miércoles, 23 de marzo de 2016

23 marzo: Luto de la Creación

Liturgia
          Se repite la lectura 1ª del Domingo de Ramos, con dos versículos más, al final (Is 50, 4-9). Una descripción anticipada de algunos momentos de la Pasión: ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que mesaban mi barba. No oculté el rostro a insultos y salivazos… Acaba con la confianza de tener cerca a su abogado… ¿quién pleiteará contra mí?: el Señor me ayuda.
          El evangelio de Mt 26, 14-25 nos vuelve a poner ante la escena de ayer con algunos detalles nuevos: Judas se ofrece a entregar a Jesús a cambio de que le den dinero. Luego pasa el relato al mismo día de la Pascua (la que adelantó Jesús) y en la cena Jesús declara que uno de vosotros me va a entregar. Los apóstoles van preguntando, perplejos, si acaso soy yo. –No, sino uno que mete la mano en el mismo plato que yo. El Hijo del hombre va a ser entregado, pero ¡ay! del que lo entrega: más le valiera no haber nacido. Judas pregunta entonces, con toda desfachatez: Soy yo acaso, Maestro? –ASÍ ES, respondió Jesús.
          Estamos hoy en las vísperas de la celebración y ha quedado todo a punto de vivir nosotros con Jesús la Cena Pascual.

PASIÓN DE JESÚS
          En aquel instante de la muerte de Jesús, el Centurión ha quedado pasmado ante el grito de Jesús. Pero más aterrados quedan las gentes ante el luto del sol, que se oscurece a pleno mediodía, y un terremoto provoca que las piedras se partan. Ahora es cuando las gentes tienen miedo y muchos caen en la cuenta de lo que han hecho, y aterrorizados bajan del Gólgota dándose golpes de pecho.
También ha dejado asombrados y constreñidos a los que  acompañaban a Jesús al pie de la cruz. Todos ellos y la Madre miran al Cielo como quien descubre a Dios en aquellos  fenómenos de una naturaleza que se rebela ante la muerte del Creador. En el Templo se ha rasgado el velo sagrado que ocultaba el misterio, que ya ha perdido su sentido porque ya no valen los símbolos aquellos cuando se tiene delante la verdad misma de una nueva era que acaba de comenzar, aunque aún permanezca en el silencio.
Ya ha acabado el sufrimiento de Jesús pero queda un vacío enorme en los corazones de aquellos. Ha acabado un sufrimiento físico en Jesús, pero queda ahora en ellos un sufrimiento  moral. Y concretamente se hace mucho más vivo en el corazón de la madre, porque ahora está por delante la sepultura. Y tal como se han dado las cosas, a Jesús lo bajarán de la cruz los propios soldados para echarlo en una fosa común con los otros ajusticiados… Y eso levanta un pesar profundo en María. De momento es velar el cadáver, pero luego…
          El Calvario ha quedado casi vacío porque las gentes se han marchado horrorizadas. Quedan aun vivos los malhechores, sus familiares, el Centurión y los soldados que tienen que vigilar, y Maria, las mujeres y “el discípulo”.
          En las otras cruces siguen padeciendo los condenados y sus deudos, sin más perspectiva que la muerte y el dolor desesperado y desesperanzado, con la perspectiva del compañero de suplicio que ya ha muerto.

          El caso es que queda muy poco tiempo para que pueda actuarse porque se echa encima la pascua de los judíos, el día grande de la Parasceve. Por eso se ha de proceder a provocar la muerte de aquellos dos hombres crucificados. Y posiblemente sube un pequeño destacamento de hombres para comprobar la muerte de los condenados, o en su caso, realizar la macabra operación de partirles las piernas para que no pudiendo entonces apoyarse para respirar, acaben muertos por la asfixia. Y aquellos tres grupos de personas han de asistir a la terrible escena, entre los gritos de dolor de las víctimas y las protestas de los familiares, y la condolencia, no menos sentida, de los que velan el cadáver de Jesús, a los que les queda el leve consuelo de que no harán aquella barbaridad con el que ya ha muerto.

2 comentarios:

  1. Ana Ciudad9:05 a. m.

    CATECISMO DE LA IGLESIA CATÒLICA (Continuaciòn)

    PRIMER MANDAMIENTO:"Amaràs a Dios sobre todas las cosas".

    La supersticiòn atenta contra el primer mandamiento,porque atribuye a personas o cosas poderes que s`lo corresponden a Dios.El honor que debìa dirigirse a Èl se deriva a una de sus criaturas.
    Todo lo bueno nos viene de Dios; no de una pata de conejo ,una herradura o tocar madera.Y nada malo sucede si Dios no lo permite, y siempre que de algùn modo contribuya a nuestro ùltimo fin; ni derramar sal, ni romper un espejo ni el nùmero trece atraerà nada malo sobre nuestra cabeza. Sòlo y solamente Dios conoce de modo absoluto nuestro futuro, sin peros ni acasos.
    Poe esta razòn creer en adivinos y espiritistas atenta contra el primer mandamiento, porque es un deshonor a Dios. Los adivinos saben combinar la psicologìa con la ley de probalidades y quizà conalgo de "cuento" y son capaces de confundir incluso a personas inteligentes.
    Los espiritistas combinan su anormalidad (Histeria autoinducida) con la humana sugestionalidad y, a menudo, con engaño declarado y pueden preparar escenas capaces de impresionar a muchos que se las dan de ilustrados.
    Decir la buenaventura o leer la palma de la mano, nadie se lo toma en serio, lo condideran diversiòn.La consulta a adivinos y espiritistas es bien distinto.

    Continuarà

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  2. ¡Terrorífico! Llama la atención la verdad contada por los evangelistas, incluso en un punto tan delicadopara la Comunidad Apostólica como la traición. Todos dicen que Judas era "uno de los doce", que había sido escogido personalmente por Jesús, que le había regalado su amistad, que había sido su amigo íntimo, que había sido testigo de la resurrección de Lázaro y de muchos otros milagros...Todo esto ocurre mientras preparan la cena pascual, memorial del amor libertador de Dios( y, para nosotros, memorial de la muerte y resurrección de Jesús). Él sigue confiando en la Iglesia y en los hombres a pesar de nuestro pecado.

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