LITURGIA
La liturgia del
DOMINGO DE RAMOS se sale de lo normal. Comienza festiva con la bendición de los
ramos y la procesión de ramos que es expresión de alegría y júbilo, con la
lectura del Evangelio correspondiente: la entrada de Jesús en Jerusalén: Lc 19,
28-40. Recuerda el momento triunfal de Jesús entrando en Jerusalén a lomos de
un borrico, y dirigiéndose al Templo entre los cantos de personas
enfervorizadas. Concluye ese evangelio con las protestas de los fariseos que
pretenden que Jesús calle a aquellas gentes que le aclaman. Jesús responde que
aunque callaran ellos, las mismas piedras hablarían. Y ahí acaba la parte
festiva de esta liturgia, para pasar ya al anuncio de los padecimientos de
Jesús.
Al llegar al Altar se va directamente a la Oración y
las 3 lecturas: Is. 50, 4-7, que es ya un anuncio de esos padecimientos del
Siervo de Yavhé, que ofrece su espalda a los que le golpean, su mejilla a
quienes le dan bofetadas y mesan su barba, o le llenan el rostro de salivazos.
De hecho cuando oramos en la Pasión, tomamos estos datos para completar las
escenas que quedan menos explícitas en los evangelios.
Sigue Fil 2, 6-11 con el himno cristológico por
excelencia: Cristo, a pesar de su
condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios. O sea: era Dios
pero “escondió su divinidad” para padecer como uno cualquiera. Y así sufrió, obedeciendo, hasta llegar a la cruz
en la forma de muerte más espantosa. Pero eso mismo le valió la exaltación por
su fidelidad, y se tradujo en su realidad de “EL SEÑOR”, que da gloria a Dios
Padre
Se desemboca en la Pasión, según San Lucas (22, 14 a
23, 56) donde quedan detallados los pasos de una pasión ignominiosa, que lleva
las connotaciones propias del tercer Evangelio.
La celebración de la EUCARISTÍA pondrá actualidad a
todas esas lecturas, como síntesis perfecta del acontecimiento salvador.
Movidos por las enseñanzas de la liturgia de hoy, te
presentamos nuestras peticiones:
-
Para que nos dispongamos a vivir con espíritu interior los misterios de
la Semana Santa, Roguemos al Señor.
-
Para que entendamos que estos misterios fueron sufridos por Jesús en
toda su brutalidad, Roguemos al Señor.
-
Para que la celebración popular de los misterios de la Pasión lleguemos
a vivirla con sentido religioso, Roguemos
al Señor.
-
Para que centremos en las celebraciones litúrgicas la vivencia
auténtica de nuestra Semana Santa, Roguemos
al Señor.
Que repitamos en particular la lectura de la Pasión
para hacer más interior en nosotros los diferentes momentos por los que pasó
Jesús en su amor por nosotros.
Te lo pedimos a ti,
que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo, por los siglos de los
siglos.
AMÉN.
JESÙS,quiere también entrar triunfante en la vida de los hombres sobre una cabalgadura humilde, quiere que demos testimonio de Èl, en la sencillez de nuestro trabajo bien hecho, con nuestra alegría, con nuestra serenidad, con nuestra sincera preocupación `por los demás. También nosotros podemos decirle hoy: " Como un borriquito estoy delante de Tì. Pero Tú estàs siempre conmigo, me has tomado por el ronzal, me has hecho cumplir tu voluntad y después me daràs un abrazo muy grande"
ResponderEliminarCATECISMO DE LA IGLESIA CATÒLICA (Continuación)
ResponderEliminarLOS DIEZ MANDAMIENTOS
"Donde Dios se hace grande, el hombre no se hace pequeño. Allì el hombre se hace también grande y el mundo se llena de luz."
¿POR QUÈ ADORAMOS A DIOS?.-Adoramos a dios por su existencia y porque la reverencia y la adoraciònson la respuesta apropiada a su aparición y a su presencia."Al Señor, tu Dios , adoraràs y a èl sòlo daràs culto" (Mt 4, 10).
Pero la adoraci`pn a Dios sirve también al hombre, pues le libera del servicio a los poderes de este mundo.Donde ya no se adora a Dios, donde èl ya no es reconocido como el Señor de la vida y de la muerte, otros usurpan su lugar y ponen en peligro la dignidad humana.
continuarà
Conmemoramos hoy la entrada de Jesús en Jerusalén;queremos acompañarlo ahora y no dejarlo, pues, como dice el comienzo del relato de la Pasión, ha llegado su hora.
ResponderEliminarJesús entra en Jerusalén a lomos de un asno que nadie había montado todavía.Entra como un rey humilde y pacífico, pero firme, está dispuesto a no echarse atrás y a no darse por vencido. En Jerusalén debe recorrer el último tramo del camino que iniciára con su encarnación. Él, que en Belén asumió la debilidad humana, ahora acepta la muerte, y una muerte de cruz. Jesús desciende tan abajo que nada hay de la experiencia humana que no pueda ser sostenido por Él y exaltado con Él, cuando la vida venza a la muerte y el Hijo regrese al Padre