martes, 31 de julio de 2018

31 julio: San Ignacio de Loyola


Liturgia:
                              Los jesuitas celebramos hoy la SOLEMNIDAD de SAN IGNACIO DE LOYOLA, nuestro Fundador.
          Las lecturas expresan 3 características de la espiritualidad y la obra del Santo.
            1Tim 1, 12-17 sería la referencia a la vida de Ignacio. San Pablo se describe a sí mismo como un blasfemo, un perseguidor y un violento, pero Dios tuvo compasión de mí… Dios derrochó su gracia en  mí…, se compadeció de mí para que en mí mostrara Cristo toda su paciencia… Ignacio se describe a sí mismo como “soldado desgarrado y vano” (y en la expresión esa –“vano”- está indicando una vida pecadora). Pero descubre a Cristo crucificado que ha dado su vida POR ÉL, y se abre con todas sus fuerzas a preguntarse: Y yo ¿qué he de hacer por Cristo?
            La respuesta viene en el evangelio: Lc 9, 18-26, en el que se siente Ignacio interrogado por el propio Jesús: Y tú, ¿quién dices que soy yo? para entrar Ignacio en una dinámica de conocimiento interno del Señor para más amarlo y seguirlo. Ahora bien: ¿Cómo se ama y se sigue a Cristo? Cuando se le ha conocido en su vida misma y se acaba uno identificando con el Cristo de la cruz: El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz cada día y se venga conmigo. E Ignacio querrá parecerse a Jesucristo y buscará identificarse con él en lo más característico de Jesús: la pobreza, la humillación, la cruz, en un verdadero reventón de  amor.
          El camino que sigue Ignacio lo marca la 1ª lectura: Deut 30, 15-20 hace referencia a esa nota distintiva del discernimiento de espíritus: Hoy pongo ante ti la vida y el bien, la muerte y el mal. Si cumples lo que yo te mando hoy, el Señor tu Dios te bendecirá… Elige la vida y vivirás tú y tu descendencia, amando al Señor tu Dios, escuchando su voz, pegándote a él, pues él es tu vida y tus largos años… La vida de Ignacio se desenvolverá en esa ELECCIÓN que le pone ante la vida y las cosas con la plena conciencia de que de nada vale al hombre ganar el mundo entero si arruina su vida, lo que a su vez le conduce a vivir su vida y realizar su obra a mayor gloria de Dios para EN TODO AMAR Y SERVIR.
          La Eucaristía marca un hito en la vida de San Ignacio porque en ella recibió profundas gracias místicas de arrobamientos y lágrimas de amor, y en ella recibió una buena parte del espíritu que trasmitió a la Compañía de Jesús.

            Siguiendo con la lectura continua que se leerá hoy en las iglesias que no son de la Compañía de Jesús, hoy explica Jesús a sus apóstoles la parábola de la cizaña, aunque ya casi que quedó clara en la misma exposición de la misma. Pero tomemos ahora la palabra misma de Jesús para saber interpretar esa enseñanza que nos llega en la forma de parábola.
            Dice Jesús que el que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre. Es evidente. Jesús, el enviado de Dios, sólo siembra el bien, y nunca el mal. El mal no procede nunca de Dios. El campo es el mundo: Jesucristo esparce su enseñanza en el mundo. Quiere que todos los hombres escuchen la palabra de Dios. La buena semilla son los ciudadanos del reino. Esto sí puede resultar un tanto novedoso, porque en la otra parábola –la del sembrador. La “buena semilla es la Palabra de Dios”. Aquí, la buena semilla es la gente buena que anda por el mundo. La cizaña son los partidarios del maligno, la gente malvada que convive con la gente buena, y que provoca constantemente la tensión entre el bien y el mal. El enemigo que la siembra es el diablo. El mal solo puede venir de él, que es el enemigo de Dios y por tanto el enemigo de lo bueno y de los buenos.
            La cosecha es el fin de los tiempos. Entonces es cuando toca separar a los malos de los buenos. Entonces es cuando queda patente dónde estuvo Dios y dónde estuvo el diablo. Los segadores son los ángeles. Dios dará a los ángeles, sus ministros, esa orden de separar la cizaña (lo hijos del diablo) del trigo (los ciudadanos del Reino).
            Y lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será el fin del tiempo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles y arrancará de su reino a todos los corruptores y malvados y los arrojará al horno encendido, donde será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. La descripción es muy expresiva y muy digna de considerarse, porque hoy viven los ciudadanos del Reino aplastados por el mal y por los agentes del mal. Pero no será ese el final de los tiempos y el final de la situación. Dios saldrá a favor de los suyos, de los que fueron trigo limpio. Y la cizaña, los que siguieron al maligno, serán arrojador fuera, donde será el llanto y la desesperanza.

lunes, 30 de julio de 2018

30 julio: Pequeñas parábolas


A los Padres y Hermanos de Portugal
          El 28 de mayo de 1553 Ignacio dirigió a los Padres y Hermanos de Portugal una carta excepcional en la que les explicó el modo de vivir la Obediencia. Llegaban a Roma noticias alarmantes de abandono de jesuitas, y aunque luego no resultó ser tan numeroso, era la impresión que llegaba a Ignacio.
          El P. Gonçalves de Cámara también escribió a Roma desde Portugal, diciendo que se condescendía mucho con los súbditos, hasta el punto de que los inferiores se hacían superiores.
          En ese contexto se escribe esta carta, llamada “de la Obediencia”. Desea el P. Ignacio que la obediencia sea la virtud característica de la Compañía por los bienes que trae esta virtud. El principio fundamental es ver a Cristo en el Superior, pues tiene sus veces y autoridad, sin fijarse en lo bueno o lo deficiente de la persona..
          Hay grados de obediencia: de ejecución, que es la obediencia de un cuartel. De voluntad, (querer hacer lo mandado), que es el valor intrínseco de la obediencia. Es de tal valor que se debe renunciar a otros actos virtuosos cuando no están avalados por la obediencia. De entendimiento: Creer y aceptar que lo mandado es lo mejor. Es necesaria para hacer una subordinación perfecta y preservarse de los errores del amor propio, y quedar tranquilo el que obedece. Y es una obediencia perfecta porque la persona inmola lo más propio suyo: su modo de pensar. Para ello no sólo vale el obedecer sino encontrar razones a favor de lo mandado. Es la que se llama “obediencia ciega” sin más inquirir el por qué, con docilidad parecida al asentimiento de la fe.
          No se opone a esa obediencia el presentar a los superiores aquellas razones profundas que tiene el súbdito en contra de lo mandado, pero con actitud de aceptación definitiva si se mantiene lo mandado.
          La obediencia se extiende a los mismos superiores respecto de los superiores mayores.
          Vivir así el ejemplo de Cristo, y gozar de la recompensa que lleva en sí la obediencia.

Liturgia:
                      Siguen las parábolas, aunque en un formato más breve. Y las que hoy nos brinda la liturgia son las del grano de mostaza y la de la levadura (Mt.11,31-35), dos ejemplos de que el Reino no es propio de las masas sino que se verifica desde lo pequeño que tiene que irse desarrollando.
          El grano de mostaza es la más pequeña de las semillas. Pero sembrada, acaba creciendo y produciendo un arbusto en el que llegan a anidar los pájaros. La Palabra es muy poca cosa en sí misma. Pero arraiga en el corazón de la persona y crea una vida, y tal vida que acoge otras vidas, y así se va contagiando y extendiendo. El Reino no está en las grandes concentraciones, donde puede producirse un efecto de emoción exterior que no cala dentro de los corazones. Por el contrario es el efecto de un “boca a boca” (“la fe entra por el oído”, que nos dice San Pablo), que va arraigando de corazón a corazón. Los pájaros vienen a anidar en sus ramas.
          La otra parábola es, si viene al caso, más “apostólica”. Cada seguidor de Cristo tiene que ser levadura, esa pizca que se mete en la masa y la hace esponjarse. El Reino requiere almas apostólicas, cuya acción se hace contagiosa e influyente, de tal manera que cada uno emprenda a otro y se vaya ampliando el círculo de los que reciben los efectos de esa levadura.
          Concluye el relato diciendo que Jesús no hablaba de otra manera a las gentes que a base de parábolas. Era el gran pedagogo que se acomoda a la capacidad de los oyentes, a la mentalidad de un pueblo tan dado a la fantasía. Y así les iba inculcando las grandes verdades para que fueran asimilando la nueva manera de entender la religión que, en definitiva, es el modo de relacionarse el hombre con Dios. Jesús se ponía a la altura de las gentes. No pretendía que las gentes del pueblo tuvieran que empinarse para comprender las cosas de Dios. Era la verdad de Dios, expresada en lenguaje comprensible, lo que Jesús pretendía llevar a las gentes.

domingo, 29 de julio de 2018

29 julio: Comunión y compartición


Al P. Juan Álvarez
          Melchor Cano y otros habían infringido duros ataques a jesuitas. Los Padres Torres, Estrada y Juan Álvarez, de Salamanca, reciben poderes para defender a los jesuitas ante un tribunal público, en nombre de Ignacio, y se acudió a personas influyentes para que intercedieran a favor.
          El P. Juan Álvarez considera que son medidas poco adecuadas y poco conformes con la confianza en Dios que había vivido Ignacio en diversas contrariedades de su vida. Y en cuanto a acudir a personas influyentes, lo considera “doblar las rodillas ante Baal”, lo que es una idolatría.
          Ignacio reprueba tal forma de pensar, porque acudir a medios humanos buenos es también una manera de conseguir los frutos que se pretenden; es usar los medios que el Señor pone a disposición para servirse de ellos según la voluntad divina. Sería malo poner más confianza en los medios humanos, pero no es malo servirse de esas influencias según la voluntad de Dios. Se trata de bien usar de los medios humanos, aunque se haya de poner la confianza en los divinos.

Liturgia:
                      Jesús ha pasado con sus discípulos “a la otra orilla”, buscando un lugar tranquilo donde descansen los apóstoles que han regresado de su misión apostólica.
          Pero la muchedumbre ha rodeado el lago y ha llegado a ese lugar, donde Jesús se encuentra con aquellas gentes que andan como ovejas sin pastor, que encuentran acogida en Jesús. (Mc.6,1-15)
          Jesús –que siente pena por ellos-  se olvida ya del posible descanso y se pone a atender a aquella muchedumbre, acudiendo a sus enfermos y dedicándose a la gente con toda su alma.
          Y pasan las horas y Jesús sigue dedicado a ellos hasta que se detiene un momento y pregunta a Felipe con qué compraremos pan para toda este gente. Era un imposible. Pero Jesús quería que los apóstoles se hicieran cargo de la situación en la que están: un descampado y una muchedumbre sin comer.
          Felipe responde admirado que haría falta mucho dinero para dar de comer a tanta gente. Otro de los discípulos, Andrés, ha buscado por su parte y ha sacado en claro que la comida de que disponen para todos son 5 panes y 2 peces. Y al mismo tiempo, la reflexión lógica: ¿Pero qué es esto para tanta gente?
          Estamos en el mismo caso de la primera lectura (2Reg.4,42-44) en la que el criado de Eliseo traía unas pocas viandas para el profeta, y éste le dice al criado que lo reparta a la gente. El criado responde: ¿Qué hago yo con esto para tantas personas? Eliseo insiste y hay comida para todos.
          Pues en el evangelio ocurre igual: Jesús dice a los discípulos que comuniquen a la gente que se sienten en la hierba, y tras dar gracias, parte los 5 panes y da a los apóstoles para que repartan a la gente, y los trozos de pan se van multiplicando y hay pan para todos, y para que sobre.
          Muchos han visto en esta multiplicación de los panes una figura de la Eucaristía, que siempre se reparte y siempre queda, y nadie se queda sin tener su parte.
          Mandó Jesús recoger lo sobrante –una prueba más de la magnitud del milagro- y luego despidió a la gente para que marcharan, ya alimentados, a sus lugares de residencia.
          Y Jesús –viendo que la multitud enardecida quería hacerlo su rey- se retiró a solas al monte para orar.
          Otros Santos Padres de la Iglesia han visto en esa narración una llamada a compartir. Aquel muchacho que tenía para haber comido él sin arriesgar nada con sus 5 panes y dos peces, puso en las manos de Jesús lo que él tenía, y Jesús acabó haciendo el milagro desde la generosidad del muchacho.
          Es, por tanto, dentro del texto tan conocido una llamada a la conciencia de los creyentes para que hagan de su vida una disposición a favor de otros, y todo ello en virtud de la EUCARISTÍA que hoy se repartirá entre todos sin que a nadie le falte. Y con la particularidad de que comiendo hoy el pan de Cristo, no se agota sino que volveremos a tener la posibilidad de participarlo nuevamente, y cuantas veces nos acerquemos con buena disposición al Sacrificio y Sacramento de la Presencia real de Jesús




          Pedimos con San Pablo tener entre nosotros “un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza a que hemos sido llamados”.

-         Para que busquemos en la Palabra de Dios la llamada personal que Dios nos hace, Roguemos al Señor.

-         Para que busquemos a Jesús con la ilusión de aquellas gentes, Roguemos al Señor.

-         Para que andemos como pide la vocación cristiana a la que hemos sido llamados, Roguemos al Señor.

-         Para que la Eucaristía nos abra a la solidaridad, Roguemos al Señor


Te pedimos, Señor, que al modo que nos enseña el mensaje de hoy, sepamos comprender que, sin Jesús y sin la acción de Dios, no podemos nada.
          Lo pedimos por Jesucristo N. S.

sábado, 28 de julio de 2018

28 julio: El trigo y la cizaña


Al Monasterio de Clarisas de Barcelona, en las personas de Teresa Rejadell y la abadesa Jerónima Oluja.
          El Monasterio de Santa Clara –al que ya hemos referido en otra carta-, iba de mal en peor. Teresa Rejadell, muy afín a Ignacio, pretende que la Compañía se haga cargo de ellas, tomando al Monasterio bajo su obediencia.
          Ignacio ya tenía la mala experiencia de Isabel Rosel, que había hecho los votos en la Compañía. Y curado en salud había solicitado del Papa Paulo III un breve por el que se prohibía a cualquier mujer o religiosa vivir en comunidad bajo obediencia a la Compañía.
          Apoyándose en ello Ignacio se niega a la petición de las dos Clarisas, y lo que hace es exhortarles a sacar provecho de las contrariedades y ver los bienes que la Providencia de Dios guarda para ellas. “Plega a su eterna sapiencia daros a todos sentir siempre su santa voluntad y en ella hallar paz y contentamiento y enteramente cumplirla”.

Liturgia:
                      Sigue Jesús presentando parábolas, para expresar lo mismo: la esencia y las características del Reino de Dios en la tierra. Y ahora expone la parábola de la cizaña, cuya explicación tendremos más tarde. Hoy, por lo pronto, presenta el caso: Mt.13,24-30. Nos ceñiremos a la exposición de la parábola –como hace Jesús- sin adentrarnos en lo que él mismo explicará. Aunque no tendremos más remedio que adelantar algo de lo que Jesús expuso después.
          La vida humana se desenvuelve en terreno hostil. Lo que Jesús querría es que todo el mundo fuera la tierra buena que da fruto. Pero es una realidad que junto a esa siembra de Dios, existe otra parte que es contraria a Dios y le hace la guerra. Dios siembra buena simiente, limpia, y sus labradores están convencidos de que es buena semilla. Pero se da el caso de que cuando empieza a crecer aquella semilla, simultáneamente crece en medio la cizaña como mala hierba.
          Los labradores no se explican qué ha pasado y es el propio dueño quien los saca de su extrañeza: un enemigo malo lo ha hecho. El sempiterno problema del mal. Dios ha puesto toda la semilla de buena calidad, porque Dios no puede hacerlo de otra manera. Pero las fuerzas del mal han acudido de noche y subrepticiamente han sobresembrado la cizaña.
          La tentación inmediata de los buenos es arrancar cuanto antes los matojos malos y dejar nuevamente limpio el trigo sembrado. Pero el dueño sabe que eso no puede hacerse sin detrimento del propio trigo, porque al arrancar la cizaña se lleva detrás las matas de trigo. Ya no queda más remedio que soportar la presencia de la cizaña y esperar a la siega, que es cuando el dueño dará la orden de separar al segar, el trigo de la cizaña. El trigo para almacenarlo y la cizaña para quemarla.
          Representando la parábola la realidad de la vida, lo que hay que saber es que conviven siempre los buenos y los malos, y que no hay posibilidad de hacer un apartado que recoja a unos o a otros. Mientras vivimos tenemos que andar juntos por la vida y, en cierto modo hay muchos buenos que medio viven su rectitud, y que se sostienen precisamente por contraste con los malos.
          Yo recuerdo mis años de Director Espiritual de un Seminario. Allí había que tener una selección continuada de los estudiantes que convivían, y eso obligaba a tener que despedir de vez en cuando a los que eran una rémora para el proceso de formación y educación del conjunto.
          Pero ocurría que –despedidos los dos que hacían de lastre- casi por consecuencia inmediata surgían otros dos que ocupaban esa cola que los otros habían dejado. Se cumplía la parábola: al arrancar la cizaña, se arrancaba también el trigo. Posiblemente los segundones de turno se hubieran salvado si hubiéramos mantenido a los que lastraban. Jesucristo llevaba razón en la exposición de la parábola, tan sacada de la vida real.
          Por eso tendremos que aceptar que el mal conviva con el bien, los malos con los buenos, y que lo que toca mientras tanto es crecer y crecer quienes son buen trigo, y esperar a la siega del último momento, en el que Dios pondrá las cosas en su sitio.

viernes, 27 de julio de 2018

27 julio: Acogida de la Palabra


A Francisco de Borja, duque de Gandía
          Francisco de Borja había hecho privadamente su profesión en la Compañía. Llevaba una intensa vida espiritual. En carta a Ignacio le pide orientaciones sobre oración y penitencia.
          Ignacio le indica la conveniencia de reducir el tiempo de oración. Y en cuanto a la penitencia, que no sea sangrante. Por el contrario, dedicar más horas al estudio. Y mantener las fuerzas corporales porque el cuerpo es necesario para actividades espirituales. No hay que deshacerlo sino hacer que obedezca al espíritu. Por eso, mejor que la sangre de penitencias más extremas, pida los dones que vienen de Dios. Puede pedir el don de lágrimas que vengan provocadas por elevaciones del alma.
          Y todo lo que desee en su espíritu sea para gloria de Dios y no para contentamiento de sí mismo. El Espíritu Santo inspirará el resto.

Liturgia:
                      Explica Jesús a sus apóstoles lo que significa la parábola del sembrador. A ellos les es dado conocer los entresijos del sentido de esa parábola, para que ellos estén atentos a las aplicaciones que deben deducirse de ella. (Mt.13,18-23)
          La semilla que cae el borde del camino, en terreno duro y no esponjoso, es el que escucha la Palabra del Reino sin entenderla. La consecuencia de una situación así es que llega el Maligno y roba lo sembrado en el corazón. “Entender” la Palabra de Dios no es cuestión de comprensión del texto, sino de acoger esa Palabra, hacerla vida de la propia vida. Si se ha dejado escapar esa enseñanza, es lo mismo que la llegada del maligno que roba lo sembrado en el alma. No serán tales personas unos miembros del Reino de Dios. Tales personas o tales actitudes en personas que, por otra parte, aparentan estar unidos a ese Reino.
          Otra semilla cae en terreno de muchas piedras y poca tierra. Es natural que poco jugo puede tener, aunque haya buena voluntad. Es el que escucha la Palabra de Dios y la acoge enseguida con alegría, pero sin raíces. Por eso, en cuanto viene una dificultad o persecución, sucumben. Desgraciadamente es lo que ha ocurrido a la España de la cristiandad. Todo parecía ir viento en popa, pero en cuanto se abrió la mano, en cuanto que el señuelo de la democracia creyó que la “libertad” también atañía al sentido religioso, la falta de una fe enraizada y de unas convicciones profundas, se produjo la estampida de todos aquellos que eran felices con su fe pero no tenían arraigo. La solanera de lo moderno les acabó agostando.
          ¡Y cuidado los que tienen su fe dependiendo de emociones externas, porque el ambiente actual es una solanera que reseca las conciencias! Quiero decir que no miremos hacia afuera para descubrir a esas gentes, sino que nos adentremos dentro de nuestros secretos profundos, no sea que esa falta de raíces pueda ser más cercana de lo que creemos.
          Otra semilla cae en tierra buena pero en la que crecen simultáneamente muchos otros focos de atención: afanes de la vida, seducción de las pasiones, que tienen toda la fuerza bravía de los instintos y las atracciones humanas. Hoy tenemos muchas personas de frecuencia de sacramentos…, y de frecuencia de pornografía, o de afán de dinero, en una lucha dispar porque los atractivos mundanos son demasiado fuertes. Son semillas que quedan ahogadas, Palabra de Dios que queda ineficaz, cristianos que tienen encendida una vela al demonio. No está, pues, tan lejos la aplicación de la parábola.
          Queda la acogida sincera de la Palabra: ni durezas, ni solaneras, ni abrojos… Se ha tomado en serio la semilla que siembra Jesús, y cada persona la desarrolla en una determinada profundidad. Y aunque hay varios niveles de respuesta –el 30 o el 60 o el ciento por uno-, el hecho es que está el corazón libre para acoger esa semilla de Jesús. Y la vida, con sus fallas normales, da el fruto que Jesús desea: se está abierto a la presencia de Jesús.
          La parábola ya era llamativa por sí misma y por lo que pudiera reflexionarse en sus términos tal cual estaba expuesta, y tal como la oyeron las gentes del pueblo. Pero explicitada por el Señor para que sus apóstoles comprendieran en profundidad, tiene una dimensión más amplia y una posibilidad de aplicación a uno mismo, que es lo que es fundamental. No mirarla como “hacia afuera” sino aplicarla a las diversas realidades de uno mismo, y es posible que encontremos, cada uno en sí mismo, algún aspecto de esos cuatro niveles que ha expuesto Jesús.

jueves, 26 de julio de 2018

26 julio: Porqué de las parábolas


A los Padres y Hermanos de Padua
          San Ignacio consideró que los Colegios podían tener unos fondos económicos que rentaran lo necesario para que los estudiantes no tuvieran que estar dependiendo de carencias que les distrajeran de sus estudios. Al Colegio de Padua se le habían prometido unas rentas por parte de Andrés Lippomani, quien a la hora de la verdad no acababa de donarlas, en su intento de conservarse una parte.
          Ignacio escribe a los Padres y Hermanos de Padua consolándolos en el estado de penuria en que se encuentran. Se alegra de que tengan ocasión de experimentar los rigores de la pobreza, que es un don de Dios, y Cristo ha sido pobre. Invita Ignacio a vivir esa pobreza, porque los pobres son los amigos del Señor y los que forman parte de su reino. La pobreza ayuda a conquistar el paraíso y deshacer el orgullo; es el muro tutelar de la vida religiosa. El que no está dispuesto a experimentar la pobreza, no es verdaderamente pobre.
          La carta es un himno a la pobreza y una exaltación de la grandeza de los pobres.

Liturgia:
                      Los discípulos le preguntan a Jesús por qué habla a la gente en parábolas. (Mt.13,10-17). Jesús les responde que ellos, los discípulos, tienen que estar preparados para conocer el reino y por eso a ellos les explica los entresijos, porque –a su vez- ellos tienen que trasmitirlo a la gente.
          Pero el le habla en parábolas al pueblo precisamente porque el pueblo no entiende de otra manera. Los pueblos orientales son mucho más dados al “ejemplo”, a lo gráfico, a la fantasía, y la entienden mejor que los discursos y que los razonamientos. Por eso les habla en parábolas, para dejarle el mensaje envuelto en la imagen, que es como ellos después pueden rumiarlo y encontrar la beta que hay bajo la comparación o parábola.
          Les hablo en parábolas porque viendo no ven y oyendo no entienden. Se presta a confusión la expresión al pie de la letra, tal como se copia de Isaías, pues parece que Jesús habla así PARA que no entiendan. Cae de su peso que eso sería un absurdo total en el que no podemos pensar que incurre Jesús: hablar para que no lo entiendan. Porque para eso, no hablaría. Y sin embargo Jesús es un misionero deseoso de hacer llegar a las almas el conocimiento del reino de Dios, puesto que para eso ha venido.
          Al copiarse al pie de la letra el texto de Isaías se produce la confusión. Pero el que lo lee debe “traducir” sobre la marcha: “hablo en parábolas PORQUE viendo no ven y oyendo no entienden” si se les habla de otra manera. Bajo la imagen del cuentecillo se les queda el mensaje, que luego han de rumiar lentamente hasta sacarle el jugo que encierra la parábola.
          Y concluye diciéndoles a los apóstoles: Dichosos vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen. Os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis vosotros y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron.

          El niño, en su sencillez, es ávido de cuentos, de fantasías. Él compone en su imaginación una realidad que está más allá del cuento pero que le sirve de base para ir creando sus conocimientos. A un niño no se le pueden explicar conceptos porque no tiene la capacidad racional hecha para entender los conceptos abstractos. Pero en una imagen el niño capta el mensaje. Lo capta a su altura y en su posible profundidad. Con el tiempo irá encontrando el concepto que le concreta aquella imagen.
          Pues eso es lo que nos puede hacer comprender la pedagogía de Jesús con aquel pueblo, a quien sus parábolas le embelesaban y con las que llegaba a presentarles el reino de Dios. Insensiblemente iban entrando en sus almas las características de ese Reino.
          Los apóstoles, ya más cultivados y aprendiendo casi por ósmosis mientras vivían junto a Jesús, estaban ya en condiciones de entender las enseñanzas. Lo que no significa que no les hicieran falta las parábolas. También con ellos tenía Jesús su parte de enseñanza en parábolas, aunque luego les explicaba para que llegaran al meollo de lo que la imagen representaba.

miércoles, 25 de julio de 2018

25 julio. SANTIAGO APÓSTOL


A Manuel Sanches, Obispo de Targa
          Este destinatario de la carta había estudiado en París junto a Ignacio, con quien tuvo una especial intimidad, y era muy afín a la  nueva Orden. Aunque no se conserva su carta a Ignacio, debió hacerle una consulta personal por la que él se sentía muy agobiado por sus ministerios de inquisidor general y auxiliar del Obispo de Lisboa. Por ello debió proponerle a Ignacio la idea de renunciar a sus responsabilidades para más dedicarse al servicio divino.
          Ignacio le responde alabándole sus deseos de ese servicio y le indica que puede dedicarse completamente a Dios aun conservando sus responsabilidades. Lo que tiene que hacer es buscar a Dios en esas mismas ocupaciones de su oficio, lo mismo que buscar a Dios en todas las cosas.
          Es un principio ignaciano el buscar a Dios en todas las cosas, y en todas las cosas encontrar a Dios. Y eso es lo que le responde a su buen amigo.

Liturgia:
                      Cuando Santiago y Juan se acercaron a Jesús para pedirle estar ellos a la derecha y a la izquierda del reino de Jesús (Mt.20,20-28), lo que menos imaginaban era que Jesús emplazaba a los dos hermanos a beber el cáliz que Jesús iba a beber, y que era precisamente la muerte en defensa de la verdad del evangelio y en seguimiento de su propia pasión y muerte.
          Hoy nos encontramos con la fiesta de Santiago, testigo de los grandes momentos de Jesús en el Tabor o en el Huerto, el primer apóstol que sufrió el martirio. Su afirmación a Cristo de que “Podemos beber el cáliz”, se cumplió totalmente cuando Herodes decidió darle muerte para acallar el testimonio que los apóstoles daban de Jesús con mucho valor, y haciendo signos y prodigios en medio del pueblo. (Hech.4,33; 5,12, 27-33; 12,1).
          Empezó la persecución con el sumo sacerdote que los interrogó a los apóstoles en presencia del Consejo: ¿No os habíamos prohibido formalmente enseñar en nombre de ESE? El sumo sacerdote no quiso ni nombrar a Jesús, porque era un crucificado y de los crucificados no quedaba ni el nombre. Y les echa en cara que habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre. Aparece el cinismo del sumo sacerdote que pretende quedar al margen de la pasión de Jesús.
          Responde Pedro que hay que obedecer a Dios antes que a los hombres: “el Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándolo de un madero. Si pretendían chafarse de la culpa, Pedro se la pone por delante.
          Ellos se consumían de rabia, y Herodes acaba mandando decapitar a Santiago.
          Ha sido una realidad aquel “Podemos beber el cáliz”, y a Santiago le ha tocado ser el primero de los apóstoles que entrega su vida en defensa de la verdad del Maestro, razón por la cual hemos tenido este texto en la 1ª lectura.

          En la 2ª lectura (2Co.4,7-15) se ha resaltado la aparente contradicción que hay entre el limitado valor humano de los apóstoles y su gran misión y valor íntimo que hay en ellos: Este tesoro lo llevamos en vasijas de barro –la realidad humana de aquellos hombres- para que se vea que una fuerza extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros. Y va haciendo Pablo una contraposición entre lo poco que ellos pueden dar de sí y las maravillas que en ellos ha hecho Dios: llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo.
          España celebra la fiesta de Santiago como la de su Apóstol Patrón. Es un sentir muy antiguo que Santiago llegó con su predicación hasta los confines de Occidente. Después de la invasión mahometana, el apóstol aparece venerado en España como patrono de los reinos cristianos. Éstos proclamaron en los siglos siguientes su gratitud por la protección de Santiago en la defensa de la acción misionera que contribuyó a propagar a la Iglesia en el mundo.
          Su sepulcro en Compostela, a semejanza del sepulcro vacío de Jesús en Jerusalén y de la tumba de San Pedro en Roma, atrae, hasta nuestros días, a innumerables peregrinos de toda la cristiandad.
          Los Papas han concedido a su santuario un jubileo frecuente y otras gracias extraordinarias.

martes, 24 de julio de 2018

24 julio: Mi madre y mis hermanos


A los Jesuitas estudiantes en Coimbra
          San Ignacio tiene dos cartas especialmente básicas en amplitud y en contenido. Una de ellas es ésta, llamada “la carta de la perfección”. En ella quiere enderezar el impulso que latía en aquella ardiente juventud, no siempre bien ordenada.
          Se alegra Ignacio del fervor de los Hermanos y los exhorta a continuar por la vía de la perfección. En una primera parte de la carta expresa la excelencia de la vocación, las ventajas del fervor y los múltiples beneficios recibidos de Dios. Por el contrario, presenta el claroscuro de la miserable condición de tantas almas y el estado desolador del mundo.
          Una segunda parte de la carta la dedica a la necesidad de precaverse del fervor indiscreto, que causa daños y no provechos. Por lo que aconseja y remite a la obediencia, medio infalible para alcanzar el discernimiento.
          En la tercera parte de la carta da los modos de ejercitar durante los estudios el celo de las almas. Y aporta varios medios: ofreciendo a Dios el mérito del trabajo. Haciéndose virtuosos ahora en el tiempo de los estudios, condición indispensable para el apostolado. Dando buen ejemplo, lo que tienen a mano entre ellos mismos, por lo pronto. Y finalmente fomentando los santos deseos y las oraciones.

Liturgia:
                      San Mateo no nos ha contado el primer intento de los familiares de Jesús que pretendieron llevárselo al pueblo por considerar que Jesús había perdido el juicio por eso de que se volcaba tanto en la labor apostólica, y además en enfrentamiento con los dirigentes religiosos de Israel.
          Al no haber hecho alusión a ese primer intento, entra ahora en forma inocente el relato que viene a continuación: Jesús está hablando a la gente y le mandan recado de que su madre y sus parientes están allí fuera y quieren verle y tratan de hablar con él.
          ¿Era realmente tan inocente? ¿Habían venido los deudos de Jesús sin más pretensión que hablar con él? ¿Habían traído a la Madre por el gusto de que viera a Jesús, o como reclamo para conseguir sus intenciones de llevarse a Jesús y sacarlo de aquella labor en la que estaba entregando su misma vida?
          Es natural que el evangelio no nos lo explica ni nos saca de dudas por esa parte. Pero sí nos dice qué respuesta dio Jesús al mensajero que le avisaba: Señaló al corro de personas que le estaban escuchando, incluidos sus apóstoles y dijo: éstos son mi madre y mis parientes: el que cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre. Y Jesús no cedió ante la llamada que se le hacía y optó por poner ante todo lo que era su razón de ser: hacer la voluntad de Dios. En ello estaba el gran secreto de su acción y de su proceder.
          No deja mucha más materia este relato, pero la que deja es ya muy importante: en la vida, y por encima de todo, lo que importa es hacer lo que Dios quiere. Estar en lo que se está, sin que separe de ello ni los lazos sagrados familiares.
          Hay quien se queda un poco dolido de lo que parecería ser un menor apego de Jesús a su madre. En realidad no hay en el texto nada que hable con menos cariño de Jesús hacia ella. Lo que está en directo –repito- es el superior valor que tiene sobre cualquier otra cosa el hacer la voluntad de Dios. Una vez más tengo que recurrir al primer mandamiento, que lo formulamos muy bien pero que luego presenta sus “peros” a la hora de la verdad. Jesús puso por delante el amor a Dios sobre todas las cosas, y eso no desdora otro amor sino que lo sitúa en su puesto. María era para Jesús el gran amor humano, como es propio de un hijo, de corazón perfecto, hacia su madre. Pero en su misión de Mesías, tenía ese amor superior que era la obra de Dios: su enseñanza del Reino de Dios.
          Y por otra parte, es aplicable a María la gran alabanza de Jesús, porque si su madre y hermanos son los que cumplen la voluntad de su Padre Dios, ¿quién había sido más fiel en la tierra en ese hacer la voluntad de Dios que su propia Madre? Por tanto no había desdoro sino alabanza. Su madre era doblemente su madre, porque le había dado el ser y porque vivía en todo momento la voluntad de Dios. El emblema de María para “su escudo de armas” es la respuesta que ella dio al ángel que venía de parte de Dios: Hágase en mí según tu Palabra.

lunes, 23 de julio de 2018

23 julio: Más que Salomón


A D. Fernando de Austria
          Don Fernando era hermano de Carlos V y era archiduque, “rey de romanos”. Muy afín a la nueva orden, se sirvió de ella para muchas de sus empresas, y pretendió que el Padre Claudio Jayo fuera elegido obispo de Trento. Ignacio pensó que ceder en este punto significaba ceder en algo muy especial en la vida de la Compañía, y da  sus razones contundentes en esta carta. Para no aceptarlo.
          Para cerrar para siempre esta posibilidad y evitar que se repitieran casos semejantes, dispuso que los profesos de la Orden hiciesen voto de renuncia a cualquier clase de dignidades. Veía en esta decisión una renuncia a todo peligro de ambición, madre de todos los males en cualquier comunidad o congregación.
          El archiduque lo comprendió y cedió de su propósito.

Liturgia:
                      Hay una constante en la historia evangélica y es la actitud belicosa de los fariseos contra Jesús. Era una situación “lógica”. Los fariseos eran la casta religiosa y los mentores del pueblo en lo tocante al modo de vivir la religión. Ellos venían de una forma muy concreta de prácticas que se centraban en realidades externas visibles. Y se topaban con Jesús, quien iba en la línea de los verdaderos adoradores que adoran a Dios en espíritu y verdad, y para quien la expresión externa de lo religioso era accidental. Entonces, mientras los fariseos se paraban en lavatorios de manos, vasos, jarras, ollas, y en una interpretación materialista del descanso sabático, Jesús se centraba en la compasión, el amor, la misericordia y la atención a la persona sufriente, tanto más cuanto era más necesitada y pobre. La ley estaba hecha para el hombre (para ayudar y servir al hombre) y no el hombre supeditado y esclavizado a la ley. La posición de los fariseos se hacía evidente: enfrentamiento constante con Jesús, que en el fondo era también el miedo a perder sus posiciones y “seguridades”.
          Estamos viviendo en los momentos actuales esa misma situación entre los extremosos de la religión y la posición del Papa. El Papa está por la persona, por el servicio de la persona, por la misericordia, porque la ley no ahogue el espíritu del evangelio. Los extremosos de la religión están por “la ley”, por lo que ellos heredaron y en lo que se sienten firmes. Y con ese recelo de que ceder en algún aspecto “tradicional” es como perder ellos pié en sus tradicionales convicciones. Y el resultado es la oposición frontal con la que se han situado contra el Papa. La historia no hace sino repetirse, aunque parezca de posiciones distintas. Pero es el mismo esquema.
          Todo esto viene a cuento del evangelio de hoy (Mt.12,38-42) en el que los fariseos piden a Jesús una señal, un milagro tuyo. Se ve que no les habían bastado los muchos milagros que ya había hecho. Y Jesús no es un prestidigitador que se saca un milagro de la manga como un juego de manos. Y opta por irse a la suprema manifestación de milagro que les puede dar, pero que no lo van a ver ahora. Se trata del signo de Jonás, tres días y tres noches en el vientre del cetáceo; pues tres días y tres noches estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra. El gran signo será su resurrección tras su muerte y sepultura. Pero eso ya no es el milagro que ellos pretenden, ni Jesús transige en aquel juego que ellos plantean para creer.
          Lo que hace Jesús es remontarse a figuras bíblicas para que sepan aprovecharse de ellas. Cuando juzguen a eta generación, los hombres de Nínive se alzaran contra ellos y harán que los condenen porque ellos creyeron por la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás. Y cuando juzguen a esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que los condenen, porque ella vino desde los confines del mundo para honrar a Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.
          Podrán creer o no creer, pero más allá del signo está la afirmación doblemente asertiva de Jesús: Él es más que Jonás, el profeta, y más que Salomón el rey sabio. Jesús se está definiendo a sí mismo; ese es su milagro en este momento. Y no hay otro milagro que les sirva de juguete a aquellos interlocutores, que venían a tender la trampa a Jesús.

domingo, 22 de julio de 2018

22 julio: Pastor de las ovejas


A Francisco de Borja
          Francisco de Borja, el Duque de Gandía, había enviudado. Libre ya de sus obligaciones matrimoniales, se centró en la idea que venía acariciando de entrar en la vida religiosa. Hizo los Ejercicios Espirituales de mes completo con el P. Oviedo y determinó entrar en la Compañía de Jesús.
          Ignacio le escribe admitiéndole en la Orden, y dándole una serie de orientaciones y consejos de cómo debía ir acabando con sus diversos temas derivados de su situación como duque de Gandía, padre de familia, y su dependencia de la corona de España. Había comenzado unas obras para un convento de dominicos y el hospital de la ciudad, y primero debía dejar acabada la obra comenzada.

Liturgia:
                      La primer lectura de este domingo –Jer.23,1-6- es la que marca más claramente el sentido de la liturgia de este día: Dios, como Pastor de Israel, que se encarga de su pueblo, las ovejas de su rebaño, que no quiere Dios que queden sin pastores que las conduzcan.
          Y donde fallan los pastores, Yo mismo reuniré al resto de mis ovejas de los países adonde están, y las volveré a traer a sus dehesas para que crezcan y se multipliquen. Le pondré pastores que las pastoreen, y ya no temerán ni se espantarán y ninguna se perderá.

          El evangelio –Mc.6,30-34- nos concreta a Jesús como ese Pastor prometido por Dios. Los apóstoles habían vuelto de su misión apostólica. Vienen cansados y deseosos de contar sus experiencias, entre ellos y con Jesús. ¡Habían hecho tantas cosas más allá de las fuerzas humanas…! Pero no podían tener un sosiego para comunicarse entre ellos porque las gentes venían a Jesús y no le dejaban tiempo ni para comer.
          Jesús entonces pide a los apóstoles que preparen la barca para pasar a la otra orilla y que tengan un descanso. Y en efecto se fueron a un lugar tranquilo y apartado.
          Pero las gentes vieron el movimiento de la barca y rodearon el lago y se presentaron allí donde desembarcaban Jesús y los apóstoles, añadiéndose gentes de las aldeas y pueblos de alrededor, de modo que cuando llegaron Jesús y los apóstoles, se encontraron que estaban allí todos, y muchos más, de los que habían dejado en la otra orilla.
          Y ahí es donde Jesús siente la pena de aquellas almas que buscan ansiosamente, porque no tienen pastores que las atiendan. Y él se olvida del descanso que había planificado con sus apóstoles y se pone a enseñar y atender a la muchedumbre que lo ha buscado. Y dice el evangelio, de modo muy significativo que se puso a enseñarles con calma. No para salir del paso, no con la prisa de despedirlos y quedarse finalmente a solas con los discípulos. Se dedicó completamente a ellos como si no hubiera en ese momento otra cosa que hacer. Se estaba cumpliendo de lleno el anuncio de la 1ª lectura.

          También se suma a esa idea el contenido de la 2ª lectura (Ef.2, 13-18) en la que Pablo habla de que ya no hay dos pueblos, el judío y el gentil, sino que bajo el cayado de Jesucristo se ha quedado unido bajo un solo pueblo. Un solo pastor para un solo rebaño, que ha quedado unido por la cruz de Jesucristo, creando unión y dando muerte al odio que separaba. Así, unos y otros podemos acercarnos al Padre con un mismo Espíritu.

          La EUCARISTÍA es el pasto en el que hemos de alimentarnos los que formamos ese rebaño, que somos conducidos y alimentados por el propio Jesús que no sólo nos lleva y nos conduce sino que se hace comida que nos alimenta y fortalece.


          Pedimos al Señor que escuche nuestras oraciones.

-         Por el Papa, para que sea el Pastor que dirija hoy a la Iglesia, con el espíritu de Cristo, Roguemos al Señor

-         Por el pueblo y la Iglesia de Nicaragua, que sufren hoy la persecución sangrienta, Roguemos al Señor

-         Por nosotros, para que seamos dóciles a las enseñanzas y directrices de la Iglesia, Roguemos al Señor

-         Para que la Eucaristía sea el centro de nuestra vida en el seguimiento del Señor, Roguemos al Señor


Condúcenos, Padre, a la paz y serenidad necesarias para vivir como hijos de la Iglesia y acoger sus orientaciones con espíritu de humildad.
            Por Jesucristo N.S.

sábado, 21 de julio de 2018

21 julio: La caña cascada


Ignacio al Sr. Doimo Nascio
          San Ignacio propuso al Papa Paulo III que la Compañía no tuviese ni coro ni hábito, lo que fue aprobado por el Papa.
          Un franciscano, Fray Barberá, miembro del Santo Oficio pensó que era una relajación y llegó a decir que todos los jesuitas desde Perpiñán a Sevilla (todos los de España) debían ser quemados.
          También combatió la misión jesuítica de atender a mujeres arrepentidas.
          Ignacio le hace llegar una breve carta a través del Sr. Doimo. Dice Ignacio que donde él quiere quemar a los jesuitas, digo yo y deseo de él y de todos sus amigos y conocidos no sólo de Perpiñán a Sevilla sino del mundo entero, sean encendidos y abrasados de Espíritu Santo, para que todos ellos, llegando a mucha perfección, sean muy señalados en la gloria a su Divina Majestad.
          Y ya hay magistrados y jueces para que si alguna cosa tiene contra nuestras obras, que las denuncien. que yo prefiero pagarlo todo yo solo, que no todos los que hay de Perpiñán a Sevilla.

Liturgia:
                      Los fariseos no se andaban con chiquitas, y lo que ellos consideraban que Jesús transgredía sus normas, lo intentaban solventar quitando a Jesús de en medio. Jesús se enteró y optó, como tantas veces, irse de allí, del foco violento de los fariseos, y no presentarles batalla.
          Muchas gentes lo siguieron. El pueblo sencillo aceptaba a Jesús. Descubrían la sinceridad de sus enseñanzas y que hablaba conforme a la verdad, trasmitiendo los caminos de Dios. Y eso lo capta el pueblo. Jesús curó a todos los enfermos que le presentaron, y lo que les pedía él era que no lo descubriesen.
          El resto del evangelio de hoy es una cita de Isaías que encaja perfectamente con la persona y la acción de Jesús: Mirad a mi siervo, mi elegido, mi amado, mi predilecto. Nos resuena esta frase a la teofanía del Tabor, cuando se oyó la voz del Padre que decía precisamente eso: Éste es mi hijo amado en quien me complazco.
          Continúa Isaías describiendo a ese siervo amado de Dios, como quien no porfiará, no gritará, no voceará por las calles. Es lo que ha hecho Jesús ante el acoso de los fariseos. No ha presentado batalla, no ha discutido, no ha gritado, no ha porfiado. Ha preferido irse a otro lugar donde haya paz y tranquilidad de las gentes, donde él puede desarrollar su labor de taumaturgo que cura y de pedagogo que enseña, y donde no hay violencias ni discordias.
          Jesús puede encontrarse con cañas cascadas a punto de romperse y mechas que están a punto de extinguirse. Carencias que parece que no van a tener solución. Jesús ni rompe esa caña sino que la entablilla, ni apaga la mecha sino que la alimenta. Su misión no es romper nada sino implantar el derecho: arreglar lo que está en malas condiciones. Tal como se dice en ese párrafo de Isaías, que en este siervo está puesto el espíritu para que anuncie el derecho a las naciones: lo que está derecho, lo que no está torcido, lo que no es injusto.

          Creo que puede ser el momento de entrar en un tema que muchas veces se pone empinado y cuesta arriba para el entendimiento de expresiones y situaciones que nos encontramos en los libros sagrados. No cabe duda que hay muchas historias bíblicas (e incluso parábolas de Jesús) que tienen un final trágico y violento. La realidad axiomática que debe presidir toda interpretación es que ni Dios ni Cristo ni las obras de Dios son violentas: ni romper la caña cascada ni apagar el pablo que titila, es el estilo de Dios, sino promover lo que es justo
          ¿Cómo se entiende, pues, esos finales dramáticos que acaban en muertes violentas? Por el estilo que rezuma un pensamiento judío. Y bien lo podemos comprobar en el momento actual, con las represalias del estado israelita contemporáneo, en el que cualquier situación acaba en venganzas violentas, siempre mucho más allá de los males recibidos. Un relato escrito por “historiadores” judíos, lleva la impronta de ese carácter violento.
          Por ello, al leer esos episodios y saberlos “Palabra de Dios”, no los leemos como expresión de lo que Dios ha querido sino de lo que ese relato nos quiere trasmitir de los caminos de los hombres a través de los cuales Dios lleva la historia a ser una HISTORIA DE SALVACIÓN. Aquello de que Dios escribe derecho con NUESTROS renglones torcidos.