jueves, 7 de junio de 2012

EL PREFACIO DE LA MISA


EL PREFACIO
Es un himno de alabanza a Dios, que introduce la gran oración de Jesucristo que se encierra en la PLEGARIA EUCARÍSTICA, que preside el Sacerdote oficiante.
Comienza con un diálogo con los fieles, que –por consiguiente- están en pie, que expresa una actitud activa.  Ya se ha conseguido, casi, que los fieles estén levantados de sus asientos para ese comienzo y diálogo.  Aunque quedan algunos reacios que creen que “levantemos el corazón” a lo que invita el Sacerdote, es equivalente a “levantarse del asiento”.  Es evidente que es una de las muchas corruptelas que se meten con el uso…, con el mal uso.
Acaba el Prefacio con el canto del SANTO, al que nos unimos a los ángeles del Cielo que viven en ese eterno canto de alabanza a Dios.  Será nuestro canto de felicidad y adoración amorosa cuando lleguemos allí, a la Presencia del Dios Soberano, que llena los Cielos y la Tierra.  Los santos ya proclaman esa alabanza de Dios, y con ellos estaremos en nuestra eternidad bienaventurada.
Aquí hay que señalar otra corruptela, o sencillamente error de los fieles, que ha identificado el canto o rezo del “Santo” con ponerse de rodillas.  Eso se hizo antes, en la Misa en latín y de espaldas a los fieles.  Desde que tenemos el tesoro de la Misa en que todos pueden entender el lenguaje, y –además- con la riqueza de tantas PLEGARIAS  diferentes, los fieles que está atentos y saben lo que están haciendo, saben que cada PLEGARIA tiene un diverso modo y longitud de entrada y que deben esperar al momento en que el Sacerdote extiende las manos sobre el pan y el vino.  De eso ya hablaremos. Pero lo que debe quedar muy claro es que el modo de participar comunitariamente, como asamblea cristiana, no es la personal devoción o costumbre de cada uno, y que en liturgia es de un valor mayor que el meramente estético o devoto, el que se sigan unos movimientos acompasados.
Es claro que siempre que se habla de estas cosas, se está presuponiendo que los enfermos o parcialmente impedidos de algún tipo, siguen los movimientos y posturas que pueden ellos seguir. Pero es muy de desear que los sanos, vayan menos “por libre”. Y, a lo mejor, lo que habría que pensar es si se está en la MISA sabiendo lo que se está haciendo, atentos a lo que se hace, y no se está como autómatas distraídos que se mueven, tantas veces, por pura inercia.

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