lunes, 29 de febrero de 2016

ZENIT 29: La salvación de Dios

la salvación de Dios no viene de las cosas grandes, del poder o del dinero, sino de las cosas pequeñas y sencillas.
Tal y como señaló el Papa, las lecturas del día nos hablan de la indignación: se indigna un leproso, Naamán el sirio, que pide al profeta Eliseo que lo cure, pero no aprecia la forma sencilla en la que esta sanación debería suceder. También se indignan los habitantes de Nazaret frente a las palabras de Jesús, su conciudadano. Es la indignación frente al proyecto de salvación de Dios que no sigue nuestros esquemas. Por eso, el Pontífice advirtió que no es “como nosotros pensamos que sea la salvación, esa salvación que todos queremos”.
Jesús siente el “desprecio” de “los doctores de la Ley que buscaban la salvación en la casuística de la moral” y en muchos preceptos, pero el pueblo no tenía confianza en ellos.De este modo indicó que los saduceos buscaban la salvación en los compromisos con los poderes del mundo. Y la gente no les creía. Pero sí creían en Jesús, “porque hablaba con autoridad”.
Y ¿por qué esta indignación? El Papa respondió que se debe a que en nuestra imaginación, “la salvación debe venir de algo grande, de algo majestuoso; solo nos salvan los poderosos, los que tienen fuerza, que tienen dinero, que tienen poder: estos pueden salvarnos”. Pero –recordó– el plan de Dios es otro. “Se indignan porque no pueden entender que la salvación solamente venga de lo pequeño, de la sencillez de las cosas de Dios”.
En esta línea, Francisco prosiguió asegurando que cuando Jesús hace la propuesta del camino de salvación nunca habla de cosas grandes sino de cosas pequeñas. Son “dos pilares del Evangelio” que se leen en Mateo, las bienaventuranzas, y en el capítulo 25, el Juicio Final.
Asimismo, invitó, como preparación a la Pascua, a leer las bienaventuranzas y Mateo 25 y así “pensar y ver si algo de esto nos indigna, me quita la paz. Porque la indignación es un lujo que solo pueden permitirse los vanidosos, los orgullosos”.
Finalmente, el Santo Padre recordó que nos hará bien tomar un poco de tiempo para leer las bienaventuranzas, leer Mateo 25 y estar atentos a qué sucede en nuestros corazón: “Si hay algo de indignación, pedir la gracia al Señor de entender que el único camino de la salvación es la ‘locura de la Cruz’, es decir la aniquilación del Hijo de Dios, del hacerse pequeño. Representado aquí, en el baño en el Jordán o en el pequeño pueblo de Nazaret”.

EJERCICIOS ESPIRITUALES

Hoy comienzan en Málaga los EJERCICIOS ESPIRITUALES abiertos, para todos los públicos, en la Iglesia del Sagrado Corazón (Jesuitas). Los da el Padre Ceferino García, de 5'30 a 8 de la tarde.

CAMINO DE CUARESMA

DEJA que la palabra de Dios ilumine hoy nuestras miserias y debilidades.

Lunes 29: (José Andrés)

Día 29-2-2016. Lunes
Buscamos y leemos: 2 Reyes 5, 1-15ª

            El relato de la curación del general sirio Naamán continúa la serie de milagros de Eliseo, aunque añade a los anteriores una dimensión nueva: el poder universal del Dios de Israel, que beneficia incluso a los enemigos de su pueblo. A nivel literario, hay que mencionar su colorido y vivacidad y la maestría en su estructura narrativa.
            Para captar la intencionalidad del relato hay que subrayar las conflictivas relaciones que mantienen israelitas y sirios. Por otro lado que las victorias del general extranjero y enemigo ¡son atribuidas al Señor! Esto ya indica que es el Señor absoluto de todos los pueblos.
            El proceso narrativo se pone en marcha por la sugerencia de una humilde esclava israelita. Sin detenernos en el desarrollo del relato, que está muy claro, nos fijamos en el contraste entre las sencillas órdenes del profeta y el complicado ritual que Naamán esperaba. La obediencia a la palabra profética y el baño ritual producen la curación.

            Es importante lo que dice el general sirio cuando se presenta al profeta: “Ahora reconozco que no hay Dios en toda la tierra más que el de Israel”.

29 febrero: Herodes

Liturgia
          Un mismo hecho con dos finales muy diferentes. Se trata de un pagano, Naamán, general sirio (2Reg 5, 1-15), enfermo de lepra, al que le hablan de que en Israel le puede curar un profeta. Él lo comunica al rey y el rey le envía a rey de Israel. No era el rey de Israel quien podía curarlo y finalmente acaba yendo al profeta Eliseo. Espera que Eliseo salga y le imponga las manos… Pero Eliseo le envía a un criado que le comunica que el remedio es ir a bañase en el Jordán.  Naamán se irrita de que no ha salido el profeta y decide marcharse a su tierra, pero sus compañeros les persuaden de que es muy fácil lo que le han mandado hacer. Y lo hace. Se convierte (se hace un nudo en sus amor propio y sigue las instrucciones…, ¡y queda curado! La conversión de Naamán le ha traído salud, y acaba reconociendo al Dios de Israel.
          Jesús cuenta este caso en la sinagoga de su pueblo Nazaret y los paisanos lo toman a mal y quieren hasta quitarle la vida (Lc 4,24-30). Donde tenían su salvación, ellos rompen por la calle de en medio y, lejos de convertirse, pretenden acabar con el mensajero. No hay conversión y se quedan sin Jesús, que se aleja de allí.
          Dos situaciones que nos pone delante la cuaresma. ¿Cuál es la nuestra?

PASIÓN DE JESÚS
          ¿Qué es verdad?, fue la palabra que puso a Pilato fuera de órbita: ¿la verdad e Jesús, la de los sacerdotes? Y en resumidas cuentas, ¿qué es verdad en la vida? Pilato no creía en la verdad. Para él “verdad” era la utilidad de cada día, la ventaja política, el nadar a dos aguas para no comprometerse, el saber salirse a tiempo de los líos para que no le cojan los dedos… Y “verdad” era para él que Jesús podría ser más o menos iluso, pero que una causa de muerte no había allí, ni de lejos. Y así dejó a Jesús con la palabra en la boca y él salió afuera para decirle a los sacerdotes que él no hallaba causa alguna de muerte.
          Más insistieron los sacerdotes y ancianos, acusando a Jesús de  alterador del orden, empezando desde Galilea. Preguntó Pilato a Jesús si tenía algo que objetar, pero Jesús no respondió palabra. Estaba visto que LA VERDAD  no interesaba, y él no dijo ya nada en medio de las acusaciones que le hacían. Y ahí entra la falta de verdad que hay en Pilato, quien en vez de liberar al acusado, opta por declinar su responsabilidad y enviarlo a Herodes. Mataba dos pájaros de un tiro, porque de una parte se quitaba de encima la causa de Jesús, que le complicaba, y de la otra tenía un gesto de deferencia con Herodes, hasta hoy enemigo, y a quien le brinda este gesto de confianza.
          Podían ser cerca de las 8 de la mañana. Había que enviar recado a Herodes, y Herodes tenía que levantar a toda su corte, a la que convocaba a un espectáculo muy curioso porque lo que él iba a hacer era pedir un milagro a Jesús. Herodes era un hombre sin personalidad, pendiente de la adulación y los términos fáciles, que él resolvía de forma casi lúdica para su distracción, gusto y diversión. Si ahora le mandaban a Jesús, él no iba a darse por aludido de que Jesús le había tildado de “raposo”, y se iba a limitar a pasar un buen rato viendo milagros como quien asiste a juegos de manos.
          Cuando Herodes recibió a Jesús no hizo mayor caso a los sacerdotes que venían a presentar la causa… Herodes optó por hablar mucho, ofrecer a Jesús la oportunidad, halagarlo para confiarlo y que se sintiera cómodo. Pero Jesús no levantó los ojos del suelo. Se aisló. Los sacerdotes acusaban sin parar, en una insistencia que evitara cualquier volubilidad del tetrarca.
          Y Herodes, acostumbrado a salir airoso de cualquier situación (y por otra parte humillado por el silencio de Jesús), considera que ese acusado es tonto y no sabe aprovechar sus oportunidades como las que él le hubiera ofrecido, y busca Herodes la diversión de sus cortesanos aduladores mandando vestir a Jesús un manto brillante que manifieste que es un orate que no ha sabido seguir el juego de quien podía salvarlo. Y lo remitió así, vestido de forma llamativa y burlesca, a Pilato, cerrando así el capítulo de la amistad renovada con el presidente.

          A Jesús lo llevaban de nuevo a Pilato, y cada vez más exacerbados los sacerdotes y los ancianos senadores del pueblo, a quienes se les echaba el tiempo encima, porque entre unas cosas y otras se les había subido el tiempo a la 9 de la mañana, sin que hubieran avanzado ni un palmo en su deseo de recibir ya la autorización para la sentencia de muerte.

domingo, 28 de febrero de 2016

ZENIT 28: Nunca es tarde para convertirse

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Cada día, lamentablemente, las crónicas reportan malas noticias: homicidios, accidentes, catástrofes… en el pasaje evangélico de hoy, Jesús se refiere a dos hechos trágicos que en aquel tiempo habían suscitado mucha sensación: una represión cruel realizada por los soldados romanos dentro del templo; y el derrumbe de la torre de Siloé, en Jerusalén, que había causado dieciocho victimas (Cfr. Lc 13, 1-5).
Jesús conoce la mentalidad supersticiosa de sus oyentes y sabe que ellos interpretan este tipo de acontecimientos de modo equivocado. De hecho, piensan que, si aquellos hombres han muerto así, cruelmente, es signo que Dios los ha castigado por alguna culpa grave que habían cometido; como diciendo: “se lo merecían”. Y en cambio, el hecho de ser salvados de la desgracia equivalía a sentirse “bien”. Ellos se lo merecían; yo estoy bien.
Jesús rechaza claramente esta visión, porque Dios no permite las tragedias para castigar las culpas, y afirma que aquellas pobres víctimas no eran peores que los otros. Más bien, Él invita a sacar de estos hechos dolorosos una enseñanza que se refiere a todos, porque todos somos pecadores; de hecho, dice a aquellos que le habían interpelado: “Si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo” (v. 3).
También hoy, frente a ciertas desgracias y a eventos dolorosos, podemos tener la tentación de “descargar” la responsabilidad en las víctimas o incluso en Dios mismo. Pero el Evangelio nos invita a reflexionar: ¿Qué idea de Dios nos hemos hecho? ¿Estamos realmente convencidos de que Dios es así, o esto no es más que nuestra proyección, un dios hecho “a nuestra imagen y semejanza”? Jesús, al contrario, nos invita a cambiar el corazón, a hacer una radical inversión en el camino de nuestra vida, abandonando los compromisos con el mal –y esto lo hacemos todos, ¿eh?, los compromisos con el mal–, las hipocresías –pero, yo creo que casi todos tenemos un poco, de hipocresía–, para retomar decididamente el camino del Evangelio. Pero está ahí, nuevamente, la tentación de justificarse: ¿De qué cosa debemos convertirnos? ¿No somos en fin de cuentas buenas personas –cuantas veces hemos pensado esto: pero, en fin de cuentas yo soy bueno, soy alguien bueno… y no es así, ‘eh?–, no somos creyentes, incluso bastante practicantes? Y nosotros creemos que así nos justificamos.
Lamentablemente, cada uno de nosotros se asemeja mucho a un árbol que, durante años, ha dado múltiples pruebas de su esterilidad. Pero, afortunadamente para nosotros, Jesús se parece a un agricultor que, con una paciencia sin límites, obtiene todavía una prórroga para la higuera infecunda: “Déjala todavía este año –dice el dueño– […] Puede ser que así dé frutos en adelante” (v. 9). Un “año” de gracia: el tiempo del ministerio de Cristo, el tiempo de la Iglesia antes de su regreso glorioso, el tiempo de nuestra vida, marcado por un cierto número de Cuaresmas, que se nos ofrecen como ocasiones de arrepentimiento y de salvación. Un tiempo de un Año Jubilar de la Misericordia. La invencible paciencia de Jesús, ¿Habéis pensado en la paciencia de Dios? Habéis pensado también en su irreducible preocupación por los pecadores. ¡Cómo debería conducirnos a la impaciencia contra nosotros mismos! ¡Nunca es demasiado tarde para convertirse! ¡Jamás! Hasta el último momento, la paciencia de Dios nos espera. Recordáis aquella pequeña historia de santa Teresa del Niño Jesús, cuando rezaba por aquel hombre condenado a muerte, un criminal, que no quería recibir la consolación de la Iglesia, rechazaba al sacerdote, no quería, quería morir así. Y ella rezaba, en el convento, y cuando aquel hombre está ahí, en el momento de ser asesinado, se dirige al sacerdote, toma el Crucifijo y lo besa. ¡La paciencia de Dios! ¡Lo mismo hace con nosotros, con todos nosotros! Cuantas veces, nosotros no lo sabemos, lo sabremos en el Cielo; pero cuantas veces nosotros estamos ahí, ahí, y ahí el Señor nos salva. Nos salva porque tiene una gran paciencia con nosotros. Y esta es su misericordia. Jamás es tarde para convertirnos, pero ¡es urgente, es ahora! Comencemos hoy.
La Virgen María nos sostenga, para que podamos abrir el corazón a la gracia de Dios, a su misericordia; y nos ayude a no juzgar jamás a los demás, sino a dejarnos interpelar por las desgracias cotidianas para hacer un serio examen de conciencia y arrepentirnos.
Al término de estas palabras, el Santo Padre rezó la oración mariana:
Angelus Domini nuntiavit Mariae…
Al concluir la plegaria, Francisco se refirió a la difícil situación de los refugiados que huyen de la guerra y pidió oraciones por Siria:
Queridos hermanos y hermanas,
mi oración, y ciertamente también la vuestra, tiene siempre presente el drama de los refugiados que huyen de las guerras y de otras situaciones inhumanas. En particular, Grecia y otros países que están primera línea les están dando una ayuda generosa, que requiere la cooperación de todas las naciones. Una respuesta coral puede ser eficaz y distribuir equitativamente los pesos. Por eso, es necesario apuntar con decisión y sin reservas a las negociaciones. Al mismo tiempo, he recibido con esperanza la noticia sobre el cese de las hostilidades en Siria, y os invito a todos a rezar para que este resquicio pueda dar alivio a la población sufriente y abra el camino al diálogo y a la paz tan deseada.
Asimismo, el Papa manifestó su cercanía a las víctimas del ciclón que ha azotado las Islas Fiyi:
También deseo asegurar mi cercanía al pueblo de las Islas Fiyi, duramente azotado por un ciclón devastador. Rezo por las víctimas y por quienes están comprometidos con las operaciones de socorro.
A continuación, llegó el turno de los saludos que tradicionalmente realiza el Pontífice:
Dirijo un cordial saludo a todos los peregrinos de Roma, de Italia y de otros países.
Saludo a los fieles de Gdansk, los indígenas de Biafra, los estudiantes de Zaragoza, Huelva, Córdoba y Zafra, los jóvenes de Formentera y los fieles Jaén.
Saludo a los grupos de polacos residentes en Italia; a los fieles de Casia, Desenzano del Garda, Vicenza, de Castiglione d’Adda y Rocca di Neto; así como a los numerosos jóvenes del Campamento de San Gabriele dell’Addolorata, acompañados por los Padres Pasionistas; los chicos de los Oratorios de Rho, Cornaredo y Pero, y a los de Buccinasco; y a la Escuela de las Hijas de María Inmaculada de Padua.
Saludo al grupo que ha venido con motivo del “Día de las Enfermedades Raras”, con una oración especial y mi aliento a vuestras asociaciones de ayuda mutua.
El Obispo de Roma terminó su intervención diciendo:
Os deseo a todos un buen domingo. No os olvidéis, por favor, de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!

CAMINO DE LA CUARESMA

RIEGA tu fe con la palabra de Dios para que dé fruto.

28 feb.: Domingo 3º C de Cuaresma

Liturgia
          Alcanzamos el tercer domingo de Cuaresma, Ciclo C. Dos caminos pueden seguirse para descubrir el mensaje de la liturgia. Uno, es la realidad de un Dios que no podemos manipular a nuestra manera. Otro es la seguridad que nos aporta Dios en su providencia.
          Al primer modo llegamos al ver que Dios no da su nombre a Moisés (Ex 3, 1-8. 13-15) cuando Moisés le pregunta para poder decir a los hebreos quién lo ha enviado. La respuesta de Dios es; Soy el que soy. No te digo mi nombre porque los humanos pretenden dominar pronunciando el nombre de la persona. Tú diles a ellos que “Yo soy” me envía. Y que ellos sepan que soy el Dios de vuestros padres Abrahán, Isaac y Jacob. Es el Dios que no permite ser manipulado por la criatura.
          Cuando en el evangelio (Lc 13, 1-9) le preguntan a Jesús el por qué de dos desgracias concretas, Jesús responde diciendo que las desgracias no han sucedido a esas personas porque sean mejores o peores. Pero que los oyentes tienen siempre que buscar ser mejores de lo que son, para que cuando venga el dueño de la viña se encuentre los frutos que debe dar. Pero que aunque no los da todavía (habla Jesús a los judíos), aun Dios va a esperar un nuevo año, cultivando con esmero esa viña para que produzca sus frutos.

          El otro mensaje que podemos extraer es la seguridad que nos deja Dios. Dios es el que trasciende todo lo humano: está por encima de todo. Dios pide a Moisés que se descalce porque está en terreno sagrado. Dios envía a Moisés para liberar a su pueblo que está esclavizado en Egipto. Y Dios le encarga esa misión. Moisés dice que quién es él mismo para llevar ese mensaje al pueblo hebreo, y que si lo lleva, tiene que decir quién lo envía. Y Dios le da una clave esencial: Yo soy el que ES y no puede dejar de ser. Yo soy el que es seguro, el que no falla, el que está siempre presente. Y diles: “Yo soy” me envía. Y quién es ese que envía: el mismo Dios que aseguró sus pasos a Abrahán, Isaac y Jacob…, un Dios que da seguridad y a cuya providencia bien podemos acogernos.
          Es el mismo Dios que no ha sido el causante de las desgracias sucedidas a los galileos o los que ha aplastado la torre de Siloé, ni ha sido el vengador de maldades. Dios sigue siendo el mismo Dios providente que cuando la viña no da fruto no quiere perderla, sino intenta recuperarla y se da un margen de un nuevo año para ver si la viña se hace fértil y fecunda. Vivimos colgados de la mano de ese Dios que nos ofrece nueva oportunidad y siempre espera para ver si rendimos cuentas de nuestra viña. Lo que sí nos pide es que seamos mejores…: claro mensaje de Cuaresma que nos está invitando a un cambio de formas de vida y de actitudes.
          El SALMO ha venido a ser el estribillo que une las dos lecturas, proclamando que el Señor es compasivo y misericordioso, que perdona todas nuestras culpas y cura todas nuestras enfermedades. Es lento a la ira y rico en clemencia, y su bondad nos supera tanto como el cielo está por encima de la tierra. Los humanos somos capaces de esperar con paciencia… Dios, mucho más. Somos capaces de perdonar y aun de perdonarnos a nosotros mismos; Dios mucho más. Y en nuestro caminar diario hemos de vivir la seguridad de que Dios se cuida de nosotros y espera que nosotros sepamos ir buscando el modo de agradarlo más.
          Todo este amor de Dios, su paciencia y su generosidad está especialmente expresado en este don de la Eucaristía, en cuya participación debemos sentirnos impelidos a una confianza total en él, y a un estímulo para buscar agradarlo en nuestra vida diaria.

          Confiadamente elevamos a Dios nuestras peticiones

-          Que experimentemos dentro de nosotros la seguridad en el Dios providente. Roguemos al Señor.

-          Que cultivemos nuestra viña para que sea fértil en obras buenas y aun mejores. Roguemos al Señor.

-          Que nunca atribuyamos a Dios los males que nos sobrevengan. Roguemos al Señor.

-          Que la Eucaristía nos impulse a poner por obra nuestros buenos propósitos.  Roguemos al Señor.


Concédenos, Padre, las gracias que necesitamos para vivir la conversión a la que nos invita la Cuaresma. Por Jesucristo…

Domingo 28 (José Andrés)

Día 28-2-2016. Domingo III de Cuaresma
Buscamos y leemos: Éxodo 3, 1-8ª. 13-15

            Estamos hoy ante un texto muy importante en la Historia de la salvación. Está lleno de detalles muy decisivos, que cada uno, en su lectura personal con su Biblia, tiene que ir descubriendo.
            Se nos presenta la decisión divina de redimir a su pueblo y la reacción de Moisés. En primer lugar está la visión de la zarza, que el fuego no consume. Es la presencia divina. Dios llama a Moisés y este responde: “Aquí estoy”. A la orden de descalzarse, Moisés obedece. El encuentro con Dios es un riesgo y un acontecimiento salvador, que llama a una vida nueva.
            Otro aspecto importante es que Dios se hace presente. Dios toma la iniciativa y entra en la historia para rescatar a los suyos. Vienen después las objeciones: “¿Quién soy yo?” La respuesta divina consiste en una promesa de ayuda continuada: “Yo estaré contigo”. Moisés plantea más inconvenientes: quiere conocer el nombre del Dios que lo envía: “Yo soy el que soy” “El Dios de Abrahán, el Dios de Jacob, me envía a vosotros”. Es un Dios de personas.

            Moisés tiene por delante toda una tarea, pero siempre cuenta con la ayuda de Dios.

sábado, 27 de febrero de 2016

CAMINO DE LA CUARESMA

MIRA con el corazón la relación delos demás con Dios. No juzgues

VIERNES 27 (José Andrés)

Día 27-2-2016. Sábado
Buscamos y leemos: Miqueas 7, 14-15. 18-20

            Es la primera vez, en este tiempo de Cuaresma, que la liturgia del día nos trae un texto del profeta Miqueas.
            El nombre de Miqueas es una abreviatura de la pregunta: ¿Quién como el Señor? Que ya es todo un símbolo. Fue contemporáneo de Isaías, cuando Asiria conquista Samaría en el año 722 a.C. y convierte a Judá en reino vasallo.
            Estamos hoy en la conclusión del libro, que es una puerta abierta a la esperanza. Miqueas ve un cambio de suerte: la reconstrucción de la ciudad, el retorno de los dispersos y para los enemigos el destierro. La situación nueva está presentada en forma de súplica. Se recurre a la imagen tradicional del pastoreo. Se une “rebaño de tu heredad” como referencia a la alianza restablecida. La maleza y los matorrales describen la situación hostil en que vive el pueblo solitario y disperso. Contrapuesta a esta situación se describe la del pueblo reunido y paciendo en los abundantes pastos de Basán y Galaad. Tiempos nuevos de prosperidad, como los de antaño en la salida de Egipto.

            Termina con la exaltación de la misericordia y del perdón del Señor. Dos imágenes para expresar la radicalidad del perdón: las culpas son sepultadas y los pecados, arrojados al fondo del mar. Perdón y olvido del pecado. La razón última del perdón es la fidelidad y el amor del Señor, fruto de una promesa a la que Dios no puede faltar.

27 febrero: Soy Rey

Liturgia
          Arrojará al fondo del mar todos nuestros delitos; extinguirá nuestras culpas”. He ahí la lección más importante de toda la experiencia del hombre y mujer como pecadores. Miq 7, 14-15. 18-20 es una confiada afirmación del cuidado de Dios sobre nosotros y su perdón radical. Dios nuestro: pastorea a tu pueblo con el cayado; ¿qué Dios hay como tú, que perdonas el pecado y absuelves la culpa…, te complaces en la misericordia…, volverás a compadecerte, arrojarás a lo hondo del mar todos nuestros pecados. O esto lo entendemos o no hemos entendido la misericordia de Dios.
          Lc 15, 1-3, 11-32 es ya el cenit de esa presentación de la misericordia de Dios: el hijo se va “al cabo de días” (no ha sido un mal momento), vive malamente, derrocha su caudal… Imagen del pecador que se ha metido hasta las cejas. Pero el día que la situación se tuerce y pasa necesidad, ni las mujeres, ni los amigachos, ni nadie le ayuda. Y entonces sólo le vale un recuerdo: el de su padre… Y se decide volver, con todo su peso en el alma y en los harapos de su cuerpo. No contaba con que el padre era mucho más de lo que él sabía. Y el padre ni le reprocha nada, ni le pide cuentas, ni quiere saber nada del pasado. Todo se lo devuelve, y hasta lo defiende de su hermano. Lo que vale al padre es que este hijo y hermano tuyo se había perdido y lo hemos reencontrado. Verdaderamente ha arrojado los delitos al fondo del mar y ha extinguido las culpas.
          Así es Dios y lo seguirá siendo siempre.

PASIÓN DE JESÚS
          Ataron a Jesús para llevarlo al Pretorio para el juicio del Gobernador romano. Era temprano, nos dice San Juan. Poco más de las 7. Caifás y los sacerdotes y ancianos acusadores no entran en el Pretorio para no contaminarse y poder comer la Pascua. Salió Pilato a ellos y preguntó: ¿qué acusación traéis contra este hombre? Era la pregunta lógica. Si le traen un preso para que Pilato dirima la cuestión, lo primero es hacerse cargo de la causa. Pero los sacerdotes se sintieron heridos con la pregunta y respondieron de mala manera: Si fuera un malhechor no te lo habríamos traído. Pilato olió ya el percal y vio el apasionamiento que había en aquello. Y respondiendo ahora en el mismo tono de enfado, les responde: Tomadlo vosotros y juzgadlo según vuestra ley. Una de dos: o yo lo he de juzgar y necesito saber la causa, o vosotros lo juzgáis con vuestras leyes. Lo que podía incluir una coz contra los judíos: si vuestras leyes permiten juzgar sin saber la causa, arreglaos vosotros. Y surge la razón de por qué tenía que juzgar Pilato: Porque a nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie. Por tanto no vienen a un juicio auténtico sino con una sentencia dada de antemano: dar muerte a Jesús.
          Y la cosa debió ponerse tensa y lo judíos tuvieron que echar marcha atrás: ya lo habían acusado de malhechor (guardándose mucho de acusación de “blasfemo” porque eso no le hubiera dicho nada al pagano Pilato. Pero tenían que plantear las cosas de otra manera para impresionar al presidente. Y le dijeron: éste perturba a nuestra nación y prohíbe pagar tributos al César, y se llama ‘Mesías REY’. Dos acusaciones que sí le deben importar al político: Jesús perturbador y prohibiendo pagar el tributo.
          Ya habían presentado la causa. Evidentemente nada de nada para “dar muerte”. Y Pilato se interesó por el tema, cogiéndolo por el final: ¿Eres tú el rey de los judíos? Pilato debía tener la idea de los diversos sujetos que se habían presentado como mesías, con la pretensión de ser liberadores de Israel. Y ahora le traían a uno más, y lo traían los jefes… ¿Era Jesús ese ‘Mesías Rey’ como le acusaban?
          Jesús le preguntó a Pilato si aquello lo decía por sus conocimientos de alguna causa pendiente, o era solamente el altavoz de los judíos acusadores. Y Pilato se desmarcó del caso respondiendo que ellos, los jefes judíos, lo habían entregado. ¡Algo habrás hecho! Y Jesús le aclara que su reino no es de este mundo, y la prueba es que no tengo soldados que me defiendan. Mayor extrañeza en el gobernador: Luego, ¿tú eres rey?
          La gran sorpresa fue la respuesta de Jesús: ASÍ ES, soy rey. Para esto vine al mundo. Pilato no sabía si tomarlo en serio o en chanza, pero Jesús le imponía un respeto, y la pasión que mostraban sus acusadores le manifestaba más aún que allí había un caso que no era corriente.

          Jesús completó su respuesta: Vine para dar testimonio de la verdad. Y ahí sintió Pilato una reacción de escepticismo: en medio de todo lo que estaba viviendo, ¿qué es verdad? Ahora era cuando estaba perdido. No quiso seguir hablando. Dio media vuelta y se fue.

viernes, 26 de febrero de 2016

CAMINO DE CUARESMA

REVISA tus prioridades. ¿Cómo las ordenas?

26 febrero: Juicio religioso y condena

Liturgia
          La Cuaresma nos va llevando por pasos hacia el misterio pleno de la salvación. Hoy lo presenta en dos signos, el de José, el hijo preferido de Jacob (Israel), y el de la parábola de la viña y los viñadores. José (Gn 37, 3-4. 12-13. 17-28) nos presenta un símbolo de salvación, partiendo de unas pasiones humanas. Jacob distingue a José sobre los hermanos y los hermanos se llenan de envidia. Y deciden acabar con él. Lo venden a unos mercaderes y va como esclavo a Egipto. La historia se abrirá en un cambio de sentido y José acabará siendo el salvador de sus propios hermanos y de su pueblo.
          En Mt 21, 33-43. 45-46, los malos arrendatarios de la viña pretenderán adueñarse de ella y maltratarán, apalearán o matarán a quienes vienen enviados a cobrar los frutos. Incluso al hijo del dueño. ¿Qué les corresponde a esos viñadores? Que les quiten la viña y se la entreguen a otros. Y el Hijo, quedará constituido piedra angular, al que querían eliminar pero que es el que triunfa.
          La Cuaresma, con su carga de sacrificio, está abocada a una victoria de Jesucristo, que es la victoria de la salvación de Dios.

PASIÓN DE JESÚS
          Muy de madrugada (“cuando amaneció”, dice San Lucas) estaban ya citados los ancianos, sacerdotes y los doctores. Corría prisa aquella causa porque al día siguiente era la Pascua y había que acabar cuanto antes.
          Ya empieza mal porque a lo que se conmina a Jesús es a que dé el mismo la causa de su condena: Si tú eres el Hijo de Dios, dínoslo abiertamente. Y para apoyar la causa de la condena, se buscan testigos falsos que testifiquen contra Jesús. Evidentemente no podían coincidir en sus testimonios porque eran falsos y no aportaban datos fidedignos. Intentó Caifás enfrentar a Jesus con aquellos datos, pero Jesús no entró en el juego y guardó silencio. Eso exacerbaba más al pontífice porque no tenía dónde apoyar la condena que él traía ya bajo la manga. De ahí que acabara en ese intento de que Jesús fuera quien diera contra sí la prueba para su condena. Y como aquellos testigos no sirvieron al intento, el Pontífice se pone en pie, y le dice a Jesús: Te conjuro por el Dios vivo que tú nos digas si eres el Cristo, el Hijo de Dios (=el Mesías). Era un juramento ante Dios lo que se le pedía y Jesús respondió abiertamente: Así es, y veréis al Hijo del hombre sentado a la derecha de Dios. ¡Estaba obtenida la confesión del acusado!, y ya no hacían falta los testigos. Por la propia boca de Jesús había obtenido el Pontífice su objetivo. ¿Qué más pueden querer? Y constituyéndose de juez en acusador, hace el gesto de hombre escandalizado que no puede soportar el incendio de su pecho ante la blasfemia, y se abre la túnica, mientras exclama: ¡Ha blasfemado!; nosotros lo hemos oído de su boca: ¿qué necesidad tenemos ya de testigos? ¿Qué os parece? Y responden a una sola voz: Reo es de muerte. Podían ser entre las 6’30 y las 7 de la madrugada. Ya estaba conseguido lo principal. Ahora había que darle forma. Y como ellos no tenían autoridad para dar muerte a nadie, tenían que recurrir al brazo civil. Y a aquellas horas envían recado a Pilato, que no sólo debe estar preparado para celebrar el juicio sino que debía hacerlo fuera de los terrenos interiores del Palacio, porque los muy comedidos sacerdotes no podían entrar en terreno profano, porque tenían que comer la Pascua y no podían contaminarse.
          Una buena ocasión para reflexionar en la falsía de la vida cuando religión y vida van por caminos divergentes. Ellos podían buscar hasta testigos falsos, por tal de condenar a Jesús (aunque sea con falsas razones), y eso no les contaminaba… Pero no podían entrar en el Palacio de Pilato porque eso sí les contaminaba. Buen ejemplo de tantas situaciones en las que se vive aparentemente un modo religioso y espiritual (externo), pero la vida va por otros sitios en los que se conculcan actitudes fundamentales. Se hace oración devota, pero no tiene aplicación concreta en el trato al prójimo, en la fidelidad de conciencia para evitar ocasiones de mal… Se “cree en Dios” pero se está lejos de vivir sus 10 mandamientos; se ama a Jesucristo, pero no se maneja el evangelio…, y mucho menos se hace por vivirlo…

          ¿Qué sentimientos provocó en Jesús aquella escena del falso juicio y de la terrible condena de él como blasfemo? ¿Qué sentimientos le producirá un pueblo que se confiesa cristiano y cada día está más lejos de los principios de Cristo y del Evangelio? Muchos temen “contaminarse” por cuatro detalles y se tragan el camello de actitudes fundamentales.

Viernes 26 (José Andrés)

Día 26-2-2016.Viernes
Buscamos y leemos: Génesis 37, 3-4.12-13ª.17b-28

            La liturgia de hoy nos trae un resumen (por eso hay tantos versículos en la cita) de la historia de José y sus hermanos. Se trata de un relato muy conocido –no faltaba en ningún libro de la “Historia Sagrada”- y que fue muy decisivo en la historia del pueblo de Israel. José, a causa de la envidia de sus hermanos, es llevado como esclavo a Egipto. Allí alcanzará el máximo poder y, en una situación desesperada, salva a los suyos, a pesar del comportamiento que tuvieron con él. La figura de José, como se verá más adelante, es ejemplar tanto en sus relaciones con  Dios, como en las que mantiene con su familia y con los egipcios.

            Todo comenzó por la preferencia que mostró Jacob, ya anciano, por José. La envidia está provocada por una “túnica con mangas”, que no servía para trabajar. Era una túnica de príncipes. A esto hay que añadir que Jacob mantiene a José a su lado y por los sueños (las gavillas y las once estrellas). “Ahí viene el de los sueños”, dirán sus hermanos al verlo llegar. El dramatismo está bien conseguido: apenas los hermanos lo divisan deciden matarlo. Le quitan la túnica y lo echan a un pozo sin agua. Al pasar por allí unos comerciantes madianitas, lo venden por veinte monedas. Se lo llevan a Egipto, donde se desarrollará toda la trama de la salvación.

jueves, 25 de febrero de 2016

ZENIT 25: ¿Camino de la vida o de la mentira?

La fe verdadera es darse cuenta de los pobres que están a nuestro alrededor. Allí está Jesús que llama a la puerta de nuestro corazón. Así lo ha recordado el papa Francisco en la homilía de este jueves por la mañana en Santa Marta. Aunque el Papa ha celebrado la misa con normalidad, después ha cancelado los encuentros programados para el día de hoy porque tenía unas décimas de fiebre.
En el Evangelio del día, Jesús cuenta la parábola del hombre rico “se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día” y no se daba cuenta que a su puerta había un pobre, llamado Lázaro, cubierto de llagas. Por eso, el Pontífice ha invitado a hacerse esta pregunta: “Yo soy un cristiano en el camino de la mentira, solamente del decir, o soy un cristiano en el camino de la vida, es decir de las obras, del hacer”. Al respecto, ha indicado que este hombre rico “conocía los mandamientos, seguramente todos los sábados iba a la sinagoga y una vez al año al templo”. Tenía “una cierta religiosidad”.
Pero, ha advertido que era un hombre cerrado, cerrado en su pequeño mundo –el mundo de los banquetes, de los vestidos, de la vanidad, de los amigos– un hombre cerrado, precisamente en una burbuja, allí, de vanidad. No tenía capacidad de mirar más allá, solamente su propio mundo.
Y ha proseguido asegurando que “este hombre no se daba cuenta de qué sucedía fuera de su mundo cerrado. No pensaba por ejemplo en las necesidades de mucha gente o en la necesidad de compañía de los enfermos, solamente pensaba en él, en sus riquezas, en su buena vida: se daba a la buena vida”.
De este modo, el Papa ha explicado que era “un religioso aparente”, “no conocía ninguna periferia, estaba cerrado en sí mismo. Precisamente la periferia que estaba cerca de la puerta de su casa, no la conocía”.  En esta misma línea, el Pontífice ha subrayado que este hombre recorría “el camino de la mentira” porque “se fiaba solamente de sí mismo, de sus cosas, no se fiaba de Dios”. Un hombre –ha precisado– que no ha dejado herencia, no ha dejado vida, porque solamente estaba cerrado en sí mismo.
A propósito, el Santo Padre ha señalado una curiosidad. El Evangelio no dice cómo se llamaba, solo dice que era un hombre rico, “y cuando tu nombre es solamente un adjetivo es porque has perdido, has perdido la sustancia, has perdido la fuerza”, ha asegurado Francisco.
“Este es rico, este es poderoso, este puede hacer todo, este es un sacerdote de carrera, un obispo de carrera… Cuántas veces nosotros… nos viene nombrar a la gente con adjetivos, no con nombres, porque no tienen sustancia”, se ha preguntado el Obispo de Roma durante la homilía.
A este punto, Francisco se ha cuestionado: “Dios que es Padre, ¿no ha tenido misericordia de este hombre? ¿No ha llamado a su corazón para moverlo? De este modo ha explicado que sí: “estaba en la puerta, estaba en la puerta, en la persona de ese Lázaro, que sí tenía nombre. Y ese Lázaro con sus necesidades y sus miserias, sus enfermedades, era precisamente el Señor que llamaba a la puerta, para que este hombre abriera el corazón y la misericordia pudiera entrar”. Pero el hombre rico, “no veía”, solamente estaba cerrado, “para él más allá de la puerta no había nada”.
Concluyendo la homilía, el Santo Padre ha recordado que estamos en cuaresma que nos hará bien preguntarnos qué camino estamos recorriendo. ¿Estoy en el camino de la vida o en el camino de la mentira? ¿Cuántas clausuras tengo en mi corazón todavía? ¿Dónde está mi gloria: en el hacer o en el decir? ¿En el salir de mi mismo para ir al encuentro de los otros, para ayudar? ¿O mi gloria es tener todo arreglado, cerrado en mí mismo?
Finalmente, el Pontífice ha invitado a pedir al Señor, mientras pensamos en todo esto, no por nuestra vida, sino la gracia de ver siempre a los “Lázaros que están en nuestra puerta, los Lázaros que llaman al corazón” y salir de nosotros mismo con generosidad, con actitud de misericordia, para que la “misericordia de Dios pueda entrar en nuestro corazón”.

CAMINO DE CUARESMA

TIRA algo hoy; deshazte de eso que no usas

Jueves 25 (José Andrés)

Día 25-2-2016. Jueves
Buscamos y leemos: Jeremías 17, 5-10

            De nuevo tenemos un texto del profeta Jeremías. Esta vez se trata de dos oráculos de estilo sapiencial. El primero, hasta el v.8, nos dice que el hombre mortal es mala base de confianza. Aquí llama “maldito” a quien confía en el hombre y, en contraposición, el Señor hace fructificar a quien confía en Él.
            Si nos vamos al Salmo 1 podemos ver que, después de llamar “feliz al hombre que no sigue el consejo de los malvados”, nos trae la misma imagen poética que Jeremías: “Es como un árbol plantado junto al río”.
            El segundo oráculo (v. 9 y 10) expresa la capacidad del hombre para engañarse y engañar. Solo el Señor penetra hasta lo más recóndito del corazón. Jesús dirá en el Sermón del Monte: Bienaventurados los limpios de corazón”, dirigiéndose a aquellos que no son hipócritas en el corazón, que no tienen una intención falsa. Dichosos aquellos que luchan por vivir siempre según una verdadera pureza de intención, de modo que todo su hablar, como su actuar, proceden de la abundancia de su corazón.

            Tomamos buena nota de ello.

25 febrero: La noche

Liturgia
          ¿Dónde está apoyada nuestra confianza? Jer 17, 5-10 expresa la diferencia entre estar apoyándose en lo humano o en Dios. Quien se apoya en lo humano es como cardo en el desierto. No tiene jugo. Quien se apoya en Dios es como árbol plantado junto a la acequia, que es frondoso y da fruto en su sazón.
          El rico de la parábola vivió su vida apoyado en comer bien y vestir bien. No tuvo más miras. Ni vio al pobre mendigo a su puerta. Así el día que murió lo enterraron… Como cardo en la estepa. Mientras que el pobre había vivido apoyado en Dios y –en su muerte-los ángeles lo llevaron en volandas al seno de Abrahán: había dado fruto. Ahora era feliz, bendito, mientras el rico, atormentado vivía la maldición de la lejanía, la maldición de su infelicidad.

PASIÓN DE JESÚS
          Hay dos modos de enfocar esta noche del prendimiento: con Mateo y Marcos hay un juicio nocturno. Con Lucas, no. Lucas refiere ya el juicio de la madrugada. Yo prefiero a Lucas.
          Eso quiere decir que había que llenar aquella noche. Cuando Jesús salió de Anás podía ser alrededor de la 1. El guardia de la bofetada venía alterado porque la pregunta que le hizo Jesús había sido muy seria, y el guardia no había podido darle respuesta. Venía con los morros hinchados, y se desahogó con los otros guardias expresándoles cómo el preso se le había insolentado. ¡Bueno era apagarle los humos! Y lo introdujeron en el patio de guardia y le pegaron bofetadas, le escupieron, le mesaron la barba… El preso no reaccionaba, A alguno se le ocurrió jugar con él y trajeron un trapo y le vendaron los ojos y se pusieron a intentar el juego de que Jesús averiguara quién le pegaba. Ese juego que los chavales llaman “el abejorro”. Pero se encontraron sin respuesta. Al principio les exacerbaba y aumentaban sus golpes, pero al guardar Jesús total silencio, acabaron aburriéndose y dejaron el juego.
          Bajo aquella venda Jesús veía. Veía la bajeza humana, y más aún la irresponsabilidad de los jefes que no habían cuidado que se tratara con respeto al detenido. Veía ahora más nítidamente a Anás con su malicia y su cobardía. Bajo el agujero negro de la venda de sus ojos estaba viendo tanta suciedad de una humanidad que se pierde en las mayores injusticias, en las faltas de respeto a la vida, en el abuso de los poderosos, en los odios de los de abajo, en la sinrazón de las luchas sociales, políticas, familiares… Veía a la juventud que ha perdido el sentido del amor, de la pareja con la que compartir una vida…, a los mayores que no tienen rumbo y van de aprovechados por la vida…, a la violencia de unos contra otros… [Y yo invito a todos –y me invito- a descubrir la mirada de Jesús sobre mí mismo, bajo su realidad de OJOS VENDADOS que penetran nuestros sentimientos más íntimos y a veces oscuros, y está viendo lo más profundo de nuestros corazones. A mí es un momento de la Pasión que me causa mucha impresión porque me pone ante la mirada de Jesús, que ve la verdad de cada uno, y ante la que no cabe otra cosa que reconocer que él nos ve tales como somos, sin velos ni apariencias].
          A Jesús lo dejaron allí y los guardias se salieron al patio exterior con los criados y criadas, que se calentaban en una lumbre que habían hecho.

          En esto llamaron al portón, salió un criado y se encontró con dos hombres. Preguntaron por alguno de aquellos criados, que conocía Juan, y le pidió que dejase entrar a su amigo para ver en qué paraba todo aquello del preso que habían traído. Allí se metió Pedro en el avispero, disimulando lo posible, pero con los ojos buscando dónde podía estar Jesús. No lo veía y su constante mirar empezó a levantar sospechas. Le hablaron, respondió con frases cortas y empezaron los comentarios de unos y otras: aquel tenía que ser un discípulo…, su modo de hablar con acento galileo se le notaba. Y Simón se sintió en peligro y optó por negarlo todo. Y como al cabo del rato insistían fue levantando la voz en su negativa y seguramente no se dio ni cuenta de que el gallo había cantado. Era, pues, avanzada la noche. Mujer, déjame: no conozco a ese hombre, llegó ya a gritar. Y su voz llegó ya al interior del patio de guardia donde estaba Jesús. El nerviosismo de Pedro fue a mayores, y la espera de los guardias se hizo ya cansina y optaron por sacar al preso de allí y llevarlo al calabozo. Podían ser de las 2 a las 3 de la madrugada. Momento que coincidió con los juramentos de Pedro de no conocerlo y con el canto del gallo por segunda vez. Jesús pasaba en ese momento, maniatado, y su mirada se cruzó con la del exaltado Pedro. ¡Qué mirada de Jesús! No era de reproche pero sí de dolor, de sentimiento profundo por el amigo caído. Pedro no pudo sostener la mirada. Bajó los ojos arrasados en lágrimas y se fue corriendo como alma en pena hacia el portal y se deshizo en lágrimas muy amargas. ¡Había negado al Maestro…!

miércoles, 24 de febrero de 2016

ZENIT 24: Justicia, misericordia y respeto a la vida

Una semana más, el papa Francisco se ha reunido en la plaza de San Pedro con miles de fieles venidos de todas las partes del mundo, para escuchar su catequesis durante la audiencia general. Previamente, el Santo Padre ha recorrido los pasillos con el papamóvil saludando a los peregrinos, de forma especial a los más pequeños.
En la catequesis de esta semana, el Papa ha reflexionado, prosiguiendo con la serie iniciada hace unas semanas, sobre la misericordia en la perspectiva pública.
En el resumen hecho en español, el Pontífice ha indicado que “en esta catequesis presentamos la historia de Nabot que nos muestra al poder y la autoridad que pierden su dimensión de servicio y de misericordia. El rey Ajab quiere comprar la viña de Nabot por conveniencia personal”. Por eso ha explicado que Nabot se niega, “porque para Israel la tierra es de Dios, prenda de su bendición, y se debe custodiar y transmitir a la siguiente generación”. Ajab se enfurece –ha proseguido– por no haber satisfecho su deseo. La reina Jezabel usará su poder para matar a Nabot y así quedarse con la viña.
El Papa ha advertido qué lejos está esto de la palabra de Jesús: “Quien quiera ser el primero… sea el servidor de todos”. “Sin la dimensión del servicio, el poder se convierte en arrogancia y opresión. Si no hay justicia, misericordia y respeto a la vida, la autoridad se queda en mera codicia, que destruye a los demás en su afán de poseer”, ha añadido el Santo Padre.  Así, ha asegurado que “la misericordia puede vencer el pecado”. Y ha recordado que “Dios envía a Elías para que amoneste al rey y se arrepienta”. Con todo, “el mal causado dejará una herida que tendrá consecuencias en la historia”, ha añadido Francisco.
Finalmente, ha precisado que “solo Jesús puede sanar estas heridas y cambiar la historia, pues desde el trono de la cruz, el verdadero rey sale a nuestro encuentro, vence el pecado y la muerte, y nos da la vida”.
A continuación, el papa Francisco ha saludado a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. De este modo ha pedido “que el ejemplo de Jesús transforme nuestra concepción de poder para que siempre vivamos nuestra responsabilidad como un servicio, en el que manifestar su misericordia a los demás”.
Después de los resúmenes de la catequesis en las distintas lenguas, el Papa ha dedicado unas palabras a los enfermos, los recién casados y los jóvenes.
Recordando que la cuaresma es un tiempo favorable para intensificar la vida espiritual, ha deseado a los jóvenes que la práctica de ayuno sea de ayuda “para adquirir más dominio de uno mismo”. Del mismo modo ha pedido que la oración sea para los enfermos “el medio para encomendar a Dios vuestros sufrimientos y sentirlo cada vez más cerca”. Y para concluir, ha exhortado a que las obras de misericordia ayuden a los recién casados “a vivir vuestra existencia conyugal abriéndola a las necesidades de los hermanos”.

CAMINO DE CUARESMA

EVITA mandar, imponerte a los demás. Escucha con ternura.

24 febrero: Ante Anás

Liturgia
          Reconozco que no he sabido encontrar hoy el punto  confluencia de las dos lecturas que nos propone hoy el 2º miércoles de Cuaresma. En la primera (Jer 18, 18-20) el profeta detecta la incitación de los malos a perseguirlo, y su súplica a Dios: oye cómo me acosan y me pagan mal por el bien que les he hecho. Acuérdate de cómo estuve en tu presencia intercediendo por ellos. Es la imagen el justo perseguido, y –por su parte- de ese justo que se confía a Dios.
          En el evangelio (Mt 20, 17-28) Jesús anuncia una vez más su pasión y muerte, y halla en sus apóstoles la incomprensión, porque no sólo no le siguen su anuncio sino que se intentan escapar por la tangente. Juan y Santiago buscando los primeros puestos de privilegio en el imaginario reino humano de Jesús. Y los otros disgustándose por esa pretensión de los dos hermanos, porque –al fin y al cabo- les suponía no ser ellos los escogidos para esos puestos. Jesús tiene que cambiarles completamente el chip. Estar en esos puestos de “privilegio” supone beber el cáliz que Él va a beber. Y aun entonces, el estar “a la derecha o a la izquierda” no es algo que él decide sino Dios. Más aún: las “oposiciones” a tan altos cargos no se dirimen pretendiendo mandar sino sirviendo y haciéndose unos los esclavos de los otros. Como Jesús mismo, que no ha venido a ser servido y mandar sino a dar su vida en rescate por todos.

PASIÓN DE JESÚS
          A Jesús lo condujeron a casa de Anás y no a Caifás que era el Pontífice. Aquellos guardias habían ido ya aleccionados por Anás para que la primera parada fuera ante él. Anás no había perdonado las veces que Jesús le había dejado el resuello dentro del cuerpo en aquellas ocasiones en que –siendo Pontífice- había pretendido atacar a Jesús, y había salido malparado. Ahora era su hora, con un Jesús venido a menos, maniatado y preso, al que ahora podía dominar. Y con su sorna, viendo a Jesús con sus ojos y semblante humillados, le pregunta por sus discípulos y su doctrina. La primera parte de la interrogación era muy dolorosa para Jesús. No podía responder sobre ellos porque a la vista estaba que ni uno solo había estado a la altura de las circunstancias. Y como no iba a acusarlos, optó por el silencio en esa pare. De su doctrina salía él fiador. Pero ¿qué le podía resumir, y en aquellas circunstancias? ¿Ni qué le iba a escuchar? Y optó por remitirse a los que me han escuchado. Yo he hablado públicamente. En secreto no he dicho nada. Lo que hablé en el Templo y en las sinagogas fue escuchado por los mismos sacerdotes. Pregunta a los que me han escuchado. Ellos saben lo que he hablado.
          Sabía Jesús que era inútil otra respuesta. Aquí se remitía a los testigos, con lo que será todo mucho más objetivo.
          Y Anás se quedó sin saber por dónde salir. Era una verdad tan clara que por ahí habría que haber empezado. Y como el guardia que custodiaba a Jesús se dio cuenta de que el jefe se había quedado colgado, optó por abofetear a Jesús que así responde al pontífice. En realidad Anás no era pontífice sino el suegro del actual pontífice. Lo que pasa es que aquel “pontificado” se había convertido en el “cortijillo” familiar y “tú te quitas y yo me pongo”… La bofetada del criado había venido tan de improviso y tan por la espalda que Jesús se tambaleó. Y rehaciéndose, miro fijamente a Anás, que era quien tenía que corregir aquel desmadre. Anás no le pudo sostener la mirada y disimuló mirando a otro lado y dando por buena la acción del guardia, y tragándose la propia humillación que aquello le suponía.

          Jesús no quiso dejar pasar por alto aquella situación y se volvió al criado y le preguntó con toda autoridad: Si he hablado mal, dime en qué estuvo lo malo. Y si no dije nada malo, ¿por qué me pegas? Más humillado estaba Anás porque no podía ni defender al guardia ni quería dar la razón a Jesús. Y sin embargo él se sentía en este momento directamente acusado en su propia conciencia. Jesús, el preso, el que estaba maniatado, otra vez le había ganado la batalla. Y Anás optó por un gesto que indicaba que se llevaran al preso de su presencia. El camino lógico para un juicio más en condiciones (si tal fuese) había de llevarlo adelante Caifás. A él lo remitió atado. Que Anás se quedaba con su humillación dentro, porque muy bien sabía que había procedido indignamente en aquella ocasión.

Miércoles 24 (José Andrés)

Día 24-2-2016. Miércoles
Buscamos y leemos: Jeremías 18, 18-20

            Hoy es la primera vez que la liturgia del tiempo de Cuaresma nos trae un texto de Jeremías. Se trata de uno de los libros proféticos más complejos y ricos. La tradición no ha hecho justicia a Jeremías al atribuirle la composición de las Lamentaciones, que ha contribuido a distorsionar la imagen del profeta. Pero si nos atenemos a la realidad, a Jeremías le tocó vivir uno de los momentos más importantes y difíciles de su pueblo: la caída de Jerusalén y el destierro en Babilonia.

            En el breve texto de hoy nos relata cómo sus adversarios le persiguen basándose en la tradición: sabios, sacerdotes y profetas serán su apoyo. Jeremías ve cerrarse el círculo de enemigos a su alrededor y sube de grado su angustia. Él ha intercedido por ellos mientras podía. Ahora su defensa está en manos del Señor.  

martes, 23 de febrero de 2016

CAMINO DE LA CUARESMA

SÉ COHERENTE. No pretendas ser lo que no eres; no digas lo que no piensas.

Martes 23 (José Andrés)

Día 23-2-2016. Martes
Buscamos y leemos: Isaías 1, 10. 16-20

            Resulta curiosa esta introducción en la lectura de hoy, en la que el profeta proclama un segundo oráculo contra Israel, designado sarcásticamente como Sodoma y Gomorra. Alude, de esta forma, al versículo anterior en el que dice: “Si el Señor todopoderoso no nos hubiera dejado supervivientes, habríamos quedado como Sodoma, seríamos igual que Gomorra”. A continuación denuncia el culto que suelen hacer como algo aborrecible. Este apartado no lo trae la liturgia de hoy, que salta al v. 16 para centrarse en la posibilidad de la conversión.
            Aunque, en un principio, los acusados son presentados como jefes de las dos ciudades prototipo de una gente corrompida, sin embargo la condena no excluye toda esperanza. La invitación del Señor a “venir y discutir”, a presentarse en un proceso con Él, deja abierta la posibilidad de salvación, no por modificación de la sentencia, sino del comportamiento que la había provocado. Lo que el Señor espera es la decisión del pueblo de modificar su conducta. En el momento de la conversión, el Señor podrá olvidar la infidelidad de su pueblo, y el rojo de la sangre derramada se convertirá en el blanco de la reconquistada inocencia. ¡Bellísimas las imágenes con que ilustra el profeta esta conversión!
            El perdón ofrecido no consiste solo en ignorar las consecuencias del pecado (el castigo), sino en anular el pecado mismo. El pecado no existe sino delante de Dios y cuando lo perdona no existe más.

            Para que sigamos pensando que a los cristianos nos dice muy poco el Antiguo Testamento.

23 febrero: Preso y conducido

Liturgia
          Hoy le toca turno a LA PALABRA, otro componente esencial de la Cuaresma (Is 1, 10. 16-20): cómo acudimos a LA PALABRA y cómo buscamos hacer vida esa palabra. Por lo pronto requiere “lavarse y purificarse”: a la Palabra hay que ir con corazón limpio y abierto; nunca “discutiendo” el valor de esa Palabra o poniéndole sordina. Y en consecuencia, trabajando porque se traduzca en acción. Y entonces podemos entrar en conversación con Dios. Y nuestra alma será blanqueada aunque antes hubiera habido pecados que la enrojecían.
          En el evangelio (Mt 23, 1-12) insiste Jesús en el valor de LA PALABRA, aunque fuera comunicada por una persona poco fiel. La Palabra tiene el valor por sí misma: haced según la Palabra que os dicen los letrados y fariseos, pero no hagáis según sus obras. Ellos dicen pero no hacen. Pese a todo, la Palabra no se desvirtúa por ello. Sigue siendo Palabra de Dios que limpia y purifica.
          De ahí la gran importancia que tiene que orientemos a nuestros fieles hacia la Palabra de Dios, y muy en concreto a lo más cercano, que es el evangelio. No sólo leído sino pensado, meditado. Dejando entrar la fuerza intrínseca de la palabra en nuestro corazón.

PASIÓN DE JESÚS
          Cuando Jesús hubo curado la oreja del siervo del sumo sacerdote, Jesús expresó su queja a los que le detenían: Como a un ladrón habéis salido a prenderme con espadas y palos. Diariamente enseñaba en el Templo y no me prendisteis. Pero esta es vuestra hora y la del poder de las tinieblas. Así se cumplirán las Escrituras.
          Lo que sí dejó claro Jesús es que si lo buscaban a él, dejaran ir a los amigos suyos. No utilizaba su autoridad para defenderse él, pero sí para defenderlos a ellos. Los tres apóstoles vieron la causa perdida, lo abandonaron y huyeron. Los criados de los judíos, “la cohorte”, el tribuno…, prendieron a Jesús y lo ataron.
          Entre las sombras de los árboles salió por allí un muchacho envuelto en una sábana. Debía ser uno de los habitantes de aquel huerto, que escuchó el murmullo de aquella hora y, envuelto en la misma sábana con la que estaba acostado, salió a ver qué pasaba. Pretendieron echarle mano pero le cogieron la sábana y él –dejando la sábana en manos de los captores- escapó corriendo.
          Jesús se había quedado solo. Solo entre aquellos esbirros. Ahora ya salen triunfantes con el preso bien atado, camino de la casa de Anás.
          Para mí es una escena que no puedo pasar por alto y darla por un hecho que ya ha ocurrido. Y mi parada se hace intentando penetrar en el pensamiento de Jesús, que se ve ahora con las manos atadas como un malhechor de quien hay que guardarse. Y se me viene al recuerdo aquel hombre que yo traté, que había robado un gallo hacía 30 años y ahora era esposado para llevarlo a la cárcel, cuando era un hombre que se ganaba la vida honradamente, con su mujer y sus hijos. Y aquel hombre me lo contaba con terror, mientras juntaba las manos y me decía: me esposaron, Padre Y sufría la vergüenza de aquel momento.
          Que si fuéramos a pensar lo que significan las MANOS ATADAS de Jesús, sería para sentir escalofrío. Porque aquellas manos curaron a los ciegos, poniéndolas sobre sus ojos; curaron a los sordos tocándoles los oídos, abrazaron a los niños, levantaron de su lecho mortuorio a la hija de Jairo, bendijeron los panes hasta multiplicarlos. Y tantas otras circunstancias en que fueron decisivas. Solo hacía unas horas que lavaron los pies de sus apóstoles o habían partido el pan y pasado el cáliz de salvación. Esas mismas manos acababan de curar al criado herido.

          Pienso en Jesús. Cierto que a aquella hora de la medianoche no iba a haber mucha gente que lo viera, pero le bastaba a él la vergüenza y el dolor de sentirse con sus manos atadas. A cualquiera se nos puede ocurrir que podría habérselas desatado, que podía haber confundido a aquellos hombres, que podían haberse cambiado los pensamientos de ellos ante la curación de la oreja del compañero. ¡Es que no nos tragamos que Jesus vivió la pasión como un hombre cualquiera que hubiera estado en una circunstancia semejante! Como tantas personas acusadas sin razón, presas sin argumentos, condenadas sin causa. Así vivió Jesús toda su pasión. Y ahora mismo no había hecho más que empezar.

lunes, 22 de febrero de 2016

ZENIT 22: fidelidad y misericordia

fidelidad y misericordia son un binomio inseparable

Durante la homilía, el Pontífice aseguró a los presentes que en este momento, el Señor Jesús repite a cada uno la pregunta “y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”. Esta es una pregunta –indicó– clara y directa, frente a la cuál no es posible huir o permanecer indiferentes, ni posponer la pregunta o delegarla a otro. Al respecto recordó que en esta pregunta no hay nada de “inquisitivo”, sino que está llena de amor. El amor de “nuestro único Maestro, que hoy nos llama a renovar la fe en Él, reconociendolo como Hijo de Dios y Señor de nuestra vida”. El Santo Padre aseguró que Él es la “piedra” sobre la que debemos construir. La piedra es Cristo, sobre el fundamento del cual también Pedro ha sido edificado.
De esta profesión de fe –explicó Francisco– deriva para cada uno de nosotros la tarea de corresponder a la llamada de Dios. Y precisó que a los pastores, sobre todo, “se les pide tener como modelo a Dios mismo que cuida de su rebaño”. Buscar a la oveja perdida, es un comportamiento de Dios que “es signo del amor que no conoce confines”. Es –aseguró el Papa– una dedicación fiel, constante, incondicional, para que a todos los débiles pueda llegar su misericordia.
Asimismo, aseguró que “nos hará bien también a nosotros, llamados a ser Pastores en la Iglesia, dejar que el rostro de Dios Buen Pastor nos ilumine, nos purifique, nos transforme y nos restituya plenamente renovados a nuestra misión”. Que también en nuestros ambientes de trabajo –añadió– podamos sentir, cultivar y practicar un fuerte sentido pastoral, sobre todo hacia las personas que encontramos todos los días. Que ninguno “se sienta descuidado o maltratado, sino que cada uno pueda experimentar, antes que en ningún sitio, aquí, el cuidado amoroso del Buen Pastor”.
El Pontífice recordó a los presentes, trabajadores de la Santa Sede y la Curia Romana, que “estamos llamados a ser colaboradores de Dios en una tarea tan importante y única como la de testimoniar con nuestra existencia la fuerza de la gracia que transforma y el poder del Espíritu que renueva”. Por eso pidió que “el Señor nos libere de toda tentación que aleja de la esencia de nuestra misión, y redescubrir la belleza de profesar la fe en el Señor Jesús”.
Para concluir su homilía, el Santo Padre subrayó que la fidelidad al ministerio se combina con la misericordia que queremos experimentar. Y así, recordó que en la Sagrada Escritura, fidelidad y misericordia son un binomio inseparable. La fidelidad que se nos pide –añadió– es la de actuar según el corazón de Cristo. Concluyó recordando que como dice el apóstol Pedro, debemos apacentar el rebaño con “ánimo generoso” y convertirnos en un “modelo para todos”.

CAMINO DE LA CUARESMA

¿QUIÉN es Jesús para mí? ¿Qué lugar tiene en mi vida?

22 feb.: El prendimiento

Liturgia
          Litúrgicamente hoy es la fiesta de la Cátedra de San Pedro, que data del siglo IV, y es una celebración de la autoridad y enseñanza de Pedro al frente de la Iglesia Católica.
          No obstante sigo la aplicación de la lectura continua que corresponde al lunes de la 2ª semana de Cuaresma, Daniel (9, 4-10) hace una oración a Dios. Pero no lleva en el planteamiento pedagógico de la Cuaresma el mismo sentido del sábado pasado en que se presentó la oración de Esther como súplica apremiante ante un peligro. Hoy es una oración que insiste en la necesidad de orar aunque reconociendo que no se tiene ninguna razón favorable para pedir. Precisamente se pide desde el sentimiento de culpa personal, desde el sentimiento de indignidad y vergüenza. Pero es que eso mismo es el título para suplicar y pedir: la enorme carencia humana.
          En el evangelio de Lc 6, 36-38 se explicita la misma terminación de la lectura de Mateo el sábado. Allí era: Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto. ¿Cómo se entiende eso? Lucas nos dice: Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo, mucho más asequible a la realidad humana. Compasión, misericordia…, es posible de crecer en esa práctica. Pero Lucas todavía concreta más: No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados. Algo muy concreto y muy de vida diaria. Y ahí podemos ir tendiendo a una mayor perfección…, a un irse haciendo perfectos al modo que Dios es perfecto en su compasión y misericordia. Y Jesús lo ilumina con un ejemplo humano: Vais a ser medidos por los hombres con la medida que medís. Vais a ser juzgados en la medida de vuestros juicios, o perdonados en la medida que sepáis perdonar.

PASIÓN DE JESÚS
          Jesús advirtió a sus apóstoles que ya iban a poder dormir poco, porque el que lo entregaba estaba ya cerca. Tan cerca que hablaba todavía Jesús cuando Judas aparece por allí y con toda su desfachatez se viene a Jesús con un talante absolutamente distinto al que había tenido en los últimos días, y se acerca a Jesús y lo besa con un tono festivo y aparentemente cordial: Dios te guarde, Maestro. ¡Qué contraste con el Judas que salió “de noche” y con el diablo dentro. Claro que era el mismo y llevaba en sus labios el mismo diablo de entonces, pero se ha venido a Jesús a simular un afecto cuando en realidad era la señal que le había dado a los guardias para que supieran a quien tenían que prender: Aquel a quien yo bese, ese es; prendedlo y llevadlo a buen recaudo. Y los hombres se echaron rápidamente sobre Jesús para atarlo y detenerlo.
          Simón Pedo no se lo pensó. Aquello de la espada tenía que tener ahora su aplicación concreta –pensó-, y dando un tajo contra uno de los que maniataban a Jesús, intentó abrirle la cabeza, pero Malco esquivó el golpe y sólo le cogió la oreja. Eso sí, se la cortó. El revuelo de los guardias para atender al herido dejó tiempo a Jesús para reconvenir a Pedro por la acción que había hecho: Pon tu espada en su sitio, porque todos los que usan espada, morirán por la espada. ¿Crees tú que no puedo invocar a mi Padre y me enviaría enseguida más de doce legiones de ángeles? Y acto seguido se fue hacia el herido, se inclinó hacia él, le tocó la oreja y se la curó.
          Todo esto no es racionalmente explicable porque un detenido no suelen dejarle proceder con esa libertad de movimientos, y que su ida al herido la fueran a dejar sin más, sin saber sus intenciones. Pero ahí está el relato, y ahí queda lo que los sinópticos nos dejan.
          A todo esto, ¿Pedro qué hace? ¿Judas qué hace? ¿Dónde se ha metido Judas? Pienso que se ha escabullido entre el revuelo y se ha quitado de en medio. Ya ha conseguido lo que había buscado, y vuelve a sumirse en su alma negra vagando de aquí para allá.

          San Juan va muy lejos en el relato porque deja la impresión de que los guardias no se han enterado de quién es Jesús, y ha de ser Jesús quien les pregunte a quién buscan, y eso por dos veces porque la respuesta de Jesús identificándose a si mismo tira para atrás a los guardias y criados del sumo sacerdote. Al estilo de San Juan, ha de quedar por encima de todo la autoridad de Jesús, que es quien de hecho se presenta y quien da la autorización para su prendimiento. No es lo verosímil. El proceso humano de la pasión es un proceso de traiciones y odios y actitudes humanas, a las que Jesús se somete en su plenitud. San Ignacio lo expresa en los Ejercicios haciéndonos caer en la cuenta de que la divinidad se esconde, no aparece; Jesús padece y es su voluntad padecer en esa entrega plena que él ha hecho a la voluntad de Dios, que escribe derecha la redención con los renglones torcidísimos de los hombres.