jueves, 22 de marzo de 2012

De mi oración personal

Delante del Señor, que me ve en cualquier lugar que esté, y se que conoce mi corazón. Me reconozco pecador, pero 1 Juan 5:18.

No desgastarme inútilmente.

Si me comporto con afabilidad y amabilidad y el otro no me responde...si un cristiano o una cristiana, hermano o hermana en la fe, que debería tener vínculo conmigo por que estamos juntos en el mismo lugar, pasa por mi lado, y ni siquiera es capaz de saludarme, a pesar de hacer un tiempo de no verme, a pesar de que tenemos tareas comunes dentro del mismo lugar, entonces se me viene a la mente el pasaje de la primera carta de San Juan 4:19-21. 

Y entonces comprendo que esa actitud es cuando menos egoísta y le pido a Dios que yo no actúe así, porque el que pasa por mi espalda, rozándome incluso la ropa, y no es capaz de decirme ni buenos días, ¿cómo voy a poder ir más allá con esa persona? ¿En que situación nos encontramos con experiencias así? ¿Cómo vamos a poder ir más allá? ¿Dónde tenemos puesta la mira? ¿En la escoba? ¿En mi interés personal? ¿En la escalera de acceso al ambón de las lecturas quizás?

Yo se que debo hacer las cosas sin esperar nada a cambio, y de hecho no quiero que me den porque yo de. Que a veces es posible que yo no llegue a dar lo que otro espera de mi. Me cuesta admitirlo, lo reconozco, porque ya les digo que me veo a mi mismo como una persona capaz de ser afable y amable, y tengo tendencia a retraerme cuando después de varios intentos, observo que la otra persona no me da lo que yo espero, y que en definitiva es un comportamiento igual o mejor.

Examino mi conciencia y veo en el fondo, que yo he recibido capacidad de ser afable y amable con los demás. Traigo a mi mente recuerdos recientes de situaciones con personas a las que he dado un saludo, una palabra de ánimo. He tratado de hacerme cercano incluso a sus problemas, sin siquiera conocer a la persona realmente. Incluso veo más allá, pero no todo lo voy a expresar aquí.

Al escribir, uno se expone, y si encima no lo hace como anónimo se expone más. Podría haber escrito una tontería y ser señalado por ello. En cualquier caso, se que alguien verá mi escrito de forma distinta a otro.

¿Entonces porque escribo? Yo no quiero nada más que hacer lo que enseña Cristo, Dios y Hombre verdadero. ¿Que no llego? Pues me quedaré corto, pero poner toda la carne en el asador, de la que sea capaz, y pedir a Dios que me de lo que el quiera.

¿Entonces porque escribo? Porque no tengo miedo del que dirán, ni de la opinión que puedan tener de mi. De lo contrario no escribiría. No tengo miedo de si piensan mal y me juzgan un sabiondo que ni siquiera tiene un título religioso que poner por delante. Allá tu, si te encuentras entre estos. Yo se porque escribo, que persigo y cual es mi trabajo, y se que ese trabajo no está exento de persecuciones y tribulaciones, así que voy con ventaja al saberlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡GRACIAS POR COMENTAR!