miércoles, 14 de marzo de 2012

El AMOR sobre toda otra cosa

EL CORAZÓN DE JESUCRISTO
Rezaba yo hoy una PLEGARIA EUCARÍSTICA DE CUARESMA, que está en el Misal Romano (aunque yo sé que alguno lo ignora), cuyo Prefacio dice así: Te damos gracias, Señor, porque haces cosas maravillosas para darnos a entender lo bueno que eres. No sólo a los buenos sino también a los malos [yo suelo cambiar esta palabra y digo: “sino también a quienes no lo son], les concedes días repletos de flores, de frutos, y de muchas cosas buenas, para que las admiremos y, juntos, gocemos de ellas. Como Padre bueno, tienes paciencia con los que caen en el pecado y esperas que se conviertan y sean mejores”.
Pasando adelante dice también, en pleno texto central: “Él, Jesucristo, llama a todos para que se conviertan y sean mejores, y crean el Evangelio. Ofreciendo su vida en la cruz, nos ha librado del pecado y de la muerte, y nos ha dado un corazón nuevo para que vivamos como Él”.
Se me va –lógicamente- el pensamiento a la frase de Jesús: Dios hace salir su sol sobre buenos y malos, sobre justos e injustos”. O la del mismo Antiguo Testamento, que expresa que Dios no es tonto con no tomar venganza, sino que “ tiene mucha paciencia con todos”. Y se me va el pensamiento a Juan XXIII, el Papa querido por católicos y no católicos, y llorado en su muerte por creyentes y no creyentes. Pasó a la historia con el título de “el Papa Bueno”.

En el Huerto, Jesús se deja besar por el traidor Judas, atar por sus enemigos…, y reprende a Pedro que saca la espada, porque el que a espada mata, a espada muere. Jesús, que a sí se define como “manso y humilde Corazón” para poner paz en nuestras almas, podría “haber llamado 12 legiones de ángeles para que lo defendieran” en el Huerto, pero no lo hizo. Disculpó al propio Pilato que tenía menos culpa que los que lo habían entregado”, pidió perdón para los culpables “porque no saben lo que hacen”
Realmente hubieran sido inconcebibles las “Cruzadas” en el sentir de los primeros cristianos “que tenían un solo corazón y una sola alma, y nadie llamaba “suyo” a lo que tenía”, porque todo se ponía a disposición de todos los que pudieran necesitarlo. Luego vinieron los cristianos guerreros, que creyeron hacer un servicio mejor a la Iglesia empuñando las armas. Y hoy, con un sentido ya mucho más maduro, ni se nos ocurriría semejante modo de defender la fe ni a la Iglesia, cuando se ha ido adentrando el espíritu de Jesús en la conciencia de los cristianos que, pueden ser celosos, pero no fanáticos; rectos, pero no belicosos, astutos para saber tiempos, momentos, oportunidades y personas…, y por eso mismo, prudentes.
Confieso que al cardenal Ratzinger no lo acepté en el momento de su elección como el Papa que yo hubiera querido. Le habían colgado tales sambenitos de Cardenal intransigente, que me eché a temblar. Luego resulta que aquella fama venía en sus responsabilidades bajo “Juan Pablo II –santo súbito-, y luego bien podemos haber visto al hombre prudente, abierto de corazón, auténtico pastor, imagen de Jesús –y su Vicario-, que reproduce el amor del Corazón de Jesucristo. Por supuesto que no es el atractivo hombre de masas de su predecesor, pero no le va a la zaga en lo que es ser Papa, y ahí está ese tesoro de su Carta Encíclica sobre el AMOR DE DIOS.
Me sonrío ante aquellos evangelios apócrifos que pretendían un Niño Jesús que mataba de una palabra al niño que le pisaba su pajarita de barro. Y me da lástima de aquellos cristianos que, en su afán de expresar “el poder”, “la divinidad”, no tuvieron otro medio que presentarnos a un Jesús que se hace fuerte a base de mamporros. Gracias a Dios, Jesús, el Hijo de Dios, no fue así.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡GRACIAS POR COMENTAR!