domingo, 31 de julio de 2016

31 julio: San Ignacio de Loyola

Liturgia. San Ignacio de Loyola
          Los jesuitas celebramos hoy la SOLEMNIDAD de SAN IGNACIO DE LOYOLA, nuestro Fundador, que se sobrepone a la liturgia del domingo.
          Las lecturas expresan 3 características de la espiritualidad y la obra del Santo.
            1Tim 1, 12-17 sería la referencia a la vida de Ignacio. San Pablo se describe a sí mismo como un blasfemo, un perseguidor y un violento, pero Dios tuvo compasión de mí… Dios derrochó su gracia en  mí…, se compadeció de mí para que en mí mostrara Cristo toda su paciencia… Ignacio se describe a sí mismo como “soldado desgarrado y vano” (y en la expresión esa –“vano”- está indicando una vida pecadora). Pero descubre a Cristo crucificado que ha dado su vida POR ÉL, y se abre con todas sus fuerzas a preguntarse: Y yo ¿qué he de hacer por Cristo?
            La respuesta viene en el evangelio: Lc 9, 18-26, en el que se siente Ignacio interrogado por el propio Jesús: Y tú, ¿quién dices que soy yo? Para entrar Ignacio en una dinámica de conocimiento interno del Señor para más amarlo y seguirlo. Ahora bien: ¿Cómo se ama y se sigue a Cristo? Cuando se le ha conocido en su vida misma y se acaba uno identificando con el Cristo de la cruz: El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz cada día y se venga conmigo. E Ignacio querrá parecerse a Jesucristo y buscará identificarse con él en lo más característico de Jesús: la pobreza, la humillación, la cruz, en un verdadero reventón de  amor.
          El camino que sigue Ignacio lo marca la 1ª lectura:           Deut 30, 15-20 hace referencia a esa nota distintiva del discernimiento de espíritus: Hoy pongo ante ti la vida y el bien, la muerte y el mal. Si cumples lo que yo te mando hoy, el Señor tu Dios te bendecirá… Elige la vida y vivirás tú y tu descendencia, amando al Señor tu Dios, escuchando su voz, pegándote a él, pues él es tu vida y tus largos años… La vida de Ignacio se desenvolverá en esa ELECCIÓN que le pone ante la vida y las cosas con la plena conciencia de que de nada vale al hombre ganar el mundo entero si arruina su vida, lo que a su vez le conduce a vivir su vida y realizar su obra a mayor gloria de Dios para EN TODO AMAR Y SERVIR.
          La Eucaristía marca un hito en la vida de San Ignacio porque en ella recibió profundas gracias místicas de arrobamientos y lágrimas de amor, y en ella recibió una buena parte del espíritu que trasmitió a la Compañía de Jesús. La Eucaristía no era para Ignacio un añadido espiritual sino un foco de irradiación para todo el proceso de su espíritu
      Ampliamente trazo el camino de Ignacio en la entrada siguiente.


          Para vivir la vida A MAYOR GLORIA DE DIOS, pedimos en este día:

-         Para que reconozcamos que hemos salido de la mano de Dios, y a él queremos agradar, Roguemos al Señor.

-         Para que experimentemos el conocimiento interno del Señor, para amarlo más y para seguirlo mejor, Roguemos al Señor.

-         Para que utilicemos los medios humanos como instrumentos, pero eligiendo los que son más acordes con la voluntad de Dios, Roguemos al Señor

-         Para vivir el día a día con el propósito de EN TODO AMAR Y SERVIR, Roguemos al Señor.

Toma, Señor, y recibe todo nuestro ser y lo que tenemos: libertad, memoria, entendimiento y voluntad. De ti lo hemos recibido y a ti queremos entregarlo. Danos tu amor y tu gracia, que nos hacen tanta falta.

          Lo pedimos por Jesucristo N.S.

Los Ejercicios ignacianos

LOS EJERCICIOS DE SAN IGNACIO


            Hacemos Ejercicios todos los años. Y por “Ejercicios” se entiende todo modo de orar y examinar la conciencia. Por tanto vale cualquier modo de estimular el espíritu y enfrentarlo a la realidad, en orden a un cambio para el futuro.
            Luego se habla de EJERCICIOS IGNACIANOS, que son una manera concreta de enfocar el proceso de unos Ejercicios. Por lo pronto, para entender lo que son unos ejercicios ignacianos hay que partir de lo que S. Ignacio concibió como tales, que dura UN MES COMPLETO, que es el espacio mínimo que se requiere para que se pueda producir el cambio espiritual y psicológico en el ejercitante.
            Se distribuyen en “4 semanas” (de diversa duración), en las que se sigue un proceso de PURIFICACIÓN del alma, ADHESIÓN a Jesucristo, IDENTIFICACIÓN en el dolor y en el gozo. Y todo eso está flanqueado al comienzo por lo que se llama el PRINCIPIO Y FUNDAMENTO (que es un planteamiento general que arranca del plan de Dios al crear al hombre) y acaban con la CONTEMPLACIÓN PARA ALCANZAR AMOR, que vendría a ser como ese mismo “Principio y Fundamento” pero cargado ya con toda la riqueza del mes que se ha vivido a razón de 5 horas completas de oración diaria (una de ellas a medianoche).

            El proceso –que se puede seguir en la vida diaria- es el siguiente:
            1.- Dios nos ha creado para él y para que seamos felices en medio de la realidad de la vida.
            - Pero la realidad de la vida está marcada por el pecado que rompió los planes de Dios. Y YO SOY PECADOR. Se trata, pues, de adentrarse en esa realidad personal, presentándose así ante Cristo Crucificado, ante quien me he de cuestionar qué debo yo ahora hacer por Cristo.
            Ante mi realidad de pecador no debo hundirme por mi pecado, porque siempre emerge por encima de todo la misericordia de Dios.
Lo que a mí me toca es conocer a fondo mi pecado para ABORRECERLO (no sólo arrepentirme), Y como el pecado tiene unos aledaños que lo alimentan –los DESÓRDENES (el no ir por derecho a Dios)-, pido conocerlos PARA ENMENDARME. A sabiendas de que EL MUNDO y su estilo me engañan fácilmente y yo quiero conocerlo PARA ABORRECERLO y  librarme de las cosas mundanas.

San Ignacio pondrá una contemplación del INFIERNO no para meter miedo sino para ahondar en el aborrecimiento del pecado, que es el que puede crear un infierno en mi vida. Y ya se sabe que el Infierno es perder a Dios. Cristo Crucificado está de brazos abiertos a las puertas del infierno para no dejarme pasar.


2.- El ejercitante se ha preguntado ¿qué debo hacer por Cristo?
Esta nueva “semana” está destinada a ponerse ante Cristo PARA CONOCERLO INTERNAMENTE y así amarlo y seguirlo. En el Mes de ejercicios dura 11 días con un día de interrupción. Arranca desde una presentación de Jesucristo que invita a ir CON ÉL, HACER LO QUE ÉL, SEGUIRLO A ÉL. Y desemboca en un ofrecimiento generoso en el que el ejercitante –actuando contra su amor propio y amor a la comodidad y a los atractivos del mundo- QUIERE Y DESEA Y ES SU DETERMINACIÓN vivir la vida de Cristo con las características de pobreza y humildad, incluso en la humillación.
Y se va poniendo al alma ante la humildad (=vaciamiento) de la Encarnación; la pobreza radical del Nacimiento…, la Vida Oculta de una familia normal y Jesús que se queda en el Templo para hacer la voluntad de su Padre. Son 4 días en esas contemplaciones.
Al 4º día se interrumpe el proceso de las contemplaciones de la vida de Jesús para hacer una reflexión muy profunda:
a).Aun dentro de los mejores deseos, cabe el engaño sutil; la tentación de “tener”, de “figurar”, de sacar la cabeza, son los medios que vienen del enemigo.
El desprendimiento, el no anteponerse a nadie, la humildad, son los caminos del Señor.
Hay mucho que pedir para no ser engañados. Y se le pide a la Virgen, a Cristo y al Padre.
b).Supuesto que se asienta uno en esos pasos de Jesús, hay que calibrar el grado del verdadero QUERER. Porque hay un querer que nunca llega a elegir lo que debe (“querría”); otro “quisiera” pero que no se adapta a la voluntad de Dios sino que quiere que Dios se adapte a la propia voluntad. [“Por qué Dios no va a querer…”; “qué tiene esto de malo”…]. Y hay un QUERER auténtico que pone por delante hacer la voluntad de Dios, e incluso yendo más allá de lo estrictamente necesario.
c): Todo eso se soluciona cuando hay un AMOR A JESUCRISTO por el que se busca PARECERSE A ÉL, viviendo lo que vivió él y al modo que vivió él: en pobreza, humildad y cruz.
Todo esto desemboca en LA ELECCIÓN de un modo de vida que el ejercitante ha descubierto que Dios le pide. No se concluye aquí esta elección porque nos queda que seguir mirando a Jesús.

Luego continúa la “semana” con contemplaciones de la vida de Jesucristo para ir asimilando un estilo de vida, de pensamiento, de deseo, etc., acorde con la persona de Jesús que nos muestra el Evangelio.

3.- Del conocimiento interno del Señor pasamos a la identificación con Jesús en el dolor. Es “la 3ª semana”. En la que se afronta la Pasión de Cristo, no con ánimos de devoción y emociones espirituales sino para sentir dolor CON Cristo doloroso; quebranto CON Cristo quebrantado, lágrimas y pena interna por tanto como Cristo penó por mí.
Cristo fue el que ELIGIÓ la voluntad del Padre, y la vivió aunque le costó la muerte. El Ejercitante HA ELEGIDO una forma de vida y la ha de llevar adelante cueste lo que cueste. En la actitud de Cristo tiene el modelo, y el ejercitante escarmienta en cabeza ajena para llevar adelante su propia cruz (que es su vida acorde con la voluntad de Dios y en identificación con Cristo).

4.- Quien ha seguido a Jesús en el penar, lo sigue también en la gloria. La nota específica de esta “4ª semana” es que el ejercitante pide sentir el gozo por ver a Cristo gozoso. El gran triunfo del ejercitante no es su triunfo sino el de Jesús, que viene a manifestarse tan milagrosamente y VA CONSOLANDO a unos y otros.
Y uno de los que quedan consolados es el propio ejercitante que participa ya de la alegría de Jesús. Y sus sacrificios –los que le toca afrontar a partir de ahora- no es que desaparecen sino que tienen otra luz. No es que la vida se hace Jauja sino que la luz de la resurrección los sobrepasa.


Acabará todo con esa CONTEMPLACIÓN  en la que todo se mira, se vive, se concreta en el AMOR QUE DIOS HA TENIDO, que está pidiendo una respuesta generosa de amor.
Por eso se concluye la experiencia de todo un mes en la síntesis completa de la donación de sí mismo: TOMA, SEÑOR, Y RECIBE TODA MI LIBERTAD, MI MEMORIA, MI ENTENDIMIENTO Y TODA MI VOLUNTAD; TODO MI HABER Y MI POSERR. TÚ ME LO DISTE; A TI, SEÑOR, LO TORNO. TODO ES TUYO. DISPÓN DE MÍ A TU VOLUNAD. DAME TU AMOR Y TU GRACIA. ¡QUE ÉSTA ME BASTA!


O bien, en síntesis total: EN TODO AMAR Y SERVIR.

sábado, 30 de julio de 2016

30 julio: El dolor de los cristos

Liturgia
          A Jeremías lo declaran reo de muerte porque ha profetizado contra Jerusalén (Jer 26, 11-16. 24). Jeremías explica que él no ha hecho más que predicar la palabra que le ha llegado de Dios. Pero que si ellos se convierten y enmiendan conducta y acciones, Dios se volverá atrás de su amenaza. Con toda resignación les dice que él está en manos de aquellos dirigentes, pero que si lo matan, van a derramar sangre inocente porque verdaderamente el Señor le ha enviado a anunciar aquello.
          Da resultado la defensa que ha hecho Jeremías y los sacerdotes y profetas reconocen que no es reo de muerte porque Jeremías no ha hecho sino obedecer al Señor.
          Ajicán tomó a su cargo a Jeremías para que no lo entregara el pueblo a la muerte.

          No tuvo Juan Bautista la misma suerte con Herodes y con las intrigas de Herodías (mujer de su hermano Felipe pero con la que Herodes se había unido). Mt 14, 1-12 nos narra la historia de la muerte del Bautista, por la inquina que Herodías le había tomado porque le repetía a Herodes que no le era lícito vivir con la cuñada.
          El caso se presentó favorable para aquella mujer cuando Herodes, alegre por el vino y pasándose de la raya en sus promesas, ofreció a la hija de Herodías cualquier cosa que pidiera (para premiarle su danza ante los comensales). Herodías aprovechó la ocasión para que su hija pidiera la cabeza de Juan el Bautista, allí mismo, en una bandeja.
          Y Herodes no tuvo valentía para oponerse a aquella ejecución y al Bautista, que al fin y al cabo le trasmitía la voluntad de Dios, acabó degollándolo, y así la cabeza de un profeta pagó el baile de una danzarina.
          El rey lo sintió. Pero bien definida queda la calaña del dirigente que no impidió aquella injusticia. Así, muchísimos años después de la liberación de Jeremías, porque hablaba palabra de Dios, cayó la cabeza de Juan por la tozudez de un rey que no supo escuchar esa misma voz que le trasmitía el Bautista.

          Nos queda que rezar con especial devoción el SALMO 68: escúchame, Señor, el día de tu favor. Arráncame del cieno; que no me hunda; líbrame de los que me aborrecen… Que no me arrastre la corriente, que no me trague el torbellino… Yo soy un pobre malherido. Dios mío, tu salvación me levante… Buscad al Señor los humildes y vivirá vuestro corazón.


          En las vísperas de SAN IGNACIO DE LOYOLA podemos venir a su contemplación de Cristo paciente, cuando el santo salta desde el conocimiento interno a la identificación con los dolores de Cristo. De modo que sitúa al ejercitante no ya “ante Jesús”, mirándolo y contemplándolo para conocerlo y amarlo, sino “EN JESÚS”, en la piel misma de Jesús para sentir dolor con Cristo doloroso, quebranto con Cristo quebrantado, lágrimas y pena interna de tanto como Cristo pasó POR MÍ. Se trata de “escarmentar en cabeza ajena” en el dolor de Cristo, incorporándome a él y arrostrando por él y con él la propia cruz. Quien quiera venir detrás de mí que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Ahora la cruz no es un madero que se arrastra sino un modo de vida que se abraza.
          Eso tiene su concreción en los proyectos que se ha ido fraguando el ejercitante, que van a suponer un sacrificio para vivir la vida de cara a Dios (sin determinarse por nada que pueda dejarlo a un lado). Jesucristo ha sido plenamente decidido de llegar hasta el final, y ese es el camino que ya tiene marcado el que ha llegado hasta este momento de la Pasión. Se comprende que no estamos ante devociones y emotividades ante los pasos de la Pasión, sino ante una toma de postura en la que se deja uno clavar en la propia cruz.

          Y juntamente se hace uno Cireneo del pobre, del que sufre, del que lleva su cruz a cuestas, del necesitado que camina en la senda de la vida en la que el ejercitante se ha situado ya con plena decisión y ha aprendido a hacerse uno con el que lo necesita. Ese es precisamente el Cristo real con el que ha de compartir la misma cruz de Cristo, el quebranto y el dolor de Cristo, el penar de Cristo…, que primero LO PASÓ POR MÍ.

viernes, 29 de julio de 2016

29 julio: El poder de la crítica

Liturgia
          Las dos lecturas de hoy vienen a coincidir en el daño que hace el posicionamiento crítico ante una situación. Jer 26, 1-9 nos presenta el encargo de Dios al profeta, de situarse en el atrio del templo y allí anunciar una amenaza de Dios. No perdamos de vista situaciones semejantes, que expresan una pedagogía de Dios, que avisa pero que no quiere realizar. Recordemos la predicación de Jonás en Nínive, que es acogida favorablemente por la ciudad y su rey y que acaba por no realizarse la amenaza. ¡Que era lo que Dios pretendía! Y como ese caso hay varios a través de la Biblia, en los que Dios se goza con “arrepentirse” de la amenaza, porque gracias a ella se ha producido la conversión que Dios pedía. Porque el principio general es que Dios no quiere la muerte del pecador sino que se convierta y que viva. Y aquí se dice expresamente: A ver si escuchan y se convierte cada uno de su mala conducta, y me arrepiento del mal que les anuncio a causa de sus malas acciones.
          Sobre Jerusalén ahora Jeremías anuncia, pues, que si no me obedecéis cumpliendo la ley que os di, y escuchando las palabras de mis siervos los profetas (que os enviaba sin cesar), entonces trataré a este templo como al de Silo y a esta ciudad bajo maldición.
          Oyen aquello los sacerdotes y el pueblo y, lejos de convertirse, declaran a Jeremías reo de muerte por haber profetizado contra la ciudad y el templo. La amenaza de Dios, que iba con una finalidad pedagógica, no ha surtido su efecto, y la gente se ha envenenado más. El pueblo se juntó contra Jeremías. Iban contra el mensajero y olvidaban o desechaban el mensaje.

          En Mt 13, 54-58 Jesús ha ido a Nazaret, su pueblo. Allí hay un doble movimiento de las gentes. De una parte, la admiración porque conocían a Jesús de 30 años como un hombre bueno del pueblo, pero nada más. Ahora encontraban que predicaba y tenía una fuerza su predicación. Y además hacía milagros. Y eso les producía admiración. Pero al lado están “los comentarios”, los que dicen sin decir, los que dejan caer como si nada…, pero que en el fondo son críticas solapadas…, “comentarios” (que solapan la malicia): ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No es su madre María, y no conocemos a su parentela? ¿No viven aquí entre nosotros? Entonces, ¿de dónde saca todo eso? Y desconfiaban de él. No es que aquella forma de hablar de Jesús les suscita un interés; no es que sus milagros hacen pensar. Es toda la labor de zapa de unas gentes que no pretenden sino derruir al personaje. “Critica, critica, que algo queda”…, ese principio diabólico que es tan fácil y que más de una vez se queda como “inocente comentario” que no lleva nada de inocencia y mucho de mala fe.
          La consecuencia fue que Jesús no pudo hacer allí muchos milagros. Si Jesús se apoyaba normalmente en la fe de las personas y aquí no se han situado en la actitud de fe, es natural que han cerrado la fuente de esos milagros.
          Yo quiero hacer reflexión sobre las consecuencias de muchas conversaciones –“comentarios”- de personas habladoras que parecen no decir nada…, pero que en el fondo están minando alguna actitud o situación. E invito a un ejercicio de cierto “silencio” o prudencia del alma para evitar hablar más de la cuenta. Y que no se evita el mal porque la persona “declare” de antemano que “no pretende criticar”…, pero bla, bla, bla…


          La repetida petición de SAN IGNACIO EN LOS EJERCICIOS es el “conocimiento interno del Señor (que por mí se ha hecho hombre) para que más le ame y le siga”. Y para ello pone al ejercitante de cara al evangelio durante 5 horas diarias unos 10 días (50 horas de contemplación de Jesús), para que se vaya produciendo un “contagio” desde la persona de Jesús –sus hechos, sus reacciones, su estilo, sus sentimientos, su modo de pensar…- que vayan modificando las actitudes y los criterios del que se ejercita.

          Puede preguntarse si Jesús es el hijo del carpintero y de María…, pero con tal fe que se sienta cogido el ejercitante por ese Jesús que pasó por el mundo haciendo el bien, siendo uno de tantos pero revestido de autoridad y viviendo una vida ejemplar y enseñando una doctrina sublime, invitando a seguirlo a él y llamando de diferentes maneras a las gentes para que se incorporen al Reino de Dios.

jueves, 28 de julio de 2016

28 julio: Red y peces

Liturgia
          Jer 18, 1-6 es un texto consolador; una esperanza que Dios ofrece al profeta. El alfarero al que le sale mal una pieza, la vuelve a la masa y configura otra pieza. ¿Y no podré hacer yo con vosotros algo semejante? Dios es el alfarero de Jerusalén y si Jerusalén ha dado mal resultado, Dios podrá empezar de nuevo su obra y crear un mundo nuevo en aquella ciudad.
          Trasladado a nuestra realidad, podemos mirar que nuestro pasado no haya dado el fruto apetecido, el esperado por Dios, y aun el esperado por nosotros mismos. Pero no se ha perdido todo. Cabe reempezar, rehacer mirando mucho más al Señor, y buscando ser “pieza de alfarero” como corresponde a tal Alfarero.
          Me gusta insistir siempre, en la confesión, que una cosa es el pasado (que ya ha ocurrido y no puede negarse) y otra cosa es la mirada hacia adelante en la que hay que fijarse un objetivo concreto sobre la base de ese pasado que se ha vivido. Es valorar el propósito de enmienda que es inherente a toda buena confesión, y que puede potenciarse con un examen diario de ese punto concreto que se ha propuesto como propósito u obsequio al amor de Dios.
          Mt 13, 47-53 viene a repetir el argumento de la parábola de la cizaña, haciéndolo incluso más comprensible. En la cizaña crecen juntos trigo y cizaña, y la separación la hacen los segadores del final de la historia.
          Aquí se habla de esa red que se echa al mar de la vida, y recoge toda clase de peces; unos que sirven y otros que no sirven. Al final, los pescadores se sientan en la orilla para hacer el apartado: los peces buenos son recogidos en los cestos; los peces incomestibles se tiran.
          Otra vez aparecen los ángeles que, en el momento final de la vida, vienen a separar a los buenos de los malos. Los que fueron malos en la vida son echados al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.
          Siempre que llego a esa expresión de Jesús me viene al recuerdo aquella historia real de unas personas que se disponen a irse porque los buscan para matarlos, y tienen el coche en la puerta. Y cuando van a arrancar, a uno se le ocurre que algo se le ha olvidado en la casa y va a subir en un momento. Cuando baja, el coche está rodeado por los enemigos que los detienen y se los llevan. Y en su mazmorra, aquel individuo se tiraba de los pelos…; todo preparado, el coche a la puerta, el pie en el estribo…, y por aquella tontería… es el llanto ya inútil; el rechinar de dientes por la ocasión desperdiciada.
          Es lo que dice Jesús. Porque los malos no tenían que haberse quedado en su maldad; todos tenemos una oportunidad para salir de un estado… El malo tiene conciencia para poder ser bueno… Si no lo es, es su tormento después, porque perdió su oportunidad.
          Y Jesús presenta la vida así: en la vida todos están para ser recogidos un día; lo que va a variar el desenlace es estar en el área de las buenas personas, o haberse quedado en el mundo de la injusticia vital.
          ¿Lo habían entendido los apóstoles? –Pues sí. No necesitaron explicación. Y Jesús lo confirma con otra parábola muy breve: en el reino de los cielos se repite la vida de un padre de familia, que saca de su baúl elementos nuevos y otros antiguos. Todos le sirven para algo. Y aquí cualquier comparación le sirve a Jesús para exponer la realidad del Reino de los cielos en la tierra…, la realidad de la vida de los hombres.


          SAN IGNACIO nos propone 3 actitudes de respuesta cuando hemos concebido una buena idea. Una respuesta que no es coherente con la buena idea porque la deja el individuo para luego… Y nunca llega ese luego. Y le coge la muerte sin haber dado buena  respuesta.
          Otro es el que quiere dar respuesta…, pero “la suya”, “a su manera”, a su comodidad. Por supuesto no se pone delante en serio a Dios, aunque pretende el individuo coincidir con Dios…, o mejor dicho: que Dios coincida con él; que Dios sea el que ceda…; que se haga la voluntad del individuo y que Dios esté conforme.
          El tercero deja todo en manos de Dios y hasta es capaz de renunciar a cosas buenas suyas. Lo que le importa es que la voluntad de Dios se haga, y él hacer conforme a esa voluntad. Y no quiere otra cosa.

          Fácil es colegir quién es bueno y quien malo, aunque todos partieran de una “buena idea”.

miércoles, 27 de julio de 2016

27 julio: Tesoro en el campo y joya preciosa

Liturgia
          Después de leerme varias veces el texto que hoy nos propone la liturgia del día (Jer 15, 10, 16-21), llego a la idea de que hay un montaje de planos en los que Jeremías habla de sí mismo y como personificación de Jerusalén. Habla de sí presentando de una parte su fidelidad y de la otra sus sufrimientos. Y ahí enlaza con Jerusalén a la que Dios quiere hacer volver, y que separa la escoria de lo precioso, y que ese pueblo quede constituido como muralla de bronce, inexpugnable, porque Dios está con ella: Te libraré de manos de los perversos, te rescataré del puño de los opresores.
          Dios es mi refugio en el peligro, canta el SALMO 58.
          Mt 13, 44-45 son dos breves parábolas paralelas con las que Jesús da la esencia del Reino de los cielos (Reino de Dios aquí en la tierra). Es algo tan preciado y maravilloso que se compara al tesoro hallado en un campo por un hombre que de nuevo lo entierra, y va y vende todas sus posesiones para poder comprar el campo del tesoro, a sabiendas de que es más válido y rico que todo lo que ha dejado. Es la presentación en positivo de la enseñanza de Jesús: ¿De qué le vale al hombre la vida entera si arruina su alma? Aquí en la parábola arruina toda su riqueza y la vende para ganar el tesoro escondido.
          Es el mismo argumento del joyero que ha encontrado una piedra preciosa de inmenso valor, y entonces vende todas las otras joyas que tenía con tal de comprar aquella tan especial que se le ha presentado.
          El Reino de Dios lo entendieron los santos: son los que han minimizado todo lo que hubo a su alrededor para poder vivir de pleno el evangelio con todos sus detalles. Por eso en las causas de beatificación y canonización se estudian las virtudes heroicas  de esas personas. Y lo heroico está en ese haber sabido desprenderse de todas las otras cosas con tal de adquirir la joya de gran valor que es el evangelio. Como aquello que se cuenta en la vida de San Francisco, en que se le pide que viva el evangelio a la letra, a la letra, a la letra; sin glosa, sin glosa, sin glosa.
          Es la gran diferencia con lo que ocurre en la realidad de la vida: se busca “la interpretación” de las exigencias evangélicas, la acomodación, la sordina de las llamadas que nos hace el evangelio, para acabar reduciéndolo al mínimo… Aquello de la gente buena que es el mínimo para no ser perversa. ¡Y sálvese quien pueda!, que es lo que Jesús dice elegantemente: quien tenga oídos para oír, que oiga.
          Y esta vez no sé si puedo decir algo más. Al menos no se me ocurre. Acentuaría esa última recomendación de Jesús y la pondría como materia de oración y de examen, que es lo único que queda por hacer.


          SAN IGNACIO tiene un momento clave en los Ejercicios cuando pone al ejercitante ante CRISTO CRUCIFICADO, para hacer ese examen de su vida, con tres preguntas ante ese Cristo de la cruz:
-          ¿Qué he hecho yo por Cristo? Y no queda sino que mirar a la vida vivida anteriormente, a lo que fue esa vida antes de haberse plantado el alma ante esa imagen del Cristo que está crucificado POR MÍ. Toca ver si se vendió todo para comprar aquel campo… Y la vida vivida no da precisamente un balance positivo.
-          ¿Qué hago por Cristo? Y ya se plantea el presente: lo que actualmente estoy siendo y haciendo… Lo que supone haber minusvalorado todo cuando se ha encontrado uno con ese Cristo de gran valor.

-          ¿Qué debo hacer por Cristo? Y ahí queda el ejercitante enfrentado a su futuro…, al evangelio sin glosa…, a la letra…, a la llamada interior de Jesús que nos presenta el Reino de los cielos y nos llama a vivirlo en toda su verdad.

martes, 26 de julio de 2016

26 julio: Explicación de la cizaña

Liturgia
          Hoy celebramos a SAN JOAQUÍN y SANTA ANA, “padres de la Virgen María”, como figura en la reseña litúrgica de la “memoria”. Al ser “memoria litúrgica” no hay que seguir sus lecturas propias, salvo en los lugares donde se le tributa culto expreso o se les recuerda como patronos.
          Dado que la riqueza de la pedagogía litúrgica está más en la continuidad de los textos de cada día, me remito a ellos. El primero es de Jeremías (14, 17-22), un lamento del profeta, cuyos ojos se deshacen en lágrimas por la terrible desgracia de Jerusalén. El profeta describe la desolación del lugar: Salgo al campo, ¡muertos a espada!, entro en la ciudad, ¡desfallecidos de hambre! Profeta y sacerdote deambulan sin sentido por el país…
          Y el profeta se dirige a Dios, único punto de apoyo, y le hace una queja filial: ¿Por qué nos has herido sin remedio?, para desembocar en un reconocimiento del mal que ha hecho aquella ciudad, los antepasados y los actuales: Hemos pecado contra ti. Pero no nos rechaces…, no desprestigies tu trono glorioso; recuerda tu alianza con nosotros… Tú eres nuestra esperanza, porque tú lo hiciste todo.
          El SALMO 78 recurre a la razón máxima para obtener el favor divino: el propio honor de tu Nombre, donde el salmista se desprende de las propias ventajas para mirar únicamente la gloria de Dios.

          El evangelio (Mt 13, 36-43) es la explicación que el propio Jesús da a sus apóstoles de la parábola de la cizaña. Era la pedagogía que estaba utilizando con ellos, primero cuando el sembrador y ahora a propósito de la cizaña, para que ellos se familiaricen con el modo de enseñanza de Jesús, y se hagan cargo del reino de Dios o reino de los cielos.
          Es el propio Jesucristo quien siembra la buena semilla –el buen trigo-, que lo esparce por todo el mundo, y que lo acogen las buenas personas, que son los ciudadanos del reino.
          La cizaña son los partidarios del espíritu del mal, los enemigos del bien, los seguidores del diablo.
          La cosecha mira al fin de los tiempos; por eso no se puede tener suficiente perspectiva cuando pretendemos que sea ahora cuando la cizaña desaparezca. Jesús mira con dimensiones de historia.
          Los segadores son los ángeles. Ellos separarán las ovejas de las cabras, el bien del mal, los buenos de los que obran el mal. El hijo del hombre arrancará de la tierra a los que obran el mal: los corruptores y los malvados, que quedarán separados definitivamente en el horno de fuego, donde vendrá entonces el llanto y el rechinar de dientes, porque entonces ya no habrá remedio al mal que se pretendió hacer. Y los mismos que fueron cizaña, ahora querrían dar marcha atrás, pero ya no hay oportunidad. Se ha cerrado la posibilidad de regreso.
          Mientras tanto, el buen trigo, los justos, brillarán como el sol en el Reino del Padre. Y apostilla Jesús (y creo que hoy día tendríamos que ser muy sinceros para aceptar toda la palabra de Jesús: el que tenga oídos para oír, que oiga). Los que estamos en el “campo” donde la buena semilla ha sido sembrada por Jesús, caminemos con esa mirada puesta en el bien, y no nos dejemos engañar por cantos de sirena que intentan suavizar y aflojar el sentido de las palabras de Jesús…, la fuerza del evangelio.

         

          Una de las clásicas y distintivas contemplaciones de SAN IGNACIO DE LOYOLA va a poner al ejercitante ante el peligro que trata de hacer fácil y suave el camino del evangelio, pretendiendo “ser buenos” pero “sin exagerar”. Como una dramatización de la parábola de la cizaña, Ignacio imagina una lucha de dos jefes (dos banderas de ejércitos contrarios), uno capitaneado por el engaño del mal (engaño disimulado para atraer a su causa), y el otro capitaneado por Jesús, que pone sobre el tapete el evangelio sin disimulos ni afeites. Y el ejercitante ha de caer en la cuenta de que esa lucha no se libra en un campo de batalla ajeno sino en su misma realidad personal, en el día a día, en sus pensamientos y sentimientos, en la actuación diaria de la persona a solas y de su relación hacia afuera. Se juega el ejercitante sus criterios y su apego a una cosa o a otra. De ahí saldrá un final que ha de ser el de justos que brillan como el sol en el Reino de Dios. El que tenga oídos para oír, que oiga.

lunes, 25 de julio de 2016

25 julio: Santiago apóstol

Solemnidad de SANTIAGO, apóstol
Patrón de España
Liturgia
          El contenido de las lecturas de hoy es muy rico. Supuesta la llamada de Jesús, que hizo discípulos suyos a Santiago y Juan su hermano, nos encontramos con un evangelio (Mt 20, 20-28) muy conocido y de mucha enjundia. Santiago y Juan no han entendido aún lo que es el reinado de Jesús, y lo tienen identificado con un dominio humano. Según eso vienen a pedir a Jesús ser tenidos como el brazo derecho e izquierdo en ese momento en que Jesús sea rey.
          Jesús les corrige: No sabéis lo que pedís. Y los lleva al otro terreno: ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber? De seguro que ellos no entendieron aquello del “cáliz” pero sí les era inteligible que era el que “yo he de beber” (por el que va a pasar el propio Jesús). Y apoyados en esa seguridad de la unión al Maestro, responden muy decididos que pueden. Y Jesús les confirma que –en efecto- lo beberán, al mismo tiempo que les quita de la cabeza aquello de los puestos de privilegio, que se quedan en la voluntad misteriosa del Padre.
          De hecho, Santiago va a ser el primero de los apóstoles que beba aquel “cáliz”. Se ha compuesto una lectura primera del libro de los Hechos de los Apóstoles (4, 33. 5. 12, 27-33; 12. 1) que nos narra la acción de los apóstoles que daban testimonio con mucha fuerza de la resurrección de Jesucristo, y hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo. Todo eso lo llevaban muy a mal los jefes religiosos, que conducen a los apóstoles a presencia del Consejo y les conminan: ¿No os habíamos prohibido hablar en nombre de “Ese”? En cambio vosotros habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la muerte de “ese”.
          La consecuencia a la que llega todo eso es a la decisión de Herodes de decapitar a Santiago, el hermano de Juan. Tenemos, pues, el testimonio del martirio de Santiago, acreditado por el libro 2º de San Lucas. Santiago ha bebido el cáliz del Señor, siendo el primer apóstol que derrama su sangre por la fidelidad al Maestro y a su evangelio.
          San Pablo hace una emocionante descripción de la vida de los apóstoles en 2Cor 4, 7-15. Llevamos el tesoro de Jesús en vasijas de barro (en la realidad humana), para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros. Nos aprietan por todos lados, pero no nos aplastan; estamos apurados pero no desesperados; acosados pero no abandonados; nos derriban pero no nos rematan; en toda ocasión y por todas partes llevamos en nuestro cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo.
          Es una descripción impresionante de la vida del apóstol, y su sentido pleno en la historia del cristianismo: la muerte, en los talones…, y sin embargo la vida sobresaliendo siempre de entre los escombros a que los someten las fuerzas del mal… Mientras vivimos, continuamente nos están entregando a la muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal.
          Aquel “Podemos beber el cáliz de Jesús” que afirmaron  Santiago y Juan, hecho realidad en todos los apóstoles, y siendo el presagio de la vida del Reino que sólo así puede entenderse en su realidad total.



          SAN IGNACIO DE LOYOLA fundamenta todo el cambio en la vida del Ejercitante, en el seguimiento de Jesús en su Reino. Y su reino le es manifestado a través de muchas horas de contemplación de la persona de Jesús para ir conduciéndolo a la aceptación de una vida en la que camina con él, goza con él, sufre con él, “trabaja” con él en los duros trabajos del evangelio, hasta llegar a la identificación con el propio dolor de Cristo doloroso acompañado hasta la cruz, para luego –finalmente- experimentar el gozo intenso de Cristo resucitado. La descripción de Pablo ha de ser asimilada a través de horas de contemplación sobre la persona de Jesucristo, a conciencia de que el propio ejercitante ha de ser ese apóstol que vive el evangelio y se presta al sacrificio del YO para hacer resaltar la figura del mismo Jesús. Porque al final ya no vive para sí y en afirmación de sí el ejercitante, sino que su vida es Cristo, y Cristo vive ya en él.

domingo, 24 de julio de 2016

24 julio: Oración sencilla y perseverante

Liturgia
          El Domingo 17 C, T.O. centra todo su mensaje en la ORACIÓN y en la fuerza de la oración perseverante. Desde la 1ª lectura (Gn. 18, 20-32), ya se ha puesto delante aquella repetitiva oración de Abrahán en su afán de salvar a Sodoma y Gomorra. Es una oración de confianza casi infantil de Abrahán con Dios, razonándole para que no castigue a aquellos pueblos. Empieza por presentar una petición a favor de 50 personas buenas. Y como Dios condesciende, Abrahán baja ahora el número a 45…, a 40… Y como quien toma confianza, ahora empieza rebajar no de 5 en 5 sino de 10 en 10, hasta llegar a la cifra mínima de poder encontrar 10 personas buenas. Abrahán ya ha ganado el corazón de Dios con su humilde petición, y Dios promete que en atención a las solo diez buenas personas, no realizará el castigo que había decidido contra aquellas ciudades.
          Es un ejemplo ante nosotros de la fuerza que tiene la oración sencilla ante Dios.

          En el evangelio (Lc 11, 1-13) se insiste nuevamente en el tema de la oración, el modo de la verdadera oración y la insistencia y perseverancia que debe tener.
          La materia de la oración es la del PADRE NUESTRO, que Lucas presenta en su versión más reducida, más substancial. El modo es el de la insistencia. Dios no se cansa de escucharnos; nosotros no podemos cansarnos de pedir. Y para hacerlo visible a aquellas gentes que entendían con ejemplos, les pone el caso de un hombre al que se le ha presentado una necesidad y viene a pedirle al amigo unos panes. Pero el amigo ya se ha acostado y no se decide a levantarse. Si el amigo insiste,  acabará levantándose y le dará cuanto necesite.
          Dios nos escucha. Pero quiere que tengamos esa confianza y esa insistencia en nuestra oración. No es correcto decir: “Dios no me escucha”, sino que hay que volver una y otra vez sobre la misma petición. Dicen los autores ascéticos que no se trata de que tengamos que “convencer” a Dios sino de que aumentemos nosotros nuestra fe y que –hasta es posible- que aquilatemos nuestra petición y la hagamos más acorde con la voluntad de Dios.
          Que por parte de Dios siempre va a haber respuesta, pero quizás no exactamente tal como pedimos. Tenemos la certeza de que Dios nos va a escuchar, nos va dar más fe y más gracia (nos va dar Espíritu Santo). Lo que podemos estar seguros es que no nos va a dar algo malo. Un padre cualquiera si su hijo le pide pan no le da una piedra. ¡Cuánto más delicado será Dios para quien le pida!
          Concluye Jesús haciéndonos caer en la cuenta de que nosotros, con no ser perfectos, no damos una cosa mala a quien nos pidió algo. Ya podemos estar bien seguros de que Dios, que es excelentemente bueno, nos va a dar siempre cosas buenas. Puede ser que no obtengamos exactamente lo que pedimos, pero eso no significa que Dios no nos escuchó sino que fue mucho más adelante de lo que nosotros habíamos pedido.
          Cuando el que pide tiene ojos de fe, acaba siempre descubriendo que recibió más y mejor de lo que él había pedido, y que –como dice la gente sencilla- Dios no se queda con nada de nadie. Siempre va delante y vamos encontrando respuesta a nuestras peticiones. A veces nos sale por dónde menos hubiéramos imaginado pero que sobrepasa nuestra petición. Y hemos de concluir a las claras que Dios va mucho más allá de lo que pudimos pensar.
          Puede resumirse todo este evangelio (y todo el contenido de la liturgia de este domingo) en las tres palabras utilizadas por el mismo Jesús al exhortar a sus apóstoles a orar; PEDID, BUSCAD y LLAMAD: Pedid y recibiréis, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá. Y todavía lo recalca más, asegurando que el que pide, recibe; el que busca, halla, y al que llama se le abre. Lo ha dejado muy claro y no nos queda otra salida que vivir esa seguridad de la oración sencilla, humilde y confiada.

          En la NOVENA DE SAN IGNACIO podemos descubrir que el Santo basó todos los Ejercicios en la ORACIÓN, multiplicando modos y formas distintas de orar: tres modos de oración sencilla, que es casi respirar orando, de examen sobre los mandamientos, examen sobre la misma oración que se ha hecho…, oración de meditación con la memoria, el entendimiento y la voluntad, de contemplación evangélica, de aplicar los 5 sentidos como el que oye, huele, saborea… la persona de Jesús y sus cosas, de petición… Y toda la transformación que hace el ejercitante, la hace desde la ORACIÓN.






          Siguiendo la enseñanza de Jesús venimos a ti, Padre Bueno, a presentarte nuestras peticiones.

-         Pedimos por el Papa. Por la Iglesia y por el encuentro de la juventud en Cracovia. Roguemos al Señor.

-         Buscamos tu Gracia que nos es tan necesaria.  Roguemos al Señor.

-         Llamamos a tu Corazón, Dios nuestro, suplicándote por nuestras muchas necesidades. Roguemos al Señor.

-         Venimos a ti, Padre nuestro, esperando que nos darás cosas buenas. Roguemos al Señor.


Danos humildad y perseverancia en nuestras súplicas, para poder llegar así a tu Corazón de Padre Bueno y obtener esas gracias que esperamos.

          Lo pedimos por Jesucristo N.S.

sábado, 23 de julio de 2016

23 julio: Trigo y cizaña

Liturgia
          Jeremías ha de comunicar las palabras que Dios pone en su boca y actuar al modo en que Dios se le manifiesta. Hoy ha de ponerse a la puerta del templo para gritar allí la palabra de Dios. Y esa palabra es una llamada al cambio de actitudes (7, 1-11): Enmendad vuestra conducta y vuestras acciones (actitudes y actos), y habitaré con vosotros en este lugar.
          Si enmendáis vuestra conducta y acciones, si juzgáis rectamente entre un hombre y su prójimo, si no explotáis al forastero, al huérfano y a la viuda…, habitaré entre vosotros…
          A continuación les hace el examen de conciencia y les hace caer en la cuenta de que sus actitudes no son esas, pero pretenden justificarse viniendo al templo. Atención, que yo lo he visto.
          Es muy interesante la reflexión a la que nos lleva este texto, pues por una parte Dios está prometiendo su presencia entre nosotros, advirtiendo de defectos que hay que evitar. Pero al mismo tiempo está llamando la atención de que la conducta no es recta y que es fácil querer engañarse con falsas piedades. Y la conclusión es que no vale la trampa y la justificación, ¡porque yo estoy viendo! Y la mirada de Dios no se engaña. Esto nos debe ayudar a ser muy sinceros en nuestras actitudes y en nuestras obras.

Mt 13, 24-30 es otra de las parábolas célebres de Jesús. La realidad de la vida –dice Jesús- es como la siembra que hace un hombre justo que siembra buena semilla en su campo: buen trigo para una buena cosecha. Pero conforme crece y va dando espigas, aparecen juntamente con el trigo las matas de cizaña. No se lo explican los obreros que saben que han sembrado buena semilla. ¿De dónde brota la cizaña? De un enemigo que la ha sobresembrado.
Dios hizo el mundo bueno. Dios empleó “los mejores materiales” para el desarrollo de este mundo. ¿Cómo es posible que el mundo esté tan vuelto del revés? De Dios no puede proceder lo malo, y sin embargo en ese mundo que Dios ha creado (y que estaba todo muy bien hecho), ha surgido el mal, y ha surgido con una fuerza llamativa, de modo que no sólo está la maldad sino que lo malo ahoga lo bueno.
La pregunta de los buenos obreros es si no deben salir a arrancar la cizaña para que no estorbe el crecimiento del trigo. Pero el dueño advierte que eso es imposible porque arrancando la cizaña arrancarían también el trigo bueno, porque sus raíces están echadas en el mismo campo.
Y la paciencia del dueño del campo se extiende al tiempo de la recolección, que será el momento de segar primero la cizaña para quemarla, y luego el trigo para recogerlos en los graneros.
Estamos ante la historia real de la vida. Crecemos juntos unos y otros. Dios es tan paciente que no pretende arrasar a los malos para defender a los buenos. Aquí entraría también una realidad que subyace a toda la descripción: que en el caso de la realidad de la vida, los malos pueden acabar por convertirse, y por eso la solución no es eliminarlos. Tiempo habrá, cuando se llegue al final de la historia, segar antes la maldad y arrojarla al fuego, y recoger luego el buen trigo. Es la maravilla de la paciencia de Dios que siempre puede esperar un año más antes de cortar la higuera, porque siempre es posible que acabe dando fruto comestible. Que si no, en la última hora los obreros sabrán hacer el apartado de lo malo, y la recolección de lo bueno, que acabará en las manos de Dios.


ESTAMOS EN LA NOVENA QUE PREPARA LA FIESTA DE SAN IGNACIO DE LOYOLA. Acorde con esta liturgia que hemos explicado,  podríamos honrar al Santo con un recuerdo a sus “ejercicios de primera semana” que miran a la purificación del ejercitante…; a que descubra en sí mismo el buen trigo y la mala cizaña…; a que se sincere en su corazón con lo que pone Dios, como dueño, sembrado a la luz del día, y lo que viene luego del enemigo que aprovecha el engaño, la “noche”… San Ignacio pide entonces tres gracias muy importantes: conocer el pecado para aborrecerlo; conocer el desorden –el engaño tan fácil- para ordenarse y enmendarse, y conocer las triquiñuelas del estilo del mundo, para aborrecerlas… Porque bajo apariencias atractivas y a veces “inocentes” (a primera vista), el mundo es una fuente de engaños y cizañas que vienen del enemigo. San Ignacio recurre a tres fuerzas para PEDIR: a la Virgen para que me alcance de Jesús; a Jesús, para que me alcance del Padre. Al Padre para que me lo conceda.

viernes, 22 de julio de 2016

22 julio: Santa María Magdalena. FIESTA

Liturgia. Sta. María Magdalena. Fiesta
          El Papa ha elevado al rango de fiesta litúrgica la celebración de Santa María Magdalena, bajo el título de Apóstol de los apóstoles, dotando al formulario de la Misa de un Prefacio propio.
          Seguimos, pues, las lecturas propias del leccionario de la fiesta que empieza, en 2Cor 5, 14-17 con una expresión que define muy bien a esa mujer que se encontró con Jesús y se volcó totalmente hacia él: Nos apremia el amor de Cristo. Sería una descripción perfecta de María Magdalena, que aparece en los relatos evangélicos como una persona que al encontrar a Jesús, ya no vive más que para él. A Él sirve, a él acompaña, a su muerte está presente y en la resurrección es la primera persona que ve a Jesús, y la que anuncia a los apóstoles que HE VISTO AL SEÑOR Y ME HA DICHO ESTO.
          La descripción de San Juan (20, 1-2. 11-18) es uno de los relatos más dramatizados del evangelista, por el que se puede seguir con detalle de película la aparición de Jesús a aquella mujer que tiene perdido el juicio ante la muerte del Maestro.
          María Magdalena, fiel acompañante de Jesús, fue testigo presencial de su muerte y de su sepultura. Con ello se le había acabado a ella el centro de su alma. Bueno: no está bien dicho. Porque a María Magdalena, a la que le han matado al amor de su alma (aplicándole las palabras del Cantar de los Cantares), le queda el consuelo del cadáver de Jesús. Ella vio como quedaba sepultado con las prisas del Viernes Santo y bajó del sepulcro con el propósito de volver en cuanto pasara el gran Sábado festivo para –junto a las otras mujeres- honrar el cuerpo de Jesús con un embalsamamiento como se estilaba en Israel.
          Y llegó el primer día de la semana y de madrugada, antes de salir el sol, salieron las mujeres hacia el sepulcro con sus aromas. Y tras el golpe primero de pensar que se han llevado al Señor y no sabemos dónde lo han puesto, María Magdalena, ya sola, se vuelve al lugar del enterramiento, y allí no tiene más recurso que el de llorar.
          Dos ángeles le preguntaron desde dentro del sepulcro por qué lloraba, y ella repitió su mismo estribillo: porque se han llevado a mi señor y no sé dónde lo han puesto. Y no se alteró con la visión de ángeles, que siempre suponían un motivo de temor, porque ella estaba en otro sentimiento muchísimo más profundo.
          También pasó junto a ella el jardinero de aquel huerto. Y la vio tan hundida que también le preguntó por qué lloraba y a quién buscaba, y ella sin mirarlo siquiera le hizo una propuesta que indicaba el grado de obsesión que llevaba encima. Le propone que si tú te lo has llevado, me dices dónde lo has puesto y yo iré y lo tomaré. No podía haber más disparates en aquella proposición, pero expresaban a las claras la locura que llevaba encima aquella mujer.
          Y como el tal jardinero era el mismo Jesús, Jesús la miró y pronunció su nombre: ¡MARÍA! Aquello era un torbellino que se venía sobre la buena mujer, que se arrojó alocadamente a los pies de Jesús y se cogió a ellos como quien quiere ya no separarse de allí, y pronunció su palabra preferida: ¡MAESTRO MÍO! Ya no necesitaba más. Ya tenía el cielo. Y allí permaneció convulsa un rato hasta que se fue apaciguando, y Jesús intervino: Suelta ya; todavía no me he ido. Pero tú, ahora, ve a mis hermanos y diles tu experiencia.
          Y María Magdalena se separó de los pies de Jesús, pero dejando allí su alma. Tenía ahora un encargo del Maestro y eso para ella era un gozo: ella iba a anunciar a los hundidos apóstoles y discípulos la gran noticia de que ELLA HA VISTO AL SEÑOR Y TRAE PARA ELLOS EL ANUNCIO.
          Es cierto que el testimonio de una mujer no daba valor a una afirmación. Pero quienes habían visto hace poco a aquella mujer hundida y destrozada, pensando sólo en el robo de un cuerpo muerto, y ahora encuentran a esa misma mujer pletórica de alegría y con un mensaje como aquel, no tenían más remedio que entrar –cuando menos- en una duda muy positiva de que allí había algo que no podían pasar por alto. Y de hecho dos discípulos salieron de inmediato a comprobar datos, en lo que pudieran hacer ellos. María Magdalena se quedó entre los demás y les fue explicando con pelos y señales, momento a momento, lo que ella había vivido en aquella última hora.

          El Papa Francisco ha tenido a bien resaltar este papel de María Magdalena, como apóstol de los apóstoles, y bajo ese signo celebrará la Iglesia, desde este año, la fiesta de esta Santa.

jueves, 21 de julio de 2016

21 julio: Hablar en parábolas

Liturgia
          Jeremías se había resistido inicialmente a responder a la llamada de Dios. Se veía demasiado joven para afrontar la dificultad del profeta que, frecuentemente, tenía que hacer de conciencia viva y dura del pueblo. Dios le purificó los labios para que no dijera que era un muchacho y lo envió a comunicar lo que Dios quería decir a su pueblo.
          Y hoy tenemos una primera profecía. (2, 1-3. 7-8. 12-13). Empieza por un recuento de favores que hizo Dios a Jerusalén e Israel, mostrándole cariño de joven, como a novia que seguía a Dios, y a quien Dios defendía. Pero he aquí que Dios los conduce a país de huertos y buenos frutos y ellos profanan la tierra y la hacen abominable: los sacerdotes no conducen a las almas a Dios, los doctores de la ley no lo reconocen, y los profetas siguen a un dios falso. Espantaos, cielos y horrorizaos por dos maldades de ese pueblo: abominaron la fuente de aguas vivas; y cavaron aljibes a los que se les iba el agua
          ¡Terrible profecía!, ¡terrible situación del profeta que tiene que clamar esas cosas contra su propio pueblo! ¡Terrible situación en la que se encuentra el profeta, porque se lo van a tomar a mal los jefes del pueblo! Pero Jeremías tenía que decir lo que Dios le comunicaba y actuar al modo en que debía actuar.
          No era muy distinto en tiempos de Jesús. Había que decir las verdades del reino y había que decirlas de forma que fuera el mismo pueblo el que sacara las consecuencias. De ahí que cuando Jesús expuso la parábola del Sembrador, los discípulos vinieran a preguntarle por qué les hablaba en parábolas. (Mt. 13, 10-17)
          Jesús les responde que una cosa son ellos, a quienes se les puede explicar y profundizar los principios del Reino, y otra cosa son las gentes del pueblo, que no van a entender nada que se les diga. Pero las parábolas son un modo de dejarles un pensamiento y que tengan ellos que rumiarlo y que sacarle consecuencias. Al que no tiene capacidad para más, no se le puede dar más. Al que tiene capacidad (y ellos van teniéndola) se les puede explicar. Y de hecho se les va a explicar la parábola, para que se vayan haciendo el cuerpo a “traducir” los mensajes que Jesús deja detrás de cada cuentecillo de aquellos, que es mucho más denso de contenido de lo que puede parecer a primera vista.
          Así se cumple en las gentes la profecía de Isaías: Oiréis con los oídos sin oír ni entender; miraréis con los ojos sin ver porque está embotado vuestro corazón. Han cerrado los ojos para no ver, ni oír con los oídos, ni entender con el corazón. Y así no se convierten para que yo los cure”. San Mateo lo dice de una manera que resulta aceptable, porque se limita a constatar el hecho. No es lo que quisiera Jesús, ni Jesús les habla en parábolas para que no se enteren, sino expresamente es al revés: porque no se enteran de otra manera, y porque se han embotado para recibir otra doctrina de la que ellos traen de antaño, por eso Jesús abre un camino que les pique la curiosidad y les dé ocasión a pensar y a sacar las consecuencias.
          Dichosos vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen. Dichosos vosotros que habéis abierto las ventanas de vuestro ser para poder captar otro mundo diferente del que trae ese pueblo y esos jefes, cerrados a cal y canto para oír y ver otra cosa que la que ya tienen delante y que son como frontones en donde rebota toda otra verdad. Os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron, y oír lo que oís, y no lo oyeron. Ésta es la gran riqueza del tiempo presente, dice Jesús: que estáis viendo y oyendo lo que los mismos justos de antes no pudieron llegar a ver u oír.
          El tiempo de Jesús es el tiempo que apunta a la plenitud. Siempre le quedarán nuevos descubrimientos por hacer, pero quien ya sabe mirar con los ojos de Cristo y seguir sus enseñanzas, ya tiene abierta una inmensa luz para captar el mensaje cristiano, el mensaje de la fe.

          Comentaba yo hace unos días lo terrible que es no tener fe, y como se hace imposible poder explicar temas de fe a quienes no la tienen. Lo trágico que es hoy día esa impermeabilidad a la fe en la que se han metido tantos, que han cercenado las fuentes y andan buscando esos aljibes agrietados de que habla Jeremías, pretendiendo afrontar la vida desde otras perspectivas ajenas a la fe, y se encuentran con la oscuridad y el vacío, y un mundo sordo que no les habla de Dios porque lo han apartado de su camino. Han abandonado la fuente de aguas vivas, y se consumen de sed.

miércoles, 20 de julio de 2016

20 julio: La vocación

Liturgia
          Hace poco teníamos en la primera lectura la vocación de Isaías. Él se consideraba sucio para poder asumir una respuesta positiva a la llamada de Dios, y un ángel tomó una brasa del altar y la acercó a sus labios y le dijo que habían quedado purificados y podía ya salir a proclamar la palabra que Dios pusiera en ellos.
          Hoy tenemos un casi similar con Jeremías: 1, 1. 4-10. Llamado por Dios Jeremías siente el miedo de la llamada y se considera demasiado joven para esa responsabilidad: Soy un muchacho… Y Dios le responde: No digas: soy un muchacho, porque adonde yo te envíe, irás y lo que yo te mande, lo dirás. No les tengas miedo, porque yo estoy contigo.
          Yo tengo la total seguridad de que hoy día sigue el Señor llamando a muchos muchachos y muchachas, que se sacuden de encima la llamada amparándose en que son “muy jóvenes” para comprometerse en una vocación. Y Dios les quiere decir, si es que ellos tuviesen oídos para oír, “no digáis que sois muy jóvenes porque adonde yo os mande, iríais, y lo que yo pondría en vuestros labios lo diríais”. El problema es que se han quedado sordos los oídos de esos jóvenes –ellos y ellas- para poder escuchar ese susurro de la llamada de Dios. Y se les pasa el arroz y luego ya no vuelven a oír esa llamada. Sólo se dan algunos casos en los que resuena nuevamente el eco de la palabra de Dios en años de mayor madurez, y surgen vocaciones “tardías” en las que se ha superado el miedo o la cobardía anterior y se acaba aceptando esa voz de Dios que clama dentro y se hace sentir con fuerza. Quedaron muchas llamadas perdidas que ya no se repetirán… Dejaron perdida la voz de Dios…, y a donde él enviaba, no fueron, y lo que tenían que decir, no lo dijeron…
            Los que escucharon la voz de Dios, pueden proclamar con el Salmo 70: Mi boca contará tu auxilio y todo el día tu salvación; Dios mío, me instruiste desde mi juventud y hasta hoy relato tus maravillas.
            Mt 13, 1-9 puede leerse hoy en esa clave de la vocación de Dios por la que llama a muchos a seguir un camino determinado en la propagación del Evangelio…, una vocación apostólica para extender el reino de Dios…, una semilla que se pone en las manos de muchos para que la hagan fructificar.
            Jesucristo dibuja con trazos maestros el proceso de esa siembra en la que él mismo ha salido a hacer las llamadas en el corazón de muchos. Y esas llamadas vienen a caer –a veces- en corazones estériles, duros como tierra apisonada del camino, de modo que la palabra con la que Jesús llama –con la que Jesús echa la semilla- rebota, no penetra…, y llegan los pajarracos el mundo y se comen la semilla, que ya no volverá a estar útil jamás.
            Otras llamadas caen en terrenos de poca tierra; no es que no se quieran acoger sino que no hay voluntad, no está educada la voluntad de la persona para comprometer un sí. Surgen esos momentos por los que pasan muchas almas en los que se sueñan ideales y se estaría dispuesto a dar el paso. Pero sale el sol que calienta demasiado y como no había mucha tierra la llamada no tiene raíces y se agosta pronto, a la primera de cambio. Mucha responsabilidad tienen quienes estaban alrededor, los que tenían que formar la voluntad de la persona, los educadores (padres y maestros), porque al adolescente de hoy (al niño, incluso) no se le ha educado para la vida y se le ha facilitado una molicie, un planteamiento equivocado de la vida, y el niño y el adolescente se han hecho a la idea de un colchón de miraguano en el que vivir plácidamente sin la capacidad para afrontar otros ideales.
            Hay llamadas de Dios, que –por parte de Dios-son serias y definitivas, que se dirigen a jóvenes que ya se desenvuelven en terrenos de mayor variedad. La llamada llega. Pero hay demasiadas zarzas, cardos, hierbas…, libertades, televisiones, diversiones, vida muelle…, y la llamada se pierde entre el tráfago de atracciones que el mundo ofrece. Lo que hubo de llamada de Dios queda ahogado, y nunca más se supo.

            Otras llamadas llegaron a corazones bien dispuestos que escucharon aquella voz de Dios y se dispusieron a seguirla. Hoy día son personas que están dando fruto en el reino de Dios, o se están preparando a ello. Sus frutos están ya en el 30%, o van por el 60… Están llamados a dar el ciento y serán felices porque la semilla que cayó en ellos ha fructificados. Quienes estamos ya en esa situación podemos constatar la dicha que su supone habar dicho que sí…, haberse dejado purificar y enviar…, como Isaías o Jeremías para realizar el proyecto de Dios.