domingo, 4 de marzo de 2012

BRILLO DE LUZ EN EL HORIZONTE

TRANSFIGURACIÓN

Es emblemática en la Cuaresma. El mismo Cristo que padece la tentación en el desierto (domingo 1º) es el que aparece hoy siendo un potente rayo de luz (domingo 2º). Vencedor en las tentaciones, y luz brillante que anuncia el triunfo definitivo,

Cuaresma siempre mirando adelante; no cuaresma de tintes oscuros, y que parece que “se cumple” cuando más uno se mortifica y se priva, casi como espiritualidad central de la vida cristiana.

Pues no: Cuaresma de LUZ, DE Cristo luminoso, refulgente, transfigurado. Flanqueado por el sentido pleno de Ley y Profetas, Moisés y Elías. Ratificado por la voz del Cielo, de Dios: Éste es mi Hijo amado con predilección, Mesías salvador. Único camino. Hay que escucharle a Él. Y aunque habrá un camino que seguir, el camino que Pedro rechaza –el de la Pasión y la Cruz-, el desemboque es esta luz diáfana, brillante, casi deslumbradora que sabe a fogonazo profundo en el Tabor.

O Abrahán lo vive en sus carnes con un “absurdo de Dios”, cuando le hace promesa de descendencia numerosa en Isaac, el hijo único, y le pide –a la vez- que se lo sacrifique. Y Abrahán –contra toda lógica humana- está dispuesto a hacerlo. Por encima de su “lógica”, Dios proveerá. Y Dios sale en el momento límite, y bendice y alaba la fe del hombre ejemplar que creyó contra toda lógica, porque se apoyaba en Dios. Y vio “transfigurado” su dolor en profunda alegría y renovación de la promesa.

Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? Sea casi como la jaculatoria, la gran oración de nuestra fe. Cuando Dios mantuvo su silencio ante la muerte del Hijo…, porque su PALABRA DIVINA permanecería entre las inmensas luces de la Resurrección, bien puede vivirse en la fe de ese Dios que no falla. No serán tres tiendas en el Tabor. Será la tienda definitiva que ya está preparada en el Cielo para cada uno. Aunque eso tiene su mayor valor mientras hay que vivir “descendiendo al llano”, a la vida cotidiana, que es donde se va fraguando la historia de cada uno, con su cruz, como camino, con su esperanza de que JESÚS RESUCITARÁ DE ENTRE LOS MUERTOS.

La Eucaristía, cada Eucaristía, es una pieza de esa “tienda” que se va tejiendo en el Cielo, pero se van tomando los materiales aquí en el vivir diario…, en la abnegación del YO, para ESCUCHAR A JESÚS y seguirlo. Para que –desbrozando ramajes de la selva terrena- encontremos el Camino que será todo Luz.

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