domingo, 11 de marzo de 2012

Jesús expulsa a los cambistas

No teman mis queridos hermanos. No existe contradicción alguna entre el Padre bueno y el Señor que según San Juan, Apostol y Evangelista. Les voy a decir lo que yo veo en el Evangelio de hoy, el cual debo reconocer que me gusta y me consuela.

Primero decir que los cuatro evangelistas coinciden en el episodio de la expulsión de los que iban al Templo a otra cosa. Hablamos del Templo de Jerusalén, el lugar donde los judíos, los compatriotas de Jesús acudían a "celebrar sus cultos". Todos coinciden menos en dos cosas principalmente:


  • El momento en que este hecho ocurre. Los tres primeros, lo ponen después de la Entrada de Jesús en Jerusalén, y San Juan después de las Bodas de Caná. Imagino que existirá una explicación acerca de esto, que yo desconozco, pero a mi desde luego que no me supone ningún problema. No hay contradicción. Los cuatro coinciden en este episodio, y eso para mi significa que es "muy importante y relevante". Lo tuvo que ser, cuando la Tradición oral de los primeros cristianos la fue transmitiendo con esa insistencia
  • El látigo de cuerdas.. Esto sólo lo menciona San Juan. ¿Se contradicen los Evangelistas? Yo no lo veo. No veo contradicción.
Voy por partes. Primero, el momento. Mi pregunta es: ¿Este hecho sólo ocurrió una vez en la vida de Jesús?. Jesús vivió hasta su última Pascua, varias más en su vida pública, al menos dos más. ¿No podría haberse repetido este hecho en algún otro momento? Yo no puedo imaginar el porqué no. De hecho, pienso que es muy posible. No creo inútil este ejercicio mío de imaginación, ya que nosotros en nuestra vida ordinaria somos muy tendentes a repetir situaciones.

El Templo de Jerusalén lo estaban convirtiendo en una "cueva de bandidos, de ladrones", de gentes que iban allí sólo por el interés y el lucro personal. Iban a sacar algo, a hacer sus negocios, a todo menos a lo que debían de ir al Templo. ANALIZO EN ESTE MOMENTO mi situación personal con respecto al Templo exterior al que puedo ir habitualmente.

Pienso ahora mismo en mi experiencia personal, y traigo a la mente recuerdos de vivencias pasadas, de situaciones vividas u observadas a mi alrededor.

Veo gentes respetuosas con el Templo, allí está Jesucristo presente en el Sagrario, la gente entra en silencio a la Iglesia, algunas hacen la señal de la cruz primero, otras la señal de adoración a Dios (genuflexión). Han apagado sus móviles, porque no los necesitan para comunicarse con Dios. No se escucha más que el ruido de los pasos, o los susurros en los confesionarios o alguna persona rezando. Nadie entra al Templo hablando con otra persona en voz alta, para no molestar a los que están conversando con Dios. Las mujeres visten decorosamente. No nos conocemos muchos, pero sólo mirarnos y es como si nos conociéramos. Hay un clima de cordialidad y de confianza mutua dentro del Templo. A nadie le molestan los niños. Los mayores ceden sus puestos a los jóvenes para que estos se sientan parte del Templo. Los jóvenes aceptan con agrado, pero no se apropian del puesto, sino que comparten con los viejos. Nadie es más que nadie. No hay recelos. Limpieza de corazón dentro del Templo. El que tiene más experiencia se abaja para ayudar al que tiene menos, para que nadie se sienta superior a nadie. Los superiores en jerarquía actúan como servidores de los demás y están pendientes de los más débiles para ayudarlos en vez de espantarlos.

La actitud de Jesús es clara según los Evangelios: Jesús expulsa de la Casa de su Padre a los que no están en la actitud que esta casa merece. Y dice el motivo. PORQUE LA CASA DE MI PADRE ES CASA DE ORACIÓN. Es decir, no porque Dios sea guerrero, sino porque si persisten en sus actitudes allí no pueden estar. Dios es amor. Su Casa es para Orar. Jesús expulsa a quien compra y vende dentro del Templo. Esto podemos verlo de dos formas. La exterior, el Templo de piedra, y la interior, el Templo donde habita el Espíritu Santo de Dios que todo bautizado ha recibido.

Jesús derriba físicamente las mesas de los cambistas, y los asientos de los vendedores. No. Jesús no es un guerrero ni un violento. Jesús siente en su interior una fuerza, que los discípulos de Jesús, en algún momento identifican con la Palabra de Dios en el Salmo 69,10. Jesús siente celo por la Casa de Dios. Es decir, Jesús es cuidadoso de las cosas de su Padre, diligente y con interés por aquello que se le ha encargado. Por eso, Jesús no se marcha de aquel Templo sin derribar las mesas y los asientos. Desde fuera, lo ven como un violento. Por dentro actúa con suma diligencia. Jesús es valiente. a Jesús no le importa lo que piensen de esa acción los que le ven. El sabe lo que hace. San Mateo dice que los "echó a todos". San Lucas no da los detalles de Mateo sobre el cómo los echa, pero también afirma que los "echó a todos". Y desvela que los religiosos buscaban la forma de "matarle", sólo porque el pueblo escuchaba sus palabras. San Marcos, al igual que San Mateo, da los detalles del cómo echa a los que profanan el lugar de Oración, y añade algo: "Que no transporten cargas por el Templo". Y explica que el pueblo estaba maravillado de sus palabras, y que los religiosos le tenían miedo y buscaban como matarle.

San Juan pone en la mano de Jesús un látigo de cuerdas que ha cogido por el suelo. Probablemente de atar a los bueyes, o algo así. No dice que use el látigo, sino que hace un látigo de cuerdas. El no pega a nadie con el látigo, pero el látigo tiene su significado. A lo mejor lo usó para darle a los bueyes. El revuelo fue monumental en el Templo, pero Jesús logró su objetivo, y fue volver el Templo a su uso original. Jesús fuerza a salir del Templo a los que lo están violando.

Ahora vamos al interior de mi Templo.

ANALIZO EN ESTE MOMENTO mi situación personal con respecto al Templo interior al que puedo ir habitualmente


7 comentarios:

  1. El cristiano que va por la vida rehuyendo sistemáticamente el sacrificio,que se rebela ante el dolor,se aleja también de la Santidad y de la felicidad, que está muy cerca de la CRUZ, muy cerca de CRISTO REDENTOR.

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  2. El celo de Jesús por las cosas de su Padre es otra de las enseñanzas del Evangelio.

    Los cambistas y vendedores, es decir, aquellos que usaban el Templo para otros usos, perdiendo así el respeto a las cosas de Dios eran permitidos por los responsables del cuidado del Templo, que habían entrado en la vorágine mundana y habían olvidado su misión.

    Jesús, según los 4 Evangelistas "los echó a todos", ante la mirada atónita de sus discípulos.

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  3. Mi Templo interior. (1 Cor 3,16-17) (1 Cor 6,19-20).

    ¿De que está lleno? ¿Cuales son sus adornos? ¿Huele a incienso dentro?

    El incienso son las oraciones de los santos (Apocalipsis 8:3)

    Los celos y las envidias y todas las injusticias, salen de dentro del corazón.

    ¿Veo programas de televisión donde la gente critica a otra gente, donde hablan de la vida privada de los demás? ¿Me recreo en lo obsceno y zafio que sale en televisión? ¿Cuanto tiempo dedico al día a la televisión? ¿Que me aporta al Templo la televisión que veo?

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  4. Mi aportación aclaratoria de términos evangéliCos. [Con detalle mayor, ver el artículo "El 'látigo' de Jesús" en mi libro: VENTANA AL EVANGELIO].
    Muy buena observación la de que sólo Juan expresa el "azote de cordeles". Teniendo en cuenta que los otros evangelistas son más simples en narrar hechos, ya es muy buena aclaración, para ver las cosas más en su punto. Incluso su colocación en el texto (ya al final), cuando está a punto la Pasión, y Jesús agota los últimos recursos para que se entienda que aquel mundo religioso judío está mal. Son también los evangelistas que llaman "cueva de bandidos".
    San Juan, con evangelio "divinizado" desde la primera frase, pone al principio el "carné de identiddad" de Jesús como MESÍAS. Mesías que se anunciaba en el Antiguo Testamento como el enviado de Dios que FUSTIGARÍA LOS VICIOS. La representación llamativa con la que Juan dice: "luego Éste es el Mesías de Dios", es ese símbolo del "látigo" o fusta -un puñado de cordeles cogidos de los ataderos que han dejado tirados los propios feriantes al desembalar "su mercancía". Y si se lee tal cual está el texto, con ese azote "ECHA A TODOS OVEJAS Y BUEYES..., y DICE A LOS VENDEDRORES..." O sea: a los hombres, les habla; con los animales -ovejas y bueyes- emplea los cordeles. Y como en el fondo de todo, el problema no era de los feriantes sino de los responsables del Templo que sacaban su ventaja económica" de esa "CASA DE MERCADO" (es la expresión de Juan), la única acción expresa más "airada" es contra las mesas de dinero.
    Finalmente, todo eso podríamos decir que es la parte anecdótica que se queda en la pupila. Pero donde está el meollo de la cuestión es el SEÑAL que piden aquellos senadores y ancianos por qué actúa así, y que Jesús concreta en que ELLOS DESTRUIRÁN EL TEMPLO (a Jesús mismo) PERO QUE JESÚS RECONSTRUIRÁ EN TRES DÍAS (resucitará). Señal más evidente que presenta Juan de que Jesús es más de lo que aparece, no puede darse. Muy en consonancia con todo su Evangelio.

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    1. Una aportación muy interesante. Muchas gracias, Padre Cantero.

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  5. CADA UNO A LO SUYO. Eso veo hoy en esta escena. Jesús entra en el Templo, lugar donde se ofrece a Dios el Sacrificio por los pecados. Hoy el Sacrificio es la Eucaristía, y el Sacrificado es Cristo, el cual murió una sólo vez por los pecados, y ya no muere más. Pero el Templo lo han convertido en una CASA DE MERCADEO.

    Los cambistas y vendedores son aquellas personas de nuestro tiempo que siguen acudiendo al Templo CADA UNO A LO SUYO. Jesús en cambio mira por el otro, va buscando como hacer el bien a la gente. Los "negociantes" van CADA UNO A LO SUYO. Cada "negociante" mira a su mesa, y que no le toquen su puesto. Cada negociante tiene un puesto, pero en vez de usarlo para el bien común, lo usan para su propio provecho y su lucro personal.

    Los sacerdotes miran sin hacer nada, porque en el fondo están cómodos con la situación, porque hay que tener agallas y celo por las cosas de Dios para atreverse a romper la dinámica creada por ellos mismos con su permisividad hacia los cambistas y vendedores.

    Ellos piensan que los cambistas y vendedores les dan beneficio propio. Ellos reciben también y negocian también, por eso permiten la actitud.

    Jesús en cambio, es recto y honesto, y semejante cosa no le deja indiferente.

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  6. Los sacerdotes ven a Jesús, que no actúa como los "mercaderes del Templo", y entonces Jesús se sale de sus esquemas, y como les molesta se acercan a el para pedirle un signo para actuar con esa autoridad y libertad dentro del Templo, que los sacerdotes y mercaderes consideran SUYO por derecho.

    La petición de signo es semejante a esta frase: "TU, ¿quién te has creído que eres?

    Y Jesús sabe quién es. Y no puede actuar como si nada sucediera dentro del Templo. El simplemente no puede ir a un rincón, e ignorar la escena.

    San Mateo al narrar este hecho, no cuenta lo mismo que Juan en dos cosas. No hay azote de cuerdas de atar bueyes, y no menciona que los sacerdotes le pidan un signo.

    Jesús vuelca las mesas y los puestos y les cita la Sagrada Escritura. Les cita concretamente a Isaías y Jeremías. A pesar del revuelo, los más sencillos se no se escandalizan y se acercan a Jesús y este les sana allí mismo. Dice San Mateo.

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