lunes, 12 de marzo de 2012

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CORONADO DE ESPINAS
Pilato dejó tan abandonado al preso, tan en manos de los “castigadores” –castigadores por inocente…-, que poco tiempo de reposo le dejaron después de aquel descuartizamiento de la flagelación.
Ahora entran en juego los soldados. Una cohorte romana (dice san Mateo): muchos. Muchos y tropa, soldadesca, gente sin educación, entrenados para matar… Y después que le habían puesto la túnica a Jesús, sobre sus carnes al vivo, lo vuelven a desnudar, a sentarlo en un supuesto trono, y echarle un trapo rojo por encima de las espaldas, a modo de manto de rey… (¿no había dicho que él era rey?; buena ocasión para lo burlesco en gentes tan carente de respeto y sentido de la dignidad). Pero para un rey sólo faltaba la corona. Y uno tiene la idea de hacer la corona o casquete de espinas cambroneras, de púas duras y resistentes. [Un peregrino a Tierra Santa quiso traer de devoto recuerdo una rama de estos espinos, y con el traqueteo del viaje, los pinchos aquellos habían perforado el cuero de su maleta]. Mientras algunos tejían aquella corona, los otros fueron burlándose con sus gestos de adoración al “rey”, arrodillándose ante Él, saludándolo”: “Salve, rey de los judíos”, y dándole bofetadas.
Cuando llegaron los “ocurrentes” soldados con su corona, sostenida con la precaución de no herirse ellos, la soltaron de un golpe sobre la cabeza de Jesús y luego apretaron con alguna funda de sus espadas para que se ahondaran las púas en el cuero de Jesús. Jesús tuvo un estremecimiento de todo su cuerpo bajo el peso de aquel insufrible dolor.
Jesús hundió la cabeza en un movimiento instintivo de la naturaleza como autodefensa. Los estudiosos e investigadores han descubierto que al quedar rozados y raspados los huesos de las sienes, se producen intensas convulsiones y calambres, y esa rozadura del hueso llega a hacerse altavoz dentro del cerebro, de modo que el efecto es de auténtica checa que aturde y enloquece. Concluye un Catedrático de la Universidad de Granada que bastaría para la muerte de la persona. La gritería de la soldadesca, y el juego macabro de coger “el cetro de caña” y golpearle la cabeza, reproducía todo el dolor una y otra vez. En realidad tuvo que producirse una situación de rostro contrahecho, porque aquello superaba toda imaginación.
También aquí se sale uno de aquel cuchitril de la burla durísima de los soldados, y con los Santos Padres de la Iglesia entra en esa parte activa personal de cada uno en ese instante que, por una parte- nos repugna, y por la otra nos sitúa en el protagonismo de esa cruel situación. Porque aquel hundirse la cabeza de Jesús bajo el peso del sufrimiento, viene a expiar los pecados de soberbia, orgullo, y tanto pretender “sacar la cresta” que tenemos los humanos tan metida en nuestra médula…, la defensa a ultranza de “nuestros derechos”, mientras otros los padecen.
LUNES 3º DE CUARESMA
Puede tener dos lecturas; una, cuando el domingo 3º se leyó el Evangelio de la samaritana (del Ciclo A). estaría el acento sobre EL AGUA, porque entraríamos en ese otro aspecto de la Cuaresma que es el de los catecúmenos que se preparaban a recibir al bautismo en la Vigilia Pascual.
La otra versión se sitúa en el desprecio a los caminos de Dios, basándose en las formas de pensar y concebir humanas. Naamán desprecia su propia posibilidad de salud por considerarse superior y resentirse de que el Profeta no saliera a su encuentro ceremoniosamente. La manipulación de lo religioso al modo y gusto personal. Lo que se repite en Nazaret donde aquel Jesús, conocido, admirado, y que en un principio entusiasmó, es rechazado cuando advierte que Dios actúa al modo de Dios y no al gusto de los hombres. Que puede elegir, a su voluntad, caminos que no comprendemos y que no nos agradan.
Y la admiración se convierte en ira, la ira en salvajismo, hasta el intento de despeñarlo. Ya se sabe Dios esta realidad de la humanidad, que no es la primera vez ni será la última en que pretenda achicar a Dios a los modos pequeños y ridículos humanos. Cada uno, además, a su manera.
Y el escalofriante final del episodio se expresa en una frase que, en su original griego, es dolorosamente significativa: Jesús se alejaba no es sólo que se quita de aquel foco de peligro sino que sacude el polvo de los pies y su alejarse será continuado…: no volverá más a su pueblo. El fondo de esta situación –repito- da escalofrío. Porque esto puede producirse en un alma cuando su posición interior es tal que se sitúa por delante de la verdad de Jesús, y pretende sacar la suya y que Dios mismo venga a estar de acuerdo con uno. Porque el efecto de ello es una posible pérdida del tren…, que no sabemos si vuelve a pasar. ¡Y Dios pasa de forma muy peculiar en determinados momentos de nuestra vida para tocar fibras muy internas! Como intentemos soslayarlas para atraer a Dios a nuestro campo, nos exponemos a “perder el tren”.

3 comentarios:

  1. Anónimo1:03 a. m.

    ¿pORQUE SE HA CAMBIADO EL FORMATO ?

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  2. Porque la vida es un continuo movimiento. Además hay otra razón, pero querido Anónimo, dime:

    ¿Porqué para hacer una pregunta como esa, algo tan simple y tan sencillo, no das tu nombre?

    Si me lo das, te explico la otra razón.

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