CELOS Y ESCÁNDALO
Es muy claro
que se ha insistido en un tema común en ls dos lecturas que llevan la voz
cantante: los celos “por la gloria de
Dios”…, mal entendida. Eldad y Medad no
había estado en el momento en que una parte del espíritu de Moisés fue
traspasado por Dios a los setenta ancianos. Pero no por eso han dejado de
recibirlo. Y aun sin haber estado allí, profetizan (=anuncian a Dios y las
maravillas y enseñanzas de Dios). Eso “escandaliza” (se crean malestar celoso,
envidioso) a unos que inmediatamente se vienen a Moisés para avisarle… Josué, hombre de confianza de Moisés entra en
ese juego de los celos y le pide a Moisés que les impida profetizar. Y Moisés, hombre de Dios, le pregunta con
ironía: ¿Estás celoso de mi? ¿Te
piensas que a mí me molesta o que yo pierdo algo con eso? Si lo que yo quiero es la gloria de Dios, y
que Dios sea conocido y amado, ¿qué más me da si lo anuncian los que estuvieron
aquí o los que no estaban en ese momento?
[San Pablo dirá un día: por mi vida o por mi muerte, lo que me importa es
que sea anunciado el nombre de Dios]. Ojalá
todo el mundo profetizase, dice Moisés.
Ojalá todo el mundo diera gloria a Dios y expresara palabras que vienen
de Dios, o viviese como Dios pide el sus palabras.
En el Evangelio nos encontramos con
un caso muy semejante. Juan (al que solemos considerar siempre tan suave (Jesús
lo llamó hijo del trueno…, y por algo
sería), viene a Jesús muy ufano porque a uno que andaba echando demonios en
nombre de Jesús, se lo ha impedido…, porque
no era de nuestro grupo. Egoísmo, individualismo, corporativismo…, que no
busca el bien sino la defensa del “grupo” como “mejor”, como contrapuesto a los
demás: lo mío, lo nuestro, nuestro grupo. Un signo de bajeza de miras, de pequeñez de
espíritu… Y lógicamente una fuente de envidias y celos ridículos, como una
autodefensa del “propio territorio” como contraposición a los “otros
territorios”: mi asociación, mi cofradía, mi obra benéfica… Evidentemente aquello no iba con Jesús,
porque para Jesús, si es bueno lo que otro hace, ¡bendito sea Dios! Si no
está contra nosotros, es que está con nosotros. La reacción frente a eso es envidia ridícula
(la verdadera envidia que es el dolor por el bien ajeno, independientemente de
que yo tenga todo lo que yo necesito). Es la envidia o son los celos,
igualmente ridículos porque ni hacen ni quieren que otro haga. Es la manifestación clara de la propia
carencia pero expresada en forma de molestia por lo que el otro tiene o hace.
A eso precisamente se refiere ahora
Jesús, a continuación. En un corazón generoso, hasta dar un vaso de agua en
nombre de Jesús, ya es un acto meritorio.
Y molestarle a uno que alguien dé el vaso de agua, ya es escándalo. [Convine aclarar que el concepto “escándalo”
en el uso común, se refiere a algo que ha movido, incitado o llevado al pecado,
al daño grave de otra persona]. Aquí es
todo mucho más trivial, siguiendo el contexto. Ya es un “escándalo” que Juan
considere que es contra ellos si alguien hace un bien pero no es de nuestro grupo.
Ya es escándalo que discutan unos padres y e estén dando a los hijos una
imagen de desamor y violencia. Ya escándalo que en la Iglesia haya grupos
contra grupos. Ya es escándalo que alguien escurra el hombro en el trabajo y
provoque o el mal ejemplo (para los demás), o les cargue a los otros lo que él
no hace. Ya es escándalo que andemos molestándonos unos a otros. Y Jesús, que le gusta expresarse con “exageración
andaluza”, enfatiza e mal que hace el escándalo que llega a decir que te cortes la mano que escandaliza, o el pie
que da malos pasos, o te arranques el ojo que mira mal… Yo me apresuro a
decir: ¿Jesús nos prefiere mancos, cojos o tuertos? Evidentemente no. Pero con la misma evidencia nos está
advirtiendo que esa situación que provoca escándalo (que me lleva al mal o crea
mal en otros) es un auténtico infierno. Digámoslo de una manera muy llana:
donde hay daño, donde hay celos, donde hay cualquier clase de mal (una familia
que discute, una mala relación de personas que están en el mismo trabajo, unos
niños que humillan a sus compañeros…, están creando “un infierno”. ¿No lo decimos en el lenguaje coloquial: esto es un infierno? Porque “infierno” significa una situación en
la que no está Dios, en la que no puede estar. Por eso, más te vale estar manco, cojo o tuerto y estar con Dios, que con las
dos manos, los dos pies o los dos ojos (=con tu egoísmo, expresado al modo
que sea) quedarte al margen de Dios.
La EUCARISTÍA es el lugar real de
la Presencia de Dios en Cristo. O también, el lugar donde la palabra hablada de
Dios se hace Palabra viva y real en el sacramento. Donde la Palabra que contiene un libro, salta
hasta la vida personal de cada humano por medio del mismísimo Cristo-Palabra y
Eucaristía, hasta el punto de hacerse una sola cosa. Y con lo mismo, venir a cada uno de nosotros,
HECHO UNA SOLA COSA: lo que hemos leído
o escuchado de la Palabra, sentirlo dentro de nosotros como clamor de Jesús que
nos impulsa con lo mismo que ha enseñado. [De ahí el fallo muy serio de los
fieles que llegan a la Misa y no prestan total atención a la Palabra…, o ni siquiera
llegan a tiempo de escuchara]. Diríamos
que han perdido ya una parte de la COMUNIÓN.
Santiago expresa todo esto bajando a la arena de la realidad. “Ricos·
son los que tienen dinero y no socorren al pobre o incluso lo estafan. Y rico es todo el que se enaltece y se engríe
y por eso mismo aplasta o trata de aplastar al otro. Ese grito del
oprimido llega hasta el Cielo, a los oídos de Dios.