miércoles, 16 de marzo de 2016

16 marzo: En la Cruz

Liturgia
          Dan 4, 14-20.91-92.95: La historia de Nabucodonosor y los tres jóvenes hebreos arrojados al horno de fuego. Ni huelen a chamuscados. Y Nabucodonosor acaba reconociendo al Dios de Israel.
          Jn 8, 31-42: Sigue la diatriba de los judíos y Jesús. Si Dios fuera vuestro padre me amaríais, porque yo salí de Dios y aquí estoy.

PASIÓN DE JESÚS
          En la cima del palo vertical de la cruz se colocó el letrero con la causa de la condena, tal cual lo había decidido Pilato: Jesús nazareno, el rey de los judíos. Con ello quiso Pilato dar un golpe de fuerza y de venganza. Sabía él muy bien lo mal que había quedado, y cómo los sacerdotes le habían ganado la partida. Pretendió salvar su situación con aquel último “diálogo”: ¿A vuestro Rey voy a crucificar, yo un extranjero? Quiso picareles el amor propio nacionalista pero perdió también la última batalla. Y ahora quiere vengarse poniendo ese letrero humillante para los judíos. No fue capaz de ser hombre mientras fue el proceso de Jesús, y ahora quiere demostrar que él manda…
          Cuando los sacerdotes leyeron el letrero quisieron que Pilato corrigiese el título y que constase que Jesús se había dicho “rey de los judíos”. Pilato ahora saca pecho y responde muy autoritariamente: Lo escrito, escrito está. Ahora…, en forma de pataleta, cuando había sido derrotado y Jesús había acabado crucificado. Es lo típico de los cobardes sin autoridad, que dan el golpe en lo mínimo cuando han perdido la batalla en lo substancial.
          Los soldados se repartieron los vestidos de Jesús. La verdad es que Jesús pocos vestidos llevaba en  este momento. Las sandalias y la túnica, aunque San Juan habla de lotes, uno para cada soldado. Parece que se ha dicho en plural para aplicar una profecía: “se repartieron sus vestiduras echando suertes sobre la túnica. La túnica era una pieza sin costuras. La devoción popular la atribuye a su madre. El hecho era que tal prenda no merecía rasgarse para llevarse cada cual un pedazo, y por eso echaron suertes para ver a quién le tocaba. Pero la base de tal relato está en el dicho del Salmo 21, el mismo que rezó Jesús en la cruz: “Dios mío, Dios mío…”
          Y los que pasaban le insultaban y movían las cabezas, y decían: “Tú, que destruyes el templo y lo reedificas de 3 días, sálvate a ti mismo. Si eres Hijo de Dios, ¡baja de la cruz!
          Cuando las tentaciones, un evangelista dejó dicho que el demonio, vencido, lo dejó para otra ocasión… Ésta de ahora es la ocasión más clara y más grosera. Porque es en el momento tremendo de la asfixia de Jesús, que intenta respirar y no puede hacerlo sino tirando de los brazos clavados o apoyándose en los pies atravesados. Y entonces se presenta no el demonio sino las gentes que pasan por el camino y retan a Jesús a demostrar que es Hijo de Dios –como había dicho- salvándose a sí mismo, bajando de la cruz.
          Lo mismo –con sorna- los sacerdotes y ancianos, que se burlan, diciéndole: A otros salvó y a sí mismo o se puede salvar; ha confiado en el Señor… Que ahora le libre si lo ama… Es el Rey de Israel: que baje de la cruz y creeremos en él.
          Evidentemente no va a bajar porque Jesús –y Dios- no hacen las cosas a medias. No los manejan los hombres ni sus desafíos. Jesús está haciendo la voluntad de Dios, ¡la misteriosa voluntad de Dios!, y no presta oídos… Que a veces piensa uno qué hubiera pasado si Jesús hubiera decidido –de acuerdo con el Padre- bajarse de la cruz. ¿Hubieran creído realmente aquellos hombres? ¿Se habrían bajado ellos de su burro? Si aplicamos aquel dicho de Jesús cuando la parábola del rico y el mendigo, no creerán ni aunque bajase un ángel del cielo. Cuando la dureza del alma es tan recalcitrante como la que mostraron aquellos senadores y sacerdotes judíos, puede uno pensar con toda razón que ni bajando Jesús de la cruz hubieran creído. Nos puede quedar esa incógnita, a no ser que miremos a nuestro alrededor y comprobemos qué varían de postura los increyentes cuando tienen ante los ojos pruebas tan maravillosas de la obra de Dios.


Voy a faltar de Málaga dos días.
Desconozco las posibilidades que pueda tener para poner el blog.
Si puedo, estaré con vosotros.
Si no puedo, hasta la vista.

Pero acompañad mi trabajo apostólico con vuestras oraciones.

2 comentarios:

  1. Ana Ciudad8:55 a. m.

    CATECISMO DE LA IGLESIA CATÒLICA (Continuación)

    "El hombre sòlo puede realizarse plenamente cuando adora a Dios y lo ama sobre todas las cosas".

    ¿CUÀLES SON LOS DIEZ MANDAMIENTO?.

    1 Amaràs a Dios sobre todas las cosas

    2 No tomaràs el nombre de Dios e vano.

    3 Santificaràs la fiestas.

    4 Honraràs a tu padre y a tu madre.

    5 No mataràs.

    6 No cometeràs actos impuros.

    7 No robarás.

    8 No diràs falso testimonio ni mentiràs.

    9 No consentiràs pensamientos ni deseos impuros.

    10 No codiciarás los bienes ajenos.

    La forma que tienen aquí los diez mandamientos no coinciden literalmente con la que aparece en la Sagrada Escritura; el texto se refiere màs bien a dos fuentes bíblicas:Ex 20,2 -i7 y Dt 5,6 -21.Ya desde antiguo se han juntado ambas fuentes de forma didáctica y se han ofrecido a los fieles los diez mandamientos en la forma presente de la tradición catequética.

    Continuarà


    ResponderEliminar
  2. Jesús, el Hijo de Dios vivo, cuando se despide de los discípulos les dice que Él es la Verdad y a nosotros nos invita a buscar esta Verdad y a ser personas libres. El camino para no caer en la esclavitud del pecado es que nos mantengamos en comunión con Él, como Él lo está con el Padre. La dureza del lenguaje que utiliza, nos hace caer en la cuenta de lo difícil que es ser verdaderamente libres y cómo caemos en la esclavitud por pensar que ya somos muy justos y nos cerramos a la Gracia. Buscamos la apariencia y nos quedamos muy felices... muy pagados de nosotros mismos.

    ResponderEliminar

¡GRACIAS POR COMENTAR!