domingo, 6 de marzo de 2016

6 marzo: Domingo de misericordia

Liturgia
          Desde la primera lectura (Jo 5, 9-12) se está apuntando hacia un día festivo en el que el protagonismo va a estar en Dios, en su misericordia, manifestada en primer lugar en el hecho del pueblo de Dios que –al cabo de años de desierto- viene a poseer su propia patria, y con ello el dominio de la tierra y poder comer del fruto de sus campos. Ya no hace falta el maná, porque ya pueden comer pan. Han entrado a tomar posesión de su propia casa.
          El Evangelio (Lc 15, 1-3. 11-32) recoge esa pieza maestra en la que Jesús describió la misericordia de Dios con trazos inmejorables y elocuentes de quién es y cómo, el Corazón de Dios. El hijo ha abandonado su casa, la casa paterna. Ha vivido malamente. Ha derrochado su herencia. Ha quedado necesitado. Y para poder subsistir ha tenido que ponerse a guardar cerdos, pero ni las algarrobas de los cerdos se las daban a él para alimentarse. Es la descripción más exacta de lo que es el hombre que se ha alejado de Dios.
          Tiene un momento de lucidez, pensando que el último obrero de su padre tiene pan y comida en abundancia, mientras él, el hijo, se está muriendo de hambre por haberse alejado de su padre. Y decide volver.
          El padre otea cada día el camino por donde el hijo se fue, y un día intuye de lejos que ese hijo regresa, aunque harapiento y sucio. Y el padre corre hacia el hijo (¡ojo al detalle!: el que corre y lleva la iniciativa es el padre), se echa al cuello del hijo, apenas quiere saber de explicaciones, y lo besa lleno de cariño, y encarga a sus criados que le revistan de los signos de su filiación, acabando en el signo del reino que es el banquete. Por cierto, de la mejor pieza de su establo. Y el argumento de ese padre es muy claro: porque este hijo mío se había perdido y lo he encontrado. Argumento que repetirá al otro hermano que se ha disgustado porque recibió su padre al hijo que había perdido su herencia viviendo perdidamente: Este hermano tuyo se había perdido y lo hemos encontrado.
          La imagen de Dios queda dibujada con trazos maestros. Porque ese padre de la parábola no es sino Dios mismos, su estilo, su misericordia, su abrazo del hijo perdido. Su alegría: Debemos alegrarnos… Fiesta. Banquete.
          La 2ª lectura (2Cor 5, 17-21) viene hoy a servirnos de concreción de toda esa acción misericordiosa de Dios. Y no perdamos ni una palabra, porque ha de ser muy útil a todos, y de una manera muy especial a aquellas personas que están molestadas y dominadas por una sensación escrupulosa. Porque lo primero que empieza diciendo es: lo antiguo ya ha pasado. Por tanto, no volvamos la vista atrás sobre lo que se hizo o dejó de hacer. Lo nuevo ha comenzado: vivamos el momento presente, que es el que tenemos entre manos. El perdón y la misericordia vienen de Dios que, por medio de Jesucristo,  nos reconcilió consigo. Es Dios quien reconcilia. Es Dios por medio de Cristo. No somos nosotros los que nos tenemos que purificar a nosotros mismos. Sí que tenemos que dejarnos reconciliar por Dios, abandonándonos en sus manos y esperando de él la misericordia y el perdón.
          Tendrá una repercusión doble: al enviado por Jesús para realizar la reconciliación, el sacerdote, le exhorta a hacerlo en el nombre de Cristo, que no tuvo pecado. Pero al mismo tiempo cada uno de los perdonados por Dios ha de ser reconciliador con sus hermanos.

          De esa manera nuestra participación en la Eucaristía y en la Comunión en el Cuerpo y Sangre del Señor tendrá un sentido pleno: de una parte, haberse dejado perdonar por Cristo a través del sacerdote; por otra parte haber perdonado de corazón al hermano. Se desemboca así en el pleno significado de la COMUNIÓN, el banquete del reino, que ha sido preparado para todos.

4 comentarios:

  1. A ti, Dios Padre misericordioso, suplicamos en este día:

    - Para que vivamos el presente como el momento de tu misericordia y perdón. Roguemos al Señor.

    - Para que nos dejemos reconciliar por ti, por medio de Jesucristo, que ya pagó por nuestros pecados. Roguemos al Señor.

    - Para que tengamos el corazón abierto al perdón de los demás. Roguemos al Señor.

    - Para que sepamos perdonarnos a nosotros mismos, no dando vueltas a nuestro pasado. Roguemos al Señor.

    - Para que nos gocemos en el abrazo de Dios que sale a nuestro encuentro, Roguemos al Señor.


    Corazón de Dios: abrázanos en tu misericordia y danos el gozo profundo de experimentar tu perdón a través de la frecuencia del Sacramento de la Penitencia y de la reconciliación.
    Lo pedimos por medio de Jesucristo N.S.

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    1. AMÉN. Esta parábola es un reto dirigido a cada uno de nosotros,hijos descerebrados y con el corazón cerrado. ¿Nos atreveremosa acoger el perdón de nuestro Padre y a entrar en casa..?. Gustad y ved ¡qué bueno es el Señor..! Si el afligido lo invoca, Él lo escucha y lo salva de sus angustias...

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  2. Ana Ciudad8:48 a. m.

    CATECISMO DE LA IGLSEIA CATÓLICA (Continuación)

    LA SALVACIÓN DE DIOS:LA GRACIA


    "Por la gracia estáis salvados mediante la fe. y esto no viene de vosotros: es don de Dios. Tampoco viene de las obras, para que nadie pueda bpresumir".((Ef2,8,9).

    ¿QUÉ ES LA GRACIA?.-Llamamos gracia al acercamiento gratuito y amoroso de Dios a nosotros, a su bondad que nos ayuda, a la fuerza para la vida que procede de él. Por la Cruz y la Resurrección de Dios se acerca a nosotros completamente y nos hace participar de su vida mediante la gracia. Gracia es todo lo que Dios nos otorga sin que lo merezcamos lo más mínimo.
    La "gracia" dice el papa Benedicto XVI, "es ser contemplado por Dios,ser tocado por su amor". La gracia no es un objeto, sino la comunicación de sí mismo que Dios hace a los hombres.Dios no quiere darnos menos que a sí mismo.En la gracia estamos en Dios.

    Continuará

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