jueves, 1 de marzo de 2012

Solo y agonizando

JUEVES 1º CUARESMA

Ayer estuvo el mensaje centrado en la PENITENCIA, el cambio de actitud de una ciudad Nínive, que –gracias a ello- salva su desastre, por la predicación de Jonás. Nosotros tenemos a alguien más que Jonás: Cristo mismo moviendo a COVERSIÓN, a una transformación de nuestro corazón, para que pueda haber REINO DE DIS.

Hoy se toca otro de los pilares básicos de la Cuaresma: LA ORACIÓN. Perseverante, insistente, sin desanimarse, sin pretender forzar a Dios, sino desde la humildad la humildad. Que Dios ya es,m de por sí BUENO, y siempre da COSAS BUENAS.

La frase final parecería separarse del argumento, y sin embargo es inmensamente expresiva: tratad a los demás como queréis que os traten. Podría acoplarse muy bien esos dos “módulos: tratad a los demás como queréis ser tratados por Dios. Que eso también es parte de la oración verdadera.

EL HUERTO (continuación)

La tercera hora de oración de Jesús es trágica. Ahora sí están –bien lo sabe- absolutamente solo. Con los amigos ya no puede contar. Dios calla y no aparta el cáliz… Jesús se vuelve su lugar de oración, y ya postrado del todo, pronuncia su aceptación incondicional: Ya que no puede pasar el cáliz, HÁGASE TU VOLUNTAD. Sí: postrado, como quien no tiene fuerzas para otra cosa, aplastado por una losa que oprime todo su ser (cargado con todo el dolor y pecado de la humanidad a la que va a redimir), y sin más apoyo que su fe plena y confiada en ese Dios aparentemente sordo a sus gemidos y gritos, queda sumido en una auténtica lucha entre la vida y la muerte: una agonía, con su sudor frío, copioso, que va cayendo hasta el suelo. El sudor traspasa su túnica; su rostro está pegado al suelo…, sudor y tierra se hacen barro que mancha y deja ya un aspecto de espectro… Si lo que dice San Lucas del sudor como de sangre, se refiere a sangre (¿o será a la forma de brotar a borbotones?), ya podemos imaginar la figura de Jesús. Y por dentro, en agonía, a punto de muerte. El “ángel” “confortaba”…, y hasta dice la carta a los Hebreos que fue escuchado por su obediencia…, y así saca fuerzas de su flaqueza para seguir viviendo, y mantenerse para afrontar aquel paso tan imponente...

Cuando volvió a sus discípulos, su figura impresionaba: demacrado, todo manchado rostro y vestido, ya no tuvo más que ese hilito de voz, dolorida y a la vez con triste ironía: Por mí, ya podéis dormir y descansar. De poco me habéis servido. ¡Y de poco os habéis servido a vosotros…! Podríais seguir durmiendo, si no fuera porque el tropel de gentes, entrechocándose palos y espadas, ya avanza por el Huerto, capitaneada por Judas. Por eso, “dormid ahora, si podéis. Mientras vosotros dormíais, el que me entrega no ha descansado hasta reunir a la gente. “Venga, vamos; que el traidor está cerca”.

Y Judas pretendió disimular, adelantándose…,, ¡besando al Maestro!, saludándole, casi blasfemándolo: “Dios te guarde”. Aquella baba hirió el alma de Jesús. Con dolorido corazón, le dijo Amigo, ASÍ, con un beso, me entregas”. Con un beso de amistad. ¿A qué has venido? También se puede leer de otra manera admirativa y llagada: ¡”A lo que has venido, amigo!”…, ¡a lo que te has atrevido!, ¡lo bajo que has caído! Aunque todavía te llamo “amigo”, porque –aun así como has dejado las cosas- mi Corazón sigue teniendo hueco para ti.

Y los criados del sumo sacerdote se abalanzaron rápidos sobre Jesús –ya estaban avisados por Judas de las “astucias” del Maestro para escurrírseles de las manos-, y le ataron con cuerdas fuertemente. Ahora “despierta” Pedro, y hasta saca la espada que cogió en el Cenáculo y asesta el golpe sobre Malco. Por mucho que desvía la cabeza no puede evitar que la espada le corte la oreja y Malco se retuerza en el suelo de dolor. En el revuelo, Jesús puede agacharse y curar la herida del que le ataba a Él las manos. Y a Pedro le llama la atención muy claramente: Vuelve tu espada a su vaina; herir a espada es buscarse uno su propia herida. ¿Acaso no podía yo tener legiones de ángeles para defenderme? Pero ahora es la hora del poder de las tinieblas. En efecto, aquel “demonio” que –derrotado en las tentaciones- “lo dejó para otra ocasión”, ahora tenía las manos libres para actuar contra Jesús.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡GRACIAS POR COMENTAR!