jueves, 5 de julio de 2018

5 julio: Poder del Hijo del hombre


Carta de Ignacio a Teresa Rejadell
          Religiosa franciscana de santa Clara en Barcelona. No aceptan estas religiosas la reforme que piden los franciscanos y se cambian a la regla de san Benito, en Montserrat. Ahí la conoce Ignacio y ahí le da una síntesis de las Reglas de discernimiento:
          1.- El enemigo ataca de modo abierto a los que comienzan a servir al Señor, incitándoles a falsa humildad y vanagloria.
          2.- El alma tal debe actuar en actitud contraria: anclarse en la verdadera fe y esperanza si se sufre un estado depresivo, y considerar lo poco que vale uno cuando ha entrado la vanagloria.
          3.- Las tentaciones más sutiles son ensanchar la conciencia en las personas de manga ancha; crear escrúpulos en las de conciencia estrecha.
          4.- Descubrir al enemigo. Abajarse en la consolación; luchar contra la desolación.
          5.- Después de una consolación, ver si permanece o se cambia. En el cambio se muestra que la consolación no era verdadera. Son ya momentos sutiles del engaño.

Liturgia:
                      Se ha realizado la travesía desde Gerasa o Gadara, que debió dejar su rastro amargo en el corazón de Jesús. No lo habían admitido cuando en realidad él llegaba providencialmente allí para salvar.
          Ahora vuelven a la barca y arriban en la otra orilla y fue a su ciudad. Y allí le presentan un paralítico en una camilla. San Marcos da muchos más detalles, de los que prescinde Mateo, que nos pone directamente a Jesús dirigiéndose al enfermo y diciéndole: ¡Ánimo hijo!, tus pecados están perdonados.
          Evidentemente no era lo que esperaba y deseaba con todas sus fuerzas aquel hombre, que se sentía acuciado por una parálisis que le tenía fuera de la vida social, dependiendo siempre de quien quisiera llevarlo a un lugar o a otro.
          Por otra parte, en la mentalidad judía, aquel hombre podía traducir perfectamente que, liberado de sus pecados –la causa que se interpretaba como razón de la enfermedad-, en realidad se le estaba diciendo que le llegaba la curación. Jesús quiso empezar por ahí para hacer comprender que el mal lo provoca el pecado. No es Dios quien envía el mal. Dios no quiere el mal. Pero el pecado crea al mal y le da carta de ciudadanía.
          Los doctores de la Ley que se hallaban presentes se escandalizan porque Jesús es un hombre y el perdón de los pecados sólo puede concederlo Dios. Exclamaron: Éste blasfema, se atribuye poderes que sólo son de Dios.
          Y Jesús les pone ahora delante la realidad: ¿Por qué pensáis mal? ¿Qué es más fácil: decir ‘tus pecados son perdonados’ o decirle al paralítico: ‘levántate y anda? ¿Cómo se hace más visible quién es Jesús y qué poderes tiene Jesús? ¿Cómo pueden mejor entender? Pues para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder para perdonar pecados…, se dirige al paralítico y le dice: Ponte en pie, toma tu camilla y vete a tu casa. Y el enfermo se pone en pie, consolida su equilibrio sobre el suelo, tantea…, y ve que aquello que le ha dicho Jesús es verdad. Toma su camilla a cuestas y emprende el camino de regreso por su propio pie.
          ¿Qué pensaron ahora aquellos doctores de la ley? ¿Cómo se quedaron? La demostración de la divinidad de Jesús era evidente. Ellos mismos habían sentenciado que sólo Dios puede perdonar pecados… Y Jesús ha mostrado su poder divino en la curación del enfermo. Por tanto, podía perdonar pecados porque su poder era el de Dios.
          La gente, que vivía con menos prejuicios, reacciona a favor, alabando a Dios, que da a los hombres tal poder.
          Ahora somos nosotros los que nos tenemos que alinear. De una parte, con el paralítico, sabiéndonos necesitados del perdón y de la curación de esas “parálisis” que nos entorpecen tanto nuestra libertad de movimientos de espíritu y aun de la voluntad. Poder coger “a cuestas” nuestra camilla de postración, y ser nosotros los que llevamos y no que nos “lleva”. O situarnos ante los doctores de la Ley, criticones y protestones, encerrados en nuestras ideas. O con las gentes sencillas que se admiran y alaban y aceptan la acción de Jesús. Para la narración de Marcos, también nos cabría compararnos con los amigos que llevaron la camilla con el paralítico hasta Jesús. Porque esa acción de servicio está también implícita en este relato.

1 comentario:

  1. El protestantismo introduce la negación de la confesión ante el sacerdote porque dice que sólo Dios perdona. Es un error. Y es el mismo error de los que acusan a Jesús aquí. "Yo me confieso directamente con Dios" - diran algunos católicos. Otra negación de que el sacerdote si puede perdonar pecados en nombre de Dios. Y muchos hoy son arrastrados por este error.

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