sábado, 16 de junio de 2012

Detalles prácticos en la MISA


A PROPÓSITO DE LA PAZ..., Y OTROS
            Un punto práctico añadiría yo:  la “costumbre”, la rutina, lo que se hace “de memoria”, se convierte en gestos meramente externos sin sentido. Ocurre así en varios momentos del seguimiento de los fieles.  Ya hemos indicado la ligereza de ponerse de rodillas apenas acaba el “Santo”, sin esperar al comienzo –tan diferente de longitud- de las diferentes Plegarias Eucarísticas.
            Ocurre igual con el rito de la paz.  De hecho hay 4 fórmulas oficiales diferentes para introducirlos en el sentido de ese gesto que, o tiene realmente un sentido, o queda vacío. Es un hecho que muchos fieles se dan la paz sin esperar a la invitación que les hace el Celebrante que, incluso puede enriquecer tal momento con alguna forma más específica, significativa o conveniente para una determinada celebración.  LOS FIELES DEBEN ESPERAR a ser invitados a expresar el sentido de ese gesto, y no ir rutinariamente a hacerlo, tantas veces tan vacío.
            Y puestos ya en el tema de las rutinas, también señalo la breve oración que los fieles rezan antes de la Comunión.  El Sacerdote presenta el Cuerpo y la Sangre de Cristo: Éste es el Cordero de Dios… Dichoso los invitados a la Cena del Señor.
            Y antes de dejar respirar, ya están arrancando al “Señor, yo no soy digno”.  Oración que debe esperarse a que pueda rezarla también el Sacerdote, y que –desde luego- es un REZO, una ORACIÓN…, no un dicho de papagayo en el que la velocidad y la falta de conciencia de lo que se está diciendo son palmarias.  Si uno habla con alguien en una conversación personal, no se le ocurre hablar ni a esa velocidad ni con esa inadvertencia a lo que se está diciendo.  Se debe ORAR como quien habla con Dios, y lo hace con la familiaridad y el sosiego de un verdadero confesar que yo no soy digno…, pero que digas una palabra y así quede sana mi alma.  Esto no es una cosa para decirla de cualquier manera.  O se ora o no.  Y si se ora, hay que hacerlo con sosiego y respeto de a quién se dirige uno.
            No dejo sin advertir el error que supone en algunos sacerdotes el cambiar la formulación de presentar el Cuerpo y la Sangre del Señor, cuando dicen: “Dichosos los llamados a esta comida”…, “a esta mesa”.  No, mis venerados compañeros de Sacerdocio.  ¡Estamos exactamente en LA CENA DEL SEÑOR!  La Liturgia lo ha señalad así y hasta recordaréis que se corrigió la primera fórmula que “la mesa”, porque realmente no respondía a lo que se está queriendo expresar y se está celebrando.  ¡No se está celebrando una comida de amigos! Se está reviviendo la mismísima CENA SANTA del Señor.


LITURGIA DEL DÍA
Lo que Jesús está afirmando hoy en el Evangelio es que quien es persona sincera y habla la verdad, no necesita jurar. Le basta su afirmación o negación, su SÍ o su NO.  Y lo que pasa de ahí viene de ese Maligno, u es padre de la mentira.  ¿Por qué se jura?  Porque sabe ya tal persona que no es de fiar por sí misma, y tiene que traer a colación "una autoridad" superior a él para que la puedan creer. Si hubiera sido persona verídica siempre, su SÍ vale más que el juramento.  Porque el que miente, será capaz hasta de mentir con falsía.
En cuanto a la primera lectura, suena mucho a ls llamadas de Jesús...: Elías pasa junto a Eliseo, que araba.y le echa el manto su sobre los hombros.  Vivimos una imagen muy oriental donde los hechos dicen más que las palabras.  Y Eliseo acepta la llamada, se despide sde sus padres y sigue al profeta.

6 comentarios:

  1. Hace falta a mi juicio un replanteamiento de la formula empleada por la Iglesia en transmitir a los fieles una formación correcta en materia de liturgia también, porque algo está fallando en el proceso. Desconozco si esto se está corrigiendo en la actualidad en nuestra Diócesis por ejemplo, pero sólo hay que asistir de espectador a una Misa, cosa que ya hacen muchos católicos sin ser conscientes de ello, para darse cuenta de como viven muchos los Sacramentos, especialmente la Eucaristía.

    Percibo desde hace mucho tiempo una pérdida progresiva de la conciencia del valor de la Liturgia, si es que esa conciencia ha existido alguna vez del modo que lo enseña la Iglesia al pueblo cristiano, por ejemplo en el Catecismo de la Iglesia Católica, y que todo católico debería repasar y estudiar. No me refiero al catecismo de la primera comunión, sino al aprobado por la Iglesia en la década de los 90. Desde este blog se puede acceder a el, pinchando en la foto del catecismo incluida en la columna derecha.

    Otra cosa práctica que recomiendo es tomar nota de las explicaciones que el Padre Manuel Cantero va haciendo sobre la Misa en este blog. No limitarse sólo a leer, sino a reflexionar nuestras vivencias de la Santa Misa.

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  2. Desconozco el tipo de formación que se está dando actualmente para la Primera Comunión, pero tal vez sería una buena cosa, si no se hiciera ya, el potenciar el formar a los niños en el conocimiento de lo que es la Misa. En cuanto a los mayores, yo introduciría en las celebraciones de vez en cuando, especialmente los domingos que es cuando más gente asiste, o en ciertas Misas, como las de difuntos, pinceladas explicativas que ayudaran a los fieles a comprender el significado de lo que están haciendo durante la Misa, y de que su papel no es el de espectadores sino el de auténticos participantes por medio de su participación en el sacerdocio real de Cristo.

    Si no hacemos algo para revertir el proceso degenerativo, el problema será cada vez mayor.

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  3. Un tercer aspecto importante en mi opinión es el ejemplo de los sacerdotes durante la celebración de la Eucaristía. Tenemos que rezar y pedir a Dios sacerdotes santos, pastores que se preocupen y se ocupen del rebaño. Todo sacerdote es pastor por Cristo el Buen Pastor, y sean del lugar que sean, su objetivo debería ser el mismo. Los abusos litúrgicos deben ser corregidos y si hay obstinación deben ser denunciados. Los sacerdotes son humanos, y al igual que a los laicos, tendrán sus días mejores y peores, pero desde luego la fidelidad al Sacramento del Orden debe ser una máxima en todos los aspectos de su vida.

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  4. En cuanto a la participación de los fieles en la Misa, un aspecto importante es darle sentido y uniformidad a lo que hacemos. Queda fatal que la gente se adelante al sacerdote, o que la gente vaya cada cual por libre a la hora de responder, de rezar...en la Misa hay tiempo para todo, es tan grande su riqueza, yo diría que su riqueza es infinita y nuca terminaremos de descubrirla. Debemos ser como las cuerdas de una guitarra, tocando al unísono. Las cuerdas que tocan cada una sin tener en cuenta a la otra dan un sonido pésimo. Así debe ser a veces nuestro sonido delante de Dios. Pésimo.

    Para rezar al mismo tiempo que el sacerdote, mismamente el Padre Nuestro, hay que tener también humildad, y a veces cuando vamos por libre, estamos revelando nuestra soberbia de querer hacer las cosas a nuestro modo. Hasta en las palabras, hay quien las cambia porque le parece. Y no pasa nada cuando se hace en silencio o en privado, pero en una Misa es una necedad y un sin sentido hacer eso. Nos delata y nos muestra las enormes carencias que tenemos, que en muchos casos puede que sean carencias sin propósito de enmienda, porque todo da igual. Y que nadie me diga lo que tengo que hacer, que entonces, el amor propio saldrá a relucir...

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  5. Otro aspecto de la Misa que nos delata y que queda FATAL y que deberíamos reflexionar es, si de verdad salimos de la Misa en paz, como nos manda el sacerdote al finalizar. Si nos dijeran que cada vez que salimos por la puerta de la Iglesia hablando de cosas mundanas o criticando esta o aquella cosa, o esta o aquella persona, tendríamos que volver a entrar a comenzar de nuevo la Misa, a lo mejor más de una se lo pensaría dos veces antes de hacer ciertas cosas. ¡Que pena de vida, si vamos a Misa, para después tirarlo todo por tierra nada más salir de la Iglesia, aún con el Señor sacramentado en nuestro interior!

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  6. Otro aspecto a tener en cuenta es el de los fieles que estén en Misa teniendo rencillas entre ellos, que no se dirigen la palabra, que son incapaces de saludarse por rencores y enemistades manifiestas. Para mi esto es una gran desgracia, si es que existe, que yo creo que si. ¿Cómo nos mirará el Señor desde el cielo? Con amor seguro, pero yo me lo imagino triste por que sus hijos no comprenden nada, no comprenden lo esencial. Que participar en el Sacramento del Amor, sin amar al prójimo es una gran desgracia. Y si por lo menos pidiéramos perdón por no llegar a donde el Señor nos pide, ya estaríamos haciendo algo bueno, el problema es cuando nos cerramos en banda a nuestros planteamientos, justificando nuestras propias malas actitudes, enemistades y rencillas, y luego a la hora de dar la paz, la damos falsamente, y luego comulgamos. ¡Tiemblo sólo de pensarlo!.

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