sábado, 1 de junio de 2019

1 de junio: El Padre os ama


LITURGIA
                      En Hech.18,23-28 aparece un personaje que viene a ser importante en la difusión de la palabra de Dios y la vida de Jesucristo. Es un tal Apolo, al que Pablo hará referencia en una de sus cartas, y que proviene de Alejandría aunque se le conoce a partir de haber llegado a Éfeso. Era un entusiasta de los caminos del Señor, pero no conocía más allá que el bautismo de Juan. Con todo exponía la vida de Jesús con mucha aceptación por parte e los oyentes.
          Priscila Y Aquila lo tomaron por su cuenta y lo instruyeron en la fe cristiana y Apolo se convirtió en una mensajero fervoroso de la vida y la doctrina de Jesús, contribuyendo al provecho de los creyentes, pues era un gran apologeta para defender la fe cristiana frente a los ataques de los judíos, demostrando con la Escritura que JESÚS ES EL MESÍAS.

          En el evangelio de Juan (16,23-28) Jesús invita a sus apóstoles a pedir al Padre en su nombre, y asegura que os lo dará. Y les dice que hasta ahora no han pedido nada en nombre de Jesús. Pedid y recibiréis para que vuestra alegría sea completa.
          Les dice que hasta ahora les ha hablado en comparaciones, y viene la hora en que os hablaré del Padre claramente. Y la lección más inmediata sobre el Padre es que ya no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, porque el Padre os quiere porque vosotros me queréis
          Creo que aquí está el meollo de esta comunicación que hace Jesucristo. y que debe ser acogida por nosotros como realidad confortadora. Cierto que Jesús es siempre el abogado que interviene a favor nuestro ante el Padre. Pero ya no es necesario que Jesús actúe, porque el hecho de que creemos en Cristo y lo queremos, es suficiente para que el Padre nos quiera y nos atienda.
          Quiere decir que dirigirnos a Cristo o al Padre en nuestras peticiones es indistinto. Uno y otro nos aman y uno y otro escuchan nuestra oración.
          Luego nos encontramos ante aquella promesa de Jesús, al principio de este texto, en que asegura a sus apóstoles que el Padre dará lo que le pidan. Es evidente que eso no es exactamente igual en los momentos posteriores y por tanto en nuestros momentos: el Padre no da todo lo que se le pide. Vamos a él con nuestras peticiones y –pese a nuestras insistencias- aquello que habíamos pedido no se alcanza. En ese sentido es más asequible la otra frase de Jesús en otro lugar, cuando afirma que Dios dará cosas buenas a quienes le piden. Y de eso sí podemos tener experiencia. Dios escucha y su respuesta es misteriosa. No concede lo que se le pide, o no lo da en el momento que uno desearía. Pero lo da con creces en otra forma y ocasión.
          Permitidme un desahogo personal. Yo entré en el noviciado jesuítico con 17 años, con los dos objetivos de ser jesuita y de ser sacerdote. Al cabo mi salud no respondió y me encontré en mi casa nuevamente. Hice muchas gestiones intermedias, buscando siempre el sacerdocio como objetivo central, si es que ya no podía ser jesuita. Y se dieron las circunstancias de tal manera que todo se puso enfrente menos una oportunidad muy favorable para ser sacerdote de parroquia…, pero con puerta abierta a pasar a los jesuitas.
          Y me ordené de sacerdote cuatro o cinco años antes que mis compañeros del noviciado aquel (¡Dios había escuchado mi oración, pero con tantas vueltas y revueltas…!, y por fin era sacerdote).
          Me quedaba la Parroquia…, a la que yo no me sentía llamado, pero que era el camino que parecía que Dios había trazado. ¡Pues no! La posibilidad de parroquia se vino al traste y la única vía abierta que me quedaba era VOLVER A LOS JESUITAS. ¡Y fui jesuita y sacerdote!, con la particularidad de que había adelantado a mis compañeros primeros en un conjunto de años, y por unos caminos impensables.
          Desde entonces tuve la plena seguridad de que existe la providencia de Dios y de que Dios escribe derecho aunque para nuestra percepción, los renglones sean torcidos. Y no es eso sino que Dios da cosas buenas a los que le piden, y que acaba dando lo que quiere dar como respuesta a nuestras peticiones.
          Concluyo la reflexión con las palabras finales de este párrafo que nos ha servido de base: Salí el Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre, anunciando su muerte y su ascensión a los cielos, cuya fiesta celebramos mañana.

2 comentarios:

  1. Gracias padre Cantero por esa revelación acerca de su camino para se Jesuita. Sin duda es un testimonio valioso de fe, y a veces nos centramos tanto en las cosas negativas que nos suceden que podemos olvidar que la Providencia de Dios es algo real. Y lo seguirá siendo...

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  2. Podría dar muchos ejemplo se la Providencia de Dios actuando en mi vida, pero se me ocurre algo concreto en este momento. El tema de la edad y la salud. Yo estoy convencido de que Dios ha puesto unas leyes en la naturaleza que nos hacen envejecer y por tanto el deterioro a veces no lo podemos detener porque forma parte del plan de Dios. Pero estoy también convencido porque lo he visto además, que la edad no tiene la última palabra, sino que la tiene Dios. A veces los deterioros pueden ser un camino para uno mismo y para los demás, para ver cosas, para entender cosas, para practicar cosas. Nuestros deterioros pueden ayudar a los demás también, aunque a veces no lo veamos o no lo podamos comprender. A Dios no hay que comprenderlo, en Dios hay que confiar, simplemente.

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