martes, 13 de marzo de 2012

EL HOMBRE

MARTES 3º DE CUARESMA
Expresión clara de la pobreza humana, que sabe que no tiene otra salida que agarrarse a la compasión de Dios. Somos todo lo que somos: los más pequeños, los hundidos bajo el pecado, y sin tener luz ni conciencia que nos detenga o nos guíe. Y de poco valen las capas de cebolla de nuestros actos humanos de holocaustos y sacrificios, porque están vacíos. Sólo nos queda tu misericordia.
Y Cristo responde: es una misericordia tan grande que persona hasta siete veces y hasta setenta veces siete. Por parte de Dios no hay límite. Salvo uno: que cuando yo no soy capaz de perdonar de corazón a mi hermano, cierro las puertas al mismo perdón que se derrama desde las manos de Dios. No es Dios quien las cierra al perdón. Soy yo quien me impido ese perdón, porque no sé perdonar DE CORAZÓN.
UN HOMBRE EJEMPLAR
Cuando se le ocurrió a Pilato, dio por terminado “el castigos por inocente” que le había impuesto a Jesús, en ese alarde de juez injusto, que primero es él y sus conveniencias y luego la ley y los demás. Cuando vio a Jesús como había quedado tras aquel rato de “castigos” horrorosos, él mismo quedó impresionado. Y tan infeliz como mal juez, piensa que la figura –casi repugnante- de aquel Jesús, que es ya una piltrafa humana, será la coartada para liberarlo finalmente.

Mando a Jesús que lo siguiera hasta exponerlo como espectáculo. Vacilante, tembloroso, tiritando por su enorme fiebre, desnudo, expuesto a la vergüenza y a la presunta compasión (que Pilato imaginaba), expresa su sentir ante el pueblo exaltado: AQUÍ TENÉIS A ÉSTE…, que ya ni parece hombre. Está observando la reacción…
Pero yo no me voy a quedar observando hacia afuera. Quiero escuchar dentro de mí esa frase: “ECCE HOMO” Aquí tenéis a este hombre desgraciado que, si algo intentó ser, ya podéis estar tranquilos que no queda apenas rastro de hombre.
Quiero escuchar al propio Jesús que también hace resonar en mi alma la misma palabra: AQUÍ ME TENÉIS. Aquí veis lo que es un HOMBRE, un prototipo de HOMBRE. Un Hombre que sigue adelante siempre, sin dar marcha atrás. Un SER HUMANO que no se busca a sí mismo. Que no barre para casa. Que se expone. Y se expone tanto que AQUÍ ME TENÉIS, y en la forma que me veis. AQUÍ ME TENÉIS para servir, no para ser servido. Para quitar el pecado del mundo y no para chaquetear al ritmo de propias conveniencias. Aquí me tenéis sin haber cedido nunca ante lo injusto, lo penoso, lo cómodo…, ni por amigos ni por amenazas de enemigos. AQUÍ ME TENÉIS y nadie podrá acusarme de pecado, de andar zigzagueando para obtener mi beneficio, y sin retirarme cuando se han puesto las cosas feas. Por eso ESTOY AQUÍ y estoy como estoy. Y quien quiera seguirme –vivir como cristiano auténtico- éste es el camino: negación de sí mismo, cruz diaria a cuestas y sin trapicheosAQUÍ ESTÁ EL HOMBRE, EL VERDADERO HOMBRE.
Y una voz del Cielo suena como trueno impresionante, rubricando esa palabra: ESTE ES EL HIJO AMADO; SEGUIDLO Nos cabe –como Perro en el tabor- tirarnos al suelo…; siempre es más fácil. O como el pueblo aquel a ls faldas del Sinaí: “que no nos hable ese Dios que se presenta con truenos desagradables, porque nos asusta”. Que nos hablen con vaselina, que nos es llevadera… ¡Cómo me veo retratado, Padre mío! Cómo me voy haciendo mi “religión” dulzona y devota, y cómo tengo siempre la escapatoria para no tener que afrontar esa cruz que suena a trueno y que tanto me desagrada y trato de soslayar…
En un rincón bastante apartado, María, la Madre del condenado, con sollozos salidos del alma, también me dice: AHÍ LO TENÉIS. Ya os queda poco para concluir vuestra obra. El más hermoso de los hijos de los hombres, que ahora mismo lleva tal mueca de dolor que hasta parece contrahecho. Éste fue ni Niño de Belén. Éste, el que pasó por el mundo haciendo el bien. Éste, el que os di lleno de vida…, y ya veis. Supisteis acabar vuestra obra… Y la espada ya rasga mi alma de tal manera, que también muero yo con Él.
Me retiro yo también a ese rincón. Me apego a María, que es Madre. Lloraré en su pecho. Y me tendré que preguntar, con San Ignacio de Loyola: y yo, ¿qué de hacer y padecer por Cristo?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡GRACIAS POR COMENTAR!