lunes, 5 de marzo de 2012

Detrás de la venda

LA OTRA PASIÓN

Es verdad todo eso anterior. Pero no dejo de pensar en “la otra pasión" que se estaba viviendo en el íntimo sentir de Jesús en aquellos momentos en que los criados se mofaban de Él y le golpeaban, escupían y burlaban. Pienso en la PASIÓN INTERIOR DE JESÚS, la que estaba sintiendo en lo íntimo profundo de su Corazón.

Posiblemente tan hondo, que llega a no tener advertencia expresa a todo aquel dolor y mofas que venían físicamente de fuera. Pienso en lo que su Corazón sentía: aquel pobre Judas, ¿dónde estaría?, ¿cómo estaría?

Habría caído en la cuenta y sería capaz de volver a Él? Pienso en esa Pasión de su soledad tan grande, de sus discípulos escandalizados… ¿En Simón, a quien Satanás iba a cribar como el trigo! ¡A quien ya estaba cribando! El bueno, el fanfarrón, y en el fondo, “el niño” que era Pedro, creyéndose imbatible…

Y es posible que entre la algarabía del juego de los criados con Jesús, llegó a percibir la voz de Simón allí en el patio. Bien sabía Jesús que Simón era fiel hasta la muerte… Con el espíritu, sí; con la carne, débil. Y percibía Jesús que Simón se había metido en el avispero. En efecto era así, porque, aunque Juan le intentaría quitar la idea de la cabeza, Simón se empeñó que Juan influyera con un conocido del palacio del Sumo sacerdote para que le dejaran entrar.

Y Simón Pedro entró. Con movimientos nervioso, deambulando por el patio queriendo ver algo… Se le reflejaba la ansiedad, el sentimiento de dolor. Querría pasar desapercibido ¡pero bien difícil era! Y mientras iba caminando por allí, entre los que iban, venían, las risotadas que provenían del cuarto de guardia y el jalear de criados y criadas que se calentaban en una fogata allí en el patio, no atrajo tanto las miradas.

Pero con el frío, y no sacando nada en claro, todavía cometió la imprudencia, el garrafal error de sentarse con ellos. ¡Y buena es la chusma cuando ve algo raro…! Uno que le pregunta: ¿Tu andabas con él? Pedro niega disimulando. – No sé de qué me hablas. Y siguió allí…, yéndosele nerviosamente la mirada hacia aquel lugar donde se escuchaba risas y gritos de hombres. Le tiraban a Simón de la lengua, y al hablar, “tu acento te delata; tú eres galileo…; tú andabas con ese hombre”. Y el otro criado que le reconoce: Pues es verdad; yo te vi en el Huerto. Y ya Simón perdió el control; sintió pánico. Ahora querría no estar allí, pero ahora mismo lo que había era que salvarse de la situación, y empezó ya a gritar: No conozco a ese… Un paso más y, en su ofuscación, acaba jurando a gritos- Yo no conozco a ese hombre.

En ese instante mismo, los criados sacaban a Jesús del patio de guardia y lo conducían a la mazmorra. Y exactamente se cruzan las miras del Pedro que jura n conocer “a ese hombre”, y Jesús que viene casi a su altura, y con el inmenso dolor y herida de su alma, miró a Pedro. Fue un terremoto en el alma de Simón.

Los ojos hundidos de Jesús, que ya había visto Simón en el Huerto, y ahora aumentado el rostro maltratado de “ese Hombre”, la mirada que se le clava a Pedro, y hasta posiblemente el sentimiento reflejado en los ojos del Maestro…, y el gallo que canta momentos después…, llevan a Pedro apresuradamente hasta el protón, lo abre violentamente y sale, para romper a llorar como un niño, pero amargamente…, un llanto que no olvidará, porque aquella mirada de Jesús no podía olvidarla.

Ésta era “la otra Pasión”, que se sufre en los sentimientos hondísimos del alma. La que ya no es obra de los enemigos, sino “de ti, mi amigo y confidente del que yo me fiaba”, como dice el Salmo. Esta Pasión que yo no duele como una bofetada externa sino como una puñalada en el centro del Corazón…, la que hace mucho más hondo el sentimiento de soledad, de abandono, de ese otro amigo que también traiciona su fiel amistad, que le niega hasta haberlo conocido…, “ese hombre”…

Cuando Jesús quedó en la mazmorra a solas, ya aguardando el juicio “oficial” matutino, no podría descansar mucho: era su alma entera la que tenía hecha pedazos. Era no sólo su propio dolor, sino el llanto de Simón, la angustia que le atenazaría al discípulo tan querido… Era el pensamiento de qué haría Pedro en este momento, adónde habría ido…

Era esa Pasión que se sufre queriendo cogerse a su fe, y encontrar que es lo único que le queda, ¡pero qué duro! En el patio, los últimos comentarios de esas altas horas de la madrugada, entre las 3 y las 4, que se van apagando porque todos se van retirando ya a dormir. No dormiría Jesús… Y si quedó vencido algún instante en alguna cabezada de persona agotada por tantas cosas, fue en pesadilla. ¡Le dolían tanto los suyos!

Luego vendría a su Corazón la lista de tantos otros amigos, discípulos, que también podían estar en las mismas circunstancias…, aunque unos a lo Pedro y otros a lo Judas… Mirando –en el túnel del tiempo- nuestro mundo de hoy, los “cristianos” amargados, apóstatas, unos que niegan, otros que venden por monedas…, ¿podría dormir Jesús aquellas cortas horas que le quedaban antes de ser “juzgado” oficialmente…, también con la sentencia dada de antemano contra Él?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡GRACIAS POR COMENTAR!