LITURGIA
La 1ª lectura (Gn 17, 3-9)
señala el pacto de Dios con Abrán al que le cambia el nombre por Abrahán, y le promete una
descendencia numerosa como las arenas el mar.
El evangelista Juan dirige su evangelio a presentar
la divinidad de Jesucristo. Las lecturas que estamos teniendo van todas en esa
línea. Hoy concluirá con esa afirmación: Os
aseguro que antes que naciera Abrahán existo yo (8, 51-59), que escandaliza
a los judíos pero que para Juan es la tesis que toca defender ante su comunidad
cristiana. Todo el episodio está dirigido a ese fin, y es el escándalo de los
judíos que ven al hombre y no pueden ver a Dios en ese hombre. Como todas estas
lecturas que estamos teniendo, o se leen muy despacio y con veneración o tienen
poca explicación. Y desde luego no pueden ser objeto de una contemplación
porque están en la línea del discurso y no en la de un hecho que se desarrolla
ante nuestros ojos.
PASIÓN DE JESÚS
Los dos malhechores
crucificados con Jesús han observado. Ellos no conocían a Jesús. Su primer
conocimiento es el que tienen en la plaza del Pretorio, y es el conocimiento de
un condenado a cruz, lo mismo que ellos. Aunque muy castigado, casi destrozado,
con lo que pudieron ver a primera vista. Luego, con lo oído aquí y allí de las
gentes que están en la plaza y en el trayecto o ya en el Calvario, han sacado
en claro que se trata de uno que se dice hijo
de Dios. Y ante eso uno se lo empieza a tomar en serio y otro se deja
llevar de los gritos y los desafíos que oye a las gentes. La realidad es que
también lo toma como “hijo de Dios” y por eso se dirige a él pidiéndole que se
salve él y los salve a ellos, ¿No eres el
hijo de Dios? Claro que en boca de ese hombre lo mismo era mofa y sarcasmo.
El hecho es que el
otro malhechor sí se lo ha tomado en serio y se encara con el compañero de
suplicio y le llama la atención: No temes
a Dios ni estando en el mismo suplicio. Y hace una confesión muy meritoria:
Nosotros ciertamente con razón, porque
recibimos lo que hemos merecido por nuestras culpas. Pero Éste ¿qué mal ha
hecho? Merece la pena pararse en esas palabras, porque no sólo es el
reconocimiento de las propias culpas sino la defensa que hace de Jesús. ¿Cómo
había llegado a esa visión de Jesús? ¿Había sabido descubrir en el talante de
Jesús que allí había muchas represalias humanas pero que en realidad Jesús no
era culpable de nada? Así lo dejó dicho: Éste no ha hecho nada malo.
Ha leído el letrero de
la condena y le ha llamado la atención el título de “Rey”. Y en un salto
esencial se dirige a Jesús personalmente y le pide: Jesús, acuérdate de mí cuando estés en tu reino. Ha creído en esa
realidad de que Jesús es Rey, y que Jesús –el moribundo Jesús- va a estar en un
reino. Quiere decir que Dimas –así lo ha llamado la tradición- ha descubierto algo más que un hombre en la
persona de Jesús.
Muy nuevo se le hizo a
Jesús una palabra de reconocimiento en medio de tantas malas voluntades como
había encontrado en su camino. Jesús a duras penas volvió su rostro desde su
atalaya de la cruz y le respondió: En verdad,
hoy mismo estarás conmigo en el Paraíso.
Hay unas
manifestaciones de una santa en las que le dice a Dimas: Con razón has pasado a
la historia como “buen ladrón” porque al cabo de una vida como la tuya,
acabaste robando el corazón a Cristo.
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÒLICA.(Continuaciòn)
ResponderEliminarLOS DIEZ MANDAMIENTOS´
¿SON LOS DIEZ MANDAMIENTOS UNA AGRUPACIÓN CASUAL?.-No, los diez mandamientos constituyen una unidad. Cada mandamiento remite a los demás. No se puede quitar arbitrariamente ningún mandamiento. Quien transgrede alguno de ellos quebranta toda la ley.
Lo peculiar de los diez mandamientos consiste en que en ellos se abarca toda la vida del hombre. Pus los hombres nos relacionamos a la vez con Dios(mandamientos 1 al 3) y con nuestro prójimo (mandamientos 4 al 10); somos seres sociales y religiosos.
¿NO ESTÀN SUPERADOS LOS DIEZ MANDAMIENTOS?.-No,no están en absoluto condicionados por el tiempo. En ellos se expresan los deberes fundamentales del hombre hacia Dios y hacia su prójimo, son inmutables y valen siempre y en todas partes
Los diez mandamientos son tanto mandatos de la razón como parte de la REVELACIÔN vinculante de Dios. Son tan fundamentalmente vinculantes que nadie puede quedar dispensado de su cumplimiento