miércoles, 19 de junio de 2019

19 junio: Dios ve en lo interior


MES DEL CORAZÓN DE JESÚS
HE VENIDO A DAR TESTIMONIO DE LA VERDAD.
             La VERDAD es una palabra sagrada que designa al mismo Dios y que Cristo se aplica a sí mismo como testigo de la verdad, o todavía más decididamente: YO SOY LA VERDAD.
             ¿Cuándo pronuncia Jesus su afirmación: “he venido a dar testimonio de la verdad”?  Cuando Pilato lo interroga en la Pasión, precisamente en medio de tantas pasiones humanas y tantas mentiras. Cuando Jesús está ante Pilato, al que está viendo flirtear de un lado a otro, según sus conveniencias políticas y sociales.  Entonces Jesús pronuncia su afirmación: Yo he venido para ser testigo de la verdad.  Dijo Él mismo en otra ocasión a los judíos que la verdad os  hará libres…, porque los veía apresados entre los barrotes de medias verdades y enormes mentiras, con las que -¡era lo peor!- pretendían estar dando gloria a Dios.
             La verdad es muy delicada y muy arriesgada. A Jesús le costó la vida. Y tras Jesús, a miles de mártires que derramaron su sangre por dar testimonio de la verdad.  La verdad es muy sutil, aun siendo tan robusta cuando es una auténtica verdad. 
             Luego están las verdades, con su esencial debilidad, puesto que hay muchas verdades sobre una misma realidad.  Y no es que haya mentiras. Hay carencias, hay verdades parciales, que no se contradicen –y que siguen siendo “verdad”-, pero que no abarcan toda la verdad sobre un determinado punto o tema.  De ahí que si alguna otra verdad más absoluta pudiera añadirse, sería la de la capacidad de saber dudar  (eso es precisamente un componente de LA FE).  Y es la realidad evidente de que la finitud y limitación y naturales carencias de cada persona, no pueden abarcar la verdad completa. Y como en las piezas de un puzle, la verdad se va completando en la medida que mi duda y la del otro, son capaces de saber añadir a “su parcela de verdad”, la otra pieza que aporta el vecino…, sea de “mi misma cuerda”, sea contrincante, sea enemigo y aún ateo.

LITURGIA
                      El contenido de la 1ª lectura es complemento de lo que decía ayer Pablo a los fieles de Corinto. Ayer recordaba a los macedonios, que habían hecho una colecta substanciosa, y exhortaba a los corintios a no quedarse atrás. Hoy (2ª,9,6-11) insiste en la línea de la generosidad en el dar, porque el que tacañamente siembra, tacañamente cosecha, y el que siembra generosamente, generosamente cosechará. Baja a lo concreto y anima a que cada uno dé conforme a sus posibilidades, no por compromiso sino de buena  gana, porque al que da de buena gana, Dios lo ama. Tiene Dios poder para colmaros de toda clase de favores, de modo que teniendo siempre lo suficiente, os sobre para obras de caridad. No pretende Pablo que den más allá de lo que pueden dar. Pero quiere que den limosna a los pobres, y Dios, que da la semilla para sembrar, os multiplicará la cosecha de vuestra caridad.

          El evangelio sigue amplificando el sentido de la ley, según la versión propia de Jesucristo. Mt.6,1-6.16-18 se va expresamente a insistir en la necesidad de una vida de relación con Dios que se vive en la intimidad y en la verdad, y no en apariencias y manifestaciones meramente externas. La “justicia” (bondad, fidelidad) no está para practicar unas obras a la vista de todos para que todos admiren tal actitud y alaben al autor de esas obras. Dice Jesús que la bondad y la fidelidad se viva en el interior, en el secreto, en lo íntimo, ahí donde sólo ve Dios. Y Dios Padre, que está en el cielo, lo recompensará. Lo contrario es quedarse en la “paga” ridícula de las alabanzas humanas.
          Se concreta en tres cosas: La limosna no se da a bombo y platillo para llamar la atención. La limosna auténtica se da en lo secreto, privadamente y como quien no hace la cosa. Dios ve ese hecho llevado a la práctica casi sin que se advierta, y Dios acaba premiando. Por el contrario, la limosna dada a voces, no recibe más paga que la de los aduladores.
          Digamos lo mismo con la oración. La oración no necesita de propaganda ni aspavientos. No hay que mascullarla entre dientes y que todos soporten molestamente a quien así reza. Ni eso es rezar mejor. El verdadero  rezo se vive en lo íntimo del alma y en la presencia de Dios, donde los verdaderos adoradores adoran en espíritu y verdad. La oración, cuanto más íntima, más verdadera. Que sólo tenga que atenderla Dios.
          Finalmente el ayuno, que no debe aprovecharse para buscar reconocimientos de otros, sino que hay que lavar la cara y perfumarse para que no lo descubran los de fuera. El ayuno tiene validez cuando se hace de cara a Dios y por amor a Dios.

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