viernes, 11 de marzo de 2016

11 marzo: Irás a la cruz

Liturgia
          Si el texto del libro de la Sabiduría (2, 1. 12-22) lo leemos poniendo nuestra mirada en Jesús, veremos que es un anticipo de su historia. Es el justo que resulta incómodo, que se opone a las malas acciones, y que reprende la práctica farisaica como errada. Por eso se convierte en un reproche hacia las ideas fariseas y los fariseos no lo aguantan. Ellos mismos se creen acusados como hombres de mala ley porque la vida de Jesús va por otros estilos absolutamente diferentes y aun contrarios.
          ¿Qué actitud toman los fariseos? La de hostigarlo, la de quererlo matar, la de pedirle pruebas… Y si es que viene de Dios, que Dios salga y lo libere. Pero mientras tanto, se le maltrata y se le busca dar una muerte ignominiosa.
          Así discurren y se engañan porque no conocen los secretos de Dios.
          El evangelio de Juan (2, 10. 25-30) es un poner en claro todo eso de la 1ª lectura: Jesús tiene que irse a Galilea por el peligro de estar en Judea donde quieren matarlo. Y si vuelve a Judea, a la fiesta de los Campamentos, es de incógnito. Aunque a la hora de hablar y exponer lo hace con plena decisión. Intentaban agárralo, pero nadie le echa mano “porque aún no ha llegado su hora”.

PASIÓN DE JESÚS
          La sentencia, tal como estaba legislado era muy escueta: “Irás a la cruz”. Fue la palabra que escuchó Jesús de boca de Pilato, por más que quisiera ocultarse en el “vosotros veréis”. Legalmente tenía Pilato que emitir sentencia.
          Ahora quedaba que darle a aquella condena a la cruz unos visos de “legalidad”. Había que “emborrizarla” de manera que fuera más “fiable”. Y para ello dispuso Pilato que sacaran a padecer la misma condena a dos malhechores, que habían de ser crucificados a los dos lados de Jesús. Aquellos hombres se encontraron con esta situación así de pronto. Y puede uno imaginarse su reacción contra los que les habían condenado a morir en una cruz.
          A Jesús le quitaron el manto de burlas con que le habían vestido y le pusieron su propia túnica. Dicho así parece lo más normal. Pero pensando en sus espaldas llagadas al máximo, este momento debió ser una renovación de los sufrimientos de la flagelación. Porque tampoco vamos a imaginar que usaran de muchas delicadezas aquellos hombres rudos y avezados en el mal hacer. Una vez vestido fue sacado fuera, junto a los dos malhechores, ya preparados para iniciar el cortejo hacia el monte de la Calavera.
          Los 3 habían de llevar el madero sobre sus hombros a costal, madero que pesaba mucho. Para aquellos dos era posible cargar con él porque estaban muy enteros. Jesús no podía, tal como estaba de destrozado, después de todo lo que llevaba pasado: la noche sin dormir, el dolor, la debilidad, la sed ardiente, la fiebre, la sangre perdida… Y allí mismo vino a caerse en el momento en que le pusieron el madero sobre sus hombros. Y vieron claramente que Jesús no podría caminar con su cruz a cuestas.
          Un hombre de campo volvía de sus faenas y tuvo “la mala suerte” de pasar por allí. Lo requisaron para que tomara el madero de Jesús. Se resistió cuanto pudo, pero no tuvo más remedio. Debía ser hombre conocido en la comunidad cristiana a la que dirigía San Marcos su evangelio porque les aporta detalles identificativos muy concretos: se llamaba Simón y era padre de Alejandro y Rufo. Le obligaron. De hecho sólo el hecho de llevar aquel madero ya humillaba y Simón no quería pasar por eso. Pero aquel cortejo se tenía que poner en marcha y a él le toco la china.

          San Juan nos dice que Jesús cargó sobre sí la cruz, y no hace alusión alguna al hombre de Cirene, del que sí han hablado los 3 evangelistas sinópticos. Aunque San Juan quiera presentarnos la figura del Nazareno que porta su cruz a cuestas, como una figura que va a trascender los siglos con especial devoción de los fieles, el Cireneo está ahí como una realidad que constatan los otros 3 evangelistas. Es menos “poético” llevar el madero, y menos aún que Jesús no pudo cargar con el suyo. Ahí queda a la devoción particular imaginarlo de una manera o de otra, aunque a sabiendas de que los palos verticales solían ya estar hincados en el lugar del suplicio y que por eso, sólo se portaban los maderos transversales. Y que el Cireneo, entonces, hubo de cargar completamente él solo con aquel travesaño, aunque muy cerquita de Jesús porque ya se cuidaba Simón de que apareciera a las claras que no era él el condenado a tan humillante suplicio.

2 comentarios:

  1. Ana Ciudad12:26 p. m.

    CATESISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (continuación)

    lA SALVACIÓN DE DIOS: LA IGLESIA.

    ¿Quiere usted alcanzar la fe y no sabe cuál es el camino?.Aprenda de aquellos que antes de usted estuvieron llenos de dudas. Imite usted su modo de actuar,haga todo lo que exige la fe, como si ya fuerab creyente.Asista a misa, tome el agua bendita,póngase un minuto ante el Sagrario,observe....Sin duda esto le hará secillo y lo conducirá a la fe."

    ¿POR QUÉ SE PRONUNCIA EN REALIDAD LA IGLESIA TAMBIEN ACERCA DE CUESTIONES ÉTICAS PERTENECIENTES A LA VIDA PERSONAL?.-La fe es un camino.Cómo se mantiene uno en este camino, es decir,cómo se vive de forma justa y buena,no siempre se deduce de las in dicaciones del Evangelio. El MAGISTERIO de la Iglesia también debe recordar a los hombres las exigencias de la ley moral natural.
    No hay una doble verdad. Lo que es correcto desde el punto de vista humano, no puede ser falso desde el punto de vista cristiano. y lo que es correcto para el cristiano no puede ser falso humanamente. Por eso la Iglesia debe pronunciarse acerca de todas las cuestiones morales.

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  2. El tema estrella de los evangelios es conocer a Jesús, sobre todo el de Juan que en el Prologo ya nos habla de la identidad de Jeús: ¿quién es?, ¿de dónde procede?, ¿qué misión tiene encomendada? De ninguna manera podemos eludir estas preguntas, porque de la respuesta que nosotros demos ,dependerá nuestra relación con Él y la orientación que le demos a nuestra vida. Quienes tratan de matarlo conocen muy bien su origen humanoy por eso no admiten que pueda ser el Mesías. Ante Jesús, las personas tenían que tomar una decisión, hoy muchas se quedan indiferentes, les falta la capacidad de cuestionarse y el valor de comprometerse.

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