viernes, 31 de enero de 2020

31 enero: Semilla que crece sola


LITURGIA       
                      Lo que puede ocurrirle a grandes hombres y profundamente religiosos cuando no se guardan de las ocasiones. 2Sam.11,1-10.13-17 nos cuenta el pecado o pecados de David, engarzados uno en otro cuando ha fallado la primera oportunidad.
          David se ha levantado de su descanso y se pasea por la azotea, y desde allí ve a una mujer en otra casa que está bañándose. La prudencia pedía retirar la atención de aquello y respetar la intimidad de la mujer.
          Pero David consiente y busca conocer quién es esa mujer. Y cuando se lo dicen, da un paso más, que es mandarla traer. Lo demás no habría ni que describirlo porque una ocasión de pecado aceptada y consentida, lleva ya al todo.
          Y Betsabé queda encinta y le manda recado al rey. Éste, lejos de aceptar su realidad, pretende disimularla, dando la orden de que le envíen a Urías, el esposo de la mujer, con la pretensión de que yendo a su casa y estando con su esposa, quede así ocultado el pecado del rey.
          Pero Urías es un hombre íntegro que se queda en el patio de guardia, pensando que el ejército está sufriendo y no es digno que él se goce con su mujer. David lo emborracha (se sigue ahondando el pecado) con la pretensión de que así, ebrio, baje a su casa, pero Urias no consiente en ello.
          Y se consuma el pecado –pecados- de David con la felonía de enviar una carta al jefe del ejército por manos del propio Urías, en la que pide el rey que ponga a Urías en primera fila de batalla para que muera, pensando David que con eso arregla la situación.
          Ahí queda hoy la lectura: Urías muere y David manda por Betsabé. Lo que pasa es que a Dios no le da igual todo esto. Queda la actuación de Dios para el próximo día.
          Hay algo que queda patente: cuando se ha cometido pecado, la solución no es disimularlo y pretender acallar la conciencia, pues la realidad es que un pecado llama a otro y que la conciencia se acorcha. La primera lección es no meterse en ocasión de pecado. La segunda, si se ha caído, es resolver honradamente cuanto antes por el arrepentimiento y la confesión de ese pecado. Que no da lo mismo uno que dos.

          Mc.4,26-34 es como un complemento de la parábola del sembrador, aunque a ésta narración tendríamos que llamarla “la parábola de la semilla” porque aquí el protagonismo lo lleva la semilla.
          El Reino de Dios es semejante a la semilla que un hombre echa en el surco. El resto ya no es fruto del hombre ni el hombre puede influir en el desarrollo de esa semilla. Mientras el labrador duerme, come y se divierte, la semilla crece sola: germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. Es el misterio del crecimiento de la planta, a la que el labrador no le puede hacer nada para hacerla crecer más rápida. Lo más que puede es regar, abonar, decantar, escardar…, todo lo cual son acciones exteriores que quitan obstáculos. Pero la tierra va produciendo la semilla ella sola, primero el tallo, luego la espiga, después el grano. En todo ese proceso el labrador no ha podido hacer nada sino ver ese crecimiento misterioso. Y cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega. Es la parte que corresponde al agricultor. Lo demás, se lo ha dado el proceso natural de la planta.
          Quiere Jesús en esta parábola insistir en la gratuidad de la gracia, y dejar claro que el crecimiento de un alma no es fruto de su esfuerzo y de sus méritos. Sólo puede poner un terreno apto y cuidarlo externamente con los medios de prudencia necesarios para que no se malogre el fruto de ese don de Dios.
          Añade Jesús la otra consabida parábola de la semilla de la mostaza, tan pequeña en sí misma, pero con la fuerza de dar un arbusto crecido y frondoso donde incluso anidan los pájaros, que pueden cobijarse y anidar en sus ramas. Otra vez la insistencia en que la gracia es don de Dios, y el fruto es amplio con tal que se deje crecer la semilla. El Reino de Dios no se fundamenta en grandezas y poderíos humanos. Sólo depende de la fuerza de Dios.
          Otras muchas parábolas les exponía Jesús a las gentes. Y luego se las desmenuzaba a sus discípulos para que fueran captando todo el sentido de ellas. Ellos tenían que ir más allá que el cuentecillo y la imagen: tenían que encontrar el fondo de aquellas enseñanzas.

jueves, 30 de enero de 2020

30 enero: La medida que uséis


LITURGIA       
                      .David ha quedado doblemente agradecido al Señor (2Sam.7, 18-19.24-29) por las bendiciones que él personalmente ha recibido y por la promesa de una casa que no tendrá fin, y hace una larga oración, empezando por sentirse tan poca cosa él, pero tan bendecido por el Señor: «¿Quién soy yo, mi Dueño y Señor, y quién la casa de mi padre, para que me hayas engrandecido hasta tal punto? Y, por si esto fuera poco a los ojos de mi Dueño y Señor, has hecho también a la casa de tu siervo una promesa para el futuro.
          De lo personal, pasa a lo general, porque la promesa no sólo le toca a él sino a su pueblo: Constituiste a tu pueblo Israel pueblo tuyo para siempre, y tú, Señor, eres su Dios.
          Ahora, pues, Señor Dios, confirma la palabra que has pronunciado acerca de tu siervo y de tu casa y cumple tu promesa. Tu nombre sea ensalzado por siempre de este modo: “El Señor del universo es el Dios de Israel y la casa de tu siervo David permanezca estable en tu presencia”.
          Y al llegar aquí, recuerda la promesa recibida de Dios de una “casa” estable y duradera por los siglos: Pues tú, Señor del universo, Dios de Israel, has manifestado a tu siervo: “Yo te construiré una casa”. Por eso, tu siervo ha tenido ánimo para dirigirte esta oración. Tú, mi Dueño y Señor, eres Dios, tus palabras son verdad y has prometido a tu siervo este bien.
          Dígnate, pues, bendecir la casa de tu siervo, para que permanezca para siempre ante ti. Pues tú, mi Dueño y Señor, has hablado, sea bendita la casa de tu siervo para siempre».

          En el evangelio de Marcos (4,21-25) advierte que la Palabra de Dios tiene que lucir. No se trae el candil para meterlo debajo del celemín o debajo de la cama sino para ponerlo en el candelero. Lo mismo ocurre con las obras de cada uno, que por mucho que pretendieran esconderse, al final salen a  la luz. Nada queda oculto.
          Y con ese toque de atención típico de Jesús, advierte que el que tenga oídos para oír, que oiga. No es la primera vez que lo dice.
          Sigue advirtiendo que la medida que usemos nosotros con los demás, con esa medida vamos a ser medidos. Ya en el mismo orden humano, porque cada uno cosecha lo que ha sembrado, y tal como uno ha sido con otros, así van a responder los otros. Es el caso del cuentecillo de la casa de los mil espejos: entra un perro retozón y alegre y disfruta con los “mil perros” que le hacen fiesta, todo igual que la que él hace y que se refleja en cada espejo. Y sale de allí con la sensación de una casa tan agradable.
          Entra un perro gruñón y se encuentra con “mil perros gruñones”: él les ladra y los “mil perros” le ladran a él. Y sale pensando que aquella casa es muy desagradable.
          Es lo que Jesús ha explicado: cada uno encuentra en los otros el espejo en que se refleja la propia actitud. Y somos medidos con la misma medida que nosotros usamos.
          De ahí que al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. El que tiene buen carácter, buenos modales, recibirá buenas respuestas. El que tiene malos modales, y por mucho que pretenda justificarse, perderá hasta lo que cree tener.
          Lo que pasado todo esto al ámbito espiritual, tiene más profundas consecuencias, porque uno recibe conforme da. Y el que poco da, poco recibe, y su vida espiritual va quedando enclenque, y la medida que él usa es la que se le devuelve. Y acabará perdiendo hasta lo que cree tener. La fe es como una planta que hay que regar y que cuidar para que aquello se mantenga; hay que podar y hay que limpiar… Hay que fomentar todo lo que ha de conducir a que la fe sea viva: los sacramentos, la Oración, la fidelidad a los Mandamientos… Muchos se quejan de que está perdiendo la fe, y en realidad lo que están es perdiendo es todo lo que rodea el mundo espiritual de la persona.

miércoles, 29 de enero de 2020

29 enero: Salió el sembrador


LITURGIA       
                      .Estamos ante un texto específicamente mesiánico en la historia de David. (2Sam.7,4-17). David tiene la idea de construir un templo para el Arca de Dios. Considera que no está bien que él habite en un palacio y el Arca esté en una tienda. Pero el profeta Natán, de parte de Dios, le hace saber que no será él quien construya ese templo.
          Él, David, va a tener todas las bendiciones de Dios, pero no va a ser él quien construya ese templo. Porque ese templo vendrá a construirlo el mismo Dios cuando aparezca en el mundo el Mesías, un “descendiente de David” que construirá ya un trono para siempre.
          Es una profecía muy clara de la llegada de Jesús, verdadero Templo de Dios, que durará para siempre.

          En el evangelio (Mc.4,1-20) tenemos la exposición de la parábola del sembrador y su explicación, dada expresamente por Jesús para que sepamos qué quería enseñar.
          Caminaba Jesús por el Lago. La muchedumbre se le agolpaba de tal manera que tuvo que subirse en una barca para desde ella hablarles a las gentes. Jesús se sienta en la barca, y la multitud se sienta en la orilla. Y les expone la realidad de la Palabra de Dios, cuya acogida o no acogida es cosa tan importante, que determina un género u otro de personas.
          Decía: Salió el sembrador a sembrar. Era la viva imagen de él mismo, que ha salido a enseñar y tiene delante a la multitud. Pero todo el mundo no responde igual: Hay gentes de corazón duro, semejante a la tierra del camino, plenamente apisonada. Por eso la semilla que cae en ellos, queda baldía. Vienen los pájaros y se la comen. O explicándolo más adelante, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos. La tendencia del mundo moderno es negar la existencia de Satanás (o darle demasiada cancha). El hecho es que Jesús da por supuesto su existencia, y que su labor es enemiga del hombre y enemiga de la Palabra de Dios: la arrebata del corazón de la persona.
          Otra simiente cae en lugar con poca tierra, terreno pedregoso, de tal manera que la Palabra la escuchan con alegría…, pero sin raíces porque falta tierra, falta acogida verdadera, son inconstantes, y cuando viene la dificultad o persecución por causa de la Palabra, enseguida sucumben. La palabra actúa de fogonazo: gusta, es bella…, pero exige. Y sucede entonces que el buen deseo brota enseguida, pero no había tierra suficiente para arraigar y en cuanto sale el sol, la agosta. ¿Ocurriría algo de eso con aquellas gentes que escuchaban? ¿Oirían la Palabra como novedad que no les dejaba nada de fondo? Al menos tenían motivos de preguntarse, no fuera que habían venido a escuchar y todo se quedara en la hojarasca.
          Otro grupo escucha con atención y buena fe. “Quisieran” vivir aquello. Lo que pasa es que no se salen de sus propios intereses y aficiones. “Quisieran” que Dios les hiciera el milagro…, pero ellos no ponen de su parte. Ha caído la buena semilla entre un campo de matorrales y cardos…: afanes de la vida, seducción de las riquezas, deseo de todo lo demás… No se apartan de las ocasiones. Pretenden vivir con una vela encendida a Dios y otra al diablo…, vivir a dos aguas (nada de arrancar el ojo que es ocasión de pecado, o de cortar la pierna y el brazo que conducen a él). Y evidentemente la semilla que sembró Jesucristo queda ahogada y baldía y estéril. Y esto no es hablar “en parábolas”; esto es entrar a saco en la realidad de la vida de los hombres. Las zarzas crecieron y ahogaron la semilla.
          Otra parte de la semilla cae en tierra buena y crece y madura y da fruto, y la cosecha es suficiente, o buena o excelente (que eso va mucho con la capacidad de respuesta de los que acogen la Palabra. Los hay que dan el 30, los hay que dan el 60 y los hay que granan la espiga en un cien por cien.
          ¿Y por qué Jesús habló eso en parábola cuando tenía explicaciones tan claras? Porque aquellas gentes orientales son muy dadas a lo gráfico e imaginativo. En ideas se pierde, y oyendo no se enteran y viendo no ven. En cambio en parábolas se quedan con el cuentecillo y lo rumian y le sacan provecho. Máxime como ocurre aquí que Jesús les ha contado el cuento y les ha explicado la moraleja.
          Desde nuestra experiencia particular lo que nos toca no es hacer de trinchantes que apliquemos a las personas uno u otro tipo de la parábola, sino que nos miremos a nosotros y clarifiquemos qué hay EN MÍ de cada una de esas realidades. Porque en unas materias podemos estar en un tipo, y en otras en otro tipo diverso.

martes, 28 de enero de 2020

28 enero: La madre y los parientes


LITURGIA       
                      .Decía ayer Jesús: Creedme: todo se les podrá perdonar a los hombres y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás; cargará con su pecado para siempre. Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo.
          Por tanto “cualquier blasfemia”, aun contra Dios, tiene perdón, si hay arrepentimiento. La “blasfemia contra el Espíritu Santo” no es una blasfemia concreta que se dirija contra el Espíritu Santo sino la negativa a aceptar la verdad de Dios que nos inspira el Espíritu Santo, como es ese decir que Jesús tenía dentro un espíritu inmundo. Esa era la blasfemia, que no es ninguna otra clase de ofensa blasfema sino la negativa a reconocer la verdad y a poder arrepentirse de ella.
          Por tanto, todo pecado que no se reconoce como tal, y que por tanto no se arrepiente de él, no puede ser perdonado. Pero no por la gravedad del pecado sino porque no se arrepiente. Y si no se arrepiente, no pide perdón. Y si no pide perdón, no puede obtenerlo. Por eso no tiene perdón.
          Por eso me quedo muy pensativo sobre la situación actual de tantas gentes que han abandonado a Dios: que violan, matan, fornican, cometen injusticias y abusos contra los más indefensos, y sin embargo siguen la vida al margen de todo reconocimiento de su pecado. Ningunean a Dios. Se mofan de los mandamientos y han suprimido los sacramentos de su vida, y las verdades de Jesús. Lo consideran un mito, una invención de la Iglesia. Se burlan del propio Jesús, de la Virgen, de las cosas santas, y siguen adelante como si tal cosa. Esa negativa a la verdad, esa ausencia de reconocimiento de su error, les sitúa al margen de un cambio de actitud. Y entonces no pueden ser perdonados mientras persistan en tal situación.

         
          De las lecturas de hoy destacamos la devoción de David por el Arca de Dios (2Sam,6,12-15,17-19), que danza en su presencia de puro gozo por tener el Arca en su ciudad. Y que hace fiesta e invita a las gentes a comer como modo de celebración. Luego cada uno marcha a su casa, pero el Arca ha quedado ya instalada en el centro de la tienda que David había preparado.

          El evangelio (Mc.3,31-35) es el ya consabido de los parientes que llevan a la Madre de Jesús a verlo, y le mandan recado para que salga a verlos. Pero Jesús está en su labor de enseñanza al pueblo. El pueblo, muy sensible a lo familiar, es el primero en decirle que tu madre y tus hermanos están ahí fuera y te buscan. Pero Jesús no deja de hacer la labor que está haciendo y extendiendo la mano y señalando a aquellos que lo escuchaban, responde: éstos son mi madre y mis hermanos: todo el que hace la voluntad de Dios es mi hermano y mi hermana y mi madre.
          Es la gran lección que nos deja Jesús. Cuando se está en la faena que Dios quiere, la familia pasa a segundo lugar. No es un menosprecio sino una jerarquía de valores…, un poner él en práctica  lo que enseñaba: que hay que posponer todo ante la voluntad de Dios. Posponer incluso la tendencia del cariño, que no es ser frío de corazón sino poner delante la obligación.
          La familia no lo entendería. Al fin y al cabo sabemos que lo tenían como hombre fuera de sí (nos consta de ello por otro evangelista). María sí entendía perfectamente porque ella era la primera en colocar la voluntad de Dios por encima de todos los otros intereses. Que sintiera no poder ver a Jesús, o que se retrasara el momento de encontrarlo, para ella era lo propio, sabiendo que Jesús estaba en otro mundo de cosas y obligaciones. Ya lo supo ella bien a las claras el día que hubo de quedarse sola porque Jesús se iba para realizar su misión. Lo de ahora era un simple paso más, sin demasiada trascendencia.


          Estoy esperando de un momento a otro que me ingresen para repararme un poco el tema de mi respiración. Serán unos días de ausencia en el blog. La espera depende de que el cardiólogo está ausente y de que yo me encuentre en más peores condiciones.

lunes, 27 de enero de 2020

27 enero: Pecado contra el Espíritu Santo


LITURGIA       
                      .Comienza el reinado de David. 2Sam.5,1-7.10 nos narra cómo vinieron a él los ancianos y representante de Israel para pedirle que él fuera su rey. Y David reinó en Israel 40 años.
          Una tribu díscola que habitaba Jerusalén, la de los jebuseos, se oponía a que David reinara. David fue contra ellos con sus hombres. Los jebuseos, haciéndose fuertes, le decían a David que no llegaría a entrar allí, porque lo rechazarían los ciegos y los cojos. Ésta es la razón por la que quedó en la mente del pueblo una aversión particular a ciegos y cojos, y una de las razones por las que Jesús, en el evangelio, tiene especial atención hacia ellos.
          David los venció y conquistó Sión, por lo que se llamó “Ciudad de David”. David crecía en poderío y Dios estaba con él.

          Mc.3,22-30 nos presenta ese momento en que unos doctores de la ley afirman que Jesús tiene dentro a Belzebú y echa los demonios con el poder del jefe de los demonios.
          Jesús les arguye que eso no es posible porque el demonio no va a echar al demonio pues una familia dividida no puede subsistir.
          Y les hace la reconvención profunda de que el pecado de atribuir al demonio las obras que hace en nombre de Dios, es un pecado de blasfemia contra el Espíritu Santo, que no puede tener perdón, y que el que tal pecado comete, carga con su pecado para siempre.
          ¿Es más grave ese pecado que otros? –Es la postura que cierra el camino de convertirse. Porque en cualquier pecado, la persona puede recurrir a Dios y suplicar su perdón. Y Dios perdonará.
          Pero la persona que niega a Dios o no recurre a él, esa persona se cierra las puertas para recurrir a Dios y suplicarle el perdón.

          Yo no sé si se podrá afirmar rotundamente que el pecado de nuestro mundo actual es el pecado contra el Espíritu Santo. Toda la vida ha habido pecados pero se mantenía el sentido religioso de la vida. Como aquel conde que se fue, espada en mano, contra el Obispo que lo había excomulgado, porque no podía soportar verse excluido de los sacramentos. Hubiera cometido un pecado mayor pero su sentimiento era el de no soportar verse alejado de la vida de la iglesia. Hoy sencillamente se prescindiría, y lejos de buscar la reconciliación, se pasa olímpicamente sobre el tema de la fe y de la pertenencia a la Iglesia. Por tanto, esos que se han apartado, ya no buscan el perdón. Y ese es el pecado que no puede perdonarse porque no hay arrepentimiento.
          Por eso concluye el relato evangélico de hoy afirmando que al hablar Jesús del “pecado o blasfemia contra el Espíritu Santo”, se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo. Por tanto no era un pecado especial contra el Espíritu Santo sino una negativa a reconocer la verdad de Jesús.

domingo, 26 de enero de 2020

26 enero: Convertíos


LITURGIA        Domingo 3ºA-T.O.
                      .En el evangelio de San Mateo (4,12-23) se nos cuenta que Jesús dejó Judea cuando se enteró de que Herodes había apresado a Juan Bautista. La persecución de Herodes puede llegarle a él, y Jesús se retira y se estable en Galilea. Primero se va a Nazaret, su pueblo. Pero luego dejando Nazaret, se fue a vivir a Cafarnaúm, junto al Lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí, realizando lo que estaba anunciado por el profeta Isaías y que hemos oído en la 1ª lectura. (Is. 9,1-4) en la que se anuncia una luz grande a esas gentes que andaban en tinieblas, bajo las esclavitudes de imperios vecinos.
          Y la luz que les brilla es la predicación escueta de Jesús: Convertíos, porque está cerca el Reino de Dios.
          La idea es que Jesús había empezado su vida en el movimiento de Juan Bautista, que predicaba eso mismo. Pero cuando a Juan Bautista lo encarcelan, Jesús lo continúa en el norte, y en un lugar poco dado a la espiritualidad, como era la llamada “Galilea de los gentiles”. Y lo hace en Cafarnaúm, lugar de comerciantes, campesinos y pescadores y gente pobre. A ellos, los pescadores y campesinos que viven en las sombras y oscuridad, les lleva el mensaje fundamental de la conversión. Y la conversión se debe llevar a cabo porque, por encima de las influencias de imperios poderosos, la solución tiene que venir de Dios, que es el verdadero rey.
          El evangelio de hoy puede ampliarse, según la liturgia, por las vocaciones de Simón, Andrés, Santiago y Juan, precisamente pescadores. La llegada del reino de Dios tiene una traducción concreta en esas llamadas que hace Jesús al pasar por el lago, y encontrar a aquellos hermanos en su faena de preparar las redes para salir a la pesca. Les va a cambiar el planteamiento y les va a poner ante un nuevo modo de pescar, que va a ser el de “pescar hombres”. Es precisamente una forma concreta de conversión.

          La 2ª lectura (1Cor.1,10-13.17) es una corrección de Pablo a los fieles de Corinto porque andan divididos, y les exhorta a vivir unidos con un mismo pensar y un mismo sentir.
          El problema no es extraño: los fieles se agrupan a favor de uno u otro de los predicadores del evangelio: unos con Pablo, otros con Apolo, otros con Pedro. Y Pablo les hace caer en la cuenta de que ninguno de ellos ha dado su vida por los fieles. Que el único al que siguen es a Cristo, y Cristo no está dividido.
          Es un problema viejo y siempre nuevo: las gentes se hacen admiradores y seguidores de una persona determinada de la que han recibido una instrucción o una atención, y parecen depender de esa persona, muchas veces –incluso- con crítica respecto de las otras. Y Pablo les dice claramente que no dependan de nadie, porque sólo deben seguir a Jesús, que es el Salvador.

          La conversión ha de llegar a nosotros a manos de la EUCARISTÍA, porque los que nos unimos a Jesús en la Comunión, tenemos que hacerlo nuestro rey. Y en la Eucaristía estar unidos y sólo dependiendo de ese Jesús que es el que ha dado su vida, su palabra y su alimento.

          Jesucristo predica la conversión. Pidámosla como gracia que necesitamos.

-         Por la Iglesia, necesitada de continua conversión en personas e instituciones. Roguemos al Señor

-         Para que seamos fieles a las llamadas que hace el Señor. Roguemos al Señor

-         Para que vivamos en unión con un mismo pensar y un mismo querer. Roguemos al Señor

-         Para que la Eucaristía nos purifique de nuestras tensiones y sólo nos haga depender de Cristo. Roguemos al Señor


          Concédenos, Señor, las gracias que necesitamos para vivir con eficacia nuestra vida cristiana. Lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. AMÉN

sábado, 25 de enero de 2020

25 enero: Conversión de Saulo


LITURGIA        La conversión de Saulo
                      .Hay dos narraciones del mismo hecho: la conversión de Saulo; vamos a seguir la de Hech.22,3-16, expresada en primera persona por el mismo Pablo.
          Saulo era un judío que se distinguía por la defesa de sus tradiciones judías. Formado en la escuela de Gamaliel aprendió hasta los últimos detalles de la ley y los modos judíos, sirviendo a Dios con el mayor fervor. Y en razón de sus convicciones judías, persiguió a muerte a los que seguían la nueva manera de los seguidores de Jesús. Metió en la cárcel a muchos hombres y mujeres que seguían el nuevo camino, y hasta obtuvo cartas de los sacerdotes para ir a perseguirlos hasta Damasco.
          Ahí es donde cambia todo el panorama porque yendo de camino, en un momento determinado le envuelve un gran relámpago y Saulo cae por tierra, mientras oye una voz que le dice: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
          Saulo no se rebela contra esa voz sino que descubre en ella algo sobrenatural, y pregunta: ¿Quién eres, Señor? Y la voz le responde: Yo soy Jesús Nazareno, a quien tú persigues.
          Y Saulo pregunta entonces: ¿Qué debo hacer, Señor? Es llamativo que Saulo no se ha rebelado contra la voz, diciendo que él no persigue a Jesús, a quien da por muerto. Por el contrario acepta que perseguir a los seguidores de Jesús es perseguirlo a él mismo. Y se humilla con la misma fuerza que antes perseguía, y pregunta “qué tiene que hacer”.
          La respuesta es que siga ahora camino de Damasco, llevado de la mano por sus compañeros (porque había quedado ciego) y esperar allí. Que allí vendrá uno de los que Saulo perseguía, y será el instrumento de Dios para hacer de Saulo el Pablo defensor acérrimo de la causa de Cristo. Y Saulo recobrará la vista y además será bautizado con el bautismo en el nombre de Jesús, por el que se le perdonarán todos sus pecados.

          La otra narración pueden seguirla los lectores en Hech.9,1-22, quizás con más detalles, sobre todo en el tramo final, en el encuentro con Ananías, el cristiano que le salió al encuentro.

          Marcos nos sitúa en la despedida de Jesús para irse al cielo. (16,15-18). Y lo hace enviando a sus apóstoles al mundo entero para proclamar el evangelio a todas las criaturas, Cierto que entre los “doce” la idea del “mundo” estaba reducida al mundo judío. Fue Pablo el que rompió moldes y se lanzó realmente a “toda criatura” también entre los gentiles.
          La palabra de Jesús es clara: El que crea y se bautice, se salvará. El que se resista a creer, será condenado.
          Y pone las señales que se darán en los creyentes: echarán demonios en mi nombre. Demonios que es todo lo que se opone a la entrada de Jesús en las almas. Hablarán lenguas nuevas, que no es el don de lenguas sino la universalidad con que será acogida la nueva fe, que se hablará en todos los idiomas. Y también que la fe verdadera será como un lenguaje nuevo por el que el mundo se entenderá como seguidor de Jesús, el Resucitado.
          Cogerán serpientes en sus manos. La serpiente es el símbolo de la tentación y del príncipe del mal. El creyente en Cristo dominará esa situación y no se dejará vencer por la tentación y el mal. De tal manera que si beben algún veneno mortífero, no les hará daño. La tentación puede presentarse. Es ley  de vida. Lo que distinguirá es que ese veneno mortífero no podrá hacer daño. Estará el creyente por encima de esas tendencias al mal.
          Finalmente, impondrán las manos en los enfermos, y sanarán. Es la parte apostólica por la que el creyente no se queda anclado en una fe individualista sino que se lanza a llevarla a los otros, que son unos pobres enfermos, y a los que les van a llevar una salud espiritual.

viernes, 24 de enero de 2020

24 enero: Los hizo compañeros


ESCUELA DE ORACIÓN, Málaga.- Viernes 24
LITURGIA       
                      .La 1ª es una lectura larga con una historia muy peculiar: 1Sam.24,3-21 narra dos actitudes claramente diferenciadas: Saúl que ha salido con un conjunto de hombres en persecución de David, porque quiere acabar con él.
          Saúl ha de entrar en una cueva por necesidad. Al fondo de la cueva estaba David. Sus seguidores le incitan a matar a Saúl, su perseguidor, pero David se niega rotundamente en poner las manos sobre el ungido del Señor
          Eso sí: para tener en su mano la prueba de su respeto por la vida de Saúl, le corta sigilosamente una esquina del manto y se vuelve a esconder en el fondo de la cueva.
          Cuando Saúl sale y ha tomado distancia, David se le hace presente con el trozo de manto en sus manos, demostrando a Saúl que podía haberlo matado y no lo ha hecho.
          David se humilla ante Saúl declarándose “un perro muerto” contra el que no merece la pena la persecución del rey, y Saúl se conmueve ante el testimonio: podía haberlo matado David y no lo ha hecho. Y acaba Saúl declarando que David será finalmente rey.

          En el evangelio (Mc.3,13-19) tenemos ese momento solemne en el que Jesús ora para elegir a doce de entre sus muchos discípulos y seguidores, y se sube a la montaña con el grupo amplio de discípulos.
          Y a doce hizo sus compañeros para enviarlos a predicar, con poder de expulsar demonios. Lo primero que llama la atención es que a doce discípulos los hace “compañeros”. Van a acompañarlo ya siempre y con cercanía muy fuerte, porque ellos van a predicar el Reino  y ellos van a expulsar demonios (una realidad que sólo puede hacerla Dios, o por encargo de Dios, que en este caso es el encargo de Jesús).
          Aquellos doce van a ir con él, van a ser testigos de las obras y palabras de él; lo van a seguir en los momentos buenos y malos, y estarán un día gozando plenamente del triunfo de Jesús.
          Son Simón, que recibe definitivamente el sobrenombre de Pedro (piedra, roca firme, “cefas” –que indica la piedra rocosa, en contraposición con “lithos” que son los guijarros del camino-. Junto a Pedro, nombra Marcos a Santiago, el hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, agrupando así este evangelista a los tres discípulos que serán testigos de los momentos más álgidos de la vida de Jesús: la transfiguración, la resurrección de la hija de Jairo, la oracion del Huerto… (A Santiago y a Juan les pone el sobrenombre de “los Truenos” por su carácter fogoso. Que es curioso cómo ha pasado la tradición popular a un Juan modoso y casi infantil en su simplicidad, pero que aparece en los evangelios más de una vez pretendiendo soluciones extremas)
          Sigue en la lista Andrés, el hermano de Pedro. Y Felipe y Bartolomé y Mateo. De todos ellos constan los relatos evangélicos de sus respectivas llamadas iniciales directas por parte de Jesús.
          Y luego Tomás. Otro que podría ser llamado “Trueno” por sus intervenciones extremas, llenas de buena fe pero salidas de prudencia, como el caso llamativo de su negativa inicial a creer en la resurrección de Jesús, para lo que pone una serie de condiciones muy fuera de lugar.
          Y luego varios apóstoles que apenas tienen protagonismo, aunque fueron tan iguales a los demás en la elección y en su labor: Santiago Alfeo, Judas Tadeo (a quien la piedad popular ha exaltado por encima de los demás, atribuyéndole la característica de patrón de las causas imposibles, y creando una parafernalia externa de culto, tan poco adaptado a la realidad de un culto de veneración). Simón el Cananeo.
          Para acabar con Judas Iscariote, un hombre con una elección tan igual que los demás y con una misión tan igual que los demás, y que llegó a echar demonios en nombre de Jesús, y predicar el evangelio…, y que después –sólo Dios sabe por qué- se volvió enemigo de Jesús hasta el punto de entregarlo a los enemigos –los sacerdotes- para quitarlo de en medio. Muy posiblemente ni sospechó hasta dónde iba a llegar su entrega. Pero se ha ganado a propio pulso el título de “el traidor”, “el que lo entregó”, con que aparece en todos las listas de la elección de los apóstoles.

jueves, 23 de enero de 2020

23 enero: Tú eres el Hijo de Dios


ESCUELA DE ORACIÓN, Málaga: Viernes 24
LITURGIA       
                      .Cuando volvía el ejército de derrotar al filisteo, las muchachas a coro cantaban: Saúl mató a mil, David a diez mil (1Sam.18,6-9; 19,1-7). A Saúl le sentó mal aquella copla y le tomó ojeriza a David, hasta el punto que delante de su hijo Jonatán y los ministros, habló de matarlo.
          Jonatán era amigo íntimo de David y se lo avisó. Le aconsejó que se mantuviera a distancia en lugar seguro, mientras él hablaba a su padre a favor de David. Le hizo las cuentas de la alegría que había recibido de vencer al filisteo, y que David en nada había ofendido al rey, sino que se jugó la vida por el honor del rey.
          Saúl amainó sus sentimientos y David pudo volver a palacio de la mano de Jonatán.

          También tenemos en el evangelio a Jesús poniéndose a seguro tras la confabulación de fariseos y herodianos para acabar con él. Es táctica de Jesús la de pasar “a la otra orilla” cuando se ha tensado la situación. (Mc.3,7-12). Jesús no pretende ir de héroe por la vida. Los fariseos eran muy influyentes y extremosos y más valía tomar distancia de ellos cuando se encendían sus reacciones. Y Jesús pone agua por medio, pasando a la otra orilla del Lago.
          El hecho fue que lo siguió una gran cantidad de personas de Galilea. Se enteraban de las cosas que hacía el Señor y le buscaban. Incluso gentes de Judea, Idumea y la Transjordania, y las ciudades limítrofes de Tiro y Sidón. Tal era la afluencia de gentes que Jesús tuvo que prevenir a sus discípulos que tuvieran preparada una barca, no le fuera a estrujar el gentío. No era la única vez que Jesús se  liberaba de los empujones de la gente, subiendo a una barca para desde allí dirigirse a la multitud.
          El atractivo de Jesús era muy fuerte. Pero además sus obras le atraían más la atención de las gentes, porque curaba enfermedades y liberaba de espíritus malignos a los que estaban poseídos. Éstos gritaban al ver a Jesús y lo reconocían y aun adoraban, diciendo: Tú eres el Hijo de Dios. Pero Jesús no les permitía que lo diesen a conocer y se lo prohibía severamente.
         
          Deduzco algunas facetas de nuestra relación con Jesucristo. La falta de relación produce distanciamiento. No digamos cuando lo que hay es hostilidad hacia él. Pero sin llegar a la hostilidad, puede ocurrir que Jesús “pase a la otra orilla” cuando hay frialdad en el trato con él. No digamos de las gentes que vuelcan las culpas de sus males en Dios o en Jesús. El paso “a la otra orilla” debe causar santo temor porque no hay nada peor que el que Dios se ausente. Al fin y al cabo el infierno es ausencia plena de Dios, como el peor de los castigos. Las “ausencias de Dios”, aun parciales, son un mal tremendo. Y Dios se ausenta cuando la situación de pecado del hombre se ha hecho habitual: cuando la opción de la persona ha sido un contra Dios.
          Otra faceta es la atracción que ejerce Jesús para las gentes de buena fe, que vienen de todas partes a encontrarse con Jesús. La criatura, tan necesitada, encuentra en la acogida de Jesucristo un atractivo profundo. Cuando falta tanto amor en la vida, cuando crece tanto el egoísmo, es dulce hallarse acogido por el pecho del Señor. Y nada de extraño tiene que quien encuentra a Jesús, venga desde cualquier sitio a estar con él.
          Todo eso, sin atosigar. Sin “estrujar”. Acercarse a Jesús debe ser suave como un beso, un abrazo de corazón a corazón. Un depositar la cabeza sobre su pecho con la ternura del niño que se recuesta sobre el seno de su madre. Diríamos así que Jesús no tema que “lo vayan a estrujar”, sino que cada cual se acerca a él con suavidad de terciopelo. Con toda la confianza y con el cariño con que actúa el amor.
          Finalmente hay una faceta interesante: a los espíritus inmundos no les deja nombrarlo porque con ello pretenden poseerlo y Jesús no se deja poseer. Él se da, pero él es él y actúa desde la libertad de él, que será siempre muy generosa pero sin pretender atraerlo al deseo o estilo de la persona. Y las hay muy acaparadoras que más que orar, tratan de tener a Jesús a su disposición. De ahí que protestan cuando piensan que Jesús no les ha hecho lo que ellas querían. Son personas que más que llegarse a Jesús como el pobre que suplica, pretenden “poseerlo” y tenerlo a disposición.

miércoles, 22 de enero de 2020

22 enero: Extiende el brazo


LITURGIA       
                      .Quienes tuvimos la suerte de estudiar la “Historia Sagrada”, supimos desde niños la historia que hoy nos cuenta la 1ª lectura (1Sam.17,32-33.37.40-51): la lucha dispar entre Goliat y David.
          Saúl estaba sufriendo los ataques de los filisteos, que no le dejaban en paz. Los ejércitos de uno y otro bando estaban dispuestos para entablar una batalla, pero Goliat, fiado de sí mismo y de sus artes guerreras, propone una lucha cuerpo a cuerpo con alguien designado del ejército de Saúl.
          David se ofrece al rey para salir a luchar y Saúl considera que es imposible una lucha tan desigual, entre Goliat, guerrero empedernido, y David, un muchacho sin artes marciales. David insiste y Saúl lo deja. Al principio, vistiéndole el traje de guerra con sus pesadas piezas, a las que David no puede adaptarse, y luego finalmente con David armado solamente de una honda y piedras y un cayado.
          Goliat lo desprecia, y David le reta, porque él sabe que él va en nombre del honor de Dios, y eso vale más que todas las fuerzas del filisteo. Echa a correr en dirección a Goliat, saca una piedra de su zurrón y lanza su honda con tal destreza que le clava la piedra al filisteo entre ceja y ceja, y le derriba de bruces en tierra.
          No era la destreza del guerrero ni su corpulencia la que ganaba aquella lucha, sino ir, como David, en el nombre de Dios y para defender al pueblo de Dios.
          Es una lección útil, aplicada a la realidad humana en general. Muchas personas andan caídas frecuentemente en pecado, que se presenta como el gran poder que les domina y ante el que no saben defenderse. Más de uno se ampara en que “le tienta el demonio”. Pero la solución está en proceder como David, con aparentes pocos elementos de defensa pero muy aferrados al amor a Dios, y al deseo del honor de Dios, que tiene mucha mayor potencia si se sitúa uno de cara a Dios y actuando con la fuerza de Dios, que puede más que todos los demonios juntos. Lo que puede faltar es el arresto de David que se lanza a la lucha con una honda y cinco piedras…, pero actuando en nombre de Dios.

          Otro episodio en la sinagoga y en sábado. Los evangelios tienen especial empeño en presentarnos a Jesús como liberador de normas externas, y de poner un “vino nuevo” que desbanca lo antiguo y procede con la libertad propia del nuevo régimen que trae Jesús.
          Mc.3,1-6 nos lleva a la sinagoga un sábado. Y un hombre con parálisis en un brazo, para poner la atención en la actitud de Jesús y de los fariseos. Ellos estaban al acecho para ver cómo procedía Jesús ante aquel hecho, y ver si curaba en sábado, porque así tendrían ocasión de denunciarlo y acusarlo.
          Jesús quiere actuar en connivencia con lo razonable, y no se lanza sin más a hacer que aquel brazo paralizado se extienda curado. Sino que trata de implicar a la gente y de poner de manifiesto la actitud de los fariseos. Y le dice el hombre: Levántate y ponte ahí en medio. Quiere Jesús hacer patente la situación y que ante el dolor ajeno se levante un sentimiento interno de compasión y de decisión de que lo cure. Y pregunta a todos: ¿Qué está permitido hacer en sábado?: ¿hacer lo bueno o lo malo (que es dejar de hacer lo bueno que puede hacerse); salvar la vida de un hombre o dejarlo morir? Jesús llevaba al extremo su pregunta. Podrían siquiera distinguir lo que es hacer el bien de dejar de hacerlo, y de salvar una vida o dejarla morir. ¡Algo se podría hacer en sábado ante esos extremos!, quería hacerles ver el Señor.
          Pero obtuvo el silencio por respuesta. No querían responder porque lo razonable era decir que se debe hacer el bien o se debe salvar una vida…, pero entonces daban rienda suelta a la acción de Jesús, que estaban vislumbrando. Y prefirieron callar para no darle pie a actuar.
          La mirada de Jesús a aquellos individuos fue una mirada tremenda, porque era echarles en cara su inhumanidad…, su absurdo de no dejar vivir en sábado. Y dirigiéndose al hombre paralítico, le dijo: Extiende el brazo. Acción que, por otra parte, no suponían ningún trabajo. Y el hombre quedó curado.
          La indignación de los fariseos, en connivencia con los herodianos, fue mayúscula. Y no tuvieron otra reacción que la de plantearse el modo de acabar con Jesús. A una sinrazón pretenden ahogarla con otra mucho mayor.
ESCUELA DE ORACIÓN, Málaga. Viernes 24

martes, 21 de enero de 2020

21 enero: El sábado para el hombre


LITURGIA       
                      .Saúl había sido rechazado por Dios como rey. No había sido un rey obediente a los planes de Dios. Samuel se resentía de ello y Dios le dice que no se aflija por Saúl porque Dios lo ha descartado. (Sam.16,1-13). Y le da Dios la orden al profeta para que vaya a Belén para ungir un nuevo rey. Samuel teme que Saúl tome represalias y Dios le da la solución: Lleva una novilla y di que vas a ofrecer un sacrificio al Señor. Así lo hace, así lo testimonia ante los ancianos que le salen al paso.
          Organiza ese sacrificio con la familia de Jesé y fue viendo a uno y otro, todos los hijos de Jesé, y Dios le iba diciendo a Samuel que no era ese el que Dios tenía escogido. Al final hacen venir de entre los rebaños al menor de los hijos, a David, y Dios le indica a Samuel que ese es el elegido y que lo unja.
          Tomó Samuel el cuerno del aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. Y David quedó invadido del espíritu del Señor, que ya estuvo con él para siempre. La historia es historia sagrada porque no son las fuerzas humanas las que determinan los caminos de Dios, sino la elección de Dios, por su liberalidad absoluta.

          Llegamos en el evangelio a un episodio tantas veces tratado (Mc.2,23-28), el de los discípulos que, al paso por unos sembrados, arrancan unas espigas, las trituran  en sus palmas de las manos y se las echan a la boca. Marcos, posiblemente con mayor exactitud, no dice que tuvieran hambre. Sencillamente jugueteaban con ese gusto de coger espigas de la mata y llevarse el fruto a la boca. Yo, que lo he hecho más de una vez y sé el gusto que eso encierra, me hago cargo perfectamente de esa situación de los apóstoles.
          El problema es que era sábado. Problema que en sí no era tal porque allí no había ningún trabajo sino mera distracción. Pero para los fariseos suponía lo equivalente a trillar, y eso sí es un trabajo. Y un trabajo no se puede hacer en sábado. Para la mente farisaica aquello era una violación del descanso sabático y vienen a pedirle cuentas a Jesús: Oye, ¿por qué tus discípulos hacen lo que no está permitido hacer en sábado?
          Jesús, según su estilo, no responde directamente a la pregunta sino que se va a mucha mayor profundidad. David era el venerado rey y jefe modélico de Israel. Y a una acción de David se va Jesús para explicar ese porqué. David hizo una campaña con un grupo de hombres, que acabaron extenuados. Y se presentó en la casa del sacerdote Abiatar para que les diera de comer. Abiatar no tenía más panes en aquel momento que los que habían sido retirados de la presencia de Dios, y que por tanto eran panes de alguna manera consagrados, y que sólo podían consumir lo sacerdotes.
          Sin embargo David considera que son buenos para fortalecer sus fuerzas y la de sus hombres y no tiene empacho de comer de los panes presentados. Las leyes pueden tener sus excepciones. Tanto más si son ya leyes interpretadas a lo humano, como la exageración en la que incurrían los fariseos con el descanso sabático.
          Y añadió un principio básico en la forma de vivir la respuesta religiosa: El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado. El descanso sabático es una norma de higiene laboral, para que el hombre descanse y repare fuerzas. Por eso el sábado se instituyó por Dios para beneficio del hombre. No para esclavizar al hombre: no se hizo el hombre para el sábado, el hombre sometido al sábado hasta el punto de no poder pasar por un sembrado y coger unas espigas. Eso no es trabajo y no se impone como ley. Y como ese dato, otras muchas realidades de la vida diaria que podrían hacerse sin problema, si no fuera por esa materialización del sábado en que han incurrido los fariseos.
          Todo esto tiene su aplicación práctica al modo de vivir nosotros nuestra libertad espiritual, sin materializar la manera de ir adelante en nuestro modo de vivir nuestra exigencia religiosa. Con sano criterio, y no con ligereza de conciencia, podremos más de una vez discernir lo que podemos hacer o dejar de hacer bajo ese principio que ha establecido Jesucristo: la religión se ha hecho para bien del hombre, y no al hombre como esclavo de formas religiosas. Por eso mismo la religión católica es mucho más abierta y comprensiva que otras religiones en las obligaciones impuestas a sus fieles. Tenemos especial acento en oración, sacramentos y evangelio, que enmarcan la vida de un cristiano.

lunes, 20 de enero de 2020

20 enero: Vino nuevo


LITURGIA       
                      .Lo que se temía ocurre: que un rey terreno no es perfecto, y que Saúl –aun elegido por Dios- no es el hombre que vive con fidelidad los mandatos del Señor.
          1Sam.15,16-23 es la reconvención de Samuel a Saúl porque en su batalla contra los amalecitas, no ha consagrado al exterminio los despojos de los enemigos. Samuel se lo muestra así a Saúl, quien defiende que él ha cumplido con lo prometido, y que si sus tropas recogieron despojos del ejército enemigo fue para ofrecerlas en sacrificio al Dios de Israel.
          Samuel le dice que no se trata de eso, sino de la falta de obediencia al mandato de Dios Obedecer vale más que un sacrificio; ser dócil, más que la grasa de carneros. No se trata de que se haya hecho algo malo sino de que no se ha hecho como el Señor quería, y el pecado no es sólo hacer algo que es malo en sí sino no hacer al modo que ha dictaminado el Señor.
          La consecuencia es nefasta: El Señor te rechaza como rey porque tú lo has rechazado, y eso es crimen de idolatría.

          La labor de Jesús es ir dejando claro el nuevo estilo que él trae. Ya ha puesto un principio básico ante los fariseos de que él ha venido a los pecadores como médico que va al enfermo.
          Ahora son los discípulos de Juan y también algunos fariseos  los que están extrañados de que los discípulos de Jesús no guarden los ayunos rituales, y vienen a preguntarle a Jesús la razón de ello.
          Ya he comentado muchas veces que el estilo de Jesús es el que él definió a la samaritana: que los verdaderos adoradores adoran al Padre en espíritu y verdad, y que por tanto su estilo va al interior y se fija mucho menos en los rituales externos. Jesús va a las actitudes, y eso no se resuelve con unas prácticas externas.
          Y les explica que la relación que pide su enseñanza es la relación de los amigos del novio, que celebran la fiesta de la boda del amigo y la celebran a pleno pulmón. No van a ayunar mientras el novio está en su fiesta, sino que participan de su alegría. Tiempo tendrán para sufrir, pero no en pleno convite de bodas.
          Y echando mano de su recurso favorito que son las parábolas o ejemplos sencillos de captación de la atención de sus oyentes pone el caso del vestido viejo. [El vestido viejo aquí es el mundo judío, el estilo farisaico, las formas de la ley antigua]. No vale mantener ese vestido con el arreglo externo de una pieza nueva porque lo nuevo rasgaría lo viejo y pasado. Así no basta mantener los ayunos y las formas antiguas y añadirles algo del nuevo estilo, porque el nuevo estilo no encaja en lo antiguo. De hecho hay que plantear una forma distinta de vida. Y esa forma distinta va a lo interior, a lo profundo, que por lo general no tiene nada que ver con las prácticas exteriores.
          La conclusión sería que hay que comprarse un vestido nuevo, enfocar la vida desde otras coordenadas. Y eso es el Nuevo Testamento, el Reino, el Evangelio…, con el sermón del Monte como base de un nuevo estilo. Y en el sermón del Monte no hay ayunos. Y lo que puede haber no es andando cabizbajos para mostrar el sacrificio que se está haciendo, sino lavándose la cara para que no se note que se está ayunando.
          Es lo que da la otra parábola del vino nuevo, lleno de fuerza, que no puede almacenarse en los odres viejos ya desgastados, porque ese vino nuevo (el Nuevo Testamento), revienta los odres antiguos, con lo cual no queda nada: ni odres ni vino. A vino nuevo, odres nuevos, nuevo estilo, nueva manera de enfocar la vida, con una interioridad en la que los verdaderos adoradores adoran al Padre en espíritu y verdad, y no dependiendo de si el lugar de culto es el templo de Jerusalén o el Monte Garizín.
          Todo ello conduce a una reflexión: que el cristiano es una persona esencialmente libre, que no está supeditada a unas formas. Es penoso que la gente tenga el concepto de “cumplir con la Misa” en vez de ir a una celebración festiva donde va a unirse a Jesucristo en su gran misterio de muerte y resurrección. Es penoso que todavía se ande con la idea de si “me vale la Misa llegando al Evangelio”, porque es lo mismo que si se llega a una corrida de toros o a un concierto cuando ya va avanzado, y le preguntara uno al vecino si “he visto la corrida o he escuchado el concierto”, porque es evidente que no.
          Es la diferencia que hay entre el cumplir y el vivir; andar de cumplimientos o gozar de la experiencia de fe. Y esta experiencia de fe es la que constituye la gran novedad del “vino nuevo”.

domingo, 19 de enero de 2020

19 enero: Jesucristo, Salvador universal


LITURGIA        Domingo 2-A, T.O.
                      .Juan Bautista contempla a Jesús, y lo muestra a sus discípulos como el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. (Jn.1,29-34). Adviértase que dice “el pecado del mundo”, es decir, no sólo es que carga con los pecados particulares de cada hombre, sino con la estructura de pecado que hay en el mundo, lo cual es mucho más significativo porque abarca la raíz misma de todo pecado. Esa es la redención de Jesucristo, una lucha directa contra la fuerza misma del pecado, y no sólo el pecado de Israel sino del mundo entero.
          Eso es de suma importancia porque muestra la vocación universal de Jesús que abarca a todo hombre, judío y gentil.
          Y Juan advierte que ya llega ese Cordero de Dios, que viene detrás de mí aunque está por delante porque es más que él, porque existía antes que yo. Y Juan advierte que él salió a bautizar con agua para buscar un signo en las gentes de su confesión de pecados, y de su empezar a partir de ese momento una vida nueva.
          Y da testimonio de Jesús porque es testigo de lo ocurrido en el bautismo: que ha bajado una voz del cielo y que El Espíritu se posó sobre él como una paloma. Ese Jesús bautizará en Espíritu Santo, que ya es el verdadero bautismo. Y Juan da testimonio porque lo ha visto y sabe que ese es el Hijo de Dios.

          También la 1ª lectura de Isaías (49,3.5-6) habla de una salvación universal, testimonio tanto más valioso cuanto que es tan antiguo y dicho desde el pensamiento israelita. En profecía expresa la vida del Mesías futuro: Y ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó siervo suyo para que le trajese a Jacob (es decir al pueblo de Dios)…, sino también te hago luz de las naciones para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra.
          No es de poca monta esta profecía porque nos abarca a nosotros. Jesucristo no es sólo un judío que va a salvar a los judíos, sino que es un salvador del mundo.

          En la 2ª lectura (1Cor.1,1-3) Pablo ya habla a los fieles de Corinto como a “santos”, porque han quedado santificados por la obra universal de Jesucristo. Los “santos” del pueblo de Dios entre los que debemos estar nosotros y proceder rectamente para que sea realidad nuestra alma en Gracia de Dios. Y seguramente ahí nos toca que dar aún pasos muy concretos de corrección de determinados fallos que somos conscientes que los arrastramos sin que se dé una actitud firme de cambio y corrección.

          Celebramos la EUCARISTÍA y debe suponer para nosotros ese paso de santidad, de bondad de sentimientos, de perdones, de limpieza de cuerpo y alma, de corazón más abierto al prójimo… Vivir la Eucaristía es mucho más que “comulgar”, mucho más que haber participado de la liturgia. Debe supone la realidad de una criatura nueva, que participa dignamente del Cuerpo y la Sangre de Jesucristo.


          Elevemos nuestras peticiones el Señor.

-         Por la santidad de la Iglesia. Roguemos al Señor.

-         Porque seamos dignos hijos de la Iglesia santa, Roguemos al Señor.

-         Para que nos unamos al Codero de Dios que quita el pecado del mundo. Roguemos al Señor.

-         Para que sinteticemos en la Eucaristía toda nuestra actitud ante la vida. Roguemos al Señor.


          Te damos gracias, Señor, porque somos parte de la redención que nos ha ganado el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
          A ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos.
          Amén