lunes, 30 de septiembre de 2019

30 septiembre: No es de los nuestros


LITURGIA
                      El profeta Zacarías (8,1-8) nos trasmite el sentimiento de Dios a favor de su pueblo: Siento gran celo por Sión; volveré a Sión y habitaré en medio de Jerusalén. Y una señal de esa presencia será que habrá ancianos y ancianas que, de viejos, tendrán que apoyarse en bastones, y las calles de Jerusalén se llenarán de muchachos y muchachas que jugarán en la calle. Descripción sencilla de la prosperidad de ese pueblo restaurado por la vuelta del pueblo a su patria y a su ciudad santa. Advierte Dios que puede haber quien no dé crédito a ello, pero Dios se compromete a liberar a su pueblo y lo traeré para que habite en Jerusalén. Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios con verdad y con justicia.

          Una vez más encontramos a Jesús poniendo a los niños como ejemplo del modo en que hay que vivir el reino. (Lc.9,46-50). Es que los apóstoles se habían puesto a discutir entre ellos, cuál era el mayor y más importante. Y Jesús quiere mostrarles que en el Reino, el más pequeño es el más grande. Y por eso pone a un niño a su lado y dice que el que acoge a un niño, lo acoge a él. Y por tanto que el secreto del reino está en esa sencillez del niño y no es las disputas sobre quién es el más importante. Lección que se ve que les costaba asumir a aquellos hombres, por otra parte gente sencilla, pero con el amor propio vivo, y que por más que Jesús se lo había explicado de muchas maneras, no lo captaban.
          Y tan no lo captaban que ahí tenemos el caso a continuación. Viene Juan tan ufano a decirle a Jesús la machada que ha hecho: Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y como no era de los nuestros, se lo hemos querido impedir. “No era de los nuestros”, “no era de nuestro grupo”. Y entonces Juan se vuelve celoso del grupo y pretende impedirle a ese hombre hacer una obra buena y que hacía en nombre de Jesús.
          Parece que es una exageración de Juan pero la realidad es que es vicio generalizado: que defendemos lo “nuestro” aunque a veces no hay una oposición por parte de otros grupos u opiniones. Sólo que “no son de los nuestros” y ese título es el que nos da derecho a creer que lo propio es siempre lo mejor, con menoscabo de la acogida que debemos dar a otros que también trabajan en el nombre de Jesús.
          Jesús respondió enseguida: No se lo impidáis: el que no está contra nosotros, está a favor nuestro. Así de sencillo y de razonable. Y clara lección para echar nosotros un corazón mucho más amplio para acoger a otros que “no son de nuestro grupo”, que no tienen por qué pensar igual que nosotros, y que realmente están procediendo con rectitud, “echando demonios en nombre de Jesús”.
          Realmente es muy aplicable a esos celos y tensiones pueriles con las que unos grupos –llámense “cofradías”, “asociaciones”, Movimientos laicales de Iglesia…- viven muchas veces enfrentados, quizás a propósito de un estilo de vida, o de una determinada imagen titular que consideran mejor que la otra. Y no me refiero a belleza o expresión de las imágenes, en lo que vale hacer comparaciones. Me refiero a la advocación concreta, en la que se llegan a contraponer a dos Cristos, a dos Vírgenes, y en lo que se llega a afirmaciones y expresiones de tinte blasfemo. Y todo, porque “mi Cristo” es mejor que el tuyo; y “tu Virgen” es una cualquiera y la mía es la que vale.
          Y lo mismo en la manera de enjuiciar unos movimientos de la Iglesia, mirados desde el prisma del propio movimiento o asociación. Que también en ello hay prejuicios fuertes y no dignos de un pensamiento cristiano auténtico.
          Todo el problema es que “no es de los nuestros”. Y Jesús lo resuelve diciendo que quien no está contra nosotros, está a favor nuestro.

domingo, 29 de septiembre de 2019

29 septiembre: El abuso sobre el pobre


LITURGIA        Domingo 26-C, T.O.
                      La 1ª lectura, del profeta Amós (6,1.4-7) es una diatriba contra los jefes de Israel, que confían en el monte de Samaria y se acuestan en lechos de marfil, tumbados sobre las camas, se comen los corderos del rebaño y canturrean bebiendo vinos generosos, y no os doléis de los desastres de José. He ahí el verdadero problema: viven para sí y confiados en sí y en sus bienes y disfrutes, y prescinden de las penurias de los pobres del pueblo. El lujo y regalo que despliegan es una bofetada para los que están necesitados de lo más elemental.
          El juicio que hace el profeta es muy claro: Esos ricos irán al destierro. Se acabó la orgía de los disolutos.

          En el evangelio (Lc.16,19-31) Jesús dibuja una situación semejante en una parábola que dramatiza todo lo dicho en la 1ª lectura: hay un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Aparte del derroche inútil que significaba todo aquello, es que hay una contraposición flagrante con un mendigo llamado Lázaro que estaba echado en su portal, cubierto de llagas y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico, pero nadie se lo daba. Jesús ha trazado la terrible injusticia y abuso del rico y el desprecio al pobre (que es lo que quiere hacer resaltar la parábola).
          Amós decía que irán los ricos al destierro y se acabará con aquella situación de orgía en que habían vivido. Jesús explicita más la situación, cuando habla de la muerte de los dos personajes: el rico muere y lo entierran. Así de escueto. El pobre muere y los ángeles lo llevan al seno de Abrahán. Y ahora el rico mira hacia Lázaro y suplica. Ahora cuando ya las cosas se han decantado en una dirección y no tienen remedio. Pide que el pobre venga hasta él y le refresque la lengua con una gota de agua, porque se abrasa en aquellas llamas.
          Abrahán responde que no es posible. Aquel abismo que había establecido el rico en su vida, por el que no se dignó darle al pobre ni lo que a él le sobraba, ha abierto otro abismo, y por cierto infranqueable. De modo que no se puede pasar desde el seno de Abrahán al infierno, ni del infierno se puede acceder al seno de Abrahán. En vida fueron las cosas de una manera, y ahora se produce la contraria: ahora le toca a Lázaro gozar y tener consuelo, y al rico padecer.
          Pretende el rico que, al menos, pueda ir Lázaro a sus hermanos para advertirles y que no vengan a este lugar de tormento. Pero tampoco es posible. En realidad los hermanos tienen a Moisés y a los profetas que les anuncien el camino a seguir. Que si no les hacen caso a Moisés y a los profetas, no van a hacer caso ni aunque un muerto resucite.
          No hay que recurrir a medios extraños. La verdad debe acogerse por ser verdad y no por sucesos extraordinarios. Y no hace falta que un muerto vuelva a la vida y se aparezca. Lo que vale es acoger la enseñanza diaria.
          El mundo tiende a los hechos extraordinarios. Se mueve por situaciones llamativas, esotéricas. Dios gobierna el mundo desde lo normal, desde la verdad, desde la justicia y el respeto mutuo con que debemos tratarnos unos a otros.

          Bien dice Pablo a Timoteo (1ª,6,11-16) que tiene que practicar la justicia, la religión, la fe, el amor, la paciencia, la delicadeza. No tiene que venir ningún ángel del cielo a enseñarle. Pablo le exhorta a combatir el  buen combate de la fe, y que así conquiste la vida eterna a la que fue llamado y de la que hizo noble profesión ante muchos testigos. No tiene que resucitar un muerto: tiene que vivir de acuerdo con las enseñanzas recibidas y los compromisos adquiridos. Por eso, guarda el mandamiento sin mancha ni reproche hasta la venida de Nuestro Señor Jesucristo.

          Nosotros tenemos por delante la EUCARISTÍA como llamada profunda a vivir conforme a la verdad y a  la fe. Lo que la Eucaristía  no nos haga vivir el respeto y ayuda al pobre…, al dominio de nuestras pasiones de tener y gozar, no se va a conseguir por meros actos de voluntad ni causas externas. Es Jesús sacramentado que hoy nos cuenta a nosotros la parábola con la misma fuerza con que la contó en aquel momento y quiere que saquemos las consecuencias. Entre la verdad y la mentira, hay un abismo infranqueable, y eso hay que tenerlo resuelto en vida.



          Roguemos al Señor para que nos haga dignos de él

-         Que no confiemos en nuestras fuerzas ni en nuestros valores humanos. Roguemos al Señor.

-         Que practiquemos la justicia, la religión, la fe, el amor y la paciencia. Roguemos al Señor.

-         Que oigamos la palabra de Dios y la enseñanza de la Iglesia sin esperar hechos extraordinarios. Roguemos al Señor.

-         Que en la Eucaristía tengamos la fuente de la verdad y oigamos en ella a Jesús que nos enseña. Roguemos al Señor.


          Danos, Señor, la fidelidad a tu evangelio en la acogida y respeto del pobre.
          Tu que vives y reinas por los siglos de los siglos

sábado, 28 de septiembre de 2019

28 septiembre: Meteos esto bien en la cabeza


LITURGIA
                      Jerusalén es ciudad abierta, porque no tiene más límite que Dios. (Zac.2,1-5.10-11). Por eso se unirán a ella hombres de muchas procedencias, y Dios habitará en medio de ellos.
          Jerusalén es el anuncio de la Iglesia. La Iglesia no tiene fronteras. El mundo entero es su frontera. Y a ella pertenecen hombres y mujeres de todas las naciones, que encuentran un único Dios como su Dios, y él vive en medio de todos.

          De ahí el SALMO tomado del profeta Jeremías 31: El Señor nos guardará como pastor a su rebaño. Todos somos rebaño del Señor y todos estamos bajo esa mano inmensa protectora del Señor, que no deja que se pierdan sus ovejas.

          El evangelio es muy breve e incide en la misma idea que había quedado ayer como final del episodio de quién decís que soy yo. Por si los apóstoles no se han percatado de aquella realidad de un Mesías que ha de padecer y morir, hoy Lucas (9,44-45) nos presenta a Jesús que, entre la admiración general por lo que hacía, dijo a sus discípulos: Meteos bien esto en la cabeza: al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres. Es curioso el contexto: “en medio de la admiración general por lo que hacía Jesús”. Los apóstoles podían caer  en la tentación de dejar a un lado lo que habían oído, y dejarse llevar por el paso triunfal de Jesús, admirado por todos, y  haciendo él obras maravillosas. ¿Cuál era entonces la última verdad? ¿Jesús con sus milagros y sus poderes y admirado por las gentes, o el anuncio de padecimiento y muerte? Por eso Jesús viene hoy a advertirles que se metan bien en la cabeza lo que les ha anunciado y ahora les sintetiza: al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres.
          Ellos estaban perplejos. No entendían ese lenguaje, y todo les resultaba muy oscuro porque no sabían a qué atenerse: no cogían el sentido. Pero por otra parte Jesús les había hablado muy claro. Y juntamente ellos no querían entender aquello. El resultado era que ni entendían ni querían entender, y por eso les daba miedo preguntarle. Podía parecer que no se fiaban de lo que les decía. O que pretendían que tuviera otro sentido que el que aparecía a primera vista. El resultado es que no se atrevían a conocer la verdad; les daba miedo enterarse, y pretendían ocultarse a sí mismos la realidad que Jesús les anunciaba repetidamente.

          ¡Qué difícil es tragarse el dolor! ¡Cómo luchamos la vida entera para eludir el sacrificio! Lo que hicieron los apóstoles, pretendiendo no enterarse, como si así se pudiera eludir el sufrimiento, es lo que hacemos nosotros constantemente. Lo que pasa es que nos topamos con eso mismo a la vuelta de cada esquina. Y que el que pretenda vivir la vida cristiana de verdad, tiene que negar muchas cosas y evitar muchas situaciones y huir de muchas ocasiones para ser fieles a la vida que nos pide el Señor.
          El recurso fácil de muchos es disculparse a sí mismos de sus errores y fallos y siempre buscar una cabeza de turco a la que echarle las culpas, de modo que si no se vive de acuerdo con la voluntad de Dios, siempre hay algo o alguien a quien cargarle el mochuelo. Y suave y disimuladamente se va uno chafando de su propio error, y –como los apóstoles- el miedo a descubrir el anuncio de Jesús, les lleva a ocultar la propia ignorancia no preguntando, no examinando, no reconociendo.

viernes, 27 de septiembre de 2019

27 septiembre: ¿Quién dicen los hombres...?


LITURGIA
                      Sigue el profeta Ageo (2,1-10) recibiendo el oráculo del Señor que incita a la construcción del templo, y así lo trasmite al pueblo para que el pueblo se entusiasme con una obra tan importante. Dios promete que ese templo va a ser mejor que el primero, y en él se dará culto a Dios. Y Dios dará paz en este lugar.

          Es el espíritu que ha recogido el SALMO  42, que será muy difícil de repetir por el pueblo fiel, por ser muy largo, y que yo dejaría en la primera parte: espera en Dios, que volverás a alabarlo. Aquel pueblo que se había sentido tan mal en el destierro, tuvo un “resto” (de hecho muy numeroso) que se mantuvo fiel a su fe, a su Dios y a sus costumbres. Esperó en el Señor y ahora vuelve a alabarlo con todas sus fuerzas al regresar a Jerusalén y ver su templo reconstruido.

          El texto de Lucas es más que visto y más que tratado, y muy poco puede añadirse nuevo a lo que ya sabemos. 9,18.22 nos trae el episodio de Cesarea de Filipo (como sabemos por Mateo) en que Jesús quiere saber qué piensan de él sus discípulos, ahora que ha pasado algún tiempo desde la primera llamada, y se ha quedado más a un lado la poesía del encuentro. Ahora, en la madurez de la vida diaria, merece la pena saberse qué idea tienen ellos de la vida que están siguiendo.
          Pedagógicamente Jesús les ha puesto por delante una pregunta que no compromete: Qué dicen los hombres que es el Hijo del hombre. ¿Quién dicen las gentes soy yo? Ahí podían explayarse unos y otros porque sólo tenían que trasladar al momento las opiniones que habían ido oyendo en aquellas correrías por pueblo, aldeas y ciudades, junto a Jesús, que pasaba haciendo el bien y curando de toda enfermedad y dolencia.
          Las respuestas oscilaban poco: todas iban en línea espiritual: unos, que Juan Bautista, el personaje especial más cercano a la gente contemporánea. Otros que Elías, el profeta de Israel. Otros lo veían como alguno de los antiguos profetas que ha vuelto a la vida. Siempre era comparado con algún maestro de los que había tenido Israel.
          Y Jesús fue escuchando todas aquellas opiniones. Pero en su intención había algo más profundo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Era la pregunta clave. A Jesús le interesaba saber lo que sus apóstoles pensaban de él. No hubo lugar a saber la opinión de cada uno porque Pedro se adelantó a todos y contestó en el nombre de todos, por lo que quedó oculta la opinión de los demás.
          Pedro dijo: -El Mesías de Dios. Era una respuesta perfecta. Pedro había ido a la esencia de cualquier respuesta. Y dijo lo que no hubiera dicho ningún otro.
          No comenta Lucas ni una sola palabra de cómo acogió Jesús aquella respuesta. Lucas se limita a decirnos cómo Jesús quiso dejar claro lo que ese mesianismo comportaba. Y como única respuesta a la palabra de Pedro, dijo: El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y doctores de la ley, ser ejecutado y resucitar al tercer día. De modo que lo que aquellos hombres pueden esperar del Mesías, no es lo que el vulgo pensaba, de un mesianismo humano que iba a liberar del dominio romano. El Mesías que Pedro había confesado había que entenderlo en el sentido de un Mesías que iba a padecer. Que liberaba sufriendo mucho, despreciado por los jefes religiosos, y que acabaría en la misma muerte, ejecutado. Lo que daba sentido a todo eso es que al tercer día resucitará; que realmente va a ser un Mesías triunfador pero no al modo humano sino a la manera de Dios.
          No nos dice San Lucas la reacción de los Doce y por tanto la reacción de Pedro. No le interesa al evangelista ese detalle porque no va a variar en nada la cosa. Lo que hay que escuchar es a Jesús, que es el que lleva la verdad. Y eso lo ha explicitado detalladamente.
          Es la lección. No seguimos a un Cristo que nos soluciona los problemas. No seguimos una religión en la que todo va a pedir de boca. La fe no facilita la vida automáticamente. Sencillamente nuestra postura tiene que ser la del convencido de que la cruz y el sacrificio son parte substancial de la vivencia cristiana, y que por muchas tribulaciones hay que entrar en el Reino de Dios, o como también dice Pablo, tomando parte en los duros trabajos del evangelio.

jueves, 26 de septiembre de 2019

26 septiembre: La conciencia


LITURGIA
                      El texto de Ageo que tenemos hoy está conectado con el de Esdras que hemos tenido en días anteriores y pone un tanto de moviola sobre lo que hemos visto en días pasados. Diríamos que Ageo (1,1-8) expresa la actitud de la “oposición” a todo ese movimiento optimista de la reconstrucción del templo. Porque lo que hoy nos cuenta el profeta es la reticencia de un grupo que se opone a empezar esa obra del templo porque piensa que no es aún el momento. Y Ageo les hace caer en la cuenta de que el pueblo no prospera porque Dios no bendice esa actitud.
          Lo que el Señor quiere es que se preparen los materiales para rehacer el templo, lugar de oracion y casa de Dios, donde pueda complacerme y mostrar mi gloria.
          Lo que se saca en claro es que nunca llueve a gusto de todos. Que donde surge un movimiento, aparece el movimiento contrario. Lo que tiene una actualidad absoluta. Debe prevalecer lo que construye, lo que edifica, lo que da gloria a Dios, por encima de los otros intereses humanos e instintos de contrariedad de los críticos que destruyen más que construyen.

          Herodes, según Lc.9,7-9, estaba perplejo ante la obra de Jesús. Jesús hacía obras maravillosas cuya noticia llegaba a todas partes. Herodes no sabía a qué atenerse porque él comprendía que Juan Bautista hubiera podido ser el que las hiciera. Pero a Juan lo ha mandado decapitar él. ¿Acaso ha vuelto a la vida? Y como no tenía su conciencia tranquila, más temía. Y se preguntaba: ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas? No nos dice más el texto que tenemos hoy entre manos, por lo que poco más puede sacarse en claro. Lo cierto es que Herodes no sosegaba, porque le remordía la conciencia por la muerte del Bautista, que él había mandado realizar.

          Sería el tema a tomar en cuenta: cuando no se procede con intención recta, una conciencia sana debe “remorder”. No es lo peor el pecado que se ha cometido sino el no reconocerlo. Y al no reconocerlo, la conciencia grita porque no está de acuerdo con ese vivir “contra-conciencia”.
          Pero es un hecho que estamos viviendo unos tiempos en que una gran masa de personas ha llegado a aplastar los primeros brotes de la conciencia, y vive una vida desordenada con toda normalidad. Es la peor situación a que podía llegarse. Porque no es lo peor que el mundo viva contra la ley de Dios, sino que ni lo advierte. Es lo que Jesús describe como pecado contra el Espíritu Santo, que no tiene perdón.
          Todo pecado reconocido, y arrepentido el individuo, puede ser perdonado, por muy grave que sea. Dice Jesús que puede ser perdonada la misma “blasfemia contra Jesús, es decir, el ir contra su Palabra y contra su persona. No hay pecado que, reconocido y arrepentido, no pueda ser perdonado. Y aunque sea recalcitrante y no se reaccione hasta última hora.
          El pecado que no tiene perdón es aquel de Herodes que no tuvo vuelta atrás en su actitud. El pecado sin solución es el del que vive ya en tranquilidad con su propio pecado, al que ni llega a considerar ni advertir. Ignorancia culpable porque hubo que saltar barreras para romper con los principios éticos y morales, hasta llegar a quedar impasibles en conciencia.
          Así se explican tantos desmanes como estamos asistiendo en cada sesión de noticias, que parecen más un elenco de las barbaridades a que se ha decantado tanta gente, perdida la moral en todos sus aspectos. Nos informan muchas veces de personas que han cometido crímenes horrendos y que permanecen fríos e impasibles. ¿Cómo se puede llegar a eso si no es a base de haber pisoteado todos los mínimos principios humanos? Y no ya por religión, sino por pura ética.
          Otra cosa, es que la pérdida de la religión es lo que ha roto los moldes básicos de una vida en orden. Mientras se mantiene ese hilo de referencia del hombre con Dios, se conserva una línea básica que mira más arriba y que sabe que uno no es un ser independiente totalmente porque hay unos valores espirituales, un orden superior, un punto de referencia en la ley natural, recogida tan preciosamente en los diez mandamientos de la ley de Dios. Que ya bastarían para que el mundo mantuviera unas formas básicas de comportamiento y relación.

miércoles, 25 de septiembre de 2019

25 septiembre: La paz de Cristo


LITURGIA
                      Ha llegado ese momento de paz y tranquilidad de un pueblo que ha recuperado su Ciudad y su templo y su patria, y lo ha celebrado copiosamente.
          En la paz interior que mira atrás y hace un balance de lo vivido, Esdras mira ahora ese pasado del pueblo que no ha sido ejemplar, y  siente abatimiento y rasga sus vestidos y confiesa las culpas: Dios mío, me avergüenzo y me sonrojo al levantar mi rostro ante ti, porque estamos hundidos por nuestros pecados y nuestro delito es tan grande que llega al cielo.
          Y supuesta esa realidad que no quiere ocultar a los ojos de Dios, viene ahora el agradecimiento de todo lo que el Señor les ha bendecido: Pero ahora en un instante, el Señor nuestro Dios se ha compadecido de nosotros, otorgando a un resto su lugar santo. Por encima y más allá de las fallas de ese pueblo a través de su cautiverio, Dios ha estado bendiciendo y ahora les acoge en su tierra. Antes éramos esclavos, pero nuestro Dios no nos abandonó en nuestra esclavitud: nos granjeó el favor de los reyes de Persia y nos dio ánimos para levantar el templo de nuestro Dios. Tras el humilde reconocimiento del pecado del pueblo, lo que queda ahora y sobresale es la acogida misericordiosa de Dios.

          Bendito sea Dios, que vive eternamente, repetimos con el salmo, tomado del libro de Tobías, recordando el misterio de Dios que corrige pero que se mueve a misericordia.

          En el evangelio, Lucas (9,1-6) nos presenta la misión apostólica. Jesús reunió a los Doce y les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades. Ahí están los Doce, con la mismo misión, poder y autoridad cada uno de ellos, sin excepción.
          Luego los envió a predicar, proclamando el Reino de Dios y curando a los enfermos. Iban con unas condiciones: No llevar nada para el camino: ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero, ni túnica de repuesto. Lo que pretende Jesús es que sean conscientes de que la obra que van a realizar no es fruto de unos componentes humanos y de las fuerzas de ellos. La obra que van a realizar es obra de Dios, y Dios no necesita de los recursos humanos. Como el día que envió a Gedeón a la batalla y le estorbaban los miles de hombres que se habían alistado en el ejército, y se los seleccionó hasta que quedó un grupo reducido. Y con ese había de sacar adelante la causa de Dios.
          Aquí Jesús no quiere apoyaturas humanas y les envía desprovistos aun de lo más elemental material. En la vida del Venerable P. Tarín, gran misionero popular, que viajaba a sus misiones con un saco de mano, se cuenta de una misión que resultó fallida, y el buen Padre lo atribuía a que había llevado consigo demasiadas cosas. ¡Y la verdad es que no llevaba nada!
          Lo que han de llevar consigo es la humildad de quedarse en la casa que los reciban, y allí saludar con la paz, y llevar a las gentes esa paz. Hasta os vayáis a otro sitio y sigáis el mismo modo de proceder.
          Si alguien no os recibe porque no vive en son de paz, no perdáis la calma. Simplemente salid de ese sitio, sacudid el polvo de los pies para probar su culpa y marcharos a otro sitio que os reciba.
          Ellos se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando la buena noticia del Reino de Dios, y curando enfermedades. Estaban viviendo el apostolado en su esencia más simple y más grande: proclamar la Buena Noticia, y eso ya era su paga más importante.
          Para más abundamiento, curaban a los enfermos en todas partes, haciendo así efectivo el Reino.

          Hoy permanece la misión: el apóstol sigue presentando la riqueza de la Buena Noticia. Pero la “curación de enfermedades” está expresada en las enfermedades espirituales. A las físicas no se extiende actualmente el poder del apóstol. Pero en lo espiritual sigue habiendo una serie de males a los que sí puede acudir el mensajero de la Buena Noticia, y sanar muchas situaciones que sólo se pueden tocar desde la fe y la gracia de Dios. Y la paz. Porque en un mundo convulso y derrotado, el apóstol no puede desanimarse ni perder la paz. Le toca intentar entrar en las conciencias, pero si no los reciben, ni no los acogen, sencillamente les toca sacudir el polvo de los pies y que quede claro que no fue por ellos por los que no pudo llegar la paz.

martes, 24 de septiembre de 2019

24 septiembre: Anteponer a Dios


LITURGIA  Ntra. Sra. de la Merced
                      Hoy es una fiesta mariana muy popular y al mismo tiempo con diversas connotaciones que hemos de incluir en nuestras oraciones. Protectora y Patrona de los encarcelados, que se acogen a la merced de María. Patrona de Cataluña, que tanto necesita para que haya en aquella región una paz y concordia entre los ciudadanos. Y Patrona de muchas personas que llevan el nombre de “Mercedes”. Por supuesto, las Congregaciones religiosas de Mercedarios y Mercedarias.
          Una fiesta, pues, para tomarla en cuenta en nuestra oración y vivencia espiritual, uniéndonos a todas esas intenciones.

          Esdras 6,7-8.12.14-20 nos sigue admirando con la actitud honrada y respetuosa con la religión de aquellos reyes persas. Ayer era Ciro. Hoy es Darío, quien da orden de que se contribuya a la reconstrucción del templo judío con fondos oficiales. Es como una compensación por el expolio que había sufrido en el destierro el pueblo aquel.
          Se cumplía la profecía que había hecho Ageo y Zacarías. Y con aquellas ayudas se pudo avanzar más rápidamente en la reconstrucción del Templo de Jerusalén.
          El templo se acabó el año 6º del reinado de Darío, y los israelitas celebraron con gran júbilo y grandes ofrecimientos y sacrificios la terminación de las obras. Asignaron sacerdotes para el servicio del templo, e inmolaron la víctima pascual de la que todos participaron.

          En el evangelio tenemos un texto que encaja bien con la fiesta de hoy –de la Virgen de la Merced-, al mismo tiempo que nos deja un fiel ejemplo de libertad interior, por la que Jesús no se deja cambiar sus planes mesiánicos por motivos de afecto.
          Lc.8,19-21 es el caso de los familiares de Jesús que traen a María, la madre, para ver a Jesús. Pero no pueden llegar a él porque está rodeado de mucha gente que le escucha y a la que él le explica las características del Reino.
          Como no pueden llegar hasta él, le envían un recado: Tu madre y parientes están ahí fuera y quieren verte. Jesús no dejó por eso la obra que estaba haciendo. Para verse con su familia había tiempo. Ahora su labor está donde está, y eso es a lo que tiene que atender. Ya había anunciado él que hay que posponer los afectos familiares cuando hay una superior llamada vocacional. Y contestó: Mi madre y mis hermanos son éstos: los que escuchan la palabra de Dios y la ponen por obra.
          La lección es mucho más práctica de lo que parece a primera vista. Las “cosas de Dios” se anteponen a lo demás, incluso a afectos tan importantes como filiales y familiares. No digamos a otras ocupaciones o distracciones.
          No es extraño escuchar a los fieles que “no tienen tiempo” para atender su oración y las cosas de su espíritu. Señal de no haber establecido una jerarquía en la importancia de las cosas. Y se va posponiendo lo espiritual para “después de”, lo que significa que nunca le llega la hora. Y cuando ha llegado la noche, el cansancio, el sueño, el olvido, hace que aquello se haya perdido aquel día. Y el otro y el otro.
          Hay que saber poner nuestro mundo espiritual “antes de”, y que así no pase de largo durante el día. No siempre podrá ser lo primero del día, pues el trabajo tempranero no deja espacio para un rato de oración. Pero puede ser “antes de” la merienda, “antes de” tal programa de televisión, de modo que no se entrará en esos tiempos sin que se haya tenido un espacio tranquilo para dedicarlo al Señor. Y no digamos ya cuando se trata de la Misa, a la que debemos frecuentar y que pueda encajar en horarios posibles en la vida de la persona.
          Todo está en que, al modo de Jesús, mi madre y mis parientes son éstos…, estas obligaciones espirituales, porque “no sólo de pan vive el hombre sino de toda palabra salida de la boca de Dios”. Y esa Palabra ha de ser muy considerada como aspecto fundamental de la vida personal.
          No minusvaloró Jesús a su madre y parientes. Los pospuso. Porque tenía por delante una obra de Dios y de caridad con aquellas gentes que escuchaban los principios del Reino. Y eso es el ejemplo que debe quedarnos de este evangelio de hoy.

lunes, 23 de septiembre de 2019

23 septiembre: Luz para alumbrar


LITURGIA
                      Entramos en el libro de Esdras (1,1-6) que pone delante un período de libertad del pueblo de Dios. Ha subido al trono de Persia el rey Ciro, un rey pagano pero respetuoso con la realidad de los pueblos, y en consecuencia da libertad al pueblo judío, ahora cautivo, a regresar a su patria. Dios ha puesto en mis manos todos los reinos de la tierra, y Dios me ha encargado edificarle un templo en Jerusalén de Judá. Lo que significa que los que pertenecen a ese pueblo, que su Dios le acompañe y que suban a Jerusalén para reedificar el templo del Señor.
          E invita a todos los judíos que vivan en otros de sus territorios a volver a Jerusalén y en definitiva a su patria, con la ayuda de las gentes de esos lugares, que deben proporcionarles los medios necesarios para la reedificación del templo.
          Y en efecto se pusieron en marcha los cabezas de familia, los sacerdotes y los levitas, y todos los que se sintieron impulsados por Dios, a realizar aquella obra de tanta importancia para el pueblo judío.

          De ahí el SALMO elegido (125) con su estribillo repetido: El Señor ha estadio grande con nosotros. Para el pueblo de Dios, desterrado, no podía haber noticia más grande que la de la posibilidad de regresar a su país, a su Ciudad, a su templo, y recuperar en libertad todos los grandes valores que había perdido. La boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares. Hasta los gentiles decían: El Señor ha estado grande con ellos”. Y así, los que sembraron con lágrimas, recogen la cosecha entre cantares.

          Lc.8,16-18 sintetiza un tema que Mateo desarrolla más pero que viene a decir la misma realidad: Nadie enciende una lámpara y la tapa con una vasija o la mete debajo de la cama. La luz se enciende para iluminar, no para esconderla. Por eso el sitio de la luz es el candelero que, puesto en alto, ilumina todo el recinto, y todos los que entran tengan luz. San Mateo lo ha unido a la palabra de Jesús que ha dicho que sois luz del mundo. Por tanto es nuestra propia luz personal la que tiene que iluminar. Tenemos que ser ejemplo para los otros, y nunca crear sombras.
          Hay “maestros” que tienen el prurito de explicar los datos bíblicos con una tendencia laicizante, desposeyéndola de su valor sobrenatural y su enseñanza espiritual. Muchas veces son personas que han oído campanas y se han quedado con el sonido pero no han profundizado en el tema, informándose, contrastando. Personas que llevan a gala soltar la última novedad que les ha llegado, sin saber el valor científico y juntamente bíblico que tiene aquello. No son precisamente candeleros de luz que ilumina sino zonas oscuras que hacen más daño que provecho. Jesús lo ha dicho muy claro: la luz no se ha hecho para taparla u ocultarla o apagarla. La luz tiene que iluminar. Y esos falsos maestros que intentan desmontar todo lo sobrenatural y reducirlo a la razón, son todo lo contrario de luces sobre el candelero. Y no calibran el daño tan fuerte que provocan en muchas personas y en la fe de tantos que están ahora abriéndose al mundo de los conocimientos.
          Claro que nada hay oculto que no llegue a saberse o hacerse público en las dos direcciones: en lo falso de esas interpretaciones y en la luz verdadera de los estudiosos profundos del tema. Todo va a saberse y hacerse público. Porque los estudiosos de la Biblia tienen ciertamente muchas cosas que decirnos y aclararnos para situarnos en la verdad.
          Y quiere Jesús que lo escuchen bien, y dice a continuación: al que tiene, se le dará; y al que no tiene, se le quitará hasta lo que cree tener. Al que va con la verdad y la luz por delante, se le dará el efecto positivo de su luz, que es iluminar. Al que no tiene luz sino que siembra sombras, se le quitará hasta la parte de verdad que tiene, porque con la demostración de sus errores, acabará perdiendo la confianza de sus oyentes hasta en lo que dijo verdadero.
          Seamos luz. Evitemos todo lo que puede alterar y hacer tambalear la fe sencilla del pueblo. Démosle lo que construye. No significa que lo mantengamos en la ignorancia, pero dosifiquemos nuestra luz para que no se convierta en deslumbre de las almas, a las que puede hacérsele más daño que provecho.

domingo, 22 de septiembre de 2019

22 septiembre: O Dios o el dinero


LITURGIA        Domingo 25 C, T.O.
                      Hoy es un domingo con una enseñanza social muy fuerte. El problema es cómo inficiona el dinero y cómo aparta de una relación con Dios.
          Comienza la lección de este domingo con el texto de Amós (8, 4-7) que es una descripción de injusticias de las que hay que liberarse: exprimir al pobre, despojar a los necesitados, porque sólo se piensa en la propia ganancia. Y para ello disminuís la medida, aumentáis el precio, usáis balanzas con trampa, compráis por dinero al pobre y al mísero por un par de sandalias. La descripción es útil aunque no es exhaustiva. Hay muchas otras formas de abuso social y esas formas están en la vida diaria y a niveles de gente normal. La enseñanza de este domingo nos mueve a una reflexión sobre el particular para que no caigamos nosotros en injusticias sociales.

          Jesucristo ha puesto una parábola para expresarlo de modo llamativo. Lc.16,1-13 puede confundir si no se llega al meollo de la enseñanza que Jesús quiere dar. El administrador injusto es muy listo para solucionar su problema: va a ser despedido de su trabajo porque ha sido tramposo. Pero como es tramposo por naturaleza, resuelve su caso con una nueva trampa que perjudica los intereses del dueño.
          La enseñanza de Jesús es que seamos para lo bueno tan perspicaces como aquel administrador fue para lo malo; que para resolver los problemas de la vida tengamos una capacidad de buen hacer como el administrador la tuvo en su mal hacer. Que seamos para lo bueno tan inteligentes como lo son otros para lo malo. Esa es la lección.
          Pero por si no se ha entendido, Jesús baja a formulaciones concretas: Ser de fiar en lo menudo, que será la garantía de ser fieles en lo importante; el que no es honrado en lo menudo, tampoco en lo importante es honrado. Y esto entra ya en nuestra realidad de vida diaria. Justos en el salario, justos en asegurar a los subordinados, justos en valorar a la persona (el marido a la esposa, la esposa al marido; el jefe a los que tiene debajo; el trabajador en el modo de trabajar…, y así sucesivamente). Que no estamos haciendo teorías sino aplicando el evangelio a la realidad de la vida de cada persona.
          Baja en concreto al uso del dinero, que es lo que más se pega a las manos y al afecto: Si no fuisteis de fiar en el vil dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? A las personas se les conoce por su apego al dinero o por su desprendimiento, por sólo barrer para adentro y ser poco generosos hacia los demás.
          Ningún siervo puede servir a dos amos. No podéis servir a Dios y al dinero. Realidad que estamos palpando en los mil abusos sociales que se dan en la vida y que nos van llegando a nuestro conocimiento. Donde hay afán de lucro y de ventajas personales económicas, hay abuso e injusticia. Y donde hay abuso e injusticia hay que prescindir de Dios… Y de hecho vamos viendo a un mundo en movimiento de alejamiento de Dios, desde el momento que prolifera la injusticia en los mismos dirigentes y responsables de la vida pública, y no digamos la brutalidad de las mafias de todo tipo.

          Por eso San Pablo enseña a su discípulo Timoteo (1ª,2,1-8) que haga oraciones por los reyes y por todos los que están en el mundo. Lejos de dejarnos llevar por emotividades y rechazos instintivos hacia los dirigentes, el católico debe orar por ellos. Y Pablo da una razón muy convincente: para que podamos llevar una vida tranquila y apacible, con toda piedad y decoro. Pedimos por los reyes y los responsables de la vida pública, y de todos los hombres, porque necesitamos poder vivir en paz y decorosamente. Y la oración surte su efecto.
          Cristo se entregó en rescate por todos, mediador entre Dios y los hombres, y eso debe ser la pauta de conducta que debemos seguir los creyentes en Cristo: que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.

          Que la EUCARISTÍA nos haga reflexionar a fondo sobre estas enseñanzas que nos trae hoy la Palabra de Dios, y nos haga muy sinceros en el examen de nuestra propia conducta en temas tan sutiles como el de la justicia social y el sentido apostólico por el que debemos orar por el bien de un mundo como el nuestro.



          Señor: escucha nuestras peticiones.

-         Porque sepamos aplicar el evangelio a nuestra vida personal, Roguemos al Señor.

-         Para que hagamos vida nuestra que no podemos servir a Dios y al dinero. Roguemos al Señor.

-         Por nuestros responsables públicos para sean honrados y tomen en consideración las necesidades del pueblo. Roguemos al Señor.

-         Para que la Eucaristía de hoy nos haga muy sinceros en nuestra vida social. Roguemos al Señor


          Haznos, Señor, de fiar en lo pequeño para que seamos dignos de alcanzar tu mirada acogedora.
          Por Jesucristo N.S.

sábado, 21 de septiembre de 2019

21 septiembre: San Mateo


LITURGIA
                      Celebramos la fiesta de San Mateo, apóstol y evangelista. A él se le aplica el texto de la carta a los Efesios que vamos a comentar: 4,1-7.11-13. En ese texto la liturgia encuentra un modo de expresar el valor del apostolado, a cuya realidad fue elegido Mateo doblemente por Cristo. Primero, la llamada, que comentaremos en el evangelio. Después la elección para apóstol.
          Os pido que andéis como pide la vocación a la que habéis sido llamados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos; sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos por mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Punto de arranque para expresar la realidad del discípulo de Jesús. Para cualquier discípulo. Y por tanto un tema de examen muy práctico para nosotros para calibrar nuestra actitud ante la vida cristiana, y hasta materia útil para nuestro examen de conciencia en orden a las confesiones.
          Y continúa el texto de Pablo: Un solo cuerpo y un solo espíritu, como una sola es la meta de la esperanza en la vocación a la que habéis sido convocados: Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios,  Padre de todo, que lo trasciende todo y lo penetra todo y lo invade todo. He ahí el punto a que somos llamados y en el que tenemos que vivir. Exigencia de unidad entre los diferentes miembros de la Iglesia e hijos de Dios. Y nueva materia de análisis interior porque en esa actitud de unidad hemos de desenvolver nuestra vida sin que se de el tuyo y el mío, y esos recelos que son tan fáciles entre unos grupos cristianos y otros. Hemos de tener la alegría de que haya otros hermanos nuestros que han encontrado su camino de vida cristiana, que no camina “contra el mío” sino todos a favor de la gloria de Dios.
          Porque a cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo. Cristo ha constituido a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y doctores, para el perfeccionamiento de los fieles, en función de su ministerio y para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al Hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud. En efecto: Cristo es el Hombre completo, perfecto. Hay mil caminos en la Iglesia para intentar llevar a cabo la perfección del Cristo total. Y como eso es una labor imposible en una sola persona o en un solo modo de imitar a Jesucristo, hay mil formas de ir acercándose a esa estatura del Hombre perfecto. De ahí la variedad de carismas que se dan en el seno de la Iglesia en familias religiosas y en movimientos cristianos.

          En el evangelio, tenemos la descripción del propio Mateo sobre su encuentro con Jesús: 9,9-13. Vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos. Debía recordar Mateo con verdadera emoción aquel encuentro, máxime cuando su oficio era tan vituperado por el pueblo y sobre todo por los fariseos. Ahora Jesús se detenía frente a él y contaba con él: Jesús le dijo: “Sígueme”. Debió mirar Mateo a derecha e izquierda para ver a quién se dirigía el Maestro, y sintió la emoción de comprobar que era a él.
          Por eso, Mateo no lo pensó dos veces, y se levantó y lo siguió. Sabía él que se lanzaba a una aventura desconocida, pero aquella palabra personal del Maestro le era suficiente para abandonarse en su seguimiento.
          Mateo estaba agradecido a Jesús. Pero tenía también sus otros compañeros de trabajo. Y optó por una comida de despedida, en la que invitaba de una parte a Jesús y sus discípulos, y de otra parte a los publicanos. Y Jesús aceptó de buen grado.
          No fue bien visto por los fariseos, que se presentaron allí para meter cizaña entre los discípulos, con una pregunta maliciosa: ¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores? No tuvieron que responder los discípulos porque se adelantó el propio Jesús a responder: No tienen necesidad de médico los sanos sino los enfermos. Hubiera bastado aquella respuesta para hacer caer en la cuenta de que él acudía donde había una necesidad y una buena fe.
          Pero completó la respuesta con una invitación a la reflexión personal: Andad, aprended, lo que significa: “misericordia quiero y no sacrificios”; que no he venido a llamar a los justos sino a los pecadores. Evidentemente que Jesús vino a llamar a todos. Pero los había falsos justos que se consideraban una casta superior impecable y que juzgaba  desde su punto de vista las acciones de los demás. Ellos, santones. El resto, pecadores. Pues a esos pecadores se dirige Jesús, y se siente más a gusto con un pecador que humildemente se reconoce pecador que a uno que se considera justo con toda su autosuficiencia

viernes, 20 de septiembre de 2019

20 septiembre: Pautas de vida


Hoy, ESCUELA DE ORACIÓN.- 5’30. Málaga
LITURGIA
                      Hoy sí es más doctrinal el texto de la 1ªTimoteo que nos brinda la liturgia. Es un texto para leer despacio y comentar sobre la marcha más que pretender explicarlo. 6,2-12 es la palabra de Pablo a Timoteo sobre una manera de proceder: Esto es lo que tienes que enseñar y recomendar. Se trata de poner el evangelio ante los ojos de los hombres y mujeres a los que dirige su catequesis.
           Si alguno enseña otra doctrina y no se aviene a las palabras sanas de nuestro Señor Jesucristo y a la doctrina que es conforme a la piedad, es un orgulloso y un ignorante, que padece la enfermedad de plantear cuestiones y discusiones sobre palabras. Hay personas que se pierden en disquisiciones inútiles, pretendiendo razonar la fe. Y la fe, aunque es razonable (porque no va contra la razón), no puede alcanzarse por la razón. Y de esas discusiones surgen errores y tensiones: de ahí salen envidias, polémicas, blasfemias, malévolas suspicacias, altercados interminables de hombres corrompidos en la mente y privados de la verdad, que piensan que la piedad es un medio de lucro. De hecho muchas facciones religiosas, que acaban siendo sectas, montan un negocio alrededor de su modo de expresar la religión.
          Advierte Pablo, dando un salto en la idea, que La piedad es ciertamente una gran ganancia para quien se contenta con lo suficiente. Pues nada hemos traído al mundo, como tampoco podemos llevarnos nada de él. Teniendo alimentos y con qué cubrirnos, contentémonos con esto. Es otra clase de ganancia, que no es el “medio de lucro”. Y yerra profundamente quien pretende hacer de la fe cristiana un medio de provecho económico personal o sectario: Los que quieren enriquecerse sucumben a la tentación, se enredan en un lazo y son presa de muchos deseos absurdos y nocivos, que hunden a los hombres en la ruina y en la perdición. Porque el amor al dinero y la codicia es la raíz de todos los males, y algunos, arrastrados por él, se han apartado de la fe y se han acarreado muchos sufrimientos.
          Tú, en cambio, hombre de Dios, huye de estas cosas. Busca la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre. Un buen programa de vida que puede tomarse como planteamiento de actuación por cualquiera que sea verdaderamente creyente y quiera vivir el evangelio y la imitación y seguimiento de Jesucristo. Combate el buen combate de la fe, conquista la vida eterna, a la que fuiste llamado, y que tú profesaste noblemente delante de muchos testigos. Así concluye Pablo su exhortación al discípulo. La fe supone combate. Para buscar la justicia y vivir la verdadera piedad…, para vivir la paciencia cristiana y la mansedumbre…, y en definitiva para vivir el amor, es necesario estar muy sobre sí y combatir las muchas realidades que se oponen a esa forma de vida que brinda el mundo, en las que es fácil enredarse bajo el engaño que suscita la acción diabólica en nosotros.

          El evangelio de Lc.8,1-3 tiene poco que explicar. Es un relato de hechos generales. Jesús caminaba de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, predicando la Buena Noticia del Reino de Dios. Jesús, el incansable, que tiene verdadero celo por trasmitir a las gentes el mensaje del Reino, y por tanto la verdadera forma de adorar y servir a Dios: la “Buena Noticia”, la noticia de la salvación desde la interioridad de la vida y la verdadera libertad de los hijos de Dios.
          Le acompañan los apóstoles, que son ya los inseparables. Pero al grupo se han sumado algunos de los que han sido curados por él de enfermedades o posesiones diabólicas. Ahí iba María Magdalena, que es posiblemente la pecadora arrepentida de que ha hablado poco antes, y de la que ahora se le señala como de la que había echado siete demonios. La mujer que ha amado mucho porque se le ha perdonado mucho, y que ahora corresponde agradecida a Jesús acompañándole y sirviéndole en lo que está en su mano hacer en medio del grupo.
          Van También algunas otras mujeres que subvencionan con sus bienes lo que pueden, y que son una ayuda para la labor de Jesús, volcado completamente en la difusión de la Palabra de Dios. Lo que suscita la reflexión de aquellas personas que –de una u otra manera- pueden colaborar en la labor de los pastores de la Iglesia, unas veces con su labor silenciosa que ayuda a los párrocos que tantas veces se encuentran muy solos; otras veces con su ayuda económica para el sostenimiento de las necesidades caritativas y benéficas que sostiene la Parroquia.

jueves, 19 de septiembre de 2019

19 septiembre: ¿Quién amará más?


LITURGIA
                      1ªTim.4,12-16 empieza con una advertencia de Pablo que hasta puede ser útil a nosotros: Que nadie te desprecie por ser joven. Claro que eso lleva una contrapartida en el joven, que también él ha de tomar en cuenta: sé tú un modelo para los fieles en el hablar y en la conducta, en el amor, la fe y la honradez. Derechos y deberes. En los mayores, ejemplo, madurez, actitudes y criterios firmes, para que los jóvenes tengan un punto de referencia y no piensen que ellos, por su juventud, vienen a cambiarlo todo, como si de lo anterior no valiera nada. En los mayores, capacidad de acogida de valores que también aportan los jóvenes, desde su situación en un mundo actual que no es el de siempre.
          Mientras llego –dice Pablo-  preocúpate de la lectura pública, de animar y enseñar. No descuides el don que posees de tu sacerdocio,  que se te concedió con indicación de una profecía y la imposición de manos de los presbíteros. Preocúpate de estas cosas y dedícate a ellas. Cuídate tú y cuida la enseñanza; se constante. Son consejos muy concretos de Pablo que Timoteo debe asimilar y practicar en su misma juventud. Si lo haces, te salvarás a ti y a los que te escuchan. Precisamente desde esa madurez que tienes que tener, tú progresas y das buen ejemplo. Pablo bascula, pues, entre la juventud de Timoteo y el consejo y la experiencia del mayor. Y eso acabará siendo un bien apostólico porque los que ven y escuchan van aprendiendo.

          Lc.7,36-50. Jesús ha sido invitado a comer en casa de un fariseo. Se lo ha rogado y Jesús no lo rechaza. Lo que no significa que esté de acuerdo con los modos de los fariseos ni vaya a reírles la gracia.
          El caso se concreta en aquella mujer pecadora que ha entrado en la sala del banquete y se ha puesto a sus pies a llorar, secar los pies de Jesús con su cabello y ungirlo con perfume al tiempo que se los besaba.
          El fariseo está escandalizado. ¿Cómo es que una persona como Jesús, con tanta fama, se deja tocar por una mujer pública? Si fuera un Profeta, sabría muy bien qué clase de mujer tiene a sus pies.
          Jesús ha visto la tensión que tiene el anfitrión y con delicadeza le dice: Simón, tengo algo que decirte A lo que Simón responde que se lo diga. Y Jesús le hace ahora las cuentas por las que no tiene razón con estar juzgando a aquella mujer y aquella situación. Y le cuenta una parábola que se le ha venido al pensamiento para bordar aquella situación.
          Un prestamista tenía dos deudores; uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Y como no tenían con qué pagarle, perdona la deuda a los dos. ¿Cuál de los dos crees tú que amará más? Respondió el fariseo: Pienso que aquel a quien le perdonó más. Ya estaba la lección dada, pero el fariseo no la ha captado. Y entonces Jesús entra por derecho y le presenta la realidad.
          Los dos deudores reales son el propio fariseo, que no se siente en deuda alguna con Jesús, fuera de la invitación al banquete. Y la mujer aquella que, por pecadora, acude confiada a Jesús y espera de él su benevolencia y misericordia. Las dos personas que actúan de modo muy distinto en esta ocasión concreta.
          El fariseo no ha ofrecido a Jesús, el invitado, el agua que se suele ofrecer al que llega de camino para que descanse sus pies. La mujer ha regado los pies de Jesús con sus propias lágrimas y se lo ha enjugado con su cabello. El fariseo no ha saludado a Jesús con el ósculo de saludo y paz. La mujer no ha parado de besar los pies del Señor, desde que entró. El fariseo no ungió la cabeza de Jesús como un huésped señalado. La mujer ha derramado su perfume en los pies de Jesús…
          Por eso te digo: sus muchos pecados le son perdonados porque ha amado mucho; al que poco se le perdona, poco ama. No estaba el fariseo en el ámbito del perdón de Jesús, porque el fariseo se consideraba puro. La mujer, en cambio, no ha parado de expresar su dolor por su vida pecadora.
          Todavía se les aumentó el escándalo a aquellos hombres por el hecho de que Jesús dijera que les eran perdonados los pecados a la mujer, porque ¿quién es este que hasta perdona pecados? Jesús prescinde ya de las opiniones de aquellos hombres. Ha centrado su atención en la mujer pecadora arrepentida, y le dice: Tu fe te ha salvado. Vete en paz.

miércoles, 18 de septiembre de 2019

18 septiembre: Ni lloráis ni reís


LITURGIA
                      Otra lectura de 1Tim que tiene poco que explicar (3,14-16) es una recomendación de Pablo a Timoteo, al que quiere visitar pronto, pero que mientras tanto le da unas pautas de cómo comportarse en la asamblea de los fieles. Pero he aquí no da las pautas sino que pone por delante el gran misterio que veneramos: que se manifestó Jesús como hombre, lo rehabilitó el Espíritu, se apareció a los mensajeros, se proclamó a las naciones, creyó en él el mundo, y fue exaltado a la gloria.

          El evangelio de Lc.7,31-35 podría ser perfectamente una reflexión lanzada a nuestro mundo actual, que procede de tal manera que nadie está de acuerdo con nadie, todos protestan de todo, y la vida se desarrolla en tensión, sin que haya manera de poner de acuerdo a nadie.
          Comentaba Jesús a aquellas gentes de su tiempo: ¿A quién se parecen los hombres de esta generación? ¿A quién los compararé? Y dice que se parece a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros: “Tocamos la flauta, y no bailáis; cantamos lamentaciones, y no lloráis”. En efecto una generación como niños, no como adultos. Una generación que no sabe ni reír ni llorar, ni alegrarse ni entristecerse por unos motivos válidos. Parecen a aquel que se acercaba a un grupo de personas que hablaban tranquilamente y les decía: “¿de qué habláis que yo me oponga?”. Los que son jefes, contra los obreros. Los obreros en huelga contra los jefes; las mujeres contra los hombres; los que mandan contra los que tienen debajo. Y el mundo vive esa tensión que anunciaba Jesús en su momento, y que al final proceden como niños caprichosos que tienen que andar a la gresca.
          Y no lo decía Jesús de balde. Lo aplica a una realidad tan importante como la de aquellos dirigentes que ni aceptaban a Juan Bautista, que ni comía ni bebía, y dijeron: tiene un demonio, ni aceptan a Jesús que come y bebe y lo tildan de comedor y borracho, amigo de publicanos y pecadores.
          La conclusión de Jesús es clara: muestran su “sabiduría” en ese modo de actuar. Muestran su necedad. Muestran que no se sabe qué quieren, y que en realidad no lo saben ellos mismos.
          Es curiosa la encuesta a pie de calle que ha hecho una emisora de televisión para mostrar esa necedad de un conjunto de gentes incultas que pretenden saber de todo y no saben ni los datos más recientes de la historia actual. Y dicen simplezas absolutas que demuestran que se han manifestado y protestan sin saber ni por qué, ni qué defienden. Sencillamente se camina en el barullo, se forma bulto, se cultiva la ignorancia, fomentada por los cuatro cabecillas que han organizado aquello por razones que habría que analizar a fondo para comprender que no son las que aparecen a simple vista, sino con la finalidad de alterar, de promover el disturbio en la calle, y las otras razones ocultas que hay bajo la apariencia de “derechos”.
          No tengo más materia que exponer. Sencillamente ver la actualidad de las palabras de Jesucristo, y ponerlas delante para los que puedan reflexionar. A estas alturas estamos abocados a unas elecciones nuevamente. Lo previsible es que cada cual vuelva a votar lo que votó, y no por razones objetivas sino por emotividades. Y lo que habría que buscar ahí dentro de nosotros es la elección práctica que debiéramos hacer para dar nuestro voto responsablemente. Ni por nostalgias ni por castigos, sino allí donde puede tener más eficacia. Lo contrario nos lleva a repetir el cuadro y a crear un círculo vicioso del que es muy difícil salir. Ya lo estamos viendo.