sábado, 3 de marzo de 2012

El mundo que ató las manos a Dios

SÁBADO 1º CUARESMA

Un día dedicado a otro punto básico de la Cuaresma: el corazón que sale de sí mismo, de su egoísmo dañoso, y tiene que abrirse a una realidad nueva: el amor incluso a los enemigos, hacer el bien a los que os aborrecen y rezar por los que os persiguen y calumnian. Lo demás, lo hace cualquiera. Jesús está cambiando el “sistema antiguo”. Más allá de aquel, ahora “Yo os digo…” Ahí está el sello cristiano. Por eso, sí seréis hijos de vuestro Padre del Cielo, que hace salir su sol sobre buenos y malos.

Y es que, aun remontándose a “lo antiguo”, Dios pone leyes, mandatos y preceptos como pacto amoroso con un Pueblo que se ha comprometido con el Señor, su Dios, a cumplirlos de todo corazón, para que SEA SU DIOS. Y el propio corazón de Dios te compromete a que seas su pueblo. Gozoso compromiso el que Dios pone, que te elevará por encima de todas las naciones… Serás un Pueblo consagrado al Señor.

A CASA DE ANÁS

Aquel camino de Jesús fue muy humillante. Aunque a esas horas ya nadie andaba por las calles, bastaba la soledad absoluta de Jesús (porque todos los suyos habían huido), y hasta aquellos criados se mofaban de Él, y como propio de turba sin educación y que ahora está dejándose llevar de sus instintos animales, sin jefe responsable que exigiera respeto al preso, se tomaban el tema como puede tomarlo una chusma sin control. Iban de “triunfadores”, porque habían capturado al que sus jefes deseaban tener en su poder. Atado fuerte, las manos a la espalda… [La clásica locura del ser humano, que cree ser más libre cuando aparta a Dios de su vida. Vivimos ese momento lamentable de la historia del siglo XXI, en que una parte de la humanidad ha creído “hallar por fin su libertad” al quitar a Dios de su vida. Cuando los niños no aprenden Religión, y tienen unos mayores que han perdido la misma vergüenza, y blasonan e haberse “liberado” de la “esclavitud de la religión”].

Quitado de en medio a Dios, “atándole las manos”, reduciéndolo a la inexistencia (la formulación es: si alguna vez hizo falta Dios, hoy ya se basta el hombre”), el animal humano encuentra su camino expedito para todo desmán: ruptura con el referente superior (Dios), y en fácil consecuencia, destrozo de la familia, del respeto a cualquiera, muerte a la misma vida sea del no nacido como del anciano, o simplemente del que me estorba o me cae mal…; y aún de mí mismo (que ya no puedo valorarme porque soy una mera piltrafa que en tanto sirve en cuanto goza, y el día que no sale adelante mi “sistema”, no tengo razón para seguir viviendo. San Pablo, en su cp. 1 en la carta a los Romanos, expresa que un mundo sin Dios es un mundo que pierde el sentido de su dignidad: la vida, el sexo, la razón. A lo mejor bastaba diciendo que pierde la razón. Que por so decimos tanto: este mundo está loco. En efecto, lo está).

¿Qué ha ocurrido? - Muy sencillo: le hemos atado las manos a Dios. Y ahora andamos a la deriva. La imagen de Jesús con las manos atadas, es la imagen de la sinrazón…, ¡de la locura! Eran aquellas manos las que sanaban a los enfermos, liberaban a los poseídos del mal, acariciaba a los niños, tocaban a los leprosos y quedaban limpios, se alzaban al Padre perdonando a los que habían pecado, y evitaban –con los dedos evasivos escribiendo en el polvo- que lapidaran a una mujer. Manos de panes en el desierto y de Eucaristía para salvación de la humanidad. ¡Esas manos, atadas por el hombre! Con razón dice San Pablo –en el lugar citado- que es la vaciedad de un mundo de sesera hueca, “vana”.

Es que ésta es la Pasión actual de Jesús. Es que tendemos a mirar atrás como a un relato pasado, casi de fábula, de emociones sensibles, cuando leemos u oímos la Pasión. Es que la “semana santa” popular, tiene a convertir en espectáculo, en atracción turística los misterios procesionales. Y precisamente eso es la gran pasión dolorosa de Cristo, convertido en personaje mitológico para hacer pasar el rato, admirando las bellezas y riquezas de nuestro “tronos”, “pasos”, exhibiciones. Pero lo que sería impresionante es saber lo que lleva en el corazón cadac persona de esas que van dentro y que observan desde fuera, y se han quedado ahí sin el menor acercamiento a Jesús, a Dios, al misterio de salvación, a la llamada profunda a una conversión de los sentimientos del alma.. Llanamente: que vuelva a abrirse a la existencia y supremacía de e Dios al que han quitado de en medio, suprimiéndolo de sus vidas, de la historia, de las referencias históricas que siquiera hagan alusión a una raíces cristianas diseminadas por el mundo entero.

En efecto: ésta la Pasión HOY; ésta es la realidad penosa, el suicidio del mundo moderno. Éstas son las manos atadas de Jesús –y en definitiva, aunque parezca mentira- la blasfemia horrenda del mundo que ha querido atarle las manos a Dios, y lo ha “ninguneado” para sentirse ahora “dios” el propio hombre. Claro que así le va, devorándose unos a otros, y haciendo de la vida un infierno viviente, donde nadie puede fiarse ni creer en el que va caminando a su lado, aunque aparentemente se presente como “amigo”.

No se me ocurre, ni creo, en esa truculencia con la que Gibson presenta el camino hacia el a Casa de Anás. Creo que –basándose él en las narraciones de la monja alemana- aplica a este momento un pasaje de la Escritura en que se refiere a derribarlo por el puente. De ahí esas escenas absurdas y peliculeras. Bastaba la simple realidad más común y más rastrera, de quienes ni tienen cabeza para muchas otras cosas que para proceder a lo burdo.

Ni siquiera condujeron a Jesús al Sumo Sacerdote Caifás. Estaba todo “políticamente” calculado para llevarlo a Anás, que era el enemigo número uno de Jesús. Bien se vio en la forma de proceder que tuvo. Y eso que ya no era nadie con autoridad para hacerlo. Pero lo tenía guardado, y escupió su odio contra Jesús, y en la madrugada…, cuando lo natural hubiera sido dejar el interrogatorio al Consejo, y de día, como correspondía a las propias leyes. Con Jesús no las hubo. Y encima, se llevó la bofetada sacrílega del criado chupatintas, que buscó ganarse la benevolencia de su jefe. Y ya se vio que el “jefe” respetaba tan poco al detenido, que no reprendió al criado que –en su presencia- se tomaba la justicia por su mano.

Posiblemente he adelantado acontecimientos, y habrá que echar moviola atrás, para recuperar el orden de los sucesos. Pero ha salido así, y puede ir “abriendo boca”.

1 comentario:

  1. José Antonio8:21 a. m.

    ¡Qué maravilla de texto! Qué belleza y cuánta verdad en esas "manos atadas a Dios".

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