Liturgia
En 4 partes se divide la Liturgia del Viernes Santo: Las lecturas, con
la Pasión según San Juan; la Oración Universal solemne y amplia; la
Adoración de la Cruz, centro de la liturgia de este día. Y se desemboca en la
participación de la Eucaristia.
LAS LECTURAS. Primera: Is 52,13-53. 12. Poema 4º del Siervo
de Yavhé, una historia anticipada de la Pasión, que muy bien vale como
comentario de esa realidad vivida por Jesús.
Segunda: Heb. 4, 14-16; 5, 7-9, Cristo es el sacerdote
perfecto que se ha entregado por nuestra salvación. En su Pasión profirió gritos con lágrimas, oraciones y súplicas al
que podía salvarlo de la muerte y se afirma que fue escuchado por su actitud reverente. Él, a pesar de ser Hijo,
aprendió –sufriendo- a obedecer, y se ha convertido para todos los que
obedecen, en autor de salvación eterna.
Pasión según San Juan: 18, 1 a 19-42, en que queda descrito
al detalle lo que se ha anunciado en las lecturas anteriores.
ORACIÓN UNIVERSAL…, petición por todas las intenciones
esenciales: alrededor de la muerte de Cristo no hay distinción de unos y otros.
Por todos entregó su vida
ADORACIÓN DE LA CRUZ. Momento esencial de esta liturgia, en
la que los fieles pasan a adorar personalmente el Crucifijo…, el árbol de la cruz, donde estuvo pendiente
la salvación del mundo. La cruz está flanqueada por dos velas, con las que
ha hecho su entrada solemne en el Templo.
PARTICIPACIÓN EN LA EUCARISTÍA. Posiblemente el punto
“menos litúrgico” de esta celebración y posible concesión a la piedad. Su sentido
está en que los que hemos participado en el gran misterio de la Muerte,
participamos de ese sacrificio redentor con el Cristo de la Resurrección: Victoria, tú reinarás. En la misma
muerte ya vivimos la esperanza.
PASIÓN DE JESÚS

Fue visto y no visto. Un movimiento de indignación en María
Magdalena y las mujeres; un lamento callado y dolido, con inmensa resignación,
en María. Le tocaba pasar también por ahí. Se apresuró a tomar en su mismo
manto aquel borbotón que brotó del costado abierto y se mezcló con sus mismas
lágrimas. ¡Qué verdad llevaba –pensó la Virgen- aquel anciano que le pronosticó
la espada de dolor que atravesaría su alma! Porque en este momento le ha calado
hasta sus mismas entrañas. Ya es exagerado que no se respetara ni el cadáver.
Humanamente no tiene explicación aquel gesto del soldado.
Pero llega la lectura
de la revelación y va mucho más allá del hecho. Por lo pronto, dice el
texto que le abrió el costado. Y eso se “traduce” por una PUERTA ABIERTA
hacia el Corazón. Jesús quiso dejarnos un camino abierto para mostrarnos su
amor infinito y para que pudiéramos llegar nosotros hasta el centro mismo de su
amor. Por otra parte hay otro sentido en
Juan: como del costado de Adán nació Eva, del costado de Cristo nace la Iglesia.
Y salió al punto sangre y agua, todo lo que le quedaba dentro.
No se quedó con nada. Si el amigo da la
vida por el amigo, el GRAN AMIGO es que da hasta la última gota de su vida.
Sangre y agua, que
son dos elementos básicos en la vida de la Iglesia que nace de ese costado
abierto: agua de BAUTISMO y Sangre de
EUCARISTÍA.
Hemos llegado al punto culminante: EL COSTADO ABIERTO es
fuente de vida y de espíritu para las almas. Es la manifestación más rotunda de
adónde llega el amor de Dios. Es el CORAZÓN DE JESÚS que se nos pone en las
manos y nos invita a entrar y nos ofrece un rincón donde poder nosotros
acurrucarnos y experimentar las dulzuras de ese Corazón que tanto ha amado a la
humanidad.
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