Liturgia
El amplio relato del libro de Daniel en el capítulo 13 nos muestra una
situación de pasiones bajas de dos ancianos que pretenden abusar de una hija de
la tribu de Judá, y que son delatados por Daniel, un muchacho que ha recibido
espíritu de verdad. Un relato que hoy habría que leer muy detalladamente cuando
vivimos tiempos tan indecentes en edades mayores.
El evangelio (Jn 8, 12-20) se abre con una de las múltiples
descripciones que Jesús hace de sí mismo: Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no camina en tinieblas sino
que tenderá la luz de la vida
PASIÓN DE JESÚS
No nos habla ningún
evangelista de un personaje cordial que la tradición popular ha consagrado: la mujer Verónica, esa que –en un
momento dado- irrumpe por sorpresa por entre los guardianes y se planta ante
Jesús con un paño en la mano para limpiarle aquel rostro desfigurado por la
sangre, las lágrimas, los golpes, el dolor. Aprovechó alguna caída de Jesús que
–aunque no llevara cargada la cruz- le faltaban las fuerzas para caminar. E
irrumpió esta mujer por entre los soldados y se plantó ante Jesús para
limpiarle con toda delicadeza, simplemente aplicando el lienzo al rostro de
Jesús. No tuvo tiempo para más porque un soldado la apartó del camino. Pero
había tenido el tiempo suficiente para llevarse en el lienzo la primera
fotografía de Jesús. Así reza la tradición, que incluso conserva como preciosa
reliquia ese paño. [Se ha hablado de tres lugares donde se venera esta Santa
Faz. Y la devoción popular ha resuelto el caso pensando que aquel paño que
portaba la mujer estaba plegado en 3 dobleces].
Los evangelios
no nos han trasmitido este hecho, que nos llega a través de los evangelios apócrifos. Y desde luego
tiene unas lecciones muy bonitas. Primero es cómo se graba la imagen de Jesús
en quien hace un acto de servicio caritativo. Y no sólo quien lo hace a Jesús,
sino en cualquier hombre o mujer que sufren y que necesitan de una delicadeza
de parte de alguien que puede enjugar sus lágrimas y acompañar los dolores del
que sufre. La otra lección está en el premio a la ternura, y –en concreto en
este caso- a la delicadeza femenina que hizo todo lo que podía hacer y que fue
mucho aun en medio de una pequeña acción. Pero bien sabe un enfermo lo mucho
que agradece que alguien le limpie el sudor, le bulla la almohada o le
refresque los labios con un algodón húmedo. Mínimas acciones que llevan consigo
esa imagen de Jesús grabada en el alma. La Verónica no podía tomar la cruz, no
podía quitarle las espinas de la cabeza, ni podía impedir aquel cortejo
doloroso. Pero pudo hacer lo que tenía en sus manos, y fue de un inmenso valor
y obtuvo una recompensa.
Otro suceso
que no nos narran los evangelios es el que también se recuerda en el
tradicional vía crucis: la presencia
de María, su madre, en ese trayecto
desde el Pretorio al Calvario.
Disimulada entre la gente estaba María, que –cuanto le
era posible- caminaba al par de Jesús
observándole cada gesto, y sufriendo la madre en sus mismas carnes el dolor
inmenso del hijo. Le acompañaban otras mujeres. Habría un momento en que Jesús
pudo advertir que su madre estaba allí y caminaba a su paso. Era un consuelo
para él a la par que un sufrimiento añadido al ver sufrir a su madre. Pero se
sabía cordialmente acompañado. En medio de toda la compañía hostil que podía
sentir en aquella comitiva, era como una ráfaga de aire fresco saberse
comprendido y apoyado por la mujer más fiel a los planes de Dios…, por la madre
más íntima que podía penetrar sus sentimientos. Hablar no podían pero con la
vista se decían mucho. Aquella madre no era una mujer hundida, aplastada por el
dolor. Era la mujer fuerte que más que perderse en lamentos, estimulaba a
seguir aquella vía dolorosa. Ella la estaba siguiendo con la pasión del hijo
vivida en su propio corazón de madre. Con razón se le aplica aquella expresión
bíblica: Mirad los que pasáis por el
camino y ved si hay un dolor semejante a mi dolor.
Yo suelo decir que sí que ha habido en la historia
situaciones semejantes en madres que han vivido muy íntimamente de cerca los
padecimientos de los hijos, unas veces surgidos por la misma realidad de la
vida, y otras por las injusticias de otros más poderosos o más dañinos. El
sufrimiento de cada madre ante el dolor de un hijo es único y ninguna madre
puede pensar que el suyo es mayor que el de la otra. Lo que sí podemos pensar
es que la sensibilidad de María y su unión interior a Jesús era de un calibre
excepcional por la calidad de las dos personas. Y que en ese sentido lo agudo
del dolor llegaba a impactar mucho más hondamente en las fibras profundas de ambos
corazones. Y aquel escaso kilómetro de la vía dolorosa, con tantos sufrimientos
de Jesús, unieron profundamente a madre e Hijo en aquel paso terrible hasta la
llegada a la cima del Calvario.
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÒLICA (Continuación)
ResponderEliminarLA DOBLE MORAL.
La doble moral se refiere a una moral en público o también tácitamente, que mide"con doble vara de medir".Hacia fuera la persona de doble moral defiende meyas y valores que no observa en su vida privada, "Hijos mios, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras".(Jn 3,18).
¿POR QUÈ "LA DOBLE MORAL" ES UN REPROCHE TAN GRAVE ENTRE LOS CRISTIANOS?.-La conformidad entre la vida y testimonio es la primera condición para el anuncio del Evangelio. Por ello la "doble moral" es una traición de la misión de los cristianos de ser "sal de la tierra" y "luz del mundo".
San Pablo fue el primero que recordó a la comunidad de CorintoL:"Es evidente que sois carta de Cristo...escrita no con tinta, sino con el Espìritu de Dios vivo; sino en las tablas de los corazones de carne".Los mismos cristianos,no lo que dicen, son la "carta de recomendación" de Cristo al mundo(Cor 3,1).Por eso es tan perjudicial para la nueva evangelización que pastores y fieles vivamos a veces como si Dios no existiera, escandalosamente acomodados a costumbres y opiniones de la anticultura secularista.
Jesús ilumina al mundo entero con una luz que no se apaga. Quién lo acoge como Hijo y enviado del Padre, es iluminado por Él. Si nos acostumbramos a mirar con los ojos de Jesús, será la Luz de nuestro camino.
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