Liturgia
La pedagogía cuaresmal nos lleva hoy a acentuar el valor de los
mandatos y preceptos del Señor. Las dos lecturas del día son una exaltación de
los mandamientos, leyes y preceptos del Señor. Cumplid los mandamientos que os enseño a cumplir y viviréis y
entraréis y tomaréis posesión de la tierra
que el Señor, Dios de vuestros padres, os va a dar. (Jer 4, 1. 5-9). Las otras
naciones van a decir: Éste es un gran
pueblo, que tiene a sus dioses cercanos y da unas leyes justas como no las hay en
esas naciones.
En Mt 5, 17-19 es el propio Jesús quien avala esos
preceptos de Dios, que se han de cumplir completamente. Él no deroga ninguno de
esos mandamientos sino que los lleva a la interiorización, que es el punto
esencial que con tales mandamientos se pretende. Quien los cumpla, será grande
en el Reino de Dios.
PASIÓN DE JESÚS
Herodes ha reenviado a Jesús hasta Pilato. Herodes y
Pilato, antes disgustados entre sí, se han reconciliado a propósito de este
caso de Jesús. Pilato se ha encontrado de nuevo con la patata caliente en sus
manos, que era lo que había pretendido evitar. Y como Pilato no quiere afrontar
el caso, y es hombre político de medias verdades, quiere apoyarse –ante los
judíos- en el hecho de que Herodes no ha encontrado causa, puesto que lo
devuelve a él, y él tampoco encuentra una causa que sea para aplicar pena de
muerte. Pero Pilato no libera al preso. No quiere complicarse ante los
sacerdotes, y desearía que ellos se dieran por satisfechos y retiraran su
acusación. Nada ha hecho digno de muerte…
Y en aquel juego –que se repetirá muchas veces- del “no
pero sí”, ahora se va a encontrar con unas circunstancias que él cree que le
van a resolver el problema sin tener que comprometerse personalmente. Han
irrumpido en la plaza un grupo de manifestantes que vienen a pedir –como era
costumbre en Pascua- la libertad de un preso. La costumbre era que esa gente
pedía al preso que ellos querían librar. Pero Pilato altera las normas del
juego y les presenta un dilema: o Jesús, el llamado Cristo, o Barrabás, un
malhechor de mala encarnadura, que había estado entremezclado con un caso de homicidio.
La jugada para Pilato era diáfana: un malhechor reconocido y temido y un hombre
que es llamado “mesías” (porque “seguramente” ha pretendido manifestarse como
jefecillo del pueblo. Por supuesto, una causa menor. Pilato piensa que va a
salirse de rositas sin meter las manos en la masa, y que el pueblo festivo le
va a dar resuelto el problema, porque
sabía que los sacerdotes lo habían entregado por envidia.
Pilato se retira para que el pueblo delibere. Encima de
todo Pilato es un infeliz que no sabe calibrar el percal de la gente con la que
está tratando. Su mujer, por otra parte, le envía recado de que no se meta con ese justo, porque ha padecido mucho esa
noche, en sueño, por su causa. Pilato debió pensar que él sabía salir del
casi sin mancharse…
Pero la realidad vino a ser muy al revés. Los sacerdotes y
ancianos se habían entremezclado con el grupo de manifestantes, gentes –por lo
general- jóvenes, y les habían inculcado el peligro que era Jesús, muy
escurridizo, mientras que barrabas era tan burdo que fácilmente se le podía
volver a detener si cometía alguna de las suyas. Y cuando Pilato salió a
preguntar a qué veredicto habían llegado, se encontró con la sorpresa de que
pedían la liberación del sedicioso. Y Pilato, muy contrariado y todavía queriendo
hacerles pensar, pone en manos de ellos qué hacer con Jesús, el llamado rey de
los judíos. Y los sacerdotes se adelantan con la primera respuesta: Crucifícalo. ¡A eso habían venido!, y ahora
le había puesto Pilato la cosa a la mano. Pregunta Pilato de nuevo, sin saber
salir del atolladero: Pero qué mal ha
hecho. Ya no hay respuesta a la pregunta, porque ha explotado el caso y los
jefes religiosos han encontrado el camino. Y la respuesta fue repetir de nuevo
su terrible sentencia: Crucifícalo.
No tuvo agallas el presidente para dar un golpe de mano y
decir: “Hasta aquí hemos llegado”, y poner a Jesús a seguro de aquellas
pasiones desbocadas. Se tragó su fracaso, su derrota, su equivocación, y volvió
a emplear su táctica de soluciones intermedias y pronunció la absurda nueva
salida al caso: Lo soltaré, después de
castigarlo. Y mandó entonces azotar a Jesús. ¿Y por qué no lo suelta ahora?
¿Y por qué lo castiga? ¿Y por qué determina esa terrible flagelación? Claro
exponente de adónde se llega cuando no se afronta la verdad y anda uno a medias
tintas.
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (continuación)
ResponderEliminarLA SALVACIÓN DE DIOS:LA LEY Y LA GRACIA.
LA LEY MORAL NATURAL.-La ley moral natural es válida para todos. Dice al hombre qué derechos y obligaciones fundamentales tiene de este modo constituye el verdadero fundamento de la convivencia en la familia, la sociedad y el Estado. Dado que el conocimiento natural está a menudo oscurecido por el pecado y la debilidad humana, el hombre necesita la ayuda de Dios y su REVELACIÖN para mantenerse en el buen camino.
¿QUÉ RELACIÓN HAY ENTRE LA LA "LEY MORAL NATURAL " Y LA LEY DE LA ANTIGUA ALIANZA?.-La ley de la Antigua Alianza expresa verdaddes que son accesibles por naturaleza a la razón, pero que se declaran y acreditan como ley de Dios.
El Creador ha inscrito en nuestro mismo ser la ley natural, que es el reflejo de su plan de Creación en nuestros corazones, como indicador del camino yregla interna de nuestra vida.
Jesús alimentó su espiritualidad en la escucha y en la acogida de "la ley y los profetas y en el diálogo filial con el Padre. Dios que comenzó a manifestarse a Abrahán y a los patriarcas, a Moisés y a los profetas, en Jesús se revela como un Padre que quiere reunir a los hombres en su Familia; quiere estar con los hombres para controlarlos; quiere tener un "diálogo amoroso"(DV,2)con sus hijos.
ResponderEliminarLa historia de Pilato es patética...Y había una mujer, la suya, que le estaba pidiendo la libertad de Jesús...
Estoy en el pretorio, mezclada con las 'fieras'... que rugen en la plaza y veo a Jesús con las manos 'atadas' los ojos mirando al suelo, roto de cansancio después de una noche burlado por la chusma, abofeteado, el rostro sangrante y cubierto de espumarajos...con el manto de Rey, con la corona de espinas incrustadas en su cabeza. Está esperando la sentencia que por fin va a resonar como un rugido lo que pide el populacho...¡CRUCIFÍCALO!... ¡CRUCIFÍCALO!...¡CRUCIFÍCALO1...Gritos que retumban en mi corazón...¿Qué sentiría JESÚS al oír ese vocerío cargado de odio...? ¿Qué podría hacer por ÉL...?
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