sábado, 26 de marzo de 2016

26 marzo: Pésame a María

Liturgia
          Es la liturgia madre de todas las liturgias. Es la liturgia más solemne y completa, abarcando diversos aspectos: desde la “aparición de la LUZ”, como simbolismo profundo de Jesús que resucita de la oscuridad de la muerte, culminado con el canto solemne del PREGÓN PASCUAL. Los fieles mantienen sus velas encendidas, partícipes de la Luz de Cristo.
          Sigue una amplia serie de LECTURAS del Antiguo Testamento que presagian o se iluminan con el hecho de la Resurrección. Es como un remanso tras la emoción primera de la LUZ. Y desemboca en una lectura del Nuevo Testamento (Rom 6, 3-11: los que fuimos incorporados a Cristo en la muerte por el bautismo, renacemos a la vida con la resurrección de Cristo. Muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.  ALELUYA solemne y paso al Evangelio de la Resurrección (este año tomado de San Lucas, 24, 1-12).
          LITURGIA BAUTISMAL, importantísima en este día. O bien con bautizos o bien con la renovación de las promesas bautismales, que concluye con la ORACIÓN DE LOS FIELES.
          EUCARISTÍA, que pone actualidad presente a todo lo que ha sido recuerdo y evocación de los hechos celebrados.

PASIÓN DE JESÚS
          Propiamente ya no padece Jesús. El dolor y el luto se pasan a su madre y a las personas que le han acompañado, que están  maltrechas tras la profanación del cadáver de Jesús con la lanzada del soldado. Y porque ¿ahora qué espera? Sólo queda que vengan a bajarlo de la cruz para llevarlo a la fosa común donde son echados todos los ajusticiados.
          Pero la muerte de Jesús no ha sido en balde, y dos discípulos ocultos de Jesús se han encargado en este interregno de pedir a Pilato poder hacerse cargo del cuerpo de Jesús. Pilato ha sido ya informado de que ha muerto y concede el permiso al senador José de Arimatea, quien, junto a Nicodemo, un rabino que había tratado ya con Jesús en otras ocasiones, salen de su ocultamiento y se disponen a dar sepultura a Jesús, con la ventaja de que allí cerca del Calvario posee José un sepulcro nuevo, nunca usado, en el que pueden depositar el cadáver. Han comprado perfumes, mirra, áloe, y con ello rendirán el culto propio que se tiene a los muertos.
          María sufría en el paso del tiempo sin poder hacer nada para evitar el desenlace temido cuando aparecieron subiendo al Calvario José de Arimatea y Nicodemo, con otros hombres que portaban una escalera, y lienzos necesarios para descender a Jesús de la cruz. José se dirigió a María y le dijo sus intenciones y le pidió el permiso para realizar la operación. María bendijo a aquellos hombres y dio gracias a Dios. Aquello era un milagro de su Hijo, in extremis, cuando ya no se podía vislumbrar salida.
          Nicodemo y José, ayudados de los hombres, extendieron unas sábanas sepulcrales, largas como para envolver el cuerpo por abajo y por encima, las pasaron por el pecho y bajo los brazos de Jesús, desclavaron aquellos toscos clavos (la operación era difícil y dura de realizar), y fueron bajando con sumo cuidado el cuerpo derrengado de Jesús hasta depositarlo en el seno de María, esa imagen inmensa de la “Virgen de las Angustias” o “Piedad”, que conmueve los corazones con ese hijo muerto en el regazo de la madre.
          Extendieron ahora la sábana en el suelo, pidieron permiso a María para tomar el cuerpo de Jesús, lo colocaron sobre la sábana, la misma con la que lo trasladaron hasta el sepulcro. Últimas despedidas, tan costosas, y depositaron a Jesús en el saliente de la segunda cámara (cámara mortuoria), echaron sobre su cuerpo los aromas, y taparon con la otra parte de la sábana. Última mirada y necesidad de bajarse pronto porque iban a dar las 6 de la tarde, a partir de cuya hora comenzaba la Parasceve y ya quedaba todo paralizado.
          Las mujeres quedaron con el mal sabor de boca de aquella sepultura precipitada y concibieron entre ellas un plan para después de la fiesta judía.

          El regreso, con cada rincón que evocaba un paso de la Pasión, fue muy doloroso. Pero ya no quedaba sino el marchar cada uno a su casa. María se fue al Cenáculo. El ambiente era penoso. Los apóstoles se habían refugiado allí y ninguno podía alzar la cabeza para decirle algo a María. Estaban avergonzados y destrozados. María pasó ante ellos y se retiró a lo que fuera su lugar de refugio en aquellas horas terribles de dolor y de luto. Expresémosle nuestro pesar.

2 comentarios:

  1. Ana Ciudad8:56 a. m.

    No sabemos donde estaban los Apòstoles aquellan tarde mientras dan sepultura al Cuerpo de Cristo.Andarìn perdidos , desorientados y confusos sin rumbo fijo, llenos de tristeza. Quizá aquella misma tarde del viernes han acudido a la Virgen.Ella protegiò con su fe, su espreranza y su amor a esta Iglesia naciente , bèbil y asustada. Así nació la Iglesia al abrigo de Marìa.
    Este sábado , no fue para nuestra Señora un dìa triste. Su Hijo ha dejado de sufrir.Ella aguarda serenamente el momento de la Resurrección.Ella es la única luz encendida.Junto a Marìa nos disponemos a vivir nosotros la inmensa alegría de la Resurrección.

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  2. Desfigurado...Todos se asustan al verle...Ha querido solidarizarse con todos los guiñapos que las drogas, el egoísmo, la soledad van dejando tirados por el mundo.

    Jesús, condenado, ultrajado, crucificado, abandonado, no esconde su Rostro cubierto de Sangre, ni oculta la verdad. Él es Rey y hace de la Cruz el Trono desde el que nos atrae a todos y desde donde gobierna al mundo con la ley nueva del amor. Ahora ya sabemos que no tenemos que dejar nuestras cruces si queremos acercarnos a tu Trono...Que no puedo desentenderme de los hermanos que sufren si quiero que me mires.

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