea una de nuestras fiestas. Pero puede llegar a serlo. Puede llegar ese momento en que cada un seamos tan honrados ante Jesucristo…, ante el Sacramento, que –como dice el Papa- nos presentemos ante ese momento con sencillez, claridad, sinceridad… Y que realmente hagamos sacramento porque traspasamos el umbral de decir lo que somos y entramos en esa vertiente luminosa de declarar ante el Señor lo que queremos ser…, los medios muy concretos que vamos a poner para que de aquí “al día siguiente de los inocentes”, podamos presentarnos con un corazón limpio…: limpio de pensamientos, de juicios, de miradas…

viernes, 27 de diciembre de 2013

Evangelista Juan y PERSEGUIDOS

Evangelista Juan.- Los perseguidos…
         Pasada  la fecha de la Navidad, se han situado como muy cercanos a Jesús San Esteban –por primer mártir por razón de Jesús, y hoy San Juan Evangelista. Cierto que no es un Santo que se haya llevado la devoción popular. Ni sobre el que se haya hecho –a través de la historia- una auténtica “fotografía” de él mismo. Ha quedado adornado con pieles ajenas que él mismo creó hacia su propia comunidad cristiana, pero que esa comunidad las acabó revirtiendo sobre su maestro, y dándose como su particular sello personal.
         Por eso a la hora de definir a Juan Evangelista, el punto de referencia mejor que tenemos es el de sus cartas. Porque al evangelista le subyugó el mandato de Jesús, aquel día de la Cena, cuando Jesús les encomendó lo que era núcleo de todos sus años de predicación: Mi mandato es que os améis como Yo os he amado, y que lo que Yo he hecho con vosotros, así lo hagáis entre vosotros.
         A eso dedicó sus cartas, conservadas en el Nuevo Testamento.

          SERMÓN DEL MONTE
          Dichosos los perseguidos por causa de su fidelidad
             Aunque pueda resultar extraño, es un hecho que la persecución (la incomprensión, el vacío, la hostilidad, el odio…), sea un signo típico del creyente verdadero en Jesucristo. Naturalmente hablamos de esa persecución por el Reino, por Mí y por mi causa… Aquella persecución por razón de la fidelidad a Cristo.
             El antecedente es el mismo Jesús, ya perseguido cuando es un recién nacido. Perseguido en Nazaret a poco de salir a su vida pública, en constante persecución farisaica, para acabar en la suprema persecución que culminó para Él en el Calvario.
             Luego es perseguido en sus apóstoles…, el impero romano…, en las misma misiones actuales de la Iglesia…, juntándose miles y miles de dichosos y felices mártires.
             Perseguidos ladinamente –sin derramamiento de sangre- en esa persecución del día a día contra los principios cristianos, contra lo símbolos cristianos…, contra poder poner un ”Belén” en un colegio o mantener un crucifijo en un hospital. La persecución no es menos grave porque sea más ladinamente suave. Por el contrario, lleva todo el veneno diabólico de hacer tragar, sin advertirlo, el conjunto de sutiles engaños, mafiosas emisiones en cualquier medio…, y ese aire malsano que se respira alrededor, donde luce tan poco (y se practica tan poco) declararse creyente, practicante católico, fiel a la Iglesia de Jesucristo.
             Jesús fue perseguido y aborrecido. Su fidelidad a la misión que le encargaba Dios, era un bofetón –sin quererlo- a todos aquellos que iban al margen de esa diáfana enseñanza de Dios, y se conformaban con una religiosidad aparente. Es claro que Jesús les reventaba sus materialidades sin compromiso vital.
             Jesús plantó unos principios básicos del Reino y del modo de vivirlo: quien quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga.  Y podríamos decir que como “jefe de marketing” fue un fracasado. Y sin embargo encontró millones de personas decididas y valientes a quienes ese planteamiento les atrajo profundamente. Aunque sabiendo que la vida hay que perderla la ganarla.
             Por eso el planteamiento de Jesús no forma nunca ni “drogados de la fe”, ni espíritus de manteca. Plantea Jesús un camino y cada uno va recorriéndolo. Y la bienaventuranza no es simplemente “padecer persecución” sino padecerla por Mí y por mi causa…, y bienaventurados seréis  cuando os injurien y persigan y digan toda clase mal contra vosotros, aun mintiendo, POR CAUSA MÍA.

             ¿No se planteó en el comienzo de todo la FELICIDAD DE LOS PBRES? Y se podía quedar un cierto recelo sobre ello. Pero ahora, al llegar al final de esas bienaventuranzas y haber pasado por tantas formas de POBREZA (cada una de las bienaventuranzas), desembocamos en la más difícil y costosa, y la que nos coge más al fondo mismo de nuestra personalidad de fe cristiana. Porque declararse cristiano, creyente, religioso y hasta “apostólico romano”, es una lista que en tanto va a ser algo cuanto que lleve la medida que estas bienaventuranzas se adentren en el mismo corazón del Evangelio. Y en tanto será palabrería, follaje de higuera que no da fruto, cuando vaya eludiendo estos caminos constituyentes del Reino de Dios.

jueves, 26 de diciembre de 2013

ZENIT.- Ángelus del Papa

26 de diciembre de 2013 (Zenit.org) - Este 26 de diciembre día de san Esteban, el primer mártir de la Iglesia, el papa Francisco rezó la oración del Ángelus desde la ventana del estudio pontificio que da hacia la plaza de San Pedro. Allí una importante multitud le aguardaba con los paraguas cerrados, pues durante esos momentos la lluvia había cesado. 
A continuación las palabras completas del papa antes y después de la oración del Ángelus:
"Queridos hermanos y hermanas. Ustedes no tienen miedo de la lluvia, son valerosos. La liturgia prolonga la solemnidad de la Navidad durante ocho días: ¡un tiempo de alegría para todo el pueblo de Dios!
En este segundo día de la octava, en la alegría de la Navidad se inserta la fiesta de san Esteban, el primer martir de la Iglesia. El libro de los Actos de los Apóstoles nos lo presenta como “un hombre lleno de fe y de Espíritu Santo”, elegido con otros seis para dar servicio a las viudas y a los pobres en la primera comunidad de Jerusalén. Y nos cuenta su martirio, cuando después de un fogoso discurso que suscitó la ira de los miembros del Sinedrio, fue arrastrado afuera de las murallas de la ciudad y lapidado.
Esteban murió como Jesús, pidiendo perdón por sus asesinos. En el clima de la alegría navideña, esta conmemoración podría parecer fuera de contexto. De hecho la Navidad es la fiesta de la vida y nos infunde sentimientos de serenidad y de paz. ¿Por qué entonces turbar su encanto con el recuerdo de una violencia tan atroz? En realidad en la óptica de la fe, la fiesta de san Esteban está en plena sintonía con el significado profundo de la Navidad.
En el martirio, de hecho, el amor derrota a la violencia, la vida a la muerte. La Iglesia ve en el sacrificio de los martires su 'nacimiento al cielo'. Celebramos por lo tanto hoy la 'navidad' de Esteban, que en profundidad se desprende de la Navidad de Cristo. ¡Jesús transforma la muerte de quienes lo aman en aurora de vida nueva!
En el martirio de Esteban se reproduce la misma lucha entre el bien y el mal, entre el odio y el perdón, entre la mansedumbre y la violencia, que tuvo su culminación en la cruz de Cristo. La memoria del primer mártir acaba así con una falsa imagen de la Navidad: ¡una imagen de fábula y edulcorada, que en el evangelio no existe!
La liturgia nos trae el sentido auténtico de la Encarnación, relacionando Belén al Calvario y recordándonos que la salvación divina implica que la lucha al pecado, pasa por la puerta estrecha de la cruz.
Este es el camino que Jesús ha indicado claramente a sus discípulos, como testimonia el evangelio de hoy: 'Serán todos odiados a causa de mi nombre. Pero quién habrá perseverado hasta el final será salvado'.
Por eso hoy rezamos de manera particular por los cristianos que sufren discriminación a causa del testimonio que dan de Cristo y del evangelio. Estamos cerca de estos hermanos y hermanas que como san Esteban, son acusados injustamente y objeto de violencias de varios tipos.
Estoy seguro que, lamentablemente, son más numerosos hoy que en los primeros tiempos de la Iglesia y que son tantos. Esto sucede especialmente en los lugares en donde la libertad religiosa no está todavía garantizada o no está plenamente realizada. Sucede también en países y ambientes que en sus papeles tutelan la libertad y los derechos humanos, pero donde de hecho los creyentes, especialmente los cristianos, encuentran limitaciones y discriminaciones.
Yo quiero pedirles de rezar por estas hermanas y hermanos, unos instantes, todos. Y los recomendamos a la Virgen: Ave María...

A un cristiano esto no lo maravilla, porque Jesús lo ha anunciado como ocasión propicia para dar testimonio. Entretanto en el plano civil, la injusticia va denunciada y eliminada. Que María Reina de los Mártires nos ayude a vivir esta Navidad con aquel ardor de fe y de amor que refulge en san Esteban y en todos los mártires de la Iglesia".

26 dcb.-San Esteban.- NOCHE DE PAZ

LOS PACIFICADORES
         Comencemos con una breve reseña de de la celebración litúrgica de SAN ESTEBAN, correspondiente al día 26 de diciembre. Es el primer mártir de la era cristiana, que da su vida conscientemente en razón de su fe, y precisamente por el odio a la fe cristiana por parte de los jefes dirigentes judíos. Muere apedreado por haber sido acusad de blasfemo, cuando manifestó en medio del tribunal que veía los cielos abiertos y al Hijo del hombre sentado a la derecha de Dios. Murió, imitando a Jesús en su muerte, perdonando a quienes le apedreaban y a los que habían decretado aquella muerte en razón de su fe.

             NOCHE DE PAZ
Serán llamados hijos de Dios.
He observado mucho estos días. Nació Jesús cuando todo el orbe estaba en paz.  He observado grupos, familias, He atisbado ambientes  de muchos tipos y en circunstancias muy aparentemente preparadas para fomentar el clima de paz. Y me ha causado un doloroso sentimiento descubrir cómo se coge  tan frecuentemente el rábano por las hojas para venir a crear puyas y formas que dan al traste con toda esa postiza parafernalia con la que se quiso escenificar el buen entente de una familia, de un colectivo, de una comunidad.  Y comprendo aquello de Jesus de “que no se pueden sacar higos de los abrojos”.
He visto el directo o indirecto “reventador” que, con apariencias de suavidad, ha traído a colación “noticias” (que no son tales), comentarios por la bajo mientras se está escuchando algo importante, y siempre dejando la “pequeña nota negativa” (típica del “enterado de todo” y sabedor de mucho menos), pero que es lo suficiente para poner la nota contraria al pacificador que, siquiera en estos días –por lo que representan-, podría guardarse su sarcasmo, su palabra subterránea.
He visto ese juego infantil que cree que por cambiar una colocación de sillas, mesas, butacas…, o porque son días para tomar juntos un licor, ha pensado que ya estaba uniendo a los desavenidos, apaciguando a los criticones, o “creando ambiente” de paz.
¡Qué infantilismo!  El que es agente de paz lo es sin nada de eso. El que es agente guerrillero, displicente, murmurador, ávido de trasmitir malas noticias, lo sigue haciendo.
Y es que el tema del CAMBIO no es nunca el efecto de cuatro ideas “renovadas” –con toda la buena voluntad que se quiera-, pero que las ideas no cambian el mundo. En LA PERSONA, es el corazón y lo que alberga el corazón, lo que realmente tiene el secreto de un cambio. Y el corazón lleva sus rincones de gusanera en este ambiente de tensiones en que el arte más practicado es el de aquel que iba por la calle y se acercaba a los dos que venían frente a él para decirles: “¿De qué van hablando Vds para que yo me oponga?”
Los políticos que nos han tocado y “las fuerzas vivas”, son el anti-ejemplo más evidente de lo que es sembrar paz. Y una buena parte del clima de tensiones que se masca en la gente de a pie, y que ya son “manzanas podridas” en el cesto popular, son efecto mimético de esa casta política y social que nos está conduciendo a un precipicio humano.
La PAZ de la bienaventuranza exige que el propio corazón esté limpio (ya hablamos de ello). Requiere que la PAZ esté asimilada y sea el substrato de la persona y la “cama” de la caridad. Requiere que no sea persona que simplemente vive en paz “su paz”, sino que contagia, trasmite, “impone” paz (y no por la fuerza sino por su mismo ejemplo y su modo de hacer). Es un sembrador de paz que, unas veces la lleva en su hablar y modo de hablar; otras en su silencio y su SABER CALLAR. El que al sarcasmo responde con una sonrisa; a la ofensa con una bondad. (Ese “pacificador” ha orado mucho, ha “combatido” mucho, ha hecho “mucha guerra” contra si mismo. Por eso está entrenado y en plenas facultades para poner bondad donde hay malicia o segundas intenciones).
Para ellos está expresada la felicidad de ser llamados HIJOS DE DIOS. Y “ser llamados” es un eufemismo bíblico para decir que ellos son hijos de Dios que llevan en si la impronta de la PAZ DE DIOS que han reflejado de Padre. Diría la gente: “son hijos de tal padre”…, son los verdaderos discípulos de Jesús.  Por ello, lo mismo que con Jesús las gentes se arremolinaban porque de Él salía una fuerza que sanaba a todos, así ocurre con el PACÍFICO DE CORAZÓN: que se le busca porque a su lado siente una  seguridad. Sabe uno que allí no va a surgir la palabra que “revienta” la tranquilidad, ni la media palabra que parece que nada dice y que –sin embargo- deja ya el veneno en el aire.

Cuando ese ser pacífico y pacificador está en un grupo, en una comunidad, en una tertulia, allí se respira otro aire. Porque tiene el arte de echar el capote y hacer el quite para que la embestida del burel no hiera a nadie de ese grupo…

miércoles, 25 de diciembre de 2013

De ZENIT: Bendición Urbi et Orbi

25 de diciembre de 2013 (Zenit.org) - El papa Francisco impartió este domingo de Navidad al medio día, la bendición Urbi et Orbi, ante una abarrotada plaza de San Pedro, con los fieles que llenaban incluso Vía de la Conciliación. 
El papa hizo un discurso que más bien ha sido una oración pidiendo a Dios por la paz del mundo, e indicó los principales lugares de conflicto, así como la tragedia que vieven los inmigrantes. A los creyentes les pidió que recen por esta intención y a los no creyentes que la deseen. 
"A todos ustedes, queridos hermanos y hermanas, venidos de todas partes del mundo a esta Plaza, y a cuantos desde distintos países se unen a nosotros a través de los medios de comunicación, les deseo una ¡Feliz Navidad!" dijo el papa desde el balcón de la logia de la basílica de San Pedro.
"En este día, iluminado por la esperanza evangélica que proviene de la humilde gruta de Belén, pido para todos ustedes el don navideño de la alegría y de la paz: para los niños y los ancianos, para los jóvenes y las familias, para los pobres y marginados. Que Jesús, que vino a este mundo por nosotros, consuele a los que pasan por la prueba de la enfermedad y el sufrimiento y sostenga a los que se dedican al servicio de los hermanos más necesitados. ¡Feliz Navidad!".
Minutos antes leyó sus palabras por la Navidad, que reportamos íntegras a continuación.
"Queridos hermanos y hermanas de Roma y del mundo entero, ¡Buen díay feliz Navidad!Hago mías las palabras del cántico de los ángeles, que se aparecieron a los pastores de Belén la noche de la Navidad.
Un cántico que une cielo y tierra, elevando al cielo la alabanza y la gloria y saludando a la tierra de los hombres con el deseo de la paz.Les invito a todos a hacer suyo este cántico, que es el de cada hombre y mujer que vigila en la noche, que espera un mundo mejor, que se preocupa de los otros, intentado hacer humildemente su proprio deber.
Gloria a Dios.A esto nos invita la Navidad en primer lugar: a dar gloria a Dios, porque es bueno, fiel, misericordioso. En este día mi deseo es que todos puedan conocer el verdadero rostro de Dios, el Padre que nos ha dado a Jesús. Me gustaría que todos pudieran sentir a Dios cerca, sentirse en su presencia, que lo amen, que lo adoren.Y que todos nosotros demos gloria a Dios, sobre todo, con la vida, con una vida entregada por amor a Él y a los hermanos.
Y paz a los hombres. La verdadera paz no es un equilibrio de fuerzas opuestas. No es pura "fachada", que esconde luchas y divisiones. La paz es un compromiso artesanal, que se logra contando con el don de Dios, con la gracia que nos ha dado en Jesucristo.
Viendo al Niño en el Belén, Niño de paz, pensemos en los niños que son las víctimas más vulnerables de las guerras, pero pensemos también en los ancianos, en las mujeres maltratadas, en los enfermos… ¡Las guerras destrozan tantas vidas y causan tanto sufrimiento!Demasiadas ha destrozado en los últimos tiempos el conflicto de Siria, generando odios y venganzas. Sigamos rezando al Señor para que el amado pueblo sirio se vea libre de más sufrimientos y las partes en conflicto pongan fin a la violencia y garanticen el acceso a la ayuda humanitaria.
Hemos podido comprobar la fuerza de la oración. Y me alegra que hoy se unan a nuestra oración por la paz en Siria también creyentes de diversas confesiones religiosas. No perdamos nunca la fuerza de la oración. La fuerza para decir a Dios: Señor, concede tu paz a Siria y al mundo entero.
Y también a los no creyentes les invito a desear la paz, con un deseo que amplía el corazón, con la oración o el deseo, pero todos por la paz.
Concede la paz, Niño, a la República Centroafricana, a menudo olvidada por los hombres. Pero tú, Señor, no te olvidas de nadie. Y quieres que reine la paz también en aquella tierra, destrozada por una espiral de violencia y de miseria, donde muchas personas carecen de techo, agua y alimento, sin lo mínimo indispensable para vivir. Que se afiance la concordia en Sudán del Sur, donde las tensiones actuales ya han provocado víctimas y amenazan la pacífica convivencia de este joven Estado.
Tú, Príncipe de la paz, convierte el corazón de los violentos, allá donde se encuentren, para que depongan las armas y emprendan el camino del diálogo. Vela por Nigeria, lacerada por continuas violencias que no respetan ni a los inocentes e indefensos. Bendice la tierra que elegiste para venir al mundo y haz que lleguen a feliz término las negociaciones de paz entre israelitas y palestinos.
Sana las llagas de la querida tierra de Iraq, azotada todavía por frecuentes atentados.Tú, Señor de la vida, protege a cuantos sufren persecución a causa de tu nombre. Alienta y conforta a los desplazados y refugiados, especialmente en el Cuerno de África y en el este de la República Democrática del Congo.
Haz que los emigrantes, que buscan una vida digna, encuentren acogida y ayuda. Que no asistamos de nuevo a tragedias como las que hemos visto este año, con los numerosos muertos en Lampedusa, no sucedan nunca más. 
Oh Niño de Belén, toca el corazón de cuantos están involucrados en la trata de seres humanos, para que se den cuenta de la gravedad de este delito contra la humanidad. Dirige tu mirada sobre los niños secuestrados, heridos y asesinados en los conflictos armados, y sobre los que se ven obligados a convertirse en soldados, robándoles su infancia.
Señor, del cielo y de la tierra, mira a nuestro planeta, que a menudo la codicia y el egoísmo de los hombres explota indiscriminadamente. Asiste y protege a cuantos son víctimas de los desastres naturales, sobre todo al querido pueblo filipino, gravemente afectado por el reciente tifón.
Queridos hermanos y hermanas, en este mundo, en esta humanidad hoy ha nacido el Salvador, Cristo el Señor. No pasemos de largo ante el Niño de Belén. Tenemos miedo de esto, no tengamos miedo que nuestro corazón se conmueva.
Dejemos que nuestro corazón se conmueva, se enardezca con la ternura de Dios; necesitamos sus caricias.Las caricias de Dios no producen heridas, las caricias de Dios nos dan paz y fuerza, necesitamos las caricias de Dios.
El amor de Dios es grande; a Él la gloria por los siglos. Dios es nuestra paz: pidámosle que nos ayude a construirla cada día, en nuestra vida, en nuestras familias, en nuestras ciudades y naciones, en el mundo entero. Dejémonos conmover por la bondad de 

Tomado de ZENIT: Homilía en "Misa del Gallo"

Homilía del santo padre Francisco en la Misa del Gallo
Por Redacción
CIUDAD DEL VATICANO, 24 de diciembre de 2013 (Zenit.org) - El santo padre Francisco ha presidido en la basílica Vaticana, a las 21.30, la Santa Misa de la Noche por la Solemnidad de la Navidad del Señor. Durante la celebración eucarística, después de la proclamación del Evangelio, el papa ha pronunicado la siguiente homilía.
1. «El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande» (Is 9,1).
Esta profecía de Isaías no deja de conmovernos, especialmente cuando la escuchamos en la
Liturgia de la Noche de Navidad. No se trata sólo de algo emotivo, sentimental; nos conmueve porque dice la realidad de lo que somos: somos un pueblo en camino, y a nuestro alrededor –y también dentro de nosotros– hay tinieblas y luces. Y en esta noche, cuando el espíritu de las tinieblas cubre el mundo, se renueva el acontecimiento que siempre nos asombra y sorprende: el pueblo en camino ve una gran luz. Una luz que nos invita a reflexionar en este misterio: misterio de caminar y de ver.
Caminar. Este verbo nos hace pensar en el curso de la historia, en el largo camino de la
historia de la salvación, comenzando por Abrahán, nuestro padre en la fe, a quien el Señor llamó un día a salir de su pueblo para ir a la tierra que Él le indicaría. Desde entonces, nuestra identidad como creyentes es la de peregrinos hacia la tierra prometida. El Señor acompaña siempre esta historia. Él permanece siempre fiel a su alianza y a sus promesas. «Dios es luz sin tiniebla alguna» (1 Jn 1,5). Por parte del pueblo, en cambio, se alternan momentos de luz y de tiniebla, de fidelidad y de infidelidad, de obediencia y de rebelión, momentos de pueblo peregrino y de pueblo errante.
También en nuestra historia personal se alternan momentos luminosos y oscuros, luces y
sombras. Si amamos a Dios y a los hermanos, caminamos en la luz, pero si nuestro corazón se cierra, si prevalecen el orgullo, la mentira, la búsqueda del propio interés, entonces las tinieblas nos rodean por dentro y por fuera. «Quien aborrece a su hermano –escribe el apóstol San Juan– está en las tinieblas, camina en las tinieblas, no sabe adónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos» (1 Jn 2,11).
2. Pueblo en camino pero pueblo peregrino que no quiere ser pueblo errante. En esta noche, como un haz de luz clarísima, resuena el anuncio del Apóstol: «Ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres» (Tt 2,11).
La gracia que ha aparecido en el mundo es Jesús, nacido de María Virgen, Dios y hombre
verdadero. Ha venido a nuestra historia, ha compartido nuestro camino. Ha venido para librarnos de las tinieblas y darnos la luz. En Él ha aparecido la gracia, la misericordia, la ternura del Padre: Jesús es el Amor hecho carne. No es solamente un maestro de sabiduría, no es un ideal al que tendemos y del que nos sabemos por fuerza distantes, es el sentido de la vida y de la historia que ha puesto su tienda entre nosotros.

3. Los pastores fueron los primeros que vieron esta “tienda”, que recibieron el anuncio del
nacimiento de Jesús. Fueron los primeros porque eran de los últimos, de los marginados. Y
fueron los primeros porque estaban en vela aquella noche, guardando su rebaño. El peregrino hacía la vela, y ellos la hacían. Con ellos nos quedamos ante el Niño, nos quedamos en silencio. Con ellos damos gracias al Señor por habernos dado a Jesús, y con ellos, desde dentro de nuestro corazón, alabamos su fidelidad: Te bendecimos, Señor, Dios Altísimo, que te has despojado de tu rango por nosotros. Tú eres inmenso, y te has hecho pequeño; eres rico, y te has hecho pobre; eres omnipotente, y te has hecho débil.
Que en esta Noche compartamos la alegría del Evangelio: Dios nos ama, nos ama tanto que
nos ha dado a su Hijo como nuestro hermano, como luz para nuestras tinieblas. El Señor nos dice una vez más: “No teman” (Lc 2,10). Como han dicho los ángeles a los pastores, 'no teman'. Y también yo les repito: No teman. Nuestro Padre tiene paciencia con nosotros, nos ama, nos da a Jesús como guía en el camino a la tierra prometida. Él es la luz que disipa las tinieblas. Él es la misericordia. Nuestro Padre perdona siempre. Él es nuestra paz. Amén.

La gran fiesta de la Natividad de Jesús

NAVIDAD DE JESÚS      
             Cronológicamente es el momento más grande la historia humana: Dios se mete entre la humanidad, en la pequeñez de un niño. La liturgia –que siempre fue la pedagogía más cercana al pueblo, desdobló este inmenso hecho es 4 Misas diferentes en formulario y momento. Comienza el ciclo de Navidad con una Misa de la “víspera”. Corresponde a la tarde del día 24, y anuncia la gran noticia de que la humanidad ya no será “la abandonada”, sino la que encuentra el placer inmenso espiritual al modo que es el del esposo con la esposa. Un placer plenificador. ¡Y sólo es “anuncio”, pero ya muy cercano.
             La Misa de medianoche (o “del Gallo”, que –por razones de seguridad y vejez) se le adelanta a hora prudente de la tarde. Evidentemente pierde su encanto de ese nacimiento “a medianoche” (“cuando un silencio profundo lo llenaba todo y la noche llegaba a su mitad”).  Será la Misa en la que se narre el nacimiento de Jesús y el anuncio a os pastores. Tiene una fuerza emotiva impresionante.
             Misa de la Aurora, porque aquello de que la nochebuena no la podéis dormir, es una realidad. Y los fieles permanecían en vela porque el misterio de Belén no había acabado. Los pastores, que acuden a la llamada, dejando todo y viniéndose a la aventura de encontrar al Mesías, al Señor…, ¡EN UN PESEBRE!, es de las cosas más inauditas.  Pero allí adoraron y ofrecieron, y se admiraron.
             La Misa del día da un salto vertiginoso, y puede uno comprender que los fieles quedan un poco “de puntillas” porque venían a celebrar el nacimiento de Belén y se encuentran con las profundidades del origen divino de Jesús: “En el principio ya existía el Verbo y el Verbo era Dios y estaba junto a Dios”
             O sea: uniéndolo todo en esta última Misa, el Niño que ha nacido de María, en un pesebre, anunciado a los pastores que vienen a adorarlo, es El Señor, el Mesías, el Salvador… es el mismo Verbo eterno de Dios, tan Dios como Dios mismo. Pero ¡he aquí lo impresionante!, es tan hombre como un hombre cualquiera, que empieza por “lo cualquiera” de un Niño recién nacido.
             Se ha cerrado el círculo que quería dejar claro la Navidad.
             Por tanto: no estamos celebrando meramente “las navidades”, como fiestas, descanso, viajes, comidas, reuniones de familia, felicitaciones y deseos de paz (¿de qué paz?), bebidas en exceso, iluminaciones que nada expresan, figuras grotescas de Papa Noel, hasta gateando por la fachadas…, reclamos de comercios, regalos y más regalos (y luego…, ¡”la crisis”!) con bolsas de acá para allá y hasta en manos de quienes no tienen lo suficiente…, pero hacen regalos… Ojalá todos disfruten, pero ¿en razón de qué, en referencia a qué?  Recibí un montaje típico de estas fechas que era una delicia de paz, felicidad, ternura, familia, viajes, árbol, gozo, cantos, abrazos… ¡Ni una sola palabra de Jesús!
             TENEMOS QUE DESPEGAR LOS CATÓLICOS, y aunque no vamos a poder cambiar un desvío tan radical de una sociedad descristianizada, sí que estamos en condiciones de defender, propagar, difundir la idea y el sentir profundo de que todas aquellas cosas estarán ahí, pero la única razón de ser es JESÚS NACIDO EN BELÉN hace 2010 años…, y con tal influencia en la historia de la humanidad que dividió el tiempo en antes de Cristo y después de Cristo
             Si nos quitan a Jesús como referente de la Navidad, ¿qué nos queda? ¿Renos, carrozas, Papá Noel (para hacer doble gasto en estas fechas), niños consumistas que ya no tienen idea de por qué están recibiendo esos regalos?
             Confieso que yo no soy particularmente devoto del “Niño Jesús”. Que me parece un receso al sentimentalismo cuando se reduce a mirar al “Niño Jesús” como si ese Niño naciera cada año en un portento de cosa rara. Ese Niño tiene hoy, en Navidad, un especial atractivo admirado, porque Dios se hizo Niño. Pero ese Niño creció, se desarrolló, vivió, hizo muchas cosas, padeció pasión y muerte, y resucitó. Por eso en la fe completa de este día de Navidad no debemos prescindir de todo eso otro.  Porque nosotros TENEMOS QUE CRECER, y no quedarnos aniñados en una fe sin espoleta que mueva hacia adelante. Tenemos que VIVIR UNA VIDA, pero que no es el mero “tirar de la vida”, ¡porque Jesús vivió una vida plena y a tope…, y enseñó los caminos para estar con El!  Porque la pasión no ha acabado: Padece todo hombre Y HAY MUCHOS QUE PADECEN MUCHO, y la Pasión de Jesús que ya quedó dibujada en el pesebre (por “no haber sitio para ellos en la posada”), está clamándonos a gritos. Porque ese Niño tan dulce, MURIÓ DESANGRADO, sin figura humana.  Y además, sigue muriendo en cada uno que muere, que sufre la terrible agonía de la ruptura de la persona.

             TODO ESO ESTABA YA EN BELÉN. Y aunque ahora toca vivir la satisfacción y el gozo del Niño, pero no nos quedemos en “el Niño”…, PORQUE NOSOTROS SOMOS MAYORES, y a la par que podemos gozar arrullando al recién nacido, vivámoslo desde la madurez de saber crecer y vivir según los pasos de JESÚS EN EL EVANGELIO…, Evangelio total, sin pacializarlo.

martes, 24 de diciembre de 2013

24 dcbr.:PAZ A LOS QUE AMA EL SEÑOR...

24 diciembre
          Con esta Misa se cerrará ya el período de adviento. En la lectura nis sitúa en el marco importantísimo de David que ha puesto EN PAZ todos sus reinos. Entonces es cuando piensa que es el momento de hacer un Templo digno para el Arca de Dios. El profeta Natan recibe una comunicación de Dios para David: cierto que David es un amado y privilegiado de Dios, de quien ha recibido tantos beneficios. Sin embargo no será él quien construya el templo.
        La liturgia corta ahí el relato porque será cuando todoel orbe esté en paz, cuando Dios se construya su verdadero Templo, no ya con los símbolos de su presencia (como en el Arca) sino en la realidad insospechada del hijo de David..., que viene en nombre del Señor y que Él será el NUEVO ARCA que encierra en sí la misma realidad de Dios.
        Estamos en los umbrales mismos del NACIMIENTO DEL HIJO DE DAVID, que va a nacer de María, Virgen, en la profunda paz que deja la noche..., cuando llegue a la mitad de su carrera y resuene la Palabra misma de Dios en el Hijo.
        El cántico de Zacarías, ene l Evangelio de hoy es una explosión de alegría por la venida del Mesías de Dios, Sol que nace de lo alto...

             CUANDO EL ORBE ENTERO ESTABA EN PAZ
             Hoy me quedo ahí. Se trata de vivir la noche de hoy en aquel mismo ambiente de PAZ que reinaba en el momento. Esa PAZ que hacía posible que encontrara “espacio” y momento la realización de la PROMESA DE DIOS.
             Estábamos tratando de los pacíficos…  Hoy hay que detener la cámara y fijar el objetivo es esa PAZ.
             PAZ a los hombres a los que ama el Señor (a todos). Paz también en CADA UNO. Paz hacia los demás, pero paz que brota de la propia paz, porque si uno mismo no tiene paz dentro, nadie puede dar lo que no tiene. El secreto, pues, de la paz está en el propio corazón. Y que hoy podamos or pasando la mirada lentamente –como en un barrido de cámara, y podamos ver rostros, personas, situaciones nuestras…, y podamos verlo de frente con un sentimiento gozoso de que nada ni nadie pueda ya alterarme la paz. Nada ni nadie. ¡Eso es fundamental!  No se reduce nuestros ojos limpios por el colirio de la paz, y podemos mirar de frente a todo lo que se nos ponga por delante, y podamos decir: “Yo ya estoy en paz con esa persona y con esas situaciones que me quitaron la serenidad”.  En realidad, el triunfo pleno es que mi corazón está en paz. Que he adquirido las gafas de la paz y que a través de sus cristales, nada me turba, nada me espanta. Y hoy empezaré ya el bonito ejercicio de mirar a los ojos de cualquiera y de cualquier situación, porque me siento pacificado en mi corazón y no hay razón ni motivo para que yo pierda el tesoro maravilloso de MI PAZ. Mía, sí, pero que generosamente sale hacia afuera con esa grandeza de brazos extendidos que abarcan al mundo entero, y a tales y cuales personas en particular.
             Es que en esa cuna (o pesebre) es donde se recostará JESÚS.  Y desde ese Dios de paz tomaremos la antorcha de la paz para irla llevando al mundo. Para devolver sonrisas por insulto, rostro sereno ante la ofensa, luz del alma ante la oscuridad de la soledad (a veces proveniente de que otros no quisieron saber nada).  LA PAZ DE JESÚS es mucho más larga que el desamor de otros.
             PAZ que encierra una perla tan preciosa como que el pacífico será llamado hijo de Dios, de la misma estirpe de Dios…, quien podrá llamar PADRE  a Dios con un título más expreso de “hijo”, porque la paz constituye esa relación, y la contagia.
             Cuando actuó Jesús en su vida pública, se encontró con la dificultad de que los que no eran personas de paz, le hicieron frente; pero estaba ya muriéndose cuando pronunció ese testamento inmenso: Perdónalos, Padre, porque no saben lo que hacen. Nadie dio por enemigo, por culpable. Cuando el depósito interior de la paz está repleto, nada lo puede alterar.

      El blog os desea que viváis una verdadera Navidad, la que tiene por centro a Jesús y vive la Paz de Jesús.
      Y gozaríamos mucho si –por una vez- tantos que abrís este blog en las remotas regiones del orbe, EXPRESÁRAIS VUESTRA ALEGRÍA DE NAVIDAD DE JESÚS con un breve comentario vuestro expresado en el blog.  [Que no excluiría alguna observación constructiva para que sea más el blog abierto a quienes lo siguen]


      Por lo pronto el blog os desea una Navidad muy feliz. Que el primer invitado de esta noche sea Jesús. Y que vuestra celebración rezume alegría interior y paz.