lunes, 21 de mayo de 2012

Pablo tiene miedo en Corinto

    Libro de los Hechos de los Apóstoles, que forma parte del nuevo testamento y que fue el segundo libro que escribió San Lucas, aunque el libro es de autor anónimo, así lo atestigua la Tradición de la Iglesia desde muy pronto. El libro está dirigido a Teófilo (Hch 1,1), un personaje desconocido. Teófilo significa "Amigo de Dios". Los "amigos de Dios", sabrán valorar debidamente este libro de la Biblia que es una historia, aunque incompleta de la Iglesia primitiva. Comienza con la Ascensión del Señor a los cielos, que celebramos ayer.
    Volviendo al capítulo 18, en el que me he quedado unos días parado acompañando a Pablo en sus primeros pasos en la ciudad de Corinto, de la provincia de Acaya, en Grecia. Esa región fue anexionada por el imperio romano en el 146 a.C. Allí estamos, y Crispo el jefe de la sinagoga judía se ha convertido al oír a Pablo. Ha sido convencido finalmente de que Jesús era verdaderamente el Mesías profetizado en las Escrituras que sábado a sábado leían en la sinagoga. Pablo ha tenido oposición dura por parte de muchos que incluso han llegado a blasfemarle obligando a Pablo a sacudir sus vestidos y darles una palabra "dura" y "contundente", no muy diferentes a las propias palabras de Jesús que vemos en algunos lugares del Nuevo Testamento. Palabras justas y proporcionadas a una actitud manifiestamente hostil por parte de algunos. Pablo no se acobardó, ni dejó el apostolado, al contrario, entró en la casa de un hombre llamado Justo, que adoraba a Dios. Parece ser que en su casa estableció Pablo la primera comunidad cristiana de Corinto. Algo así como lo que hoy conocemos por una Parroquia, pero mucho más sencillo y primitivo. Allí se reunirían los cristianos a celebrar la Cena del Señor (Eucaristía). Curiosamente la casa de Ticio Justo estaba junto a la mismísima sinagoga, así que imaginen el contraste. Y después de la conversión del jefe de la sinagoga y toda su casa, otros muchos corintios creyeron en Cristo, y recibían el Bautismo, sus pecados eran perdonados y entraban a formar parte de esa primera comunidad Corintia.
    Pablo estaba algo asustado por que en Corinto tenía muchos opositores, y que se convierta nada menos que el jefe de la sinagoga tuvo que tener un gran significado, y crear un gran malestar entre los judíos. Yo me asustaría también en su lugar, eso está claro. El miedo a represalias y a que me hagan daño me crearía más de una tensión emocional, probablemente dudas de si merecía la pena continuar por allí sabiendo que te exponías a ser arrestado, pero el Señor consoló a Pablo una noche y le dijo lo que tenía que hacer, y entonces cuando el Señor mismo nos confirma lo que tenemos que hacer, sigues adelante, y todas las dudas son dejadas de lado.
    Concretamente el Señor le dijo a Pablo durante la noche, que no tuviera miedo, porque estaba con el. Y eso alentó enormemente a Pablo. Eso me recuerda palabras similares de Dios a Samuel, mucho tiemnpo atrás. Así cuando tenga miedo, como Pablo, busque yo en la oración el camino, y esperar en el Señor a que este me confirme que debo hacer. Dios no cambia ni se muda, es el mismo hoy, ayer y siempre.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡GRACIAS POR COMENTAR!