jueves, 8 de marzo de 2012

De Caifás a Pilato

COMIENZA JUICIO CIVIL. PILATO

¿Hacia las 7’30 de la mañana? Puede ser, o muy poco más, un grupo de sacerdotes y doctores, como embajada del Pontífice, se dirigen rápidos hacia el palacio de Pilato, en la Torre Antonia.

Van con dos fines: uno, avisarles de que el Pontífice le envía a un preso, para que él sentencie definitivamente. Y para que tenga la deferencia de salir al exterior para recibirlo, porque ellos no pueden entrar en el palacio por ser profano para ellos, y no pueden entrar para así poder al día siguiente celebrar la religiosa pascua judía, en su día más grande. Muy típico: llevan ya sentenciado injustamente al reo, pero si entran en terreno no sagrado, se contaminarían. La gran mentira de la vida; el gran sarcasmo religioso. Un pecado que parece “de ellos”…, y no es tan pasado de hace 20 siglos para alguna gente “religiosa”.

Prepararon el reo, bien maniatado, para conducirlo hacia Pilato. Y una “corte” de sacerdotes y ancianos, con Caifás a la cabeza, se dirigen hacia el palacio del Gobernador romano, con la convicción de que ahora firma Pilato la sentencia del “reo de muerte”, y se acaba la cosa en poco tiempo.

Y cuando llegan allí se encuentran con una sorpresa: que Pilato no les hace el juego, y quiere que declaren la causa por la que le traen a ese preso. No eran nuevos los piques entre los jefes judíos y Pilato. De hecho ya había tenido Pilato problemas en Roma por una denuncia de la casta religiosa y los dirigentes judíos. Y ahora Pilato les devuelve “el paquete” y les pide la acusación que traéis contra este hombre Ellos se consideran ofendidos y su respuesta es agresiva: Si no fuera un malhechor, no te lo hubiéramos traído. De verdad que Jesús “había pasado por el mundo haciendo el bien: bienhechor. Esta acusación era nueva. Era ladina. Era oportunista y falsa. Pero Pilato no iba a entender de “blasfemia”, porque Pilato era pagano. Y cambian el motivo por el que lo habían condenado. Jesús oye una nueva “razón” por la que está allí. Ahora resulta que no es por motivo religioso sino por malhechor…

Y Pilato sigue picándoles y exacerbándolos. Era su venganza. Y les tira en rostro que se lo lleven y lo juzguen según sus leyes, si es que sus leyes permiten dar sentencia sin oír primero la causa. Era una bofetada. Y entonces ellos le replican a Pilato, que es responsable del orden público, que Jesús perturba al pueblo y prohíbe pagar el tributo al César y se hace pasar por Mesías Rey. Podemos observar por dónde vamos ya, tan lejos de aquella “blasfemia” de declarar que era el Hijo de Dios. Farsa fue, pero se va ahondando la mentira, las pasiones humanas. [Luego, nosotros no soportamos que nos hagan una injusticia, o un simple juicio de nuestro proceder]. Y aquí ya es ir caminando de mentira en mentira y –a costa de Jesús- a ver quién puede más.

Todo esto lo vemos “desde la parte de acá”. Insisto siempre en verlo desde el sentir profundo de Jesús, tomado como pelele, acusado según las conveniencias…: sencillamente como a quien no se le considera ni digno de ser tratado como persona. [Siempre pienso lo que nos afecta un simple juicio sobre nosotros que, al fin, ni nos quita ni nos pone…]

La verdad es que Pilato no tenía referencia alguna sobre alteraciones del orden por parte de Jesús…; que no tenía ni noticia de que Jesús prohibiera pagar el tributo… Y aquello le está sonando todo tan mal, tan sucio, que llamó a Jesús adentro y le preguntó, con cierta perplejidad: ¿Tú eres el rey de los judíos? Jesús respondió: Tal como lo dices: Lo soy. ¡Más perplejo quedó el gobernador-juez! Acto seguido, Jesús le completó: Pero no de este mundo; que si fuera rey en este mundo, ya estarían mis soldados defendiéndome; pero mi reino no es de aquí. Pilato ya no se entiende; le da vueltas a esta afirmación, y quiere cerciorarse de que no ha oído mal, y vuelve a preguntar: Luego ¿Tú eres rey? Y Jesús reafirma: Yo soy Rey. Para esto nací y para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad.

Ahí ya no quiso Pilato ni entrar. ¿La “verdad”? ¿Cuál? ¿La de tu pueblo, la de tus sacerdotes, la tuya? Y no queriendo ni entrar en el tema, pregunta escéptico: ¿Y qué es verdad? Volvió las espaldas, se dirigió a los judíos y dijo lo que él realmente veía en todo aquello: No encuentro causa alguna de muerte en este hombre que me habéis traído.

Si Pilato continuara en esta línea seguida hasta aquí, sería digno de elogio. Sería un juez honrado. Aunque le falta un punto: si este hombre es inocente, y está viendo las pasiones humanas que se mezclan en todo esto, su obligación era responsabilizarse personalmente de la liberación del que sabe que no tiene causa alguna en contra.

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