domingo, 30 de junio de 2019

30 junio: El desprendimiento


LITURGIA
                      Estamos ante el Domingo 13-C del T.O., que invita claramente al desprendimiento. Desde la 1ª lectura (1Reg.19.16.19-21), el Señor le dice a Elías que unja a Eliseo, y Elías extiende su manto sobre Eliseo (que se hallaba arando), en señal de llamada. Eliseo sólo pide ir a despedirse de su familia, y barrena las naves sacrificando a los bueyes y quemando el arado. No hay vuelta atrás. Que es lo que quiere dejar dicho esta lectura y esta lección de este domingo.

          Pero todavía no se ha dicho la última palabra, que llega con Jesús en el evangelio, en dos formas muy claras (Lc.9,51-62): de una parte corrige severamente a Juan que está tan celoso de la causa de Cristo que pretende arrasar una aldea de samaritanos por el hecho de que no les dejan pasar en el tránsito de Galilea a Judea, porque hay una lucha abierta de los samaritanos contra los judíos. Juan pretende pedir que caiga fuego del cielo que los arrase. Jesus se volvió y les regañó, y sencillamente optó por tomar otro camino. El desprendimiento de “mi derecho”, del celo de lo propio. Se puede solucionar de otra manera, y Jesús opta por la otra manera no belicosa.
          Pero hay una segunda lección mucho más clara de desprendimiento en las 3 personas que pueden llegar a formar parte del grupo de discípulos de Jesús. Uno primero que se ofrece a seguir a Jesús dondequiera que vaya. Y Jesús le planta por delante la exigencia. El “adondequiera que vayas” tiene su contenido: Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar su cabeza. Ahí, a eso, va Jesús. Ahí, a eso, debe ir quien quiera estar con él.
          Un segundo personaje es llamado directamente por Jesús con su consabido: Sígueme. Y el individuo pide una cosa que estaba en la ley: el hijo soltero debía quedarse al cuidado de su padre hasta que el padre muriera. Y es la dificultad que expone este sujeto: Déjame primero enterrar a mi padre (que no es que ha muerto, sino hasta que muera). Y Jesús le responde que deje a sus hermanos (“los muertos”, es decir, los no llamados) al cuidado de su padre. Se pide un desprendimiento muy fuerte, incluso contra las costumbres del pueblo. Pero si es llamado, ha de responder para estar en la línea de discípulo de Jesús.
          En el tercer caso hay un matiz que añadir a la primera lectura. Allí Elías dejaba a Eliseo ir a despedirse de su familia, porque no había inconveniente para ello. En cambio ahora Jesús le hace saber al muchacho, a quien ha llamado, y le ha pedido ir a despedirse de sus allegados, que quien pone la mano en el arado y mira atrás, no es apto para el Reino de los Cielos. Es evidente que Jesús exige más. Y que la lección de desprendimiento queda patente en esta liturgia.

          Al encontrarnos con la EUCARISTÍA bien podemos sentirnos ante el espejo de Jesús, que es el mismo que ha hablado en el evangelio, y cuya lección ha de aplicarse HOY (que éste es el sentido de la homilía)

             En el Mes al Sagrado Corazón, nuestras preguntas van frecuentemente en este sentido: por qué me ocurre esto a mí…; ¿cuándo te vas a acordar de nosotros para librarnos de estos sufrimientos?; ¿por que actúa así el Señor?.. Y ya podemos completar cuadro con las otras formas que se nos ocurren a cada uno, más o menos abiertas o más o menos sutiles.
             Podrían haberlo hecho así aquellos discípulos de Juan, pero no lo hicieron: allí se olvidaron de modos y gustos personales, de comparaciones y de preferencias.  No se miraron a sí mismos. No se endiosaron en el propio planteamiento, Miraron HACIA AFUERA, pusieron sus ojos en aquel Cordero de Dios, que les señalaba su maestro, el Bautista. Y puestos los ojos en Él, ya no pueden perderse en minucias: ¿Dónde vives?  Ni importan detalles para lanzarse… Tienen delante a Jesús y eso ya lo abarca todo.
Por tanto, lo que hoy les coge a ellos no son “cosas”.  Ni siquiera entenderíamos bien la pregunta.  Porque no es ya el espacio, casa, choza en  que viva Jesús…  Están peguntando mucho más. Les interesa mucho más: ¡Les interesa Jesús!   Más aun si cabe: no es el atractivo de Jesús, no es la devoción que les levante… ¡Es lo que hay en las entrañas de Jesús!, lo que implica llegar a descubrir DÓNDE VIVE, donde se alberga lo profundo de Jesús, cuáles son las condiciones en que Él se muestra, lo que Él exige para abrir las puertas de su sancta santorum.
Es fácil decirlo y gozoso entenderlo. Pero yo no me quedaría satisfecho si no le encontrara un  entronque directo con lo reflexionado ayer, Pienso que una parte indispensable de ese saber dónde vive Jesús, depende mucho de estar avanzando en esa CONVERSIÓN que supone una clara salida del YO y las PROPIAS MANERAS, para que no se dé el doloroso estado de luchar contra Dios los años enteros…, viviendo así displicentemente y –en el fondo-  “desgraciados”.  [sin estar movidos por la Gracia de Dios].

Me invita Jesús a IR Y VER.  No sólo “saber”. VER con el alma: en oración.  Y que esa oración sea una exigencia concreta de soluciones concretas.  Cada cual ha de saber buscar LAS SUYAS.  Ese es el VENID Y LO VERÉIS al que invita Jesús tan elegantemente. ¡Tan exigentemente!

sábado, 29 de junio de 2019

29 junio: Los Príncipes de la Iglesia


MES DEL CORAZÓN DE JESÚS
CONVERTÍOS; EL REINO DE DIOS…  DENTRO DE VOSOTROS ESTÁ.
          Una serie de expresiones de Jesús en el Evangelio, y que necesitamos irlas poniendo en su contexto para que sea verdad la graduación que hay en ellas.
          Cuando Jesús se presenta en público, en su primera salida, la palabra inicial es; CONVERTIOS, se acerca el Reino. No está aún. En realidad es esa aparición de Jesús en medio de su Pueblo lo que va a ir produciendo la gran riqueza del Reino que ES ÉL, que irá desglosando Él, y que todavía no está establecido: se acerca. Y en tanto llegará a establecerse en cuanto que la CONVERSIÓN SE PRODUZCA.  Tiene gran importancia este momento concreto de la salida de Jesús al ministerio, y tiene la no menor trascendencia de la condición para que el Reino sea realidad: CONVERTIRSE, ese cambio profundo que ha de darse en la persona, si quiere que le llegue el tesoro escondido. Tal importancia que cuando Juan Pablo II establece los Misterios Luminosos del Rosario, sitúa éste tema como el primero,
          A mi juicio es de demasiada importancia que no se capta sin una honda reflexión. Porque para nosotros, por ejemplo, damos ya por supuesto que “nos hemos convertido”, y que ese REINO DE DIOS ya está establecido en nosotros, casi “por naturaleza”.
          Nosotros nos aplicamos ya directamente la otra expresión; El Reino de Dios, dentro de vosotros está.  Y yo pienso que hay un trecho entre nuestra realidad y lo que es el REINO.  Pienso que en nosotros ha habido una conversión, al contagio con la fe abrazada, y “ciertas conversiones” que se han ido realizando.
          Pero cuando hablamos de CONVERSIÓN, como la pedía Jesús, en la radicalidad de una salida del YO para que ese “yo” acabe “absorbido” por el estilo, formas y exigencias, ya es otra cosa. Sentir que Dios reina en mí. Dejar que Dios reine.  Llevar a otros el Reino del Evangelio de Jesucristo…, me deja el alma colgada de un hilo.
          Quizás por ello los grandes Maestros ascéticos plantearon una segunda conversión, que suponía que los muchos momentos perdidos, engañados dentro de uno mismo, encubridores de pasiones, egoísmos, orgullos, vanidades…, un buen día “se descubren” como tales, y ese día se comienza a sentir la enorme belleza y “la otra cosa” que es el REINO DE DIOS, que tan poco se parece a lo que hemos creído vivir desde el lado de personas evangélicas.  Dice un autor que combatimos contra Dios los años enteros, y por el temor a no ser felices, permanecemos desdichados.

LITURGIA
                      Celebramos la fiesta de San Pedro y San Pablo, los dos grandes apóstoles de la Iglesia, columnas de la misma, cada uno en su función: Pedro, el designado directamente por el Señor para ser su continuador en la obra del Reino de Dios, como vicario suyo y cabeza visible de Jesucristo en la continuidad de la Iglesia. A ello responde el evangelio de hoy (Mt.16,13-19): Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque estas  cosas no te lo ha revelado la carne y la sangre sino mi Padre que está en el Cielo. Y yo a mi vez, te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te doy las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado  en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo. Lo que supone poderes divinos, los mismos de Jesucristo.
          El otro “Apóstol” (así se le designa como apelativo propio) está reflejado en la 2ª lectura (2Tim,4,6-8.17-78) donde él se retrata a sí mismo como elegido del Señor:  El Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles. Él me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su Reino del Cielo. Podrían haberse aducido otros textos igualmente definitorios de la personalidad de Pablo. A él se le debe una gran parte de la ampliación del mensaje, porque sus cartas son todo un fundamento teológico de la fe que profesamos. Y más aún es significativo para nosotros, porque él fue el que abrió el Reino a la “gentilidad”.
          A Pedro se le representa con las llaves, por la frase misma de Jesús, que se las entrega para que en sus manos esté la Iglesia. A Pablo se le representa con espada porque fue un gran luchador por esa fe.
          Los dos murieron mártires por la fe que vivieron y defendieron.

Debajo hay una INFORMACIÓN interesante

viernes, 28 de junio de 2019

Un añadido para suplir mi ausencia anterior

Investigaciones de los rusos sobre la oración. 
Muy interesante.

Científicos rusos han descubierto y demostrado el mecanismo “material” de tal fenómeno divino. “Una oración es un medicamento poderosísimo”, afirma Valeri Slezin, jefe del Laboratorio de Neuropsicofisiología del Instituto de Investigación y Desarrollo Psiconeurológico Bekhterev de San Petersburgo.

“La oración no sólo regula todos los procesos del organismo humano, sino que también repara la estructura de la conciencia más afectada”.

El profesor Slezin hizo algo que resulta difícil de creer: medir el poder de la oración.

Registrando los  electroencefalogramas de algunos monjes al momento de orar, logró captar un fenómeno extraordinario, la desconexión completa del córtex cerebral.

Este estado puede observarse sólo en bebés de tres meses, cuando sienten la cercanía de su mamá, provocándoles una sensación de seguridad completa. A medida que la persona crece, tal sensación desaparece, la actividad cerebral crece y este ritmo de las bio-corrientes cerebrales se muestra raramente; solamente en las horas de sueño profundo o al orar, como ha demostrado el científico mencionado.
Valeri Slezin ha llamado tal estado desconocido “leve vigía, al orar” y ha demostrado que tiene una importancia vital para la persona.

Es un hecho sabido que las enfermedades son provocadas también por situaciones graves y sucesos que nos quedan grabados en la mente. Al orar, sin embargo, las preocupaciones quedan en un plan secundario e incluso desaparecen totalmente. De esta manera se hace posible el restablecimiento psíquico, moral y físico.

Los oficios de la Iglesia también tienen un importante rol en la recuperación de la salud. La ingeniera y electrofísica Angelina Malakovskaia, del Laboratorio de Tecnología Médica y Biológica ha dirigido numerosos estudios para medir las diferencias en la salud de las personas, antes y después de asistir a algún oficio religioso. Los resultados han demostrado que participar de los servicios litúrgicos hace que se normalice la presión sanguínea y determinados valores medibles también en la sangre.

Parece ser que  las oraciones pueden incluso neutralizar las radiaciones. Se sabe que después de la explosión de Chernobyl, los instrumentos para medir la radiación demostraron valores que llegaban a sobrepasar el límite cuantificable. Sin embargo, en el área en donde se encuentra la Iglesia del Arcángel Miguel, a 4 km de los reactores, el valor de la radiación se mantenía normal.

Los científicos de San Petersburgo han confirmado, también, basándose en distintos experimentos efectuados, que el agua bendita (aghiasma), la Señal de la Cruz e incluso el repique de las campanas pueden tener propiedades sanadoras.
Por eso, en Rusia, las campanas siempre se han hecho sonar en épocas de epidemia. La frecuencia emitida por las campanas podría eliminar los agentes que provocan enfermedades como la gripe, hepatitis o el tifus. Las proteínas de los virus parecieran  volverse incapaces de portar tales infecciones, de acuerdo a A. Malakovskaia.

La Señal de la Cruz tiene un efecto aún más significativo: es capaz de eliminar microbios patógenos, no sólo en el agua corriente, sino también en ríos y lagos. Es más eficiente incluso que los más recientes aparatos de desinfección con radiación magnética.

Así es que a orar más y mejor.
!Feliz día para todos!

28 junio: Un día de AMOR


DÍA DEL SAGRADO CORAZÓN
             Estamos ante una GRAN FIESTA, ante la FIESTA DEL AMOR, ante la misma personificación del AMOR DE DIOS. Estamos ante la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús
             La Liturgia del día ha centrado –en este Ciclo C que corresponde a este curso- la manifestación del Amor de Dios (1ª lectura) en la imagen del Pastor, que mima a su rebaño con ternuras y delicadezas que mueven al alma. Un amor que supera nuestra misma realidad de pecadores y la sobrepasa (2ª lectura) porque ese Amor de Dios se ha manifestado hacia nosotros no porque ya éramos dignos, ni buenos, ni justos, sino precisamente porque somos pecadores y siendo pecadores. Que ahí es donde aparece más evidente lo que es AMAR DE CORAZÓN. “El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado…; Cristo murió por todos los impíos…  Y finalmente aparece “en directo” (Evangelio) la propia figura de Cristo como el Pastor enamorado de su rebaño, que cuida sus ovejas, que busca la perdida, que recoge a la herida…  Y que no sólo Él se alegra sino que convoca a todos los amigos para comunicarles su gran alegría, y que así ellos participen también de ese gozo.
             Merece la pena la lectura lenta de Ezequiel 34, 11-16 (1ª lectura) para irse deteniendo en ese conjunto de detalles delicadísimos con que se va describiendo el AMOR DE DIOS.
             Y la gran obra (Encíclica de Pio XII) Haurietis aquas, -“Carta Magna” del Sagrado Corazón- que puede leerse en el blog, si lo vais bajando y os fijáis en su margen derecho, fue irse a las fuentes y raíces reales de quién es el CORAZÓN DE JESÚS, que está mucho más allá de manifestaciones de particulares, aunque ellos o ellas hayan fomentado e influido en resaltarlo en un determinado momento histórico. Pero la profunda realidad de lo que se suele decir, nombrar –sin gran propiedad- “devoción” al Sagrado Corazón, es nada menos que el AMOR ETERNO Y PERMANENTE DE DIOS, que nunca ha faltado (ni puede faltar), que –llegada la plenitud de los tiempos-, nos ha hablado EN EL HIJO.  Por eso la personificación misma del AMOR DE DIOS se palpa y se comprueba en JESUS.  Él, en su humanidad plena y en realidad divina, nos hace visible, palpable, tangible…, en nuestro mismo suelo, de ese amor de Dios que se trasfunde en toda la Biblia y se vive en el Evangelio.
             La expresión de la carta a los Hebreos, es esa que acabo de poner en negrita, y que completo: Dios habló muchas veces y de muchas maneras. Finalmente, llegada la plenitud de los tiempos, nos ha hablado EN EL HIJO. Casi seguro que la traducción que vais a encontrar dice: por el Hijo, pero es mucho más que el hecho de que el Hijo sea altavoz de una Palabra de Dios. Se trata de que el Hijo ES la misma Palabra de Dios, que no es sólo palabra pronunciada o hecha enseñanza, sino Dios mismo que se hace Palabra y nos habla.  El Hijo habla lo que oye hablar al Padre, que nos dirá San Juan. No es mero “altavoz”. Es Dios mismo hablando. Con la particularidad de que, al vivir la vida humana, con nuestro cuerpo humano, con nuestras experiencias humanas, esa Palabra es voz que se oye fonéticamente, que se escucha y penetra, que se traduce en hechos tangibles, y que hace así visible TODO EL AMOR DE DIOS, que se manifiesta en Jesús…, que un día se hace expresamente plástico en el mismo CORAZÓN DE JESÚS.
             ¿Cómo podríamos representar los humanos el amor? Bien lo sabemos: o porque te amo de todo corazón, o porque dibujo mi amor en un corazón atravesado por una flecha. En lo humano tenemos nuestros símbolos espontáneos y naturales. Y Dios HABLA EN SU HIJO, expresándose en esa imagen simbólica del CORAZÓN DE JESÚS, perfectamente inteligible para comprender que Jesús no fue un demiurgo sino un HOMBRE que amó hasta padecer, morir y dejarse traspasar el corazón por una lanza…, porque era TODO UN DIOS, infinito e inacabable en su AMOR.
             Lo maravilloso, lo sublime, es que ESA PALABRA, ese Cristo palpitante en sus obras, sus palabras, sus hechos, sus ternuras, sus delicadezas, y sus mismos sentimientos al vivo, NOS HAN QUEDADO EN EL EVANGELIO.  El Evangelio que, como un caudaloso manantial inagotable, nos invita a beber y beber hasta saciarnos…, a toda la humanidad junta…, sin que sufra merma.  Y con esa paradoja de que cuando más bebemos, más sed experimentamos… Saciados y ansiosos de volver a aplicar nuestra boca a esa fuente de vida que es el Evangelio.  Y si vamos a mirar la historia de Jesús, ese manantial fluye inconmensurable en el propio Corazón traspasado y abierto de Jesús, borboteando sangre y agua… Y nadie que se haya acercado a beber de esa fuente de gracia, ha podido ya dejar de volver cien mil veces…  El Evangelio nos va “dosificando” y nos va trasmitiendo el “gota a gota” que nos mantiene siempre vivos e “hidratados” en medio de nuestras mismas carencias y necesidades…; y pletóricos de entusiasmo porque sabemos que podremos seguir gozando de ese manantial, ese tesoro del AMOR DE DIOS, manifestado visiblemente en Cristo, y plasmado un día en la historia de la Iglesia en el CORAZÓN DE JESÚS.

jueves, 27 de junio de 2019

27 junio: Regreso


Sin meterme en materia,
Os saludo desde mi vuelta a casa, sin poder deciros que me encuentre mejor o peor. Sencillamente aún no me encuentro.
          Os agradezco vuestro interés y vuestras pesquisas para averiguar qué pasaba para ese silencio mío en el blog. Cuestiones de salud, que no están superadas aún, y que puede repetirse este “apagón” informativo mío, según vaya yendo esto adelante.
          Envío ahora alguna cosa para ir abriendo boca.

MES DEL SAGRADO CORAZÓN
             YO HAGO SIEMPRE LO QUE AGRADA AL PADRE.
             Es la gran definición de su vivir diario, hecha por el propio Jesús. No dice que “cumple”, no dice que no peca, no dice que no ha dañado a nadie. Que todo eso es cierto que lo expresó en algún momento distinto: antes pasarán el cielo y la tierra que el que deje de cumplirse un punto de la i de la Ley…  ¿Quién pude argüirme de pecado…? Hizo el bien por donde pasó. Pero cuando se define a sí mismo, lo dice de otra manera mucho más radical: Yo hago siempre lo que agrada al Padre.  Porque la grandeza de una vida no es “no hacer el mal”, o “no pecar”…, ni eso define la vida cristiana o de seguimiento de Cristo. El secreto del auténtico discípulo es su lucha y su búsqueda de lo que agrada al Padre.
             No se supone que eso sale solo. Su realidad humana es totalmente humana, y más de una vez pudo experimentar su rechazo a situaciones o personas. Pero el movimiento de un Jesús orante y mirando los ojos de Dios, es la de hacer lo que le agrada a Dios, por encima de toda otra reacción espontánea, de algún enjuiciamiento humano.  A Jesús no se le escapa un mal modo…, porque su Corazón está siempre mirando al Cielo, y viendo ese rostro de Dios.
             He dicho más de una vez que Dios le cambiaba el paso a  Jesús más de una vez…; que Dios hablaba a través de los acontecimientos, y que Jesús supo “interpretar los signos de Dios” a través de esos acontecimientos y situaciones.  Jesús mismo les llamó “signos de los tiempos”… Y tras ellos, cambió la dirección de su paso más de una vez, porque “leyó” que otra cosa agradaba más a Dios. Y Jesús hizo siempre lo que agradaba a ese Dios y Padre, que era su blanco adónde iban todas sus flechas.  ¡Y hacían diana!
             Cuando planteamos nuestro vivir cristiano no tenemos más remedio que ir entrando por esa línea. No digo que ya tenemos que estar en ella de una forma definitiva…, ni que podamos estarlo en un abrir y cerrar de ojos. Pero sí digo que hay que lanzar la flecha en esa dirección, aunque todavía fallemos mucho y no demos en la diana.  Lo que no podemos es estar errando el tiro una y otra vez y quedarnos como si no pasara nada.  Nos tendremos que plantear mil veces nuestro vivir, nuestros pensamientos, nuestros juicios, nuestras palabras, nuestros sentimientos…, y allí donde no estemos buscando sinceramente agradar al Padre, caer en la cuenta de que estamos fallando el tiro.  Y precisamente una de las palabras que definen al PECADO en las expresiones antiguas, es la que expresa exactamente “”errar el tiro”, no dar la flecha en el blanco.

viernes, 21 de junio de 2019

21 junio: La mirada limpia


MES del CORAZÓN  de JESÚS
             VOSOTROS SERÉIS MIS TESTIGOS
             Jesus se iba ya de este mundo. Pero no quería irse sin –a la vez- quedarse. Inventó varias formas de hacerlo. Una, sublime y grandiosa, como la Eucaristía, en la que queda realmente presente en medio de nosotros, todos los días hasta el fin del mundo.  OTRA fue mucho más sencilla o humilde… Fue la de quedarse en cada hombre o mujer fiel que le quisiera seguir.  Y como una síntesis de testamento, Jesús dijo a sus muchos discípulos: Vosotros sois mis testigos.
             Hay término esencial que aclarar: el “testigo” evangélico no es el que vio algo y lo cuenta tal como lo vio…, así como los testigos que van ante un juez o asisten a una boda, cuyo papel es solamente testificar que aquello fue “así”.  El TESTIGO evangélico es el que se convierte en aquello mismo que testifica. Y como lo que Jesús dice a los suyos es: vosotros sois mis testigos, el encargo que les está haciendo es impensable: vosotros sois presencia mía ante los demás.  Aplicando aquello que veíamos el 2º día: vosotros sois Yo-mismo que paso por el mundo haciendo el bien.  Ese “mundo” es para cada uno “su mundo”, en el que se desenvuelve, el que puede abarcar, ante el que desarrolla su vida, o donde es visto, aunque él no se dé cuenta que lo están mirando. “Vosotros sois mis testigos” es esa entrega que hace Jesús “de sus trastos” (hablando en lenguaje taurino) para dar “la alternativa” y constituir al discípulo novel en “maestro”.
Me quedo corto; ¡es mucho más!  Lo que Jesús hace es transfundir su propia realidad para que esa personalidad –que es la suya- pase a su TESTIGO y lo transforme.  Es aquello que antes se empleaba mucho en las estampas de la Virgen: que quien me mire, te vea.  Nos vamos acercando a lo que es SER TESTIGO DE JESÚS.  De lo que se trata es de esa metamorfosis por la que de mi pobre y casi repugnante larva, surja la belleza ágil de la mariposa de colores…  Se trata de que –como en una película- el rostro de una persona se vaya cambiando en las facciones de la otra… Se trata –y sigo con una expresión cinematográfica- que yo sea “el doble” de Jesús… Que hay un momento en la historia en que Jesús se va al Cielo, pero tiene que continuar la película con el mismo protagonista. Y como Él se ha marchado, yo soy el “doble”…, ese que el espectador no llega a advertir que no es el Cristo histórico en persona, porque yo, SU TESTIGO, hago “su doble” con tal perfección, tan identificado con Él, que el Personaje sigue allí tan vivo como cuando estaba Jesús en Persona.

LITURGIA
                      2Co.11,18.21-30: Pablo está muy disgustado con aquellos “superapóstoles” que han desviado la atención de los fieles de Corinto. Son tantos que presumen de títulos humanos… Ese era el problema: que los corintios se habían deslumbrado con las apariencias de aquellos. Por eso, muy a su pesar, pero contrarrestando aquellos “títulos humanos”, él va a presumir de los suyos, que también los tiene, y amplios y sonoros. Toda la lectura de hoy es una descripción de “méritos” de Pablo, a ver si aquella comunidad sabe calibrar los verdaderos valores. Lo que aquellos intrusos puedan presumir, más yo, dice contundentemente. Para acabar con una afirmación humilde que echa abajo todas las presunciones anteriores: Si hay que presumir, presumiré de lo que muestra mi debilidad.

          El evangelio (Mt.6,19-23) vendría a encajar mucho con ese planteamiento que ha quedado en la lectura anterior. Jesús enseña a no amontonar tesoros en la tierra…, ni méritos humanos… En la tierra la polilla y la carcoma roen…, y los ladrones abren boquetes y roban. Los valores de la tierra son efímeros, se pierden, carecen de densidad. Por eso, a la hora de atesorar, amontonad tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que los roan, ni ladrones que abran boquetes y roben. Porque donde está tu tesoro, está tu corazón. Los valores del espíritu son los que permanecen, y además son los que se viven en el corazón.
          La cara es el espejo del alma, dice el dicho popular. Jesús lo expresa a su forma: La lámpara del cuerpo es tu ojo, tu manera de ver las cosas, tus modos de enjuiciar. Por eso si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz. Si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras. Según se mira, así se tiene el alma. ¿No es un signo de nuestro tiempo esa suspicacia con la que cada persona ve con malos ojos lo que hace la otra? ¿No es eso lo que nos tiene acostumbrados el mundo político, y en definitiva la constante protesta de la sociedad, por cualquier “reivindicación”? Se ha creado una piel tan fina, que ya no queda mucho margen para ver las cosas sin malicia. Razón llevaba Jesús al decir: Y  si la única luz que tienes está oscura, ¡cuánta será la oscuridad!

jueves, 20 de junio de 2019

20 junio: Cuando oréis...


COMIENZA LA NOVENA AL SAGRADO CORAZÓN
MES DEL CORAZÓN DE JESÚS
             YO SOY LA LUZ DEL MUNDO
             Hay  muchas “definiciones” que hace Jesús de sí mismo. Y una de ellas es esa: “Yo soy la luz del mundo”.  “Luz que vino a las tinieblas”, como lo describe San Juan en el prólogo de su evangelio.  La misión de la luz es iluminar. Eso es evidente. Por eso la luz siempre se pone allí donde no sólo esté encendida sino que lo esté para alago: para iluminar, expandir su reflejo y hacer que puedan otros aprovecharse de ese resplandor.
             “Yo soy la Luz” es toda una definición de vida. Porque manifiesta una misión. Cuando el mundo estaba en tinieblas, vio una luz grande; una luz les brilló.  Así se aplica a la liturgia del nacimiento de Jesús. Jesús ha venido a hacer que el mundo pueda ver, y pueda ver esa VERDAD que ayer era la base de nuestra reflexión.  Porque, a oscuras, todo es mentira.  Entramos en una habitación oscura y no nos atreveremos a dar paso, porque no sabemos qué hay delante. Damos al interruptor y queda diáfano por dónde hemos de caminar, o qué es lo que vamos a hacer allí. Todo era como una mentira…, y de pronto tenemos ante nosotros lo que hay allí…, la verdad de lo que encierra esa habitación.
             El símbolo del Cirio Pascual es muy expresivo.  Está el templo a oscuras. Resulta hasta molesto.  Se enciende el Cirio y ya hay una luz que ilumina.  Pero conforme avanza, reparte luz…; todos van emprendiendo su propia vela. Y de lo que eran tinieblas y sombras de muerte, el templo se va haciendo luminoso.  Cada uno se llevará su vela, emprendida en LA LUZ DE CRISTO.  Pero esa vela no debe permanecer apagada… De hecho se le vuelve a entregar el símbolo en el día del bautismo, y en algún momento más del proceso cristiano. Y cuando el fiel muere, a su cabecera sigue luciendo el Cirio Pascual, como un recordatorio de que CRISTO LUZ sigue siendo Luz en medio de la aparente nueva tiniebla de la muerte… Pero presagiando que el que yace ya en esa “tiniebla”, va –sin embargo- alumbrado por aquella Luz de Cristo, que de forma misteriosa luce en el alma del que ya no puede sostener su vela.  Pero sigue siendo luz… Porque vosotros sois la luz del mundo…, y vuestra luz debe alumbrar a todos, de manera que alaben a vuestro Padre del Cielo.

LITURGIA
                      Empieza Pablo su corrección a los fieles de la comunidad de Corinto. Era una comunidad con cosas muy buenas, como ha quedado dicho al principio de la carta, pero con fallos también sonoros. Y Pablo sale al paso, comenzando por el tema de que se dejen embaucar por otras doctrinas de “los superapóstoles” (expresión profundamente irónica). (2Co.11,1-11). Y Pablo les afirma que él ha querido llevarlos a Cristo (quise desposaros con un solo marido, presentándoos a Cristo como una virgen fiel). Pero Pablo experimenta el temor y el dolor de que, como la serpiente sedujo a Eva, esta comunidad se deje engañar por esos otros predicadores que les presentan otro evangelio, y aquella comunidad los acepta tan tranquila.
          Y Pablo presenta sus credenciales: se ha dado todo entero y no les ha sido gravoso en nada, porque se ha dedicado a ellos de balde. Para ello tuvo que recibir subsidio de otras iglesias. Y nadie le quitará esa satisfacción. Y no es señal de falta de amor. Que eso bien lo sabe Dios.

          El evangelio se centra hoy en el modo de rezar, que más bien se diría: de ORAR. Porque rezar se puede quedar muchas veces en repetición de palabras, mientras que orar es profundizar e interiorizar lo que se habla a Dios. Mt.6,7-15 nos presenta a Jesús advirtiendo a sus discípulos que no empleen muchas palabras al orar, como si por muchas palabras se llegara más al corazón de Dios. Vosotros, cuando oréis, decid: Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy el pan nuestro, perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros ya hemos perdonado a los que nos han ofendido; no nos dejes caer en tentación, sino líbranos del maligno. Evidentemente que no se trata de un “rezo talismán” sino de una base de meditación y profundización de lo que son los valores excelsos de la oración verdadera. Y prueba de que no se resuelve todo con decir esas palabras, es el final que pone el propio Jesús: Porque si perdonáis a los demás sus culpas, también vuestro Padre celestial os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas. Es claro que esta oración es para dedicarle horas y desmenuzar su contenido y apropiarse sus ideas para vivirlas una por una y que toda otra oracion nuestras, encaje en ese esquema fundamental.

miércoles, 19 de junio de 2019

19 junio: Dios ve en lo interior


MES DEL CORAZÓN DE JESÚS
HE VENIDO A DAR TESTIMONIO DE LA VERDAD.
             La VERDAD es una palabra sagrada que designa al mismo Dios y que Cristo se aplica a sí mismo como testigo de la verdad, o todavía más decididamente: YO SOY LA VERDAD.
             ¿Cuándo pronuncia Jesus su afirmación: “he venido a dar testimonio de la verdad”?  Cuando Pilato lo interroga en la Pasión, precisamente en medio de tantas pasiones humanas y tantas mentiras. Cuando Jesús está ante Pilato, al que está viendo flirtear de un lado a otro, según sus conveniencias políticas y sociales.  Entonces Jesús pronuncia su afirmación: Yo he venido para ser testigo de la verdad.  Dijo Él mismo en otra ocasión a los judíos que la verdad os  hará libres…, porque los veía apresados entre los barrotes de medias verdades y enormes mentiras, con las que -¡era lo peor!- pretendían estar dando gloria a Dios.
             La verdad es muy delicada y muy arriesgada. A Jesús le costó la vida. Y tras Jesús, a miles de mártires que derramaron su sangre por dar testimonio de la verdad.  La verdad es muy sutil, aun siendo tan robusta cuando es una auténtica verdad. 
             Luego están las verdades, con su esencial debilidad, puesto que hay muchas verdades sobre una misma realidad.  Y no es que haya mentiras. Hay carencias, hay verdades parciales, que no se contradicen –y que siguen siendo “verdad”-, pero que no abarcan toda la verdad sobre un determinado punto o tema.  De ahí que si alguna otra verdad más absoluta pudiera añadirse, sería la de la capacidad de saber dudar  (eso es precisamente un componente de LA FE).  Y es la realidad evidente de que la finitud y limitación y naturales carencias de cada persona, no pueden abarcar la verdad completa. Y como en las piezas de un puzle, la verdad se va completando en la medida que mi duda y la del otro, son capaces de saber añadir a “su parcela de verdad”, la otra pieza que aporta el vecino…, sea de “mi misma cuerda”, sea contrincante, sea enemigo y aún ateo.

LITURGIA
                      El contenido de la 1ª lectura es complemento de lo que decía ayer Pablo a los fieles de Corinto. Ayer recordaba a los macedonios, que habían hecho una colecta substanciosa, y exhortaba a los corintios a no quedarse atrás. Hoy (2ª,9,6-11) insiste en la línea de la generosidad en el dar, porque el que tacañamente siembra, tacañamente cosecha, y el que siembra generosamente, generosamente cosechará. Baja a lo concreto y anima a que cada uno dé conforme a sus posibilidades, no por compromiso sino de buena  gana, porque al que da de buena gana, Dios lo ama. Tiene Dios poder para colmaros de toda clase de favores, de modo que teniendo siempre lo suficiente, os sobre para obras de caridad. No pretende Pablo que den más allá de lo que pueden dar. Pero quiere que den limosna a los pobres, y Dios, que da la semilla para sembrar, os multiplicará la cosecha de vuestra caridad.

          El evangelio sigue amplificando el sentido de la ley, según la versión propia de Jesucristo. Mt.6,1-6.16-18 se va expresamente a insistir en la necesidad de una vida de relación con Dios que se vive en la intimidad y en la verdad, y no en apariencias y manifestaciones meramente externas. La “justicia” (bondad, fidelidad) no está para practicar unas obras a la vista de todos para que todos admiren tal actitud y alaben al autor de esas obras. Dice Jesús que la bondad y la fidelidad se viva en el interior, en el secreto, en lo íntimo, ahí donde sólo ve Dios. Y Dios Padre, que está en el cielo, lo recompensará. Lo contrario es quedarse en la “paga” ridícula de las alabanzas humanas.
          Se concreta en tres cosas: La limosna no se da a bombo y platillo para llamar la atención. La limosna auténtica se da en lo secreto, privadamente y como quien no hace la cosa. Dios ve ese hecho llevado a la práctica casi sin que se advierta, y Dios acaba premiando. Por el contrario, la limosna dada a voces, no recibe más paga que la de los aduladores.
          Digamos lo mismo con la oración. La oración no necesita de propaganda ni aspavientos. No hay que mascullarla entre dientes y que todos soporten molestamente a quien así reza. Ni eso es rezar mejor. El verdadero  rezo se vive en lo íntimo del alma y en la presencia de Dios, donde los verdaderos adoradores adoran en espíritu y verdad. La oración, cuanto más íntima, más verdadera. Que sólo tenga que atenderla Dios.
          Finalmente el ayuno, que no debe aprovecharse para buscar reconocimientos de otros, sino que hay que lavar la cara y perfumarse para que no lo descubran los de fuera. El ayuno tiene validez cuando se hace de cara a Dios y por amor a Dios.

martes, 18 de junio de 2019

18 junio: Amor aún a enemigos


MES DEL CORAZÓN DE JESÚS
QUIERO; QUEDA LIMPIO.
             Un leproso se presenta a Jesús y, en la distancia obligada a aquella clase de enfermedades contagiosas, expresa una de las más bellas oraciones que pueden hacerse: Señor: si quieres, puedes limpiarme. Es la oración de la fe-confianza, y de la fe humilde y abandonada. No pide directamente pero en realidad está comprometiendo más que otras oraciones al “núcleo” mismo del Corazón de Jesús.  Por decirlo así, en ese lenguaje popular: la ha dejado a Jesús la pelota en su tejado. Jesús hará o no hará…; querrá o no querrá.  Pero si quieres…; ¡el resto ya depende todo de Jesús!  El leproso ha hecho lo más que podía hacer: llegar hasta Jesús, y confiarse a su Corazón…
             Veo este día muy relacionado con los anteriores. Mi “querer” va a depender de la “fotografía” que yo me tenga hecho a mí mismo…; va a depender de que yo sea la persona que busca pasar por la vida haciendo el bien…  Va a depender de la desfigurada foto que yo tenga hecho de mí  mismo, cuando me siento tan “redondo” que yo no tengo nada que cambiar…, sino los otros tienen que cambiar… Y va a depender tanto de ello que según esa realidad voy a hacer el bien o a ir de trinchante por la vida…
             Mi quiero va a depender de toda una batería de realidades personales con las que me abro o me blindo…; de una honradez muy fuerte para hacer mi propio “retrato robot”, de una sinceridad a prueba de fe, en la que me reconozca ser como soy, o me revista de mis capas de cebolla que se superponen para ocultar…, que ni siquiera –quizá- hay “corazón” al fondo de esas capas postizas.
             Mi quiero va a exigir muchísimo. Primero, porque ya es difícil llegar a “fotografiarme” con objetividad. Segundo, porque en mi “pellejo de cebolla”, me hago un frontón en el que rebotan las otras fotografías que me llegan desde fuera (y que encierran verdades sobre mí, en mayor o menor  grado).  Y porque cuando ya he descubierto mi auténtico retrato (o lo que mejor se aproxime a una verdad real), me queda QUERER buscar y poner los medios para realizar ese QUERER.  ¡Que no es fácil!  Pero es imprescindible.
             Supo Jesús a lo que se arriesgaba, aún ante sus mismos apóstoles, en el momento en que dio el paso adelante y puso sus manos ante el enfermo de lepra.  Era una acción repugnante para cualquier judío. Era una acción que hacía “impuro” (portador del bacilo contagioso de la lepra). Pero para Jesús era un QUIERO con todas las de la ley.  Si quiero, el movimiento se demuestra andando…  Y Jesus anduvo esa abismal distancia que hay entre el falso y voluble “yo quisiera”…, “querría”…, y se arriesgó hasta el total. Y su QUIERO se transformó en una curación del leproso, sin que Jesús se contagiara para nada…  ¡O se contagió!, porque tomó sobre sí nuestras maldades y se adueñó de nuestros crímenes, porque era la manera de su QUERER.
            
LITURGIA
                      San Pablo resalta ante los fieles de Corinto la generosidad que ha tenido la iglesia de macedonia que, con ser pobre, ha hecho una colecta substanciosa a favor de los pobres. (2Co. 8,1-9). Y entonces exhorta a los mismos corintios a ser ellos generosos en la colecta que hagan. Que no es que se la manda, sino que le pone por delante un ejemplo que es digno de seguir. Y la razón suprema para ello es que bien sabéis lo generoso que ha sido nuestro Señor Jesucristo: siendo rico, por vosotros se hizo pobre para que vosotros con su pobreza, os hagáis ricos.
          El evangelio continúa el tema del amor a los demás, incluso a los enemigos. Si ayer corregía el ·ojo por ojo”, hoy entra de lleno en el tema del trato que debe primar con los demás: Habéis oído que se dijo: ‘Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo’. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os aborrecen, y rezad por los que os persiguen y calumnian. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Un párrafo que es para enmarcarlo y reproducirlo en letras de oro. Una enseñanza liberadora para no dejarse perder en reacciones contrarias a los que no consideramos nuestros prójimos cercanos.
          Desde luego el pedir por los enemigos (o personas con las que se mantiene un disgusto), es el método mejor para salir por encima de esas reacciones negativas que se producen en los sentimientos de las personas. Pidiendo, se va quitando veneno.
          Jesús lo razona también por lo alto: Porque si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? ¿No hacen lo mismo los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestro hermano, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos? Por tanto sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto.


          Somos llamados a perfección: a dar más de lo obligatorio
-          Para superar las diferencias y amar a todas las personas con amor cristiano. R al S.
-          Para saber pedir incluso por los que están en otra línea de pensamiento, aún contraria y opuesta. R al S.
-          Para no dejarnos llevar de la visceralidad ante los que consideramos enemigos o adversarios, R al S.
-          Para que la Eucaristía nos sitúe a todos como hermanos y pidamos por los que no se acercan a ella, R al S.
          Danos, Señor, tener un corazón misericordioso que nos haga más perfectos de sentimientos. Por Jesucristo N. S.

lunes, 17 de junio de 2019

17 junio: Ojo por ojo


MES del Corazón de Jesús. 
             Consecuencia y continuación de lo de ayer (“pasó por el mundo haciendo el bien”) surge esta segunda parte en la exposición, cuando quiere uno entrar y adentrarse en el Corazón de Jesucristo: “curó toda enfermedad y toda dolencia”.  Y los evangelios nos hablan de ciegos y de paralíticos, de cojos y de leprosos, de mancos y de encorvados, de epilépticos y de poseídos del demonio, de hemorragias y de sordomudos. Y nos habla de pecadores (que era la forma que englobaba todas las otras enfermedades, en el sentir popular).
             Curaba Jesús a dos manos: con la derecha, de terciopelo, a quienes venían a Él abandonados en sus manos, en súplicas humildes de quienes se reconocen enfermos.  Con la “mano izquierda” –aparentemente más dura- cuando el enfermo era hipócrita, soberbio, engreído, subido a su pedestal, con una especie de “conciencia mesiánica” que pretendía saber más que Jesús.  Sus discusiones con los fariseos y doctores no eran agresivas ni pretendían zaherir. Su acuse de “Satanás” a Simón, su discípulo, no era para “apartarlo” de Él. Su negativa a dejar su labor para ir a ver a su madre, no era un desprecio. Era esa “mano izquierda” que tiene que entrar de modos menos suaves con los recalcitrantes, pero Jesús busca igualmente la curación. Quiere curar toda enfermedad y toda dolencia.
             Y hay dolencias que el enfermo las presenta porque se siente enfermo, y ahí es más posible al médico aplicar el remedio. Y hay dolencias que el enfermo oculta, y poco puede entonces hacer el médico. No hay peor enfermo que el que no reconoce su enfermedad.
             Eso se da unas veces en “enfermos” en plenas facultades mentales. Otras veces en los que ya no las tienen así.  En los primeros, mal que bien se les puede ir conduciendo hacia una reflexión, una toma de conciencia, un comprender que mientras no reconozcan y acepten su enfermedad, el médico tantea y no puede curar debidamente.
             En los segundos, poco puede hacer el médico. O tales enfermos no obedecen, no se toman la medicina correspondiente, tiran por sus caminos, son víctimas precisamente de su enfermedad.  Como aquellos vecinos de Gerasa que, en vez de tomar la medicina, acabaron pidiéndole a Jesús que se marchase de allí. Jesus ha de tomar el camino de pasar a la ribera opuesta. Y hasta es posible que eso ya sea una manera de aplicar “medicina”, porque si el médico no es aceptado u obedecido, lo que no puede es empeñarse él en curar a quien no quiere curarse.  Y a veces es saludable ese “paso a la ribera opuesta” porque puede ser el toque de atención serio a tales enfermos para que se ayuden a comprender que quedan desahuciados y no por culpa del médico.

LITURGIA
                      San Pablo está adentrándose en el problema de la comunidad de Corinto, y lo primero es exhortar a no echar en saco roto la gracia de Dios (2ª,6,1-10). Ahora es tiempo de gracia, día de salvación. Y para no poner en ridículo la obra de Pablo, tienen que acoger su enseñanza, puesto que Pablo ha dado pruebas de sinceridad y de haber padecido por la fidelidad al evangelio, empuñando con la derecha y la izquierda las armas de la salvación, aunque no por eso ha sido bien acogido. Y así lo expone con fuerza al final de este párrafo de su carta.

          En el evangelio (Mt.5,38-42) Jesús explicita el modo de relacionarse unos con otros. Estaba escrito: “Ojo por ojo, diente por diente”. Un principio que llevaba cierto aire de venganza pero que originalmente era una manera de atemperar la reacción: Nunca hacer más daño del que uno recibe.
          Pero para Jesús aquello ha de ser superado con otro principio complementario y correctivo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale también la otra. Y va concretando una serie de situaciones en las que la manera de responder debe ser siempre más generosa que el mero responder en la misma medida. Quiere Jesús que se vaya a más en la generosidad, y lo expone con su tendencia a lo extremo para hacerse entender.
          Por eso no enseña Jesús que haya que dejarse abofetear sino que no haya nunca una reacción vengativa. En el “presentar la otra mejilla” hay una exhortación a buscar la solución. Es un modo de desarmar la violencia del que abofetea, porque lejos de presentarle cara, quiere uno avenirse a razonamientos, propios de personas civilizadas.
          Por tanto, la aplicación de este evangelio tiene que hallar la traducción oportuna en nuestras reacciones, y que siempre la actitud humilde que no se enfrenta, es un modo mucho más humano de proceder. Y por supuesto, el modo evangélico.

domingo, 16 de junio de 2019

16 junio: La Santísima Trinidad


Mes del Sagrado Corazón.- 
             JESÚS PASÓ POR EL MUNDO HACIENDO EL BIEN
             Una preciosa fotografía de Jesús. Una síntesis perfecta de su vida. Cualquiera que se llegue al Evangelio, lo que descubre más fácilmente es que Jesús va repartiendo sus favores a derecha e izquierda, a hombres y mujeres, a ricos y a pobres, a niños y a viudas, a enfermos contagiosos y a pecadores recalcitrantes, en momentos particulares y en medio de muchedumbres. A enfermos y a muertos.
             No se puede concebir a Jesús si no es así.
             Transigiendo con muchas carencias y limitaciones de la debilidad humana…  Siempre buscando la parte positiva…  Y su intransigencia con los fariseos, los hipócritas o el “raposo” de Herodes…, no son negativas suyas sino la cerrazón de aquellos que no dejaron un resquicio para poderles entrar y favorecer.  Fueron los que se negaron a tantas ayudas y a las mismas gracias del Espíritu Santo, al que blasfemaron no atendiendo a sus insinuaciones.
             Murió Jesús con la satisfacción de haber hecho bien todo.

             No les digo que miren la pintura o bosquejo que cada uno se tiene trazado de sí mismo, porque todos nos consideramos (para nuestros adentros), lo mejor.  Digo que seamos capaces de recopilar esas fotografías que nos hacen desde fuera. Unos, que nos consideran santos, generosos, bondadosos, sencillos, trabajadores, humildes…, personas de oración, seres de corazón abierto a las necesidades de otros…, y que les falta poco para ponernos en los altares.
             Y otra fotografía que nos saca con muchos lunares: egoístas, personas que vamos a lo nuestro, autosuficientes, revestidos de traje de camuflaje, un tanto “camaleones”, aparentes, engreídos, inmisericordes al pensar, juzgar, hablar…, vagos, comodones, encerrados en nuestro yo. De falsa humildad. De seres “interesados” que damos para recibir.
             Es evidente que son fotografías distorsionadas, y que no responden a la realidad ni las unas ni las otras.  El arte del examen de conciencia sincero es el que va superponiendo esos planos antagónicos y es capaz de sacar, a solas, unas consecuencias prácticas y concretas.  Ni tanto ni tan calvo…, pero  Y ahí estará el verdadero arte de la conciencia cristiana, que ni se quita pulgas de encima, ni se las echa.  Pero mira con ojos diáfanos qué hay debajo de todas esas cosas.  Incluso saca de la propia recámara nuevos datos que sólo Dios y uno mismo saben, pero que están ahí.

LITURGIA: Santísima Trinidad
                      Celebrados los grandes misterios de Jesucristo: la navidad, la Pasión y Muerte y la Resurrección, culminados por la realización de la Promesa en Pentecostés, hoy la Liturgia recopila todo el misterio bajo la adoración a la Santísima Trinidad, con la mirada hacia las tres Personas divinas, que son un solo Dios, y que actúan al unísono en los diversos misterios que hemos contemplado.
          No pretenden las lecturas darnos una clase sobre la Santísima Trinidad. Más bien quieren hacernos presente que la obra de cada una de las tres Perdonas es obra al mismo tiempo de las tres.
          Así la 1ª lectura (Prov.8,22-31) nos eleva a la Sabiduría de Dios. Y nos hace una descripción que es como una mirada a la eternidad de Dios. El Padre, el Hijo y el Espíritu viven desde siempre y a ellos se debe esa acción de “jugar con la bola de la tierra y gozar con los hijos de los hombres” cuando llega el momento de la Creación, obra de los tres.
          En la 2ª lectura (Rom.5,1-5) Pablo comienza diciendo: Ya que hemos recibido la reconciliación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Para acabar con una mirada al Espíritu: Porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que nos ha dado. Y ha quedado expresada la obra de las tres Personas.
          Más explícito aún el Evangelio: Jn.16,12-15. Jesús se despide de sus apóstoles en la última Cena, y les dice que le quedan muchas cosas por decirles, pero ahora no pueden cargar con ellas: cuando venga el Espíritu de la Verdad, os guiará hasta la verdad plena. El Espíritu dirá las palabras de Jesús, y Jesús dice las palabras del Padre: Todo lo que tiene el Padre es mío, y el Espíritu tomará de lo mío y os lo anunciará.
          ¿Nos quedamos sólo en el recuerdo del misterio? En realidad Dios no revela inútilmente. La fe en la Trinidad nos enseña la manera de vivir unidos los que somos diversos…, de poder tener un solo corazón los que somos distintos. Poder ser familia aun con la diversidad de pareceres. Poder formar parte de una sociedad donde cada uno piensa a su modo. Mientras se mantenga la línea de la Verdad, es posible entenderse y tenemos que intentarlo.
          Cuando recibimos hoy la Eucaristía, recibimos a Jesús. Pero Jesús no vive solo. Es la segunda Persona de la Trinidad. De ahí que somos Templos de la Santísima Trinidad, de la que misteriosamente participamos al comulgar.
          De hecho la celebración se desarrolla en un constante recuerdo de la Trinidad: Hemos comenzado En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. En el canto del Gloria hemos alabado al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. En el Credo haremos acto de fe en las tres Personas. Acabaremos la plegaria Eucarística Por Cristo, con él y en él, al Padre la gloria en unión del Espíritu Santo. Y saldremos bendecidos con la bendición del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. La fe cristiana no puede prescindir de este gran misterio de amor.


          A Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo adoramos.

-         Padre, Dios todopoderoso, envía en nombre de tu Hijo el Espíritu Santo sobre la Iglesia. Roguemos al Señor.

-         Para que la Iglesia se mantenga en la unidad de la caridad y de la verdad plena, Roguemos al Señor.

-         Ayuda, Padre, a todos los que sufren por causa de Jesús, y dales tu Espíritu de fortaleza. Roguemos al Señor.

-         Que las familias puedan mantener la unión en medio de la diversidad. Roguemos al Señor.


          Al Padre, por medio de Jesucristo y la fuerza del Espíritu Santo, damos las gracias y suplicamos.
          Que vive y reina por los siglos de los siglos.

sábado, 15 de junio de 2019

15 junio: Nunca jurar


       MES DEL SAGRADO CORAZÓN
                       La santidad.  “Sed santos como Yo soy santo”. Dios nos ha creado para la santidad. El Evangelio es el “manual de santidad” más perfecto que pudo escribirse…, porque escribió la propia vida de Jesús. Y Jesús nos incita a la santidad: “Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto” (o sea: sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso, que es la redacción más concreta de la expresión anterior). En la misericordia se expresa la BONDAD, y “bueno” es el que hace la voluntad de Dios. Como Jesús mismo que hacía siempre lo que agradaba al Padre  De ahí que nos advierta que no vale la “bondad” exterior, que siempre está clamando: “Señor, Señor”, sino la que siempre hace la voluntad de Dios.  Ese será como el que construye sobre roca.  Lo otro es construir sobre arena.  Y ya se sabe: vienen vientos y oleajes y esa casa sobre arena se hunde totalmente.
El Corazón de Jesús es fuente de toda santidad (dicen las letanías del Sagrado Corazón). O sea: manantial de bondad, la que un día nos enseñó, no sólo con palabras, ejemplos y llamadas…, sino con su propia vida.
El día que se le presentó aquel joven que parecía querer seguirlo, le puso delante el único camino para poseer la vida eterna: dejar, ceder, abandonar…, todo eso que va contra la terrible suficiencia que atesora el YO.  Porque el gran enemigo de la voluntad de Dios es la voluntad propia, el amor propio, el juicio propio, el egoísmo, el egocentrismo, la manipulación de todo para sacar la propia cresta adelante.
Por eso pedimos al Sagrado Corazón que nos conceda tener una verdadera ilusión por conocer su Corazón…, el que tanto HA AMADO, que llegó a dar la vida por amor.  Y como ya se dice en San Pablo: lo grande es que nos amó, no cuando éramos buenos sino cuando éramos pecadores, no por vivir como amigos de Jesús y amigos de Dios, sino cuando éramos enemigos.
Haz, Jesús, que vivamos el gusto por tu Evangelio, y que así produzcamos frutos de santidad que tanto necesita tu Iglesia.

LITURGIA
                   Nos apremia el amor de Cristo, ha comenzado diciendo Pablo en la lectura 1ª de este sábado: 2Co.5,14-21, y eso nace de mirar que si uno murió por todos, todos murieron. Todos hemos muerto en la muerte de Cristo. Hemos muerto al pecado. Cristo murió por todos para que los que viven, ya no vivan para sí sino para el que murió y resucitó por ellos. La consecuencia que saca Pablo es que no podemos valorar ya la vida con criterios humanos y valores humanos, puesto que el gran valor que tenemos es el de la vida nueva que Cristo nos ha alcanzado. El que es de Cristo es una criatura nueva: lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado Todo esto viene de Dios que nos ha reconciliado en Cristo y nos ha encargado, en consecuencia, el oficio de reconciliar.  Y Pablo se ve como enviado de Cristo para mostrar al mundo el perdón de Dios. Empecemos por nosotros mismos: En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios. Lo cual tiene su gran fuerza en que Jesús ya ha padecido por nosotros, para que recibamos así la salvación de Dios. Al que no había pecado, Dios lo hizo expiar nuestros pecados, para que nosotros, unidos a él, recibamos la salvación de Dios.

Sigue el evangelio del sermón del monte en el capítulo 5 de San Mateo (33-37). Hoy toca Jesús el tema del jurar. Lo que se dijo a los antiguos –en la ley y los profetas- era: No jurarás en falso y Cumplirás tus votos al Señor. Digamos que es lo mínimo que se puede pedir: no jurar en falso es algo que cae de su propio peso, porque el juramento pone a Dios por testigo y no puede el hombre poner a Dios por testigo de una falsedad.
     Pero Yo os digo… No va a cambiar Jesús lo que está dicho; no va a decir que eso no es así. Lo que lo va a llevar es a un sentido más pleno y más acorde con el sentido mismo del juramento: No juréis en absoluto, ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del gran Rey. Pero Jesús va todavía más a fondo para que el jurar sea algo que se evite a toda costa, pues, entre todas cosas, la persona ha de ser tan de fiar que su palabra basta para que las cosas que se afirman o niegan valgan por su mismo peso. No jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo pelo. A vosotros os basta decir SÍ o NO. Lo que pasa e ahí, viene del maligno.
Está bastante claro y hay que vivirlo en el lenguaje ordinario. Es muy frecuente el dicho: por mi hijo que tal cosa es así. Con no ser un verdadero juramento, es cierto que se pasa del SÍ o del NO. Y por tanto no es acorde con este pensamiento de Cristo, que ha querido dejar claro que en nuestro modo de afirmar o negar debe bastar nuestra palabra. Lo que indica que hemos de ser personas que hablan siempre la verdad y por tanto podrán creernos por nuestra propia palabra.