sábado, 11 de enero de 2020

11 enero: Si quieres, puedes


LITURGIA       
          .           Lo que hoy nos trae la 1ª lectura (1Jn.5,5-6.8-13) es una especie de resumen de lo que venía diciendo en días anteriores, con leves matices distintos. Hoy se fija en el modo de vencer al mundo, y es creer que Jesús es Hijo de Dios, que es lo mismo que nos ha dicho anteriormente para conocer que vivimos en la verdad y que cumplimos el mandamiento de Dios.
          Añade hoy que Cristo se ha manifestado en el agua, la sangre y el Espíritu. El agua, que hará referencia al Bautismo. La Sangre, a la Eucaristía. El Espíritu, el que da sentido y vida a todo eso anterior. El Espíritu es el que da testimonio porque el Espíritu es la verdad. Puede verse una alusión al costado abierto, donde el agua y la sangre fueron el testimonio del amor de Dios, que nos daba, en la muerte del Hijo, el testimonio supremo del amor.
          Añade después que quien no cree en Dios, lo hace mentiroso porque no ha creído en el testimonio de Dios que nos ha enviado a su Hijo, y con él la vida eterna que está en el Hijo. Quien tiene al Hijo, tiene la vida; quien no tiene al Hijo, no tiene la vida.
          Y acaba afirmando el evangelista que nos ha dejado todo esto escrito a los que creemos en el Hijo, para que nos demos cuenta de que tenemos vida eterna.
          Es todo un razonamiento muy al estilo de Juan, que así deja constancia de lo que él quiere dejar claro a los creyentes.

          El evangelio es de San Lucas (5,2-16) y nos enseña un modo de oración simple y confiado: el de aquel leproso que se presenta ante Jesús y le dice, rostro en tierra: Señor, si quieres, puedes limpiarme. No pedía expresamente nada y lo estaba pidiendo todo, porque dejaba toda su situación en la voluntad de Jesús. “Si quieres”. Ahora todo depende de que quiera el Señor. Porque el leproso da por supuesto que puede limpiarlo. “Si quieres, puedes”.
          Había tocado el corazón de Cristo, y la respuesta no se hizo esperar, en los mismos términos de la oración. Ahora ya no es “si quieres” sino: Quiero, queda limpio. Y no de cualquier manera sino con una cercanía fuera de la misma ley, porque nos dice el evangelista que “extendió la mano y tocó al leproso” mientras afirmaba que quería… Y la consecuencia inmediata es que el leproso queda limpio. No sólo no se ha manchado Jesús tocando al enfermo de lepra, sino que con su cercanía física lo ha curado de la terrible enfermedad. Enseguida lo dejó la lepra.
          Jesús es original. Ha hecho una obra que tiene repercusiones sociales y humanas, porque aquel hombre vuelve a ser persona y vuelve a poder estar como parte de la sociedad, y todavía Jesús pretende que no diga nada a nadie. Sólo al sacerdote que tiene que certificar la curación. Pero ¿cómo iba a callarse después del gran favor recibido? Bien podemos pensar que aquel hombre proclama a los cuatro vientos que Jesús le ha curado.
          Y lógicamente aquello se comunica de unos en otros y acaba produciendo el efecto llamada porque los que tenían enfermos, los llevaban a Jesús: acudía a él mucha gente para que los curara de sus enfermedades.
          Por su parte, Jesús pretendía hacer el bien sin que apenas se difundiera, porque él también quería tener sus tiempos recogidos de oración. Y así se retiraba a despoblado para quedarse a solas con Dios y orar en su presencia.

          Me sugiere la reflexión de cuantos se parapetan en sus muchas ocupaciones para decir que no tienen tiempo para practicar su vida espiritual. Jesús era muy activo, pero encontraba sus tiempos de oración como necesidad de su misma vida. Porque Jesús no podría ser quien era y hacer lo que hacía, si no se apoyaba fuertemente en Dios. Y eso lo da la oración, los ratos retirados para estar a solas con Dios. Por eso pienso que podría haber muchos más fieles orantes si llegaran a convencerse de que la oración no ocupa lugar; es decir: el tiempo que se dedica a la oración, potencia el ritmo de la vida diaria. Ahora sería el mismo Jesús quien se dirigiría a nosotros para decirnos también: Si quieres, puedes. La gran mayoría de los “imposibles” humanos, se vencería con un “Quiero”. Porque si quiero, puedo.

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