jueves, 26 de septiembre de 2019

26 septiembre: La conciencia


LITURGIA
                      El texto de Ageo que tenemos hoy está conectado con el de Esdras que hemos tenido en días anteriores y pone un tanto de moviola sobre lo que hemos visto en días pasados. Diríamos que Ageo (1,1-8) expresa la actitud de la “oposición” a todo ese movimiento optimista de la reconstrucción del templo. Porque lo que hoy nos cuenta el profeta es la reticencia de un grupo que se opone a empezar esa obra del templo porque piensa que no es aún el momento. Y Ageo les hace caer en la cuenta de que el pueblo no prospera porque Dios no bendice esa actitud.
          Lo que el Señor quiere es que se preparen los materiales para rehacer el templo, lugar de oracion y casa de Dios, donde pueda complacerme y mostrar mi gloria.
          Lo que se saca en claro es que nunca llueve a gusto de todos. Que donde surge un movimiento, aparece el movimiento contrario. Lo que tiene una actualidad absoluta. Debe prevalecer lo que construye, lo que edifica, lo que da gloria a Dios, por encima de los otros intereses humanos e instintos de contrariedad de los críticos que destruyen más que construyen.

          Herodes, según Lc.9,7-9, estaba perplejo ante la obra de Jesús. Jesús hacía obras maravillosas cuya noticia llegaba a todas partes. Herodes no sabía a qué atenerse porque él comprendía que Juan Bautista hubiera podido ser el que las hiciera. Pero a Juan lo ha mandado decapitar él. ¿Acaso ha vuelto a la vida? Y como no tenía su conciencia tranquila, más temía. Y se preguntaba: ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas? No nos dice más el texto que tenemos hoy entre manos, por lo que poco más puede sacarse en claro. Lo cierto es que Herodes no sosegaba, porque le remordía la conciencia por la muerte del Bautista, que él había mandado realizar.

          Sería el tema a tomar en cuenta: cuando no se procede con intención recta, una conciencia sana debe “remorder”. No es lo peor el pecado que se ha cometido sino el no reconocerlo. Y al no reconocerlo, la conciencia grita porque no está de acuerdo con ese vivir “contra-conciencia”.
          Pero es un hecho que estamos viviendo unos tiempos en que una gran masa de personas ha llegado a aplastar los primeros brotes de la conciencia, y vive una vida desordenada con toda normalidad. Es la peor situación a que podía llegarse. Porque no es lo peor que el mundo viva contra la ley de Dios, sino que ni lo advierte. Es lo que Jesús describe como pecado contra el Espíritu Santo, que no tiene perdón.
          Todo pecado reconocido, y arrepentido el individuo, puede ser perdonado, por muy grave que sea. Dice Jesús que puede ser perdonada la misma “blasfemia contra Jesús, es decir, el ir contra su Palabra y contra su persona. No hay pecado que, reconocido y arrepentido, no pueda ser perdonado. Y aunque sea recalcitrante y no se reaccione hasta última hora.
          El pecado que no tiene perdón es aquel de Herodes que no tuvo vuelta atrás en su actitud. El pecado sin solución es el del que vive ya en tranquilidad con su propio pecado, al que ni llega a considerar ni advertir. Ignorancia culpable porque hubo que saltar barreras para romper con los principios éticos y morales, hasta llegar a quedar impasibles en conciencia.
          Así se explican tantos desmanes como estamos asistiendo en cada sesión de noticias, que parecen más un elenco de las barbaridades a que se ha decantado tanta gente, perdida la moral en todos sus aspectos. Nos informan muchas veces de personas que han cometido crímenes horrendos y que permanecen fríos e impasibles. ¿Cómo se puede llegar a eso si no es a base de haber pisoteado todos los mínimos principios humanos? Y no ya por religión, sino por pura ética.
          Otra cosa, es que la pérdida de la religión es lo que ha roto los moldes básicos de una vida en orden. Mientras se mantiene ese hilo de referencia del hombre con Dios, se conserva una línea básica que mira más arriba y que sabe que uno no es un ser independiente totalmente porque hay unos valores espirituales, un orden superior, un punto de referencia en la ley natural, recogida tan preciosamente en los diez mandamientos de la ley de Dios. Que ya bastarían para que el mundo mantuviera unas formas básicas de comportamiento y relación.

1 comentario:

  1. Acto de constricción. Por ser vos quien sois y porque os amo sobre toda las cosa me pesa...

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