sábado, 10 de marzo de 2012

EL PADRE BUENO

SÁBADO 2º CUARESMA
Sábado en el ue se respira desde el principio un aire de misericordia y perdón, base fundamental y finalidad del tiempo cuaresmal. Comienza con la imagen del Dios-Pastor, para explicitar al Dios que perdona, absuelve… No mantiene el recuerdo ni el recelo. “Volverá a compadecerse. Arrojará en el fondo del mar todos nuestro delitos”. Y Jesús dibuja esa filigrana de la parábola del PADRE BUENO [debiéramos DETERRAR el título “del hijo pródigo”, porque el protagonista no es el hijo y us fechorías, sino el padre. El hijo pide “su” dinero, da el portazo, se marcha dejando l padre con l alma hecha pedazos…, y vivirá en delante de vicio en vicio. Por su parte, aquella casa paterna queda atrás. No así para el padre, que vive soñando con el hijo, con que vuelva… Y el día que aquel desgraciado aparece por el camino, desarrapado, macilento, sin fuerzas…, el que corre hacia él y le hace de lazarillo es aquel buen padre, que ni siquiera espera a oís los arrepentimientos del hijo. Lo importante es que ha vuelto. Y no sólo quedará la alegría en ese sentimiento del padre. Lo expresa con el traje nuevo, el anillo, las sandalias, el banquete de fiesta familiar, sin volverse a acordar más de lo pasado. No así el otro hijo, el aparentemente bueno, que –sin embargo- lleva dentro el veneno el recelo, la envidia, el rebinar sobre el mal hijo de su padre… Y es el padre el que tiene que salir también por él, expresarle el mayor cariño y confianza, y hacerle comprender que la alegría por el regreso de tu hermano había que celebrarla.
Jesús se detiene ahí. Pero ¿qué pasaría al día siguiente? Porque la calma dl día anterior podía llevar anuncio de tormenta, como puede pensarse… Calmadas las aguas, vamos a poner las cosas en su sitio (diríamos nosotros). El padre llamó a su hijo, y le dio: “hijo mío: nos vamos a ir todos a la otra parte de la hacienda porque toca la vendimia. Bien comprendo que estarás destrozado, que no tendrás ganas de nada. Mi gusto, desde luego, sería recuperar el tiempo que no te he tenido y que vinieras conmigo para trabajar codo con codo juntos. Si no puedes, te comprenderé. Dejaré un criado para que te atienda en todo lo que necesites. Y si puedes y quieres, me darás una gran alegría.
Ahora la respuesta concreta práctica me la tengo que plantear yo en mi vida. Lo que fui… Lo que ilusiono ser en mi respuesta al Padre de misericordia.
REGRESO A PILATO
Provoca repugnancia ver a Pilato, chaqueteando, sin dar un golpe de mano en todo este proceso, con su autoridad de juez y gobernador que debe representar la justicia. Se justificó de que ya eran dos los que no veían causa de condena.
Todos los años, según la costumbre había el indulto de un preso, por razón de la pascua judía. Y esas cosas se convierten en festivas, crean rituales que escenifiquen. Y precisamente irrumpen ahora mismo en la plaza, ajenos a todo lo que está ocurriendo, un puñado de muchachos bullangueros que vienen a pedir esa liberación del preso. Y Pilato, en una de sus cobardes salidas por la tangente, ve allí la gran oportunidad de que, sin el implicarse, aquellos mozalbetes asean los que decidan en el caso que bruma al mal juez. Y les propone un “ingenioso” dilema: la elección entre el sedicioso y peligroso Barrabás, alterador y revolucionario, y hasta detenido en una revuelta en que hubo un asesinato… O bien, soltar a Jesús, el llamado Cristo.
Para Pilato era la jugada perfecta. Él quedaba al margen, y los jóvenes le resolvía el caso. Y como Pilato demuestra no sólo que es cobarde sino que es un inconsciente, se mete para dentro para no forzar la decisión, y espera tranquilamente, frotándose las manos de su inteligente “golpe de gracia” que conseguiría el objetivo que él desea, sin mancharse él Las manos. En este entreacto recibe un recado de su esposa, que le pide que no vaya a condenar a Jesús, porque ella ha tenido su sueño admonitorio –hasta pesadilla- , por razón de loe está ocurriendo con ese HOMBREB JUSTO.
Inocente, o tonto, después de todo, cuando se las estaba viendo con los sacerdotes y ancianos de Israel, que bien conocía sus ardides machacones para sacar adelante sus propósitos. Y mientras Pilato queda a la espera de que se resuelva aquello con guante de seda, los sacerdotes hacen su labor venenosa con aquella masa de gentes sin criterio, y –como masa- tan fácilmente moldeable… Y les infundieron tal sentimiento contra Jesús, que quedaron con la ponzoña en sus corazones, y sabiendo ya lo que ibn a pedir y a exigir, y aun amenazar, si llega la hora.
Jesús estaba viendo toda la jugada desde su lugar allí en la plaza. No era poco que su liberación se hiciera eligiendo entre un facineroso y Él… ¡Ya era humillante aquel parangón en que le había situado el “juez”! Pero es que estaba viendo la campaña diabólica de sus jefes judíos entre aquella juventud que nada tenía que ver en el caso, y que la estaban implicando con la astucia y malicia de corazones envidiosos.
Cuando Pilato salió, casi sonriendo con autosuficiencia por su arte en salir de aquello, y preguntó a quién habían elegido para libertarlo, se llevó el chasco de que todos gritaron: ¡A Barrabás! Pilato queda descolocado. Se le apaga la sonrisa, y al cabo de un poco reacciona. Puede ser que elijan la libertad de Barrabás porque –al fin y al cabo- jóvenes- siempre tienden a lo aventurero. Pero Entonces, ¿qué hago con Cristo? La labor diabólica (porque aquí está ese “diablo” que dejó hasta mejor ocasión) había surtido efecto, y el grito unánime es: ¡¡Crucifícalo!! Pilato quedó aplastado. Le habían ido a la mano una vez más. Había perdido la batalla. Se tiraría de los pelos. Ahora se daba cuenta de su irresponsable actuación, de no haber previsto…
¿Cómo resonó en el íntimo sentir de Jesús aquel grito? Ya sabía Él que su final era la cruz. Pero que precisamente fuera una parte del pueblo quien se implicara en tamaña barbaridad, cuando Él había vivido para el pueblo, para hacer el bien, para curar, para ayudar, para elevar… La cabeza le daba vueltas. Cierto que aquella hora era la del poder de las tinieblas.
Nos queda por ver cuál será la nueva invención de Pilato… Porque no se da por vencido…, ni tiene madera de vencedor. Sí la tiene de chaquetero.

4 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho la primera parte. Me ha parecido ver algo...

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  2. Cuando me he puesto a hacer mi oración tranquila, en el texto anterior, ¡qué fácil me sale la ligereza de los muchachos, las insidias de los ancianos, los enjuagues vergonzosos de Pilato. Pero me pongo a pensar, ¿y puedo verme al margen de esas pasiones humanas de unos y de otros?
    ¡Qué bien me sé de memoria que el primer mandamiento es…! Y, luego, ¡qué de cosas hay que interfieren mi propia honradez espiritual, mi lealtad, mis juicios...! ¡Con qué facilidad veo la maldad o la cobardía o la inmadurez de esos…, o de los otros –los que tengo más cerca-¡
    Si soy capaz de meterme dentro del sentir de Jesús en ese instante, es cierto que le pone un escalofrío espantoso escuchar aquel quito: “Suelta a Barrabás; crucifica a Jesús! Pero Jesús, que está viendo toda la escena desde el lugar de espera de la decisión, está viendo sentimientos y actitudes… Cada uno con lo suyo, cada uno a su aire, a su amor propio, a sacar su intento… El final es el que se puede esperar. Si Pilato no ha sido capaz de decidir como buen juez, si los senadores romanos están con la sentencia y el juicio interno dado de antemano, si la gentecilla aquella no piensa sino que se deja llever como masa amorfa…, ¿qué podía esperarse?
    ¿Y no estoy yo en medio como invisible que está tirando de las cuerdas de esas marionetas? No me he sentido inocente. Ni en mis juicios prematuros, ligeros, predeterminados por mi propia pasión del YO (“yo soy más”, “yo sé mejor..”); ni en mis actitudes condenatorias, ni en mis reacciones pasionales donde domina mi amor propio y mis muy personales sentimientos. ¿Me extraña que el grito sea: quita a ese y suelta a Barrabás?
    Claro que esto o sale en una oración leal o acabaremos pensando que no hay comparación entre aquello y esto mío…

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  3. Anónimo2:02 p. m.

    leyendo el hijos prodigo es como se puede ver una gran MISERICORDIAEN DIOS hacia el honbre. merece la pena habre sido malo para terne tanto AMOR inconplesible , para eeste mundo tan lleno de verda,y tan farto de DIOS es sienpre me sosprede ......PAZ Y AMOR ,para todos............

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  4. José Antonio4:54 p. m.

    Qué aleccionadora la parábola de Jesús, dándonos a conocer el auténtico rostro de Dios Padre, un Padre que abre sus brazos cuando arrepentidos y avergonzados, nos acercamos a El. Lo que más me llama la atención es como el padre corre hacia el hijo (literalmente "se come a besos" a su hijo)... ¡qué generosidad y misericordia la de Dios! Ojalá no tengamos ese pudor para aún siendo conocedores de nuestras miserias, de nuestros fallos y debilidades, acercarnos a El, que como Padre nos acoge con sus brazos abiertos. Qué belleza de parábola, cuánto derroche de amor de Dios.

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