miércoles, 14 de marzo de 2012

¡Misericordia, Señor; misericordia!

PILATO VERGONZANTE
Viendo Pilato que no adelantaba nada…. Es sarcástico. ¿Cómo iba a adelantar si todos los pasos que dio fueron hacia atrás? Voy a contar una anécdota por haber tenido la suerte de convivir con un gran entendido en toros, y es anécdota que siempre seme viene a la mente cuando llego a este lugar del Evangelio. El torero que domina y templa, da un paso delante tras cada pase del toro. El toro, así, se siente dominado y acaba yendo por donde el torero manda. Es el “maestro!” quien domina. Cuando un torero da el paso atrás para “asegurarse” para la vez siguiente, el instinto del animal capta que es él quien va comiéndole terreno al lidiador. Y llevado de ese instinto descubre el engaño, y en una de sus embestidas en vez de adaptarse al paso atrás, se sabe ganador entrando más “adentro” de ese “paso”. Y acaba cogiendo al torero.

Pilato no debería extrañarse. Ha dado tantos pasos atrás, se ha dejado comer el terreno de tal manera, que “lo coge el toro”, “no adelanta nada”. Se ha quedado tan al descubierto, que ya no tiene salida. La pudo haber tenido ese Pilato que empezó pidiendo la razón de traerle al preso; el que se enfrentó a los sacerdotes y senadores en el primer momento. No la tiene el siguiente Pilato, que ya empezó a chaquetear en el segundo momento. Y como cedió hasta nueve veces, es claro como el agua que veía que no adelantaba nada.

Evidentemente me lleva esto a pensar en mi realidad, y en tantas realidades vividas a través de los años. No adelanto nada cuando cedo la primera vez. El depresivo se viene abajo porque cede la primera vez, y el “pasó atrás” le pone ante sí mismo al descubierto. A partir de ahí el “no puedo” es la forma más repetida de expresión. O el irse a la cama porque mientras duerme no sufre.
El que tiene un defecto de cierta importancia, y no digamos del que cae en un fallo mayor, perderá toda opción a rectificar, a corregir, a evitar, si no lo toma muy en serio y –siquiera cuando se le enfrenta a su caso- no pone medios muy concretos y hasta muy drásticos para buscar solución. O pone pie en pared, o lo arrastrará el torbellino. Porque el “paso atrás” convierte en torbellino arrollador lo que hubiera sido una mala ventolera de un determinado momento.

Me pregunto tantas veces a mí mismo: pero ¿es posible que no acabe dominando tal tema mío que sé que me hace daño o es defectuoso? ¡Claro que es posible! Es que sólo yendo de frente, sincera, honradamente, se puede atajar una situación.

Y Pilato cometió la inmensa torpeza de engañarse, dejarse engañar, querer tapar un fracaso propio con otra invención, y ahora lo tenemos hundido, derrotado, vergonzante…, viendo que no adelantaba nada El ridículo gesto de lavarse las manos en una comedia trágica de disimulo de su sentimiento de hombre aplastado por los contrarios, se hace mucho peor que ridículo. ¡Mejor si no hace nada y firma, sin más, la sentencia.! Pero tan buen comediante como desastroso, acaba pronunciando una frase que hace saltar todas las lógicas y derriba cualquier intento de justificación: Soy inocente de la sangre de este justo. ¡Clama al Cielo esa palabra, y avergüenza a la tierra! ¿Cómo puede declararse “inocente” cuando está dando la sentencia de muerte ignominiosa y terrible suplicio de cruz contra un Justo? O él no es inocente, o no puede lavarse las manos sentenciando al Justo. Le ha cogido el toro de lleno, por inepto.
Claro que si escucha uno a los sacerdotes, se eriza el vello. ¡Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos! ¿Sabrán lo que están diciendo? Digo yo que habían entrado en una tal vorágine de odio, de locura, que no sólo declararon primero no tener más rey que al César, sino que ahora asumen toda responsabilidad… Hasta dónde llega la ofuscación…

Que da hasta miedo pensar lo que eso podía significar. Y como la historia es buen juez al cabo de los años, mira uno esa historia de un pueblo errante, perseguido, expulsado, masacrado, y quiere uno quitarse de encima el pensamiento. Se maldijeron ellos mismos. Aquella indómita soberbia de un pueblo tan duro de cerviz, la pagó bien a través del tiempo. Jesús la sufrió mucho. Jesús fue la víctima. Jesús fue el que sintió la herida rasgante en su alma de esta tragedia que acababa por su sentencia de muerte, mientras veía aquella farsa del lavatorio de manos…

¡Ay, Señor!, que esto me abre las carnes. Que somos capaces de condenar, de quitar algo de en medio, de invocar a los dioses, mientras estamos sentenciando a muerte… Y que somos capaces de estar tan seguros de nuestro YO soberbio y engreído hasta pedir la maldición sobre nosotros. Dos realidades, dos protagonistas, una víctima.
Cuando Pilato dio en voz alta la sentencia, un mundo entero se derrumbaba, pisoteado por la veleidad de un mal gobernador y un indigno juez. Aquel “Irás a la cruz” (que era la fórmula oficial), debió resonar en el Cielo como una terrible blasfemia.

COMO ANILLO AL DEDO
Ni buscadas expresamente nos caen mejor esas lecturas detrás de esta meditación. Un Dios de Corazón abierto que proclama esa formulación de desposorio amoroso: Yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo, fórmula –diríamos- de entrega de la Alianza de amor en la boda. “Pero según la maldad de su corazón obstinado, me daban la espalda. Desde que salieron vuestro padres de Egipto hasta hoy, les envié profetas un día y otro día, pero no me escucharon. Ya puedes repetirles este discurso, que no te escucharán”. Escuchar esas palabras de los labios del mismo Dios, es para llorar…, si supiéramos entrar en los sentimientos heridos del Dios Bueno.

Pero es que si nos vamos al Evangelio, ya grita uno desesperadamente…, y desesperanzadamente. ¿Qué sintió Jesús cuando atribuyen sus obras –en concreto echar un demonio- al mismo poder del demonio?
Queda resumido en la última frase: El que no está conmigo, está contra Mí; y quien no recoge conmigo, desparrama.

2 comentarios:

  1. Anónimo8:28 a. m.

    Yo conozco a un boxeador. El boxeo es un "deporte" que no me gusta, sin embargo he aprendido mucho de un boxeador. El mismo Jesús sufrió más golpes que un boxeador en el cuadrilátero. El contrincante cree que lo tiene vencido, cree que lo tiene contra las cuerdas, y saca todas sus armas para finalmente noquearlo y vencer.

    Pueden pasar tres cosas:

    1. Que el noqueado quede maltrecho y ya no se pueda dedicar al boxeo.

    2. No se puede decir todo.

    3. No se puede decir todo.

    ResponderEliminar
  2. Anónimo4:27 p. m.

    javier gracia por ayudar en los de porder tener las catequesis de esto esjercicio que DIOS te bendigas, nos estan ayundando muchos ,par para tu casa y para ti ,.

    ResponderEliminar

¡GRACIAS POR COMENTAR!