sábado, 31 de agosto de 2013

31 agosto.- San Ramón...; y la actitud ante la vida

Mirada al rendimiento personal ANTE EL REINO
San Mateo nos obsequió en su momento con una batería de parábolas sobre el Reino de Dios, para ponernos diversos aspectos del mismo y, consiguientemente, de nuestras realidades y posiciones en él.
Ahora vuelve a ese su estilo de agrupar materia que, lo más seguro, es que Jesús la fue salpicando a lo largo de sus predicaciones yu enseñanzas. Por este medio no ha adentrando en algo muy importante: el Reino de Dios se desenvuelve en la tierra (eso ya quedó claro en aquellas parábolas). Pero a la vez que estamos en este mundo, nuestro destino no es el mundo. No estamos para quedarnos aquí. Fuimos puestos en la existencia par que con nuestra vida desarrolláramos el proyecto salvador de Dios, y así hiciéramos honor y alabanza a ese Dios que generosamente nos dio la vida.
Hemos pasado ya por la parábola genérica de estar vigilantes, preparados, como los sirvientes de un amo, que llegará cuando llegue. A los sirvientes les toca estar vigilantes. Y con eso no hacen más que lo que es su obligación.
Ayer se cargaba de afecto esa espera. Ya no es la “obligación” del siervo sino la ilusión de la novia ante la llegada de su prometido. Esperarán cuanto sea necesario y sin desfallecer las novias que realmente están ilusionadas y tienen una personalidad que merece la pena. Todos, como enamorados de Jesús hemos de esperar sin condiciones y con gozo. La espera no produce queja sino que aumenta la emoción. Y quienes estuvieron así, con su vida iluminada por sus obras y su responsabilidad (y aun contando con momentos de “somnolencia”), acaban dando el paso al Banquete (la plenitud del Reino que se vivirá ya eternamente). La puerta se cierra. Y las otras descuidadas muchachas, pretenden ahora que les abran, El Reino es el Reino y no tiene esas marchas atrás. Quienes llegan mal y no preparadas, ya no pueden entrar.
Hoy hay un aspecto más en esa realidad de entrada en el Reino. La realidad de la vida es que hay personas más capacitadas en lo humano, más dispuestas, con más recursos que otras. ¿Qué pasará con el diverso rendimiento de cada cual?
Jesús pone tres casos. Es evidente que la naturaleza y el cultivo de la personalidad juegan su baza. Los hay que tienen cualidades a espuertas. Que son capaces de mucho.  También entra Dios en esas personas y les ofrece una labor posible más grande. A más cualidades, la Gracia sigue a la naturaleza. Deberán sacar partido de lo que se les pone en las manos, de modo que fructifique debidamente para provecho propio, de la sociedad, y honra de Dios
Pero no todos, ni mucho menos, tienen tantas cualidades. Lo hay “normales”, lo habitual que encontramos por la calle. ¿Recibirán de Dios ese cúmulo de dones, como los otros.  Nunca fue Dios irracional, ni da ni pide sobre las fuerzas. Y a quienes tienen menos valores en muchos sentidos (de inteligencia, de naturalezas más débiles, de ambientes menos cultivados…), Dios les acomoda sus gracias a esas posibilidades (¡que son muchas…, mucho más granes que lo que creemos…). Y también los envía a ser útiles, Lo que se les da no es para ellos. Tienen capacidades sobradas para “negociar” y sacarle partido a lo recibido.
Y están los pusilánimes…, o los “que nacieron cansados”, los que no quieren complicaciones, los vagos… Y no porque lo sean por naturaleza sino porque se van haciendo a ello.  No los deja Dios de la mano. Ellos también han de enfrentar un día el final de su vida, y lo que Dios no quiere es que vayan de parásitos por la vida.  Y también les da cuantas cualidades y características son necesarias para un rendimiento de personas. Tienen la misma oportunidad de abrazar el Reino que cualquier otro. Pero hay que poner manos a la obra.
Jesucristo cuenta que los que recibieron mucho, han currado mucho y han duplicado lo recibido. ¡Hombres útiles y de provecho; hombres de fiar! Los que eran gentes “vulgares” en sus cualidades humanas, trabajaron como jabatos aquello que les habían encomendado, y también duplicaron lo recibido. También son calificados de “hombres útiles y de provecho; hombres de fiar”.  Unos y otros quedan invitados a participar en el banquete.
Llega el tercero, se deshace en verborrea para pretender justificar que no ha hecho nada. Simplemente cuidó que no se perdiera lo recibido. Eso indigna al amo. Primero por sus absurdas justificaciones (que en realidad más lo acusan que lo justifican). Segundo, por su espíritu atemorizado y su carácter vago, que no ha hecho nada por obtener –siquiera- intereses de lo que había recibido. Ya que no era capaz de rebajar sus cualidades, al menos, mantenerlas…, ¡no ceder, no darse por inútil!  Al final es que no ha hecho nada por el Reino.

La vida está llena de diferentes tipos de personas, con diferentes cualidades, de procedencias dispares, en mejores o peores circunstancias. Pero ninguna es incapaz e inútil para caminar activamente hacia el encuentro con Dios.  HAY QUE CAMINAR Y HACER FRUCTIFICAR LOS DONES RECIBIDOS.

viernes, 30 de agosto de 2013

30 agosto: Cigarras y hormigas

30 agosto: PREPARANDO EL VIAJE
Dejamos a Jesús en u diatriba con los fariseos y doctores. Para lo no entendidos, Jesús ataca fuerte y los humilla. Para los que leemos el  Reino de Dios. Jesús ha decidido quemar el último cartucho, como revulsivo, porque aquellos hombres y aquella manera es un suicidio religioso que pone a los fariseos y doctores fuera de ese Reino de salvación. Si obtuvo alguno resultados positivos, no se nos dice nada. Peo Jesús lo intentó ya de una forma abierta.
Ayer se trasladaba el mensaje a los propios discípulos. [No lo vimos porque nos quedamos en Juan Bautista y su espeluznante martirio  manos de la superficialidad e inconsciencia], Pero en la lectura continua de ayer, Jesús se encerraba con sus discípulos para trasmitirles el mismo mensaje: en la vida hay que estar preparados siempre, como criados y servidores de un amo que no se sabe cuándo regresará. Los criados honrados esperan sin más. Ellos estarán allí en el momento oportuno, cuando él regrese, a la hora que regrese. Si es así, serán alabados por el amo, Si no es así –y hasta uno se enzarzan con los otros y los maltratan-, el amo despedirá a unos sirvientes que no le sirvieron y que le sirvieron mal.
Hoy avanza en la explicación, con unas comparaciones afectivas y realistas. Unas muchachas esperan a sus novios para celebrar la boda. Como no saben a qué hora llegarán, si antes o más a medianoche, todas se presentan pertrechadas con sus candiles, Con una diferencia: las hay tan ilusionadas, responsables, previsoras,,,, que se han venido preparadas bien, y hasta dispuestas a pasar la noche en vela. Pero el reencuentro con su novio es algo que les da toda la fuerza y capacidad de espera que sea necesaria. Las otras pertenecen al grupo superficial de amor superficial (aunque se crean más enamoradas que nadie. Pero un poco “a la buena de Dios” (como malamente se suele decir). Han traído sus lámparas, porque –al fin y al cabo- era para esperar de noche. El resto queda a la improvisación. O a la inconsciencia… Un buen reflejo de siglo XXI.
Los novios se tardan… Todas descabezan el sueño, Mientras duermen se acaba el aceite de los candiles… Y en esto se anuncia  con alegría y algazara que los novios ya llegan.  Y las primeras –que venían prevenidas con alcuzas de aceite de repuesto, arreglan sus lámparas, que lucen ya perfectamente.  Las otras pretenden encender…, pero no hay combustible; no lo previnieron…, vivieron a lo que sale… Y ahora “no sale” cuando el momento es urgente.
Solución fácil que conciben: que quienes trajeron aceite les den a ellas y les saquen del problema.  Pero las que trajeron el aceite no pueden darlo porque pueden necesitarlo todavía, y el momento es límite… Tendrán que ir a comprarlo… Y, en efecto, han de volver grupas y pretender ahora precipitadamente, resolver lo que no previnieron a su tiempo-
Los novios llegan. Las novias preparadas los reciben con gran gozo. Los dos enamorados son felices, y entran así de satisfechos en la Sala del Banquete [es el símbolo evangélico del Reino]. Todo es alegría: se ha consumado esa felicidad que ha exigió sacrificios y perseverancia. El hecho es que han entrado, y ue ahora cundo se cierra y definitivamente la puerta- están dentro.
Y ahora llegan nerviosas, desaliñadas por la carrera que han tenido que darse, las otras que también habían deseado el encuentro. Sus novios, despechados, dolidos, fracasados, se han ido… Ellas vienen en su inconsciencia a golpear nerviosamente la puerta. La puerta ya no se abre, y desde la parte de dentro algún novio destrozado por la infidelidad de su prometida, le dice: NO TE CONOZCO.
Jesús ha dibujado preciosamente la realidad del Reino, y ese momento supremo en que no queda lugar a la improvisación. Como hoy estamos tan parecidos a esas descuidadas que pretenden una vida de mantequilla, no nos queremos hacer cargo de esa puerta cerrada a la definitiva.  Todavía pretendemos irnos ahora a aderezar los candiles… Y Jesús nos ha puesto muy a las claras que NO ES ASÍ.  Antes, ¡todo el tiempo para nosotros!  Cerrada la puerta, cerrada está.
Todavía hay quien le discute a las novias previsoras “su egoísmo” de no haber prestad su aceite. [Hoy corre por ahí la parábola de la chicharra que lleva al sindicato a la hormiga porque la hormiga fue insolidaria recogiendo víveres para el invierno mientras ella cantaba; y reclama sus derechos de reparto de bines, mientras acusa de “esquirol” a la hormiga trabajadora, porque eso les perjudicó en su dignidad]. En esta mentalidad aberrante, es fácil la queja contra la novia que preparó todo a conciencia.

Pero basta abrir los ojo a la realidad y bien fácil s de comprender que en el momento supremo, nadie pude prestar a nadie. El que estuvo preparado, el que vivió en orden, el que cumplió sus deberes…, nada puede prestar al vago o descuidado que pretendió hacer de la vida un juego de diversiones, y al final se encuentra absolutamente vacío de valores y recursos. Como mi migo, que dejó su fe a un lado, y me dijo que ya “de mayor” la viviría.  Hoy es un hombre que nunca encontró la felicidad-

jueves, 29 de agosto de 2013

29 agosto: Defensa de la verdad

29 agosto: Martirio del Bautista
Es cierto que en el rango litúrgico no tiene más “categoría” que la lectura continua. Y sin embargo hay una especial deferencia hacia el personaje, de modo que imagino que en todos los templos se van a seguir las lecturas propias del Santo, al que Jesús definió como el más grande de los nacidos de mujer.
Confieso, por otra parte, que no es de los textos que más me gusta encontrar. Pero una vez que está ahí, hay que sacarle el mejor partido.
La historia es conocida: Herodes vivía en adulterio con la mujer de su hermano. Juan Bautista, profeta de verdades que fue poniendo el dedo sobre la llaga de cada actitud inmoral que detectaba, fuera en el plano social, el de las autoridades, o de los particulares, no se calla ante aquella situación escandalosa de Herodes. Por su parte, Herodes le tenía respeto. Lo encarceló porque era la manera de callarlo, pero no estaba en su mente darle muerte.
Luego ocurrió que Herodes celebró su cumpleaños y dio una fiesta en la que Salomé, la hija de Herodías, bailó sus danzas orientales, y Herodes –en parte por haber bebido y en parte por la lascivia que e había levantado en él ante el baile de la muchacha, acaba jurándole que le dará lo que pida, aunque fuera la mitad de su reino.  No creo que aquella superficialidad agradara a los invitados, porque un reino no pude jugarse en un baile. Todos atribuyeron a un estado de embriaguez aquella salida de tono. Y por otra parte la joven no podía ir tan allá.
Pero la muchacha, desconcertada, va a preguntarle a su madre, y Herodías encuentra la gran oportunidad de quitarse de en medio a aquel  profeta que se mezclaba en su vida privada. Y con la saña de la mujer despechada y vengativa, lleva a su hija a pedir que le entreguen en una bandeja la cabeza del Bautista. Salomé entró en la Sala del banquete y lo pidió resueltamente. Herodes quedó consternado, pero lo que “no podía” ahora era dar marcha atrás en su juramento y ante los invitados. [De hecho no obliga una promesa  de algo malo, ni ese tema entraba en lo que eran “posesiones” del tetrarca. Sin embargo, para no quedar mal, dio la orden de que se ejecutara la repugnante petición de la muchacha.  [Que ya podemos imaginar la reacción tan penosa que pudo causar en los invitados el momento en que ella o el criado apareciera en la Sala con la cabeza sangrante del profeta].  La joven la recibió y la llevó a su madre.

Se trata, pues, del Bautista, un hombre recio, cabal, que no transige con la mentira ni las medias verdades, que levanta la liebre allí donde se ha agazapado, aunque fuera el mismo Herodes. Se trata del hombre más hombre de todo el tiempo transcurrido hasta allí (así lo define Jesús), un hombre que no se bambolea con el viento –según de donde sople- y que la verdad para él es tan sagrada que no le doblega ni su encarcelamiento por mantener la verdad- Desde luego no es el hombre amanerado, vestido de sedas y esclavo de su comodidad. Es –dice Jesús- un PROFETA Y MÁS QUE PROFETA.
Engarza muy bien este aspecto con el que veíamos ayer. Jesús tampoco transigió con la mentira, el medio hacer, la componenda… Y eso le costó también la vida a Él.
Y Jesús continúa su alabanza del Bautista –el mayor de los nacidos de mujer- concluyendo que sin embargo el más pequeño en el Reino es mayor que él.  ¡Ojo!, que nos ha señalado Jesús.  Que nosotros, aun muy pequeños que fuéramos en el Reino, somos –estamos llamados a ser- más que el propio Bautista.  Él anunció a Jesús; nosotros ya lo tenemos delante; él predicó la conversión; nosotros estamos ya en la recta de meta de esa vida convertida, porque sin conversión no hay reinado de Dios. Él no se dejó bambolear por el viento de placeres, gustos, tranquilidades, riquezas que corrompen o soberbias que levantan… Él consideraba que no era digno ni de bautizar a Jesús, ni de ser su criado… Y se me rompe el discurso porque ya me entra la duda de si estamos de verdad en esa categoría de “ser más grandes” por gozar del momento presente del Reino. Y me entra la duda porque, aun a sabiendas de que Jesús ya ha dado los pasos para la instauración del reino, también tuvo que ponerse en frente de aquellos fariseos que andaban engañándose  sí mismos.

Y creo que la celebración de este día de la muerte de Juan Bautista nos debe ayudar a poder seguir el discurso de Jesús, que nos sitúa en ese rango e privilegio de estar dentro de la realidad del Reino de Dios… Nosotros –los que hemos conocido a Jesucristo…, los que hemos tenido la oportunidad de contemplar sus misterios y entrar en sus sentimientos, y escuchar sus llamadas y exigencias para seguirle- tenemos que ponernos más seriamente a vivir esa vida de verdad sin tapujos ni disimulos; esa objetividad tan contraria a los sentimentalismos; esa austeridad que no se deja influir por lo fácil ni placentero…  Y ahí dejo esta relación inconclusa porque toca a cada uno ir completando en sí mismo… Juan Bautista fue elogiado por Jesús, por ser tan sincero y amante de la verdad. A los fariseos, les tuvo que hacer un severo examen de conciencia, por hipócritas y mentirosos.  Nos quedamos nosotros a la cola en la espera de esa palabra con la que hoy podría visitarnos Jesús.

miércoles, 28 de agosto de 2013

28 agosto: ¡AY! definitivo

28 agosto:  “Ayes” de Jesús,  y 3
Pienso que el primer “ay” de hoy es el que condensa todos los demás, porque define en muy pocas palabras la esencia misma de la hipocresía.  La visita a un cementerio –y como hoy son los cementerios- es casi como ir a pasear por un parque, por una galería de arte arquitectónico, por un lugar de esparcimiento que añade la buena nota de la tranquilidad, el silencio.  Sí: por fuera es así. Incluso para lugares menos llamativos, las tumbas suelen ser blancas, de mármol que luce, y en el más pobre de los casos, ¡mucha cal!, que presente por fuera una visión que no echa para atrás.
Pero ¿dentro?  Cadáveres, podredumbre, un montoncito de cenizas. Lo de fuera engañaría. Conduciría a una idea estética. Pero no podremos escarbar mucho porque nos íbamos a encontrar con una verdad muy fea.
Esa es la síntesis o retrato que Jesús les hace a los fariseos. Sois por fuera tan blancos y aparentes como esas sepulturas. ¿Cómo estáis por dentro?  Llenos de rapiña, de mentir, de malas ideas, de soberbia y altanería, de pretender estar en la cogolla, de vivir de la apariencia. En el fondo, gusanera viviente, polvos de cadáver.
Y el colofón de toda esta diatriba de Jesús frente a los fariseos: vosotros edificáis sepulcros a los profetas que mataron vuestros antepasados y confesáis que vosotros no los hubierais matado.  Y sin embargo seguís matando, y os hacéis cómplices de aquellos.

Un salto en el túnel del tiempo.  Un encuentro nuestro personal con Jesús. Un dejarnos ver en el espejo de sus palabras. Tampoco nosotros estamos de acuerdo con esos fariseos antepasados…, y sin embargo hemos de saber ver si acaso hay en nosotros esas líneas de la hipocresía con las que nuestro interior no responde a lo que decimos, hacemos, cómo nos presentamos, cómo amos la vuelta a las “razones” hasta el punto que un mismo hecho es tan distinto contado en un foro o en otro. El día que esos foros se encuentran, aparece que cada cual tiene una versión distinta de un mismo hecho, porque ha sido contada unas veces en adobo, otras al baño María, otras de otra manera.  La verdad cruda, al natural, tal como fue un hecho o un dicho, es muy difícil hallarla.
Ahí están nuestros concretos sepulcros blanqueados y convertidos en “mausoleos” artísticos.  Es una tendencia innata, un instinto de defensa, una sutil tendencia a la media verdad (que alberga media mentira).
La diferencia radical clon aquel fariseísmo recalcitrante es que Jesús se nos adelantó para advertirnos. Que tenemos tiempo y posibilidad de mirar de frente nuestras realidades: actos, intenciones, conversaciones, comentarios, actuaciones… Que Jesús nos ha ofrecido una “piscina” probática cuyas aguas se mueven y curan… El Sacramento de la Sinceridad (en lo que nos toca a nosotros) y de la Misericordia y el Perdón en la parte de Dios. Que si no tenemos aún arrestos para entrar en el agua que se remueve, ALGUIEN nos impulsa a dar el paso…, y que los que íbamos en camillas sin poder dar el paso, encontramos la oportunidad de salir liberados, sincerados con nosotros mismos…, llevando ahora ya en vilo la “camilla” en que yacíamos.
Quienes vivimos este hecho en primera persona, podemos constatar de todo. Pero lo hermoso es quien se desborda con toda su sinceridad, desnuda sus íntimos repliegues, y queda gozando de haberse liberado de esos “ojos presos” (como loas de Emaús) que no lograban ver. Y, liberados, viven una nueva realidad.  Ya no tiene nadie la culpa…, ya no se justifica en favor personal ninguna reacción o actitud.  Se ha visto uno con su alma en gusanera disimulada…, y decide afrontar su vida con la verdad más fuerte: la verdad CRISTIANA, la que ve las cosas a la luz de Cristo, y ahí no hay trampa posible.
Muchos hacemos Ejercicios Espirituales. En ellos debe haber un período purificativo, porque muy mal íbamos a encarar el encuentro con Jesús, en línea de Evangelio, si no hemos limpiad antes las vías de escapatoria o engaño en las que se desenvuelve la vida en el común diario. Y hasta es de agradecer que en esos ratos profundos de oración silenciosa, nos encontremos con Jesús que nos ayuda con sus “ayes”.  Por lo general son momentos íntimos.  Pero ya dije que no descarto que ese “Jesús” se disfrace de “tercera persona” que –con buenos o menos buenos modos- nos haga un examen de conciencia.  Como aquel cuentecillo que se contaba en misiones populares del hombre que siempre se presentaba como bueno, aparentaba bondades…, pero…  El cura del pueblo lo escuchó decir tantas cosas buenas de sí mismo que le quiso dar un escarmiento: le pidió que limpiara la hornacina del Patrón. Y cuando estuvo dentro, le cerró la puerta y tocó las campanas.  Acudió el pueblo extrañado… ¡Es que tenemos un nuevo santo! Miraba la gente a un lado y otro buscando la nueva imagen…  ¡No…!; el que está en la hornacina,  Y allí las gentes del pueblo se encargaron de hacerle el examen de conciencia: Es un borracho; le pega a su mujer; tiene una boca maldita; es un vago que no trabaja; solivianta a las mozas del pueblo… Y ese cúmulo de “cosas” que él no se vio nunca…, porque no robaba ni mataba.

¡Dame, Señor, una hornacina que me ayude a conocer MI VERDAD! Hoy, fiesta de San Agustín, tenemos un buen modelo de CONVERSIÓN.

martes, 27 de agosto de 2013

"Ayes" de Jesús, 2

27 agosto: Nuevos lamentos de Jesús
El capítulo 23 de San Mateo encierra esas lamentaciones de Jesús, que comenzábamos a ver ayer, que se prolongan hoy, y que seguirán mañana. Es como esa explosión condensada en Jesús a través de tantos hostigamientos y de tantas falsedades del estamento “educador” de la vida religiosa de Israel. Esa enseñanza que chocaba siempre con Jesús y su enseñanza del Reino, y constituía el ariete de los fariseos para atacar a Jesús, unas veces con disimulada mala fe, otras tan de frente…, porque tenían una finalidad muy concreta: desprestigiar a Jesús y que la gente no se fuera tras Él,  Por otra parte, siempre “en nombre de Dios”…, desde la concepción materialista y belicosa que tenían concebida sobre el Mesías.
Los “ayes” de hoy son muy ilustrativos. Y me atrevo a decir que perfectamente repetibles en este momento actual. El primero va a acentuar la falsedad de quienes ponen la fuerza religiosa en una serie de prácticas. Y pueden ser unas prácticas mandadas o recomendadas o convenientes para ayudar a los fieles: pagar “el diezmo” (entendámonos en algo concreto: la cruz a favor de la Iglesia en la declaración de Hacienda; la ayuda a templos con la colecta dominical, o en la mayor envergadura de colectas específicas, y cosas concretas por el estilo).  Jesús dice que ese “diezmo” (de la menta, el anís y el comino) no debe olvidarse. Pero tampoco quedarse ahí, ni darse por satisfecho y por “tranquilo” al dar una limosna en la puerta de la Iglesia para aplacar conciencias.  Pero que hay algo que va más allá de esas prácticas, y que es un “más allá” que implica a la persona en sí misma: su misericordia, su sentir con el sentimiento del otro [con-padecer, o participar de los sentimientos del otro, alegre o triste]. También señal Jesús la importancia de la fidelidad a la Ley.
Es evidente que no se centra Jesús en lo que fuera sólo la materialidad de la ley antigua. Para Jesús hay otra LEY mucho más esencial que busca vivir de acuerdo con la voluntad de Dios. Por consiguiente, sobre los cumplimientos recomendados en “los diezmos”, y más allá (o abarcando esa misericordia y compasión), hay una ley suprema que es la voluntad de Dios.  Y esa voluntad queda expresada en Cristo, su vida, su obra, su Buena Nueva…, sus Sacramentos instituidos para vida que perpetúe su obra. Pero  ya no está tan escrita siempre, ni tan genérica que se plasme en un libro de aplicaciones.  La voluntad de Dios s una asignatura que se va descubriendo desde la oración sincera, esa oración que interroga por dentro y enfrenta al alma con la verdad profunda.  Eso no se “cumple”, no “queda hecho”, no es una “pastilla tranquilizante” porque ya quedó hecho. Es una búsqueda constante desde la sinceridad de la persona. Que era lo contrario de la hipocresía de los fariseos.
No digamos de esa piedad tan huera en sí misma de las velas, las flores, las “promesas” (que tantas veces ni se cumplen), el roce físico con la imagen, la obsesión por las “partículas”, o por el regreso a determinadas formas externas –muy externas- en las posturas de la Comunión…, las formas que a nada comprometen de devociones sentimentales o emocionales del momento.  ¿Estoy diciendo que no se hagan?  Estoy diciendo como Jesús dijo, y como hoy –en la crisis brutal económica- están haciendo muchos estamentos piadosos: cambiar “eso vacío” por la entrega de alimentos, la ayuda directa o indirecta, como es de ley (que dice la expresión popular). Y cuando todo eso no queda en filantropía y acción externa sino que responde a una conexión profunda del alma con Dios. Mientras se reduzca más a esas cosas, y se llegue incluso a ignorar que a dos metros se celebra la Santa Misa, es evidente que falla algo tan importante, que Jesús pronuncia su “ay” con el mayor sentimiento de su alma.
Una segunda queja de Jesús: filtráis el mosquito y os tragáis el camello; limpiáis la copa por fuera, mientras rebosáis por dentro de robos y desenfreno.  Si nos ponemos a bajar al concreto, estamos en los mismos argumentos… A Jesús le duele que las piedades, los detalles nimios, la mera costumbre, lo “que siempre se hizo”…, vengan a ser los puntos de apoyo de personas espirituales.  Y ponen la carne en el asador para defender esos “mosquitos”.  Luego, criticamos, juzgamos, condenamos, comentamos…; y se cometen auténticas faltas contra la convivencia familiar (silencios agresivos, ataques directos, ironías, desprecio flagrante…), contra los que llamamos “amigos”…, contra los hijos (su concepción, su gestación, su educación responsable), o en el plano social o político donde se habla mucho, se crean fobias insuperables…, pero no se afrontan las responsabilidades que se tienen en las manos: la participación activa-  El “camello” no se filtra, ni se analiza, no se piensa… Ya se ha constituido un entramado de inconsciencia e irresponsabilidad hasta el punto de haber saltado los cerrojos de la moral social, matrimonial, de la liviandad, de la falta de sentido hacia los demás…

Eso sí: se cuidan todas las apariencias. Una bondad de escaparate. La misma que Jesús puso ante los ojo de aquellos doctores y fariseos –tan religiosos, que limpiaba sus copas, platos ollas…, su restregar hasta el codo para purificación…, pero dentro está “la copa” más sucia de la cuenta. Jesús concluye: Limpia primero por dentro…, y quedará limpio por fuera.

lunes, 26 de agosto de 2013

26 agosto: Ayes de Jesús 1

26 agosto: ¡Ay de vosotros…!
A mi me encanta y seduce el Evangelio. Todo el Evangelio. No distingo entre “temas bonitos” y “temas feos”. La BUENA NOTICIA, la Palabra de Dios,  siempre me es hermosa.  Sé que no se escribió para halagar sentimientos y que el Espíritu Santo inspiró a los evangelistas para que nos trasmitieran una verdad a nosotros, que unas veces nos será más apacible y otra nos puede levantar ampollas. Claro: siempre que veamos en ese Libro Sagrado no una historia (a veces reducida a historieta piadosa), sino esa Palabra viva y eficaz que viene a nosotros con toda la fuerza necesaria para que nos penetre hasta la médula y los tuétanos de los huesos. Si así no fuera, vaciamos el contenido a mera narración de un libro piadoso de la antigüedad.
Hoy llega Jesús al último escalón de la corrección. Cierto que lo que Él enseño en ese aspecto, una dirigido a una comunidad de hermanos. Pero en su buena fe también lo aplicó a sus enemigos declarados, los doctores, fariseos,  sacerdotes y senadores (o ancianos) del pueblo.  Ante el acoso permanente a que lo sometían, Jesús respondía en el momento concreto a unos grupos concretos. Otras veces –El se quitaba de en medio para evitar males mayores en una “incultura” en la que las divergencias se zanjaban con la muerte del oponente.
No valieron explicaciones, respuestas, parábolas reflexivas… Aquella casta iba directamente contra Jesús, en parte por motivos religiosos (por cuanto Jesús presentaba el Reino, que no coincidía con los planteamientos farisaicos). Y por otra parte era una cuestión de hegemonía en el poder y en la economía, puesto que la gente sencilla se iba tras Jesús, admirada, y Jesús les prevenía de las trampas “religiosas” de aquellos mentores que se habían adueñado del “saber” para provecho propio.
Hoy Jesús opta por “decirlo a la comunidad”…, por hablar más públicamente y más en general, como casta.  Y Jesús no se anda con sordinas para expresar la verdad de la situación que provocaban los fariseos y los doctores de la Ley. Y pone esa batería de “ayes” en los que les hace un examen de conciencia de sus muchas hipocresías.
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los otros el Reino de los cielos, y vosotros no entráis en él! ¡Ay de vosotros, farsantes, que devoráis los bienes de las viudas con pretexto de largas oraciones! ¡Ay de vosotros que recorréis tierra y mar para hacer prosélitos, y cuando los tenéis, los hacéis peores que vosotros! ¡Ay de vosotros, ciegos, que veis más importante el oro que el Templo o el altar!  [Hay que decir: “continuará”].
Feo, feo, ¿verdad?  Pero ¿qué pasaría si Jesús viniera por aquí y nos viera en algunas de nuestras salsas religiosas y espirituales? Porque lo pienso en nuestros actos, cuando parece que nos hemos apropiado el “reino”, el “derecho adquirido”, el plan de “buenos pero sin que me pisen el terreno”, o cuando devoramos a los que nos “estorban”, o “hacen sombra”…, o luchamos por “liderazgos” que no avalan precisamente el haber venido a servir y no a medrar. Cuando parece que buscamos comunicar unos bienes espirituales atrayendo a otros, y luego mostramos un rostro que más espanta que atrae. Cuando la “religión” se convierte y reduce (y se denigra) con puras formas externas que nada tiene que ver con una relación con Dios. Cuando hay una sorda intención de que el mundo “eclesial” se convierta en “cortijillo particular”, y en tanto felices en cuanto “mandamos”.
Verdaderamente no es para tildar de “feo” un evangelio que HOY es tan actual como entonces. Más bien en un texto que tenemos que hacer saltar hacia afuera y ayudarnos en el conocimiento de nuestro mundo personal. Jesús corrigió y reprendió (como la carta a los Hebreos decía ayer que debe hacer un buen padre).

Hoy agradecería yo que Jesús se pusiera delante de mí y me ayudara a hacer mi propio examen…, porque bien sé lo “suave” que soy para analizarme yo… Y a veces, tan poco veraz… Quizás por cierta hipocresía con la que busco cubrirme las espaldas y quedarme con “mis razones”,
Me gustaría un Jesús que me dijera cómo son mis verdaderas actitudes de relación…: con Dios---, con los otros.  Claro que bastaría lo segundo porque ahí está el termómetro de qué oración hago. Me gustaría que Jesús me dijera ¿qué dicen los hombres de mí?..., porque sin que fuera todo verdad –posiblemente- sí que habría muchas cosas reales que yo no me veo…, o me niego a ver.  Me gustaría que Jesús me pusiera delante un espejo de la verdad…, que me desmonte mis mentiras de vida o de palabras…

Claro que yo comprendo que Jesús no se va a poner tan delante salvo que mi oración fuera profundamente verdadera. Entonces me podría conformar con que un “Jesús” en forma de amigo o enemigo mío, me dijera lo que está viendo en mí…, y que me corrigiera con ese: ¡ay de ti, ciego, que eres el único que no ves lo que cualquiera está viendo!  Y mi agradecimiento iría ya de antemano, porque me ayudaría a ser más verdadero. En unas cosas no llevaría razón, no sería objetivo. Pero en otros detalles –no pocos- sería el JESÚS PRESENTE A MÍ PARA ENDEREZAR REALIDADES DE MI VIDA.

domingo, 25 de agosto de 2013

Domingo 21,- De cal y de arena

Domingo 21-C- Tiempo ordinario
Buen capítulo en la enseñanza periódica de las celebraciones dominicales.  Abre camino Isaías 66, 18-21: Dice el Señor: Yo vendré para reunir de todas las naciones y pueblos; vendrán para ver mi gloria… Y de todos los países, como ofrenda al Señor, traerán a caballo a vuestros hermanos, y en carros y literas y en dromedarios, para traer ofrendas al Templo del Señor.  Marca ahí la profecía el proyecto salvador de Dios, que abarca a todos los pueblos. Quede esto como marco que encuadra todo lo demás.
Uno viene a Jesús [Lc 13, 22-30] y le pregunta: ¿Serán muchos los que se salven? La respuesta de Jesús no dice si muchos o pocos.  Lo que hace es indicar el camino de esa auténtica salud del alma que Él ha venido a traer: La puerta es estrecha  y hay que esforzarse para entrar. Que os advierto que muchos querrán entrar y no podrán.
La puerta es estrecha. Eso es un principio que hay que admitir como premisa de comienzo. Si es estrecha, se entra pero se roza uno… Mirar a Jesús en su vida y su muerte y queda bien claro que sale uno rozado… No es que no se puede entrar, sino que hay que esforzarse al entrar. ¿Serán muchos? ¿Serán pocos?  Jesús no puede determinar de antemano si muchos o pocos: depende de que decidan esforzarse en entrar por esa puerta. De hecho, se puede entrar. Ya entraron otros.
Pero ahí, remolones, quedan muchos, que si sí, que si no…, que si se estropean el vestido…, que si más adelante…, que si ensancharán la puerta, que si podrán entrar de otra manera…  [Miren los lectores a su alrededor, y vean la cantidad de “creyentes” (que no dudan de serlo), pero que andan ahí merodeando pero pretendiendo que sea “a su modo”…  Por eso no practican la fe que dicen tener…  Y mientras ellos discuten y remolonean sobre sus otras formas, llega l amo de la casa y cierra la puerta.  Es ese momento de echarse las manos a la cabeza y reconocer cómo se perdió la oportunidad.
Ahora ya no hay ni estrecha ni ancha. Se ha cerrado.  Y ahora vendrán las lamentaciones y las súplicas: ¡Señor, ábrenos!  Y ya, desde detrás de la puerta, desde el lado de “allá”, la respuesta será dolorosa: No sé quiénes sois”.  ¿Son muchos? ¿Son pocos?  Cada cual tendrá que hacerse su planteamiento, mirando cómo está ahora mismo ante la “puerta estrecha”, la puerta que hay…, y que no se va a ensanchar a gusto de cada consumidor.
Yo me hago cargo que no son éstas partes del Evangelio las que gustan, y que se prefieren las otras. Pero habremos de saber que hay en el Evangelio lo uno y lo otro, y que se complementan.  Que el Corazón de Dios y el Corazón de Cristo son infinitos en misericordia, bondad y anchura y comprensión.  Pero con la misma realidad el Reino de Dios no se puede construir sobre arenas movedizas.  En este camino, con esa puerta, nuestra fe cristiana tiene que estar cimentada sobre roca. Y la Roca es Dios, la Roca es Cristo. Y nos advierte San Pablo que Cristo no es un sí y un no, sino un si en el Señor…, un AMÉN que tiene la fuerza de firmarle en blanco a Dios para que sea su voluntad y no la nuestra la que vaya llevándonos por ese camino suyo y por esa puerta que Jesús ha descrito.
Pretender “creer”, y al mismo tiempo manipular la Palabra, es una falsa fe.
La 2ª lectura, de Hebreos 12 nos viene a enseñar cómo estas enseñanzas que Dios nos da de antemano, son precisamente las que corresponden a un padre. Porque los verdaderos buenos padres no son los que dejan que sus hijos crezcan a lo salvaje, a los que les apetece. Un padre corrige y –si llega el caso- castiga. Corrección y castigo que no es desamor ni es falta de misericordia con el hijo, o que no llega a comprenderlo…, sino todo lo contrario:  corrige para enderezar; castiga para ayudar (cuando el hijo se pone díscolo) para que esa planta crezca derecha, y sea persona proba en su desenvolvimiento posterior.
Lo que Jesús ha puesto de relieve es una verdad que dice cómo son las coas. Y a la vez es una advertencia y corrección para quienes las pretenden de otra manera.  El “creyente” díscolo, ha de ceder. El que camina por los caminos de Dios, no tiene inconveniente en rozarse al entrar, aun a costa de algún leve desollón.  Desemboca en esa inmensa pradera de la EUCARISTÍA, que le supera en gozo al esfuerzo realizado.
¿Son muchos? ¿Son pocos? Ni Jesús lo ha determinado ni yo lo puedo determinar. Simplemente lanzaría tímidamente la especie de si todas las  Comuniones de cada día en nuestros templos…, en los funerales, en las bodas…, podríamos darlas como realidad de haber entrado por la puerta estrecha con la fe practicante que lleva la llave para la participación en el Sacramento de la fe y del Amor.  O si la corrección del Padre no tendría que entrar aquí para volver a restaurar las conciencias que se han resquebrajado y presentan ciertas grietas de fidelidad sincera a la voluntad de Dios.

Buen día para hacer fuerza hoy, cuando llegue el momento de la Misa en el que pidamos que venga a nosotros SU REINO, y que HAGAMOS SU VOLUNTAD aquí en la tierra, con la misma fidelidad de amor con que de hace en el Cielo.

sábado, 24 de agosto de 2013

24 agosto: Maestros, padres, jefes... y fariseos

24 agosto: GRANDES LUCES DE JESÚS
El Evangelio de hoy es una advertencia seria de Jesús sobre los doctores de ley y los fariseos, que se habían erigido en los mentores y guías de un pueblo religioso, que adora al Dios de Israel. Dios había puesto sus enseñanzas y las había ido concretando a través de siglos. Como en toda situación, surgen unos hombres (no digo mujeres, por estar hablando en cultura judía) que extreman las cosas y se apropian un liderazgo religioso que en realidad va degenerando en secta o facción extremista, “en nombre de Dios”.  Tras ese velo se oculta otra realidad: bajo el señuelo de maestros del pueblo, en realidad acaban creando un entramado en el que se manipula lo esencial, lo enseñado por Dios, y se crea el “propio cortijillo” donde surge un despotismo con tintes espirituales, pero “barriendo para dentro” en provecho propio.
Jesús –aunque más de una vez les tuvo que corregir porque en ese proceso habían manipulado –y aun eliminado-  el propio mandamiento de Dios, sabe que son los que mantienen en el Pueblo la lectura de las Escrituras, con las pobres explicaciones y aplicaciones que daban.
En consecuencia Jesús, con gran prudencia no aparta a los fieles de aquellas enseñanzas, cuyas bases eran la Palabra Sagrada. Y dice a las gentes que “vivan según la enseñanza que les trasmiten los escribas y fariseos”. Pero a su vez muestra su rechazo a la vida que se han montado aquellos dirigentes para su provecho, su influencia y su dominio. Por eso advierte Jesús al pueblo: Pero no actuéis como ellos actúan. Porque ellos ponen cargas muy duras e insoportables sobre los demás, que no son ellos capaces ni de rozarlas con un dedo.  Todo lo que hacen es para que los vea la gente. Buscan reverencias y primeros puestos.   [Ya este párrafo de Jesús merece la pena subrayarlo, porque está diciendo una verdad pasmosamente clara en la que más de uno tenemos que mirarnos, Y sobre todo en todos los que –de una u otra manera- estamos metidos dentro de una referencia religiosa].

Continúa Jesús con su estilo, ya tan conocido, de poner la explicación tan en el extremo, que realmente llame la atención y obligue a bucear su sentido. Dice Jesús que  a nadie llaméis maestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Maestro, y los demás sois hermanos. Y a nadie llaméis “padre” e la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: DIOS. Y no os dejéis llamar “jefes”, porque uno solo es vuestro Señor: Cristo.
¿Quiere decir que Jesús elimina tres palabras de todo diccionario? ¿Quiere decir Jesús que en adelante un hijo no puede llamar “padre” a su progenitor?  Hay un principio hermenéutico que enseña que lo que mucho prueba, nada prueba.  Y si esas expresiones de Jesús (como cuando dice de arrancarse el ojo o cortarse la mano), dicen tanto en sí que –tomadas al pie de la letra- no dicen nada.  Pero a un andaluz le puede valer una exageración para comprender mucho mejor una cosa. ¡Y no digamos a un pueblo oriental que vive de imágenes y desconoce conceptos mentales!
Los fariseos y doctores y sacerdotes habían construido una tela de araña para que cayeran ahí las buenas gentes y ellos se provecharan. Sus apariencias de gente superior, sus mejores conocimientos de las Escrituras (que habían estudiado) y sus falsos paternalismos para esquilmar a las viudas, ponían en ridículo a ellos que querían ser llamados “maestros”, “jefes” o “padres” para sacar sus privilegios de casta.
Jesús ataca por ese flanco: “no llaméis “maestro”  nadie en la tierra”. Y Jesús está liberando a la gente sencilla de un despotismo de aquella casta que había hecho de la Religión una ventaja, un provecho.
Es evidente que más de uno leerá con gusto esta explicación…, y empezará a hacer de trinchante para buscar “objetivos” en los que volcar sus ciertos resentimientos, resabios, acusaciones.  Admitido todo lo que en ello sea verdadero, contrastado, constructivo…, en orden a aportar algo mejor. Pero se debe partir de ese principio que Jesús estableció una vez: “el que esté sin pecado, que tire la primera piedra”.  Y no tiraron ni una. Y se retiraron con el rabo entre las patas, empezando por los más viejos,
El tema, pues, nos pone a todos en pie, en revisión.  Puedo ser llamado JEFE… pero un jefe que no barre para sí sino que conduce a algo mejor.  Y Jesús constituyó a Pedro “jefe”…, o Pastor-jefe (cuando te hayas consolidado, conduce a tus hermanos).  Puedo ser llamad PADRE, cuando doy vida, cuando educo, cuando corrijo, cuando alguien necesita ese apadrinamiento que yo le puedo dar y le debo dar. La figura del verdadero padre es la más noble que puede aportarse en la vida de una familia. Padre o madre, son los baluartes de una familia, de una sociedad, de una felicidad donde se vive el completo de la obra de Dios.  Puedo ser llamado MAESTRO cuando ayudo a hacer hombres más maduros, más cultos, más dispuestos a hacer avanzar el mundo desde las artes, la cultura…

 Cuando cada uno entremos en esa dinámica constructiva, más que buscar las pajas de ojos ajenos –y la Iglesia vaya delante de ese movimiento constructivo-, estaremos realizando LA NUEVA EVANGELIZACIÓN, esa que toma el evangelio sin sordinas…, que lo toma primeramente para sí, y que desde ahí expande sol y vida, sal y fuego en el mundo que vivimos.

viernes, 23 de agosto de 2013

23 agosto. Primer mandamiento y edificar sobre arena

23 agosto: Hombres de “primer mandamiento”
Empieza en evangelista diciendo que los fariseos vieron que Jesús había dejado callados a los saduceos… La lectura continua no ha presentado expresamente un encuentro de Jesús con los saduceos. Claro que el episodio anterior ha sido ante los sacerdotes y el Senado religioso, que solía estar dominado por la secta saducea. Y cómo Jesús los había dejado callados con aquella parábola del Rey, que acaba prescindiendo de los invitados primeros (el Pueblo escogido), y se sale “a los caminos” (en una clara alusión a la apertura del Reino al mundo de fuera, al no judío, a los que ellos consideraban “paganos”…, y que al final son los que acuden a comer del Banquete.).  Grave toque de atención que les supone a los jefes perder su hegemonía y radio de influencia porque el Reino de Jesucristo y de Dios se les quita a ellos y se da a pueblos paganos…
Entonces hoy vienen los fariseos con su sospecha a cuestas:  ¿Está Jesús con la fe de Israel, en la profunda adoración al Dios Yawhé?  Esa duda la quieren acabar pronto los fariseos, Y su arma “infalible” es saber si Jesús sigue la fe básica y el principio distintivo.  Se acercan a Jesús y le preguntan cuál es el principal mandamiento de la Ley, Para Jesús era una delicia poder expresarlo, puesto que Jesús vivía a tope la fe de Israel. Y Jesús recitó con el corazón aquellas palabras sagradas; “Amarás al Señor tu Dios con toda tu mente, con todo mi ser”.  Y aunque con eso ya bastaba como respuesta a los tentadores fariseos, Jesús recalcó un segundo mandamiento semejante al primero,   No hay amor a Dios si no hay amor al prójimo.  Y los fariseos se fueron sin haber podido coger a Jesús en palabras tramposas…, y hasta viendo a las claras que estaba en la ortodoxia substancial de la fe de aquel Pueblo.  Se habían dado por satisfechos.  Tengo que decir que se habían quedado en lo más exterior, Porque son las obras y no las palabras las que dan cuenta de la vida de Jesús, haciendo el bien por doquier, y de fidelidad a Dios y en todo el proyecto de la redención mesiánica. Que ya había advertido Jesús que no eran las palabras “Señor, Señor” las que significaban algo a Él, porque donde Él se fija –donde está la esencia- es en hacer la voluntad  de Dios, Lo demás es construir sobre arena, que a la primera envestida, la  edificación da en tierra por carecer de raíces y cimientos.

Tomemos una amplia representación del mundo actual. Pidámosle que se definan cristianos con la oración distintiva de Cristo. Estoy seguro que hay un gran mayoritario porcentaje que la rezan con los ojos cerrados. Sería ingenuo concluir que ahí tenemos unos verdaderos creyentes. Cualquiera que trate con esa pléyade de tales “creyentes” puede deducir que más allá de ese Padre Nuestro no queda mucho más que un barniz de buena fe, y una difusa creencia (y sentido “religioso” más difuso todavía de relación con Dios, esa que constituye el tuétano de LA FE y LA PRÁCTICA de esa fe verdadera).
No Hablo de memoria. Cada año tengo en mis manos las respuestas a un cuestionario que cumplimentan parejas en orden a su matrimonio “por” la Iglesia. En un porcentaje del 98% se confiesan creyentes, y que son de familia religiosa, formados en enseñanza religiosa…, y que quieren casarse ante Dios. Algunos añaden sus pertenencias a Hermandades, clases de catequesis, pertenencia a ONG.  Pero en el apartado de su vida sacramental, o están bajo mínimos, o claramente deficitarios, o declarándose no practicantes.  O “no tienen tiempo”, o “el ambiente”, “los turnos de trabajo”.  Eso sí: par la otra “práctica” de “la nueva religión” del futbol, las motos, los coches, los cantantes…, hacen un huequecito.
Entonces: ¿realmente ha tenido validez auténtica la confesión de su “fe” en el Padre nuestro…, en el Dios Padre, en Dios Persona que tiene algo que decir y pide una sinceridad de relación (=Religión). Así como esa pareja en aras de su amor, ha de ceder de aquí o de allí, porque la otra parte tiene sus gustos y necesidades…, y no contar con eso sería puro egoísmo devastador, ¿no hay que contar también con los gustos, mandatos, tiempos…, que pide la relación con Dios, o se está minimizando a Dios hasta el punto que le queda e la vida el penúltimo lugar?
Ojo, que estas reflexiones me caen de lleno. Hago oración diaria; examino mi conciencia, respiro el oxígeno vital de mis Sacramentos, repito con fuerza y fruición que amo a Dios sobre todas las cosas… Y luego me queda en pie aquella palabra de Jesús:  ¿No estaré llenando el zurrón de “cosas”, y mi vida real, mi práctica de mi fe se me pueda estar difuminando entre tantas “cosas espirituales”?  Más allá la interrogante que queda ahí es si estoy haciendo lo que Dios manda…, si estoy construyendo sobre roca, o si hay una duna viva deslizante donde toda construcción está llamada al derrumbamiento?

Perdonadme: merecería la pena si cada uno hiciéramos con cimientos de rocosa honradez ese mismo análisis de la propia vida. Porque aunque nuestras iglesias están tan poco frecuentadas, salvo por los “católicos de siempre”…, ¿no sería una respuesta agradable a Cristo y útil a la Iglesia, que esos mismos católicos-apostólicos-romanos se cuestionaran hasta dónde llega su práctica AL MODO DE CRISTO y según la enseñanza de Cristo.

jueves, 22 de agosto de 2013

22 agosto: Vamos de REYES

22 agosto: MARÍA, REINA y parábola de un rey
Hoy es un día que ha tenido en el calendario romano diversas connotaciones dedicadas a la Virgen, Fue el día en que se celebraba EL CORAZÓN DE MARÍA.  Luego se ha pasado a la veneración de la Virgen como Reina, y es lo que ha quedado en el calendario litúrgico. Partiendo de la predicación de Cristo sobre el Reino de Dios –que Dios es quien tiene que reinar en los corazones-, María es la Reina, o la primera en ese reino de Cristo y de Dios. No como un título de honores humanos sino como la persona que ha escuchado la Palabra de Dios y la ha vivido:  que eso es el reinado de Dios, o el Reino que Cristo ha venido a traer a la tierra.  Un Rey que sólo acepta ese título en dos momentos: al entrar en Jerusalén como hijo de David, que viene en nombre del Señor (un título mesiánico por excelencia), que se completa y realiza en la Cruz: Jesús Nazareno, Rey de los judíos.  Por el contrario, evitó radicalmente aquel intento del pueblo de nombrarlo rey, tras la multiplicación de los panes.
María, asociada a Cristo en la redención, es proclamada juntamente “Reina”, y celebrada como la persona ejemplar en ese Reino, y como quien en su vida nos muestra cómo se llega a ser miembro de ese reino de Dios. De Nazaret a Belén, de Belén a la espada que atraviesa su alma, y finalmente firme al pie de la cruz, bien nos enseña que en el camino mostrado por Cristo, servir es reinar, o no he venido  ser servido sino a servir y dar la vida para rescatar a todos.
Celebramos a María y nos sentimos urgidos por Ella a ser fieles a su Hijo en este Reino que Él vino a inaugurar.

Casualmente tenemos una parábola en la lectura continua en la que el protagonista es UN REY.  Un rey que celebra la boda de su hijo e invita a los súbditos a la fiesta de bodas, que se realiza con un banquete de unión y amistad. Representa al Padre Dios, Rey sobre todo rey, que invita a su Pueblo escogido a incorporarse festivamente a celebrar la obra de la redención que trae su Hijo, y que es LA BODA por excelencia del Dios-Hombre:  JESUCRISTO.
Pero aquellos invitados primeros se excusan; cada uno da sus razones para no acudir, excusas que más ofenden que justifican. Son como un desprecio al rey que invitó, al que dejan a un lado porque ellos quieren hacer otras cosas a su manera.
¿Se queda el Rey cruzado de brazos ante todo esto?  El Rey reacciona enviando a sus emisarios a los “cruces de los caminos” (fuera de los judíos), porque si el pueblo elegido no ha respondido a la elección primera, y ha menospreciado a su rey y a la invitación generosa que le habían hecho, serán otros los que  puedan celebrar la fiesta de esa BODA del HIJO DEL REY. Y así se llena la sala el banquete de otros comensales venidos “de fuera.  El Rey quiere que la fiesta de la redención no quede vacía.  Y de todo el mundo acuden los que han recibido esa invitación. Ahí estamos nosotros. Podemos  sentirnos dichosos, privilegiados, felices, Ahí debemos sentir el gozo y la alegría de esta invitación al Reino (el “banquete” es el símbolo del Reino de Dios; por eso aparece en el Evangelio como colofón de momentos tan importantes como en el regreso a la casa paterna del hijo que se marchó, o Jesús celebra su Alianza definitiva en una Cena-Banquete.
Eso sí: nosotros no tenemos la invitación de cualquier manera. El vestido de bodas que se le exigía al pueblo judío, se nos exige también a nosotros, los nuevos invitados.  Ninguno podemos pretender entrar de trapillo…, “a nuestro modo”, en ese banquete.  El que invita es el Rey y a ese banquete hay que ir con el traje de fiesta.  Siquiera por respeto, si es que no fuera con mucho agradecimiento por la invitación recibida.
La imagen es muy real y muy moderna. Con toda facilidad se confiesan “creyentes” los que –por otra parte- pretenden vestir de cualquier manera y con evidente falta de respeto a REY. La fiebre de la falsa libertad, de la estúpida referencia a la “democracia” (que es totalmente distinta al desmadre), el recurso a que cada uno se entiende con Dos a su manera libre (y que todo vale), equivale a ese presentarse de cualquier manera en el Banquete del Reino. Jesús expresó claramente que no está con Él quien se queda en el “Señor, Señor”, pero no hace la voluntad de Dios…, del Rey sobre todo poder e idea personalista humana, sino que con Jesús [el REINO DE DIOS]  requiere necesariamente practicar de acuerdo con las “normas de urbanidad” que corresponden al que fue invitado,  Y esa “urbanidad” es el respeto sagrado a Dios, a la voluntad de Dios, y al modo de Dios. Otra cosa es hacer de menos al propio REY y pretender estar en el Banquete con l desfachatez del invitado que hace tan a su manera que menosprecia al que lo invitó, y le falta al respeto a los otros comensales que supieron presentarse  con el traje de fiesta.

Jesús quiere poner en claro que en este Banquete (= Reino) no se admiten trampas, medias tintas, vestidos cualesquiera, actitudes personalistas en las que cada cual vaya a ir por libre y a su modo. Y así concluye el relato con esos finales extremosos que utiliza para acentuar una verdad.  Y aquí en concreto concluye que aquel rey se encara con el que se ha presentado tan falto de consideración, y decide que los criados lo saquen de la sala y lo echen fuera. Allí tendrá que acabar tirándose de los pelos el tal individuo, porque ha tenido en sus manos –tan fácilmente- el banquete que se le regalaba, y por una superficialidad suya…, por pretender hacer las cosas a su manera y al margen de lo que era lógico que hubiera hecho quien fue invitado gratuitamente.

miércoles, 21 de agosto de 2013

21 agosto.- A vueltas con el TODO

21 agosto:  A modo de explicación
No digo que el evangelista tuviera la intención de “explicar” lo anterior con la parábola de hoy. El “joven rico” se ha ido; triste…, pero se ha ido. No acude más ni ahora ni luego. Utilizaré en plano de pedagogía pastoral una “relación” de entrambas narraciones [hoy, Mt 20, 1-16], y hasta es posible que alguien vea más clara esta parábola que tanto se les resiste a los “justicieros” humanos.
Inventa Jesús la “historia” de aquel buen amo que no quiere que haya alguien que se quede sin trabajo, porque sabe la necesidad que tienen de un jornal los “obreros” que se juntan en la Plaza.  Y Jesús mira de soslayo a Pedro y a los otros que lo habían dejado todo y les asigna ese puesto de hombres responsables que acudieron a la Plaza a primera hora, para asegurarse ser contratados.  El amo sale, se apalabra con ellos en jornal y condiciones de trabajo, y les asigna un generoso denario (el ciento por uno ahora, y luego la vida eterna). Y ellos van contentos  trabajar porque han conseguido algo más que el trabajo.
Pero no estaban todos que lo hubieran dejado “todo”. Hay quienes acuden algo más tarde. Pero el amo vuelve a salir y –sencillamente- les dice que vayan a trabajar a su viña. Aquí no hay contrato, Sólo la bondad del amo y la necesidad de ellos.., aunque poco diligentes.
A las 3 de la tarde, otra ronda…, y sigue habiendo quienes están en la Plaza sin trabajar. Y el amo también los envía. Y ellos van. Que ese detalle de los obreros que –aunque irresponsables con esa llegada tardía a la Plaza- al final de cuentas acuden, es una nota que los diferencia del joven rico. Cierto que aún quedan unas pocas horas y ese joven puede aparecer por la esquina de la Plaza. Pero es un hecho que no lo hizo. Tuvo –por decirlo así- su puesto reservado… No acudió, Por eso Jesús tuvo aquel hondo suspiro y pena por esos “ricos” que se apalancan en sí mismos y se cierran el camino del Reino.
Por el amo no hubiera quedado, porque tan buen hombre era que hasta se dio una vuelta a las 5 de la tarde… ¡Y había gentes sin trabajar! No es que le dé igual al amo de la viña, y de hecho les llama la atención a tales holgazanes: ¿Qué hacéis aquí todo el día ociosos?  Y con esa característica tan habitual, se sacuden las pulgas diciendo: Nadie nos ha contratado. (Al final, la culpa “no era de ellos”; era “de otros”. Muy típico. Y la culpa estaba “más arriba”. (Desde que yo era niño, la culpa de todo la tenían “los curas”; crecí y fui consiliario de grupos cristianos…, y las culpas de todo las tenía “la Iglesia”; estoy en las postrimerías y sigue la misma cantinela…) Ese “nadie nos ha contratado” –cuando ellos en realidad no estuvieron en la plaza en todo el día-, es una buena síntesis que ya la adelantó Jesús hace 20 siglos. Capaz sería el joven rico de echar a Jesús las culpas de su vergonzosa retirada… Pero son las 5 de la tarde y no ha aparecido él.  Porque si hubiera aparecido, el amo lo hubiera enviado a su viña.  Obreros de última hora…, pero al fin y al cabo, van.
Y cuando llegó el momento de pagar, nos encontramos con el ciento por uno que Jesús había anunciado a quienes lo habían dejado “todo”. Con inmensa delicadeza no entró Jesús en la “cantidad” de “todo”, sino en la calidad… Al fin y al cabo habían dado “su todo” aquellos holgazanes ociosos todo el día…, pero que acuden a la última hora.  Un “todo” que no es valorable con baremo humano. Sólo Dios sabe lo que es el “todo” de cada cual.  Y mientras el joven rico no dio NADA, todos estos obreros de la parábola dieron su relativo “todo” acudiendo al trabajo.
Y el amo dice al capataz que pague el jornal, empezando por los últimos. Su “todo” había producido otro todo…, y recibieron un denario, que era jornal completo y abundante, Y lo diversos trabajadores de diferentes horas fueron recibiendo su correspondiente “todo”: un denario.
Esta “injusticia” exacerbó a los de la primera hora: A nosotros, que lo hemos dejado todo, ¿qué nos toca?  Tampoco discutió aquí Jesús si “lo habían dejado TODO”… Afirmó que el que deja todo POR ÉL, recibe el ciento por uno en esta vida y después el premio eterno.  También sería “injusticia” pagar tanto por tan “poco todo”. Y sin embargo nadie protestó de los Doce.
En la viña hubo quejas contra el amo porque dio a los últimos igual que a ellos, que acumulaban tantos méritos por haber llegado primero y haber servido con calor y bochorno.  El amo les advirtió dos cosas: ¿No nos apalabramos en un denario y os pareció estupendo?  Por tanto no hay injusticia porque nada os quito de lo que os debo.  Pero hay una razón que va más allá: ¿No puedo yo quitarme de lo mío para dar a quien yo quiera?  ¿No puedo yo ser generoso con lo mío, sin hacer agravio a nadie?  ¿Vais a convertiros en raquíticos que estropeáis vuestro “todo”…, dejando la impresión de que os guardabais vuestra parte para echármela ahora en cara? ¿Disteis “vuestro todo” o en realidad no lo disteis, porque en la recámara estaban vuestras razones, vuestras críticas, vuestro echar en cara…, vuestra falta de mirada hacia adentro mientras veis la paja del ojo ajeno?

En resumen: cobraron su denario, que era suyo. Toma lo tuyo y vete, apostilla el amo. Has tenido tus méritos y yo he cumplido mi promesa.  He aceptado tu “todo” sin discutírtelo.  Pero ya ves que te queda aún por dar… Hacia eso toca mirar ahora…

martes, 20 de agosto de 2013

20 agosto: Dejarlo TODO

20 agosto. No se puede servir a dos señores
 La pedagogía litúrgica enseña mucho. Otra cosa es cómo la vivimos y reflexionamos nosotros. Ayer cortó el episodio del joven rico en un momento álgido…, como en las telenovelas.  El joven se ha marchado triste, por ser persona que poseía muchos bienes.  Y eso nos deja colgando una cuestión para reflexión personal: los años que nos pasamos desgraciados por el temor de no ser felices…, como decía un autor. El joven se fue triste. Había mascado su vergüenza, su fracaso.  Era una buena persona, había soñado con ese camino nuevo de Jesús…, le faltaba algo…, sentía un vacío, porque su espíritu ya le reclamaba más.  Vino para ello, pero no calculó si tenía para acabar la “torre” que había comenzado. Él mismo sintió la vergüenza y el rubor de los que vieron su retirada…  [Todo esto tiene una fuerza que llega hasta nosotros y nos “toca” cuando nos vemos volviendo grupas ante la dificultad de “nuestra riqueza”,  Ahí está el Evangelio].
Lo que hoy nos completa liturgia es cómo quedó Jesús, que debe ser un punto a pensar mucho… Los ojos de Jesús fueron siguiendo la trayectoria del joven. No dijo Jesús, todavía, ni una palabra. Pudo hasta esperar ese último arranque del joven, al que podía picarle aún el amor propio de su huida vergonzante.  Pero el muchacho se tragó el bolo de sí mismo… Le podía demasiado su riqueza, sus mucho bienes. Y en ellos se perdió en la lejanía. Jesús pensó lo cierto que era que no se puede servir a Dios y al dinero. Y con esa amargura se volvió hacia donde estaban sus discípulos y musitó aquello que le había rondado por dentro: ¡Es más difícil que un rico entre en el reino que meter un camello por el ojo de una aguja”!  Le brotó instintivamente.
Los apóstoles dijeron espantados: “Entonces, ¿quién puede salvarse?” Jesús no había hablado de “salvación”. Habló de un paso mucho más hondo que es el Reinado de Dios…; que o reina Dios o reina el dinero. O dicho de otro modo: que Jesús mismo encarna ese nuevo Reino en el que haber cumplido los mandamientos no es igual que haber hecho la opción por el seguimiento de Jesús, que viene a traer un vino nuevo, un estilo nuevo. Y en esa opción, el rico que se aferra a su riqueza y vive en y desde su riqueza, se queda en ella y es incapaz de dar un paso hacia un más.
Aunque Jesús aporta ahora un matiz importante a la respuesta que da a sus apóstoles: Es imposible a los hombres; pero para Dios es posible. Un rico afincado en su riqueza se ha cerrado la puerta. Otra cosa es que llegue Dios y porfíe en entrar en ese antro del egoísmo humano. No puedo aislarme de la reflexión del Padre Ramón Cué con su “Cristo Roto”: Dios actúa –dice en su meditación- con el terciopelo de su mano derecha, Con ella atrae, abraza, acaricia, y ablanda…  Es la mano que toca a Juan, Andrés, Santa Catalina, Santa Teresa del Niño Jesús…  Pero Dios se topa con el frontón de los “ricos”, tan pagados de sí mismos, tan soberbios, tan autosuficientes…, que no hay terciopelo que los ablande.  Dimas, el ladrón de la cruz en el Calvario, Saulo de Tarso –perseguido y blasfemo-, Ignacio de Loyola –soldado desgarrado y vano (como él se define), no responderían al susurro de la brisa de Dios. Y Dios sacó su mano izquierda, y verse “en el mismo suplicio”; caer rodando por tierra, y ciego; o la herida que postra al militar…, y la mano izquierda de Dios (que no ha sido la que ha hecho directamente esas cosas), acaba posándose en el hombro de los antes altivos personajes y esa mano (al fin y al cabo tan dulce y cariñosa como la derecha), acaba haciendo posible lo que era imposible para los hombres. ¡Bendita mano izquierda de Dios!
Pedro quiso aprovechar el momento para buscar su consuelo: A nosotros, que lo hemos dejado todo y te hemos seguido, ¿qué nos toca?  Y Jesús dio la respuesta: A quienes POR MÍ dejan padre, madre, hermanos, hermanas, casas, hacienda, tendrán todo eso centuplicado y luego la vida eterna.  [No era el momento de entrar en el terreno de si ellos “lo habían dejado todo”; que ahí cabría tela que cortar.. Porque dejar “cosas” siempre es menos difícil… El “rico” hasta es capaz de dar mucho dinero… El problema es si es capaz de ceder de sí mismo, ceder de sus razones, apearse de “sus verdades”, ceder el paso a otros, apartarse del protagonismo, saber perder sin victicismos… Por eso digo que Jesús no quiso aguar la respuesta general por la que declaraba el valor del que ha sido capaz de seguirlo, dejándose tantas cosas en el camino.  Pero yo llego a ese punto y no puedo menos que pensar muy a fondo que NO HE DADO TODO.  Mientras “YO” estoy en medio y sigo defendiendo mi YO, actúa como la serpiente que recibe todos los golpes que casi destrozan su cuerpo…, pero con él están protegiendo su cabeza.  Ahí no deja que lleguen].

Es un evangelio que cuestiona y desmantela. Porque lo mismo le cae al que se defiende a sí sin contar con nadie, como al que se defiende atacando, como al “bueno” que no habla para que no le entren moscas, como al puritano que nunca tiene una palabra de aliento, como al pasota que no quiere que le alteren su tranquilidad.  No es bueno que identifiquemos tanto la pobreza o riqueza social con los términos evangélicos, mientras estemos –quizás- defendiendo nuestra “cabeza” para que nadie nos toque nuestra propia cresta. Porque si algún enemigo radical hay contra Dios y su reinado en las almas, más allá del dinero en el “YO” indoblegable de cada cual, y de cada cual a su manera.

lunes, 19 de agosto de 2013

19 agosto.- De nuevo aquí nos tienes...

19 agosto: Algo muy conocido
El evangelio que hoy nos trae la liturgia de la Misa es el muy conocido del “joven rico”. El tal personaje viene a Jesús por su propia cuenta y con un deseo de más. [A mí se me representan esas muchas personas que llegan diciendo que necesitan hacer más…, que sienten un vacío… Y que tantas veces son la demostración de que Dios no es estático ni se conforma con que el “bueno” sea “bueno”].
Llega el joven diciendo: Qué he de hacer de bueno para tener vida eterna”.  Como “BUENO” sólo es Dios, Jesús le responde por los mandamientos de la Ley de Dios, que eran la base sobre la que había de construir todo judío, si bien Jesús sólo hace ahora alusión a los mandamientos de la “segunda tabla”, los que pudiéramos llamar “sociales”. No matarás…, No cometerás adulterio, honrarás a tu padre y a tu madre…, y amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Realmente, aquel muchacho leal y de corazón bueno, responde –quien sabe si con rubor- que “eso lo he cumplido yo; ¿qué me falta?”.  Quiere decir que ha tocado techo en lo que fue hasta ahora y que venir a Jesús es porque lo que ha oído o visto en Jesús le dice más.  Y quiere, entonces, llegar a más.
Jesús advierte que ese tal puede aspirar al Reino de Dios que Jesús ponía delante de las gentes, y le dice: Si quieres llegar hasta el final, ve, vende lo que tienes, da el dinero a los pobres.  Luego, vuelves aquí, y te vienes conmigo. [Es ese momento que vivimos con emoción los que acompañamos a muchas de esas personas que expresan que algo en su vida espiritual se le ha quedado corto…]
La liturgia de hoy concluye simplemente diciéndonos que el joven se fue triste porque poseía muchos bienes.  La liturgia no ha seguido más el comentario.

Pues bien: estaba yo haciendo referencia a esas personas con deseos de más.  Podría seguir hablando así en ese impersonal, pero voy a optar por sentirme yo ahí metido en medio del episodio…, o invitar a que todos nos sintamos metidos…  ¿Qué hemos de hacer para ser “buenos”?  Penosa pregunta, desde luego, pero tan real que tantos y tantas se acercan al confesionario para reducir su vida a un paso sobre los mandamientos: No matarás”.  Por supuesto, “yo no mato”.  Permitidme que me abra yo una interrogación.  ¿De veras “no mato”?  Porque Jesús –en realidad- está mirando hacia mucho más que no quitar la vida. Matar posibilidades de uno mismo, porque “no quiero compromisos”…, o esas mil formas de “matar” que se dan en el rincón último de los sentimientos… A veces “matar a fuego lento”. ¿De verdad que me puedo sentir limpio de ello? ¿Cuántos proyectos de mejoría…, cuántos exámenes de conciencia no bien hechos…? Detrás de eso, se agostan en mí muchas ilusiones de Jesús.
No cometerás adulterio, que en sí se reduciría al hecho de no cometer un adulterio real (y ya es estar diciendo mucho en los tiempos que vivimos), pero que Jesús miraba con esos ojos de Corazón puro. ¿No cabría una revisión más fondo de ese terreno lascivio que tanto se escurre en el mundo que vivimos, desde la actitud interna a la complacencia en las imágenes?
Honrarás a tu padre y a tu madre…, con todo lo que eso debe abarcar en una sociedad donde hay otras personas que realizan sus funciones educadoras, benefactoras, etc.  Donde hay muchos padres ancianos, y donde los responsables de la formación y enseñanza necesitan un doble aval: el de su propia honradez para no ser sectarios, y el del reconocimiento de alumnos y sus padres. Respeto a la Iglesia y a los miembros de ella, porque también están en ese terreno de trasmisores de una doctrina y de un reino (que ellos no pueden ni deben manipular a su manera).  Y esos mismos miembros de Iglesia –de arriba abajo y de abajo a arriba- responsables de este vaso de barro que llevamos en nuestras manos, pero que encierra el tesoro del reino de Dios.
Amarás a tu prójimo como a ti mismo.  Y eso se queda corto cuando se plantea desde Jesús, que enseña a amar como Él ama.  Y aquí se me caen los palos del sombrajo… ¡Qué lejos estoy del modo distintivo del amor cristiano!

Comprendo ahora más a aquel joven del Evangelio, yéndose triste porque poseía muchos bienes. Y es que aun en un somero balance de mi vida, bien que se advierte que los muchos bienes personales acaban agostando tantas posibles respuestas hacia algo que me falta…, pero que mejor “lo dejo estar”… porque no estoy por renunciar a tanto YO como hay en mí.  Y ofrezco a otros esta reflexión porque pienso que más de uno se puede ver reflejado en el “joven rico”…, aunque peinemos canas.  Que acumulamos demasiados “bienes propios” que cierran la entrada a los que el Señor nos quiere dar.  Muchos “vacíos” he sentido…, muchos me han comunicado… Y mucho también me temo que nos hemos quedado en ese triste vacío…  ¡No queremos complicarnos ni que nos compliquen! 

domingo, 18 de agosto de 2013

18 agosto. Domingo DEL FUEGO

20 domingo, C, del T.O
Es evidente que deseamos otros evangelios que van más con nuestros sentimientos, esos que prefieren ver a Cristo haciendo milagros, y que pensamos que son los que nos levantan la “devoción”.
Pero Jesús, primero, y la Iglesia continuando la obra de su Fundador nos tienen que poner delante realidades en la que sintamos l urgencia de una realidad actual, Y la Iglesia nos brinda hoy un cuadro de realidades… Enmarca la situación una primera lectura [Jer 38, 4-6; 8-10], muy realista. Jeremías es un profeta de verdades. Ha visto el desastre que pude sobrevenir a Israel –que tiene su símbolo central en el Templo, y advierte los desastres que están rondando si no se ponen remedios. La reacción política y religiosa es echarlo a un poco de lodo, sin alimentos.  Alguien ve que eso es injusto y da la cara ante el rey en favor del profeta, y lo libra.
En el Evangelio Jesús dice a sus discípulos que he venido a traer fuego a la tierra, ¡y qué ansias hasta que arda”. En una humanidad perdida en sus interés y negocios, en sus gustos y planteamientos, y aún en sus luchas religiosas de diversa influencia, el Corazón de Cristo siente ansias devoradoras de poder meter un botón de fuego que hg quemar la maleza, purificar las escorias y dejar nítido el mensaje de salvación. Todo eso es una utopía, pero a ella no renuncia Jesús.
Junto a ese Jesús que vive la verdad y se siente acosado como Jeremías, Jesús capta otra verdad que expresa con toda su crudeza. [Que evidentemente no es del gusto “piadoso”, pero que Jesús la pone sobre el tapete con un realismo llamativo: “En adelante una familia de 5 estará dividida tres contra dos y dos contra tres: estará dividido el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre; la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra”.  Y esas palabras suenan mal a muchos, porque a Jesús le queremos escuchar palabras bonitas.
Pero Jesús no hace sino reflejar la realidad. Lo que Él quiere es ese fuego que devora la escoria, precisamente porque la escoria debe purificarse. Pero la realidad es que en ese egoísmo humano, en esa soberbia del hombre que pretende erigirse en dios, el resultado es la lucha aun dentro de la propia familia…, allí donde debiera haber una unión natural en la que todos tiraran en el mimo sentido,  Y sin embargo es un hecho que se rompe la armonía, se crean las tensiones, se producen las distancias…, y muchas veces por razones religiosas…, por puntos de vista contrarios…, por prejuicios ancestrales, por deformaciones e ignorancias, por malos ejemplos y malas influencias. Aun repasando la Historia, ¡cuántas guerras tan graves se han camuflado bajo señuelos de guerras de religión (aunque en verdad no lo eran). Pero el tema religioso vine a convertirse en el “motivo” de la discordia.
Jesús quiere hacer arder todo ese entramado de maleza…, quiere uno de esos fuegos descontrolados que abrasan y hacen desaparecer lo que había. Aunque en Jesús, su fuego es un ardor interior en cada corazón, como para que ahí dentro desaparezcan las escorias de la soberbia, del egoísmo, de la maleza acumulada por juicios prematuros o contagiados… Y que de ahí surja una nueva vegetación que asemeje a aquella que Dios plantó para el gusto y alimento del hombre, en sana armonía.
Jesús siembra entonces una planta esencial en la Eucaristía… Esa Eucaristía convertida en COMUNIÓN, está tendiendo las manos de unos hacia los otros, de tal manera que una nueva vida brote en el vergel de la fe, en el oasis del mundo… Una realidad que responda a la Buena Noticia que trae Jesús, y que ponga en el mundo la paz, la verdad, los efectos de una auténtica belleza, la buena fe, el camina en una sola dirección, aunque sea por camino diferentes (puesto que nadie pude poner coto al Espíritu).
La 2ª lectura viene a espolearnos en esa línea de evangelización integral que necesitamos desde los estamentos altos de la Iglesia hasta los de abajo… Que la obra del Papa, con sus gestos –que apuntan a una primavera- se vayan contagiando y se vaya ampliando hacia esa vida de evangelio radical que todos necesitamos.  Esa 2ª lectura nos estimula:  una nube ingente de espectadores no rodea; por tanto, quitémonos los que nos estorba y el pecado que nos ata, y corramos en la carrera que nos toca, sin retirarnos, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe, Jesús, que renunciando al gozo inmediato, soportó la cruz, sin miedo a la ignominia… Soportó la oposición de los pecadores…, ¡y no os canséis ni perdáis el ánimo!

Algo, pues, se ha de ir cociendo en este período de la historia, y –hoy por hoy- recae en nosotros mismos esa llamada, esa responsabilidad. La nueva evangelización no es algo que v a caer como una breva ni se va a imponer por mandatos. Estamos emplazados CADA UNO COMO PARTICULAR y como PARTE DE LA IGLESIA, a entrar en terreno de sinceridad, superando lo substancial que ya tenemos, e incorporando en la vida un fuego que purifique lo que no es evangélico, y un botón de fuego, un celo por e Reino e Dios, que haga posible un atisbo de novedad.  Contando con que habrá luchas internas, familiares, de colectivos diversos (religiosos) y de amplia oposición de los hijos de las tinieblas.  Pero somos descendientes de un Cristo que acabó crucificado…, y por lo mismo está sentado a la derecha de Dios Padre. 

sábado, 17 de agosto de 2013

17 agosto: PASO A PASO

17 agosto. Otra vez los niños
El breve evangelio de hoy vuelve sobre el tema de los niños. Con una particularidad: son otras personas quienes se los traen a Jesús. Y bien puede uno imaginar que son los propios padres quienes traen a sus hijos para que Jesús les impusiera las manos. Por su parte Jesús disfruta y pide que no les estorben a los niños llegar a Él. Jesús, el limpio de corazón, se embelesa mirando esos ojos claros, limpios, sin malicia…, de los niños. Es como si en ellos viera reflejada toda la diafanidad del  reino de los cielos…, ese mundo que Él quiere crear en la tierra, esa presencia de Dios mismo que debe ser como el aire mismo que se respire.  El niño, en su inocente mirar, sentir…, sin las recámaras de los mayores, es el modelo de ese pobre de espíritu que constituye la base misma de ese reino que Él viene a establecer. En el niño se da la ausencia de malicia, la fe ciega de los ojos limpios, la confianza total en lo que le rodea. El niño no sospecha el mal, no vive la suspicacia, no es capaz de ver el mal.
El dato que aporta hoy esta texto me hace ir más a buscar a los padres…, a los que tienen esa ilusión de que Jesús abrace a sus hijos. Han visto en Jesús una simplicidad tan llamativa, una concepción de la vida tan limpia, una ilusión que aflora a sus ojos y se derrama por todas sus palabras, y han concluido que Jesús es quien mejor puede trasmitir a sus hijos esas cualidades que Él tiene… Que ponerlos bajo ese abrazo es como la garantía impermeabilizadora para que esos hijos queden a cubierto del daño que la sociedad trasmite.
Pero yo quiero hoy trasladar a los padres una reflexión. ¿No son ellos los educadores de sus hijos? ¿No son ellos los responsables de una crianza en la que sus hijos vivan una niñez y una adolescencia normales. ¿No son ellos quienes tienen que imponer sus manos paternales para que sus hijos crezcan en una vida sana y feliz?
Y ya me pregunto si esos niños de hoy pueden llegar a ser niños, a vivir como niños…, a jugar como niños y a educarse con sus juguetes para recibir de esos “trastos” los verdaderos interlocutores del niño, con los que el niño mejor se entiende, con quien mejor se va haciendo, y –a través de los cuales- los papás deben conducir sentimientos, corregir defectos de reacción,  Yo veo que hoy los niños son “viejos prematuros” que no juegan si no es con las tecnologías…, que no tienen tiempo para sus juegos de niños, y que se les rellena el “tiempo libre” (el y correspondería al juego), con una serie de actividades complementarias. Que no cabe duda que les será muy útiles “en el futuro”, pero que les han robado el presente de NIÑOS.
Y si voy más allá, los padres deben “bendecir”, abrazar, acompañar a esos niños. Por desgracia, más en manos de otros que de los padres, tan atareados siempre y en todo, que para quien no les queda tiempo ni paciencia es para sus hijos. A los niños no los educan hoy sus padres, ni en los años de cera blanda que viven esos hijos. No hay esa creadora “imposición de manos”…, esa mano al hombro, ese rato de “juego” con ellos… juego que no se limita a jugar sino a dar calor, cauces de confianza, y clima de educación paternal… Ese saber ir responsabilizando al hijo y no para incitarle contra los otros, sino para corregirle sus naturales fallos de niño.  Aquella sabia táctica de verdaderos educadores que, al venir el niño con sus quejas de profesores o compañeros, decían al niño:  “algo habrás hecho tú”.  Y no como un reproche sino como un elemento para que el pequeño vaya comprendiendo que hay que ir por la vida con la verdad por delante, y sabiendo aceptar que todo no es caprichos y “chuches”.
Se repite mucho hoy “lo difíciles que son los niños”. Habrá una realidad por cuanto ya son engendrados en e magma de otra cultura. Pero hay un punto que yo repito a las parejas de novios: no son los niños los difíciles; los difíciles pueden ser los padres.  ¿Es lo mismo el feto que se desenvuelve en un seno de amor y sin “descargas” violentas?  Porque desde ahí está ya el feto captando “ambiente” y creándose una psicología: plácida o agresiva; con voces o sin ellas. ¿Es lo mismo el bebé que sólo recibe paz en su desarrollo que el que es testigo mudo inconsciente de los altibajos de unos padres que se gritan?  ¿Puede tener la mima psicología el niño que ve armonía, unicidad en las decisiones de sus padres, que el que ve que él es “moneda de cambio” o “carne de cañón” de las desavenencias de su papás?
¿Será lo mismo un niño educado y formado en valores humanos, espirituales, religiosos y morales que el que desde que llega a su “uso de razón” está viendo a su alrededor que todo da igual, que se le deja campear a su antojo, que no se cuida lo que hace, lo que lee, la TV que mira, los colegas que frecuenta?  Quitadle al niño una referencia decisiva, y habréis hecho un “pasota” que acabará devorando a sus blandos progenitores.

Me regalaron un libro en mi adolescencia mayor, de título: PASO A PASO. Un chico, limpio y esencialmente bueno, y un tito depravado que va dejándole disimuladamente a mano una serie de revistas, reseñas fotos… Aquel ano jovencito va picando el anzuelo, por una curiosidad natural (y mas en esa época de “descubrimientos”, y acaba el sobrino en la cárcel como hombre depravado.  Los papás y mamás podrán tomar nota. No hace falta ponerles cebos a los niños. Basta con no evitárselos.

viernes, 16 de agosto de 2013

16 agosto. Los eunucos

16 agosto.- Tema muy actual
El evangelio de hoy, en Mt 19, 3-12 podría ser una pregunta de nuestra sociedad actual. Los fariseos fueron a Jesús para cogerlo en sus propias redes. Estamos ante un ambiente social que le discute al mismo Dios. Y si el tema es tan vital como el que presentan los fariseos, bien sabemos que para una buena parte de esta sociedad de hoy no hay ni Dios ni rey. Sólo el propio juego con la vida, la imposición de formas que tienen su razón de ser en el egoísmo, la soberbia humana, el pretender ser Dios, y marcar los límites del bien o del mal.  Me corrijo: para eliminar toda limitación, porque al dios humano no se le puede poner coto.  Con esta introducción entro ya en el texto evangélico.
Los fariseos preguntan a Jesús si se puede divorciar una pareja estable comprometida. La respuesta de Jesús es clara: - NO. Porque la base puesta por Dios es que abandonará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y ya no serán dos, sino uno solo. Y lo que Dos ha unido, no puede separarlo el hombre. Principios básicos y razonamientos incuestionables porque proceden de Dios y de la misma naturaleza del compromiso entre hombre y mujer.
Los fariseos oponen una objeción:  Pues Moisés permitió divorciarse. Y Jesús responde, como respondería hoy: Por vuestra terquedad. Por vuestro egoísmo, por vuestra inmadurez, por el juego en que habéis convertido el “ahora me caso”, “ahora me separo”. Porque carecéis de capacidad para un compromiso. Porque confundisteis amor y sexo, y aun el sexo con lo genital. Porque vivís la vida sin valorar nada más que el capricho del momento, y porque rompéis la baraja en cuanto no os sale al as de oros.
Pero Jesús no se queda en la respuesta dada. Va más allá.  Aborda las consecuencias: Uno o una se divorcia (se separa) y a renglón seguido busca emparejarse con otra u otro. Y con ello comete adulterio. Esta palabra resonaba fuertemente en un pueblo al que Dios llamó “adúltero” porque lo abandonó a Él y se fue tras otros caprichos, ídolos, o “becerros de oro”. Pues el que se divorcia de su esposo o esposa y se busca otro “ídolo”, comete adulterio.  [Aclara Jesús que Él habla de un compromiso matrimonial; no de parejas juntas, En su tiempo eso tenía un nombre claro: prostitución (v, 10)].
Ahora entran los propios discípulos que ven lo difícil que es el matrimonio.  Jesús –como tantas veces- no se limita al o al no. Porque las cosas dependen de cómo son las personas. Y les explica desde la figura de los eunucos [hombres castrados, que se destinaban en los serrallos a la custodia de las mujeres], Y Jesús dice: hay eunucos que nacen así, No tienen capacidad biológica para el matrimonio como tal.  Hay eunucos que los hombres los hacen así. Precisamente esos que están en la definición.  Y añado: hubo una cierta costumbre a castrar niños cantores para que no cambiara su voz y conservaran la voz atiplada; eran conocidos como los castrati.
Y hay eunucos que lo son –metafóricamente- por cuanto que lo son por propia voluntad. Pueden ser aquellos que optaron por una “tercera vía” (no casados) para dedicarse de lleno al bien social o espiritual de otros. O aquí entraría aquellos que tienen dominio de sí, lo que les hace aptos para un matrimonio estable, serio, construido sobre roca, comprometido y con capacidad de sacrificio.  Por tanto, en la mente de Jesús, esos son los que tienen capacidad de matrimonio.
Lo que quiere decir, según la pregunta de los discípulos, que no son para casados cualquier hombre o mujer por el hecho de serlo, pues la carencia de una psicología madura y estable, está aconsejando no embarcarse en una realidad que no se va a poder llevar. Porque lo mismo que para un consagración a Dios no vale con ser bueno y piadoso, porque se carece de otras cualidades esenciales, tampoco el hecho de ser hombre o varón da por evidente que tienen capacidad de casados.
El mundo de hoy, con sus divorcios a granel, y las peticiones de declaración de nulidad (¡que muchas veces son muy verdaderas!), está confirmando la palabra de Jesús.  Hay realmente eunucos substanciales: psíquicamente incapacitados para un matrimonio. Por egocéntricos, egoístas, celosos, encerrados en sí, sin más “amor” que sus caprichos (llamémoslos caza, pesca, amigos, peñas, deporte personal, “drogados” informáticos, etc., etc.;  o en ellas  el bingo, la tertulia, el “ropero parroquial”, la “libertad”, el valerse económicamente al capricho diario…, y otros etcéteras). Acabarán “castrados” para el amor de donación, el sacrificio, la participación doméstica y la conversación constructiva o relajante entre dos capacitados para darse.
Conozco un caso de declaración de nulidad de un matrimonio religioso.  En la sentencia final se da por sentado que no se les admitirá en un posterior matrimonio canónico. Y la razón: porque todas las pruebas que se han aportado para pedir la declaración de nulidad, apuntan con evidencia a la incapacidad psicológica de ambos para entender y vivir el amor auténtico.


A veces me pregunto si, independientemente del tema matrimonial, no estamos viviendo una era de incapacidad para la auténtica convivencia humana.  Incluso para la sincera amistad…, para saber ponerse n el lugar del otro para captar objetivamente un determinada realidad.