viernes, 25 de marzo de 2016

25 marzo: VIERNES SANTO

Liturgia
          En 4 partes se divide la Liturgia del Viernes Santo: Las lecturas, con la Pasión según San Juan; la Oración Universal solemne y amplia;   la Adoración de la Cruz, centro de la liturgia de este día. Y se desemboca en la participación de la Eucaristia.
          LAS LECTURAS. Primera: Is 52,13-53. 12. Poema 4º del Siervo de Yavhé, una historia anticipada de la Pasión, que muy bien vale como comentario de esa realidad vivida por Jesús.
          Segunda: Heb. 4, 14-16; 5, 7-9, Cristo es el sacerdote perfecto que se ha entregado por nuestra salvación. En su Pasión profirió gritos con lágrimas, oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte y se afirma que fue escuchado por su actitud reverente. Él, a pesar de ser Hijo, aprendió –sufriendo- a obedecer, y se ha convertido para todos los que obedecen, en autor de salvación eterna.
          Pasión según San Juan: 18, 1 a 19-42, en que queda descrito al detalle lo que se ha anunciado en las lecturas anteriores.
          ORACIÓN UNIVERSAL…, petición por todas las intenciones esenciales: alrededor de la muerte de Cristo no hay distinción de unos y otros. Por todos entregó su vida
          ADORACIÓN DE LA CRUZ. Momento esencial de esta liturgia, en la que los fieles pasan a adorar personalmente el Crucifijo…, el árbol de la cruz, donde estuvo pendiente la salvación del mundo. La cruz está flanqueada por dos velas, con las que ha hecho su entrada solemne en el Templo.
          PARTICIPACIÓN EN LA EUCARISTÍA. Posiblemente el punto “menos litúrgico” de esta celebración y posible concesión a la piedad. Su sentido está en que los que hemos participado en el gran misterio de la Muerte, participamos de ese sacrificio redentor con el Cristo de la Resurrección: Victoria, tú reinarás. En la misma muerte ya vivimos la esperanza.

PASIÓN DE JESÚS
          No se habían repuesto del mal rato de aquella barbaridad de quebrar las piernas a sangre fría a los otros crucificados cuando el que inspeccionaba se vino a Jesús y lo vio ya muerto. No había que hacer nada. Pero en esos impulsos absurdos e inhumanos de gente sin educación ni cultura, embrazó su lanza con la mano izquierda y asestó un golpe que le abrió el costado a Jesús, y le llegó al corazón. Roto el pericardio y penetrando en el mismo corazón, salió al punto sangre y agua. [Hay dos posibles opciones: el ataque se hizo a pie, levantando el brazo por encima de la cabeza del soldado. ¿Por qué “con la mano izquierda? Por la trayectoria de la lanzada y porque los soldados atacaban con la izquierda y llevaban el escudo en la derecha. O se hizo a caballo, con la lanza bajo el brazo]. La cruz se cimbreó ante aquel embate.
          Fue visto y no visto. Un movimiento de indignación en María Magdalena y las mujeres; un lamento callado y dolido, con inmensa resignación, en María. Le tocaba pasar también por ahí. Se apresuró a tomar en su mismo manto aquel borbotón que brotó del costado abierto y se mezcló con sus mismas lágrimas. ¡Qué verdad llevaba –pensó la Virgen- aquel anciano que le pronosticó la espada de dolor que atravesaría su alma! Porque en este momento le ha calado hasta sus mismas entrañas. Ya es exagerado que no se respetara ni el cadáver. Humanamente no tiene explicación aquel gesto del soldado.
          Pero llega la lectura de la revelación y va mucho más allá del hecho. Por lo pronto, dice el texto que le abrió el costado. Y eso se “traduce” por una PUERTA ABIERTA hacia el Corazón. Jesús quiso dejarnos un camino abierto para mostrarnos su amor infinito y para que pudiéramos llegar nosotros hasta el centro mismo de su amor.  Por otra parte hay otro sentido en Juan: como del costado de Adán nació Eva, del costado de Cristo nace la Iglesia.
          Y salió al punto sangre y agua, todo lo que le quedaba dentro. No se quedó con nada. Si el amigo da la vida por el amigo, el GRAN AMIGO es que da hasta la última gota de su vida.
          Sangre y agua, que son dos elementos básicos en la vida de la Iglesia que nace de ese costado abierto: agua de BAUTISMO  y Sangre de EUCARISTÍA.

          Hemos llegado al punto culminante: EL COSTADO ABIERTO es fuente de vida y de espíritu para las almas. Es la manifestación más rotunda de adónde llega el amor de Dios. Es el CORAZÓN DE JESÚS que se nos pone en las manos y nos invita a entrar y nos ofrece un rincón donde poder nosotros acurrucarnos y experimentar las dulzuras de ese Corazón que tanto ha amado a la humanidad.

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