viernes, 30 de marzo de 2012

Viernes de Pasión

VIERNES DE DOLORES

Así es en lo popular. En el ritmo de la SEMANA DE PASIÓN estamos entrando en momentos que ya huelen directamente a tragedia. En la persona de Jeremías como un anuncio: sufriendo pavor por todas partes. Oyendo el desaforado odio de sus enemigos que quieren destruirlo y vengarse de él. Figura evidente de Jesús es esos albores de su Pasión. Jeremías pide venganza. Y Dios “se venga” volcándose en amor a la humanidad caída, con esas obras que hace Jesús, que dan testimonio de Él y de hacer lo que quiere Dios. Y con ser Él mismo quien se retira y huye de la camorra, porque no ha venido a perder a nadie sino a amar a los mismos que le rechazan. Y ese testimonio –nos dice el texto- produce frutos de muchos que creyeron en Él

MUJER: MIRA A TU HIJO; HIJO, ESA ES TU MADRE

Enlazando con “la venganza” de Dios, tenemos a Jesús dándonos a su Madre. El más duro desprendimiento de Jesús, porque ya no son sus ropas que se reparten los soldados, el perdón o el Paraíso que Él otorga. Ahora da lo más tierno de su afecto: a su Madre. Sabe el trueque tan desventajoso que significa, y que hará a su Madre más dolorosa, si cabe. Pero son las formas de venganza en las que se desenvuelve el Corazón de Cristo, el Amor de Dios.

Se pregunta el P, Cué qué le pasa hoy a los creyentes que han perdido tanta fuerza en su corazón…, que siguen ahí pero que no se les nota… Comenta un autor que Cristo se cuidó de no nombrar a la madre en aquella famosa parábola del hijo que se marcha… Y se responde: - Es que no tenía madre; que si llega a tenerla, no se va. Y San Bernardo, el autor del libro: Las glorias de María, llega a decir que “de María nunca se dice bastante”.

Es posible que el movimiento pendular de la humanidad haya rechazado estas emociones exuberantes afectivas, que llegaron a cantar el “divina Virgen”, rompiendo aún los moldes básicos de un culto amoroso a María, que llegara a hacérsele “diosa”. Y ese péndulo haya alejado de su centro a María. Está bien que se sepa que de María se puede decir lo que se puede decir, y no más, como declara constitucionalmente la Iglesia. Que el lugar de María es insustituible pero que María no es la “redentora”, porque sólo Cristo es el Redentor.

Y este palabra de Cristo en la cruz nos deja bien situada en su lugar a LA MUJER DE LA REDENCIÓN, la del Génesis, vehículo e instrumento para la Redención que anuncia Dios tras el pecado primordial.

Jesús le dirá, por lo mismo: MUJER, MIRA A TU HIJO. Auténtica declaración de Jesús que María no es sólo “su Madre”, sino LA MUJER sin la cual no se hubieran cubierto los proyectos redentores de Dios. La MUJER, sin la cual Cristo –el descendiente que aplasta a la serpiente infernal- no estaría en la historia. Y por tanto, Ella no es redentora, pro Ella es instrumento de Dios para la Redención de Cristo. Ella no es “diosa” pero es la persona humana más cercana a Dios, porque fue su propia Madre, y la MUJER DEL , que aceptó sin condiciones los planes de Dios.

La Iglesia, el auténtico discípulo amado que está pretendiendo describir San Juan, recibe el encargo de ver en María a SU MADRE. En su Madre, su Maestra, su impulso, su guía, su modelo ejemplar… La MUJER necesaria para aquellos pasos titubeantes de unos pobres hombres que han de llevar a Cristo –en la Iglesia- al mundo entero, para que el mundo se salve. Y Ella, la que mejor conoce al Corazón de su Hijo, sus sentimientos, deseos, proyectos, tiene que estar de tutora y Madre.

Los que vivimos aquella preciosa experiencia de que el mes de Mayo se metía sin sentir por los poros…, de que en la casa familiar, en el Colegio, en los templos, en los Rosarios de la aurora, explotaba una primavera llena de Flores a María, y que su imagen, puesta delante de maneras diversas, se adentraba en nuestro sentir, sabemos que hoy tenemos unas raíces mucho más hincadas en la médula del alma, y que de ahí brota con exuberancia nuestro árbol en que Jesucristo vive y se desarrolla mejor.

Pero es que ahí está el hecho de que hasta ese pueblo de incultura cristiana, que ha abandonado a la Iglesia, a Cristo, a Dios…, y que así ha llegado a no saber el mismo hombre que es y adónde va, todavía se aferra a la “Patrona de su pueblo”, a su medalla de la Virgen, a sus devociones populares, aun las que se van a los extremos.

Por eso el pueblo se ha llevado a María “consigo”, a “su casa”, “por suya”, ya sea Fuente Santa, de los Desamparados, de los Dolores, de la esperanza, del Rocío que deja sus gotas en el alma, de las angustias, del mayor dolor, de la estrella de los mares y brújula en la oscuridad… Y deja ese pueblo, en su incultura, que le quiten los Cristos crucificados –que son la base, pero se toman el encargo de llevarse a María consigo, porque el mundo no puede vivir sin LA MADRE, sin la ternura, la cercanía, el amor de la que siempre tiene extendido su manto de madre milagrosa, inmaculada, a la que nadie le toque, porque eso rebasaría la necesidad vital del corazón humano.

Y María se tiene tomado muy en serio. Es encargo de su Hijo…; Ella lleva el corazón partido por las siete espadas, pero Ella nos acoge como hijos, y nos va protegiendo. Y sabe que, antes o después. El mismo descreído, acaba lanzando ese suspiro y grito necesario de su alma: “¡Madre mía…!”

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡GRACIAS POR COMENTAR!