jueves, 20 de junio de 2019

20 junio: Cuando oréis...


COMIENZA LA NOVENA AL SAGRADO CORAZÓN
MES DEL CORAZÓN DE JESÚS
             YO SOY LA LUZ DEL MUNDO
             Hay  muchas “definiciones” que hace Jesús de sí mismo. Y una de ellas es esa: “Yo soy la luz del mundo”.  “Luz que vino a las tinieblas”, como lo describe San Juan en el prólogo de su evangelio.  La misión de la luz es iluminar. Eso es evidente. Por eso la luz siempre se pone allí donde no sólo esté encendida sino que lo esté para alago: para iluminar, expandir su reflejo y hacer que puedan otros aprovecharse de ese resplandor.
             “Yo soy la Luz” es toda una definición de vida. Porque manifiesta una misión. Cuando el mundo estaba en tinieblas, vio una luz grande; una luz les brilló.  Así se aplica a la liturgia del nacimiento de Jesús. Jesús ha venido a hacer que el mundo pueda ver, y pueda ver esa VERDAD que ayer era la base de nuestra reflexión.  Porque, a oscuras, todo es mentira.  Entramos en una habitación oscura y no nos atreveremos a dar paso, porque no sabemos qué hay delante. Damos al interruptor y queda diáfano por dónde hemos de caminar, o qué es lo que vamos a hacer allí. Todo era como una mentira…, y de pronto tenemos ante nosotros lo que hay allí…, la verdad de lo que encierra esa habitación.
             El símbolo del Cirio Pascual es muy expresivo.  Está el templo a oscuras. Resulta hasta molesto.  Se enciende el Cirio y ya hay una luz que ilumina.  Pero conforme avanza, reparte luz…; todos van emprendiendo su propia vela. Y de lo que eran tinieblas y sombras de muerte, el templo se va haciendo luminoso.  Cada uno se llevará su vela, emprendida en LA LUZ DE CRISTO.  Pero esa vela no debe permanecer apagada… De hecho se le vuelve a entregar el símbolo en el día del bautismo, y en algún momento más del proceso cristiano. Y cuando el fiel muere, a su cabecera sigue luciendo el Cirio Pascual, como un recordatorio de que CRISTO LUZ sigue siendo Luz en medio de la aparente nueva tiniebla de la muerte… Pero presagiando que el que yace ya en esa “tiniebla”, va –sin embargo- alumbrado por aquella Luz de Cristo, que de forma misteriosa luce en el alma del que ya no puede sostener su vela.  Pero sigue siendo luz… Porque vosotros sois la luz del mundo…, y vuestra luz debe alumbrar a todos, de manera que alaben a vuestro Padre del Cielo.

LITURGIA
                      Empieza Pablo su corrección a los fieles de la comunidad de Corinto. Era una comunidad con cosas muy buenas, como ha quedado dicho al principio de la carta, pero con fallos también sonoros. Y Pablo sale al paso, comenzando por el tema de que se dejen embaucar por otras doctrinas de “los superapóstoles” (expresión profundamente irónica). (2Co.11,1-11). Y Pablo les afirma que él ha querido llevarlos a Cristo (quise desposaros con un solo marido, presentándoos a Cristo como una virgen fiel). Pero Pablo experimenta el temor y el dolor de que, como la serpiente sedujo a Eva, esta comunidad se deje engañar por esos otros predicadores que les presentan otro evangelio, y aquella comunidad los acepta tan tranquila.
          Y Pablo presenta sus credenciales: se ha dado todo entero y no les ha sido gravoso en nada, porque se ha dedicado a ellos de balde. Para ello tuvo que recibir subsidio de otras iglesias. Y nadie le quitará esa satisfacción. Y no es señal de falta de amor. Que eso bien lo sabe Dios.

          El evangelio se centra hoy en el modo de rezar, que más bien se diría: de ORAR. Porque rezar se puede quedar muchas veces en repetición de palabras, mientras que orar es profundizar e interiorizar lo que se habla a Dios. Mt.6,7-15 nos presenta a Jesús advirtiendo a sus discípulos que no empleen muchas palabras al orar, como si por muchas palabras se llegara más al corazón de Dios. Vosotros, cuando oréis, decid: Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy el pan nuestro, perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros ya hemos perdonado a los que nos han ofendido; no nos dejes caer en tentación, sino líbranos del maligno. Evidentemente que no se trata de un “rezo talismán” sino de una base de meditación y profundización de lo que son los valores excelsos de la oración verdadera. Y prueba de que no se resuelve todo con decir esas palabras, es el final que pone el propio Jesús: Porque si perdonáis a los demás sus culpas, también vuestro Padre celestial os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas. Es claro que esta oración es para dedicarle horas y desmenuzar su contenido y apropiarse sus ideas para vivirlas una por una y que toda otra oracion nuestras, encaje en ese esquema fundamental.

1 comentario:

  1. Me maravilla y admira el buen cuidado que pone el padre Cantero en cada cosa que publica en el blog. No se si alguien se habrá dado cuenta, yo si. El uso de la letra cursiva en su sitio, la mayúscula para resaltar, el espaciado, los márgenes. Los que tenemos experiencia en escribir en internet, sabemos que detrás de cada cosa en el texto es una pulsación de teclado, un cuidar que la obra quede bien. Y quisiera dar las gracias no sólo por el contenido de cada reflexión que es lo más importante, sino por esas pequeñas cosas que no son tan pequeñas y que demuestran que estamos ante una persona que se preocupa de las formas también y no sólo del fondo. ¿Y esto que tiene que ver con la reflexión de hoy?
    Pues...nada o a lo mejor si tiene que ver. Ser luz para los demás, es hacer las cosas bien, dar un buen ejemplo, ser pulcros y ordenados en nuestro proceder. Porque si predicamos y resulta que luego no nos ven, o no lo perciben, o no lo notan, entonces es que a lo mejor no hay luz. Ahí lo dejo, es más una reflexión que me hago a mi mismo.

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