martes, 17 de julio de 2018

17 julio: ¡Ay de ti...!


Ignacio a Francisco de Borja, Duque de Gandía
          Francisco de Borja estaba en los asuntos del Ducado de Gandía. Mantenía correspondencia con Ignacio por razón de la Universidad de Gandía. Ignacio envió 7 jesuitas junto al P, Oviedo.
          Ignacio dedica la carta a la parte espiritual. Alaba al Duque y se abaja a sí mismo. Quiere que Francisco de Borja no encumbre ni a él, Ignacio, ni a los jesuitas.
          Le exhorta a la unión con Dios, a la frecuentación de la Eucaristía, y le pide que le apoye con sus oraciones en la labor del superiorato de la Compañía.

Liturgia:
                      Jesús recrimina a las ciudades de Corozaín y Betsaida donde había hecho tantos milagros y sin embargo no se habían convertido ni lo habían aceptado a él. (Mt11,20-24) Jesús les hace las cuentas: si en ciudades paganas como Tiro y Sidón se hubiesen hecho las obras que se habían hecho en ellas, hace tiempo que se habrían convertido haciendo penitencia. A la hora de la verdad, el día del juicio, les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a ellas.
          Pero es que no solo eran esas ciudades impenitentes. Es que también Cafarnaúm, el emporio comercial de Palestina, entra en el mismo saco. Que si en Sodoma, con todo su desastre y mala fama, se hubiesen hecho los milagros que hizo en esa ciudad, Sodoma se hubiera salvado. Por eso el juicio a Sodoma será más suave que el de Cafarnaúm.

          No puedo menos que hacer el traslado a nuestro tiempo, a nuestras ciudades, a nuestros jóvenes, a nuestros obreros, a nuestros intelectuales…, a las gentes que andan despistadas y perdidas sin norte. Pueden tener delante miles de testimonios heroicos y valientes y ejemplares de la Iglesia en sus diversos estamentos e instituciones. Bastaría buena fe y ojos limpios de prejuicios para captar la ingente labor benéfica de la Iglesia, su labor docente, su atención al tercer y cuarto mundo con sus misioneros y la ayuda económica que esos países de frontera reciben de los fieles de esa Iglesia. Con un poco de ojos desempañados, se vería la obra ejemplar de la Iglesia, y por tanto de Jesucristo a través de sus enviados.
          Y eso, cuando la Iglesia está sufriendo el desgaste de la edad en un porcentaje elevado de sus miembros, que siguen –sin embargo- dando de sí todo lo que pueden y más de lo que pueden.
          Muchas veces me han preguntado cuando me jubilo. El cardiólogo me dice que me siente en una mecedora a leer el periódico. Las gentes se extrañan de que hombres y mujeres mayores, octogenarios y nonagenarios, sigan estando ahí en la brecha, dando lo que ya saben y ya pueden. Pero ahí están. Somos conscientes de que no tenemos fácil repuesto, y seguimos haciendo lo que las fuerzas nos permiten y nuestras capacidades nos dejan. Pero permaneciendo activos, cubriendo huecos
          Y eso no lo ven o no lo quieren ver estos nuevos “Corozaín y Betsaida”, esta nueva realidad de una Cafarnaúm de ojos ciegos para ver. Y mientras tanto surgen los nuevos “pobres de Yawhé”, las gentes sencillas que son capaces de ver y de admirar la ingente obra de la Iglesia de Jesucristo, y aún de colaborar en medio de sus también avanzados años, pero capaces de hacer todavía algo por los demás.
          ¿Quién echa cuentas de los monjes y monjas de clausura, que están ahí en la retaguardia, apoyando desde la oración y su trabajo a tantas misiones de la Iglesia? Santa Teresa del Niño Jesús (o de Lisieux), una religiosa joven y enferma, es patrona de las misiones por su labor a favor de la obra misionera de la Iglesia en los lugares más deshumanizados y necesitados.
          Por eso, si Jesús apareciera en nuestras ciudades y pueblos, tendría que repetir lo mismo que ya dijo entonces. Y los creyentes no podemos quedarnos parados ante esta avalancha del mal y esta influencia malévola de los medios de comunicación en manos de los enemigos de la Iglesia. No tenemos armas para defendernos y contraatacar. Estamos en inferioridad manifiesta de medios humanos. O recurrimos a nuestra fuerza, que es la oración y a nuestro testimonio, o nos quedaremos lamentándonos inútilmente, mientras las fuerzas del mal van ganando todos los terrenos.

1 comentario:

  1. Jesús nos ofrece la salvación a todos, pero la avalancha del mal y la influencia mal-intenccionada de los medios de comunicación es cada día más dificil de contraatacar ...Nuestra fuerza es la Oración y nuestro testimonio...Nosotros, como los paisanos de Jesús, nos pasamos la vida pidiendo milagros, nos cuesta reconocer y agradecerle tantos detalles que tiene con nosotros todos los días. Queremos los signos a nuestra imagen y semejanza y desconfiamos como desconfió Jonás.

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