miércoles, 11 de julio de 2018

11 julio: Los Doce Apóstoles


Ignacio a Simón Rodrígues
          Simón Rodrígues –uno de los primeros compañeros de Ignacio-, introdujo la Compañía en Portugal, y fue enviado por Ignacio para ver cómo suavizar la tensión que había entre el Rey y el Papa. El Rey favoreció a los jesuitas, atraído por aquellos primeros conocidos, Francisco Javier y el P. Simón.
          Ignacio le pide a Simón que sea más claro en sus cartas sobre los estudiantes que se han de enviar a Portugal, y le explica los criterios seguidos hasta ahora. No sería poco, dice Ignacio, que perseverara la tercera parte.
          Le comenta el tenor de vida que siguen los jesuitas en Roma, y le informa de las conversaciones con el Papa.

Liturgia:
                      Llegamos hoy a un momento clave en la vida de aquel grupo de discípulos que acompañaban a Jesús, porque de entre el grupo más numeroso, el Maestro va a escoger a doce hombres, a los que llamará “apóstoles”, y que a partir de ahora harán la vida con él, y a los que dará poder para expulsar demonios (Mt.10,1-7) y curar enfermedades y dolencias. Jesús va a constituir lo que será el “colegio apostólico”, que ya serán hombres con una proyección singular, para continuar en la historia la obra de Jesucristo. Por supuesto que les queda mucho que vivir y aprender, que caer y levantarse, y que ir adelante en la difícil tarea de vivir la vida de Jesús y junto a Jesús.
          A ellos les debemos nuestra pertenencia a la Iglesia, porque ellos fueron los que continuaron la obra de Jesús. y los que expandieron la fe por todas partes. Sus nombres los fue desgranando Jesús en una elección que hizo a su manera y deseo.
          El primero de esa lista fue Simón, el llamado Pedro. Y será el primero en todo, el que recibe de Jesús el encargo de confirmar en la fe a sus hermanos. Junto a Simón Pedro, está Andrés, su hermano de sangre. Y dos discípulos que van a venir a continuación, y que serán íntimos de Jesús –junto a Pedro- para momentos excepcionales de su  vida. Son Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo.
          A continuación va desgranando otros nombres que fueron de los primeros discípulos a los que Jesús llamó a ir con él: Felipe y Bartolomé (el que en otros momentos es llamado “Natanael”). Le sigue en la lista que nos trasmite Mateo, el nombre de Tomás, cuya llamada anterior por parte de Jesús no consta en ninguna parte, pero que aquí se antepone al mismo Mateo, el publicano que aceptó la llamada de Jesús.
          Los nombres que vienen a continuación salen por primera vez en esta lista de “apóstoles”: son Santiago el Alfeo y Tadeo (el conocido popularmente en nuestros tiempos por “Judas Tadeo”). Simón el fanático ocupa el puesto once, y no hay más noticias expresas de él. Y sin embargo fue tan apóstol como Pedro o Juan a Tomás.
          Finalmente en el último lugar se nombra a Judas Iscariote, el botón negro de la lista, del que siempre se acaba apostillando que fue el que entregó a Jesús. Y ya se sabe que “entrega” es a la muerte. Dicho con otra forma, fue el traidor. Tuvo en sus manos los mismos poderes que los demás: echó demonios y curó enfermedades. Pero al final no supo echar su propio demonio y curar su propia dolencia.
          Es la gran prueba de la libertad con que cada cual aceptamos o no nuestras propias responsabilidades, y las dirigimos en un sentido o en otro. Judas tuvo en su mano ser hoy un santo al que venerar por su fidelidad a Jesús. Y tuvo en su mano revolverse contra Jesús y acabar aplastando todo el bien que había recibido. Y ¡desgraciado de él!, optó por volver la espalda a su propio destino, y acabar siendo el terrible traidor que mordió la mano misericordiosa que le tendía siempre Jesucristo, su Maestro.
          Lo que va de los Once –todos ellos santos- a Judas –el traidor- es la libertad con la que se acepta o rechaza la mano amorosa de Jesús.
          Quiere el Señor que cada uno de nosotros nos alineemos detrás de alguno de los Once, y sepamos ser personas fieles al destino que nos pone Dios por delante. Y que nuestra libertad, para ser libertad verdadera, elija lo que conduce al servicio de Dios.

1 comentario:

  1. Los apóstoles, las columnas de la Iglesia. A ellos miramos para reencontrar el camino de Jesús y que podamos mejor seguirlo.
    Dios ilumine a sus sucesores, los obispos para que sigan anunciando el Evangelio verdadero.

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