viernes, 6 de septiembre de 2019

6 septiembre: Lo nuevo del reino


LITURGIA
                      Colos 1, 15-20.- Es poco “explicable” la lectura de hoy. Es más una oración, un himno, una exaltación del alma, que no hay sino que irla siguiendo devotamente, percatándose de su pensamiento. Es una confesión de fe en Jesucristo, al que va describiendo con diversas afirmaciones: Cristo Jesús es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque en él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles. Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades; todo fue creado por él y para él. Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él. Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia. El es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo. Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud. Y por él quiso reconciliar todas las cosas: las del cielo y las de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz.

          Lc.5,33-39 presenta la duda de los discípulos de Juan Bautista, que no saben por qué ellos ayunan y también los discípulos de los fariseos, y sin embargo los discípulos de Jesús no ayunan, sino que ellos comen y beben...
          La respuesta de Jesús puede sintetizarse en una sola palabra: porque están de fiesta. Ellos están con “el novio” en el banquete de las bodas, y naturalmente no van a ayunar en el banquete.
          Tiempo tendrán de ayunar cuando acabe la fiesta, cuando el novio les sea arrebatado. (Expresión anunciadora de la muerte de Jesús).
          La pregunta de los discípulos del Bautista da oportunidad a Jesús para presentar un tema de mucha mayor envergadura: la diferencia entre el Antiguo Testamento, con todas sus prácticas y costumbres, y el Nuevo Testamento, el Reino de Dios, el mundo que viene a traer Jesús, fundamentado en lo profundo del ser de cada persona.
          El ir “con el novio”, el seguir a Jesús, no puede ser simplemente hacer lo de antes y vivir como antes, con unos pequeños añadidos. Jesús traza una vida tan nueva que sólo se entiende desde la novedad.
          Y eso lo explica con doble parábola: a un vestido viejo no se le puede parchear con una tela fuerte y nueva, porque esa pieza acabaría rasgando el vestido pasado. Lo mismo, el seguimiento de Jesús es algo tan nuevo que rasgaría lo antiguo si se quisiera aplicar a lo antiguo. No podría hacerse. Lo que trae Jesús es fuerte y tiene su propia consistencia.
          Lo mismo que el vino nuevo, que trae toda la fuerza, no puede echarse en odres viejos porque los reventaría y se perderían el vino y los odres. Al vino nuevo de Jesús hay que prepararle vasijas nuevas.
          Los ayunos rituales de los judíos no son aplicables al mundo nuevo del Reino. Lo que hay es que vivir la novedad del evangelio como dato substancial, y eso no se define por ayunos.
          Otra cosa es el ayuno que tiene su fundamento en la unión a la Pasión de Cristo; una forma de solidaridad que por una parte es ser solidarios con el dolor de Cristo; y otra motivación es el ayuno como solidaridad con los que no tienen qué comer.  Estilo muy actual, donde fácilmente se solidarizan los de una ciudad con otra en casos de conflicto. Objetivamente es absurdo que se pongan en huelga de hambre los bomberos de Salamanca para apoyar las reivindicaciones de los bomberos de Soria o de Almería. Y sin embargo se hace, y acaba siendo una llamada de atención para obtener un determinado fin.
          Lo curioso es que el ayuno que marca la Iglesia (que casi de modo vergonzante se reduce a dos veces al año), o la abstinencia de carnes (los viernes de Cuaresma), vengan a saltárselo a piola muchos católicos, “porque no le encuentran sentido”. Y sin embargo sí le encuentran sentido a esas otras solidaridades. ¿Es que lo religioso tiene menos valor? ¿No entendemos de solidaridad con los hermanos necesitados? ¿Somos incapaces de asumir ese levísimo sacrificio”, sin mostrar –cuando menos- una obediencia a la Iglesia, que nos pone por delante esas mínimas privaciones? Cierto que son signos y que a los signos hay que adjudicarles un objetivo. Pero ¿no vive la sociedad actual –y la juventud de manera especial- de signos y más signos a los que ha asociado unos significados? Todo sería que en las privaciones levísimas que nos pide la Iglesia, fuéramos capaces de asociar valores sobrenaturales, espirituales, religiosos, y vivirlos así con espíritu de comunidad cristiana y católica, con obediencia de fe.

1 comentario:

  1. Cuánta razón, Padre Cantero.Solo dos días de ayuno y varios de abstinencia de carne Que se trampea con un buen pescado.O se dispensa a los mayores.Mientras se hacen ayunos extremos para guardar la línea, la novedad vegana, gimnasio a tope etc

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