sábado, 28 de febrero de 2015

Del blog: trasmividriera

COMENTARIO A UNA EXHORTACIÓN DE CUARESMA, DEL PAPA              
Francisco se refiere a la indiferencia como al hecho de que nos olvidamos de los demás, que no nos interesan ni sus problemas, ni sus sufrimientos, ni las injusticias que padecen. En un proceso realmente contradictorio, cuando todo en el mundo adquiere una dimensión global y todos en la pequeña aldea que ya es el mundo nos podemos enterar de todo lo que hacen los demás, nos encerramos de hecho en nuestra pequeña concha, cerramos los oídos a todo lo que no nos agrada, y convertimos en global la indiferencia hacia todo lo que le ocurre a los demás y nosotros no queremos enterarnos de ello. En un mundo oceánico y global, creamos islas incomunicadas de los fuegos que irrumpen en las otras islas: yo estoy relativamente bien y a gusto, y me olvido de quienes no están bien. Esta es la indiferencia globalizada  ante los demás, sobre la que quiere llamar la atención el Papa Francisco durante la presente Cuaresma.
El objetivo de Francisco no resulta sencillo. El dirige su grito profético -así lo llama- a la Iglesia, a las parroquias y comunidades y a la persona creyente. No resulta tarea fácil conmover a estos amplios colectivos, porque la tortícolis se ha convertido casi en una segunda naturaleza, porque estamos demasiado acostumbrados a no querer mirar a lo que nos resulta desagradable. Hay demasiada gente que cambia de canal o se levanta del sillón, cuando el telediario está dando noticias que le fastidian. Interesarse por las cosas malas que le ocurren a los demás supone una actitud muy generosa, tan altruista como la que tuvo hace meses el propio Papa Francisco cuando se desplazó hasta la isla italiana de Lampedusa para intentar preocuparnos a todos por el fenómeno sangrante de la emigración; de los diarios muertos inmigrantes que inundan cada día el cementerio en que ya se ha convertido el Mediterráneo, usando otra expresión también de Francisco, esta vez en el Parlamento Europeo.
Francisco quiere utilizar el reactivo, que aún puede ser la Cuaresma para los creyentes, para intentar la formación del corazón, la transformación de los intereses y la canalización de la afectividad hacia las situaciones dolorosas que tanto se repiten hoy en el mundo. 
Luis Espina Cepeda S.I.

28 febrero: Una desnudez alarmante

Huyó desnudo
El evangelista Marcos es el único que nos narra el caso de aquel “cierto joven” que salió envuelto en una sabana sobre el cuerpo, y cuando la turba pretendió echarle mano, él dejó la sábana en manos de aquellos hombres y huyó desnudo.
Por ese afán  de los comentaristas de atribuir el protagonismo de un hecho al que lo narra, se ha dado en pensar que fue el mismo Marcos quien vivía en alguna casa lindante al huerto y por eso puede describir tal detalle.
Yo me resisto cada vez más a poner nombre por mi cuenta a lo que ellos no se lo pusieron. Y más me voy al fondo de la narración, que pienso que hace pensar mucho más y puede ser mucho más provechosa.
En medio de aquella tragedia que se desarrollaba en Getsemaní, aparece un curioso que quiere ver qué tumulto de gente era aquella y qué perseguían. Porque algo gordo tenía que ser cuando llevaban palos y hasta espadas. ¿Sabía aquel joven que Jesús estaba allí? ¿Tenía algún interés por la causa de Jesús? La verdad que muy preparado para afrontar una situación no venía, sino que tal como estaba acostado se levantó, se lió en la sábana y salió a ver.
Y cuando se encontró con el peligro propio, salió huyendo de prisa, sin importarle dejar la sábana por la que le tenían asido, y escapar desnudo como estaba.
Y he pensado de qué manera podemos quedar así de malparados los que miremos las cosas de Jesús como una historieta piadosa: que al final, si surge la exigencia, no tenemos empacho escapar DESNUDOS… Cierto que quedaremos ridículos pero lo importante es quitarnos de en medio. Y DESNUDOS quedamos si no nos hemos metido en la piel misma de Jesús, en su dolor y en su soledad.
Y pienso si Marcos no nos quiso dejar “una foto-robot” de los apóstoles, y en especial de aquellos tres, que también desaparecieron entre los olivos, en el momento en que vieron las cosas tan negras, con el Maestro –antes poderoso-, ahora caído en las manos de los criados del sumo sacerdote.
¿Acaso no fue Pedro uno de los DESNUDOS, que quedaron tan malparados aquella noche, después de fanfarronear que él nunca se escandalizaría, y que hasta estaba dispuesto a morir con el Maestro? ¿Y Juan y Santiago, los dos hermanos que pretendieron estar a la derecha e izquierda de un reino humano, y cuando vieron el cariz de las cosas tomaron las de Villadiego? ¡También DESNUDOS!  Y a mí me parece todo esto mucho más serio que quedarme identificando al “joven” con el propio evangelista, que naturalmente tenía algo más importante que contar a sus cristianos que una travesura de su juventud.

Y como yo veo que esto de quedar DESNUDO y saliendo por donde mejor se pueda, es cosa de la que no soy ajeno…, y como me da la impresión que no soy yo solo, me quedo mucho más parado ante esta “imagen evangélica”, a ver si esta Cuaresma puedo salir vestido (o revestido) de una realidad muy verdadera que dé a la palabra CONVERSIÓN una consistencia mucho más fuerte. Que la experiencia de desnudeces propia y ajenas de otros años -¡y de tantos años!-, me obliga a pararme sobre este punto, y desear con toda el alma que las cosas sean muy otras. Que, mientras tanto unos u otros huimos, Jesús está prendido, maltratado y maniatado, camino del palacio de Caifás.

viernes, 27 de febrero de 2015

27 febrero: En el Huerto (2)

El prendimiento
Jesús se sintió solo. No habían podido vigilar una hora, ni siquiera en aquellas circunstancias en las que Él les había manifestado su tristeza de muerte. Jesús. No habían velado pero es que –además- habían dormido para olvidar. La sensación de soledad se hace mucho más hiriente. Y Jesús se dio media vuelta y ahora, en esa conciencia de su soledad, se volvió hacia su lugar de oración. Ahora sí que queda ya entregado a todo: Si no puede pasar el cáliz, hágase tu voluntad. Repetía palabras una y otra vez. Volcaba sus sentimientos en aquella amarga oración, y perseveraba como único punto de apoyo. Y así otra hora de dolor. Y volvió a los suyos… Dormían profundamente. Ni advirtieron que Jesús se les había acercado. Los ojos de aquellos estaban cargados. No tenían nada que decir. No hubieran tenido nada que responder.
Jesús regresó a su oración y siguió aferrado al Abba, a quien todo es posible…, pero ya entregado a su propio cáliz, que el Padre no había querido retirarle, y que Él tendría que empinar hasta el final.
Cuando llegó por tercera vez a los amigos dormidos, tuvo unas palabras muy apenadas: Por mí ya podéis dormir. Pero a la vez, con triste ironía les tenía que advertir que el que me entrega ya está cerca. Ha llegado la hora y es un hecho que el Hijo del hombre es entregado en manos de los pecadores. Y haciendo reaccionar a aquellos tres, les dice de forma perentoria: Levantaos, vamos…; mirad: el que me entrega ya está aquí.
¡Y tan estaba, que aun hablaba Jesús, cuando apareció la figura de Judas! Recalca Marcos: “uno de los Doce”…, uno que había sido llamado a extender el reino de Dios y echar fuera los demonios que hacen el mal… Sí: el mismo. Y venía acompañado por una turba de criados y chusma, reclutados de parte del sumo sacerdote, armados con espadas y palos… Es que Judas había advertido de las artes de Jesús para escaparse, y había que ir con mucha cautela y astucia, prenderlo pronto y amarrarlo bien.
Y una contraseña: Aquel a quien yo besare… Y así llegó; luego, acercándose, dijo: ¡Maestro! Y LE DIO UN FUERTE BESO. Lo podríamos parafrasear así: Le dio una enorme puñalada. Porque aquel beso llevaba el doble filo mortal de una puñalada que viene de un amigo y a traición. Y sin dar más tiempo a nada, los que venían a prenderle cayeron sobre Jesús y le echaron las manos y lo sujetaron. Les había salido todo a pedir de boca, y sin las dificultades que tenían previstas.

Aquello fue todo muy rápido. Pedro, Santiago y Juan no habían todavía salido de su sopor y se encontraban con una situación impensable. Simón Pedro sacó una espada y lanzó un tajo contra uno que ataba a Jesús y le cortó la oreja. Hay que irse a otras narraciones evangélicas para barruntar de dónde le había venido la espada a Pedro, que –naturalmente- no iba por la vida con espada al cinto. En la narración de Juan se cuenta que entre los adornos del Cenáculo había dos espadas. Se ve que Simón –que barruntaba una noche peligrosa- no corto ni perezoso cogió una y la llevó consigo. Ahora había sido el momento de usarla. Y hay un comentario de un santo que le dice a Pedro: ¡Qué nervioso estabas, Simón, que apuntaste a la cabeza y le diste en la oreja”. Marcos no comenta más. Sólo refiere que en ese momento todos huyeron y se quedó Jesús solo en manos de sus capturadores.

jueves, 26 de febrero de 2015

26 febrero: La primera oración en el Huerto

La oración del Huerto (1)
El final de aquella Cena Pascual fue –de acuerdo con el ritual- unos cantos de himnos. Y de allí Jesús –rodeado por los Once (que van apiñados por el mismo sentimiento de supervivencia tras las emociones y malos anuncios)- salió hacia Getsemaní, una granja ya conocida de ellos, que se prestaba a la oración silenciosa y apartada de ruidos. Debió ser un trayecto en el que se produjo toda esa conversación que reseñamos ayer: “heriré al pastor y se dispersaran las ovejas”; “hoy os escandalizaréis de mi”, con la consiguiente porfía de Pedro y el eco en los otros apóstoles. Pero de hecho ya iban escandalizados (atemorizados, desesperanzados…) queriendo apoyarse unos en otros.
Llegados al huerto, Jesús deja a la entrada a 8 “mientras hago oración”. En realidad era su despedida. No volvería a verlos más en su vida mortal. Era un desgarro, aunque ellos no lo intuyeran siquiera, pero el corazón de Cristo sí que lo experimentaba. Tomó consigo a Pedro, Santiago y Juan, como quien se busca el apoyo de tres más familiarizados con los momentos fuertes del Maestro.
Y cuando estuvo a solas con ellos, Jesús se desmoronó, expresándoles que estaba espantado y abatido. Bien podemos imaginar que aquellos tres se quedaron mudos. Realmente estaban escandalizados, porque hasta entonces Jesús había sido su apoyo, su fuerza en los decaimientos. Y ahora se les muestra hundido. Más aún: que tiene una tristeza de muerte… Y como mucho más no pueden hacer, sí les pide que oren y velen. Debía ser una vela doble: la del que ora y la del que vigila, porque el estado de Jesús era para no perderlo de vista.
Se adelantó Jesús un poco. Quedaba a pequeña distancia, de modo que aquellos tres hombres podían y debían quedar atentos a ver en qué aparaba aquello. Pero lo cierto es que ellos mismos se contagiaron de la tristeza del Maestro y no hallaron mejor remedio que echarse en tierra y ponerse en posición que invitaba al sueño. Y en esa tristeza total, dormirse.
Jesús, al que hubieran podido ver y oír si no se hubieran dormido, se debatía en una dolorosa oración en la que clamaba, aun en voz alta (a gritos y con lágrimas nos dice la carta a los Hebreos), queriéndose hacer escuchar por el Padre: ¡Abba, Padre!: todas las cosas te son posibles; aparta de mí este cáliz Aunque en sumisión completa al designio divino, concluyera con la aceptación de lo no querido: Pero no se haga lo que Yo quiero sino lo que Tú. Era una oración repetitiva, angustiada, y al mismo tiempo rendida. Pero sin género de dudas anhelando que aquel cáliz pasara de largo. Fue una lucha muy fuerte. Y cuando la misma fe de Jesús le confortó en ese su final abandono, se levantó de su oración y vino a tomar fuerzas en sus tres amigos. Pero los amigos dormían. No habían velado. Habían caído en la tentación de dormir para olvidar, o para quitarse de encima su pena.

Debió quedarse Jesús un rato mirándolos, casi dudando qué hacer. Luego se dirigió a Pedro –el que nunca se escandalizaría…- y le dijo con el alma apenada: Simón, ¿duermes? ¿No pudiste vigilar una hora? ¡Qué amargura debió haber en aquella pregunta! Luego, mirando a los tres, recomendó de nuevo: Vigilad y orad para que no entréis en tentación. No hubo respuesta. No había nada que decir. No sabían qué decir. Avergonzados, adormecidos e idiotizados por la somnolencia, no se les ocurrió palabra.

miércoles, 25 de febrero de 2015

25 febrero: El núcleo de la Cena Pascual

LA EUCARISTÍA
Continuó la Cena con sus diversas partes. En un determinado momento Jesús toma pan de la mesa, pronuncia la bendición, lo parte y lo da a sus apóstoles diciendo: TOMAD, ESTO ES MI CUERPO. Yo siempre me he preguntado qué entendieron en aquel momento aquellos hombres…, qué experiencia pudo crearles aquel gesto –para ellos podía ser mero gesto- del Maestro. Y comieron ese Pan. Y llegada la cuarta copa –según rezaba en los rituales- Jesús la toma y repite el mismo modelo: Da gracias, da de beber a sus apóstoles y beben todos, Jesús les ha afirmado: Ésta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos. En verdad os digo que no beberé ya más del fruto de la vid hasta el día en que lo beba nuevo en el Reino de Dios.
Todo esto era una catarata de datos que habían de captar, encajar y asimilar aquellos hombres. “Sangre” y sangre “de la alianza” eran términos muy familiares para aquella religión. Las alianzas de Dios con su Pueblo se habían sellado siempre con sangre de animales. Ahora Jesús ofrece “su sangre” para una “alianza”… No entienden todo pero se les enciende algo en su interior. Y si alguno supo unir todo esto con aquel discurso que tanto escandalizó a otros discípulos (y al propio Judas), empezaba a clarificarse aquello de comer mi cuerpo y beber mi sangre como medio de vivir unidos a Jesús y alcanzar vida eterna.
No sé si estos pensamientos míos van muy lejos y aplican ya unos conocimientos que aquellos hombres no tenían, o si en la viveza del carácter religioso judío llegaron a barruntar lo serio y decisivo de aquel momento. Unido a unas palabras finales que debieron estremecerles, porque sonaban a despedida: no beberé más del fruto de la vid hasta que lo beba en el reino de Dios.

Todavía hubo palabras de Jesús que estremecieron a los comensales: Todos os escandalizaréis porque está escrito: “heriré al pastor y se dispersarán las ovejas”, mas después que eso suceda, os precederé a Galilea. [“Galilea” no es aquí un lugar geográfico, puesto que la resurrección y apariciones del día primer se produjeron todas en Judea. “Galilea” es como el lugar apacible, el de la esperanza, el de la acogida. Y está expresando ese preceder en el triunfo].
Pedro se rebeló contra la idea de “escándalo”: Aun cuando todos se escandalicen, yo no. Y Jesús tiene que dirigirse a él expresamente y hacerle una revelación muy dura: Tú, hoy, esta noche, antes que cante el gallo dos veces, tú me habrás negado tres. Y dice el texto de Marcos: “Mas él, con sobrada porfía, decía: Aunque me viere en trance de morir contigo, no seré yo quien te niegue. Jesús optó por no insistir. Los demás se envalentonaron y afirmaban igual que Pedro.

Realmente son líneas que requerirían una parada en cada palabra, en cada afirmación, en cada frase… Y si se comparan luego con lo que sucedió, muestran muy bien la distancia que hay de los deseos y las aparentes personales  convicciones a la realidad en el momento concreto. Lo que no es de despreciar cuando lo pensemos de nosotros mismos… Porque una cosa es “mirar el evangelio” y otra cosa “meterse dentro”…, y aprender en él para nuestra vida. Y para echar una humildad muy fuerte. Que cuando Jesús (o alguien que nos habla de corazón) nos hace ver algún “peligro” futuro, no podemos estar tan seguros de que a mí eso no me va a pasar.

martes, 24 de febrero de 2015

24 febrero: La Cena, según Marcos

LA CENA PASCUAL
En las primeras horas de la tarde, Jesús dice a los diez que ya marchan a Jerusalén. Se despide Jesús de sus amigos María, Marta y Lázaro (que también irían a Jerusalén poco después que el grupo de Jesús. Había en aquella despedida un algo distinto que otras veces. Jesús llevaba un halo de misterio y en su semblante se traslucía que algo estaba por suceder que no hacía aquella despedida como las demás.
            Jesús y los suyos emprendieron el camino de Betania a Jerusalén. Muy pronto se vio que no iban en bloque. Jesús caminaba más en solitario. El grueso de los apóstoles seguía después, unas veces agrupados, otras en pequeños grupos. Y Judas se mantenía aparte, sin entablar conversación con nadie, como ensimismado en un pensamiento. Eso mismo provocaba los comentarios por lo bajo de aquellos compañeros. Jesús hacía por tomar contacto con unos o con otros o con el mismo Judas, pero allí se topaba con un silencio tenso. Y bien que lo advertía el grupo que, entonces, se unía más al Maestro para preguntarle, extrañados, qué le sucedía al compañero.
Así llegaron a la Ciudad. Jesús se dirigió con paso firme hacia la casa en que sabía que estaba ya todo preparado. Saludó el dueño del lugar sin interferir en la marcha del grupo, y se alegraron los dos apóstoles que habían servido de avanzadilla, y que ya esperaban a la puerta.. Jesús entró delante, seguido de los Doce, y los fue acomodando en sus respectivos divanes. Luego se dirigió al suyo y guardó un silencio de transición, y comenzó la Cena con todos los rituales propios del caso. Comían con su sentido de recordatorio festivo de aquella otra pascua de hace siglos… Luego, mientras comían,  expresó solemne y doloridamente algo que llevaba clavado en su alma: En verdad os digo que uno de vosotros, el que come conmigo, me entregará. Se hizo un silencio que se cortaba. Había sido una bomba impensable. Y empezaron a entristecerse, y uno tras otro fue preguntando con un hilito de voz que apenas le salía…: “¿Acaso soy yo?” Ya no se fiaban ni de sí mismos. Jesús aclaró más: Uno que moja su bocado en el mismo plato que yo. Sí: pero eran varios. ¿Quién era realmente? ¿Cómo podía ser? Judas no se dio por aludido y siguió con su rostro de pedernal aguantando mecha. Y Jesús pronuncia entonces un anuncio de maldición que podría hacerle volver en sí: El Hijo del hombre se va, como está escrito; ¡pero ay de aquel por cuyas manos el Hijo del hombre es entregado!  Más le valdría no haber nacido. Era una afirmación terrible, porque no haber nacido era la maldición más grande que podría sobrellevar una persona, en una cultura en que la vida era un don de Dios.
No sabemos lo que vino después. Parece evidente que Judas salió. O bien él pidió marcharse con cualquier pretexto, bien Jesús le encargó algo… Quedaba truncada la Cena pero era necesario para poder seguirla en profundidad religiosa. Judas allí era ya una pieza desencajada y él mismo era muy consciente de ello. Por eso su marcha dejaba como un respiro profundo en todos, que habían pasado unas últimas horas muy difíciles junto a aquel compañero.

Y la Cena continuó en sus diversas partes rituales. Con algo de aire fresco que se dejó sentir aunque nadie dijera nada.

lunes, 23 de febrero de 2015

ZENIT. EL PAPA HACE EJERCICIOS

Francisco se ha retirado para los ejercicios espirituales
Desde este domingo hasta el 27, cerca de Castel Gandolfo. Serán cinco días de oración y meditación Junto a sus colaboradores. Ha pedido que recemos por él
Por Redacción
CIUDAD DEL VATICANO, 23 de febrero de 2015 (Zenit.org) - Este domingo, a las 18 horas, comenzaron los Ejercicios Espirituales del papa Francisco y de la Curia, en la Casa Divino Maestro de la localidad de Ariccia, a las afueras de Roma.
Durante la oración mariana del Ángelus, el Santo Padre ha pedido a los fieles: "Rezad para que en este desierto, entre comillas, que son los Ejercicios podamos escuchar la voz de Jesús y también corregir tantos defectos que todos nosotros tenemos, y también hacer frente a las tentaciones que cada día nos atacan".
Las meditaciones de este año serán propuestas por el sacerdote Bruno Secondin, de la Orden de los Carmelitas, y tendrán como hilo conductor el tema “Servidores y profetas del Dios viviente”, ha informado la Oficina de Prensa de la Santa sede en un comunicado.
El retiro del Pontífice y sus colaboradores concluirá el próximo viernes, 27 de febrero, por la mañana. Hasta entonces, todas las actividades del Pontífice quedarán suspendidas. 
El programa prevé esta tarde la Adoración Eucarística y el rezo de las Vísperas. Los demás días rezarán laudes a las 7.30 horas. A continuación, tendrá lugar una primera meditación, a las 9.30, y después la celebración de la Santa Misa. A las 16, será la segunda meditación, que precederá a la Adoración Eucarística y las Vísperas. El último día, está prevista la celebración eucarística a las 7.30 y la conclusión a las 9.30 horas.

El Papa decidió el año pasado trasladarse a algún punto fuera del Vaticano para recrear un ambiente de mayor sosiego y más propicio para la meditación y pidió la participación de sus colaboradores de la curia romana.

23 febrero: La venganza

El despecho de Judas
Que Jesús corrigiera a Judas y precisamente alabando el gesto de la mujer que había “despilfarrado” el perfume de nardo legítimo, incluso quebrando el vaso de alabastro (era un gesto de enorme gratuidad y de total donación) fue muy mal llevado por “aquel” que había protestado por tal gesto.
Y aunque Marcos no lo identifica en la narración, lo que sí hace es conducirnos inmediatamente al hecho de Judas yendo a los sumos sacerdotes para ofrecerse a entregar a Jesús.
Deja evidencia de que Judas se dio por ofendido, y –aunque no nombrado en el suceso mismo- queda más que claro que había sido él quien había protestado (o había llevado la voz cantante de esos “algunos” que protestaban).  Y Judas decidió tomar venganza del Maestro. Aquella desautorización que había sufrido, no se iba a quedar impune. Y con los ánimos exaltados y la humillación que él ha sentido, no tuvo más salida que la de irse a los enemigos de Jesús y ofrecerles en bandeja la entrega.
Los sacerdotes se alegraron mucho; ¿cómo no?..., si además era para ellos una reafirmación del peligro que suponía Jesús, el hecho de que uno de sus discípulos decidiera ponerlo en manos de “la justicia”. Incluso ellos –si seguimos a Marcos- le ofrecieron dinero. ¡Es que les había tocado la lotería, y gratificaron a Judas que les había “regalado el “décimo”!
Y Judas, desde ese momento, andaba buscando la oportunidad y la manera de entregarlo en alguna buena coyuntura.
Podemos pensar con toda lógica que José de Arimatea, que formaba parte del senado de los ancianos y sacerdotes, y que era buen discípulo de Jesús, se apresuró a enviarle recado al Maestro (quizás él no se presentó para no hacer visajes) de cómo estaban las cosas, y que tenía al enemigo en casa, hasta tal punto que se había ofrecido a entregarlo.
Ahí se explica el sigilo de Jesús cuando llegó el momento de los Ácimos, en el día en que se sacrificaba el cordero. Vinieron unos apóstoles a preguntarle a Jesús dónde preparamos lo necesario para Pascua. No era el primer año y siempre había sido casi un motivo de compartir la alegría de esos preparativos. Pero este año Jesús se anda con cuidado, y da unas instrucciones misteriosas y ambiguas a dos discípulos para que se marchen a la ciudad. Y allí os saldrá al paso un hombre llevando un cántaro de agua. Ya era una señal llamativa porque lo normal es que esa labor la realizaran las mujeres. Seguidlo, y donde entre, decid al dueño: el Maestro pregunta: ¿Dónde está mi estancia en que coma la Pascua con mis discípulos?
Nadie pudo, pues, saber de antemano dónde era. Jesús se guardaba mucho de que pudiera saberse el lugar de la celebración para que no tuviera Judas la pista que andaba buscando. Puede pensarse que el mismo emisario de José de Arimatea que trajo el recado a Jesús, pudo ser el que arreglara las cosas a la manera que sucedieron y que así fueron las instrucciones de Jesús y todo el misterio del hombre del cántaro.

Los dos discípulos partieron y encontraron todo tal como el Maestro había previsto. Y siguieron al hombre y llegaron a la casa y les mostró el amo una sala superior (¿en el piso de arriba? ¿O una sala excelente?: grande, provista de mesas y divanes y ya a punto Quien fuera, ya lo tenía todo previsto y muy bien previsto. Jesús había deseado que fuera una sala para una verdadera fiesta.

domingo, 22 de febrero de 2015

ZENIT, 22 feb.- Ángelus: Convertir el corazón

22 de febrero de 2015 (Zenit.org) - Como cada domingo, el papa Francisco rezó la oración del ángelus desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico, ante una multitud que le atendía en la Plaza de San Pedro.
Dirigiéndose a los fieles y peregrinos venidos de todo el mundo, que le acogieron con un largo y caluroso aplauso, el Pontífice argentino les dijo:
"Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!
El miércoles pasado, con el rito de las Cenizas, ha comenzado la Cuaresma y hoy es el primer domingo de este tiempo litúrgico que se refiere a los cuarenta días transcurridos por Jesús en el desierto, después del bautismo en el río Jordán. San Marcos escribe en el Evangelio de hoy: “En seguida el Espíritu lo llevó al desierto, donde estuvo cuarenta días y fue tentado por Satanás. Vivía entre las fieras y los ángeles lo servían” (1, 12-13). Con estas descarnadas palabras el evangelista describe la prueba afrontada voluntariamente por Jesús, antes de iniciar su misión mesiánica. Es una prueba de la cual el Señor sale victorioso y que lo prepara a anunciar el Evangelio del Reino de Dios. Él, en aquellos cuarenta días de soledad, se enfrentó a Satanás “cuerpo a cuerpo”, desenmascaró sus tentaciones y lo venció. Y en Él hemos vencido todos, pero a nosotros nos toca proteger en nuestro cotidiano esta victoria.
La Iglesia nos hace recordar tal misterio al comienzo de la Cuaresma, porque ello nos da la perspectiva y el sentido de este tiempo, que es tiempo de lucha --en la Cuaresma se debe luchar-- un tiempo de lucha espiritual contra el espíritu del mal (cfr. Oración colecta del Miércoles de Ceniza). Y mientras atravesamos el ‘desierto’ cuaresmal, tenemos la mirada dirigida hacia la Pascua, que es la victoria definitiva de Jesús contra el maligno, contra el pecado y contra la muerte. He aquí entonces el significado de este primer domingo de Cuaresma: volver decididamente al camino de Jesús, el camino que conduce a la vida. Mirar a Jesús, qué ha hecho Jesús e ir con Él.
Y este camino de Jesús pasa a través del desierto. El desierto es el lugar en el cual se puede escuchar la voz de Dios y la voz del tentador. En el ruido, en la confusión, esto no se puede hacer; se escuchan sólo las voces superficiales. En cambio, en el desierto, podemos bajar en profundidad, donde se juega verdaderamente nuestro destino, la vida o la muerte. ¿Y cómo escuchamos la voz de Dios? La escuchamos en su Palabra. Por esto es importante conocer las Escrituras, porque de otra manera no sabemos responder a las insidias del maligno. Y aquí quisiera volver sobre mi consejo de leer cada día el Evangelio: cada día leer el Evangelio, meditarlo un poquito, diez minutos, y llevarlo también siempre con nosotros, en el bolsillo, en el bolso… Tener siempre el Evangelio a mano. El desierto cuaresmal nos ayuda a decir no a la mundanidad, a los ‘ídolos’, nos ayuda a hacer elecciones valientes conformes al Evangelio y a reforzar la solidaridad con los hermanos.
Entonces, entremos en el desierto sin miedo, porque no estamos solos, estamos con Jesús, con el Padre y con el Espíritu Santo. Es más, como sucedió con Jesús, es precisamente el Espíritu Santo el que nos guía en el camino cuaresmal, aquel mismo Espíritu descendido sobre Jesús y que nos ha sido donado en el Bautismo. La Cuaresma, por lo tanto, es un tiempo propicio que debe conducirnos a tomar siempre más conciencia de cuánto el Espíritu Santo, recibido en el Bautismo, ha obrado y puede obrar en nosotros. Y al final del itinerario cuaresmal, en la Vigilia Pascual, podremos renovar con mayor conciencia la alianza bautismal y los compromisos que de ella se derivan.
La Virgen Santa, modelo de docilidad al Espíritu, nos ayude a dejarnos conducir por Él, que quiere hacer de cada uno de nosotros una “nueva criatura”.
A Ella confío, en particular, esta semana de Ejercicios Espirituales que iniciará esta tarde y en la cual participaré junto con mis colaboradores de la Curia Romana. Rezad para que en este desierto, entre comillas, que son los Ejercicios podamos escuchar la voz de Jesús y también corregir tantos defectos que todos nosotros tenemos, y también hacer frente a las tentaciones que cada día nos atacan. Os pido, por lo tanto, que nos acompañéis con vuestra oración".
Al término de estas palabras, el Santo Padre rezó la oración del ángelus:
Angelus Domini nuntiavit Mariae...
Al concluir la plegaria, llegó el turno de los saludos que tradicionalmente realiza el Pontífice:
"Queridos hermanos y hermanas,
dirijo un cordial saludo a las familias, a los grupos parroquiales, a las asociaciones y a todos los peregrinos de Roma, de Italia y de diversos países.
Saludo a los fieles de Nápoles, Cosenza y Verona, y a los chicos de Seregno venidos para la profesión de fe".
El Obispo de Roma explicó también el contenido de un libro de bolsillo que regaló a los fieles que asistieron al Ángelus en la plaza de San Pedro:
"La Cuaresma es un camino de conversión que tiene como centro el corazón. Nuestro corazón se debe convertir al Señor. Por eso, en este primer domingo, he pensado en regalaros a quienes estáis aquí en plaza, un pequeño libro de bolsillo titulado “Custodia el corazón”. Es este. 
Este libro recopila algunas enseñanzas de Jesús y los contenidos esenciales de nuestra fe, como por ejemplo los siete Sacramentos, los dones del Espíritu Santo, los diez Mandamientos, las virtudes, las obras de misericordia, etc.
Ahora lo distribuirán los voluntarios, entre los cuales hay muchas personas 'sin techo', que han venido en peregrinación. Y como siempre, también hoy aquí en la plaza, aquellos que están en necesidad son los mismos que nos traen una gran riqueza, la riqueza de nuestra doctrina, para custodiar el corazón.
Tomad un libro cada uno y llevarlo con vosotros, como ayuda para la conversión y el crecimiento espiritual, que parte siempre del corazón: allí donde se juega la partida de las elecciones cotidianas entre el bien y mal, entre la mundanidad y el Evangelio, entre la indiferencia y el compartir.
La humanidad necesita justicia, paz, amor y solo los podrán tener volviendo con todo el corazón a Dios, que es la fuente de todo esto. Tomad el libro, y leedlo".
Como de costumbre, el papa Francisco concluyó su intervención diciendo:

"Os deseo a todos un buen domingo. Por favor, especialmente en esta semana de Ejercicios, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!"

22 febrero: Tentaciones y Reino de Dios

LA TENTACIÓN
Me voy a permitir hoy no ser original y tomar la sabiduría de otro para hablar de ese profundo mal de nuestro tiempo que es –primero- eliminar del lenguaje la palabra tentación, y –segundo- aplicarla solamente a determinadas materias o situaciones.
            Sin embargo, con el artículo de José-Román Flecha Andrés en el Diario de León (sección: Cada día con su afán) amplío el concepto de tentación a cada noticia sucia a las que nos tienen acostumbrados los informativos de prensa, radio y televisión: atentados terroristas, corrupciones políticas y sociales, violencia familiar, drogodependencias de cualquier género, o la brutalidad del aborto voluntario.
Y lo peor de lo malo es que no les llamamos tentación, y que hemos caído en la peor de ellas, que es eliminarla del vocabulario o justificarla, porque no se es capaz de resistirse a la tentación y se le prefiere ignorar.
Cita el autor a Pablo VI en una iluminada definición de la TENTACIÓN: el encuentro entre la buena conciencia y el atractivo del mal…, en la simulación del bien, que es el engaño que asume la máscara del bien y por tanto crea la confusión entre lo bueno y lo malo.
Tentación y mentira se ponen al par; o dicho de otra manera, LA CONFUSIÓN que sale del deseo  de libertad que bulle en el corazón humano; una libertad que ya no es la capacidad de decisión entre valores morales, sino la posibilidad de Crear valores éticos…, de adaptarse a todo, de ponerse de parte de las cosas malas por tal de sacar adelante la plena libertad ante el placer. Una libertad indiscriminada para lo que es ilícito, justificando “de pleno derecho” las expresiones del mundo inferior donde el instinto se sobrepone a la razón, el interés al deber, la ventaja personal al bienestar común.
Estas situaciones surgen del olvido de la Ley de Dios, que ya no se siente reflejada en la propia conciencia, sino de buscar insensatamente lo malo, lo prohibido, lo nocivo (unas veces nocivo para uno mismo; otras en abusos lacerantes de otras personas).
Y Pablo VI –según cita el autor reseñado- señala como “preciso renovar, revigorizar nuestra capacidad de juzgar, de discernir el bien y el mal. El mal se presenta siempre atrayente, lisonjero, seductor, útil, agradable… Y debemos mostrar energía y prudencia para decir –tajante y resueltamente- NO. Éste es el modo derechazar y superar la tentación.


El evangelista Marcos es –en los sinópticos- el que dedica menos espacio y menos detalles a las TENTACIONES DE JESÚS. Se limita a afirmar el hecho, cosa que muchas veces enriquece el contenido porque no nos perdemos en unas tentaciones concretas (que hay que explicar) sino que nos hace ver que la tentación existe, que es posible (incluso para Jesús), que es como vivir entre alimañas, y que se puede vencer, porque –de hecho- los mismos ángeles le servían: la fuerza y Gracia de Dios nunca falta. La coartada de muchos: “me tentó el demonio” debiera trasportarse a la realidad sincera del que se metió en el toro voluntariamente, engañosamente, y el toro le cogió. Ahí no tienen entrada “los ángeles” porque son situaciones abiertamente (o neciamente) culpables en las que la persona sabe que va a pegar el batacazo. Y sin embargo se mete en la tentación. A veces, bobamente culpables, porque cae de su peso que se ha metido uno en el mal.

sábado, 21 de febrero de 2015

21 febrero: Lo interior profundo

Se clarifica el enigma
Estos días “de Ceniza” van perfilando rasgos básicos de la Cuaresma, que ha de ser un período de conversión interior. Is 58, 9-14: Hoy sale Dios al paso del gesto amenazador, la opresión del vecino, la maledicencia…, y proyecta hacia la acción caritativa de partir el pan con el hambriento y saciar el estómago del indigente. Lo que llevará a un reposo del alma, una luz en las tinieblas, una fecundidad en la propia vida. Respecto a Dios, parar el trabajo en sábado y consagrarlo a la gloria de Dios. San Lucas –por su parte (5, 27-32)- nos hace saltar desde el ritualismo y los prejuicios sociales y religiosos al corazón abierto que acoge a todos sin distinción, y donde Jesús llega a defender su cercanía a los pecadores porque Él ha venido como médico y tiene que dirigirse a los que se hallan mal. “Los sanos”, los fariseos que se creen mejores que los demás y no quieren contaminarse con “los malos”, son los que no hallarán médico.  Y no porque no lo haya, sino porque ellos “no van al médico” por considerarse sanos.

San Marcos no había identificado a esos “algunos” que protestaron y llevaron a mal la acción de la mujer que derramó sobre Jesús el perfume de nardo. Pero casi que le pone nombre en el versículo siguiente: 14, 10-11, porque a renglón seguido del suceso anterior, nos dice que Judas Iscariote, uno de los Doce, se fue a los sumos sacerdotes para entregárselo. “Algunos” (de la narración de Marcos) se acaban personalizando en Judas. Judas había llevado muy a mal que el Maestro le corrigiera, y precisamente alabando a una mujer. Y en su orgullo y desamor no pudo ya aguantar, y dejó rienda suelta a todo el veneno que llevaba dentro de sí. ¿Y cómo podía hacer más daño? ¿Cómo podía desfogar ese volcán de malestar que le había producido aquello? En realidad “aquello” fue la gota que le colmó, porque lo que sí puede irse viendo –con poco que se le siga su trayectoria- es que Judas llevaba ya un tiempo alejado afectivamente de Jesús. Y en esas condiciones, y calentado por el último acontecimiento, no supo reaccionar más que con la bajeza y mezquindad de un corazón sucio. ¡Sucio hasta la venganza, sucio hasta la traición! Porque Judas puso a Jesús a los pies de los caballos…, en las manos de sus enemigos viscerales: los sacerdotes y los doctores de la Ley.
Dice Marcos que ellos, cuando oyeron la propuesta de Judas, se alegraron y le prometieron dinero. ¿Qué más podían querer que encontrarse con su enemigo en sus manos, y con el aval de uno del grupo de Jesús que acaba volviéndose en contra de su Maestro? [Esta ida de Judas a los sacerdotes es la que ocurre dos días antes de los Ácimos]. De hecho el banquete de Simón el leproso había sido antes, pero los flecos llegaron hasta dos días antes de la Pascua, momento en que se consuma la fechoría del discípulo. [Lo más seguro es que a Jesús le llegó muy pronto la noticia, porque había algún senador –José de Arimatea- que le advertiría del peligro de aquel “contrato” traicionero de Judas].

De hecho Judas andaba buscando manera cómo entregarle en alguna buena coyuntura. Que para más abundamiento va a trastocar las previsiones de los sacerdotes, que habían pensado mucho que los sucesos no ocurrieran durante la fiesta judía…

viernes, 20 de febrero de 2015

ZENIT 20 feb.: Primero, los trabajadores

20 de febrero de 2015 (Zenit.org) - Los cristianos, especialmente en Cuaresma, están llamados a vivir coherentemente el amor a Dios y el amor al prójimo. Así lo ha recordado el santo padre Francisco durante la homilía de esta mañana en Santa Marta. Por otro lado, el Papa ha advertido sobre los que envían un cheque a la Iglesia y luego son injustos con sus trabajadores.
“El pueblo se lamenta delante del Señor porque no escucha sus ayunos”. De este modo, el Papa ha hablado durante su homilía del pasaje de Isaías en la primera Lectura. Y así ha subrayado que es necesario distinguir entre “el formal y el real”.  Para el Señor “no es ayuno no comer carne” y después “pelear y explotar a los trabajadores”. Por esto Jesús condenó a los fariseos porque hacían “muchas observancias externas, pero sin la verdad del corazón”.
Sin embargo, el ayuno que quiere Jesús es el que rompe las cadenas injustas, libera a los oprimidos, viste a los desnudos, hace justicia. “Este es el verdadero ayuno, el ayuno que no es solamente externo, una observancia externa, sino que es un ayuno que viene del corazón”, ha explicado.
Además, Francisco ha indicado que “en las tablas de la ley está la ley hacia Dios y la ley hacia el prójimo y las dos van juntas. Yo no puedo decir: ‘Pero, no, yo cumplo los tres primeros mandamientos… y los otros más o menos’. No, si tú no haces estos, esos no puedes hacerlos y si tú haces eso, debes hacer esto. Están unidos: el amor a Dios y el amor al prójimo son una unidad y si tú quieres hacer penitencia, real no formal, debes hacerla delante de Dios y también con tu hermano, con el prójimo”.
Y como dice el apóstol Santiago, puedes tener mucha fe pero si no haces obras, no sirve de nada. Por eso el Papa ha advertido que uno puede ir a misa todos los domingos y comulgar, y se puede preguntar: “¿cómo es tu relación con tus trabajadores? ¿Les pagas en negro? ¿Les pagas el salario justo? ¿También pagas la contribución para la pensión? ¿Para asegurar la salud?”
Al respecto, el Santo Padre ha advertido sobre esos hombres y mujeres de fe que dividen las tablas de la ley: ‘sí, sí, yo hago esto’ - ‘¿pero tú das limosna?’ - ‘sí, sí, siempre envío el cheque a la Iglesia’ - ‘Ah, muy bien. Pero a tu Iglesia, en tu casa, con los que dependen de ti --ya sean hijos, abuelos, trabajadores-- ¿eres generoso, eres justo?’  “Tú no puedes hacer ofrendas a la Iglesia sobre los hombros de la injusticia que haces con tus trabajadores. Esto es un pecado gravísimo: es usar a Dios para cubrir la injusticia”, ha advertido.
De este modo, el Pontífice ha indicado que esto es lo que el profeta Isaías en nombre del Señor hoy nos hace entender: “No es buen cristiano el que no es justo con las personas que dependen de él”. Y no es buen cristiano, ha añadido, “el que no se despoja de lo necesario para él para dar al que lo necesita”.
Asimismo, Francisco ha afirmado en la homilía que el camino de la Cuaresma “es esto, es doble, a Dios y al prójimo, es decir, es real, no es meramente formal. No es no comer carne solamente el viernes, hacer algo, y después hacer crecer el egoísmo, la explotación del prójimo, la ignorancia de los pobres”.
Al respecto, el Papa ha querido poner un ejemplo: hay quien si necesita curarse va al hospital y como es socio de una mutua es atendido enseguida. “Es algo bueno, da gracias al Señor. Pero dime, ¿has pensado en aquellos que no tiene esta relación con el hospital y cuando llegan deben esperar 6, 7, 8 horas? también por una cosa urgente”, se ha preguntado.
Y así, el Papa ha reconocido que hay gente aquí, en Roma, que vive así y la Cuaresma sirve para pensar en ellos: “¿qué puedo hacer por los niños, por los ancianos, que no tienen la posibilidad de ser visitados por un médico?”, que quizá esperan “ocho horas y después te dan turno para una semana después”. “¿Qué haces por esa gente?” “¿cómo será tu Cuaresma?”
Por otro lado, ha preguntado si en esta Cuaresma hay sitio en el corazón “para aquellos que no han cumplido los mandamientos”, “que se han equivocado y están en la cárcel”. Si tú no estás en la cárcel --ha advertido el Papa-- es porque el Señor te ha ayudado a no caer.

Finalmente, el Pontífice ha pedido al Señor que nos acompañe en nuestro camino cuaresmal para que la observancia exterior corresponda con una profunda renovación del Espíritu.  

20 feb: El ayuno interior

Ayuno que Yo quiero
En la liturgia de hoy se aborda el tema del ayuno (Is. 59, 1-9), que era tan significativo en aquellas formas religiosas judías. Pero ayuno que pierde contenido cuando queda en lo sólo externo y ritual. Porque el ayuno que Yo quiero es abrir las prisiones injustas y hacer saltar los cerrojos de los cepos…, partir tu pan con el hambriento, vestir al que ves desnudo y no cerrarte a tu propia carne (a tu egoísmo). Es el paso de lo puro externo a lo que significa en la realidad, y por tanto, a lo que Dios apunta. Por eso Jesús (Mt 9, 14-15) cambia el pensamiento de aquellos que se escandalizaban de que no ayunaran sus discípulos, y responde que ellos están de fiesta porque están con Él. Hay un paso esencial desde lo ritual a lo vital. Y de lo que se trata es de un corazón que se priva PARA ESTAR ABIERTO A LOS OTROS.

PASIÓN SEGÚN SAN MARCOS
Marcos nos ha situado ya en el marco de los sumos sacerdotes y escribas que han decidido acabar con Jesús. Todavía no hay nada concreto pero se va cerrando el cerco. Y la oportunidad surge impensadamente a propósito del banquete que un tal Simón el leproso ofrece a Jesús, que estaba en Betania (14, 3-9). Una mujer viene, llevando un frasco de alabastro, lleno de perfume de nardo legítimo de subido precio y, quebrando el frasco, lo derrama sobre la cabeza de Jesús. Era toda una expresión generosa y gratuita de reconocimiento hacia Jesús. Era el dar a fondo perdido. Era amor por el gozo de ofrecer amor. Frente a ese gesto surge la mezquina reacción de “algunos” que decían entre sí: (a qué viene este despilfarro? Porque podía haberse vendido por más de 300 denarios y dárselos a los pobres. Y trinaban contra ella.
Queda patente la diferencia de sentimientos: la mujer no ha mirado el precio ni se ha planteado una alternativa. La mujer discurre con su corazón y no hace más cálculos. Al otro lado, “algunos” que están cuantificando el dinero que podría haberse obtenido. No hay ni brizna de sentimiento afectivo.
Y Jesús dicta veredicto: Dejadla en paz. Ha hecho buena obra conmigo. A los pobres siempre los tendréis con vosotros; a mí no me tendréis siempre. Se adelantó a perfumar mi cuerpo para la sepultura. Ya es un presagio de la tormenta que se avecina y que Jesus ya está anunciando con su sepultura que debe estar previendo muy cercana.
Pero antes de ese momento nos deja la perla preciosa del reconocimiento de la acción de esa mujer, porque en verdad os digo que dondequiera que se predique el evangelio por todo el mundo, se hablará también de lo que ésta hizo, para memoria suya.

Jesús había “cometido dos imprudencias”: corregir a “algunos” y defender –en cambio- a una mujer. Se la había jugado a una carta..., y “perdía la partida…” Ese es “el ayuno que Dios quiere”.

ZENIT, 19 febrero: El fracasado exitoso

19 de febrero de 2015 (Zenit.org) - En cada circunstancia de la vida, el cristiano debe elegir a Dios y no dejarse engañar por costumbres y situaciones que llevan lejos de Él. Esta ha sido la recomendación del papa Francisco al comentar las lecturas del día durante la homilía de la misa celebrada en Santa Marta.
Elegir a Dios, elegir el bien, para no ser un ‘fracasado de éxito’. Aclamado, sí, por la masa pero al final nada más que un adorador de “pequeñas cositas que pasan”. Así, el Santo Padre ha hecho referencia al pasaje de la Biblia en el que Dios dice a Moisés: “Ves, yo pongo delante de ti la vida y el bien, la muerte y el mal. Hoy, por tanto, yo te ordeno amar el Señor, tu Dios, caminar por sus vías”.
De este modo, Francisco ha afirmado que cada cristiano debe elegir cada día como lo hizo Moisés. Una elección difícil. “Es más facil vivir dejándose llevar por la inercia de la vida, de la situación, de las costumbres”, ha advertido. Y ha añadido que es más fácil, en el fondo, convertirse en servidor de otros dioses.
Elegir  --ha proseguido el Santo Padre-- entre Dios y los otros dioses, esos  que no tienen el poder de darnos nada, solamente pequeñas cosas que pasan. Y no es fácil elegir, nosotros tenemos siempre esta costumbre de ir un poco donde la gente va, un poco como todos. Como todos. Todos y ninguno. Francisco ha señalado que hoy la Iglesia nos dice: ‘Pero, ¡párate! ¡Párate y elige!’  “Es un buen consejo. Y hoy nos hará bien pararnos y durante el día pensar un poco cómo es mi estilo de vida, por donde camino.
Y profundizando un poco más, Francisco ha propuesto otra pregunta, cuál es mi relación con Dios, con Jesús; la relación con los padres, hermanos, mujer o marido, hijos...
A continuación, el Santo Padre ha explicado que “un camino erróneo es el de buscar siempre el propio éxito, los propios bienes, sin pensar en el Señor, sin pensar en la familia”. Uno puede ganar todo --ha advertido el Pontífice-- pero al final convertirse en un fracasado. Un fracasado. Ese camino es un fracaso. Y así ha comentado: “‘pero le han hecho un monumento, le han pintado un cuadro…’ Pero has fracasado: no has sabido elegir bien entre la vida y la muerte”
Asimismo ha invitado a preguntarse cuál es la velocidad de la vida, y si alumbro sobre las cosas que hago. Además, ha invitado a pedir la gracia de tener ese “pequeño valor” necesario para elegirlo cada vez.
Para finalizar la homilía, el Papa ha propuesto el “consejo tan bonito” del Salmo 1: Beato el hombre que se fía del Señor. “Cuando el Señor nos da este consejo --‘¡párate!, elige hoy, elige’-- porque no nos deja solos. Está con nosotros y quiere ayudarnos. Nosotros solamente debemos confiar, tener confianza en Él. ‘Bienaventurado el hombre que confía en el Señor’. Hoy, cuando nosotros nos detendremos a pensar en estas cosas, para tomar decisiones, sepamos que el Señor está con nosotros, está junto a nosotros, para ayudarnos. Nunca nos deja solos, nunca. Está siempre con nosotros. También en el momento de la decisión está con nosotros”.

jueves, 19 de febrero de 2015

19 febrero: Pasión según San Marcos

Jueves de Ceniza
Hoy se abre la liturgia por un dilema que nos llega de frente: ante cada uno de nosotros están el bien y el mal. Elegir el bien –lo que Dios manda- es vivir. Elegir el mal –la resistencia a la voluntad de Dios- es morir.
            Y la voluntad de Dios, presentada al seguidor de Cristo es: el Hijo del hombre va a ser desechado… El que quiera seguirme que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. ¿De qué le vale ganar el mundo entero si se perjudica a sí mismo?

LA PASIÓN SEGÚN SAN MARCOS
Como éste es el año litúrgico de Marcos voy a empezar por aquí. Voy a intentar una visión de la Pasión de Jesús que vaya siguiendo lo que cada evangelista ha dicho, para que podamos captar matices propios de tal narrador.
Para Marcos empieza su descripción en el capítulo 14: Era la Pascua y los Ácimos de allí a dos días. Y andaban los sumos sacerdotes y doctores de la Ley buscando la manera de prenderle con astucia y matarle. Porque se decían: No durante la fiesta, no sea caso que se arme tumulto del pueblo.
Los datos que quedan claros es que estamos a dos días de la fiesta solemne de la Pascua. Y que ya hay una decisión determinada de matar a Jesús. Jesús no será condenado por un juicio imparcial; ni siquiera por un juicio. La decisión está tomada de antemano y con alevosía. Porque pretenden hacerlo con astucia, muy repensado: no durante la fiesta, no sea que el pueblo sencillo se levante en tumulto.
Es una condena meditada, y condena a muerte. Hay que acabar con ese hombre que les fastidia porque “no es de ellos” ni está de acuerdo con las formas de ellos. Y encima tiene un pueblo fiel, que le sigue, y del que hay que cuidarse, no fuera a darse el caso que el prender a Jesús, el pueblo se levante.
La historia nos dirá que el “tal pueblo” (el de las multitudes, el de los panes del desierto, el que apretujaba, el que iba por la playa en busca de Jesús, el que pedía y recibía favores y veía curados a sus enfermos…), no apareció en toda la Pasión. Un aspecto que no es para dejarlo pasar por alto porque puede representar a una buena parte de “los buenos” de todos los tiempos, que al llegar las “vacas flacas” se mete en sus casas y echa el cerrojo por dentro. Jesús está muy bien para los milagros, las expulsiones de demonios, curaciones de ciegos, paralíticos…, y cualquier enfermedad que tuviesen… Jesús está muy bien para devotas contemplaciones…
Pero Jesús pidiendo clara elección (decidida elección) entre bien y mal, y tomar la cruz con clara negación del propio YO, cada día, no es el que el que entusiasma al pueblo. ¡Mucho menos para que ahora vaya a salir a dar la cara por Él! Ahí calcularon mal los sacerdotes y escribas. En realidad lo que queda en evidencia es que los hechos se sucedieron de forma muy distinta a como ellos habían planificado. Y que la Pasión de Jesús lleva un componente humano, evidente, pero que rebasó con mucho los planteamientos y previsiones humanas.

Ante la Pasión de Jesús nos hemos de encontrar con el misterio. Y a ella hemos de entrar descalzándonos, porque vamos a entrar en un terreno muy sagrado. Con mucho componente humano, y con mucho misterio que llegaba de “más arriba”.

ZENIT, 18 febrero: Audiencia Miércoles de Ceniza

18 de febrero de 2015 (Zenit.org) - El corazón del Papa sigue en oración por los 21 coptos asesinados recientemente en Libia, a manos de los extremistas del Estado Islámico. Ayer, ofreció la misa de Santa Marta por ellos y hoy, en la audiencia general los ha tenido presentes nuevamente. “Quisiera invitar una vez más a rezar por nuestros hermanos egipcios que hace tres días fueron asesinados en Libia por el solo hecho de ser cristianos. El Señor les acoja en su casa y dé consuelo a sus familias y a sus comunidades”.
Asimismo ha pedido rezar por la paz en Oriente Medio y el Norte de África, “recordando a todos los difuntos, los heridos y los refugiados”. Que la comunidad internacional --ha pedido-- pueda encontrar soluciones pacíficas a la difícil situación en Libia.
Bajo un tímido sol de febrero, miles de fieles se han reunido en la plaza de san Pedro una semana más, para escuchar y saludar al santo padre Francisco. Así, el Papa ha paseado por los pasillos de la plaza en su papamóvil y ha pasado bendiciendo y con algunos afortunados, intercambiado el solideo. Esta mañana, dos niños han tenido la oportunidad de subir al jeep y acompañar desde ahí al Santo Padre en una parte de su recorrido.
Desde hace varias semanas, el Pontífice está dedicando las catequesis de la audiencia general a la familia y esta semana ha sido el turno de los hermanos y las hermanas.
Estas son las palabras del Santo Padre en su resumen hecho en español: “Queridos hermanos y hermanas. Seguimos con el tema de la familia, en concreto hoy hablamos de los hermanos. La fraternidad era un valor esencial en el pueblo de Israel, encontrando cumplidos elogios de ella en el Antiguo Testamento”. Su ruptura --ha proseguido el Papa--, sin embargo, abre un abismo profundo en el hombre. La pregunta de Dios a Caín: «¿Dónde está tu hermano?» no cesa de resonar a lo largo de la historia.
“Es en la familia donde aprendemos a abrirnos a los demás, a crecer en libertad y en paz, siendo esa primera convivencia fraterna la que se propone como un ideal para cualquier relación dentro de la sociedad y entre los distintos pueblos”, ha asegurado el Papa.
Y así, ha recordado que “con Jesús, este vínculo de hermandad se dilata hasta superar cualquier diferencia de nación, lengua, cultura o religión. Qué mayor elogio puede haber que decir: Es como un hermano para mí. Sin este valor, la libertad y la igualdad alcanzadas por muchos pueblos se convierten en individualismo y conformismo. Cómo brilla esta virtud cuando en la familia hay un hermano más débil, con qué afecto los demás cuidan de él. También los cristianos debemos ver así a los pobres, a los pequeños, dejando que el hermano toque nuestro corazón como nos enseñó Jesús”.
A continuación el Papa ha saludado a los peregrinos de lengua española, “en particular a los numerosos jóvenes, así como a los grupos provenientes de España, Chile, Argentina y otros países latinoamericanos. Pidamos al Señor que en esta Cuaresma, que hoy iniciamos, bendiga a las familias y su generosa entrega. Que en ellas aprendamos a ser siempre hermanos. Muchas gracias”.
En los saludos a los peregrinos en distintas lenguas, hoy ha habido uno más: en ucraniano. Francisco ha saludado a los obispos de este país, que se encuentran en Roma en visita ad limina y a los peregrinos de sus diócesis que los acompañan. “Hermanos y hermanas, sé que entre las tantas otras intenciones que lleváis a las tumbas de los apóstoles está la petición de la paz en Ucrania. Llevo en el corazón el mismo deseo y me uno a vuestra oración, para que llegue la paz duradera a vuestra patria lo antes posible”, ha pedido el Papa.
Después de todos los saludos, el Papa ha dedicado unas palabras a los jóvenes de la Renovación Carismática Católica Internacional, que hoy, en distintas partes del mundo, se recogen en oración para la adoración eucarística. “Me uno espiritualmente a ellos al expresar aprecio por esta iniciativa y deseo que las nuevas generaciones puedan ir cada vez más al encuentro de Cristo”.

Finalmente ha saludado a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. “La Cuaresma es un tiempo favorable para intensificar vuestra vida espiritual”, ha recordado el Papa. De este modo ha pedido que “la práctica de ayuno os ayude, queridos jóvenes, para adquirir dominio de vosotros mismos; la oración sea para vosotros, queridos enfermos, el medio para confiar a Dios vuestros sufrimientos y sentir su presencia amorosa; las obras de misericordia, finalmente, os ayuden a vosotros, queridos recién casados, a vivir vuestra existencia conyugal abriéndose a las necesidades de los hermanos”.

miércoles, 18 de febrero de 2015

18 febrero: Una oración para la Cuaresma

MIÉRCOLES DE CENIZA
¡Señor y Dios mío!: Ante esta nueva Cuaresma siento una doble sensación; de ilusión, por una parte; de pesadumbre, por la otra. El gozo espiritual de una oportunidad que me ofrece la Liturgia para poner orden en mi vida. El dolor de saberme capaz de pasar por este tiempo como gato sobre brasas…, el dolor de repetir una vez más la inoperancia de otras cuaresmas en las que acabé lo mismo que las empecé…, y hasta sin darme cuenta –en la práctica- de haber estado en Cuaresma.
¡Señor!, hoy me condensa la Liturgia del día aspectos básicos de estos 40 días: que el luto no se lleva en “el vestido” sino en el corazón; que el cambio no es añadir un ayuno o unas privaciones. Que el cambio arranca de echarse en el Corazón de Dios, que es compasivo y misericordioso, pero que al mismo tiempo hay que dejarse reconciliar por Dios: darle a Dios la palabra para que sea Él quien realice un cambio en mí. Que ya me presenta la Liturgia a Cristo que muere por el pecado, aunque Él no conocía el pecado, pero que dio ese enorme paso para que llegue yo a la JUSTICIA santificadora de Dios, en este tiempo de Gracia
¡Señor!, todo está condensado en una realidad fundamental: que el cambio que se vaya a dar, al que Dios llama, el que Tú, Jesús, esperas, se amasa y se vive desde el interior, desde lo íntimo, ahí donde se encuentra uno con Dios mismos, el Padre que ve en lo secreto.
¡Mi Dios!: hoy vamos a acudir en grandes bloques a recibir la ceniza, el signo exterior que expresa una verdad imponente…, pero de la que necesitamos hacernos conscientes con mucha más fuerza. La Ceniza en sí no compromete a nada; no ha entrado en “lo secreto”. Todo el mundo la recibe y muchas veces como un talismán. Luego quedan los confesionarios mucho menos frecuentados, que son el modo expreso sacramental en que se concreta el sentimiento de humildad que significó la Ceniza…: ese punto en que el ser humano rinde su corazón a Dios para CONVERTIRSE CREYENDO EL EVANGELIO. De polvo y ceniza venimos y a ceniza nos encaminamos… Sí, y no es todo: porque adonde verdaderamente vamos es a SER EVANGELIO, a reproducir la vida de Jesús, a encontrarnos en COMUNIÓN PERFECTA CON ÉL, a reproducir su muerte salvadora, su resurrección definitiva. Caminamos a la Resurrección, pero no como pasos litúrgicos inexorables sino como realidades fehacientes que tenemos que vivir.
Por eso, ¡mi Dios!, siento ese doble sentimiento ante los días que tenemos delante: todo el horizonte luminoso que se abre ante mí… Toda la rémora de la rutina, del encapsulamiento de lo siempre vivido en la inercia de lo que ha llegado como todos los años, pero ante lo que yo no me he llegado aún a dejarme reconciliar por Dios. A tener oración, privaciones, penitencias y apariencias de bondad, y que eso no haya prendido en “lo secreto”, lo íntimo, lo que es capaz de transformar.

Por eso mi oración personal de este MIÉRCOLES DE CENIZA es expresarte mi deseo de salir de mi tálamo de egoísmo, de mi alcoba mullida, y saber llorar dentro de mí ese vacío que alberga mi vida, e implorar del Corazón de Dios el perdón…, que no deje que me domine el oprobio y las costumbres gentiles…, que no se diga: ¿dónde está tu Dios? Lo que te pido, Dios mío, es que no tenga nadie que preguntármelo, sino que vea y palpe en mi vida que Dios está ahí y actúa en mí, y yo me dejo reconciliar por Dios.

martes, 17 de febrero de 2015

ZENIT, 17 feb.: "Empresarios de la muerte"

17 de febrero de 2015 (Zenit.org) - Todos nosotros somos capaces de hacer el bien, pero también de destruir lo que Dios ha hecho. Esta ha sido la advertencia del santo padre Francisco durante su homilía de esta mañana de la misa celebrada en Santa Marta. Misa que ha querido ofrecer por los cristianos coptos egipcios asesinados por el Estado Islámico.  
“Ofrecemos esta misa por nuestros 21 hermanos coptos, sacrificados por el sólo hecho de ser cristianos”, ha indicado el Papa. “Rezamos por ellos, para que el Señor les acoja como mártires, por sus familias, por mi hermano Tawadros, que sufre tanto”.
Tomando la primera Lectura del día que narra el diluvio universal, el Papa ha advertido que el hombre es incluso capaz de destruir la fraternidad y de aquí nacen las guerras y las divisiones. Por eso, ha condenado a los “emprendedores de la muerte” que venden armas a países en conflicto para que la guerra pueda continuar. “El hombre es capaz de destruir todo lo que Dios ha hecho”, ha indicado.
De este modo, hablando de este pasaje del Génesis que muestra la ira de Dios por la maldad del hombre, el Pontífice ha observado que el hombre "parece ser más poderoso que Dios”, es capaz de destruir las cosas buenas que Él ha hecho.
Y así, ha recordado que en los primeros capítulos de la Biblia encontramos muchos ejemplos --Sodoma y Gomorra, la Torre de Babel-- en los que el hombre muestra su maldad. Un mal, ha advertido, que se anida en lo profundo del corazón.
“Pero padre, ¡no sea tan negativo!” dirán algunos. “Pero esta es la verdad. Somos capaces de destruir también la fraternidad: Caín y Abel en las primeras páginas de la Biblia. Destruyen la fraternidad. Es el inicio de las guerras, no. Los celos, las envidias, tanta codicia por el poder, por tener más poder. Sí, esto parece negativo, pero es realista. Tomad un periódico, cualquiera --de izquierda, de centro, de derecha-- cualquiera. Y veréis que más del 90 por ciento de las noticias son noticias de destrucción. Más del 90 por ciento. Y esto lo vemos todos los días”.
“¿Pero qué sucede en el corazón del hombre?” se ha preguntado Francisco. De este modo, ha indicado que Jesús nos recuerda que “del corazón del hombre salen todas las maldades”. Nuestro “corazón débil”, ha añadido, “está herido”.  
A propósito ha advertido que hay siempre un “deseo de autonomía”: “yo hago lo que quiero y si quiero esto, ¡lo hago! Y si para esto quiero hacer una guerra, ¡la hago!”
De nuevo se ha preguntado el Santo Padre: “¿Pero por qué somos así?” Y lo ha explicado con estas palabras: “Porque tenemos esta posibilidad de destrucción, este es el problema. Después, en las guerras, en el tráfico de armas… ‘Pero, ¡somos emprendedores! Sí, ¿de qué? ¿De muerte? Y hay países que venden las armas para esto, para que así continúe la guerra. Capacidad de destrucción. Y esto no viene del vecino: ¡de nosotros! ‘Cada intento íntimo del corazón no era otro que el mal’. Nosotros tenemos esta semilla dentro, esta posibilidad. Pero tenemos también al Espíritu Santo que nos salva, ¿eh? Pero debemos elegir, en las pequeñas cosas”.
A continuación, el Santo Padre ha advertido también sobre los chismorreos, sobre quien habla mal del vecino: “también en la parroquia, en las asociaciones”, cuando hay “celos” y “envidias” y quizá se va donde el párroco a hablar mal de otro.
Por eso, ha reconocido que “esta es la maldad, esta es la capacidad de destruir que todos nosotros tenemos”. Y sobre esto “la Iglesia nos hace reflexionar en las puertas de la Cuaresma”.
A este punto, el Santo Padre ha hecho referencia al Evangelio de hoy, en el que Jesús regaña a los discípulos que pelean entre ellos porque se habían olvidado de tomar el pan. El Señor les dice que pongan “atención”, que tengan cuidado “con la levadura de los fariseos, con la levadura de Herodes”. A propósito de esto, el Santo Padre ha dado el ejemplo de dos personas. Herodes que “es malo, asesino” y los fariseos “hipócritas”.
Por tanto, Jesús les recuerda cuando partió los cinco panes y les exhorta a pensar en la Salvación, en lo que Dios ha hecho por todos nosotros. Pero ellos, ha proseguido el Papa, “no entendían, porque el corazón estaba endurecido por esta pasión, por esta maldad de discutir entre ellos y mirar quién era el culpable de haberse olvidado el pan”.
Asimismo, el Santo Padre ha indicado que tenemos que tomarnos en serio el mensaje del Señor, “estas no son cosas raras, este no es el discurso de un marciano”, “el hombre es capaz de haber mucho bien”. Y así, ha puesto como ejemplo a la Madre Teresa, “una mujer de nuestro tiempo”.
De este modo, el Obispo de Roma ha recordado que todos “somos capaces de hacer mucho bien, pero todos nosotros somos capaces también de destruir; destruir en lo grande y en lo pequeño, en la misma familia; destruir a los hijos”, "no dejándoles crecer con libertad", "no ayudándoles a crecer bien, anular a los hijos".
Tenemos esta capacidad y por eso “es necesaria la meditación cotidiana, la oración, el debate entre nosotros, para no caer en esta maldad que destruye todo”, ha advertido el Pontífice.
Finalmente, el Santo Padre ha querido subrayar que “tenemos la fuerza, Jesús nos lo recuerda. Recordad. Y hoy nos dice: ‘Recordad. Acordaos de mí, que he derramado mi sangre por vosotros, acordaos de mí que os he salvado, os he salvado a todos. Acordaos de mí, que tengo la fuerza para acompañaros en el camino de la vida, no por el camino de la maldad, sino por el camino de la bondad, de hacer el bien por los otros; no por el camino de la destrucción, sino por el camino del construir: construir una familia, construir una ciudad, construir una cultura, construir una patria, cada vez más”.

Para concluir, el papa Francisco ha invitado a rezar durante la Cuaresma para no dejarnos engañar por las seducciones. “Pidamos al Señor, hoy, antes de comenzar la Cuaresma esta gracia: elegir siempre bien el camino con su ayuda y no dejarnos engañar por las seducciones que nos llevan por el camino equivocado”.

17 febrero: DILUVIO DE ADVERTENCIAS

Agua purificadora y panes
Aquel Día que Dios se asomó a las ventas del Cielo, vio que todo hombre había corrompido su camino y que toldas las trazas y proyectos de su corazón eran enteramente malos. (Gen 6, 5-8) y Dios se arrepintió de haber creado al hombre. ¿Habéis oído alguna vez la amargura de un hijo a quien su madre le ha dicho: Ojalá no hubieras nacido? Es espantoso el pensamiento de un Dios arrepentido de haber creado al hombre. Pero esos arrepentimientos de Dios no son de rechazo del hombre sino de los pensamientos y trazas de su corazón que se han hecho completamente malos.
            Y Dios decide salvar al hombre pero limpiar de maldad la tierra. Y vuelve a concentrar las energías sobre un hombre, Noé y su familia (7, 1-5, 10) como icono de gente buena que puedan regenerar a esa humanidad. Y con ellos, y con los animales encerrados en una inmensa hipotética arca, refugiarse de ese diluvio purificador de maldades que va a anegar el mundo habitado –una región en Asia-; al diluvio se le llamará “universal” porque inundó ese concreto “universo” (reducido, regional) donde el hombre estaba.
En la despedida de este ciclo litúrgico –mañana comienza la Cuaresma- ya no veremos el desenlace. Pero habrá un “arco” final que será señal de que nunca más sucederá… Y una historia de un pueblo rebelde que volvió a las andadas sin haber aprendido.
¿Y nos tenemos que ir muy lejos para ver cómo el hombre de hoy tiene corrompido su camino…, y cómo Dios nos hace ver frecuentes señales de que Él no se resigna a un mundo destrozado por la maldad y dominado por el endiosamiento humano? Pero, ¿entendemos?
En el Evangelio (Mc 8, 14-21) Jesús advierte a los apóstoles que se guarden de la levadura de los fariseos. Un modo de advertirles de sus falsedades religiosas e hipocresías. Como suele suceder cuando uno está centrado en su propio pensamiento, los apóstoles –que estaban dando vueltas a su olvido de haber tomado panes para la travesía- interpretan que Jesús se refiere al pan. Y Jesús tiene que hacerles ver que eso no era lo esencial. Y su pregunta final es precisamente esa: ¿No acabáis de entender?
Tiene mucha tarea esa pregunta. Porque saber, saben; milagros han visto; conocen cómo es el Maestro. Pero ¿entienden? ENTENDER es mucho más. Tanto que no es cuestión de “entendimiento” de cabeza, sino de motor de cambio en el alma. Uno entiende que algo lo hace mal, que tal cosa le lleva a pecado, que un comportamiento le aparte de los suyos… “Lo sabe” pero “no entiende”. Porque entender es poner soluciones drásticas, extremas, decisivas y eficaces. Y mientras se viva la doble vida que separa el “saber” del “hacer”, la fe de la vida…, es que sencillamente estamos sin entender.
Eso no lo soluciona ni “un diluvio porque la solución no puede venir de fuera. El diluvio (venga de la forma que venga -enfermedad, crisis familiar, economía venida a menos…-) puede ayudar a detenerse y reflexionar (o envenena más…) Pero ENTENDER es algo de dentro, es reflexivo, es comprometido, es de despertar a otra realidad y descubrir que otro modo es posible y es mejor y más gratificante.

Por eso la pregunta que necesitamos –el mundo se compone de uno más uno más uno…- es la de Jesús: ¿estamos dispuestos a ENTENDER?

lunes, 16 de febrero de 2015

16 febrero: El Génesis, paradigma de la historia

La historia repetida
El Génesis es un paradigma de la vida De modo que en vez de pretender entender el Génesis y “sacarle conclusiones”, sería mucho más real leer el periódico de hoy y ver que eso está ya escrito en el Génesis. Porque la historia de la humanidad quedó plasmada en aquellos capítulos iniciales de la Biblia. La rebeldía del ser humano, la desobediencia, la instigación hacia la pretensión de ser más que Dios y erigirse en dueños de todo el saber (como si nada se hubiera sabido antes), es un estribillo permanente en la historia de la humanidad. Y con ello, la envidia, la violencia, hasta la muerte, el encararse con Dios y acabar culpándolo a Él. ¿Nos suena muy distinto todo esto HOY, en el periódico de hoy a lo que leemos en el Génesis?
Hoy tenemos la lectura de 4, 1, 15-25. Comienza el proyecto de multiplicación de la humanidad. Adán y Eva tienen un primer hijo: Caín; un segundo hijo, Abel. Y cada uno con su característica, y sobre cada uno una mirada de Dios. Caín se siente menos favorecido y su reacción es envidiosa y criminal. Invita a su hermano al campo y en el campo, lo mata. No ha podido soportar que la ofrende de Abel hubiera agradado a Dios más que la suya propia. Y la solución no es la de superarse él para la vez siguiente sino quitar de en medio a su hermano.
            Dios le pregunta por su hermano, y con despecho responde a Dios: ¡Qué sé yo!; ¿acaso soy su guardián? Es evidente que el corazón de Caín era malo, se había podrido por dentro. Y Dios le dice que la sangre de su hermano, derramada en el campo, está gritando. Entonces Caín se enfurece…: “si obraras bien –le dice Dios- estarías animado, pero si tus obras son malas, el pecado acecha a tu puerta…, ¡aunque tú puedes dominarlo!” [Muy importante esa reflexión: el pecado no es el ganador si la persona le presenta rostro].
El Señor destierra a Caín… Caín sigue ensoberbecido y culpa a Dios de lo que ahora le pueda pasar a él: quien me encuentre me matará [La verdad es que nadie podía encontrarlo, porque no había nadie más; pero la conciencia mala ve fantasmas por todas partes]. Y Dios pone una señal en Caín para que nadie pueda hacerle daño.
Que Caín sea asesino de su hermano no va a ser causa de que otro le asesine a él. Dios sale en su defensa y lo marca con un salvoconducto para que vaya por la vida sin que nadie tome venganza de su mala acción.
Y todos se están preguntando: si no había nadie… ¡He ahí el paradigma! Hoy hay muchos Caín, muchos Abel víctimas; muchos Caín que siguen culpando a Dios de lo malo; y UN ÚNICO DIOS que no quiere que ningún otro se tome la justicia por su mano y vaya a usar con Caín el “ojo por ojo”.
¿Vamos entendiendo la historia de hoy, la del periódico de hoy? ¿Vamos siendo capaces de entender que el Génesis era un adelanto profético y como una historia universal escrita de antemano? ¿Vamos entendiendo que en vez de ponerle preguntas al Génesis, todas esas preguntas recaen en la sociedad de hoy, en el hombre y mujer de hoy, en los países de hoy, en los fanatismos de hoy, en mí y en ti y en nuestro sentimientos de hoy? ¿Por qué nos extraña el Génesis, que no hizo más que ponernos delante el tráiler de la película que iba a filmarse en la humanidad?

El Evangelio de Mc 8, 11-13 no se queda muy lejos. A Jesús se le siguen pidiendo “milagros”… No ha habido ya bastantes… Y Jesús opta por matcharse…